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No soy el que fui por Jae_Marshmallow

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Notas del fanfic:

Harry Potter no me pertenece -obviamente- es de la Diosa J.K. Rowling *A*

Este fanfic se lo dedico a todas esas personitas que ñoñean conmigo HP (:

Notas del capitulo:

Para ser un primer capitulo fue realmente largo de 13,296 palabras xD pero le eche muchas ganas y espero que lo disfruten.


 


¡Nos leemos abajo!

 

Me gustaría poder llegar a comprender como fue que llegamos a esto.

 

El ambiente se sentía completamente denso, vire la vista hacia mi derecha, se encuentra tía Petunia tan flaca y desabrida como siempre. Me causa gracia el hecho de que se pusiera sus mejores ropas, o al menos, ella creía verse elegante. A mi me parece que luce ridícula.

 

Me siento algo apretado pues justo a mi lado izquierdo se encuentra Dudley acaparando gran parte de la mesa con su porcino cuerpo, lo veo mucho más gordo que la última vez que vine a casa de los Dursley.

 

Justo en frente de mi, ocupando la mitad de la mesa por su corpulento tamaño, esta tío Vernon. Debo aclarar que me mira con su mejor mueca de repulsión de todo su repertorio al cual me gusta titular expresiones-de-odio-para-Harry-Potter la cual consta de diez niveles. Actualmente tío Vernon me mira con la número diez. La mirada que me esta dirigiendo es una mezcla de coraje y odio, debo decir que años de convivencia con los Dursley me hicieron inmune, pero esto, esto es simplemente diferente. Admito que estoy disfrutando de ese coraje que me dirige tío Vernon en conjunto con tía Petunia en estos momentos.

 

Dirijo la vista a la única persona que hace que todo este circo valga la pena, su elegante porte y finos movimientos han dejado con la boca abierta a tía Petunia. Junto a tío Vernon que es rechoncho y bigoton luce más delgado de lo normal, porta un traje negro a la medida de la más fina costura que hace resaltar su pálida piel de porcelana y su cabello rubio platinado lo hace ver envidiable a ojos de cualquiera. Suspiro abatido. Estoy harto de esto.

 

– ¿Qué le parece la comida? La he preparado yo misma – Tía Petunia rompió con el silencio. Cosa que le agradezco. Pero al instante mire rápidamente a mi novio, conociéndolo se que hará un comentario mordaz, le imploro con la mirada que se controle.

 

– Buena… – Se apresuro a mentir al notar mi mirada suplicante. Pude ver que se encontraba con el entrecejo ligeramente fruncido, se que la comida no esta siendo de su agrado. Si en ocasiones se quejaba de la comida de los elfos domésticos de Hogwarts, la cual es deliciosa, ¿cómo no iba a quejarse de la comida de los Dursley?

 

– Así que… ¿Malfoy, eh? – Esta vez fue tío Vernon quien hablo.

 

– Draco Lucius Malfoy Black – Complemento, con un tono que hacia resaltar lo imponente que podía llegar a ser la sola mención de su nombre.

 

– ¿Y a que se dedica tu familia? – Pregunto muy curioso, aquí es donde empezara a cuestionar una y otra vez. Me compadezco de Draco que tendrá que soportar todo este interrogatorio.

 

– No creo que sea necesario responder – Interrumpí rápidamente.

 

– Es de mala educación interrumpir cuando dos personas tienen una conversación. – Me callo. Pude ver como Draco ponía una expresión ceñuda. No le agradaba el tono en que los Dursley me hablaban.

 

– No tengo problema con responder, Harry – En ese instante me dedico una de sus sonrisas, de esas que son completa y exclusivamente para mí. Con eso me basto, no volvería a interrumpir, pero él no sabe que se esta metiendo en la boca del lobo. No soy adivino pero si algo aprendí con la profesora Trelawney es que; muchas cosas terminan en desgracia. Y esto, se aproxima a serlo.

 

– Mi familia es dueña de las acciones más grandes del mundo mágico y también estamos inmiscuidos en el Ministerio de Magia. Provengo de una familia de sangre pura – Paro por un momento al ver las caras de horror en los Dursley al mencionar «Mundo Mágico» «Ministerio de Magia» «Sangre pura» Soltó un pequeño bufido –. En pocas palabras, somos multimillonarios.

 

Eso si lo entendieron. Juraría que a tío Vernon se le iluminaron los ojos, pues al instante comenzó a hablarle de su trabajo y como podía ofrecerle descuento si pedía una gran cantidad de taladros. Cuando regrese la vista a mi plato, ya no se encontraba gran parte de la comida, rápidamente dirigí la vista a mi –por desgracia– primo, Dudley. Engullía la comida tan rápido como podía, evidentemente era él quien estaba tras el robo de mi porción. Parece que hoy no cenare bien, esto hace que mis recuerdos vaguen a la época en la que comía tan poco por culpa de Dudley y sus estúpidas dietas que jamás funcionaron.

 

Draco quien pareció darse cuenta, callo a tío Vernon para poder dirigirle algunas palabras a tía Petunia.

 

– Disculpe, pero me temo que su regordete hijo no le basto con el plato rebosante que le dieron, sino que, por si fuera poco se atraganto también el de Harry ¿podría servirle nuevamente?

 

Harry se sintió enrojecer nunca nadie le había defendido así contra los Dursley, bueno, solo una vez Hagrid cuando recién lo conoció y dudaba que Dudley olvidara esa experiencia pues como consecuencia había tenido una cola de marrano. Repentinamente, paro en seco.

 

¿Draco Malfoy en casa de los Dursley?

 

Se pregunto mientras miraba impresionado al heredero de los Malfoy.

 

Comenzó a atar cabos, eso no podía ser siquiera real, y mucho menos posible.

 

– ¿Harry? – Pregunto un Draco Malfoy bastante preocupado, al ver que el moreno no contestaba volvió a repetir -. ¡Harry!

 

– ¡¿QUE?! – Grito asustado, levantándose precipitadamente de la cama sin abandonarla - ¿Qué?... – Su visión era completamente borrosa, extendió uno de su brazos a la mesita de noche para coger los redondos lentes. Una vez puestos, podía ver con claridad. Su respiración era entrecortada por el susto que recibió al levantarse tan velozmente. Visualizo a Ron bastante curioso.

 

– ¿Estas bien? ¿No será…? ¿¡Has vuelto a soñar con él!?

 

– No, nada de eso Ron – Contesto lo mas rápido que pudo no quería que su amigo se alterara como solía pasar cuando soñaba con El-que-no-debe-ser-nombrado.

 

– Entonces, ¿Qué soñabas?

 

Harry guardo silencio intentando recordar su sueño, pero le era imposible. Cerro los ojos quizás así seria mas efectivo, pero poco tiempo paso para que se diera cuenta que no funcionaba. Tendría que admitir que no lo recordaba y eso implicaba que Ron se alterara cosa que no tenia ganas de soportar por la mañana.

 

– ¡Chicos, se hace tarde para la clase! – Interrumpió la irreconocible voz de Hermione en el umbral de la puerta. Harry agradeció enormemente la intromisión de la castaña. Les pidió que se adelantaran y pronto los alcanzaría él era el único aun en pijama, necesitaba darse un rápido baño. Por supuesto que Hermione no se había ido sin darle una reprimenda acerca de la puntualidad.

 

Al llegar, casi raspando a la hora de comienzo, corrió directo a la mesa en la que se ubicaron sus inseparables amigos, justo en la última. Aparentemente Ron le había contado a su amiga el percance de hace un rato porque apenas llego comenzaron a bombardearlo de preguntas. Harry les aseguro que no era nada referente al Señor Tenebroso porque de ser así, le habría dolido la cicatriz. Por toda la hora no pudo concentrarse en la clase de encantamientos, sin poder entender la razón. Cuando se dio cuenta, la clase había finalizado.

 

– Tengo mucha hambre, siento que moriré sino como ya – Se lamentaba Ron.

 

– Eres un tragón, no puedes soportar ni una hora sin comida – Regaño la castaña pues un día no estaba completo si esos dos no discutían por simplezas.

 

Entraron al Gran Comedor hablando sobre cosas irrelevantes cuando el pelirrojo cambio estrepitosamente de tema.

 

– ¡Mírenlo, pavoneándose como si fuera lo máximo! – Gruño dirigiendo su vista a la mesa de Slytherin. Algunos reían a carcajadas con lo que seguramente fue un comentario venenoso del príncipe de las serpientes, el cual para soltar alguna pequeña risa era mucho más fino que el resto y aunque fuese así, era lejos de asimilarse a una risa.

 

– No le prestes atención Ron, di que hoy no te a molestado.

 

– ¡Porque no a tenido la oportunidad! Pero ten por seguro que si la hubiera tenido no la desaprovecharía, ¿verdad Harry? – Pregunto para obtener el apoyo de su amigo.

 

Harry no reaccionaba estaba anonadado observando la mesa de Slytherin, sus ojos se habían detenido en la figura delgada y de cabello rubio platinado que escuchaba atento lo que sus compañeros tenían por decir. Fue ahí que recordó todo; Draco Malfoy, los Dursley, la cena, la forma dulce en que Malfoy le veía, la manera en que lo defendía de sus horrendos tíos y Dudley, y sobretodo que jamás había escuchado su nombre de pila salir de los labios del Sly.

 

Sentía que el calor se asentaba en sus mejillas de forma precipitada, Malfoy levanto la vista cruzándose con las esmeraldas de Harry. Sintió su corazón latir tanto que podría salírsele en cuestión de segundos. Seguramente tenia cara de retardado o algo así porque la mayoría del comedor le miraban curiosos. Corrió a sentarse en su mesa y a servirse comida lo más rápido que podía, ignorando olímpicamente a todos. Hermione y Ron lo siguieron sentándose a su lado.

 

– ¿Qué fue eso? – Pregunto Hermione mientras echaba una miradilla por enzima de su hombro hacia la mesa de Slytherin no muy segura de que fue lo que vio Harry.

 

– Nada, no fue nada. – Se apresuro a mentir, no le gustaba guardarle cosas a sus amigos pero ¿Qué iba a decirles? Oh no paso nada solo me quede embobado viendo los profundos ojos grises de Malfoy mientras recordaba que soñé que era mi novio ¡De ninguna manera diría aquello! Si en su mente sonaba descabellado no imaginaba que tan absurdo sonaría si lo dijera. Debía comenzar a preocuparse si era gay, no era normal soñar eso. Reconocía que Malfoy era lo que podría considerarse como atractivo pero no que le gustara ¿verdad?

