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CIM: centro de inteligencia mágica. por Timothy W

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Notas del fanfic:

Feliz añoo!!!

Notas del capitulo:

¿Todos sabemos lo que se agradecen los comentarios, no? ¡Y muy buen comienzo de año para todo el mundo!

 

El hombre cayó al suelo, desmayado. Tres aurores se encargaron de llevárselo de allí, mientras Harry echaba en un frasco algunos pelos que le habían arrancado, y tragaba con asco la poción multijugos.

-Está bien. Iré solo –se oyeron algunas protestas, pero no pasaron de los murmullos-. Sin rechistar chicos: no tenemos tiempo.

-Pero jefe Potter, puede ser peligroso –dijo Annie, una auror joven.

Harry bufó, un poco agobiado. Annie cada vez le recordaba más y más a Hermione.

-Annie, cielo, allí dentro sólo hay un hombre, el capo, al resto lo tenemos bajo custodia, en el Ministerio. Seremos uno contra uno, una pelea más que justa.

-¿Y si consigue huir? –repuso ella, insistente.

-Joder Annie –la interrumpió Jon, un auror corpulento y muy atractivo-, para eso hemos hecho la mutijugos, ¿no crees? Además, el jefe Potter está más que capacitado para atraparle. Y si escapara, de todas formas, ya sabríamos su identidad, ¿no?

-Sí, sí, gracias Jon.

Harry acabó de vestirse con las ropas de Eddard William, y se desapareció de allí sin acordarse de despedirse ni de dar instrucciones. Jon le ponía demasiado nervioso. Joder, Jon era demasiado atractivo.

Hacía siete años que Harry Potter era auror, y tres que era jefe de aurores, y dos que estaba metido hasta el cuello en aquella misión. Una asociación dedicada a la prostitución de lujo. Horrible. Horrible y mortalmente aburrido. Eso es lo que todos opinaban al principio; pero a cuantas más cosas sabían de dicha asociación, más interesante les parecía. Magia negra, ritos de sangre, criaturas de la noche… Y ahora todo aquello iba a acabar. Por fin.

Harry se colocó bien la capa sobre sus hombros y la alisó un poco, intentando quitarle todas las arrugas. Ya estaba ante la puerta del pequeño garaje. Sólo una puerta le separaba del líder de esa asociación, que seguramente ya habría llegado a la reunión.

Fue esa misma mañana cuando Harry tomó la decisión de ir solo. Creía que así, usando la mutijugos, podría sacarle información al líder de todo aquél meollo. Tal vez eso sólo era la punta de un iceberg más grande, quién sabe.

Llamó tres veces a la puerta metálica, tal y como los prisioneros les habían confesado (bajo litros de veritaserum) que era el código de la asociación. El placer, se hacían llamar.

La puerta empezó a subirse lentamente, con un ruido fuerte y robótico, hasta llegar a arriba del todo y quedarse quieta y silenciosa.

-Pasa –se oyó desde el interior del garaje; la voz era masculina, pero suave, y parecía muy cansada y agobiada-. ¿Ned, eres tú?

-Sí –respondió Harry, entrando en el garaje y bajando la persiana.

-Joder, menos mal, pensé que no llegarías nunca –siguió-, y no te vas a creer lo que ha pasado. Putos aurores de mierda, son todos unos incompetentes, pero claro, no me extraña para nada, con el inútil de Potter como jefe, ¿qué podríamos esperar? ¡Y ahora va y me jode el puto trabajo de dos años! Joder. Mierda Ned, dos putos años enteros a la mierda por el cuatro ojos ese. Le mataba, en serio te lo digo; le mataba.

Harry se había quedado petrificado en el sito. Sólo conocía a una persona con ese brillante cabello rubio y que tuviese tan pésima opinión de él. Se acercó al otro hombre. Había una mesa inmensa de madera, alumbrada con una lámpara vieja y sucia que colgaba del techo; él estaba sentado en una silla polvorienta, a la cabeza de la mesa, y Harry se sentó en otra idéntica, a su lado derecho.

