Ese día también estaba lloviendo. Desde que tenía memoria la lluvia siempre lo acompañaba.
Su cuerpo dolía, podía sentir cada hueso roto y el ardor de las heridas en su piel, pero solo eso…. Todo se reducía a sentir y a no ver… No podía ver, estaba sumido en la oscuridad, solamente podía escuchar la lluvia caer… y seguir sintiendo.
Aún respiraba, lento pero respiraba.
Si tuviera que elegir preferiría no hacerlo, el solo hecho de respirar era doloroso, sentía como los bordes irregulares de sus quebrados huesos se encajaban más en los maltrechos órganos. Pero no era su elección. El parar de respirar no estaba en poder.
Era extraño tener ese tipo de pensamientos dada la situación en la cual se encontraba pero era cierto. Él, la personificación del una de las culturas antiguas del mundo, ex – Imperio Británico, actual potencia mundial; estaba ahí tirado en el suelo, cubierto de lodo rojizo siendo incapaz de simplemente morir. Su palabra durante las conferencias mundiales era respetada, su voz era escuchada por todos y sus opiniones tenían mucho peso en el desenvolvimiento de la realidad mundial; pero eso no importaba ahora, ni nunca, lo único en lo cual no tenia injerencia era en su propia existencia. Sonrío un poco, a pesar del dolor, y sintió la sangre escaparse del interior de su boca. No podía elegir morir pero al menos fue su elección el quedar en ese estado.
La lluvia seguía cayendo, podía sentir como esta se mezclaba con la sangre y el polvo convirtiéndola en la una masa grotesca que ya cubría la mayoría de sus abiertas heridas.
Escucho unos pasos, cada vez más próximos, cada vez más fuertes. No necesitaba sus ojos para saber de quienes se trataba, conocía muy bien esas pisadas. Una más firme que la del resto; otra tenía un ritmo un poco más acelerado; y una más, pausada, un tanto suave acompañado de lo que parecería ser un eco, pero su suerte no era tanta. Había alguien más no podría decirlo con seguridad pero seguro se trataba de esa persona, quién más estaría en ese lugar… en ese preciso momento.
Escucho ruidos, seguramente eran voces, prefería tratar de no escuchar, la verdad es que no importaba lo que decían, al menos en ese momento no. Qué podría hacer, qué diría, cómo replicaría; él mismo se había colocado en esa situación tan deplorable así que solo se quedo quieto, aunque tampoco es que tuviera otra opción, a merced de quienes lo rodeaban.
Su dolor se incremento…
… tal vez por el hecho de estar siendo levantado por aquellos brazos, que alguna vez trataron de matarlo y, que ahora lo trataban de proteger. Irónico – fue lo pensó Inglaterra. Toda la situación era irónica, siendo cuidado por aquellos que lo querían ver destruido, sacrificándose por aquel que le había hecho daño, y siendo atacado por alguien que ni conocía.
… irónico…
Sabía hacia donde iba a ser llevado, en su mente podía ver las calles que atravesarían – calles, edificios, casas que ya no existían – quería apretar sus manos, en un reflejo de rabia mal contenida, pero no podía sus dedos estaban rotos; solo atino a apretar los ojos, los cuales no quería abrir… lamentablemente aún podía oír…
… e Inglaterra escucho….
… escucho el llanto de los nuevos niños huérfanos, los gritos de su gente en busca de los desaparecidos, los quejidos de los heridos… y a los escombros seguir cayendo.
… y sintió... una vez más el dolor… su dolor.
El peso de todas sus acciones cayeron sobre su semi inconsciente ser y sonrió con satisfacción.
Siendo arrullado por las voces a su alrededor y el ruido que hacia la lluvia al caer volvió a la nada.