 

– ¿Qué pasa, Potter? Juntarte tanto con Weasley hizo que te gastaras todas las palabras – Dijo una voz que arrastraba las palabras, inconfundible.

 

– Piérdete hurón – Refunfuño Ron parándose para hacerle frente a Malfoy.

 

– ¿A que vienes Malfoy? – Hermione también se paro, hecha una furia. Pero el rubio ignoro a ambos esperando la respuesta del moreno, sin conseguirla. Frunció el ceño molesto.

 

– ¡Potter! – Extendió el brazo dispuesto a voltear al pelinegro y que lo viera directo a la cara ¡nadie ignoraba a Draco Malfoy! Más al lograr su cometido no ocurrió lo que se esperaba. Potter no lo miraba con odio, estaba ruborizado y desviando la mirada. Draco abrió los ojos de par en par, quedándose inmóvil –. Maldición, Potter – Mascullo antes de salir del comedor, sin dirigirle palabra alguna a sus compañeros de Slytherin.

 

El resto de la mañana transcurrió de lo más normal para Harry. Los de Gryffindor y Hufflepuff compartieron clase de botánica con la profesora Sprout. Neville Longbottom logro conseguir 30 puntos para Gryffindor, esa clase era en la que mas destacaba. Sin embargo en la clase doble de pociones con el profesor Snape los puntos que consiguió Neville desaparecieron, ya que como es costumbre en pociones, Snape logro quitarles 50 puntos. Este culpaba a Hermione de presumida sabelotodo por responder cuando no se le preguntaba y a Neville por ser tan inútil en la asignación.

 

Lo único fuera de lo normal es que Draco Malfoy no se había presentado a pociones, y según creía a ninguna de las otras clases que tenían los de Slytherin pues antes de mediodía se topo con Pansy Parkinson chismorreando con Crabbe y Goyle, sin presencia del rubio.  

 

Harry, Ron y Hermione se encontraban en la Sala Común de Gryffindor alejados del resto en unos sofás terminando la tarea que les habían dejado.

 

– Ron, ¿Qué has puesto?

 

– El jueves moriré al caer por las escaleras por culpa de la posición de Marte.

 

– Esa ya la usamos – bufo resignado –, comienzan a terminarse las desgracias.

 

– Insisto, debieron haber abandonado esa asignatura ¡no vale la pena! – Hermione cerró el libro del cual hacia algunos pequeños apuntes –. He terminado, suerte con sus muertes – Se despidió de aquella manera tan agradable para retirarse a su habitación.

 

– Me siento muy cansado, será mejor que me duerma ya. – Harry tomo su pergamino, la tinta y la pluma para irse a la habitación, acompañado de Ron que no dejaba de seguir ideando distintas formas de morir. Cuando llego se puso el pijama de manera pesada, estaba agotado. Tuvo un día cansado pero no físicamente sino mentalmente. Por sus pensamientos vagaba una y otra vez en el sueño tan extraño que había tenido. El hecho de que Malfoy no se presentara a clases después de lo ocurrido en el Gran Comedor tampoco le resultaba indiferente.

 

Se metió a la cama tapándose hasta los hombros, girándose para estar de lado y poder hablar con su amigo.

 

– Ron

 

– ¿Qué pasa? – Dijo este girándose para verlo.

 

– ¿Crees que le ocurrió algo a Malfoy? No se presento a clases.

 

– Espero que si, sea lo que sea que le haya pasado lo tiene bien merecido.

 

– Ya, pero…

 

– ¿No me digas que estas preocupado por él? – Ron parecía estar comenzando a enfadarse.

 

– ¡No! De ninguna manera, no digas tonterías. – Se giro dándole la espalda, ambos sabían que ese tema ya había quedado zanjado. Harry supo que Ron seria la ultima persona a la que le contaría su sueño, no soportaba ni la mención de Malfoy. Cerró los ojos y ahí estaba otra vez, sentado entre Dudley y tía Petunia con tío Vernon y Malfoy enfrente. Le sonreía de una forma encantadora que solo hacia a Harry enrojecer. Tal y como enrojeció en el Gran Comedor, solo que esa vez había sido con el “Malfoy real”.

 

Su plato estaba nuevamente lleno, al parecer tía Petunia había accedido a rellenarle.

 

– No tengo hambre. – Comento fugazmente, no era del todo falso ya había cenado en el Gran Comedor.

 

– También perdí el apetito. – Draco se paro de la mesa y haciendo una reverencia cortes se llevo a Harry consigo.

 

– Esperen – les detuvo tío Vernon, Harry estaba bastante acalorado. Malfoy le tomaba de la mano –, el joven Malfoy dormirá en el cuarto de Dudley.

 

Dudley al escuchar aquello mostró una mueca de desagrado no le parecía la idea de compartir su habitación con algún extraño amigo de Harry de su aun mas extraño mundo de raros anormales.

 

– ¿Y donde dormirá Dudley? – No es que le preocupara, pero si Draco dormiría en su habitación… ¡No! ¿Mandaría a Dudley a dormir con él en su cuarto? ¡No quería dormir con Dudley! Seguro que abarcaría toda la cama y él terminaría tendido en el suelo tapándose con la vieja alfombra empolvada.

 

– De ninguna manera – hablo arrastrando las palabras su tono de voz era un tanto neutro –, yo dormiré con Harry.

 

Un silencio de ultratumba reino, tía Petunia miraba impactada y reprobatoriamente a tío Vernon. Dudley estaba más feliz con eso que con la idea de prestar su habitación.

 

– A mi… no me molestaría. – Las palabras salieron solas ¿Compartir habitación con Draco? Que mas daba, solo era un sueño y ya era tan descabellado que no importaba que mas cosas pasaran.

 

– En ese caso, no se diga más – Draco saco la varita, los Dursley se asustaron al verla y retrocedieron unos cuantos pasos. Malfoy supo que el solo enseñarla intimidaba a esos muggles –. La puerta estará cerrada con una cerradura mágica – dicho aquello jalo a Harry dentro consigo. 

 

– ¡Por Merlín! – Se quejo apenas entraron a la habitación, justo después de lanzar el hechizo a la cerradura –. Son la peor clase de muggles que he visto en mi vida. Y debo destacar que solo he conocido sangre sucias al menos tienen magia, pero estos… ¿Cómo pueden ser tu familia, Harry

 

El mencionado dio un brinquito de sobresalto, miraba la puerta como la cosa mas interesante que haya visto en su existencia. No quería voltear a ver a Draco ¿debía responder?

 

– Mnh… son lo único que me queda, aunque preferiría pasar el verano también en Hogwarts que tener que regresar con los Dursley, son desagradables.

 

– No me he dado cuenta – Contesto con un deje de sarcasmo mientras caminaba por la habitación viendo cada rincón de la misma forma como veía a un desagradable muggle – ¿Es aquí donde te tienen? Jamás me espere ver a él-niño-que-vivió en una habitación… como esta. Digamos que me hacia a la idea de que naciste en bandeja de oro con todos a tu alrededor alabándote como San Potter salvador del Mundo Mágico.

 

– Si… bueno – Titubeo y prefirió que seria preferible guardar silencio.

 

Draco arqueo una ceja, dándose la media vuelta para poder ver a Harry de frente. Le parecía que estaba distraído y evitaba verle a toda costa.

 

– ¿Me estas ocultando algo?

 

– No, solo estoy algo cansado – Sabia que Draco no se tragaría eso, no era estúpido.

 

Harry, puedes confiar en mí.

 

– Este cuarto, no hace mucho que comenzó a ser mi recamara. Era el cuarto donde guardaban los juguetes viejos de Dudley. Yo… vivía en la alacena bajo la escalera. – No tenia idea que fue lo que le orillo a confiar en Malfoy y contarle aquello. Era vergonzoso y hacia resaltar lo mucho que los Dursley le odiaron durante toda su infancia. Cumplir once años y poder ir a Hogwarts había sido lo mejor que le paso en la vida. Draco guardo silencio, apretando los puños.

 

Un rayo de sol comenzó a entrar por la ventana que habían dejado abierta, Harry apretó los ojos negándose a despertar. La luz era cada vez más molesta, forzándolo a abrir los ojos. Tomo una ducha y se preparo para un nuevo día.

 

– ¿Harry, lo has notado? – Hermione intentaba ser lo mas discreta posible. Se encontraban en clase de Historia de la magia y como era costumbre la mayor parte estaban dormidos o haciendo cualquier cosa, menos poner atención.

 

– ¿Notar que? – Apoyaba el mentón en la muñeca en señal de aburrimiento. Ron se encontraba a su lado, completamente dormido.

 

– Malfoy, no esta. – Hizo seña con la cabeza para que Harry girara hacia atrás. Este le hizo caso y con la mirada intentaba localizar una cabellera rubio platino sin mucho éxito. Hermione le miraba expectante esperando algún comentario.

 

– Seguro se quedo dormido.

 

– Estas hablando de Draco Malfoy, no es igual de impuntual como Ron y tú.

 

– ¿Ahora eres la defensora de Malfoy?

 

– No, pero soy más congruente con lo que digo.

 

Volvieron a mirar hacia atrás pero esta vez Pansy Parkinson lo noto.

 

Un fuerte ronquido por parte de Ron hizo que el profesor Binns regañara a la clase por poner tan poca atención e inconforme con eso dejo algunos deberes.

 

Fuera de aquel regaño en Historia de la magia no ocurrió nada que pudiera llamarse interesante hasta el viernes que nuevamente tenían clase compartida de pociones con Slytherin.

 

– Les digo, apuesto tres ranas de chocolate a que Snape lograra bajarnos mínimo 30 puntos.

 

– Ron, no pienso apostar en algo que es obvio.

 

El grupo de Slytherin ya se encontraba fuera del aula esperando a que Snape abriera y les concediera permiso para pasar. Para sorpresa de Harry y Hermione ahí mismo entre Crabbe y Goyle se encontraba Draco Malfoy.

 

– ¿Sabelotodo, lo has escuchado ya? – Parkinson y el resto del grupo de chicas de Slytherin reían por algo que el trío dorado desconocía.

