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Aquel mi príncipe por Eruka Frog

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Naruto no es mío.

 

Eruka,  orgulloso miembro de FrAw

Notas del capitulo:

Esta idea surgió de dos situaciones, aisladas la una de la otro pero que al final consipraron para que yo escribiera esto. Ojalá les guste, luego de leer, no olviden pasarse por mi blog: http://eruka.wordpress.com/2011/01/17/machismo-vs-caballerosidad/

 

La caballerosidad es sólo la otra cara del machismo.

 

Aquel mi  príncipe

 

 

Qué difícil resulta vivir con una persona que no te respeta en lo más mínimo.

 

El respeto es quizás una de las cosas que más engrandecen al hombre, y por ello deberían tomarle toda la importancia que merece. Sin respeto, me siento menos viril, sin respeto, me siento menos agradable,  sin respeto me siento menos humano. Respeto y orgullo, porque en la práctica se vuelven cosas muy parecidas y fáciles de confundir, incluso aunque en la teoría no puedan ser más diferentes.

 

Yo conocí a Sasuke hace ya mucho tiempo; él era el hijo menor de la familia para la que mi madre trabajaba, educando a sus principitos y metiéndoles información  en su brillante cabecita que ellos absorbía con rapidez. Eran personas amables, que cuidaban de mi madre y que a mi me acogieron con cariño, yo, Uzumaki Naruto, era casi un miembro más de la familia, por lo que cuando Sasuke y yo entramos a la secundaria, yo realmente creí que éramos iguales.

 

No, no se trata del dinero lo que al final marcó la diferencia; su posición económica, curiosamente, nunca fue una barrera. Tampoco fue el hecho de que su sangre fuese casi tan azul como la del emperador, porque el final eso era algo tan sorprendente que no nos detuvimos a pensar en ello.

 

Cuando mi madre murió, yo tenía 15 años y estaba listo para comportarme como un adulto pequeño, pero Sasuke no me lo permitió. Me cuidó, me mimó. Hizo todo por mi y por mi felicidad. Llegó un punto en que prácticamente me daba la comida en la boca: él realmente cuidaba que yo fuera feliz por completo. Y lo fui, de verdad lo fui.

 

Sasuke es guapo, mucho más alto que yo, con una espalda más ancha y una piel más blanca en la que a veces se le marcan demasiado las venas. Su perfil es ligeramente andrógino, y sus labios, ojos y nariz gritan altivez y superioridad, envueltos en una belleza viril con la que yo jamás pude siquiera compararme.

 

Porque yo parezco una niña.

 

Con mi 1, 64 de estatura, mis ojos azules y grandes, mis cuerpo delgado y enfermizo, mi cabello inusualmente rubio y mi voz chillante.  Desde el principio, Sasuke fue el chico; la parte fuerte de nuestra relación. Él me cubría con sus brazos cuando yo sólo podía aterrorizarme, él me consolaba mientras yo lloriqueaba, él me besaba y yo dejaba que lo hiciera. Simplemente,  él me amaba y yo me limitaba a seguirlo.

 

¿Qué suena como un verdadero príncipe?

 

Sí, así suena. Supongo que cuando eres una princesa llorona atrapada en la torre, encontrarte a un sujeto así debe ser, cuanto menos, encantador. Seguro que le das tu pañuelo, le juras amor eterno y luego dejas que decore contigo su reino. Que el príncipe venza al dragón suena realmente fantástico, después de todo, si el dragón es quien te trata de acuerdo a tus circunstancias, si al dragón no le preocupa lastimarte, y si incluso es probable que te odie, ¿por qué mierda no vas a amar a quien se deshace de él?

 

Pero yo no soy una princesa, soy un hombre.

 

Pero incluso aunque fuera una niña que se cree princesa, merecería respeto también.

 

Sasuke me ama, mucho, pero no me respeta. No soy su igual, no me admira y no me ve en su misma altura.

 

Cuando cumplí 19, Mikoto (su madre) organizó una cena muy especial. Itachi, hermano de Sasuke, alabó mi crecimiento y Fugaku  (el jefe de la familia) me pregunto sobre mi futuro. Sasuke llegó un poco tarde, pero contrario a lo usual,  nadie lo riñó ni comentó nada al respecto.

 

Ese día Sasuke me pidió que me casara con él.