-Cálmate –dijo.

No sabía qué más decir, ni entendía qué cojones hacía Draco Malfoy, vestido con un traje muggle, sentado en un sótano que seguro era un pozo de ratas.

-Te obsesionas demasiado Draco, no debes tomártelo como algo tan personal –Harry casi pega un bote en su silla: había un segundo hombre que no había visto antes ni lograba ver ahora-. ¿Tú qué crees, Neddy? –y se echó a reír.

Finalmente apareció dentro del círculo de luz y Harry pudo ver a Blaise Zabini.

-Que tienes razón –se giró hacia Draco, intentando por todos los medios parecer familiar y relajado-; deberías mirar las cosas desde otro punto de vista.

Zabini se puso a reír, de nuevo.

-¿Ves lo que te digo, Draco? Estás obsesionado con Potter.

Draco gruñó, casi gritó.

-¿Obsesionado? ¿Con Potter, Blaise? ¡Joder! –se levantó de la silla y empezó a dar vueltas alrededor de la mesa, siempre con grandes zancadas; llevaba las manos metidas en los bolsillos y no levantaba la mirada del suelo-. No estoy obsesionado con nadie, es sólo que… Cómo… Joder, ¿cómo se atreve a hacerme esto? ¡A mí! –y añadió en un susurro-: Como si no me hubiese jodido suficiente ya…

La cara de Harry debía de ser un auténtico poema.

-¿A ti? No te ha jodido a ti, Draco –continuó Blaise; le agarró del brazo, con fuerza, cuando Draco pasó andando por su lado, y le obligó a sentarse. Él también se sentó-. Tienes que entender que Potter es el auror jefe, joder, sólo hace su jodido trabajo –escondió la cabeza entre los dos brazos apoyados en la mesa-, y me juego el cuello en que ni siquiera sabe que tú estás implicado en todo esto. Los aurores son demasiado incompetentes para saber nada de interés.

Draco volvió a bufar. Luego sacó un paquete de tabaco, Winston, del interior de su chaqueta, y se encendió un cigarro. Le ofreció otro a Blaise que éste rechazo, y volvió a guardar el paquete.

-Bueno, ¿tú qué opinas Ned? Joder, ¡no estés tan callado hombre!

¿Qué no estuviese tan callado? Harry no podía hacer otra cosa que alucinar. ¿Desde cuándo Malfoy fumaba tabaco muggle? ¿Y desde cuando vestía así? ¿Y soltar tacos en cada frase? Eso también debía ser una nueva costumbre. Por no hablar de lo raro que era para Harry ser el tema de conversación. Joder, se suponía que iría, le sacaría información y le detendría. Ni Zabini debiera estar allí, ni ellos debieran saber nada de nada sobre que los aurores habían arruinado su plan. Ni Draco Malfoy tendría que estar así de bueno.

-Opino lo mismo que Blaise –empezó, tentando el terreno-: Potter trabaja atrapando a los malos, ¿qué mierdas esperabas que pasase?

Harry se reclinó un poco más en la silla para darle énfasis a sus palabras, y le rezó a Merlín para que aquello tuviese sentido y hubiese colado.

Blaise seguía, todavía, con la cabeza enterrada entre los brazos, dándose pequeños golpecitos rítmicos en la nuca; Draco le miraba pensativo, pero Harry no fue capaz de ver ningún atisbo de sospecha en sus inmensos ojos grises.

Draco soltó un ruido que sonó a gruñido de negación.

-No, bah, no me creo que Potter se crea esa mierda de que somos los malos –volvió a soltar un gruñido.

Blaise levantó la cabeza, lo miró incrédulo y se echó a reír a carcajadas.

-Joder, no pensaba que esto iba tan lejos. ¿Qué te hace pensar que Potter tiene información suficiente para saber que trabajamos para la CIM? –y volvió a reír.