 

Hermione entrecerró los ojos en un intento de hacer caso omiso al comentario de Parkinson, solo quería que Snape abriera de una buena vez para dejar de escucharla.

 

– Deberías enterarte tú también – Lanzo una revista a Harry y este la tomo curioso. Leyó en la portada el grabado Corazón de bruja y una fotografía movible de algún mago atractivo que Harry desconocía. La hojeo encontrando a lo que Pansy se refería, era un artículo que se titulaba: Se reanuda el romance entre Harry Potter y Hermione Granger.

 

Las chicas de Slytherin comenzaron a reír a carcajadas. Draco Malfoy se encontraba tan serio que siquiera parecía que estuviera presente o con vida. La puerta se abrió dejando ver a Snape que dejo pasar a todos los alumnos no sin antes dedicarle una mirada de repulsión a Potter.  

 

Cuando Snape les dio la espalda para anotar los ingredientes que ocuparían, Harry aprovecho para mostrarles la revista a sus amigos.

 

– Por esto es que se burlaban, otro artículo más de Rita Skeeter.

 

– ¡Esa mujer nunca se cansa! – Hermione se veía enfadada y arranco la hoja del escrito dispuesta a hacerla pedacitos.

 

– Seguramente no tiene ninguna otra noticia y decidió reanudar viejos chismes – Aburrido, Ron viro la vista al frente encontrándose con Malfoy mirándolos fijamente. Frunció el ceño, solo bastaban segundos para que ese sujeto lograra que le hirviera la sangre –. El maldito hurón no deja de mirarnos.

 

Hermione dejo de prestarle atención al escrito para mirar al frente, pero Malfoy no les observaba cortaba los escarabajos con extrema delicadeza.

 

– No seas exagerado.

 

– Te digo que nos miraba.

 

El chico de las verdes esmeraldas se concentraba en sacar los ingredientes que pedía Snape, por primera vez le dedicaba toda su atención.

 

– Se juntaran en parejas, elegidas por mí.

 

Eso frustraría sus planes de intentar ignorar la presencia de…

 

– Harry Potter/Draco Malfoy. 

 

Harry ya lo predecía, si algo disfrutaba Severus Snape era juntarlo en equipo con Malfoy así los dos hacían su parte para hacerle imposible esas dos horas. Prosiguió dictando las parejas constaban de un Gryffindor y un Slytherin. Para desgracia de Hermione le había tocado con Pansy Parkinson.

 

Tras transcurrir la primera hora, el moreno comenzaba a cuestionarse sobre el extraño comportamiento de Malfoy. No se había metido con él o sus amigos y eso era decir mucho. Si lo pensaba bien, no lo vio en toda la semana.

 

– Malfoy

 

– ¿Qué quieres, Potter? – Intento utilizar su tono más amenazante pero para Harry sonó más bien a un tono amable. Lo cual le extraño.

 

– ¿Te encuentras bien? – Cortaba algunas raíces para verse menos interesado.

 

– ¿Porque me encontraría mal? Al menos que me hubieras intentado hacer alguna sucia broma lamento decirte que no te funciono y me encuentro perfectamente bien.

 

Harry prefirió ignorar el último comentario, no le había hecho una broma pero en algunas ocasiones él y Ron se entretenían ideando algunas formas bizarras de torturar a Malfoy. Debía pensar en que decirle, nunca habían tenido una conversación civilizada. Malfoy le miro un par de segundos y regreso a seguir cortando los escarabajos.

 

La clase parecía mas aburrida de lo usual, suponía que Snape consideraba suficiente tortura tener que trabajar con Draco así que se entretenía haciéndole la existencia imposible a Neville.

 

– ¿Te encontrabas enfermo? – Se decidió por terminar con ese incomodo silencio entre los dos.

 

– ¿Ah? – Enarco una ceja, sin entender a que se refería.

 

– La señora Pomfrey es muy buena en su trabajo, te aseguro que te habrías curado más rápido si le hubieses visitado.

 

– ¿Lo dices por experiencia, Potter? A diferencia de ti yo prefiero vivir en mi acogedora mansión que en una repugnante enfermería.

 

– ¿No puedes dejar de ser tan huraño ni un momento?

 

– ¿Y tu no puedes dejar de ser tan tarado ni un momento?

 

– Esto no nos lleva a nada.

 

– ¿Esperabas que llegara a algo?

 

– No exactamente, pero es un progreso. – Admitió.

 

– ¿Por qué?

 

– ¿Por qué, que?

 

– Potter, solo los idiotas responden con otra pregunta.

 

– Malfoy ¿¡Quieres dejar de insultarme!?

 

– No.

 

– Bien, tú ganas. Ya no intentare entablar conversación.

 

Volvieron a quedar sumergidos en un total silencio, donde solo podían escuchar al resto de la clase hablar entre sus compañeros de equipo, más quejas que comentarios amigables. Malfoy hecho algunos trozos de escarabajo al caldero y este comenzaba a adquirir un color lila, bastante claro.

 

– Cuando te lo indique vaciaras las raíces en el caldero. – Harry asintió, esperando el momento –. Ahora, una por una y con cuidado.

 

Cuando termino de introducir las raíces, Draco se vio bastante complacido pues sonreía sutilmente cuando la poción adquirió un color morado. Como último elemento, añadió una cola de rata y comenzó a menear la sustancia.

 

Al finalizar la clase Harry intento despedirse de Malfoy pero esto le rehuyo, logro verlo hasta que se encontraba junto a Crabbe y Goyle. Harry sabía que no era lo suficientemente estúpido como para acercarse a sus gorilas. Se encontró con sus amigos y salieron de las mazmorras en dirección a la biblioteca. Aun no podía creer que había intentado despedirse de la persona que disfrutaba de insultarle a él y sus amigos.

 

– Pobre Neville, no le fue muy bien. – Hermione lucia preocupada.

 

– ¿Por qué lo dices?

 

– ¿De verdad que no escuchaste Harry? – Ron se unió a la conversación.

 

– No.

 

– ¿Qué tanto estuviste haciendo? ¡Fue todo un escándalo! – La expresión del pelirrojo cambio a una bastante divertida.

 

– ¡Si no me dicen, como voy a saber! – Ya le estaba hartando tanto misterio.

 

– Todo le ocurrió a Neville, el pobre hecho las raíces sin cortar, además las puso antes de echar los escarabajos y… Snape se encontraba justo detrás de él ¡Su caldero empezó a burbujear saliendo disparadas algunas bolitas espesas! – Hermione soltó una risotada.

 

– ¡Y una le cayo a Snape en la túnica! ¡Debiste haber visto Harry! Fue asqueroso, era de un amarillo mostaza, parecía cerilla de oído.

 

– Me habría encantado ver eso.

 

– ¿Qué tanto estuviste haciendo?

 

– ¿Qué no recuerdas, Ron? Le toco de compañero Draco Malfoy, seguro estaba bastante ocupado peleándose con él. Ninguno de los dos sabe comportarse como personas pensantes.

 

– Algo así. – Dieron vuelta en un pasillo, para subir por una de las escaleras. Harry se sumergió en sus pensamientos, a decir verdad no se enojo con Malfoy en toda la clase. Si le fastidiaban sus comentarios pero no le enfadaban como antes.

 

Pasaron gran parte de la tarde en la biblioteca, terminando el trabajo que les había dejado el profesor Binns en Historia de la magia. Para Hermione era bastante sencillo, se pasaba la mayor parte de su tiempo en esa biblioteca pero para Ron y Harry era más cansado en especial si el primero solo se quejaba del hambre que tenía.

 

– La biblioteca se esta llenando de gente de Slytherin. – Noto el pelirrojo.

 

– Si, vienen mucho. Usualmente sacan los libros y se van a su sala común. Es un aspecto que me gusta de los de Slytherin, ellos si vienen a la biblioteca. – Cuando dijo lo último desvió la mirada de la expresión de enojo que se formaba en la cara de Ron.

 

– ¡Entonces vete a Slytherin! – Refunfuño. Tomo los pergaminos que llevaba y salio bastante irritado de la biblioteca. Harry quería pararse y seguirle pero sentía que necesitaba hablar con Hermione.

 

– Siente un profundo odio a Slytherin.

 

– Es por Malfoy, ya sabes como lo detesta.

 

– Hermione… hay algo, que no les he contado. – Aguardo silencio, era el momento de decirlo pero solo a su amiga ya que era mucho más razonable que Ron – En primer año, cuando la profesora McGonagall me puso el sombrero seleccionador, este me hablo.

 

– Si, Harry. A algunos les habla para dar su veredicto final.

 

– No, no me entiendes. Me dijo que me desempeñaría muy bien en Slytherin, fui yo el que le pidió que me mandara a Gryffindor.

 

Espero la respuesta de la castaña, pero no llego. Harry solo tomo sus cosas y se retiro esperando que ella no reaccionara como lo haría Ron.

 

Después de un agotador día la noche no se hizo del rogar y la luna brillaba en el cielo acompañada de destellantes estrellas. El clima comenzaba a ser un tanto frío a las afueras del castillo y el bosque prohibido estaba más espeso y oscuro de lo usual.

 

Harry tomo su leal capa de invisibilidad cubriéndose con ella, asegurándose que estuviera totalmente cubierto, una vez verificado eso salio escaleras abajo. Espero alrededor de quince minutos, fue entonces que un estudiante de segundo curso pasó a través del retrato de la Señora Gorda cosa que no desaprovecho para cruzarlo antes de que cerrara. Tras bajar algunas escaleras pudo darse cuenta que quedaban muy pocos alumnos los cuales ya se retiraban a sus salas comunes.

 

Recorrió los pasillos hasta llegar fuera de Hogwarts donde sintió el frió aire mover sus indomables cabellos azabache. Se aproximaba la hora en la que ya ningún alumno podía estar fuera de su respectiva casa, pero eso no le detuvo. No se encontraba con ganas de querer estar encerrado al contrario sentía unas profundas ganas de salir a respirar aire fresco.

 

Caminaba por los alrededores del lago, sin ninguna preocupación. El frió no le inmuto ni un segundo y varias veces pudo ver un tentáculo saliendo a flote del lago, proveniente del calamar gigante. Se tumbo junto a un árbol, el césped estaba un tanto húmedo. Emprendió el viaje a la profundidad de sus pensamientos, solo cuando se encontraba así, solo y relajado es que podía hacerlo.

