Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

MUJER DE LUJO por ANTARES

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

 

Una visión un poco diferente y bastante depre de la relación de Lily y Severus… y del papel de Lucius en la vida del pocionista. Es mi regalo de cumpleaños para acm2099, se que ella comparte mis ideas sobre los Gryffindors y los Slytherins.  

 

 

 

Como siempre: Harry Potter y su universo es de J.K.Rowling. Yo no gano nada con esto… salvo un rato de sana diversión.

 


MUJER DE LUJO


 


 


 


Cuando la conoció era una niña flacucha y esmirriada que corría por los arrabales que rodeaban la ruina que era su casa. Y él era otro niño, tan flacucho y esmirriado como ella. Ninguno de los dos era bello, ni sofisticado, ni heroico... ninguno de los dos era más rico que lo que les permitía sus sueños y la basura que rodeaba su patio de juegos.


 


Él escapaba de los golpes y las múltiples violaciones de su padre. Ella de una hermana envidiosa y unos progenitores mediocres. Él la miró desde el profundo abismo de su soledad y ella le regaló una flor y una sonrisa. Y él la amó con la escasa inocencia que aún albergaba en su corazón. Y le entregó su alma.


 


–  Lily… quieres ser mi novia – le preguntó el grasiento muchacho después de un tiempo de mutua compañía.


 


–  Si, Severus, si quiero – le gritó emocionada, y le echó los bracitos al cuello.


 


Ambos no cumplían aún los 10 años.


 


 


 


Te vistes de azul para opacar el cielo


Y consigues espejos para estar bien segura


Que eres bella


Y que hay que ofrecerte tributos de sol si regalas un beso.


 


 


Era su primer año en Hogwarts y lo que ambos soñaron  se había vuelto una horrible pesadilla, al menos para él. La niña con la que corría descalzo por los arrabales era ahora una delicada señorita que cuidaba muy bien su ropa, su peinado y sus modales. Había resultado que ella no era pobre, solo una niña libre a la que sus padres no cuidaban demasiado. Él no era libre ni nada, él simplemente era pobre; tan pobre que vestía ropas de segunda mano y la mesada que le otorgaba su beca no le alcanzaba ni siquiera para un buen shampoo.


 


Lily fue enviada a Gryffindor y Severus a Slytherin. Ahora, en su nueva casa, a ella la rodeaban decenas de niñas deseosas de ser sus amigas. Los palomillas del colegio la miraban con admiración. Y ella levantaba la cabeza orgullosa, perfeccionando su sonrisa en el espejo; cada vez más brillante, cada vez más coqueta, cada vez más mujer. Aún caminaba a su lado pero eran menos los besos, las tomadas de mano, las conversaciones trascendentes.


 


–  Sev ¿por qué siempre te vistes de negro? ¿Por qué usas ropas tan corrientes? ¿Por qué llevas ese pelo tan descuidado y grasoso?


 


Y el chiquillo torturado que era Severus trataba de retener a su estrella, que cada vez se alejaba más hacía el firmamento de los leones. Inalcanzable para una serpiente condenada a la soledad de las mazmorras.


 


Iban ya en segundo cuando los amigos de Lily, los llamados Merodeadores, le jugaron una broma particularmente cruel que le deformó la nariz.


 


–  ¿Por qué hablas con quien me humilla Lily? ¿Por qué los disculpas? ¿Es que no somos pareja? – se atrevió a preguntar – ¿No me amas acaso?


 


–  Severus, soy aún muy chica para asumir compromisos serios. No puedes pretender darle ese título a una tontería de niños. ¿Amor?  Solo somos amigos.  Deberías agradecerme que me   aleje de mis compañeros de Casa para acompañarte. Deberías dar gracias a Merlín que pese a todo te permito seguir  besándome.


 


Y Severus supo que ella tenía razón. Él debería estar agradecido. Porque Lily era una diosa dorada que existía para ser adorada y agasajada, y él no tenía nada que ofrendar en su altar. Nada más que su devoción y su pisoteado corazón.