-¡Y yo qué sé! Simplemente, no sé, ya sabéis, es el gran Harry Potter.

Harry, ahora sí que sí, había entrado en estado de choc. ¿Trabajaban para la CIM? ¿Para la Compañía de Inteligencia Mágica? Muy poco se sabía sobre ella, y menos sabía todavía Harry, pero recordó que Hermione los había definido como aurores, pero en mejor, bueno, es decir, que se ocupan de los asuntos internacionales, ya sabes. Esa misión se estaba volviendo absurda.

-Sí, desde luego –continuó Blaise-. Joder Draco, se que te pone Potter, pero no es como si pudiese saber que nos hemos infiltrado en El Placer, y que capturando a esos imbéciles nos ha jodido la fiesta.

-Exacto –dijo Harry, perplejo-, ¿cómo cojones iba a saberlo?

Draco les miró, cansado.

-No lo sé ¿vale?, no lo sé –hizo una pequeña pausa-. Y no me pone Potter.

Oh. Otro pequeño detalle que dejó a Harry más flipado que antes. ¿Se la ponía dura a Malfoy?

-No –río Blaise-, claro que no. ¿Verdad Neddy? Por eso te lo follas –añadió, haciendo un gesto hacia Harry y provocándole una repentina tos-. Déjame pensar… A ver… Ned es moreno, tiene los ojos verdes, es algo más alto que tu, muy guapo, musculoso… Sus únicos defectos son no que no fue a Gryffindor y no se llama Harry Potter. ¡Por Merlín Malfoy! La verdad es que no sé qué cojones le ves.

Harry rió: eso le sobrepasaba.

-Exacto –se aventuró a decir-, yo tampoco entiendo qué le ves.

Draco volvió a bufar y se levantó de la silla para renovar su paseo alrededor de la mesa.

-Ni yo, ni yo –murmuró-. Es sólo que… No lo sé. Potter me trastoca, me obsesiona; sólo eso.

Blaise volvió a reír, y Harry se le unió. ¿Cómo no iba a reírse? Malfoy se obsesionaba con él y se follaba a sus clones. Era destornillante.

Decidió cambiar de tema.

-Bueno, olvidemos a Potter –se oyó decir-. ¿Qué pasa con todo lo demás? ¿Cómo se supone que actuaremos ahora?

Malfoy paró de andar, y se apoyó con ambas manos en la mesa, muy cerca de Harry. Demasiado cerca, a decir verdad.

-Podríamos comunicarnos con los aurores –propuso Blaise.

-¿Con los aurores? Ni hablar. La CIM no trabaja con esa manada de inútiles, Blaise.

-Como quieras, pero creo que sería lo más sensato. Y así podrías hablar con Potter –añadió, entre risillas-. Además, éste caso también les incumbe a ellos, el problema de El placer será todo lo internacional que tú quieras, pero su sede está aquí, en el Reino Unido, y éste es el territorio de los aurores.

-A mí también me parece buena idea hablar con los aurores –dijo Harry.

Malfoy se sentó a su lado.

-Vale, como queráis, pero la única forma de que El placer siga confiando en nosotros, es que les rescatemos o algo así. Es demasiado sospechoso que estén todos bajo custodia del Ministerio menos nosotros tres. Y no podemos permitirnos perder estos dos años.

Blaise rió y le dio un golpe a la mesa, con la palma de la mano.

-Bueno, ¡pues ya tenemos plan! Draco, tú serás quien hable con Potter y no, no acepto nos por respuesta, soy tu jefe y me obedecerás. ¿Entendido? –hizo un pequeño silencio, y miró a Harry-. Bien, Ned, tú puedes volver a Escocia, no me gusta quitarle sus ligues a Draco pero… Ya no eres necesario aquí. Y tú –añadió, girándose otra vez hacia Malfoy-, quiero que mañana te plantes en el Ministerio y vayas al despacho de Potter a soltarle todo éste rollo. Los detalles te los dejo a ti, y a él. ¿Entendido? ¿Está todo clarito?