 

Cerró los ojos tranquilamente. Harry podía revivir los momentos de su sueño, uno que se había alargado bastante, desde hace ya cinco días que soñaba que se encontraba en casa de los Dursley acompañado de Draco Malfoy con el cual tenia amenas conversaciones y jamás peleaban. Era por ese hecho que estaba más que claro que siempre seria un sueño, un simple engaño de su subconsciente. Lo que no se explicaba era como este siempre continuaba en donde se había quedado la noche anterior. Algo bastante curioso.

 

– Dime de una buena vez que es lo que quieres – Murmuro con disgusto una voz que arrastraba las palabras.

 

El moreno abrió los ojos algo adormilado, no recordaba ese dialogo en ninguno de sus sueños.

 

– ¡Oh, por favor! No te hagas el inocente conmigo – Gruño en respuesta una mujer.

 

Ni tampoco recordaba la voz de una mujer molesta que no fuera la de tía Petunia.

 

– Soy prefecto y casi es la hora en que deberías estar en la sala común, así que habla rápido antes de que me vea en la obligación de llevarte al desagradable de Filch y su estúpida gata – Su acento era bastante autoritario.

 

– ¿¡Que diablos ocurre contigo!? No has hablado con nadie desde el lunes, ni siquiera te aparecías a las clases y hoy te apareces esperando que tomemos todo con normalidad ¡Estas equivocado! Quiero respuestas – Rugió con ira. Harry se levanto de su sitio junto al árbol, de esta manera pudo ver que se trataba de Pansy Parkinson discutiendo con Malfoy aunque al ultimo ya lo había adivinado por su peculiar forma de hablar.

 

– No necesito darle explicaciones a nadie – le dirigió una mirada altanera –, y mucho menos a un buitre como tú. Largate a la sala común, debo comenzar mi recorrido.

 

Pansy se fue a regañadientes murmurando algunos insultos. Draco a diferencia de ella seguía igual de inmutable. Soltó un bufido y se sentó en el césped.

 

Mentalmente Harry se puso en el lugar de Draco así que Pansy equivaldría a Hermione Granger lo que le hacia pensar que estaba preocupada por su amigo, pero eso a Malfoy no parecía importarle. Vio como el rubio platinado cerraba los ojos para descansar lo cual aprovecho para acercarse un poco y apreciar sus facciones tan relajadas, Harry sonrió para si mismo y se retiro del lugar caminando a paso lento rumbo a su casa.

 

Cuando llego al retrato de la Señora Gorda esta se asusto al ver que la nada murmuraba «Corazón de dragón» y no muy segura cedió el paso a la persona invisible. La sala común de Gryffindor se encontraba casi desierta solo algunos alumnos que se podían contar con una sola mano. Se encogió de hombros y subió a su habitación al llegar se quito la capa de invisibilidad y la metió al baúl. Ron estaba profundamente dormido, decidió que lo mejor era también descansar. Después de ponerse el pijama se hecho a la cama tapándose hasta los hombros.

 

No fue hasta una hora después de dormido que comenzó su consecutivo sueño.

 

– Entonces cuando tenia once años fue que hable por primera vez con una serpiente, me agradeció de que la sacara de la horrible vitrina en la que se encontraba encerrada ¡pero yo no lo hice a propósito, no sabia siquiera que tenia magia! Cuando tío Vernon vio a Dudley detrás del vitral se giro enfurecido hacia mí culpándome injustamente. – Malfoy escuchaba atento cada palabra, desde la cena se la habían pasado platicando en la habitación sobre sucesos del pasado, Harry era quien hablaba más pues Malfoy insistía en que quería saber de su vida.

 

– Debió ser muy desconcertante cuando te enteraste que eres mago.

 

– Algo, pero agradezco que así sea ¡Es lo mejor que me ha pasado en la vida! Desde entonces ya no tengo que estar obligado a pasar tanto tiempo con los Dursley. Tú creciste rodeado de magia ¿Nunca has visitado las ciudades muggles?

 

– Bromeas, mi padre aborrece a los muggles, y así me educaron a mí.

 

– ¿Y tu no sientes curiosidad?

 

– Un poco – acepto –, debo decir que lo muggles se las ingenian con muchas cosas y en cuanto a moda están mas actualizados que los magos – Harry rió divertido ante lo ultimo.

 

– Si esto no fuera un sueño, te llevaría a conocer el Londres muggle.

 

Draco soltó una imperceptible sonrisa.

 

– Ya es tarde, mejor durmamos.

 

– ¿Dormir mientras estoy dormido? Eso si que es raro.

 

– Puede ser – Malfoy destendio la colcha empolvada y se recostó intentando acomodarse. Dio tres golpecitos a la cama para que Harry hiciera caso y se acostara junto a él.

 

– Y justo cuando creo que estos sueños no podrían ser más bizarros – Se recostó junto al rubio quien lo cubrió con la colcha a la vez que lo abrazaba, acercándolo a su cuerpo. El moreno se ruborizo tanto que su rostro podría confundirse con la melena de algún Weasley. Sentía tanta pena que oculto su rostro en el cuello pálido de Draco.

 

– Buenas noches, mi Harry.

 

En el momento que abrió los ojos lo hizo con sumo cuidado, no tardo nada en darse cuenta que Draco Malfoy no se encontraba compartiendo cama con él, no le abrazaba y mucho menos le deseaba las buenas noches.

 

Se sentía extraño despertar cada mañana con una soledad incomprensible, cuando dormía podía hablar de lo que quisiera con Malfoy, contarle como le había ido en el día, quejarse de Snape, hablar sobre quidditch, inclusive era mucho más agradable que hablar con Hermione y Ron. No es que ya no le interesaran sus amigos al contrario los apreciaba demasiado más que amigos eran como sus hermanos, pero necesitaba de otra clase de compañía, una más… intima. Seguramente era la persona más estúpida por estar encariñándose de un sueño, de una simple ilusión.

 

Dean Thomas salía del baño bostezando, recién bañado. Harry decidió aprovechar para también ducharse.

 

Era sábado, un buen día para descansar de los estudios o así lo veía la mayoría, menos Hermione quien seguramente estaría pegada a alguno de sus libros. Se levanto un tanto temprano tomando en cuenta que era fin de semana, seguramente a esa hora el comedor estaría casi vació.

 

Cuando bajo se dio cuenta que la mesa de Gryffindor se encontraba con poca gente, pero que su amiga ya estaba ahí, con un libro abierto reposando en sus piernas.

 

– Buenos días, Hermione – Saludo amablemente, tomando asiento frente a ella.

 

– Buenos días, Ha… ¿Harry? – Sonó un tanto incrédula.

 

– Oh yo también tenia ganas de verte – Dijo al notar la sorpresa de su amiga.

 

– No es eso, es que… bueno, no es usual que te levantes temprano en sábado.

 

– Ya, me dormí temprano y por eso madrugue – Comenzaba a observar la mesa de la casa de Ravenclaw. Cho platicaba amenamente con Luna pero la plática parecía más propinarla Cho pues la rubia divagaba a tal grado que la asiática dejo morir la conversación. Luna saludo a Harry y este le devolvió el gesto. Continúo su recorrido visual a la mesa de Hufflepuff, había unos siete alumnos y todos parecían llevarse bien, nada interesante que ver. Solo faltaba de ver una mesa.

 

A la hora de observar a la mesa de Slytherin, Harry no podía quitar la vista. Se enfocaba en una sola persona: Draco Malfoy. Prestaba atención a cada movimiento que realizaba, desde la delicadeza para comer hasta la peculiar forma en que alzaba la ceja denotando frió desdén.

 

– Harry – Llamo una joven castaña situada frente a él mientras con debida tranquilidad escogía algunos panecillos.

 

– ¿Si, Hermione? – Despego sus ojos de la mesa en la que resaltaba el verde y plateado.

– Estas muy distraído – comento con suspicacia echando un vistazo por encima del hombro hacia la mesa de atrás –, bastante distraído diría yo. – Intentaba encontrar que era lo que su amigo insistía en ver cada que se encontraban en el Gran Comedor pero solo lograba ver a algunos Slytherin hablando entre ellos aun adormilados, al grupito de chicas de Pansy Parkinson riendo entre ellas y a Malfoy comiendo elegantemente, sin la presencia de sus gorilas. Hermione quien siempre se levantaba temprano estaba acostumbrada a ver a Malfoy sólo a esa hora en fines de semana. Era muy madrugador.

 

– No es verdad, Hermione. Tengo la sensación de que hoy será un día muy agotador.

 

– ¿Piensas repasar las clases que vimos esta semana? – Estaba animada con esa idea.

 

– No.

 

– Me lo imagine, no se ni para que pregunto.

 

– Practicare un poco quidditch, tengo ganas de volar en escoba.

 

– Hombres, siempre con sus escobas. – Harry rió ante el comentario y al poco tiempo también Hermione –. Oye… sobre lo que me contaste ayer, no tienes de que preocuparte yo no te juzgaré. El sombrero pudo haberte dicho eso, pero todo cambia por el hecho de que estas aquí, en Gryffindor – sonrió amigablemente – y aunque estuvieras en Slytherin, ¡seguramente serias el más Gryffindor de todos!

 

El moreno adoraba lo comprensiva que era su amiga, no por nada era la mas inteligente.

 

Para ese día el chisme sobre la supuesta relación amorosa entre Hermione Granger y Harry Potter estaba en boca de todos. Algunos de su propia casa se acercaban a preguntar, obviamente ambos les explicaban que no eran más que buenos amigos y el asunto comenzaba a ser olvidado poco a poco.

 

En Slytherin las cosas tardaban más en ser olvidadas. Parkinson y su grupo de amigas aun se divertían con palabrerías mordaces al ver a Hermione. Harry la admiraba mucho por su capacidad de ignorar la estupidez.

 

Por la tarde acompañado de Ron salieron a visitar a Hagrid, platicaron sobre dragones y monstruos. A Ron no le gustaba que Hagrid sacara esos temas pero lo dejaron continuar porque se veía bastante feliz. Después de un rato le ayudaron con las calabazas que serian utilizadas para la habitual fiesta de Halloween.

 

– Estamos a principios de octubre, ¿seguro que las calabazas estarán listas para la fiesta? 

