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LO QUE ESTUVE A PUNTO DE PERDER por Keny-chan

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Notas del capitulo:

Por fin pude escribir el último capitulo que han estado esperando, o al menos eso me gustaría pensar hehehe, de verdad que lamento la espera, pero bueno, entre los deberes de la escuela, el bloqueo, el agotamiento físico y mental que puede provocar un examen final de matemáticas, pues no habia tenido a oportunidad.

Además queria esforzarme para hacer un final decente y creo que estoy por lograrlo.

Un saludo a todas y de nuevo una disculpa por la tardanza.

(:

Espero les guste.

La ceremonia se llevaría a cabo dentro de unas cinco horas, puesto que los novios apenas serían vestidos y arreglados para la gran ocasión. Wolfram había sido secuestrado por su madre, mientras que Allen había sido secuestrado por Anissina, resguardados en habitaciones completamente opuestas, ya que en Shin Makoku también se creía de mala suerte que los prometidos se vieran antes de la ceremonia.


Yuuri había intentado tener una plática con el rubio prometido antes de que todo ese lio de la ceremonia comenzara, pero su intento se vio interrumpido y por la tanto saboteado por la ex reina, que había tomado posesión de su hijo en cuanto este había puesto el primer pie en el Pacto de Sangre.


Está bien, el tratar de convencer al rubio de no casarse tan solo con volver a decírselo no era exactamente parte del plan, pero había querido intentarlo una última vez, igual y no era tan estúpido y surtía efecto, cosa que era más que obvia no funcionaría.


Después de ese intento no tuvo más oportunidades para ver a su amado rubio, y tampoco había podido ver a su querida competencia, no es como si lo hubiera querido ver, eso solo le decía que no podría verlos hasta llegada la hora de la méndiga ceremonia, y para eso aún faltaba bastante, así que Yuuri decidió mejor tratar de ayudar en lo que pudiera, con fingido interés claro estaba.


Mientras tanto, en una habitación localizada en una zona muy poco visitada del palacio, un rubio estaba siendo torturado por su despampanante madre, que intentaba a toda costa ponerle un corsé.


-Madre, no voy a usar un vestido el día de mi boda, por algo mandé a hacer un traje blanco- se defendía el pobre novio


-Oh Wolfy, ¿un traje? Eso es tan aburrido. Lucirías mucho más hermoso en este vestido que mami mandó confeccionar especialmente para ti- canturreó la rubia mujer.


-¡He dicho que no! Si no vas a ayudarme, será mejor que salgas, puedo vestirme solo-advirtió el temperamental muchacho.


-Está bien, está bien. Solo apresurémonos que no hay tiempo que perder- dijo aparentemente derrotada la rubia. Wolfram supo entonces, que terminarían las cosas a favor de su insistente madre.


¿Por qué a mí? Pensó.


En seguida y de la nada apareció un grupo de doncellas equipadas con todo tipo de joyas, perfumes, prendas y demás cachivaches.


-Bien, hora de arreglarte querido- sentenció Cecile.


Y esa fue la señal que dio inicio a una pesada tarea para la madre del prometido y guerra para el mismo.


 


Mientras el joven Bielefeld era sometido por su madre, su prometido estaba en una situación similar, en manos de la inventora más afamada de todo Shin Makoku, que ya se encontraba en la habitación de Allen bien equipada para vestir al joven.


-Bien Allen, es hora de que te vistas. Te dejo el traje y si hay necesidad de que retoquemos algo me llamas, estaré afuera, esperando. – dijo Anissina muy tranquila.


-G-gracias Lady von Karbelnikoff- contestó Allen desde la silla a la que estaba atado.


-Entonces si necesitas ayuda, solo dilo- y dicho eso, salió del cuarto dejando al pobre muchacho en la silla.


Por fortuna, Allen como buen soldado que era logrón soltarse en menos de un minuto. Los von Krauss gozaban de una gran fama por ser soldados de élite, muy bien adiestrados, además de ser muy limpios durante combate. Pocas veces se le veía regresar con manchas de sangre en los uniformes.


