Para que vuelvas a leer mi diario.
Draco Lucius Malfoy, podía jactarse de muchas cosas. De tener en cuerpo envidiado por los dioses, de ser de una familia de limpio linaje, de haber sobrevivido a una guerra, de tener a medio Howgarts muriendo por él; e inclusive de tener como novio al chico que tenia muerta a la otra mitad de Howgarts. ¡Pero! No podía jactarse de tener paciencia y mucho menos cuando de su privacidad se tratase.
Harry Potter, el que fuese nombrado en un tiempo el-niño-que-vivió, ahora el-niño-que-venció, había proclamado, además de victoria contra Voldemort, victoria contra muchos de los pretendientes que tenía el rubio príncipe de las serpientes.
Pero eso no quitaba que el gryffindor fuera un celoso, controlador, paranoico empedernido; cosa que además de alterar a su rubio novio, en algunas ocasiones lo ponía de mal humor, siendo este el principal motivo de discusiones entre ambos.
Un día, harto de tanta discusión con su rubio delirio, el salvador del mundo tuvo lo que llamo una ‘fantástica’ idea. Tiempo después se daría cuenta, de que era todo lo contrario.
Si no hostigaba a su novio, éste no se molestaría, cosa obvia abría dicho Hermione. En cambio sabría cada cosa que hiciera el rubio, cada lugar en donde estuviera, cada sentimiento… lo sabría todo, con solo cinco minutos, con aquel que fuese el más valioso y discreto confidente del rubio. Su diario.
Las peleas cesaron, para alivio de Harry, no hubo más interrogatorios, para alivio de Draco. El gryffindor sabía todo del Slytherin y este ni se enteraba. O eso creía Potter.
Como ya era costumbre para Harry entro en la habitación de su novio, sacó una llave de debajo de la almohada, tomó un cofre de la mesa de noche, tras abrirlo sacó un pequeño libro con una tapa de metal con una serpiente grabada. Buscó la última hoja y comenzó a leer.
Hoy por la noche te extrañé, porque al final tuve que irme con solo un short y una playera a la fría cama, que no es lo mismo sin tu calor… extrañé como envuelves mi cuerpo en tu calidez, extrañé como se siente tu fino tacto sobre cada rincón de mi cuerpo… tu aroma a lavanda que se me impregna cada vez que me tocas.
La respiración del gryffindor se corto. Tenía que ser una broma.
Tomando una bocanada de aire siguió leyendo, en busca de una explicación.
Con la desesperación y ansiedad de tu ausencia, después de mi ducha nocturna te busqué… ¡tú siempre estabas ahí luego de mis frías duchas para calentarme! Te busqué en cada rincón, busqué en cada closet, esperando una sorpresa, e incluso llamé a mis amigos preguntándoles por ti… y aun así, en mi desesperación. No apareciste ¿Por qué?
Hemos vivido tanto juntos, te has vuelto algo esencial en mi vida, tú y solo tú que conoces cada rincón de mi cuerpo; hasta el lunar en forma de estrella que está en mi pelvis… tú… mi paño de lágrimas, mi confidente… mi protector…
¡Merlín! ¿Cómo había pasado que ese Slytherin lo había engañado? ¡No podía ser! Siempre estaba junto a él. Nunca lo dejaba. ¿Cuándo? ¿Dónde? ¡¿Quién?!
¿Acaso estas celoso? Te juro que esa ropa para dormir, solo la use el día que me la regalaron y fue mero compromiso…tu eres lo único para mi ¿has olvidado acaso las noches que pasamos en el calor de la cama? ¿Las noches de enfermedad… donde no dejaba que te separan de mi? ¿Has olvidado… esa noche en especial? La noche del campamento, cuando la lluvia aztó fuertemente fuera de la casa, pero tú permaneciste sobre mí, brindándome tu calor, y permitiéndome conciliar el sueño…
‹‹La pijama que le regalé.›› pensó Harry, sintiendo que se desvanecía. Pero tenía que terminar de leer.
¿Es que hice algo mal? ¿Te falle en algo? Siempre procure darte lo mejor… planchaba con vapor… el jabón más fino… agua tibia… ni caliente ni fría… ¡¿Dónde estás pijama mía?! .
Para que vuelvas a leer mi diario, Harry.
Un suspiro de alivio se escapo de los labios de Harry, realmente, la idea de leer el diario de Draco, no fue tan buena. Después de todo cuando un gryffindor va, el Slytherin ya regresó.