2.-Del Amor al Dolor
Un nuevo día y todo seguía igual entre la pareja real, un inocente Heika intentaba de rehuir de sus tareas mientras que su prometido le seguía para darse cuenta que otra vez lo ignoraba.
-¡INFIEL!-
Lo escucharon gritar, lo cual no sorprendió a quienes llegaban al lugar.
Un joven rey intentaba de explicarle que todo era un mal entendido, mientras el le llenaba de improperios.
Dos hombres intentaban de calmar al ex príncipe, mientras un peli gris se masajeaba la sien en señal de cansancio.
-¡Ya basta, estoy harto!- le escucharon gritar furioso.
-¡Soy tu prometido, merezco respeto!- gritaba un rubio.
-¡Eso fue un maldito error lo sabes bien!-
Una risita se escucho de parte de una joven que veía graciosa aquella escena.
-¡Perra, mejor vete si no quieres que te entierre mi espada!- gritaba furioso el rubio.
-¡Basta, esto se acaba aquí!- exclamo el maou ante el asombro de los presentes.
El silencio duro unos pocos segundos, pero parecieron eternos para aquellos que presenciaron la ruptura.
Se encerró en su cuarto y de ahí no hubo quien lo sacara, intentaba no llorar pero le era imposible, su corazón estaba destrozado, como podía haber roto el compromiso de aquella manera, tan solo a horas de haberle pertenecido, se odio por eso, como pudo sucumbir a su amor, cuan bajo podía caer por él.
Abrió aquel cajón a los pies de su cama, su antigua habitación ahora era suya nuevamente. Con pena vio aquellas sabanas en las cuales le hiciera perder su virginidad, la sangre seca prueba de su amor, podía haberse reído de felicidad si las cosas hubiesen sido diferente pero no, el fue el pasivo, por lo cual aquellas prendas no deberían estar en su poder, si no en las de él, pero como era bien sabido aquel moreno desconocía varias de las tradiciones de su propio reino.
Hizo trizas el documento, no pensaron que se atreviera pero por algo tenia varias copias, ya que nadie sabía con exactitud como actuaría aquel mocoso.
-Debes firmarlo Wolfram- pedía su hermano mayor extendiendo una nueva copia ante el.
-¡No lo haré!-
-¡Acaso no entiendes que Heika ya no desea el compromiso!- decía molesto Gunter.
-¡No te metas en lo que no te incumbe!- le gritaba furioso el rubio a un peli lila metiche.
-Wolfram- le llamaba su otro hermano con tristeza en el rostro, ya que sabia cuanto debía dolerle aquello.
-¡Tendrán que obligarme!- alegaba el demonio de fuego.
-Acaso no entiendes que la única forma de que esto siga curso es que ustedes hayan consumado el sagrado vinculo- dijo ya un poco mas calmado un peli gris, a lo cual el rubio bajo la cabeza.
-No tienes más que firmar, a menos que desees agregar algo- dijo sarcásticamente el consejero real.
El rubio alzo su cabeza mirando al moreno sentado en frente de el, que ni siquiera se atrevía a darle la cara.
-Tienes algo que agregar Wolfram- pregunto esta vez su aniki ante su silencio.
No sabia que decir, tenia todas las de ganar, ellos habían consumado su unión, estaban casados por las tradiciones mazokus, la unión ante el Gran Dios Shinoun solo era un mero tramite, pero bien sabia que su amado pensaba todo lo contrario.
-No se, hay algo que agregar- dijo dirigiéndose al moreno quien le ignoraba por completo.
Solo una palabra y seria suyo, tenia pruebas, se pertenecían, pero de que le servia todo aquello si tan solo al acabar de amarse el le miraba con asco, como soportar su mirada de reproche y odio por el resto de su vida, por usar lo que bien sabia era su derecho para atarlo a él.
-Bien Heika, como usted no tiene nada que decir yo si-
Todos lo miraron expectantes, que diría aquel mocoso consentido con tal de no soltar a su monarca, un castaño respiraba cansinamente, mientras un peli gris ya sentía una nueva arruga asomarse en su frente. Por otra parte un consejero se aprestaba a defender a brazo torcido a su rey, sin importar las consecuencias.
Su mirada no era de preocupación, era de terror, podía leer sus pensamientos perfectamente, sus ojos le suplicaban porque callara lo ocurrido entre ellos, cobarde pensó, no podía comprender como se había enamorado de aquel enclenque, en verdad lo que decían del amor era cierto, ciego, así había estado él, totalmente ciego.
Para sorpresa de los presentes tomo la pluma y estampo su firma en el documento para luego dar unos pasos atrás, chocar sus talones poniéndose firme como todo buen soldado y lo que vino a continuación si los sorprendió, ya que bajo todas las posibilidades eso ni siquiera se les habría pasado por la mente.
Ni los gritos, ni los insultos lo hicieron desistir, tampoco el hecho de que aquello había sido su sueño desde la niñez, nada lo haría dar pie atrás, no desiaba permanecer en palacio, sabia bien que no seria capas de verle junto a otra, porque de seguro seria una mujer su próxima prometida, tampoco deseaba seguir sirviéndole, ya que temía que en un momento de debilidad cayera ante su amor en una noche de soledad y antes que eso prefería tomar el poco orgullo que aun tenia y marcharse junto con su tío.
Le dolía verlo partir y aunque deseo correr a detenerlo, no lo hizo, eso era lo mejor, aquella aberración que tenían terminaría ese día, por fin. Debía sentirse aliviado, pero ni por eso sus lágrimas dejaban de caer.
Continuara..............................................................