Ya eran alrededor de las cinco de la tarde, ya solo faltaba una hora para que la boda comenzara y era momento para que todos los que no estuvieran vestidos para la ocasión, se engalanaran, muy guapos y elegantes. Yuuri no tuvo de otra más que irse a cambiar con aquel fino traje que su ex suegra le había mandado confeccionar.


Entro velozmente a su habitación, algunas doncellas ya le esperaban para ayudarle a retocar lo que fuera necesario, se puso la fina camisa, enseguida se metió el elegante pantalón, se calzó las botas y por último se puso el hermoso saco y el corbatín. Las doncellas le ayudaron a colocar su capa y a sujetar a Morgif a su cinto, por ultimo acomodó unos cuantos cabellitos rebeldes de su negra cabeza, y con todo eso ya puesto, estaba listo para asistir a la boda que menos deseaba enfrentar.


Hubo unos cuantos golpes en la puerta y enseguida entró Conrad, vestido casi tan elegante como el joven rey, que en realidad solo le hacía falta la enorme capa. El castaño, vestido con un traje color marrón, que recordaba al chocolate dulce, se acercó a su ahijado, le regaló una de sus ya tan acostumbradas sonrisas y puso una mano sobre su hombro.


-Listo Yuuri?


-¿Quieres la verdad fea, o la mentira bonita?- preguntó el pelinegro, con un tono que quería llegar al sarcasmo.


-Simplemente la verdad Majestad- le dijo con una risita contenida.


¡Oh vaya!...-un pequeño lapso de tiempo pasó, lapso en el que las doncellas entendieron que había terminado su labor, por lo tanto era hora de irse, y una vez que las muchachas salieron…- No Conrad! No estoy nada listo!- lloriqueó tomando al soldado por las solapas de forma cuidadosa y al mismo tiempo desesperada- Yo amo a tu hermano, pero me di cuenta cuando ya no había vuelta atrás, y esto tú ya lo sabes, sabes cuánto me importa. Wolfram tiene tanta razón al llamarme enclenque. Oh Shinou, ¿por qué soy tan estúpido?


Había soltado a Conrad y ahora se había puesto a dar vueltas por todo el lugar, golpeándose la cabeza. El castaño no pudo evitar sonreír, se sentía feliz al escuchar al joven rey decir que amaba a su pequeño hermano mimado.  


Parecía que Yuuri estaba a punto de sacarse el cerebro con tremendos golpes que se propinaba en la cabeza, así que el soldado prefirió intervenir.


-Yuuri, tranquilízate- le pidió mientras lo aferraba de los hombros para que dejara de dar vueltas- Si es verdad lo que dices, y Wolfram todavía te ama, que lo más seguro es que así sea, él volverá contigo. Sé que ama a Allen, pero no de la misma forma. Es verdad que se casa por voluntad, pero ese matrimonio no lo hará completamente feliz, tiene que darse cuenta de eso. Así que yo creo que debe prevenirle de cometer esa equivocación- le dijo con una enorme sonrisa, mientras al mismo tiempo le guiñaba un ojo.


-Déjame ver si entendí… ¿Me estás diciendo que estás de acuerdo con que yo haga algo para evitar que Wolfram se case?- preguntó tentativamente el pequeño rey.


-Sí


-Y ¿me estás diciendo en que no hay inconveniente en que él vuelva conmigo y lo convierta nuevamente en mi prometido y posteriormente en mi esposo?- volvió a preguntar, ahora algo confundido por las palabras de su fiel protector.


-Muy acertado Majestad- respondió Conrad queriendo reír por la expresión que acababa de poner su ahijado.


