“Around You”
KisaIta/FugaIta/MinaIta
Sus manos se aferraron con fuerza a sus piernas de manera que su rostro se ocultase perfectamente. Había ocasiones como esa, que odiaba a los demás, a todo el mundo, al planeta de ser necesario. Su dolor era lo único que le hacía saber que no estaba muerto como el quería.
Hace una semana que paso eso que sabía que no iba a evitar que sucediera en ese día en especial, era miércoles, no estaba haciendo ni calor ni frio, era agradable, podías salir con una simple camisa y sentir una sensación de alivio en la piel.
Abrió sus ojos aunque no miraban nada mas que sus piernas; escucho la puerta abrirse con lentitud, no escucho pisadas fuertes como las de su padre, si no, era esa mujer a la cual adoraba, hermosa y noble.
Solo sintió una cálida respiración y un mimo suave en su cabeza, haciendo que su corazón se volviese vulnerable, llorando, llorando por la vergüenza, de saber que su madre sabía lo que había sucedido y sin poder hacer nada.
No con aquel monstruo que era su esposo.
Flash back.
Le encantaba amarrarse su cabello con una coleta, odiaba esas ojeras que marcaban su rostro, ser el primogénito de uno de los últimos linajes de Japón, merecía eso y más. Acomodo de nuevo su uniforme, ese día, era como cualquier otro, examen tras examen, halago seguido de una cita, o cosas triviales que, no le llamaba la atención.
Llegó a la cocina, solamente tomaba un poco de té verde para calmar los casi nulos nervios que pudiese sentir, pero, esa mañana, se tensó al sentir a su padre, detrás de él. Muy pegado a su cuerpo; tanto que un brazo de su padre rozó su mejilla derecha al tomar un vaso de la alacena, incluso contuvo su respiración.
-Buenos días Itachi-
-Buenos días, padre-
Se alejó mientras se sentó lo más alejado en la pequeña mesa de la cocina, aunque poseían un amplio comedor, no se usaba a menos de ocasiones importantes, pero cuando su padre se sentó a su lado, deseo más lejanía de la que tenía.
Cerró sus ojos al sentir la mano de su progenitor en su pierna, ante los ojos de cualquiera pudiera ser una caricia de apoyo pero, esos dedos ir un poco más allá, tocando su entrepierna, hasta que la presencia de la única mujer de la familia apareció en el umbral, el pudo dejar su asiento.
-Volveré a las tres, tengo exámenes de preparación-
-Claro hijo, vete con cuidado-
-Adiós madre-
Ni se digno en ver a su padre, esa actitud comenzó cuando dos meses atrás, el tuvo un malestar y lo llevaron al médico, fue diagnosticado sano y el doctor adjudico esos malestares normales en su condición.
Su cuerpo estaba desarrollando hormonas que le permitían concebir. Era un doncel. Su madre no cambio su actitud, era su hijo, lo amaba ante todo y sobre todo, pero su padre, unos días ni siquiera le miraba pero, comenzó con esos toqueteos, incluso una noche, entro a su cuarto para darle besos o caricias, prefería fingirse dormido.
No comprendía, eso no estaba bien, era su padre.
Sacudió sus pensamientos antes de entrar al colegio; más de uno moría por salir con él, ser mas allá de un simple compañero pero, el tenía que terminar con su carrera para irse, lejos, muy lejos.
El día empezó con un examen de Finanzas, era tan fácil que término en una hora, pudo salir a tomar un poco de aire, pero, no se preparo para encontrarse con un nuevo socio de su padre.
Kisame Hoshigaki, incluso entre el mundo de los negocios era conocido como un tiburón, pues, por mas mínima deuda, cerraba negocios, los compraba o destruía a su antojo. No mostro ni un ápice de interés incluso cuando paso a su lado, incluso su paso se hizo más pausado girando para ir hacia el aula de música.
Algo que realmente le apasionaba era el piano. Podía entrar en un mundo de fantasía, sin presiones, sin nadie a quien complacer, innato su estilo y su facilidad, había obtenido premios de concursos, pero para su padre, antes de descubrir que era doncel, eso no le importo.
Comenzó con una melodía que le embriagaba por las noches, queriendo irse lejos, llevarse por la soledad, el mundo perdió sentido, deslizando sus dedos por cada tecla deleitándose a sí mismo por la pieza escogida, hasta terminar de interpretarla.
Pero una serie de aplausos le saco de sus cavilaciones, girándose, encontrándose con aquel tipo que le inspiraba ni el más mínimo escalón de confianza.
-Por favor, continúa, lo que menos deseo es que pares-
-No tengo nada más que tocar, si me disculpa-
Se levanto para ir a la salida pero, fue tomado con fuerza de su brazo, el mismo se sorprendió muchísimo al ser devuelto delante del piano.
-Insisto-
-…-
No dijo nada, miro altivamente al otro, aunque, no se espero ese cuerpo colocarse sobre el suyo, asfixiándolo, no por la presión pero si por esos labios que comenzaba a besarlo, por cualquier miedo intento quitárselo pero era fuerte, aunque el sabia como pelear, el otro era casi el doble.
-Desde que te vi a lado de tu padre, supe que debías ser mío, y lo serás-
-No, suélteme, que me suelte-
Intento gritar pero al no sentir aire en sus pulmones evitaba cualquier sonido; la ropa era alejada de su cuerpo a medias, sus pantalones y ropa interior bajados dejando expuesto su trasero y su miembro que fue rudamente acariciado.
-No, no entiende…que…-
Por una vez, lloró de impotencia, al sentir una cachetada tan fuerte haciéndole sangrar el labio que el otro se encargo de limpiar, aun no comprendía el cambio que dio su día. Pero ese dolor, de sentirse ultrajado le hizo derramar mas lagrimas de dolor, una y otra vez su cuerpo era violado y el no pudo hacer nada, esos labios, ese aliento en su boca, no pudo evitarlo.
Hasta que fue consiente al sentir algo caliente dentro de él incluso, resbalar por sus muslos, cerro sus ojos y se desmayo.
Después de unos momentos, se encontró en la enfermería de la escuela, la señorita que era la enfermera no dijo nada, solo suspiro, y le dijo que podía irse a casa. Se noto a si mismo aseado, con ropa nueva, como si solo se hubiera desplomado de la presión.
Libre de toda culpa o mancha.
Camino con pesadez, incluso sus cosas estaban ahí, se marcho a su casa, llegando una hora más tarde la acordada. Su madre le recibió con un beso, pero el parecía vacio, un cascaron, diciendo que no tenía hambre llego a su cama, y durmió.
End flash.
Había terminado ya la universidad, con tan solo diecinueve años era un prodigio pero ahora esto, saber que estaba embarazado, le hizo cambiar todo, su padre se atrevió a darle dos golpes en cada mejilla, y lloró.
Su madre intercedió pero recibió solo gritos ofensivos, lo dejo en su cuarto, no sabría cuanto tiempo paso hasta que su madre llego y se quedo con él, sobresaltándose los dos al sentir como el señor de la casa entró.
-Tú, no saldrás hasta que nazca…eso que llevas dentro, y cuando lo haga, ya veremos-
Salió azotando la puerta, ahora sí, rompiéndose en mil pedazos en los brazos de Mikoto Uchiha, aquella que, no sabía que pensar, mucho menos, por esa mirada de rabia y odio de su esposo, como si no mirase a su hijo, si no, a su pareja.
Y ella, se permitió llorar.
Continuará…