 

– ¡Lo estarán Ron! Y serán las más grandes que hayan visto. – Dijo bastante orgulloso.

 

Fang el perro jabalinero, ayudaba a escarbar pozos para meter las semillas. Para esa clase de cosas no era un completo cobarde como solía ser.

 

– Harry, ¿Podrías ayudar a Fang? Detrás de la cabaña hay unas palas, trae dos por favor. – Hagrid se dedicaba a quitar cualquier rastro de hierba mala que encontrara cerca de donde serian plantadas las calabazas.

 

Harry asintió y dio marcha. Admitía a si mismo que su cuerpo estaba presente ahí, ayudando a sus dos amigos pero sus pensamientos parecían estar de paseo en sus sueños. Mezclaba la realidad con la ensoñación. Comenzó a parecerle que si seguía así se volvería Luna Lovegood versión chico.

 

¿Y si realmente Malfoy era tal y como en su sueño? Alguien que se preocupaba por él y anhelaba su felicidad. Ese alguien que le hacia tanta falta, una persona especial con la que pasara las tardes hablando trivialidades, a quien abrazar, demostrarle que Harry Potter tiene mucho amor por ofrecer. Suspiro abatido. Imposible. Harry Potter no nació para ser amado.

 

Tomo dos palas y regreso aun mas desalentado. Dio un paso en falso, su pie se atoro en uno de los tantos pozos hechos por Fang y cayó de lleno contra la tierra, sin tener tiempo de meter las manos.

 

Un fuerte estruendo de palas caer junto con un sonoro golpe hizo que algunas aves salieran volando del árbol mas cercano. Al volver con sus amigos estos le miraron atónitos.

 

– ¿Qué te ocurrió? – Dijo Ron con burla viendo al moreno de pies a cabeza. Se encontraba totalmente sucio, los lentes rotos y chuecos, tenia raspones en los brazos y por el chichón que aparecía en su frente, seguramente se había golpeado en la cara.

 

– Traje las palas…

 

– Ron, ve por las semillas. Están dentro de la cabaña las deje en la mesa. ¿Te encuentras bien, Harry? – Pregunto el semigigante disimuladamente cuando Ron se alejo.

 

– Si, estoy bien. ¿Por qué la pregunta? – Ya estaba arto de repetir lo mismo. Y no ¡No se encontraba bien! Llevaba días sintiéndose más desdichado de lo usual, le desesperaba que le preguntaran lo mismo, estaba enojado consigo por preferir vivir en un sueño que en su maldita vida diaria y para variar se acababa de caer a un pozo, estaba cochino, no veía bien por las gafas rotas, le dolía el tobillo y comenzaba a tener la necesidad de llorar.

 

– Hermione me mando una lechuza, esta muy preocupada por ti. Dice que te la pasas distraído y por las noches te vas temprano a dormir. – Con la pala levanto una buena cantidad de tierra.

 

– No me ocurre nada. – Respondió secamente, también haciendo algunos agujeros con la pala.

 

– Harry… – Murmuro con un timbre de voz inquietado. Ron se aproximaba con las semillas.

 

– ¡No me ocurre nada! – Grito colérico. Hagrid dio un pequeño brinquito y Ron soltó las semillas.

 

Dispuesto a salir de ahí, tropezó con otro de los hoyos.

 

– ¡Maldición! – Refunfuño. Hasta huir con algo de dignidad le era negado. Se paro y salio corriendo tan rápido como sus pies le permitían. Huyo por los terrenos de Hogwarts no muy seguro de a donde iba. 

 

¿A dónde podía ir?

 

Si iba a la sala común era probable que ahí se encontrara con Hermione y si iba a su habitación, Ron no tardaría en encontrarle. Una idea surco su mente, la lechucería.

 

Regreso al castillo en dirección a la torre, tropezando unas cuentas veces por la falta de visión gracias a sus gafas rotas y el punzante dolor en el tobillo no ayudaba en nada. Subió las escaleras a paso lento. Los retratos le miraban fisgones y poco discretos.

 

– ¿Es cierto que tienes una relación con la come libros? – Pregunto uno, acompañado de otros retratos que se encontraban en su cuadro. Compartiendo el té.

 

– ¡No, solo somos amigos! – Respondió Harry.

 

– Ven, se los dije. – Dijo uno de los retratos al resto, los cuales solo se encogieron de hombros y siguieron bebiendo el té.

 

Abrió la puerta y la cerro inmediatamente una vez entro, asegurándose de cerrarla con un hechizo. Usualmente Hedwig revoloteaba hacia él. Busco con la mirada a su fiel lechuza, pero no lograba enfocar algo mas lejos que su nariz.

 

– ¿Cuál era?... – Tomo su varita. La apunto a sus lentes mientras recordaba –. Oh, ya. «Oculus reparo»

 

Las gafas volvieron a la normalidad, sin ningún raspón y completamente intactas.

 

Una vez el campo de visión fue recuperado busco a Hedwig hasta que dio a dar con ella y no estaba sola, se encontraba acompañada de una lechuza totalmente opuesta pero al instante Harry quedo encantado. Era un ave tan negra con la mismísima noche igual de hermosa que Hedwig que era lo contrario, blanca hasta la última pluma. Ambos se encontraban acurrucados entre si.

 

– ¡Vaya Hedwig, tienes novio! – Exclamo alegre, olvidándose de su angustia. La lechuza ululo hasta posarse en su brazo. Le sorprendió que la otra lechuza hiciera lo mismo y se posara en su otro brazo –. ¿Y te trata bien Hedwig? – El ave negra ululo picoteando con delicadeza su mano en un gesto amistoso – Esta bien, esta bien, no dudare de ti.

 

Dejo a ambas lechuzas en uno de los palos más bajos que sobresalían de la pared y se sentó en el piso sobre un montón de paja.

 

– ¿Saben? He estado algo deprimido… confió en ustedes porque se que no le dirán a nadie – se sintió más patético – este asunto de Malfoy me esta robando la cordura. – El acompañante de Hedwig pareció reaccionar al nombre pues agito las alas entusiasmado.

 

– ¿Te suena el nombre de Malfoy? Bueno, seguro que si, su familia es bastante conocida en el Mundo Mágico. Draco… Jamás le he llamado así, fuera de mis sueños claro esta. Es un chico de la casa de Slytherin, es muy engreído y prepotente se que en el fondo no ha de comportarse tan cínico – pudo notar la ironía en su lechuza –, vale, muy en el fondo.

 

La lechuza negra parecía indignada tras el último comentario.

 

Paso alrededor de una hora desahogándose con el par de lechuzas que juntas eran un vil cliché del yin y yang. Ya se encontraba mejor y justo a tiempo para la hora de la cena.

 

– Nos veremos después – se despidió de Hedwig y su “novio” mientras sacaba la varita – alohomora – la puerta se abrió y descendió.

 

– ¿Terminaste de quejarte? – Dijo una voz. Harry volteo y se encontró con el mismo tipo del cuadro que antes le había preguntado sobre la supuesta relación con Hermione. Esta vez se encontraba sólo.

 

– ¿Te importa? – Contesto cortante.

 

– Aunque no lo creas, los cuadros nos preocupamos mucho por ti.

 

– Si claro, solo para el chisme. – Bajo más rápido ignorando la contestación del sujeto, no le importaba lo que tuviera para decirle.

 

En el comedor ya se encontraba la mayor parte del alumnado de Hogwarts. Harry quería evitar mirar a la mesa de Slytherin por lo que se fue directo a Gryffindor junto a sus amigos.

 

– Harry, dime que ya terminaste el trabajo que nos dejo Binns.

 

– Acaba de llegar y ya lo estas molestando con los deberes – Ron se engullía la comida como si no hubiera un mañana.

 

– Eh… no, planeo terminarlo hoy. – Sus planes de volar un rato en escoba se vieron frustrados, olvido por completo terminar los deberes de Historia de la Magia. Pasaría el resto de su sábado con la cabeza entre un libro y el pergamino.

 

– Hermione… – murmuro Ron –, lo esta haciendo de nuevo.

 

– ¡Oh, por Merlín! Deja de ser tan paranoico.

 

– ¿Qué ocurre? – No comprendía la plática de esos dos. Ron se veía bastante molesto, dejo de comer y apretaba los puños fuertemente mientras que Hermione se mostraba más tranquila y algo hastiada.

 

– Ron tiene la paranoia de que Malfoy nos esta observando, pero cada que volteo no es así ¡Solo es su infantil odio a Malfoy!

 

Harry lleno de curiosidad giro el rostro disimuladamente hasta que sus ojos se encontraron con unos plateados los cuales al verse descubiertos no se molestaron por desviar la mirada. El calor en sus mejillas aumentaba a medida que los segundos pasaban, podía jurar que su cara ardía más que cualquier llama lanzada por un colacuerno húngaro.

 

Malfoy seguía estoico, tan  frió como siempre solo con la excepción que no le quitaba la mirada a Harry.

 

– Ha, ¿Ya viste Draco? Potter te mira idiotizado – Blaise Zabini reía entre dientes, cosa que saco al rubio del trance.

 

– Cállate. – Fue lo único que salio de sus labios.

 

Parkinson no tardo en unirse gustosa.

 

– ¡Potty! ¿Disfrutando de la vista? Draco te cobrara si lo miras tanto, claro que si eres su fanboy deberíamos darte un carné de su club de fans – Se hecho a reír en coro con Crabbe y Goyle.

 

– ¡Buena esa, Pansy! – Zabini soltó la carcajada estruendosamente junto otros alumnos de Slytherin. Uno que otro de Hufflepuff y Ravenclaw también reían.

 

Un golpe seco contra la mesa hizo que se detuvieran. Malfoy la había golpeado con ambas manos, parado y mirando de manera rabiosa a su propia mesa. Harry no cabía del asombro.

 

Draco abrió los ojos impresionado de su propia acción mas al instante regreso a su faceta habitual. Un Malfoy no debe trastabillar. Y con la debida elegancia que poseía un aristócrata salio de lo más digno del Gran Comedor. Snape le miraba con el ceño fruncido.

 

¡Que muestra de poco autocontrol! Se grito a si mismo cuando se alejaba por los corredores. Si su padre lo viera, estaría decepcionado.