-¿De qué maldito lado estás Conrad?- soltó con brusquedad


-¿Por qué lo dice?-musitó con fingido desentendimiento


-Porque primero me habías preguntado si no iba a hacer nada por recuperarlo, luego habías dado tu bendición para que Wolf se casara con Allen y ahora me sales con esto, pero bueno no importa si eso significa que cuento con tu apoyo… aunque de verdad, a veces no te comprendo- le dijo con una sonrisa de satisfacción.


-¿Y ya tiene un plan?


-Por supuesto, desde hace días- sentenció con una sonrisa que quería lucir algo malévola, cosa que no resultó, haciendo lucir a Yuuri simplemente ridículo.


 


Allen ya estaba completamente listo, pero se sentía irremediablemente nervioso, y no era para menos ese sería un gran día, por fin su relación con el rubio sería consumada con el matrimonio y no cabía en sí de felicidad, él realmente amaba a Wolfram, desde el primer momento y estaba seguro que su corazón nunca podría acoger a otra persona que no fuera ese hermoso demonio de verde mirada.


Faltaba poco menos de una hora para que la gran ceremonia diera inicio. Se había quedado solo en aquella habitación que le dieran para vestirse y engalanarse. Allen llevaba un traje color azul, que quería llegar casi al negro, el pantalón, hecho de la más fina tela estaba aprisionado bajo las hermosas botas negras. Una suave camisa de seda blanca se ocultaba bajo el precioso saco, del mismo azul que el pantalón. El saco que llegaba un poco más debajo de sus caderas, se ajustaba perfectamente a su cuerpo, haciéndolo lucir extremadamente apuesto, resaltaba sus bien formados músculos, pero sin hacerle perder el aire un tanto inocente y encantador. El cinturón negro que llevaba alrededor de la cintura por encima del saco, tenía unas diminutas costuras con hilo color plata, que dibujaba unas figurillas muy peculiares pero muy discretas. Como era tradición en la boda de un gran soldado, llevaba colgada al cinto su espada, una de las más elegantes y poderosas jamás hechas. La empuñadura era adornada por unas pequeñas piedras de color azul. En el cuello del saco, que le llegaba un poco más debajo de la barbilla, era cerrado por un pequeño botón plateado, las mangas, que eran de doble ancho, eran decoradas por unos brocados plateados muy finos y algo discretos.


Vestido como estaba, lucia como un apuesto príncipe, sacado de un efímero sueño. Se miró al espejo otro poco, y unos golpecitos en la puerta lo hicieron fijar su mirada se su reflejo a la entrada.


-Adelante- dijo y entonces entró Gwendal, vestido con un traje de un color verde pantano, son un saco corto, cuello un poco más debajo de la barbilla, por unas charreteras doradas en los hombros. Su pantalón también lo llevaba enfundado en las botas negras, y portaba su espada en la cintura. Gwendal ciertamente era un hombro de expresión dura y a veces aterradora, pero nadie negaba que era un hombre bastante apuesto, al igual que sus otros dos hermanos menores, gozaba de cierta popularidad entre las nobles. Y esa noche lucía apeteciblemente apuesto.


-Ya es hora Allen- le dijo al joven enfrente suyo, que lucía bastante nervioso.


-No te preocupes, la ceremonia será perfecta. Solo necesitar respirar profundo- le dijo al mismo tiempo que posaba  una mano en el hombro de su futuro cuñado.


Allen lo miró con cierto temor, pero se tranquilizó al ver que ese imponente hombre le regalaba una poco común sonrisa de apoyo, solo así pudo tranquilizarse un poco.


-Vamos, dijo Allen, sonriéndole con más seguridad, saliendo antes por aquella puerta. Gwendal desdibujó un poco su sonrisa y salió detrás de él.


Yuuri y Conrad ya habían salido camino al gran salón, donde al parecer ya estaban todos los invitados. Caminaron hasta sus asientos, ubicados en una de las dos primeras filas. Donde también ya estaba dispuestos, Waltorana, Gunter, Anissina, Greta, Cecile, los padres de Allen, los hermanos de éste. Algunos otros parientes de Wolfram. En las filas posteriores se encontraban los demás nobles, entre ellos Stoffel y Raven, con el resto de sus familias. Y aún más atrás también había personas importantes de países humanos aliados.