 


Cuando ella vio al muchacho que secretamente le gustaba besándose con un licántropo, corrió a buscarlo para descargar su frustración y su despecho. Y esa noche Severus, que ya era sexualmente activo,  supo lo que era hacer el amor y no solo ser usado como puta por un hombre que se decía su padre. Esa noche tuvo a una mujer entre sus brazos, y por un momento, un ridículo momento, se permitió soñar con la posibilidad de que la vida pudiese sonreírle alguna vez.


 


 


 


Un narciso el instinto que domina tu esencia


Y es idiota el consumo de mi tiempo contigo


Sueños rotos


Los que me vas dejando en mi activo de vida.


 


 


– ¡¡¡¿Cómo se te ocurre afirmar que somos novios ante Sirius?!!! – Lily le gritó endiabladamente enfadada – ¡¿Es que estás loco, o el humo de tus pociones ya te llegó al cerebro?!


 


Y ante la pálida cara, contorsionada por la pena, Lily decidió calmarse:


 


–  ¡Mírate en un espejo Sev! ¡Y mírame a mí! Tú buscas cosas de la vida que yo no quiero. Y yo anhelo cosas que a ti no te interesan. Siempre estuvimos solos porque éramos distintos. Solo Sev y Lily. Pero ahora yo estoy en una gran Casa ¡soy una Gryffindor! y los maestros dicen que soy lista, y tengo infinidad de amigas, y los muchachos me miran y escuchan mis ideas. Yo crecí Sev, y volé. No es mi culpa que el sombrero te mandara a Slytherin. No es mi culpa que a los muchachos no les caigas y se la prendan contigo. No es mi culpa que no tengas alas y no puedas seguirme.


 


Y Severus hizo lo que jamás había hecho… ni con su padre; ni siquiera para librar a su madre de los golpes. Se arrojó a los pies de la mujer que amaba y suplicó: le suplicó totalmente humillado que por favor no lo abandone.


 


– ¡Por favor, Lily, por favor! ¡No me abandones! ¡No me dejes solo por favor! ¡No diré nada! ¡No se lo diré a nadie! ¡Aceptaré lo que quieras darme, cuando quieras dármelo! Nos veremos a escondidas y nunca, nunca jamás volveré a decirles algo de ti a Los Merodeadores. Pero por favor no me dejes… no me dejes… no me dejes…


 


Se aferró llorando a sus piernas y su diosa de fuego lo miró enternecida, y se dignó a  agacharse a su altura para darle un suave beso y acariciar sus oscuros cabellos:


 


– No llores Sev. No por mí. Seguiremos juntos un tiempo más ¿vale? … hasta que realmente me enamore. Pero no dirás nada. A nadie. O no responderé de lo que mis amigos quieran hacerte. Si alguien me lo pregunta lo negaré ¿me entendiste? Lo negaré todo y diré que me estas difamando. Y sabes lo que te pasará entonces.


 


Y Sev, en medio de un profundo auto desprecio, asintió. Cualquier cosa era preferible a la soledad.


 


 


 


De que me sirve tu cuerpo


Si lo administras con saldos de lo que quieres darme


De que me sirve tu boca


Si se te caen los besos y los recojo humillado


 


 


Aún dormían juntos una que otra vez, y ella aún permitía que los vean caminando y hablando. Pero Severus notaba cada vez más frecuentemente marcas en su cuello que él no le había hecho. Y notaba que en la cama ella sabía nuevas cosas, y se mostraba más experimentada y menos romántica. Ya no hacían el amor, si es que alguna vez realmente lo habían hecho, ahora solo follaban cuando ella tenía necesidad de una buena pinga sin compromisos; cuando el volcán de su cuerpo le exigía desfogar un instinto del que no podía hacer gala con su pretendiente de turno. Ya que por sobre todo, Lily Evans era una niña dulce e inocente.


 


James Potter lo había buscado para echarle en cara que estaba interesado en Lily. Por lo que él salía sobrando.


 


– ¡Entiende, ella solo anda contigo por lástima! ¡Es tan buena y tan inocente que no se da cuenta de la clase de alimaña que tiene a su lado!


