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Dirty Pair por Fallon Kristerson

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Notas del fanfic:

Una idea que no es tan mía, pero confío en que me salvarán cuando la creadora de esta idea no le guste este fic XD el título... no se me ocurrió nada mejor, pero la clave para comprenderlo está en la frase que está en cursiva+negrita XD (esa frase tampoco me pertenece, la ideas son escasas x eso las robo XD ne, no, no soy ladrona! ò3ó) en fin, espero que le guste, no me linchen, no revisé ortografia ù_ú !nya! :3

No sabía que es lo que había motivado a su pequeño amigo a decidirse por tal cosa. Un día simlpemente había llegado al parque de juegos, con una de esas enormes sonrisas que mostraba cada que una magnífica idea se apoderaba de su infantil mentecilla. Y sí, ese día Mukahi Gakuto declaró "oficialmente" que quería ser acróbata. No es que fuese algo tonto e imposible de realizar, simplemente aquello había tomado desprevenido al peliazul.

-Oi Yuushi, ¡adivina!

-¿Qué sucede, Gaku-chan?- respondió con el interés que le mostraba a pocos. El pelicereza sonrió aún más y señaló al cielo.

-Voy a llegar hasta arriba- respondió sin dejar de lado su sincera sonrisa. Yuushi alzó una ceja, mostrando que no había entendido a su amigo. Este solo bufó impaciente y meneó la cabeza, gesto que al chibi-tensai fue dificil de ignorar sin una sonrisita.

-¡Voy a ser un acróbata!- exclamó Gakuto.

El menor de la nueva generación de los Oshitari no respondió nada, primero que nada porque no se le ocurría nada inteligente. Cosa rar en él. Solo atinó a dibujar algo en la arena húmeda de la caja de arena, acción que no le agradó para nada.

-¡Oi Yuushi! ¡Hazme caso!- le gritó para de inmediato inflar los cachetes. El aludido alzo la mirada y sonrió ante el berrinche de su mejor amigo.

-Pero si te estoy haciendo caso...

-¿Qué es lo que he dicho entonces?

-Ya pareces mi mamá... Dijiste que quieres ser acróbata, por lo que asumo que quiere que te ayudo.

Gakuto no dijo nada por unos segundos, como si estuviese meditando algo en silencio. Yuushi observó como las mejillas del más pequeño estaban rojas por el frío. Quien como el menor de los Mukahi(1) para salir en un día de otoño como ese sin casaca.

-No, no quiero que me ayudes- dijo por fin el chico-. Solo quiero que me hagas compañía, mamá no me deja quedarm solo afuera.

Yuushi rió por lo bajo, pensando en que si se había demorado tanto en inventarse esa excusa. Gakuto lo ignoró y de un saltó se metió también en la caja de arena. Lentamente se fueron desviando del tema, hablando sobre cualquier cosa sobre la cual dos niños de seis años pudiese hablar, y solo una vez volvieron a mencianar algo relativo, pero aparte de eso, no se volvió a tocar el tema.

Al menos hasta el día siguiente. A las siete de la mañana sonó el timbre en la residencia Oshitari, y como estaban de vacaciones y ni los empleados ni sus padres estaba disponibles, el peliazul se dignó a abrir la puerta. Lo que vio ante sí fue un radiante pelicereza, con una pequeña mochila y una chalina rodeándole el cuello. Una vez más, Yuushi alzó una ceja.

-¿Y bien?

-¿Y bien? ¡Hoy empieza mi entrenamiento!

Yuushi pestañeó sorprendido, pero luego rió. -¿Entrenamiento? ¿Con quién?

-Yo solo- dijo la cereza-. Y tú, si quieres...

-¿No tienes entrenador ni nada por el estilo?

-No necesito eso, Yuushi- cortó autosuficiente el pequeño y entonces sonrió. Yuushi suspiró, le dolía admitir que Gakuto podía lograr cualquier cosa con su sonrisa de "niño bueno y adorable". Eso al menos en su caso.

-Ok, vamos...