Los dos caminaron por la alfombra hasta los asientos correspondientes. Todos se levantaron al entrar el rey, muchas nobles se alborotaron al verlo, ese traje lo hacía lucir verdaderamente apuesto. Yuuri se colocó en su sitio, a un lado de Conrad, esperando de pie.


Murata ya estaba dispuesto en su sitio, delante del altar, para llevar a cabo la ceremonia, mostraba una pequeña sonrisa, pero Yuuri pudo ver en sus ojos una irremediable tristeza, entonces el pequeño rey sintió pena por él.


De pronto la puerta se abrió y dejó entrar al primer novio. Allen caminó solo, pero firme y seguro hasta su lugar en el altar, luciendo su hermoso traje. Se escucharon muchos suspiros de varias jóvenes nobles al verlo pasar. Allen llegó hasta su sitio, y luego se giró hacia la entrada esperando por su prometido.


Yuuri al verlo ahí delante se sintió un poco intimidado por el aire tan sofisticado y varonil que despedía el novio, pues había causado más revuelo que él al entrar. Pero se tranquilizó a sí mismo.


La puerta se volvió a abrir, pero nadie entró. Todos fijaron la mirada en la puerta, esperando al último que entraría. Entonces se escuchó una voz.


-No quiero entrar ahí con esto puesto- dijo la voz de un rubio muy conocido.


-Si no te quieres casar, entonces no entres- le respondió la voz de Gwendal.


No se escuchó más, pero enseguida todos pudieron ver a Gwendal apostado a un lado de la entrada, con una mano extendida hacia la dirección opuesta. Otra pequeña mano, sujetó la más grande y apareció. Todos pudieron verlo, era Wolfram. Quien venía vistiendo un elegante vestido blanco, con un ramo de rosas blancas, y un pequeño velo sobre la cabeza.


Al momento de verlo todos en la sala, exclamaron un fuerte “Ah” de sorpresa y encanto. Los dos hermanos comenzaron el recorrido hacia el altar, nadie podía quitar la mirada de novio de ojos verdes. En especial tres personas dentro de ese salón: Ken, Yuuri y por supuesto, Allen.


Wolfram completamente apenado, bajó un poco la mirada, hasta que tuvo frente a sus ojos a su futuro esposo que lo veía con mucho amor y anhelo. Gwendal entregó la mano de Wolfram a Allen, y tomó su lugar a un lado de su madre y su otro hermano.


Los novios se giraron para quedar frente a Murata, que le sonrió a Wolfram, que a su vez lo observaba apenado. Todos se sentaron, guardando silencio.


Al joven Mazoku de fuego le temblaban ligeramente las piernas, pero se tranquilizó al sentir la mano de Allen apretarse tiernamente sobre la suya. Ambos se dedicaron una breve mirada y una pequeña sonrisa. Allen se inclinó un poco hacia Wolf, y le susurró al oído: Te ves infinitamente hermoso con ese vestido. Después volvió a su postura original, el rubio no pudo evitar sonrojarse ante tales palabras.


Así la ceremonia dio comienzo.


Yuuri esperaba su turno, su plan, aquel que había estado pensando desde hace tiempo era: al momento que Murata pregunte, ¿hay alguien en este salón que no esté de acuerdo con esta unión? Que hable ahora o calle para siempre. En eso pensaba cuando la voz de Conrad le llamó la atención.


-           No esperará  a la parte del “que hable ahora o calle para siempre” para interferir, ¿verdad Majestad?- le susurró el castaño muy bajito.


-           Pues… sí…- respondió el pelinegro.


A Conrad le hubiera gustado darse un manotazo en la cara, al parecer Yuuri seguía siendo… Yuuri.