 


Severus hubiese querido gritarle que ella sabía perfectamente la clase de alimaña que tenía, porque él no solo había estado a su lado sino también dentro: 25 centímetros de alimaña oscura y lujuriosa para ser exactos. Pero era consciente de que eso solo serviría para que todo el colegio lo catalogue de mentiroso, y ella de traidor. Y entonces esos estúpidos que la adoraban lo matarían a golpes y nadie haría nada, porque a nadie le importaba realmente.


 


Así que solo calló y apretó los puños mientras los cuatro patanes lo miraban burlándose:


 


–  ¡Llora Quejicus, llora! ¡Qué es lo único que te queda! ¿De verdad creíste que una mujer como ella alguna vez se fijaría en un despojo como tú? ¿En un murciélago grasiento cuyo único mérito es saber unas cuantas pociones mal hechas?


 


Cualquier cosa, se dijo, cuando quedó abandonado y golpeado en ese oscuro pasillo; cualquier cosa antes que la soledad.


 


 


 


Mujer de lujo


Mujer florero


Mujer de risas olor y capricho con futuros de nada


Mujer de lujo


Mujer cortina


Adornara tu cabeza la sala de un tipo cazador de reliquias


Y te harás vieja sin sueños.


 


 


Y entonces ocurrió. Acababa de enterarse que Lily y James se habían hecho novios y estaba tumbado en la hierba, junto al viejo árbol. La mirada perdida en el lago que había observado con ella hace tanto. Aquella pandilla lo atacó por la espalda y sin aviso, y lo volteó de cabeza para exponer sus viejos calzoncillos a toda la escuela. Luego lo desnudaron para burla de chicas y chicos.


 


Severus nunca supo que lo poseyó. Rabia, ira… rebeldía ante lo injusto de su destino. Tal parecía que el mundo estaba al revés y nadie veía el abuso en una pelea de cuatro contra uno. ¿Como esos delincuentes podían ser el orgullo de su casa y del director? ¿Abusar de quien no podía defenderse era ahora motivo para sentirse orgulloso? ¿Agredir sexualmente a un alumno era para reírse?... ¿Y ella? Ella estaba allí parada viéndolo todo… ¡Por Salazar no! ¡Cualquier cosa menos eso! Que ella no lo estuviese viendo. Que ella no viese su humillación y desamparo. Que lo le tenga más lástima de la que ya le tenía.


 


–  Déjenlo tranquilo, no lo molesten – pidió con voz vacilante la muchacha.


 


–  Jajajaja… – rió James burlándose aún más – Ahora es tan mariquita que necesita que una niña lo defienda.


 


Severus ardía. Rabia contra ellos por ser tan malvados. Contra ella por ser tan cabeza hueca, tan vacía… tan mundana y a la vez tan bella. Pero por sobre todo, la odiaba por no poder ser la de antes… por ya no amarlo.


 


–  ¡No necesito que me defiendas sangre sucia…! – y cuando lo dijo supo que ellos habían ganado. Lo supo al ver su cara de triunfo. Al verla a ella hacer un mohín y alejarse llorando. Supo que les había dado la excusa perfecta para hacer público lo suyo sin convertirlos en villanos. Porque ella jamás le perdonaría un insulto estúpido dicho en un momento de furia. Porque ella no lo quería lo suficiente para tratar de entenderlo.


 


– ¡¡¡No te atrevas a insultarla!!!…  ¡¡¡Nunca más!!! – le gritó un furioso James para luego proceder a golpearlo ayudado por sus amigos. Cuando finalmente lo dejaron en el suelo y se fueron, junto con toda la audiencia, Severus estaba tendido en el pasto con sus libros desperdigados y rotos. Y su corazón más roto todavía.


 


Fue entonces cuando se dio cuenta que no estaba tan solo. Sus ojos vieron esas finísimas botas de piel de dragón que se acercaron hasta quedar junto a su rostro. Tan finas y caras que ni con un año de colegiatura podría pagarlas. Y al levantar los ojos chocó con el mercurio líquido que se encerraban en los irises de plata. Un muchacho platinado, casi albino, lo miraba serio.