Harry asintió y Draco hizo un ruidito de resignación.

Blaise se levantó, sonriente, se despidió de Harry con abrazos y buenos deseos, y se marchó del lugar.

Aquello ya no podía volverse más tenso para el joven héroe.

Harry no sabía qué hacer, ni dónde meterse, ni qué cara poner. Draco, a su lado, tenía la frente apoyada en la mesa y daba la impresión de que no iba a hablar en bastante rato.

-¿En qué piensas? –le preguntó. No es que fuese una buena idea hablar, sobretodo porque le podría descubrir, pero la tensión del silencio ponía a Harry demasiado nervioso.

Draco gruñó.

-Oye Ned –dijo, minutos más tarde-, ¿por qué entraste a trabajar en la CIM?

-No lo sé.

Draco levantó la cabeza y lo miró extrañado, pero la respuesta de Harry, su voz, sonó tan sincera que Malfoy no tuvo nada que objetar.

-¿Y tú? –añadió Harry.

-¿Yo? –hizo una breve pausa-. Yo quería ser auror, como Potter, ya sabes. Pero no puedo, por la Marca Tenebrosa; se ve que los aurores no pueden permitirse pagar un jodido uniforme de manga larga –hizo otra pausa, para tomar aire-. Bueno, el caso es que mejor así. La CIM es infinitamente más seria, y explotan todas mis cualidades, hasta la última. Me siento útil e importante, y Merlín sabe que adoro sentirme importante.

Luego miró a Harry, sonriendo, y Harry sufrió un pequeño ataque al corazón. Nunca había visto a Malfoy sonreír de aquella manera tan… auténtica y natural, tan espontánea, tan humana. Era precioso; algo increíble viniendo de la mente de Harry Potter. Pero era algo estúpido ponerse a negar obviedades. Además, si Malfoy se la pelaba pensando en él, ¿por qué no podría él hacer lo mismo? Era justo.

-Oye –la voz de Draco le sacó de sus cavilaciones-, ¿quieres follar, antes de irte?

Harry se quedó de piedra, congelado: eso si que ya era pasarse de la ralla. Y dijo lo primero que le vino a la mente: una escusa.

-Es que… Bueno Draco, verás, no me ha sentado muy bien saber que te la pongo dura porque te recuerdo a Potter, ya sabes.

-¿Una patada en el orgullo eh? –dijo Draco, sentándose en la mesa, delante de él-. ¿Y qué más da? No es como si no lo supieses de antes. Además, me juego mi mano izquierda a que te da igual en quién piense yo mientras deje que me folles a cuatro patas. ¿O me equivoco, Ned? –añadió, pasando sus manos por el pecho de Harry, con una sonrisa entre sensual y burlona.

-¿Qué hora es?

Malfoy le miró extrañado, pero le dijo la hora. Cinco minutos: cinco minutos y volvería a su apariencia normal de Harry Potter y allí se armaría la de Cristo. De todas formas, Harry no sabía si salir corriendo de ahí, o esperarse. Malfoy, mañana por la mañana, se plantaría en su despacho, y Harry le tendría que contar que Eddard William estaba bajo custodia y que el hombre con el que casi folla ayer, era él mismo, con multijugos. Malfoy se cabrearía, y mucho, era un grave atentado contra su intimidad. En cambio, si se lo decía ahora… Tal vez eso aminorase el enfado. Aunque, siendo sinceros, Harry dudaba mucho respecto a eso. Pero tampoco podía hacer otra cosa.

¿Y si le contaba que era él pero luego se lo follaba? Así seguro que no se enfadaba tanto, y Merlín era testigo de que ambos lo disfrutarían…

-¿William? –Harry le miró-. Joder, llevó años llamándote. ¿Qué mierdas te pasa? ¿En qué piensas?