-           Ya no vea tantas películas Majestad- le dijo Conrad.


Justo cuando el joven rey estaba por replicar algo, se dio cuenta de que Murata había llegado a esa parte de la ceremonia.


Los novios miraron al público esperando que alguien tal vez se atreviera a oponerse.


Yuuri estaba a punto de gritar “Yo me opongo” cuando una fuerte explosión se escuchó en el castillo.


-¿Qué fue eso?- preguntó Wolfram, un poco asustado.


Pero solo obtuvo por respuesta el estruendo de otra explosión, seguida de otra y otra más.


Todos los invitados entraron en pánico, principalmente los mujeres y los niños. Allen y Wolfram se pusieron en alerta, igual que el resto de los soldados que estaban presentes.


De pronto Yozak apareció de la nada.


-Es un ataque enemigo Capitán- le dijo a Conrad.


-¿Los has visto?- preguntó en su lugar Gwendal


-No excelencia, todos vienen encapuchados, y creo que su objetivo somos todos nosotros, en especial su majestad.


-Yozak, trae a una batallón completo y desaloja a los invitados, ponlos a salvo. Por los pasajes secretos, hasta el templo. Ahí que todos los soldados estén preparados, y dispuestos para contraatacar.- le ordenó Gwendal.


-Lleva contigo a Yuuri, a Wolfram y a Allen, que no se metan en problemas- le pidió Conrad.


-¿Qué? No, yo me quedo- protestó Wolfram que estaba detrás de Allen, que lo había colocado ahí dispuesto a protegerlo.


-Por supuesto que no- le replicó Gwendal-Tú vas a ir con ellos y no vas a intentar nada.


-Me niego, yo también soy un soldado, y mi deber es proteger a estas personas y a rey- respondió molesto el rubio.


-Hazle caso a Gwendal, obedece por una vez- le dijo Conrad con el mismo tono autoritario que su hermano mayor.


Yuuri no sabía qué hacer, quería quedarse, pero quería que sacar a Wolfram de ahí y ponerlo a salvo. Iba a hablar cuando fue interrumpido.


-Yo me quedaré, ve con ellos Wolf- le dijo Allen, mirándolo a los ojos con preocupación y con amor.


-No digas tonterías, no pienso dejarte aquí, si te quedas me quedo contigo- le respondió el tomándolo del traje.


Los demás estaban a punto de contestarle cuando se escuchó un impacto en la puerta.


-Están aquí- dijo Conrad que desenvainó su espada de inmediato.


-Ve Yozak- le dijo Gunter que ya había empezado a evacuar a los invitados.


La mayoría de los nobles ya habían empezado la huida por los pasajes, liderados por Cheri, Anissina y Gisela que llevaban consigo a Greta. Solo quedaban Gunter, Gwendal, Conrad, Waltorana, Yuuri, Wolfram, Allen, Murata, Yozak y un gran número de soldados que habían entrado por una puerta secreta.


Todos desenvainaron sus espadas, incluyendo a Yuuri, solo uno no podía y ese era Wolfram.


-¿Cómo pretendes pelear si llevas puesto eso y ni siquiera estás armado?- le preguntó su tío que hasta el momento no había dicho nada.


-¿Quién dijo que no?- respondió él, quitándose el velo de la cabeza, el corsé y la parte inferior del vestido, quedando en pantaloncillos cortos blancos, medias negras por arriba de las rodillas y botas militares, con una camisa sencilla y un chaleco de vestir, entonces todos pudieron ver que llevaba su espada a la cintura.


-¿Cómo es que llevabas eso puesto?- le preguntó Gwendal


-Soy un soldado, ni siquiera madre puede contra ello, es fácil disfrazar algo como esto bajo un estúpido vestido.


-Wolfram aún así no vas a pelear- le dijo Allen, con una mirada un poco molesta.


