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Autostop por daniita

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Notas del capitulo:

 

 

 hola a todos!

disculpen lo poco pero este es más un cap de introducción a los que vienen

reitero lo dicho, nada de esto es mío, aunque me encantaría!

2. fuego.

 

 

 

Despertó adormilado y estúpidamente feliz.

 

Encima de su hombro sentía un peso que descubrió luego no era más que la cabeza azabache de su acompañante y eso le hizo sentirse idiotamente orgulloso de conseguir que su compañía también sonriera como un tonto en sueños.

 

Era una mañana de mentecatos pero de alguna forma, a Draco Malfoy, que hacía siempre gala de su gran astucia e inteligencia, poco le importaba, todo lo contrario. Le gustaba.

 

La noche anterior había sido increíble. Había algo de morbo en eso de forzar a Potter y estaba seguro que era por parte de ambos. La entrada a su casa había sido con varita en mano y jugueteando en el cuello de Potter y este alegando de las consecuencias de que Ginny sospechara algo. Ja, como si le importara que esa torpe pelirroja pudiera sospechar algo. No había nada que sospechar, estaba todo completamente confirmado. Le dejaría a Potter tantas marcas apasionadas que entre todas estas formarían graciosamente la expresión de juguete de Draco Malfoy y si a su noviecita todavía le quedaban dudas quizás le enviaría un remix con los gemidos de su amorcito para que descubriera como se escuchaba Potter cuando le daban placer extremo.

 

Tendió a Potter en la cama maravillado por su falsa expresión de mal genio ¿desde cuando a Potter le gustaba interpretar personajes al hacerlo? Pero ese enfado mal fingido, su coqueto ceño fruncido y su eterno blah blah lo hicieron caer sobre su boca al mayor estilo kamikaze y destruir la poca ropa que le había dejado en buen estado para dejarlo apenas con calcetines (se rió un montón cuando descubrió que el salvador del mundo mágico tenía papas en sus calcetines grises) tirado en su cama, sonrosado y gimiendo ante los labios de él que se habían decidido por torturas sus pezones. A esas alturas su varita había terminado en cualquier lado y de seguro que si Potter hubiera estado en real desacuerdo lo habría podido perfectamente hechizar y acabar con todo aquello pero hasta el momento lo único que hacía era gemir como una puta y enloquecer a Malfoy.

 

-         desnúdate – señaló Potter alejando a Draco con los brazos y mirándolo fogosamente – hazlo.

 

Malfoy alzó una ceja, contrariado.      

 

-         no digas idioteces, Potter. Ahora recuéstate y sigue contorsionándote con cada una de mis caricias.

 

-         Hazlo, por favor.

 

Draco refunfuñó un rato. Él era un adicto a la dominación. Todo aquello inculcado por su padre durante años le había dejado secuelas que hasta en su cama tiritaban. Él jamás se desnudaba cuando lo hacía con otro u otra aunque sus ropas perfectas quedaran sudadas y sucias con otras cosas. Pero adoraba ver a su presa de aquella noche sin nada más que su alma cubriéndolo sobre su cama, sillón, alfombra y en ese anterior caso, asiento trasero. Sacarse la ropa ante el pedido de Potter significaba entregarle parte del mando al cuatro ojos durante esa sección de sexo y aunque estaban en su departamento y él era el único armado, una sensación de intemperie y vulnerabilidad le heló de tal manera los huesos que quiso esconderse entre los pliegues de su cobertor hasta que aquella álgida sensación pasase como una ráfaga de viento antártico. Se había quedado quieto pensando y Potter se había puesto ansioso y se le había tirado encima. Draco dejó que fuera él quien lo besase sin saber si dejar que continuara o empujarlo contra el lado contrario de la cama para luego darle una buena reprimenda de lo que tenía y no tenía permitido hacer y entre esas, decidir por su cuenta y quitarle la ropa estaba totalmente prohibido. Pero había algo en el asunto de Potter que siempre le hacía mermar sus defensas. Habían pasado demasiadas cosas entre ellos para que un polvo de asiento trasero fuera igual que un polvo con un desconocido calentón que hubiese levantado durante el camino a su casa. Potter le había arruinado gran parte de sus hazañas, dejándolo siempre en segundo lugar, Potter le había hecho sentir miserable y a la vez más vivo que nunca, por su culpa había pasado sus dieciséis años temiendo que el señor oscuro y sus secuaces matasen a su familia sino se atrevía a matar a Dumbledore, el gran protector del niño que vivió. Pero por su culpa también él estaba vivo y no calcinado como Crabbe. Sin saber por qué, o quizás, con demasiados conocimientos de ello, se abrazó a Potter tan débil como una ramita al viento y dejó que la calidez de Potter lo envolviera por minutos mientras Potter también lo abrazaba. Estaban calientes, bien lo sabía, pero habían vivido muchas cosas juntos para poder dejarlas de lado con tanta facilidad.