Tenía sueño. Y hambre. Pero más que nada sueño. Sin embargo, de descansar no había nada, debía llevar a su pelicereza amigo a su casa sano y salvo, de lo contrario, el niño jamás llegaría. Gakuto murmuraba algo inentendible, apegándose más a su espalda y acurrucándose contra su nuca. Le agradaba la sensación de tenerlo tan cerca, le gusta saber que el pelicereza no estaría en alguna otra parte haciendo cualquier tontería como romperse algo y meterse en un lío. Miró hacia abajo, viendo las rodillas de su amigo. Estaban sucias, uno diría que negras, y había la urgencia de desinfectar las raspaduras. Volvió otra vez los ojos al frente, deteniendose en un cruce. ¿Hasta dónde lo había secuestrado ese niño? Muy lejos como para que al final solo estuviese dando tumbos y cayéndose. Bueno, almenos la cereza sabía saltar bien...

Llegaron a la casa del pelicereza. La señora Mukahi, una mujer menuda como su hijo que le había heredado tanto los ojos como el cabello cereza, miró preocupada a su retoño. Meneó sin comprender la cabeza y tomó en brazos a su niño, invitando a Yuushi y tomar algo. Sin emabrgo, este negó, diciendo que su madre debía de estar esperando. La mujer asintió y ceró la puerta tras el peliazul.


Se mordió el labio inferior, tratando de evitar soltar cualquier indicio de dolor. Inútil, Yuushi ya estaba su lado. Alzó la mirada, buscando la preocupada del peliazul. Este lo miró con reproche, agachándose hasta estar a su altura.

-Estoy bien- murmuró el acróbata, reprimiendo un sollozo. Yuushi lo ignoró y apartó sus pequeñas manos de su rodilla derecha.

-Vas a terminar rompiéndote un hueso...

-Claro que n...

-Que sí.

Ninguno dijo nada más, solo se quedaron ahí, Gakuto sentado y Yuushi agachado. -¿Te puedes parar?

-Claro que puedo- respondio convencido Gakuto, incluyendo también un tono de ofendido. Apartó a su amigo de un empujón y se puso de pie, no sin cierta dificultad. Yuushi primero lo siguió con la mirada, pero luego se puso también de pie, acercándose al acróbata y levantó el flqeuillo cereza.

-Mira que sucio estás, Gakuto- murmuró bajito. El pelicereza lo miró defrente, un poco ofendido y con los cachete inflados, pero luego quedó con una expresión rendida. Yuushi sin más se le acercó y le plantó un beso sobre la frente. –Vamos, por hoy ha sido suficiente.

Le dio la espalda y se agachó un poco, sintiendo luego como la cereza le slataba encima. Oyó una ligera risita y un cálido aliento cerca de su oreja. Tomó con fuerza al niño sobre su espalda y se incorporó otra vez, emprendiendo el regreso a casa. De paso, tomó la mochila de Gakuto, que estaba tirada sobre una banca, y se la pasó a Gakuto. Salieron del parque, por el mismo camino que habían recorrido durante ya casi todas las vacaciones de otoño.

-Ne, Yuushi- susurró en un momento el más pequeño-. ¿Sabes por que quiero llegar hasta arriba?

-No Gakuto no sé- respondió cansinamente el peliazul.

Gakuto rió débilmente y luego prosiguió.

-Porque sé que vas a estar abajo para atraparme.

Notas finales:

(1) Ya sé que Gaku tiene un hermano menor, pero tengo la idea de que en ese entonces aún no nació el Mukahi menor *w*

Bueno, como todo el mu do sabe, o debería saber, Gakuto y Yuushi no se conocieron hasta la secundaria XD pero asumiré que, como cuando alguna vez les contaron la historia de la caperucita roja, creyeron en que la abuela pudo salir otra vez viva del estómago del lobo "feroz", se imaginarán que la Dirty Pair se concía desde su preciosa infancia. Pero si no creyeron en que la abue pudo sobrevivir los jugos gástricos del can, pues entonces déjenme decirles que no tienen imaginación y que no tuvieron infancia ò3ó

nya, les gustó? sí? no? rr = amor! 3


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