-Ya lo veremos-


Los impactos contra la puerta se hacían más frecuentes, hasta que ésta cedió abriendo paso a los enemigos, que se precipitaron al interior. Wolfram desenvainó la espada y sin vacilar se abalanzó contra ellos.


-¡Wolfram!- gritaron sus hermanos detrás de él.


Allen los imitó, Yuuri quiso imitarlos, pero Gunter lo detuvo.


-Yozak, ve con los invitados, llévate a su Majestad y a su Alteza- ordenó atropelladamente.


-¿Qué? ¡NO!-se quejó Yuuri- ¡WOLFRAM!


-Lo siento Majestad- Yozak se puso a Yuuri al hombro y también a Murata que también se veía con las intenciones de ir por el rubio, pues estaba armado, como muy pocas veces.


-Espere, señor Gurrier!- dijo Murata, pero no pudo hacer nada.


Yozak comenzó la retirada, mientras Yuuri pataleaba para poder zafarse, justo antes de entrar al pasadizo, el pelinegro lo consiguió y logró soltarse y echó a correr, Yozak no lo alcanzó a detener pues la puerta se cerró en su cara.


Yuuri llegó donde la batalla principal se libraba, se esforzó por ver, pero no distinguía a Wolfram, solo veía a los dos hermanos mayores, al tío, a su consejero y a los soldados inmersos en la batalla. De pronto logró ver a través de la puerta destrozada, una maraña de cabello rubio, perseguir a un sujeto encapuchado, y en seguida una cabellera azul, siguiéndoles de cerca.


Una vez que lo ubicó corrió en su dirección, esquivado estocadas, y cuerpos tanto amigos como enemigos, todo gracias a su entrenamiento con es beisbol. Conrad, Gwendal y Gunter nada más lo vieron correr hacia la salida.


-           ¡MAJESTAD!- le gritó Conrad, pero no hizo caso.


Una vez que estuvo fuera del salón principal corrió en la misma dirección en la que habían corrido los prometidos. El castillo entero se encontraba defendiéndose. Corrió hacia el jardín trasero, quitándose soldados enemigos de encima con la ayuda de Morgif, era bueno que lograra mejorar con la espada.


Llegó rápidamente al jardín, pero cuando llegó solo encontró a Allen librando una batalla con tres de esos misteriosos individuos.


-¡Allen!- corrió hacia él y le ayudó a quitarse a uno de encima.


-Majestad, déjeme aquí, vaya por Wolfram, por favor- pidió con tremenda desesperación.


-¿Hacia dónde fue?


- Hacia la zona de la biblioteca, sálvelo, por favor, no deje que nada le pase- pidió dejando caer una lágrima.


-No te preocupes, y ven a nosotros a salvo, si algo te pasa, me matará- soltó echándose a correr hacia la dirección dada.


Allen asintió con la cabeza, y rogó porque no le pasara nada a su amado rubio. Y en seguida puso todo su empeño en deshacerse de sus enemigos. Logró quitarse otro de encima. Solo le quedaba uno, pero al parecer era el más fuerte de los tres.


Se abalanzó contra él, dando una estocada limpia en el pecho de su oponente. Pero éste logró inyectarle una sustancia extraña en el cuello. Allen solo sintió el ligero piquete, creyendo que había sido producto de su imaginación. Arrojó al sujeto a un lado, y se encaminó hacia a biblioteca.


 


Mientras tanto cierto rubio, peleaba contra unos diez encapuchados en aquel solitario pasillo. Lo único que quería quitárselos de encima para poder volver por Allen. Harto de aquella inútil pelea decidió invocar su maryouku. Sin necesidad de decir las palabras en voz alta, un poderoso león de fuego devoró a más de la mitad de sus oponentes, dejando solo a dos en pie.


Ambos retrocedieron, poniendo en alerta a Wolfram, en seguida los dos sujetos, con una sincronía impecable se abalanzaron contra el Mazoku, haciéndolo retroceder y chocar contra la enorme pared, lo acorralaron y estaban a punto de asestarle una doble puñalada cuando un dragón de agua los envolvió a ambos, arrojándoles muy lejos, estrellándose con el techo y dejándolos fuera de combate.