 

Por una de las ventanas pudo ver a alguien rebuscar en la orilla del lago. Malfoy paro su caminar y presto más atención. Estaba lejos y no lograba ver de quien se trataba.

 

– ¿Qué es idiota? – Murmuro encaminándose al lago. A medida que se acercaba podía identificar que se trataba de una mujer de pelo largo, rubio muy claro y que era de Ravenclaw por el azul de su túnica –. Yo que tu daría por perdido lo que sea que se te haya caído.

 

La chica giro. Malfoy enarco la ceja. Era linda. Se encontraba completamente empapada y aun así parecía no molestarle, su expresión era de ensoñación, era como salida del peor cuento de hadas. Con tan solo verla podía deducir que era una joven bastante amable, inocente y por lo tanto, manipulable.

 

– Oh, busco mis tenis, algunos aretes y libros. – Dijo con una sonrisa.

 

– ¿Es un chiste?

 

– ¿Por qué seria un chiste?

 

– Dudo que encuentres esas cosas en el lago.

 

– Seguro que están aquí. Mis compañeras de habitación me lo dijeron, fueron los nargles

 

Draco bufo. Con esa información era más que suficiente, le jugaron una cruel broma.

 

– Y dime, ¿Los nargles te ocultan tus cosas con frecuencia?

 

– Si, tardo tiempo en encontrarlas y siempre están en el lugar que menos me espero.

 

– Ya veo… – Draco se metió al lago, junto a la chica. Se arremango la túnica y se puso a buscar. Movía las manos intentando pescar algo –. Draco Malfoy – Se presento.

 

– Luna Lovegood – Sonrió encantadoramente.

 

El rubio platino le volvió a echar un vistazo. Reconoció el nombre, era la chica a la que llamaban “Lunática Lovegood”.  No le parecía que estuviera loca, si era bastante rara, pero no una completa lunática.

 

– Tengo algo – Estiro la mano y saco algunas algas –, creí que tenia algo. – Comento decepcionado.

 

– Gracias, las estuve buscando. – La chica tomo las algas de la mano de Malfoy y se las colgó alrededor del cuello cuan collar de perlas.

 

Draco le miro boquiabierto, después con extrañeza y al final; rió.

 

Siempre se limitaba a no reír, a cubrirse los labios con la mano cuando se le salía una pequeña carcajada de felicidad pero esta vez, simplemente, moría de risa. Sin poder evitarlo.

 

Esa chica, con tal de que no se decepcionara por no encontrar nada se ponía en ridículo colgándose las algas. Era única. Ella no lograba entender la repentina risa, mas sonreía ensimismada en su mundo.

 

– ¡Haces tantas ridiculeces como Potter! – Paro en seco. No podía ser que el dijera eso, ¿verdad? Esperaba la burla de su acompañante pero no escucho nada, mas que una pregunta sin malas intenciones.

 

– ¿Conoces a Harry? – Dijo animada.

 

– Eh… algo así – Le miro suspicaz. Luna no lucia sorprendida, cualquiera que haya escuchado aquello de Draco Malfoy seguro quedaría impactado y correría a esparcir la voz.

 

– El es muy amable a mi padre le agrada mucho.

 

– Si, bueno, a mi padre más que agradarle le aborrece.

 

– Pero a ti te simpatiza y es lo que importa.

 

Draco sentía que era transparente ante aquella muchacha.

 

– No, ni siquiera lo soporto.

 

– Harry y yo quedamos el otro día de ir a alimentar a los Thestral. Mañana, a las diez. Por los bordes del bosque prohibido. – Camino fuera del lago, el agua se le escurría de la túnica dejando por cada paso un buen camino de agua.

 

Draco aguardo metido en el lago viendo como Luna se alejaba.

 

¿Acababa de invitarle a ir con ella y Harry a alimentar a los Thestral? Criaturas que eran presagio de muerte. Draco pensó que el sombrero seleccionador podía tener errores, Luna Lovegood por ejemplo. No entendía como esa chica dio a dar en Ravenclaw si se supone son tan inteligentes. El y Harry en un mismo lugar, lo único que podía resultar era caos.

 

Luna entro al Gran Comedor chorreando agua, las chicas de su casa se burlaron. Se dirigió a la mesa de Gryffindor.

 

– Harry

 

– Luna… ¿Qué te paso? – La miro de pies a cabeza, lo único que tenia seco era el flequillo pues de las puntas de cabello caían gotas de agua.

 

– Buscaba algunas cosas con mi nuevo amigo.

 

– Y que, ¿decidieron darse un chapuzón?

 

– ¡Ron! – Regaño Hermione, dándole un fuerte codazo.

 

– Harry, ¿Quieres ir mañana a alimentar a los Thestral?

 

– ¿Ah?

 

– Te veo mañana, a las diez, en el borde del bosque prohibido también ira mi nuevo amigo. – La rubia desapareció por la entrada del Gran Comedor, dando pequeños brinquitos.

 

– ¿Qué fue eso? – Ron miraba por donde acababa de irse –. Definitivamente se zafo su último tornillo. 

 

Después de cenar el moreno se despidió de sus amigos y emprendió su recorrido hacia lo que seria su calvario en la biblioteca. El tobillo ya no le dolía pero sentía una leve molestia a la cual no le presto importancia seguro mañana se le pasaría. Recorría los pasillos lentamente no tenia prisa alguna, y mientras se entretenía mentalmente con sus sueños. Si Draco y él no se llevaran tan mal quizás y harían las tareas juntos, las clases compartidas con los de la casa de Slytherin serian menos pesadas ¡y que decir de pociones! Snape como acostumbra le pondría junto a Draco pero ya no seria mas sufrimiento tendría dos horas para pasarla con el rubio platino que a decir verdad era el mejor en pociones.

 

En esos momentos de divagación le vino a la mente cuando Malfoy le ofreció su amistad y él mismo, sin darle una oportunidad lo había rechazado rotundamente. No era del todo culpable pues Draco se comporto muy pedante al insultar a Ron además de que solo tenían la corta edad de once años.

 

Se encontraba tan sumergido en sus pensamientos que al doblar un pasillo choco contra la figura de un chico cayendo estrepitosamente al suelo.

 

Y antes de que pudiera hacerse de la vista gorda para verle, una fría voz petulante que arrastraba las palabras dijo con desprecio: – Fíjate por donde caminas, Potter. – Harry sabía a la perfección de quien se trataba.

 

– Dra… Malfoy – Se corrigió rápidamente, esto no era uno de sus descabellados sueños. Miro a su alrededor un montón de libros desparramados. Draco simplemente se agacho a recogerlos uno por uno sin mirar al moreno –. Te ayudo – tomo algunos libros y al levantarse se los extendió a Malfoy, dándose cuenta que ya tenia bastantes libros cargados –. Llevas demasiados, te será imposible llegar hasta las mazmorras.

 

El rubio gruño pero aceptaba que Potter tenía razón. Claro que nunca lo diría.

 

– Yo… puedo acompañarte a la biblioteca – noto la expresión suspicaz –, si no te molesta. Me dirigía hacia allá – agrego.

 

Ambos caminaban en completo silencio que llegaba a ser bastante incomodo. Los pasos huecos resonaban en el pasillo desolado.

 

– ¿Y a que ibas a la biblioteca, cara-rajada? – El rubio rompió el silencio lo cual Harry agradecía inmensamente.

 

– Te agradecería que dejaras de llamarme cara-rajada y me dirigía a hacer la tarea que dejo el profesor Binns. – Al ojiplata pareció interesarle lo último –. ¿Todos estos libros son para su tarea?

 

– Algunos – contesto –, los demás son para el resto de las asignaturas.

 

El moreno miraba los libros que cargaba su enemigo declarado, no recordaba que les hayan dejado tantos deberes. Se acordó que Malfoy no asistió a clases toda la semana, debía ser por eso. Su instinto curioso quería ser saciado y preguntar el porque de su ausencia pero sabiendo como era Malfoy ni aunque fuera el ultimo sangre pura en todo el Mundo Mágico se lo diría.

 

Volvieron a caminar con el silencio como su compañero. Era molesto pero no tenían de que hablar. Draco miraba de reojo al ojiverde, se veía muy concentrado en sus pensamientos. Con esa cercanía podía ver rasgos que de lejos no se notan tanto, como la adorable expresión que pone cuando algo le incomoda o como sus ojos brillaban cuando le miraba.

Sonrió internamente. Seguro no eran más que sus alucinaciones, Harry no le podía mirar con cariño cuando llevaban años mirándose con odio.

 

Llegaron a la gran puerta de la biblioteca dando fin al “mágico” momento en el que Harry Potter y Draco Malfoy caminaron juntos por pasillos sin decirse un solo insulto.

 

– Bueno… debo comenzar mi tarea – murmuro el pelinegro al ingresar a la biblioteca para su sorpresa estaba casi desolada uno que otro alumno de Hufflepuff y Ravenclaw.

 

Draco se acerco a un escritorio dejando el exceso de libros que cargaba. De su túnica saco un pergamino y su pluma. Abrió un libro antiguo. Leía con tranquilidad y después escribía pequeñas anotaciones.

 

 Harry buscaba algún libro que le sirviera, sin mucho éxito. De vez en cuando volteaba a ver al rubio el cual estaba concentrado en su trabajo, se le veía relajado. Harry sonrió encantado. Reanudo su búsqueda, extrañamente con más energía.

 

Transcurrió la media hora, y no conseguía lo que quería. Pidió ayuda a la bibliotecaria pero esta solo le ignoro afirmándole que los estudiantes deben de buscar más las cosas por su cuenta para tener mejores resultados. Se estaba desesperando. Agarro un libro de una de las gigantescas repisas, hablaba sobre los duendes, lo hojeo un poco.

 

– En ese libro no encontraras nada de lo que necesitas.

 

Harry se crispo dejando caer el libro de sus manos, dando un sonoro golpe contra el suelo. Giro para verle a la cara.

 

– ¿Tu sabes en cual?

 

– Mmm… déjame pensarlo.

 

– ¡Oh, vamos!

 

– ¿Qué gano yo con ayudarte en tus deberes, Potter?

 

– Mmm… déjame pensarlo. – contesto de la misma manera que el rubio. Sacándole a este una leve sonrisa.

