El teléfono yacía en el suelo igual que los esparcidos los trozos de vidrio, a sus pies había un pequeño charco de una bebida oscura burbujeante y la habitación estaba casi en silencio….
- … Alfred, Alfred… zut, Alfred; Amérique répond!!!!
De rodillas,
La gran nación de Los Estados Unidos de América estaba de rodillas
… de rodillas y llorando.
Aun no podía entenderlo, no quería comprenderlo:
“Inglaterra está destruida. Alfred, Arthur ha muerto”
Esas palabras seguían resonado en su cabeza
- Ahhhhh!!! – agonizante - Ahhh!! – enloquecido
Sus gritos eran cada vez más fuertes, más dolorosos, su garganta se estaba desgarrando pero eso no importaba - “Inglaterra ha muerto” - eso era lo único que importaba y se negaba a creerlo
Sentía su cuerpo convulsionar y cada parte de su cuerpo dolía principalmente el pecho, dolía tanto, dolía demasiado.
- Ahhh!!! – golpeaba el piso con las manos mientras que las pequeñas astillas cristalinas se clavaban más en sus puños.
- Arthur, Arthur, Arthur !!!
Sus manos en vano intentaban suprimir ese pensamiento de su cabeza, por más presión que hicieran no dejaba de ser cierta.
Las lágrimas seguían corriendo, nunca lloro tanto, nunca sintió tanto dolor. Nunca él, Alfred F. Jones, había perdido a alguien importante y continuo llorando porque era lo único que podía hacer.
Las grandes puertas se abrieron de improviso, entraron seis hombres armados, que ante los graves gritos de su nación pensaron que corría peligro, pero cuando pudieron divisarlo solo vieron a un hombre.
Alfred esta de rodillas, casi tirado en el suelo, con la frente apoyada en el suelo y respirando agitadamente. Al costado, por la altura de su cabeza, una espesa masa de carne y harina a medio digerir; mientras que un líquido negruzco se expandía más por el piso y un poco más lejos un celular junto con trozos de cerámica, que hace poco era un jarrón, aun emitiendo un chirrido.
- Señor? – preguntaron nerviosamente - Señor, se encuentra bien? – se aproximaban despacio, a tientas
Apoyo sus manos en el alfombrado piso y, aunque todo dentro de él dolía, utilizo todas sus fuerzas para ponerse de pie. Saco un pañuelo de su bolsillo y se limpio la boca para luego dejarlo caer. A paso lento se encamino a recoger el móvil.
- Francia?
- Alfred?, par Dieu! – suspiro un poco más tranquilo – Alfred…
- Francia – hizo callar a su interlocutor – reúne a todos ahora – y colgó, sin esperar una confirmación.
- Amérique…
Ese tono lo conocía bien, no había ningún todo de infantilismo de ello, es más rozaba casi el mismo tono que usaba durante la Guerra Fría: calculador, autoritario, despectivo, y por alguna parte al final de “ahora” escondido entre cada pausa de cada letra pudo notar un poco de dolor, rabia y venganza. Francia tembló. Limpio lo que pensaba que serian sus últimas lagrimas y mientras salía de la su habitación en su rostro se empezaba a dibujar una sonrisa, una añeja y vieja sonrisa y no una precisamente de seducción.