“Feliz año, Itachi”
ItaSasu
Suavemente alejo algunos mechos de su rostro; aquel cuerpo estaba cubierto por unos cobertores impidiendo que enfermase empeorando su estado de salud, debía ser precavido. Giro su vista hacia aquel aparato que mostraba los signos vitales de su hermano.
Su hermano. Su Sasuke.
Acaricio esos labios con su pulgar, todo estaba silencioso desde que “dormía” aquel ser al que únicamente amó, cuidado, apreciado, nadie más merecía sus cuidados o mimos, solo ese joven que a sus veinte años no disfrutaba de la vida.
Desde hace cuatro años que estaba inconsciente, quizás, sentía que era un castigo por aquel amor que se tenían. Sus padres, cuando descubrieron ese beso que se dieron en la cocina, en ese instante, fueron corridos de la casa. A el no le afecto en lo mas mínimo, pero a su hermano, quien amaba mucho a su madre, fue un duro golpe cuando ella ni siquiera le miró cuando se fueron.
En la calle, con tan solo su ropa y un poco de dinero, Itachi tuvo que pensar rápido. Pidió asilo a un amigo en su departamento, inmediatamente consiguió un trabajo en un pequeño despacho, aunque, tan solo dos meses después, se enteró que habían intentado asaltar la casa de sus padres, quienes murieron al estar en ella.
Sonrió sin intentar ocultarlo al saber que su padre aun no había cambiado su testamento, todo el dinero y propiedades quedaron a su nombre. Ese año aunque Sasuke estaba triste, pudieron vivir cómodamente y el consintiendo en todo a su hermano.
Lo amaba, lo adoraba, era su todo, quizás era enfermo pero no le importaba, solo deseaba que hasta que murieran, sus manos recorrieran esa piel, que esos labios jadearan en el máximo extasis su nombre, profanar ese interior una y otra vez sin la agonia de estar separados.
Hasta ese día, todo estaba bien.
Luego, odio con toda su alma, ese Dios supremo, castigando ese amor que para él era lo mas hermoso, era amor. Su hermano sufrió un accidente de auto por un conductor ebrio. Se enojo, se odio a si mismo por regalarle ese auto que tanto quería su hermano, ahora, le había costado estar en coma sin esperanza de despertar.
-Dime amor, ¿Qué puedo hacer?-
Llevo sus labios hasta esos que estaban inmóviles, sin dificultad profanó aquella cavidad que le tentaba deliciosa, jugó un poco en ella mientras sus manos quitaban aquellos cobertores bajando esos pantalones cómodos que tenia Sasuke. No era correcto, pero no podía evitarlo, casi todas las noches hacia el amor con su hermano.
Se negaba a si mismo que no despertaría, no importaba que toda su vida lo tuviese conectado en su casa, nunca se enamoraría, le haría el amor para, donde quiera que estuviese, Sasuke lo sintiera.
No le hacía caso a esas lagrimas que se derramaban de sus ojos al llenar ese interior con su semen, intentando no imaginarse ese “Itachi” que siempre le decía el menor cuando llegaban al orgasmo.
Sonrió, iniciando un año, más.
“Feliz año, Itachi”
FIN