Te Quiero
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Iba caminando por la calle, sólo podía oír la música que sonaba en mis oídos, sólo podía oír aquella canción que me recordaba a ti… Una lágrima calló por mi mejilla, lo único que decía mi mente, era que te extrañaba. Quizás era un poco exagerado de mi parte puesto que te había visto hace poco, pero extrañamente, yo estaba contigo, tú eras el que parecía no estar ahí; como si el hecho de estar conmigo fuera algo vacio, sin mucha importancia.
Sin darme cuenta mis pasos me llevaron cerca de tu casa, mire la callejuela con resentimiento y algo de nostalgia; ¿por qué no te das cuenta de que quiero estar contigo? ¿Por qué si te das cuenta, no quieres estar conmigo? Miré al cielo, ni una pequeña estrella se asomaba, sólo se veía una luna casi llena, ya debía irme, otro día más sin verte, sin saber de ti.
Sentí por un momento que me extrañabas, creo que era mi imaginación… ¿Cómo extrañar a un chico tan molesto como yo? Si la forma en que me tratas es como a alguien con quien sólo pasas el rato, cuando de verdad quiero llegar a importarte, así como tú me importas a mi; pero en realidad, ¿cómo alguien tan infantil e impulsivo como yo puede llegar a ser importante para alguien tan calmado y serio como tú? Es algo que no siento posible, es algo que se que no sucederá, es algo que no se siente tan bien, es algo que puedo obviar sólo por estar contigo…
-Hola mami, ya llegué –dije con más ánimos de los que de verdad tenía-
-¿Te pasa algo? –Pregunto mi mamá ¿Por qué tienen que conocernos tanto nuestras madres?-
-No pasa nada, todo bien –Dije con una sonrisa verdaderamente fabricada-
Me fui en silencio a mi habitación, me sentía verdaderamente mal, pero quería esperar para poder hablar contigo… Las horas pasaban lento, pero te conectaste, hablamos de cosas tontas, no recuerdos cuantas veces dije que te extrañaba, ni una sola vez vi un anuncio de que me extrañaras; se sentía un pequeño vacio, pero aun así, estábamos hablando… Se hizo tarde, era hora de dormir, no quería dejarte, pero tuve que hacerlo…
El resto de mis días sin saber de ti fueron grises, algunos momentos alegres acompañado de mis amigos, pero nunca dejé de pensar en ti… Aunque tú no debes pensar en mí…
Quizás el hecho de no ser a lo que estás acostumbrado impida que me quieras como te quiero yo a ti; pero el hecho de que tú seas muy distinto a lo que generalmente yo tengo me hace quererte más… Quizás el hecho de que sea diferente me impida estar cerca de ti; quizás el hecho de que sea hombre, me aleje de tu cariño… Quizás el hecho de que seamos hombres, impida que nuestra relación, tenga futuro… Aun así… Te quiero
¡Quiero estar contigo! Esa será mi premisa… Eso es lo que quiero, eso es lo que de verdad quiero contigo… Acompañarte, tenerte, abrazarte, besarte, acariciarte, ayudarte, apoyarte; hacerte inmensamente feliz… Tal vez estoy pidiendo mucho, ¡no huyas! No huyas de mí, yo te quiero…
¡Oh! Vamos, siento que si te digo eso las cosas sucederán así… ¿O no? ¿Qué pasa si simplemente decido ir hasta tu casa, esperar fuera y gritarte cuando llegues lo mucho que te quiero, que te extraño, que te necesito? ¿Qué pasa si sólo te salto encima y te beso y te digo muchas veces lo mucho que quiero que seas mío? ¿No te he demostrado cuanto te extraño? ¿Necesitas más pruebas? Odio no saber qué piensas, mi cerebro no puede responderme por ti, no puedo terminar de concretar que quiero hacer, pero tampoco puedo dejar de pensar en ello, en ti… En que quiero que seamos “nosotros”.
¡Ah carajo! Siento que te odio… que ya no puedo más contigo, no te soporto… ¿Por qué te olvidas de mí? Ya no lo hagas, ¿no te das cuenta de que duele? Aunque no te hayas ido, por favor vuelve, quiéreme, así como yo a ti… O termina de decirme que soy una molestia y no quieres verme más…
Al menos eso me lastimaría menos que el hecho de que estés conmigo me hagas la persona más feliz del mundo y luego desaparezcas, sé que me quieres, me los has dicho, y demostrado, pero aun así siento que temes necesitarme, temes que pase a ser algo realmente importante en tu vida… ¡¡¡Ahhh!!! Duele… Se siente extraño… Ya no se siente nada…
Ah, despierto… Siento como si me hubiese pasado un camión por encima, una voz seca pero muy dulce me pregunta ¿Qué se siente ser atropellado? Eras tú, me desmaye de nuevo. Desperté, ya no estabas, no pude evitarlo, me puse a llorar, te extraño…
Hoy salgo del hospital, nadie vino a buscarme, me toca ir sólo a casa… Pero ahí estabas tú, esperándome, sólo una frase me hizo el hombre más feliz del mundo:::
“Necesitas cuidados, vendrás conmigo, yo te cuidare.”