-Malfoy; tengo que decirte algo –Harry tomó aire y valor, mucho valor-: soy Harry Potter.

Y Draco rió. Rió a carcajada limpia y mandíbula latiente.

-Sí Ned, sí. Tu eres Potter y yo tu zorra. Lo pillo; quieres follar. Pero si vas diciendo por ahí que eres Potter no te extrañe que luego gima y chille cosas como que---

-¡Malfoy! ¡Cállate! –la respiración de Harry se había acelerado, y Draco seguía sentado delante de él, en la mesa, con las piernas abiertas. Una situación incómoda, como mínimo-. Lo digo en serio joder, soy Potter. Harry Potter.

Draco lo seguía mirando divertido, y Harry era lo suficientemente perspicaz para darse cuenta de que Malfoy se estaba poniendo cachondo. Eso tenía que parar. Y tenía que parar ya, o Malfoy se iba a cabrear infinitamente más.

Harry bufó y se levantó, quedándose de pie delante de Malfoy.

-Malfoy, en serio; te lo digo en serio –luego se armó de valor y siguió-. Me llamo Harry James Potter y tengo 24 años, como tú. Fui a Gryffindor y estudié para ser auror. Ahora soy jefe de aurores y nuestra principal misión era atrapar a El pacto. Ayer atrapamos a gran parte de la asociación, y hoy hemos dado con Eddard William, me he tomado la multijugos y he venido aquí para capturar al supuesto y maligno jefe de la asociación, y a ver si lograba sacarle algo más de información sobre redes de prostitución, o rituales de magia negra, o lo que fuese –la cara de Malfoy estaba desencajada: tenía los ojos inhumanamente abiertos, la boca abierta y los labios secos, y miraba a Harry sin poder creérselo-. Y ahora, en uno o dos minutos, mi aspecto volverá a ser el de siempre. Sólo te pido que no… que no… te cabrees… mucho. Por favor.

Draco seguía en silencio, mirándole, absolutamente ido. Incluso se puso colorado, y aquello ya era demasiado. Draco Malfoy colorado, pasando vergüenza. Harry volvió a hablar, tenía que seguir disculpándose.

-¡Oh Malfoy! –su voz sonó patética, un murmullo, pero se recuperó-. Sé que… Sé que te enfadarás, yo me enfadaría. Pero joder, ¿qué querías que hiciese? ¡Estaba alucinando! Y no podía soltar mi identidad así felizmente, de hecho, ahora que lo digo, decírtelo ahora también puede ser peligroso… Pero yo… No quería insultar tu intimidad de esta manera, de verdad. Yo no sabía que tu… Oh, ¿cómo coño lo iba a saber? Es… Es muy raro que tú sientas… Bueno, atracción por mí, ya sabes. Y yo no debería saber esto, de verdad –el aspecto de Harry volvió a la normalidad y Draco seguía callado, colorado y cachondo, aunque ese fuese un detalle que ahora mismo Harry ignorase-. Vale, ya sé qué podemos hacer: oblidatame. Sí, debo olvidar esto. Sólo todo lo que tú has dicho… sobre mí, ya sabes. Oh no, eso no puede ser, no puedo olvidar una misión voluntariamente, soy el jefe de aurores, joder. Pero puedo… Es decir, ¿quieres que te cuente algo? ¿Algo de mí? Así tu también sabrías cosas mías. Joder Malfoy, no me mires así, lo siento. De verdad que lo siento. ¿Tienes veritaserum? ¿Qué quieres que te cuente?

Harry se calló de golpe: ya no sabía qué más decir. Pero le devolvió la sonrisa cuando Malfoy le sonrió.

