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El resto del día fue un poco tenso, bueno para mí, y al parecer para Murata también. Hubo varias ocasiones en las que quise entrometerme entre Allen y Wolfram, y más al ver como ese peliazul se acercaba demasiado a mi rubio, pero muy a mi pesar en todas esas ocasiones…me detuve, diciéndome a mí mismo “Déjalo ser feliz”
Traté de conversar con Murata, pero él no me prestaba ninguna atención, estaba más concentrado en vigilar a nuestro invitado, ¿sería acaso que le parecía sospechoso? ¿Sería algún espía o algo por el estilo?, aunque no me atreví a preguntarle porque lo miraba tan insistentemente.
La noche por fin cayó y llegó el momento de que Allen retornara a su hogar. Se despidió con una reverencia dirigida a mí y a Murata. A Wolfram le dedicó una amplia sonrisa, y un beso en la mano. Nos miró por última vez y luego a mi rubio, subió a su carruaje, y se marchó.
Todos nos retiramos, bueno yo me fui a mi oficina, que desde el rompimiento, se ha convertido en mi refugio.
Me quedé mirando por el enorme ventanal, cuando escuché el sonido de la puerta abrirse, me giré para ver quien era mi visitante, y descubrí que se trataba del Gran Sabio de Shin Makoku, Murata Ken.
- ¿Todo bien Shibuya?
- Sí, ¿Por qué lo preguntas?
- Bueno…no te veías muy contento con la presencia del joven Allen en el castillo…-dijo en tono de burla.
- Que tonterías dices…no tengo ningún problema con él, parece ser una buena persona-debía permanecer tranquilo.
- No? Oh, bueno!....si tú lo dices…aunque es lamentable dejar a Sir von Bielefed en sus manos…de haber sabido…
- ¿De haber sabido….?- quise saber…en que rayos pensaba Murata?
- De haber sabido que lo ibas a dejar ir, yo hubiera aprovechado la oportunidad- sonrió
- ¿Qué quieres decir Murata?- sabía a qué se refería, pero la conversación comenzaba a molestarme, quería que lo dijera de una maldita vez.
- Lo que quiero decir, Shibuya, es que yo hubiera aprovechado para hacer a Wolfram mi prometido y casi en seguida…mi esposo, antes de que ese entrometido de Allen apareciera
Ahora si no me la creía, mis sospechas estaban siendo confirmadas. Murata me estaba diciendo, tan abiertamente, que él deseaba a Wolfram.
- ¿Desde cuándo?- le pregunté ya bastante molesto, pero reprimiendo las ganas de golpearlo.
- ¿Desde cuándo qué? ¿Desde cuándo deseo a Wolfram como mío?- maldita sea, me estaba provocando.
- DILO DE UNA MALDITA VEZ!!- grité esta vez, ya no aguantaba.
- Desde que lo vi por primera vez, tan hermoso, orgulloso, grácil, fuerte y caprichoso…creí que lo que había visto era a un ángel y que mi mente me jugaba una broma. Pero no, el existía, pero tú, un rey débil y estúpido, ya lo había hecho su prometido, así que no pude hacer nada, solo verlo y quererlo a la distancia- me dijo con una sonrisa amarga.
- ¿POR QUÉ ME LO DICES AHORA?- maldita sea, quería matarlo.
- Por la simple razón de que él ya no te pertenece, así que puedo dejar que mis sentimientos fluyan libremente sin ningún impedimento, aparte de que es divertido ver tu reacción ante la noticia. Pero, ¿sabes porque ya no te pertenece? Porque eres un idiota prejuicioso y ahora que ha encontrado a alguien que le corresponde, como él siempre deseo, quieres reclamarlo como tuyo, pero bien sabes que no volverá a ti. Y siendo sinceros, prefiero verlo con Allen, a verlo sufrir por tu causa….aunque…creo que puedo hacer que se quede conmigo….-rió satisfactoriamente, yo no sabía que decir. Y salió de la oficina
Estaba confundido. Quería romperle la cara a Murata, pero al mismo tiempo sabía que tenía razón. Me quedé solo, con mi confusión y mis emociones encontradas.
Tenía que hacer algo, verdad? Pero...¿que?
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