Un tranquilo día despertaba en Shin Makoku cuando de repente se oyó una explosión, lo bastante fuerte para que saliera volando la ventana, nadie se inmuto en ese momento como si esa explosión fuera lo más normal del mundo, de repente se oyó la voz de su majestad llamando a gritos a su prometido el cual se encontraba inconsciente en el suelo.
- Wolfram, Wolfram ¡Wolfram! ¡me oyes! ¡despierta! ¡eyy!- No dejaba de gritar asustado, cuando llegaba el consejero real y los dos hermanos del rubio.
- ¡Majestad! ¡¿Qué ha pasado?!- dijo gritando Günter.
- Bueno pues veréis…- Yuuri intentaba calmarse para poder hablar- cuando yo y Wolfram pasamos por delante del laboratorio de Anissina la puerta salió volando y le dio en la cabeza a Wolfram, acto seguido le cayó un líquido rosa encima y cayó inconsciente.
- ¡Ah! Lo siento estáis todos bien- dijo Anissina saliendo del laboratorio toda despeinada y sucia de un líquido parecido al que le había caído a Wolfram pero este era morado.
- Anissina, ¿se puede saber que has hecho?
- He hecho unas pociones que cambian los sentimientos de la gente, pero la última me salió mal i exploto-dijo riendo como si nada.
- ¿una cosa la rosa que hace?
- Mmm… La rosa cambia los sentimientos de amor por odio, y la que llevo encima me que ha salido mal cambia los sentimientos de alegría por desesperación.
Nadie pudo decir nada no sabían que decir todos esperaban que alguien dijese algo pero nadie decía palabra hasta que la pequeña princesa se atrevió a hablar.
- Anissina cuanto duran los efectos de estos po… po… potingues.
- A eso depende los efectos pueden durar días, semanas o inclusos meses o en el peor de los casos llegaría a ser irreversibles pasados los 12 meses o sea 1 año.
- ¿No hay ningún antídoto?- esta vez el que hablo fue Yuuri este empezaba a tener un mal presentimiento presentía que se le venía encima el obstáculo más difícil de superar desde que llego a Shin makoku.
- ¿Qué? Eso es…- Yuuri no dijo nada mas no podía sabía que si hablaba ahora podría cavar su propia tumba.
Nadie volvió a hablar Conrad cargo a su hermano hasta la habitación del Maou, antes de irse se dirigió a Yuuri.
- Yuuri sabes que lo que hace Anissina casi nunca funciona, así que relájate que ya verás que Wolfram mañana será el mismo de siempre, no te preocupes seguro que solo está así por el golpe, ya lo veras.
- Gracias Conrad eso espero… pero tengo un mal presentimiento dentro de mí que no me deja tranquilo.
- Buenas noches Yuuri.
Dijo Conrad y salió de la habitación.
Yuuri se pasó el día al lado Wolfram al caer la noche se dirigió al armario y se puso el pijama cuando se metió dentro la cama cuando de una patada se vio devuelto al suelo.
- ¡Wolfram pero qué haces!
- ¡Qué coño haces en mi cama!
- ¡Tu cama desde cuando es tu cama! ¡Esta es mi cama! ¡Eres tú el que siempre se mete en la mía!
- ¡Porque narices querría meterme en tu cama!
- ¡porque según tú los prometidos tienen que dormir juntos!
- ¡prometidos! ¡Eso es porque tu solo de llegar me plantaste un bofetón sin más ni más! ¡Yo nunca quise esto, lo aguanto por mi orgullo porque si no ya habría terminado esta farsa!
- ¡Pero que estás diciendo!- Yuuri se le encogía el pecho con todas esas palabras lo peor era que esta vez Anissina le había salido bien su experimento y ahora era Yuuri el que pagaba las consecuencias de esa maldita poción de color rosa.
- ¡Wolfram vete! Por favor…
- ¡No hace falta ni que lo digas!
Wolfram salió de la habitación del Maou dando un portazo y Yuuri se quedó solo en su habitación inmersa en un silencio sepulcral como nunca había estado. Como la pequeña Greta se fue a dormir con Anissina por todo lo que había pasado, ahora Yuuri pensaba en porque se sentía así. Mientras pensaba en eso llegaba a una conclusión que de momento desestimo por el momento. Así con esos pensamientos en mente volvía a salir el sol en ese país donde todo lo imposible en estos momentos parecía posible como que los sentimientos de amor de ese tozudo mazoku hubieran podido desaparecer esos sentimientos que hasta hace mediodía parecían imposibles de cambiar esos sentimientos que hacían que el rubio subiera en cólera por él.