 


Severus lo reconoció como uno de los Premios Anuales de su casa. El rubio se agachó  y acarició su rostro con apenas un ligero toque. Luego, endureciendo la mirada y al parecer molesto por ese momento de debilidad, se alejó y le tendió la mano mientras se ponía de pie.


 


– Tu mano – y los dedos largos y blanquísimos se extendieron hacia él, esperando hasta que por fin pudo salir de su estupor y tomó la diestra que le ofrecían. – Despreocúpate. Dice un viejo refrán de mi familia: “Escapa hoy y vive, para poder vengarte mañana”.


 


Aun sin saber como, se vio estrechado por ese aristócrata que sabía, era Príncipe en Slytherin. Ese muchacho al que ni siquiera se había atrevido a mirar, pues estaban tan lejos como la Tierra de Alfa Centauro. Fue ese día, en ese justo momento y por esa mano que se le tendió sin burlas ni aspavientos, que dio comienzo a una amistad que duraría hasta su muerte. Fue ese el día en que Severus Snape comenzó a hablarse con Lucius Malfoy.


 


 


 


Trataré de encontrar en un vientre sencillo


El calor que el deshielo me apagó tantas veces


Y le daré de regalo


Lo que no tiene precio ni tendrá en el mercado


 


 


Muchos le dirían que Lucius Malfoy no era un hombre sencillo ¡todo lo contrario! Era vanidoso, arrogante, racista, cruel, oscuro, y un sinfín de adjetivos que Severus sabía ciertos. Pero de algún modo Lucius fue para Severus la sencillez de un amor sin problemas ni consecuencias, la relación adolescente que todo chico merecía, la misericordia del cielo por la que tanto había orado a lo largo de su vida.


 


Su nuevo amigo le enseñó a sobrevivir en un mundo hostil, le enseñó a defenderse, le consiguió el respeto de sus compañeros de casa que antes solo lo habían ignorado… y por supuesto, lo ayudó en su venganza… hasta que Los Merodeadores aprendieron por las malas que él ya no era un niño débil sino todo un mago oscuro.


 


Cuando llevaban seis meses en extraña relación, y con Lucius próximo a abandonar el colegio, Severus supo que había llegado el momento de pagar.


 


Esa noche el rubio entró a sus habitaciones privadas (era Premio Anual así que tenía un cuarto para él solo) para encontrarse a un Severus desnudo que lo esperaba en el lecho. Las fosas nasales del aristócrata se abrieron y aspiró el aire que sabía le estaba faltando. Luego de soltar un suspiro, se acercó lentamente a la cama donde el tembloroso muchacho lo miraba aterrado.


 


–   ¿Qué se supone estas haciendo? – preguntó con una voz sin matices.


 


–   Pagándote tu protección y ayuda. No me gusta deberle nada a nadie.


 


–   Ya veo… ¿Y quién te dijo que yo estaba interesado en esta clase de pago?


 


El muchacho enrojeció hasta la raíz del cabelló y se cubrió con el cobertor, buscando con la vista su ropa. Saltó de la cama dispuesto a vestirse e irse. Jamás… jamás, jamás, jamás se había sentido tan humillado. Ni siquiera con Potter y compañía.


 


–  ¡Espera! – Lucius cogió a Severus del brazo y la cobija cayó – No me he expresado bien. No es que no me guste lo que veo, pero no te ayude por eso. Lo hice porque me enfurece ver a una panda de Gryffindors ignorantes apalear a un compañero de Casa. Y porque no tienes la culpa de que la insensata de tu madre haya rebajado su sangre y su alcurnia apareándose con un muggle. Provienes de una larga línea de pureblood Sev. Debes sentirte orgulloso de tu estirpe aunque solo seas un mestizo.


 


–  Yo…


 


–  Mira Severus. Me gustas. Pero si vas a entregarte por obligación prefiero que te vistas y salgas. Seremos tan amigos como siempre, eso no cambiará. Yo tengo una novia y mi matrimonio ya esta arreglado. Solo puedo darte sexo y compañía, camaradería si lo quieres ver así… Pero no puedo ser ese príncipe azul que esperas. Me gustaría pero no puedo. Además no creo en los Príncipes Azules. Aunque no lo parezca, mi vida tampoco ha sido fácil y los golpes me han enseñado que uno siempre esta sólo, sólo frente a un mundo hostil y salvaje que espera devorarte.