 

– Ven, los tengo en mi escritorio. – Harry recogió el libro tirado para dejarlo nuevamente en la repisa y le siguió sin chistar. Sentándose junto a él. Pudo darse cuenta que Malfoy ya tenia algo avanzado el trabajo y no solo en eso se fijo.

 

–  Tienes… una letra preciosa. – Quizás era algo bobo decirlo, pero nunca había visto a alguien que escribiera con tanta finura en cada palabra. Incluso Hermione le envidiaría.

 

– Caligrafía, mi padre insiste en que un Malfoy debe ser impecable en todos los aspectos. Toma – extendió un libro que lucia de antaño –, de aquí puedes sacar algunos apuntes.

 

– Gracias – le dedico una sonrisa amable –. No se para que nos servirá saber tanto de la revuelta de los duendes ¡Binns esta loco!

 

– Supongo que para un viejo fantasma como él es fascinante revivir los tiempos de su juventud. – Bromeo. Harry soltó la carcajada.

 

– Les informo jovencitos que en la biblioteca tienen que guardar silencio o hablar con un tono de voz bajo. – Sin que se lo esperaran Madame Pince ya se encontraba a su costado regañándoles. 

 

– Lo sentimos, no volverá a pasar. – Se disculpo el rubio, la bibliotecaria se fue satisfecha.

 

– Lo veo y no lo creo. – Murmuro Harry mirando más que incrédulo a su acompañante –. Acabas de echarte la culpa junto conmigo – Levanto su mano posicionándola en la frente del rubio para cerciorarse que no tuviera fiebre.

 

– Estoy bien, Potter. – Con un manotazo retiro la mano del moreno –. Tómalo como pago por ayudarme con los libros.

 

– Cuando se le ofrezca Joven Malfoy, Señor. – Dijo imitando a un elfo domestico sabia que seguramente en la Malfoy Manor así era como le hablaban y lo confirmo cuando Draco se cubrió los labios con la mano para ocultar una ligera risita que dejo escapar. A Harry ese gesto le pareció uno de los más encantadores que había visto. 

 

No le iba tan bien con la tarea y a diferencia de su rubio compañero él tardaba más en encontrar la información necesaria. Cada vez se hacia más tarde. Estaba casi seguro de que Draco ya iba en su quinta tarea ¡¿Cómo podía hacer las cosas tan rápido?! Era como una Hermione a diferencia que tenía cabello rubio platino, piel pálida como la porcelana, y era hombre. Si, una Hermione versión niño de Slytherin. 

 

– ¿Tengo monos en la cara, Potter?

 

El mencionado parpadeo saliendo de su modo estupefacto.

 

– ¿Ah?...

 

– No dejas de mirarme. Tenía mi teoría de que por fin te quedaste sin cerebro, aunque, pensándolo bien ¿Cuándo has tenido?

 

Harry bufo. Regreso a leer el libro que tenia entre sus manos, no se molesto a darle contestación al insulto. Y tampoco logro entender como ni siquiera se enfado. Antes por cualquier cosa que dijera Draco hacia su persona le fastidiaba. Ahora… le parecía lindo, aunque de su boca solo salieran desprecios. Que bizarra situación.

 

– Si, claro, mejor calla y deja que termine mi tarea. Me desconcentras.

 

– No creo que te desconcentre. No has ni avanzado medio pergamino. Sabia que no eras el más inteligente pero tampoco que fueras un total esperpento.

 

– Pft… no molestes.

 

– Bien, entonces no te prestare mi pergamino. – Murmuro en una nota sugerente y dolida. Falsa, obviamente. 

 

– ¿Qué quieres decir?

 

– Ya llevamos un buen rato aquí – señalo el resto de la biblioteca. Harry pudo apreciar que el lugar estaría vació sino fuera porque estaban ellos y Madame Pince. Seguramente era de noche y no tardarían en correrlos.

 

– ¡Maldición! Y no llevo casi nada no quiero volver a venir mañana.

 

Draco entendió que la biblioteca no era uno de los lugares favoritos de Harry, era muy cabeza dura. Con su varita hecho un hechizo hacia los libros, estos salieron disparados a sus lugares correspondientes.

 

– Vamonos – no fue una petición, era una orden –, no quiero que nos echen y a un Malfoy jamás lo echan de un lugar.

 

Harry a regañadientes acepto, guardando su pergamino y pluma en su túnica. Si no se hubiera sentado con Draco quizás si habría acabado la tarea. Se distraía a cada momento en ver a su acompañante, era como en sus sueños. Con la diferencia de que esto era real, estaba junto al Malfoy que no era una ilusión.

 

Al caminar por los pasillos de regreso, ya no iban en silencio. Conversaban sobre lo mucho que ambos habían mejorado en quidditch. Draco aceptaba que Harry era un excelente buscador aunque bastante bondadoso que si fuera él tumbaría en algunas ocasiones al rival. El moreno no dudo de sus palabras pues si presencio unas cuentas veces que Draco era bastante maldoso a la hora de jugar, igual que el resto de los Slytherin.

 

El rubio paro sus pasos. Harry no se dio cuenta hasta que se encontró hablando sólo. Giro sobre sus pies para ver al rubio, extrañado de que se quedara atrás.

 

– Aquí nos separamos.

 

Fue entonces que comprendió. Malfoy debía dirigirse a las mazmorras y él a la torre de Gryffindor.

 

– Oh. – Había momentos en los que se olvidaba completamente que estudiaban en distintas casas. Imagino como serian las cosas si Draco Malfoy estuviera en Gryffindor. Pasarían juntos bastante tiempo en la sala común disfrutando de unas ranas de chocolate frente a la chimenea acompañadas de una cerveza de mantequilla. Harían bromas junto a Ron. Ahí paro de imaginar. Ni en la fantasía más descabellada Ron se llevaría bien con Draco y viceversa. Se repudiaban más de lo que él mismo odiaba a Snape.

 

Tantas cosas pasaron por su mente y una de ellas fue la ocasión en la que intento despedirse del ojiplata en clase de pociones, este le había rehuido. Harry se acerco, el rubio dio un paso hacia atrás un poco desconfiado.

 

– Quería despedirme – extendió su mano, tal y como Draco había hecho en primer año – ¿Amigos?

 

– Yo… – las palabras no salían de sus labios. Sus ojos estaban tan grandes y abiertos como los de Dobby, el elfo domestico. Un Malfoy no podía mostrar debilidad, se repitió mentalmente. Sonrió prepotentemente hinchando el pecho. Muy orgulloso en símbolo de altanería – amigos – sujeto su mano y la apretó un poco. Acercándose más a Harry, demasiado –. Pero eso no significa que me agrades.

 

Dicho aquello soltó su mano y doblo por otro pasillo. Harry estaba que no cabía en su dicha.

 

Continúo su camino hasta llegar al retrato de la Señora Gorda.

 

– Luces bastante alegre, Harry.

 

– No tiene ni idea – contesto emocionado, seguramente portaba una sonrisa de oreja a oreja – «Leones rojos» – murmuro para que el retrato se abriera. Tras entrar pudo escuchar a la Señora Gorda decirle: – Me alegra mucho, muchacho.

 

Las bromas, risas y juegos inundaban la sala. Harry sentía que estaba en su ambiente, y tan alegre como se encontraba se unió al círculo formado en la sala muy cerca de la chimenea. Se sentó junto a sus dos inseparables amigos; Ron y Hermione.

 

– ¡Compañero, de lo que te has perdido! – Dijo Ron bastante audaz.

 

– ¿Dónde estuviste todo este tiempo? – La castaña siempre preocupándose por Harry.

 

– En la biblioteca. – Ron puso cara de asco y Hermione sonrió victoriosa.

 

– Me debes una rana de chocolate.

 

– Por Merlín, ¿Qué diablos hacías ahí tanto tiempo Harry? Acabo de perder la apuesta por eso. Y yo la tenía de ganar.

 

– Terminando el trabajo de Binns, era demasiado. – No mentía pero tampoco decía toda la verdad. Inconscientemente llevo su mano al bolsillo, percatándose de que había más bulto del que recordaba. Saco su pergamino… acompañado de otro pergamino. Parpadeo curioso, abriéndolo. Juraría que quedo hecho piedra, era la fina caligrafía de Draco.

– ¡Harry! – Sin darle tiempo para reaccionar, Hermione le quito el pergamino. Admirando el trabajo bien hecho. – Ya veo porque tardaste tanto ¡Es impresionante! – Leía algunas cosas rápidamente, información que ni siquiera ella tenía –. Realmente impresionante… – El moreno noto recelo en lo ultimo. A Hermione siempre le gustaba ser la mejor en cuanto a trabajos se trataba.

 

Harry le arrebato el pergamino y lo volvió a guardar, sin decir nada más. Afortunadamente ninguno conocía la forma de escribir de Malfoy. Cuando Hermione no se dio cuenta, Harry apostó tres ranas de chocolate con Ron a que la chica iría mañana directo a la biblioteca a rehacer su trabajo.

 

– Por cierto… ¿Qué hacen? – Se digno a mirar al resto, una botella rodaba al centro de todos.

 

– Jugamos a la botella, la verdad no sabia que existía ese juego. ¿Ves a la chica de allá? – señalo a una joven de cabello negro, le llegaba hasta la cintura. – Es de cuarto curso y viene de familia muggle, dice que este es uno de esos juegos muggles pero le agregamos algo de magia.

 

Ron le contó con lujo de detalle que llevaban aproximadamente más de una hora jugando. Le explico que a la persona a la cual le tocaba la punta de la botella le hacían la pregunta “¿Verdad o reto?” y dependiendo lo que contestara era lo que seguía. Pero el reto o la pregunta solo la podía hacer la persona a la que le toco el fondo de la botella. Si no aceptaba el reto o contestaba la pregunta salía alguna parte de cuerpo de animal.

 

Harry miro a todo el círculo, algunos no debieron haber aceptado. Un chico que sabia era de quinto curso tenía una nariz de puerco y una chica de cuarto tenia una cola de burro. Rogó que no le tocara a él. También noto que Hermione no se encontraba dentro del circulo, sino fuera pero lo bastante cerca para oír. Maldijo el momento en el que se sentó junto a Ron pues ahora estaba dentro del círculo. Rogó por San Gryffindor que no le tocara la punta de la mentada botellita.

 

– ¡Harry Potter! – Grito Parvati Patil.

