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Dirty Pair por Fallon Kristerson

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Notas del capitulo:

Bueno, inesperadamente, un segundo capi :D espero que les guste ^^

-¡Yuushiiiiii!

El aludido levantó la mirada, desviándola de su libro, y vio como se acercaba corriendo cierto pelicereza. Cerró el libro de golpe y lo guardó en su mochila.

-Hola, Gaku...

-Ne, ¡adivina qué!

-¿Qué cosa?

-Ya soy parte del club de gimnasia acrobática –contó emocionado ek chico más pequeño y el peliazul sonrió.

-Que bien, felicitaciones en tal caso...

-Ne, Yuushi, ¿vienes hoy también? –preguntó feliz la cereza, aunque ya creíca conocer la respuesta. Pero sorpresivamente Yuushi meneó la cabeza. -¿Eh?

-Perdón, pero hoy comienza otra vez mi entrenamiento de tenis. Las vacaciones ya se acabaron –le recordó en tono de broma. Sin embargo, Gakuto no se rió como solía hacerlo.

-¿Tenis? –recién en ese momento, Gakuto notó la mochila que estaba a un lado en el suelo.

-Si, Gakuto, tenis. Te lo había comentado ya antes –dijo el tensai ahora serio. –Lo olvidaste.

-Je, se me pasó...

-Bueno, no importa –Yuushi volvió a sonreírle, pero Gakuto no. El pelicereza permaneció mudo aquello le indicó al más grande que el chico estaba craneando algo y que sería preferible no interrumpir.

-Oye, Yuu... ¿Puedo ir contigo a acompañarte? –preguntó por fin la cereza. Yuushi alzó una ceja, Gakuto rara vez lo llamaba así.

-Claro, ¿por qué no?

Entonces la expresión seria desapareció del rostro del acróbata. –Yaa, espera. Le digo a mamá que iré contigo.

Y antes de que el Oshitari pudiese replicar algo, el chico ya se había alejado corriendo. Yuushi solo se sentó en una banca, sacando de nuevo su libro de la escuela. Quince minutos más tarde, volvió a estar ante él su mejor amigo.

Yuushi no había tenido realmente la intención de elegir el tenis como un deporte, no lo había elegido así porque sí. De hecho, la elección la había hecho la madre. Y no era que se quejase, le encantaba la descición que había tomado su progenitora. Le gustaba aquel deporte y tenía intenciones de llevarlo a niveles superiores, al igual que de ser parte del equipo de titulars de la escuela. Sin embargo, mientras que estuviese aún en primer grado, su madre lo había colocado en un club aparte del de Hyotei. Le agradaba el entrenamiento, nadie lo subestimaba. Era bueno, de los mejors y de eso no había duda.

A un lado, en las tribunas, estaba sentado Gakuto. Entre sus pequeñas manos traía una lata de ponta, de la cual sobresalía una cañita de colores. De sorbo en sorbo, se acababa la fría bebida, mientras que observaba el entrenamiento: vueltas a las canchas, calentamientos y estiramientos, diferentes ejercicios y luego partidos. Al finalizar todo, el pelicereza se puso de pie y saltó desde su lugar en la tribuna, hasta caer en el suelo, no sin llamar la atención. Algunos voltearon a verlo sorprendidos, las gradas después de todo eran bastante altas. Un grupo de chicas adolescentes juntó cabezas y otros chicos de su edad murmuraron entre sí. Yuushi se acercó a su amigo y öe sonrió. Eran las seis de la tarde.

-¿No te aburriste de esperarme? –preguntó.

-No –respondió con simpleza el pelicereza. Yuushi tomó su mochila y se puso su casaca. Entonces, a sus espaldas, aparecieron dos sujetos mayores que ellos.

-Oi, Oshitari, ¿a tan temprana edad con noviecita? –se burló uno de ellos. Yuushi ni si quiera se había dignado a responder y seguía dirigiéndose a Gakuto, pero este no podía ignorar así no más a esos dos sujetos y se puso ante ellos.