 


Severus lo quedó mirando. A ese muchacho, del cual  se contaban las más truculentas historias de sadismo y libertinaje. Se acercó asustado y lo besó… y tembló ante los recuerdos de otros besos malsanos y otras manos que violentaban su cuerpo. Pero Lucius, a diferencia de lo que cabía esperar, se mostró gentil y tierno; y lo amó con una devoción que rayaba en la adoración. Cuando lo poseyó, y pese a lo prometido, la palabra “amor” salió tan fácil y ligera. Y cuando, contra lo que cabía esperar, lo invitó a  tomarlo, Severus supo se había encontrado con alguien que si merecía la entrega de su corazón.


 


 


 


Te deseo la suerte la que no te mereces


La que no andas buscando la que nunca precisas


Mientras dure


Ese cuerpo perfecto que se gasta en el tiempo.


 


 


Era el día de su graduación y un orgulloso y oscuro mago se habría paso entre los presentes, seguido por todos los miembros de su casa. Lucius lo esperaba: a él y a su prometida. Nadie lo hubiese imaginado pero Severus y Narcissa habían simpatizado y se llevaban  más que bien en esos años que compartieron al rubio, quien se quedó como ayudante del profesor de DCAO hasta que su novia y amante se graduaron. La muchacha sabía perfectamente las preferencias de su futuro marido; y antes de permitirle una serie de devaneos que pudiesen arrastrar el buen nombre de ambas familias, prefería que coja un amante estable; y quien mejor que Severus, que ni era competencia para ella ni pretendía nada de su casi esposo… bueno, nada más que algunas noches de sexo complaciente.


 


Los Gryffindors estaban reunidos en un grupo aparte y rodeaban a su buscador estrella, James Potter, que acababa de anunciar su compromiso matrimonial con Lily Evans; a la fecha con dos meses de embarazo.


 


Severus pasó a su lado pero ella ni lo miró. Mostraba orgullosa la cara sortija que lucía su dedo. Hablaba de los planes de boda y repartía las invitaciones a amigos y profesores. El muchacho esperaba a un lado a que ella se le acerque, lo felicite por su premio en Pociones y la beca universitaria que había ganado, y quizás lo invite… aunque claro, él jamás iría… pero sería lindo que ella se acordase de él aunque sea un momento y tuviese esa cortesía… ya, aunque no lo invitase, aunque sea que se acercase y le hablase; que se despidiesen, que se deseasen suerte…


 


Lucius, el gran Príncipe; rodeado por su novia, amigos y familiares; desvió su vista hacia su amante, que contemplaba a la pelirroja parado en un rincón. Deshaciéndose de su corte se acercó a él. Fue en ese mismo instante en que la muchacha se dio cuenta de que era observada y volteó a mirar, encontrándose con los ojos negros de su ex amigo fijos en ella. Levantó la cabeza orgullosa y buscó a su novio, colgándose de su cuello y dándole un brutal beso. Todo el grupo aplaudió y Dumbledore y McGonagall enjugaron algunas lágrimas de felicidad.


 


–   ¿Vale la pena Severus?  – Lucius había llegado a su lado y le preguntaba colérico – Ponte una mano al pecho y contesta francamente ¿Vale la pena? Narcissa por lo menos es sangre limpia y me ama, pero “esa” – y pronunció la palabra con desprecio – no es más que una prostituta que se vendió al mejor postor.


 


Severus volteó encolerizado dispuesto a defender a su amiga. Lucius prosiguió:


 


–   No quiero ofenderla pero es la verdad. Se acostaba contigo y a la vez con quien sabe cuantos más. Todo en secreto para no comprometer su reputación. Y luego, cuando el retardado de Potter se enamoró de sus caderas, se vistió de pureza para venderle algo que estaba muy lejos de ser. Todo por comprarse un puesto al lado de los golden boy del viejo-come-caramelos ¿Eso no es prostitución?