 

– Genial – contesto con tono pesimista. Era mucho pedir que por una noche tuviera suerte, pero no, él era Harry Potter y las peores cosas siempre le pasaban.

 

– ¿Verdad o reto?

 

– Reto – Ni siquiera se lo pensó. Era un Gryffindor y la valentía estaba en su sangre. Para nada el motivo principal era evitar preguntas sobre su vida amorosa porque si era así; seguramente terminaría con una cola de burro. No le diría a medio Gryffindor ahí presente “Ah, claro, me llama la atención Draco Malfoy es muy atractivo y acabo de descubrir que igual de inteligente”

 

– En ese caso… – Parvati se veía que se lo estaba pensando muy bien – ¡Lo tengo! Invita a salir a Lunática frente a toda la escuela, en el Gran Comedor – algunos comenzaron a murmurar burlas.

 

– Bien, lo haré – Eso no era un reto para Harry –, pero no le digas Lunática su nombre es Luna – recordó que había quedado de verse mañana con ella para alimentar a los Thestral. Y seguramente a su amiga no le molestaría que el resto de la escuela creyera que estaban en una “cita amorosa.”

 

Dos veces más rodó la botella para darle fin al juego. Duro bastante y Harry solo llego para el final, por fortuna. Se despidió de Hermione y junto a Ron, Dean y Seamus subieron a su habitación.

 

Sin ganas de conversar, se recostó y cerró el dosel. Saco su pergamino, con su letra tan poco sofisticada y escrita con pesar, al abrirlo cayo un pequeño trocito de pergamino. En que decía la siguiente inscripción:

 

Potter, no te he regalado mi trabajo. Transcríbelo a tu pergamino.

 

P.D.- Desvuélvemelo mañana.

 

DM.

 

No perdió tiempo y extendió su propio pergamino, metió la pluma al tintero y comenzó a escribir. Si quería irse a dormir pronto tenia que terminar lo más rápido posible. Mientras escribía, por sus pensamientos se formulaba las miles de teorías sobre la repentina «bondad» de Malfoy. Nunca en la vida se habría imaginado que le haría el favor de dejarle copiar una tarea. ¡Bendito sea el momento en que chocaron por el pasillo! Si no fuera por aquello seguramente pasaría su domingo encerrado en la biblioteca. Tenia que agradecerle.

 

– Harry… – La voz de Ron sonó tras el dosel. Harry dejo escapar un pequeño gruñido.

 

– ¿Qué ocurre? – Pregunto sin dejar de transcribir, no de la misma manera que Malfoy, cambiaba varias cosas para que no fuese idéntico.  

 

– ¿Te encuentras bien? – No se escuchaba muy seguro.

 

– Si – Contesto de manera cortante, no tenia ganas de lidiar con Ron y quería acabar ya.

 

– Has estado muy distante. Me preocupas, sabes que para cualquier cosa puedes confiar en mí – la voz le temblaba.

 

– Lo se, gracias.  – Refunfuño más molesto que agradecido. Le fastidiaba el hecho de que creyeran que no se podía cuidar solo.

 

– Hermione cree…

 

– ¡Ya basta! – Grito tan fuerte que Neville despertó asustado, él ya se encontraba dormido desde que llegaron –. ¡Siempre han querido saber todo de mi, por primera vez quiero guardarme esto para mi mismo! ¡Hacer lo que quiera de mi vida sin que me estén preguntando que hago a cada segundo! – el tintero se derramo en el pergamino haciendo que se frustrara más. No volvió a escuchar a Ron hablar.

 

Con un hechizo retiro la tinta derramada. Suspiro. Reanudo su tarea, intentando mejorar su letra pero no se acercaba ni a los talones de la caligrafía de Malfoy. Y con lo molesto que estaba el tiempo se le hacia eterno.

 

Al terminar se estiro abatido, bostezando de cansancio. Ya pasaba más de la media noche. Doblo los pergaminos y los dejo en la mesita de noche junto a su cama, al igual que el tintero y la pluma. La miniatura del colacuerno húngaro soltó una llama para dar tres vueltas alrededor de su lugar y dormir cuan cachorro. El dragón era como el guardián de su baúl y la mesa de noche. Pues en ellos guardaba su valioso mapa del merodeador y la capa de invisibilidad. Se quito los lentes dejándolos junto al colacuerno y se acostó en la cama.

 

– Tardaste – murmuro con su típico arrastre de palabras.

 

– Terminaba tarea – gruño molesto.

 

– ¿Es eso lo que te aflige?

 

– Mnh…, tuve un percance con Ron

 

– Ah, la comadreja.

 

Harry mantuvo su mirada fija en él, esa forma de expresarse era idéntica a como lo haría el Malfoy real.

 

– No tengo ganas de hablar de eso – y realmente así era. Quería tranquilidad.

 

– Estoy de acuerdo. No me apetece hablar de tu amigo el pobretón.

 

Su vista se paseo por todo el lugar, no se encontraban en casa de los Dursley. Era el parque cerca del vecindario en el que Dudley y sus amigos atormentaban a los niñitos.

 

– Es la primera vez que estamos fuera de la casa de los Dursley.

 

– Debiste quererlo así, es tu sueño después de todo.

 

– Aquí venia a relajarme cuando lograba escabullirme de tío Vernon. Me tranquiliza.

 

– ¿La discusión con la comadreja te dejo muy molesto, eh?

 

– No importa, nada hará que este día deje de ser maravilloso. – La sonrisa en su rostro volvió a aparecer con más fuerza que antes.

 

– ¿De verdad? – Se cruzo de brazos. Recargado en uno de los tubos que sostenían los columpios –. ¿Y que lo hizo tan «maravilloso»? – Recalco expectante.

 

– Tú – confeso sin vergüenza. Dándose vuelo. Se encontraba sentado en el único columpio que Dudley y sus mandriles no habían destruido aun.

 

Draco sonrió soberbiamente bajo el velo de la noche. Camino ágilmente como una gacela, situándose a espaldas del moreno. Su discreta sonrisa seguía adornándole el pálido rostro.

 

– ¿Qué fue lo que hice? – pauso –. Debió ser algo grandioso para que pongas esa expresión tan…, encantadora.

 

Harry sintió una especie de escalofrió recorrerle la espina dorsal. Los vellos se le erizaron ante la extraña sensación. Malfoy le susurraba a una distancia bastante corta. Y sin poder siquiera evitarlo la sangre le subía al rostro, coloreando sus mejillas de un rosa claro. Mordiéndose el labio inferior se enfoco en ver el cielo, se encontraba tan estrellado, las estrellas predominaban en gran parte y la luna brillante, resplandeciente como nunca antes tuvo el placer de ver.

 

– ¿Crees que soy un tonto? – Dijo de improvisto, moviendo los pies hacia delante y hacia atrás. Denotaba nerviosismo.

 

– Yo no creo que seas un tonto – contesto con la voz más amable que Harry le había escuchado –, siempre lo he sabido.

 

– Ha, nunca cambias. Supongo que las viejas costumbres siempre las tendrás.

 

– Supones bien – Harry continuaba con esa expresión tan amable, le causaba ternura y ganas de abrazarle. Era como un pequeño cachorro de león que necesitaba protección y cariño –. Aun no me has contestado.

 

– Estoy confundido, me siento algo inseguro de decirlo. – Apretó firmemente con las manos las cadenas que sostenían el viejo columpio que rechinaba cada que Harry se balanceaba.

 

– Oh, entiendo – medito lo que diría a continuación –. Cuando era niño, mi madre me contaba magnificas historias antes de dormir. Desde poderosos magos que luchaban contra inmensos dragones y monstruos, hasta la criatura más indefensa con grandes metas. Amaba las historias que me relataba y con ansias esperaba a que anocheciera y pudiera escucharla narrar alguna otra.

 

El moreno le miraba sin comprender a que quería llegar con todo aquello. Pero le fascinaba el hecho de que Draco le estuviese contando algo de su vida.

 

– Un día me relato la historia más admirable que escuche salir de sus labios. Trataba de un bebe, un bebe que venció al mago tenebroso más poderoso y temible que haya tenido el Mundo Mágico. Nadie sabia como fue eso posible, pero no buscaban explicaciones. No se necesitaban porque ese bebe hizo que todos volvieran a querer superarse, salir adelante. Fue la luz que muchos necesitaban. Pero ese bebe, pago el peor precio para salvarnos a todos. Sus padres murieron aquella noche. El pequeño salio ileso salvo su frente en la cual tenia una cicatriz en forma de rayo. Fue mi historia favorita y constantemente me imaginaba como seria la vida de ese niño. Tendría mi edad, seguramente estaría repleto de lujos y personas que le mimaran – el rubio giro el columpio para que pudiera verlo de frente –. ¿Tienes idea de cómo se llamaba?

 

El moreno lloraba silenciosamente, las lágrimas recorrían un camino desde sus dilatados ojos hasta el mentón donde caían gota por gota. Temblaba de impotencia y su rostro era todo un poema. Mantenía los ojos abiertos, mirándole casi sin parpadear. Las palabras no salían de su garganta por más que lo intentara, el único sonido que podía emitir era un pequeño quejido ahogado.

 

– Harry Potter; el niño-que-vivió.

 

El mencionado rompió en llanto, llevándose las manos a la cara. Hacia presión en los ojos como si con eso fuera a aminorarse las lágrimas.

 

Harry, no digas que estas inseguro porque no he conocido persona más valiente que tú.

 

– Dr… Draco – logro pronunciar entre hipidos.

 

– Shh… – poso las manos en las mejillas húmedas, retirando con el pulgar cualquier rastro de agua salada –, cuando estés seguro, me lo dirás.

 

Harry despertó agitado en la madrugada, bañado en lágrimas. La almohada se encontraba totalmente húmeda. Apretaba con los puños cerrados la sabana de la cama.

 

¿Cómo podía sentirse tan lleno y a la vez tan vació?

 

Se permitió continuar con el momento de debilidad, sollozando sin poder contenerse.

 

 

 

Notas finales:

Muchas gracias por tomarse la molestia de leerlo xD es mi primer fanfic de Harry Potter y ojala me haya salido bien (: les aseguro que los demas capitulos no seran tan largos para que pueda actualizar seguido.


¡¡Sus reviews son totalmente bienvenidos!! De hecho me encantaría leer sus comentarios y contestárselos xDD


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