-¿¡Qué has dicho, idiota! –bufó exasperado el pelicereza .

-Que eres una niña muy adoravble, deberías sentirte muy halagada –respondió ahora el segundo y ambos rieron. Gakuto apretó fuertemente los puños y los miró con odio. Yuushi se dio la vuelta, sonriéndoles a los mayores.

-Oh, Tanaka-sempai, Nagawa-sempai. No los había oído...

Las risas de los dos chicos enmudecieron.

-Enano insolente –gruñó Tanaka irritado y dando un paso hacia los dos menores. El pelicereza no dijo nada, pero permaneció con el ceño fruncido. Los sempais parecían estar cansados, pero más que nadas aburridos y con ganas de molestar a alguien.

-Cierra la boca, Oshitrari –le espetó Nagawa-, no porque te vaya tan bien al principio te tienes que creer algo mejor.

Yuushi le devolvio una mirada asesina, pero luego le sonrió peligrosamente. –Ne, Nagawa, no tienes por qué agarrartelas conmigo, después de todo no es mi culpa que luego de seis años sigas atascado en un nivel tan bajo –contraatacó mordaz el tensai.

Una ligera contracción pasó por los labios del acróbata y de un momento al otro, rompió a reí dos chicos mayores se miraron perplejos, y luego lo miraron irritados y de manera poco amigable. Trataron de acercársele, pero, aún carcajeándose, Gakuto se puso a salvo tras la espalda de Yuushi. Tanaka y Nagawa avanzaron de manera amenazadora, o tratando de, pero el tensai no se movió de su lugar.

-Ne, Tanaka-semapi, Nagawa-sempai, ¿qué hay de un pequeño partido? Dobles, ya que tanto te gusta alardear de que eso es su especialidad, ¿o no?

La mirada retadora del peliazul parecía querer atravesarlos, pero ninguno de los adolescentes se dejó intimidar por el niño.

-Bien –dijo Tanaka seguro de sí mismo-, para que veas cuál es tu sitio.

Yuushi asintió y se volvió hacia Gakuto, mientras que los sempais se alejaban rumbo a una de las canchas de dobles. El pelicereza lo miró dudoso.

-¿Dobles?

-Dobles –fue la afirmación del tensai.

-Pero... yo no soy tan bueno como tú –protestó el acróbata-, solo sé lo que me enseñó Suzume... (1)

Cortó la oración de por medio y calló al ver que Yuushi le sonreía de la misma manera en la que lo había hecho su madre, cuando le había preguntado cómo era que las luciérnagas nunca se les quemaba el foco. Dudó por un instante, pero, cuando decidió reanudar su protesta, Yuushi se rió.

-Déjalo en mis manos, Gakuto.

El acróbata infló ofendido los cachetes, desviando la mirada. A veces realmente le molestaba que el Oshitari actuase como si él fuese único niño del dúo.

-Ya, ok, ok. Pero no tengo raqueta...

-Es un club de tenis, Gaku –le respondió con un gesto prepotente el tensai, causando un sonrojo por parte del más pequeño.

-Hey, enanos, ¡no tenemos toda la semana! –se volvieron hacer oír Tanaka y Nagawa.

Rápidamente, Yuushi le consiguió una raqueta al pelicereza y le explicó un par de cosas antes de jalarlo hacia la cancha elegida. Gakuto fue posicionado por el peliazul en la delantera mientras que el mismo le cubría las espaldas. Sacaron ellos, es decir, Yuushi.

No era un partido muy regido ni difícil, al menos no para el tensai. La cereza trataba de mantenerse al margen de la situación, aunque en más de una ocasión tuvo que vérselas con las ganas de golpear la pelota. Los oponentes no eran exactamente una de las siete maravillas del mundo, pero tampoco eran mala pareja de dobles.

Yuushi devolvía con fuerza los ataques opuestos, aumentando poco a poco la dificultad de los suyos. Realmente le divertía jugar con esos dos.

Pero de pronto, Nagawa devolvió mal una pelota y esta voló demasiado alto. El pelicereza observó cómo la bola amarilla se alzaba mas y más, tal y como le encantaba hacerlo a él.