 

Yo tengo un carácter, no se equivoquen.

 

Soy gritón y escandaloso, me ofendo con relativa facilidad, siempre lucho por lo que quiero, soy muy honesto y me gusta ayudar a todos. Tengo tantos amigos como días de vida; en las reuniones siempre requieren de mi presencia y suelo ser el tipo de chico en el que te apoyas cuando te sientes herido.

 

Soy todo eso.

 

Y sin embargo, Sasuke es incapaz de respetarme porque mis valores y mi personalidad sólo le parecen “tiernos y adorables”.  Soy el peluche que el niño malo guarda en su cómoda, y al que abraza luego de una arduo día de fechorías, pero al que realmente no alaba ni del que se siente la mitad de orgulloso de lo que se siente al ver a sus objetos de tortura.

 

Quizás Sasuke se sienta bien conmigo. Quizás se sienta en paz consigo mismo y quizás crea que soy la persona más maravillosa del planeta.

 

Pero no tengo uno solo de los valores que él quisiera para sí. No quiere ser como yo, no tomamos sake juntos mientras conversamos sobre política y sobre los sueños que lo atormentan. No soy capaz de estar en el mismo peldaño que él.

 

Soy a quien ama, pero no soy a quien respeta.

 

¿Qué es el amor sin respeto?

 

Me cuida, evita que trabaje, evita que sufra, evita que me aburra, evita todas esas cosas que podrían haberme hecho ser quizás más amargo, pero más independiente y más digno de su admiración. Así, mi honestidad se convierte en un credulidad que roza en la imbecilidad, mi determinación por ayudar a otros se transforma en exceso de tiempo libre, y toda mi alegría muta hasta no ser más que la ignorancia sobre un mundo cruel del que sólo conozco la mejor cara de Sasuke.

 

La princesa desea que su príncipe sea  menos caballeroso, por que al final, la caballerosidad no es más que la cara recién aseada del machismo. Abrir la puerta no es más que escupirte el hecho de que puedes hacerlo tu misma, protegerte sólo resalta el hecho evidente de que eres demasiado estúpida como para defenderte tú sola.

Por eso la princesa termina extrañando al dragón, porque al menos él no creía que era tan débil como para no soportar una quemadura más. El dragón es el único que respeta a la princesa, quizás como su némesis, pero al final y al cabo lo hace y eso es más de lo puede pedirle a los demás.

 

Quien defiende a otro sólo lo hace porque es satisfactorio  que alguien dependa de ti; lo hace porque ser único para alguien más es tan placentero como la droga más opulenta de todas.

 

Yo soy la droga más opulenta de Sasuke.

 

Lo que él llama protección yo lo llamo cautiverio, lo que él llama mimar yo lo llamo someter, lo que él llama amar yo lo llamo aislar. Y lo que él llama Naruto no es más que un cuerpo sin orgullo.

 

Ya que él no está dispuesto a respetarme,  más le vale que tampoco esté dispuesto a buscarme.

 

 

 

 

Notas finales:

¿Raro? Ya, si es que el día que yo escriba algo coherente me da algo. De nuevo la ausencia de diálogos es algo que adoré, que yo eso de: no digas nada sino es necesario, es algo que le inculco a mis muchachos.

 

La idea de la falta de respeto aún cuando el amor existe salió de la semana pasada, cuando Eruka leía alegremente mangas yaoi para inspirarse y salir de su miserable agujero personal (malo para vacacionar pero excelente para esconderte).  Mientras leía "Love is like a Hurricane" un manga merecedor de cuatro estrellitas (el máximo es cinco) en mi clasificación. Buena historia, buenas escenas, y es largo, algo que ya no le podemos esperar de los mangas yaoi. Mizuki, el uke, es una niña total, como me gusta (lo admito y todo), y Azuma es el seme que nos gusta, así que todo muy bien, hasta que empecé a notar que Azuma, pese a quererlo mucho, no lo respetaba lo más mínimo. Eso a partir de un capítulo en el que Mizuki está lloriqueando respecto a que nunca puede tomar sus desiciones él mismo. Les recomiendo que lo lean ^^

 

Ahora, sobre lo otro, pueden encontrar la explicación en mi wordpress: http://eruka.wordpress.com/2011/01/17/machismo-vs-caballerosidad/  a ver qué opinan ^^


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