 

La voz grave de Potter se asomó a su oído con una dulzura inusitada que hizo a Malfoy tiritar.

 

-         te extrañé, Draco. Puede que no me creas pero… sí lo hice.

 

-         No seas tonto Potter y tiéndete de una vez.

 

Con un rápido movimiento logró invertir las posiciones y quedar él encima aplastándolo casi con sus rodillas.

 

-         te concederé sólo un regalo, Potter, pero es porque me das pena solamente – se colocó las manos encima de los botones de la camisa – me quitaré la camisa.

 

El resto de la noche no perdió jamás la intensidad sino que fue peligrosamente en aumento. La piel de Potter era caramelo puro y líquido deslizándose por su boca, sus manos ásperas se sentían demasiado bien encima de sus cabellos y sus labios, cuando se encontraban, recalcaban por qué Adán y Eva no se habían podido abstener del fruto perdido, quien lo haría si fuera así de delicioso e intoxicante.

 

Continuaron así, Draco fue tierno y agresivo reiteradas veces y Harry le respondía encantadoramente como él quería, con sus perfectos gemidos y sus dedos aferrados en la espalda. Lo hicieron varias veces durante la noche, imbatibles, hasta que cayeron desplomados, risueños y temblorosos. Habitualmente llegado ese momento, Draco sacaba al amante de su casa para poder dormir en paz sin otra cosa molestándolo en la cama pero echar a Potter se le hizo imposible, en especial porque dormido se parecía al niño que tanto había querido tener como amigo a los 11 años y no sentirse rechazado en aquella ocasión le producía una felicidad infinita, aunque jamás, jamás, lo admitiría.

 

Le pasó una mano por los cabellos azabaches y se rió solo sin entender por qué hasta que cayó él mismo rendido por los susurros de Morfeo.

 

Cuando despertó a la mañana siguiente tenía a Potter babeando su pecho desnudo, apretado contra él como si fuese su mantita regalona o su osito de peluche sonriente y más niño que nunca. Draco le acarició los cabellos con lentitud, disfrutando de aquel momento sin que Potter pudiera estar pendiente de él y recordarlo, cuando aquello que los muggles llamaban sexto sentido comenzó a avisarle que algo no estaba bien en la habitación.

 

Draco siempre se había burlado de aquella expresión muggle ¿Quién necesitaba tener un sentido de más para percibir cosas que se podían fácilmente ver y escuchar como los fantasmas y situaciones paranormales? Pero tendido en su cama en ese momento, con Potter recostado en su pecho y la inminente sensación de peligro titilando en su cabeza comenzó a comprender a los idiotas muggles con los que trabajaba y en especial cuando decidió sacar su cabeza de la cómoda posición en que estaba y mirar hacia su lado izquierdo y cuando lo hizo la sangre se le paralizó.

 

En frente suyo no había una persona, sino una criatura endemoniada que con un solo soplo haría arder no sólo su casa sino su cuerpo entero y llevar su alma al famoso infierno muggle. La varita de la criatura se encontraba a escasos centímetros de su cien y la mano temblaba ligeramente incapaz de controlar del todo su furia. La cara era imposible de ver pues una maraña de cabello rojo le caía encima, pero Draco con un sutil movimiento de cabeza de su posible atacante pudo distinguir que tenía los fieros ojos de una leona encima. Potter en esos momentos abrió los ojos relajadamente y acercó uno de sus dedos al rostro de Draco a tiempo para que este se los pescara con una mano y le indicara disimuladamente lo que estaba ocurriendo dentro de la habitación. Potter, por supuesto, fue el primero en pronunciar sonido allí y fue un agudo y desafinado grito.

 

-         ¡Ginny!

 

 

Notas finales:

gracias por leer!

y recuerden los reviews y las risas de los bebes hacen que nazcan hadas en el bosque!


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