Murata permanecía encima de Wolfram, ambos rostros permanecían muy cercanos, la distancia entre sus labios era tan corta que incluso parecía que con un simple suspiro esa distancia se rompería. Mi cuerpo no podía reaccionar, quería moverme y quitárselo de encima de un solo tirón, pero mi maldito cuerpo inútil no me respondía. La voz de Wolfram se escuchó
- E-eee, Alteza, podría…por favor…levantarse?- preguntó mi rubio con demasiado nerviosismo.
- Lo siento Wolfram… ¿acaso te incomoda?- Murata sonreía de forma lujuriosa, sí, lo pude notar al instante y mi cuerpo seguía sin responder.
- Es solo que…- vi como Wolf intentaba moverse, salir de debajo, sin éxito.
- Solo déjame…por una vez…- Murata estaba a punto de romper la distancia entre ambos, cuando por fin mi cuerpo me obedeció.
Pero no me sentía yo mismo, al parecer el poder del Maou que llevo dentro había tomado el poder.
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Se escuchó un fuerte estruendo, las puertas se habían abierto de golpe. Y una figura muy familiar apareció delante del rubio y el pelioscuro. Ken salió volando hacia el extremo contrario, golpeado por una enorme serpiente de agua.
Yuuri, con el cabello largo y los ojos en forma de rendija, se acercó al rubio que aun permanecía recostado en el suelo de la habitación. Lo tomó en brazos, el rubio lo miraba sorprendido y con respeto, pero al mismo tiempo confundido, un torbellino de pensamientos abordaron su mente en cuestión de segundos, no entendía nada, no podía procesar lo que estaba pasando, y como en un acto de protección, Wolfram se desmayó en los brazos del poderoso Maou.
Yuuri se acercó al lugar donde yacía Murata, adolorido por el golpe, molesto por la interrupción y temeroso por tener frente a él a la otra personalidad de Shibuya, sabía que estaba en graves problemas.
- ¿ Con qué derecho te atreves a acercarte tanto a mi prometido?- preguntó sereno el moreno
- El ya no es su prometido, majestad- Ken sonreía burlonamente.
- Eso no lo decides tú, ni nadie, ni siquiera él. Es mío y de nadie más, que te quede claro eso Sabio. Ahora largo de aquí si no quieres que haga caer la justicia sobre ti- Murata, sin ánimos de seguir discutiendo con dicha personalidad, obedeció sin poner objeción alguna.
Murata se encaminó hacia la puerta, no sin antes echar otro vistazo a su enemigo, sonrió ante la idea de tener que pelear también contra la forma Maou de Yuuri, no sería solo dos sus oponentes, sino tres, y éste era el más fuerte y difícil de vencer, pero estaba seguro de que lo conseguiría.
- Esto solo está empezando…Majestad…- y con ese pensamiento, dejó el lugar.
Yuuri contempló por un momento el delicado cuerpo que reposaba en sus brazos, y esbozando una cálida sonrisa, salió de la habitación del rubio para dirigirse a la suya, llevándolo consigo.
Cuando llegó, lo depositó con cuidado sobre el lecho. Fue hacia el armario y de un cajón sacó un camisón rosa. Ese que tanto le gustaba que el rubio usara. Volvió hacia la cama y con extremo cuidado fue despojando al rubio de su uniforme, para después ponerle al camisón, meterlo bajo las cobijas, ponerse su pijama y recostarse a un lado de su preciado tesoro. No sin antes depositar un delicado beso en los labios del rubio inconsciente.
- No permitiré que nadie te lleve de mi lado, mi amado y hermoso príncipe- dijo el Maou, antes de caer rendido por el sueño
Justo en el momento en que Yuuri se quedó dormido, volvió a la normalidad sin darse cuenta de que justo a un lado suyo dormía aquel rubio al que tanto amaba.
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Sentía como los rayos del sol golpeaban mi rostro insistentemente, pidiendo que me levantara, me giré hacia el lado contrario de la cama, para poder evitarlos y dormir más, pero fue en vano.
Abrí mis ojos lentamente, y me encontré con un bello rostro. Un ángel de rubios cabellos, dormía junto a mí…
- Wolfram????????- pensé