 


Severus suspiró triste. Como rebatir lo que era tan brutalmente veraz.


 


–   Mereces algo mejor Severus. Porque eres capaz de amar con una fuerza y una devoción que raya en el fanatismo.  Jamás podría entregarme así. Por eso te admiro y me siento honrado en que algo de ese amor vaya a parar entre mis sábanas. Porque sé a ciencia cierta que siempre podré contar contigo.


 


–  Siempre mi amigo – y Severus volteó para perderse en sus ojos – No hubiese sobrevivido a Hogwarts sin ti. Si ella no existiese mi corazón sería tuyo. En realidad, mi corazón y mi cuerpo siempre serán tuyos; no a habido nadie más. Nadie que no me haya tomado a la fuerza al menos.


 


–  Severus…


 


–  Un día, Lucius, te contaré algo que quizás te horrorice. Y espero me ayudes a cobrar mi última venganza. Por ahora vamos con los demás…  –  y Severus le dirigió una última mirada a la pelirroja que ahora escondía su rostro entre los brazos de su prometido, ante la andanada de silbidos y vítores que la festejaban  – Que seas feliz Lily, en verdad te lo deseo. Toda la felicidad que un día soñé para mí, toda la felicidad que sé no te mereces. Que la vida jamás te cobre ni mis lágrimas ni mi sufrimiento. Y que él pueda amarte tanto como te hubiese amado yo.


 


Y con esas sencillas palabras que lanzó al viento, Severus Snape salió de Hogwarts y de la vida de Lily Evans.


 


 


 


De que me sirven tus manos


Si están tan lejos de un roce como yo de tus sueños


De que me sirven tus ojos


Si les importa un carajo si me voy o aparezco.


 


 


Como volvieron a encontrarse es algo de lo que no estaba seguro. El callejón Diagon… Hogsmeade… Lily cargaba un bebé y ya no se la veía tan feliz. Al parecer había problemas en el paraíso. Y Severus comenzó a investigar: un matrimonio joven; ella en casa cuidando un recién nacido y él jugando al héroe, con sus amigos y alguna que otra amante ocasional ¿Ella lo sabría?


 


Comenzó a espiarla porque descubrió que ese amor que había tratado de acallar volvía a acometerlo con inusitada fuerza. Lucius y él compartían cama, grupo de amigos e ideales. Pero ella reinaba en su corazón y eso no podía negárselo más.


 


La seguía como un obseso buscando “ocasiones casuales” para chocársela: al salir de una tienda, al tomar un helado, al pasear por un parque… Y ella, que al principio lo ignoraba, terminó luego por dirigirle fríos saludos. ¿Se habría dado cuenta de que tanta casualidad no era accidente? ¿Lo encararía? ¿Le reprocharía?


 


Pero de un cortés y seco “Tardes” no pasó. Hasta que un día Lucius lo encontró detrás de un árbol contemplándola a lo lejos. Suspiró y se acercó a su amigo. Algunos “colegas” ya le habían avisado las novedades.


 


–  ¿Qué crees que haces? ¿Quieres que te pesquen, vean tu tatuaje y te envíen directo a Askabán? ¡Son aurores por amor de Merlín!


 


–  Ella jamás…


 


–   ¿Te entregaría? ¿Te humillaría? ¿Se aliaría con tus enemigos?... ¡Abre los ojos Sev! Ella no te quiere, jamás te quiso… nunca fuiste otra cosa que un consolador andante, bueno para el sexo clandestino y nada más.


 


–  ¡Cállate!


 


–  Lo siento. Pero es la verdad. Puedes plantarte aquí todas las tardes a mirarla e imaginar que se da cuenta de la clase de estúpido que es Potter… pero tú jamás serás para ella otra cosa que “nada”. No le importas, no le interesas… le da lo mismo si te ve o no, si vienes o vas, si vives o mueres… Olvídala Sev. Su amor es como un cáncer que si no te lo extirpas ya mismo destrozará tu vida. Y ni yo ni nadie podrá ayudarte.