-Déjala Gakuto –dijo Yuushi, viendo que el chico mostraba intención de responderla-. Está muy al...

Pero antes de que pudiera agregar algo más, el acróbata ya había saltado, alcanzando la pelota y devolviéndola a un ángulo que no fue alcanzado por ninguno de los sempais. Algunos espectadores y curiosos soltaron comentarios y exclamaciones de admiración, y Gakuto se giró con gesto de triunfo hacia su pareja de dobles.

-¿¡Viste eso Yuushi!

El aludido lo miró entre sorprendido y divertido, y finalmente se soltó otra vez a reír. –Bueno, suerte que todos los gatos caen de pie...

Gakuto lo miró extrañado y sin entender mucho a lo que se refería el tensai.

-No soy un gato –protestó haciendo un puchero, siendo causa de risa de más de uno.

-Bueno, no importa –dijo Yuushi cuando se recuperó de la risa, y luego agregó: -Felicitaciones.

-¿Eh? ¿A qué te refieres?

-Que felicitaciones, terminaste el juego –respondió Yuushi, pero la cereza parecía no asimilar correctamente la información-. El partido acabó, Gakuto...

-Ah... Je, supongo que ganamos, ¿no?

Yuushi asintió y luego, con expresión de burla, se dirigió hacia la pareja del otro lado de la net.

-¿Y bien? Ya vi cuál es mi lugar.

Nagawa y Tanaka le lanzaron miradas mortales, mas no dijeron nada.

-Vaya, si las miradas mataran... ¡Ya no estarías aquí, Yuushi!

Claro, Gakuto debía meter también su cuchara... El niño rió con ganas, más aún cuando los mayores se levantaron y se retiraron del lugar, enmudecidos totalmente. Las pocas personas que se habían quedado para ver el curioso evento comenzaron a irse también poco a poco, al igual que Yuushi volvió a guardar su raqueta y a devolver la que había prestado para Gakuto. El dueño de la raqueta era un señor de avanzada edad, uno de los instructores del club.

-Buen partido –comentó este y, volviéndose hacia el pelicereza, agregó: -¿Juegas seguido?

Gakuto negó con la cabeza. –Solo sé lo básico del tenis, mi hermana y mi papá son los que juegan.

El sujeto asintió. –Bueno, pues tienes potencial. Deberías pensártelo...

-Gracias, pero estoy bien donde estoy –contestó seguro el acróbata. Luego miró a su amigo. -¿Nos vamos?

Yuushi asintió y se despidió del instructor. El club quedaba dentro del barrio en el que vivían los dos niños, por lo que se regresaron caminando solos. Todabvía no oscurecía.

-¿Te gustó? –preguntó por fin el pequeño tensai.

-Claro, fue divertido.

-No sabía que jugaras tan bien –comentó divertido Yuushi–, aunque esa última de todas maneras iba a salirse...

-Ajj, cierra la boca –bufó Gakuto-, déjame ese punto.

Los chicos comenzaron a reír mientras que seguían caminando. Gakuto comanezó a hablar otra vez de sus metas de acróbata y Yuushi sonreia en silencio mientras que le prestaba atención. Gakuto era uno de los pocos que lo mantenía sonriendo constantemente, por eso también eran mejores amigos apesar de las diferencias. Le agradaba la compañía del pelicereza, lo alegraba y lo mantenía en constante movimiento, ya sea para ir a socorrer a Gakuto en sus líos de niño de seis años. Le gustaba ser "el responsable" del dúo, las locuras de Gakuto lo entretenían de sobremanera.

La cereza fue entregada sana y salva, para gran alegría de la señora Mukahi, sin rasguños ni moretones. Luego de esto. Yuushi por fin llegó a su casa, con una gran sonrisa de satisfacción.

-Definitivamente tengo que volver a llevarlo a jugar tenis...

Notas finales:

(1) He decidido decirle Suzume a la hermana de Gaku cada que me toque mencionarla XD no tengo idea de como se debe de llamar n.nU


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