Draco, por su parte, no se iba a enfadar, entendía perfectamente que Potter no podría haber hecho otra cosa. De hecho, consideraba que sus disculpas habían sido humillantes y tremendamente exageradas, pero en fin, ¿qué más se podía esperar del gryffindor perfecto? No obstante, Potter le acababa de dar una opción que él no iba a rechazar. ¿Veritaserum? Sí, tenía de eso, y por Merlín que esa noche iba a ser interesante. Muy interesante.

-Está bien Potter, tranquilo –dijo, bajando de la mesa y sacándose un frasco del bolsillo-. Esto es veritaserum, ¿quieres que te devuelva la putada?

Harry miró el frasco, obviamente inseguro y arrepentido de su propia proposición, pero ahora ya era demasiado tarde para negarse, así que asintió lentamente con la cabeza.

Malfoy le volvió a sonreír y le tendió el frasco. Potter se lo bebió: entero.

Dejaron pasar unos minutos, en los que Malfoy caminó, pensativo, alrededor de la mesa. Luego se sentó en una silla, encarando a Potter.

-Bien, ¿cómo te llamas?

-Harry James Potter.

-¿Cómo se llamaban tus padres?

-James Potter y Lily Evans.

-Genial, ¿cuántos años tiene?

-Veinticuatro.

Draco hizo una pequeña pausa, en la que sonrió.

-Perfecto, creo que esto funciona, ¿no crees? –Harry asintió, avergonzado-. Bueno, empecemos a divertirnos Potter. ¿Te ha sorprendido lo que has oído?

-Sí.

-¿Y por qué? Hasta donde yo sé, hay muchísimas personas que te desean, no veo por qué iba a ser diferente conmigo.

Harry estaba visiblemente incómodo.

-Joder Malfoy, pues porque eres tú… Y yo soy yo. Y nos llevábamos fatal y todo eso. Era… imposible, no sé.

-Entiendo –dijo, riendo-, ¿y te ha gustado oírlo?

-Sí –hizo una pausa, intentando luchar contra las palabras que imploraban por salir de su boca-. A todos nos gusta saber que gente así de atractiva se hace pajas pensando en nosotros.

Malfoy lo miró estupefacto durante unos segundos, luego asintió y rió. Rió bastante.

-¿Gente atractiva? Joder Potter, me halagas. Y dime, ¿te gustan los hombres?

-Sí.

Oh, había dicho que . Que sí le gustaban los hombres. Aquella situación empezaba a ponerse sumamente interesante.

-Te gustan los hombres y me encuentras atractivo –dijo, sonriendo con suficiencia-. Y dime, Potter, en una escala del 1 al 10, ¿cuán atractivo me encuentras?

-Mucho.

-En cifras.

-Un 8. O un 9, o yo qué sé Malfoy. Joder, deja de preguntar cosas así. Esto ha sido una muy mala idea, ¿vale? Venga, para ya. Por favor.

-No Potter, no pienso parar –Harry bufó, desesperado-. ¿Te lo montarías conmigo? –Harry siguió en silencio, mordiéndose el labio inferior-. Contéstame Potter. Oh, no, no, mucho mejor: ¿te has hecho alguna pajilla pensando en mi?

Ya está: Harry se sabía perdido, absolutamente perdido.

-Sí.

-¿Sí?

-Sí.

-¿Y te apetecería hacer algunas de nuestras fantasías realidad? Ya sabes que a mí me harías bastante feliz.

Harry rió, nervioso. No recordaba haber estado más nervioso en toda su vida.

-Puede…

-¿Puede, Potter? ¿Eso es un sí?

-Puede…

-Estaría bien que fueses más claro, no me gustaría que pudieses denunciarme por violación. Ya sabes.

-Sí Malfoy, joder, sí: me gustaría, ¿vale? ¿Contento?

Draco le miró, sonriendo, radiante y feliz, y le besó. Harry le respondió el beso, temblando de anticipación.

-No sabes cuánto.

Notas finales:

¿Todos sabemos lo que se agradecen los comentarios, no? ¡Y muy buen comienzo de año para todo el mundo!


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