 


Y aunque Severus quiso rebatirle no pudo. Lucius como siempre tenía razón en todas y cada una de sus palabras. La contempló un momento más, perdida en la gran sala amamantando a su hijo, mientras miraba nerviosa a la chimenea. Su última imagen de ella fue la de una madre llorando por la ausencia de su esposo.


 


Luego, vino el incidente de la maldita profecía.


 


 


 


Mujer de lujo


Mujer florero


Mujer de risas olor y capricho con futuros de nada


 


Mujer de lujo


Mujer cortina


Adornará tu cabeza la sala de un tipo cazador de reliquias


 


Y te harás vieja sin sueños


Sin amigos


Sin mí


 


Si nada


 


 


Y la venganza del destino fue brutal. Ella y su amor de novela, que la sedujo con sus poses de galancete de barrio, crecieron de golpe ante la amenaza contra su hijo. Y se hicieron héroes al morir defendiéndolo. Inconscientemente él ayudo en su deceso y por eso se inmoló en pos de un recuerdo: Renunció a su vida, a la posibilidad de una familia… a ser feliz. Todo por proteger al niño del hombre que arruinó su adolescencia.  Fue él, al final, quien cargó con el destino de ella: se hizo viejo sin amigos, sin nada ni nadie. Y murió solo, odiado y olvidado por todos…


 


 


 


 


Epílogo


 


Lucius Malfoy estaba, un atardecer, arrodillado ante la tumba de Severus Snape. Acababa de salir de Askabán luego de 5 años de prisión; y aunque la cárcel había dejado su huella, aún era un hombre altivo y hermoso.


 


–  Hola viejo amigo –  le dijo –   Acabo de salir y antes de ir a casa, he querido venir a saludarte. Fuiste incondicional de nuestra amistad hasta la muerte ¿verdad? Protegiste a Draco y salvaste a mi familia. Hasta a mi me ayudaste. Eso de dejar escrito que fui espía tuyo para la Orden me libró del Beso y acortó mi sentencia.


 


            Acarició la fría losa y contempló la yerba que crecía alrededor.


 


–  Se nota que nadie viene. Aunque esta lápida de tan buen gusto seguro que es obra de Narcissa, tiene su sello. Y esas flores que la adornan hechizadas para no marchitarse son las favoritas de Draco. ¿Pero donde están, oh iluso, los Gryffindor y la Orden por la cual sacrificaste tu vida?... Te lo dije, Sev,  el amor de esa mujer era un cáncer que terminaría acabándote… Yo no pude hacer nada.


 


            Unas lágrimas rodaron por sus mejillas y él se las limpió con furia.


 


–  Espero que, donde quiera que estés, el maldito viejo come caramelos y esas basuras de los Merodeadores por lo menos te agradezcan tu sacrificio. Aunque claro, conociéndolos, lo más probable es que ni te recuerden. Pero yo te recuerdo… ¿sabes?... No imaginas cuanto te recuerdo.


 


Y dejando una hermosa rosa negra se puso de pie para marcharse.


 


–  Guárdame un lugar a tu lado ¿quieres?  Aún me quedan unos años pero sé que algún día volveremos a vernos. Entonces quizás pueda gritarte “te lo dije”. Y cuando te bese, y te diga “te amo”, tú al fin puedas responderme “yo también” sin que suene a mentira. Esperaré ese día, Severus…


 


Y el rubio se marchó obligándose a no mirar atrás. Entonces solo el viento y la noche que caía acompañaron a la solitaria rosa. Último homenaje de un hombre enamorado cuyo único pecado fue el haber llegado tarde.


 


 


FIN


 


 


 


 

Notas finales:

 

 

Sé que es un asco de regalo de cumpleaños pero que quieres, esta semana no ha sido buena y solo tenía ganas de escribir cosas tristes. También sé que tu cumple fue el miércoles y que hoy ya estamos casi viernes… Espero que la intención valga y que no tomes a mal la demora  ¡Ah! Mi cachorro te envía un ladrido  ¡Guau!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).