-¿Estás bien Wolf?- le dijo Yuuri acercándose rápidamente a él.


-¿Qué rayos haces aquí Yuuri? No deberías ponerte en un peligro así, eres el rey, ¿cuántas veces te lo he dicho?- le regañó el rubio, preocupado por su rey.


-No quería que algo te pasara, y mira que no fue mala idea venir tras de ti, pudiste haber muerto- le regresó el regaño.


-Gracias, ¿Cómo está la situación?


-No muy bien, el castillo entero está siendo atacado, pero lograremos vencer no te preocupes- le explicó el pelinegro regalándole una sonrisa, y limpiando la sangre que emanaba la herida en su mejilla- Estás herido.


-No es nada, solo un rasguño…Yuuri… ¿viste a Allen?- le preguntó destapado su enorme preocupación.


-Él está bien, me lo encontré y me dijo que habías venido en esta dirección. Nos alcanzará muy pronto, descuida, además le prometí que te protegería- musitó, un tanto nervioso, pues Allen ya estaba tardando en ir.


Wolfram iba preguntar otra cosa, pero al ver detrás de Yuuri, encontró a la persona por la que estaba preguntando. Yuuri se volteó y se sintió más aliviado de ver a Allen a salvo.


-¡Allen!- gritó Wolfram, encaminándose para abrazar a su prometido.


Éste no contestó, sacó su espada y la apuntó hacia el rubio, entonces Yuuri vio sus intenciones. Reaccionó rápido apartando a Wolfram del camino. Allen había intentado atacarlo.


-¿Qué demonios te pasa?- le preguntó el joven rey molesto y al mismo tiempo incrédulo.


-¿Allen, estás bien?- le preguntó Wolfram, incapaz de aceptar que él hubiera intentado atacarlo.


Nadie respondió, Allen se acercaba más a los dos, Yuuri solo atinaba a retroceder y hacer retroceder al rubio a lado suyo.


-El Maou debe morir- dijo Allen con una voz desconocida, y volvió a empuñar su espada dispuesto a atacar a quien se le interpusiera.


-¿Qué?- susurró Wolf sin poder creer nada.


Pero no era momento para dudar, debía detenerlo y regresarlo a la normalidad, porque Wolfram sabía que algo no estaba bien. Se colocó delante de Yuuri, protegiéndolo, y blandiendo la espada, de forma defensiva


-¿Qué estás haciendo Wolfram?- le preguntó Yuuri, molesto por su acción.


-Protegiendo a mi rey, ¿qué más?


Allen, con movimientos feroces movió sus espada en contra del rubio, Wolfram empujó con todas sus fuerzas a su rey hacia atrás, protegiéndolo del peligro. Allen y Wolfram se sumergieron en una batalla.


Allen estaba completamente a la ofensiva, mientras que Wolfram solo se defendí, no quería lastimarlo, no a él. Comenzó a hablarle para hacerlo entrar en razón, pero era inútil.


En in instante Wolfram tenía muy cerca el rostro de su prometido, y pudo verlos, esos ojos perdidos y vacios… como si estuviera…siendo poseído, contralado.


-¡ALLEN, DESPIERTA!- le gritaba desesperadamente, pero no obtenía resultados.


Yuuri quería hacer algo, pero esos dos peleaban tan rápidamente, que temía herir a cualquiera si interfería.


-¡ALLEN, POR FAVOR, VUELVE!- gritó Wolfram, las lágrimas comenzaban a fluir de sus ojos.


Wolfram se distrajo un momento al dirigirle una mirada a Yuuri para comprobar que estaba bien, pero eligió mal momento para hacerlo pues Allen lo había acorralado contra la pared, lo prendió por la ropa, levantándolo, dejando a sus pies sin un soporte, arrebatándole el aire. Encaminó la punta de la espada hacia la garganta del rubio.


Wolfram apenas si lograba respirar, y las lágrimas no dejaban de caer.


-           Allen… por favor… soy yo… Wolfram… regresa… te necesito- dijo apenas en un susurro, el aire no lograba pasar a sus pulmones, su vista comenzaba a nublarse, no solo por la lágrimas- Allen… te amo.


Allen soltó al rubio repentinamente, dejándolo caer sin cuidado. Wolfram comenzó a toser estrepitosamente, tratando de recuperar el aire, Yuuri se abalanzó hacia él, abrazándolo.


-Perdóname, debí interferir- le dijo al mismo tiempo que lo soltaba.


Ambos miraron a Allen que se sujetaba con desesperación la cabeza, y soltaba gritos de dolor.


-Allen…- susurró el rubio.


El aludido les volteó a ver, y entonces ambos notaron el cambio en los ojos del peliazul. Uno se mantenía vacío y perdido, mientras el otro había regresado a la normalidad.


-Perdón… Wolf- dijo con dificultad, se apretó con más fuerza la cabeza.


Wolfram se levantó torpemente, quería abrazarlo y besarlo, quería ayudarlo. Pero Yuuri no se lo permitió, lo sujetó del brazo y lo colocó detrás de él.


-Aún es peligroso acercarse a él- le dijo al rubio con seriedad.


-Pero, tengo que ayudarlo


-¡Estuvo a punto de matarte!- le gritó, molesto por su obstinación.


-Pero no era él, estaba siendo controlado- respondió Wolfram, soltando lágrimas nuevamente.


-Eso no importa…


-Ma-majestad…-dijo Allen con voz dificultosa, acercándose a los dos que estaban delante de él- Majestad… por favor… máteme…


Yuuri abrió desmesuradamente los ojos, no podía ser cierto lo que le estaba pidiendo, no podía.


Allen se volvió a alejar, se dejó la cabeza. Su mirada se había perdido nuevamente. Volvió a empuñar la espada, ahora con mayor fuerza, estaba más que dispuesto a matar al Maou. Y Yuuri no estaba dispuesto a dejarse matar. Dejó a Wolfram nuevamente en el piso, el rubio apenas se podía mantener en pie, pues descubrió que tenía una acuchillada en un costado, que no dejaba de sangrar, estaba perdiendo demasiada sangre.


Yuuri se adelantó unos cuantos pasos, se defendería y defendería a Wolfram.


Aquellos dos muchachos que le habían jurado amor al rubio, ahora se batían  en combate, ninguno había logrado tocar al otro, Wolfram pedía con gritos apagados que ambos se detuvieran, pero era completamente ignorado.


Quiso intervenir pero no podía levantarse. Justo en ese momento Allen se abalanzó contra Wolfram, Yuuri quiso intervenir. Lo que el rubio veía era una pelea muy confusa, ya no lograba distinguir bien lo que ocurría frente a sus ojos. Solo alcanzaba a distinguir dos cabelleras oscuras, moviéndose de un lado a otro, se esforzaba por enfocar bien la vista, pero cuando lo logró solo pudo ver la sangre derramada y ambos cuerpos derribados yacían en el frío piso. Gateó hasta los dos bultos, su mirada se recuperó, pero las lágrimas que salían sin piedad la volvían borrosa nuevamente.


Levantó la cabeza al escuchar su nombre, su hermano Conrad se precipitó a detenerlo, y de repente… todo se tiñó de oscuridad…

Notas finales:

Aún queda el Epílogo, que subiré muy pronto, espero lo disfruten y para el cierre de esta historia me propongo a dejar dedicatoria a cada una de las lectoras que me dejaron sus comentarios y una dedicatoria general, para todas las personas que la siguieron.

Muchas gracias por leer, un beso. ;D

De verdad espero les haya gustado el capitulo. Y disculpen si hay faltas de ortografía. Xp


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