Hermione no parecía enfadada con el hecho de que Ron hubiera desaparecido, de hecho en parte se imaginaba. Con lo que sí parecía un tanto molesta era con que se hubiera quedado hablando con esa. Los había visto hablando cuando, después de unos quince minutos de esperar su libro, había decidido ir a por el por su propia cuenta. No le había pedido explicaciones a su amigo, no tenía por qué. Pero claro que se había llevado a Harry del brazo y había comenzado a maldecir y a criticar desesperadamente a la rubia y al “imbécil baboso de Ron”. Por suerte se había calmado una vez que Harry le recordó de aquella vez en la enfermería que en vez de llamar a su novia, la había llamado a ella.
El lunes ocurrió sin mucho más, excepto que Hermione había confrontado a Ron haciéndose la ofendida por el libro, con esos característicos refunfuños que daba cuando peleaba con el. El le había dicho que lo sentía, y que no había podido ir por que Lavender lo había retenido, impidiéndole buscarlo. Ella terminó de sacarse la bronca de la cabeza cuando escuchó el tono de pesadumbre utilizado por Ron cuando nombraba a su ex.
Harry se sentía aliviado por que la situación no hubiese llegado a mayores, odiaba que se pelearan tanto por cualquier estupidez, le desesperaba que ellos fueran los únicos que no querían, o mejor, no sabían cómo, llevar las cosas a otro nivel. Se celaban exageradamente y por cualquier acción, por más inocente que fuera, como saludar a una ex por compromiso, o elegir a otra persona para hacer un trabajo en clase. Por suerte el drama de esa semana no había llegado más lejos que una pequeña confrontación.
Durante la tarde, Harry y Ron habían asistido a la práctica de Quidditch. Harry no practicó como buscador, sino ayudando a dos gryffindor más jóvenes que habían entrado al equipo ese año, como capitán, esa era una de sus tareas que menos le gustaban, el prefería seguir con las prácticas que había aprendido de sus antecesores, pero evidentemente su equipo había sufrido bastante el año anterior, a causa de la ausencia de Fred y George, quienes ya habían terminado su escolaridad. Por otro lado, al contrario que ellos, el equipo de Slytherin, parecía más fuerte cada día, ese año se habían hecho de un guardián excelente, y las habilidades de Malfoy como buscador, a pesar de que Harry no lo admitiera públicamente, iban mejorando a pasos agigantados. Y era justamente por sus antagonistas absolutos que tenía que entrenar a aquellos talentosos pero brutamente distraídos Gryffindor.
Dentro de dos semanas habría un partido bastante determinante en el puntaje de Gryffindor, que estaba en el límite para intercambiar puesto con Hufflepuff y quedar tercero.
Finalmente, la práctica concluyó con mejorías visibles, y Harry se sentía muy satisfecho con eso, al fin había logrado que esos dos pusieran mayor atención a las violentas Bludgers, en vez de observar el resto del partido. Cansado, se dirigió a la sala común de Gryffindor, esperando encontrarse a Hermione y a Ron, que había terminado antes la práctica, para ir a cenar al Gran Comedor. A unos cuantos pasillos de llegar al cuadro de La Dama de Rosa, escuchó unos ruidillos, y por pura curiosidad se acercó a ver. En la otra esquina, se encontraban Ron y Hermione abrazados, no, no solo abrazados, estaban muy entretenidos besándose. Harry sonrió ampliamente y rió suavemente. Hermione, una vez se hubieran separado, lo descubrió y le dedicó una sonrisa emocionada. El moreno se dio vuelta y se dirigió al Gran Comedor solo, todavía sonriendo. Aunque claro, su felicidad no podía durar mucho. En el camino se topó con cierto chico de facciones puntiagudas y cabello rubio plateado, no podía ser otro, no, siempre tenía que toparse con el en los momentos justos, a veces pensaba que tenía su propio Mapa Merodeador, que además ponía un cartel cuando, o estaba patéticamente feliz, o con ganas de cometer asesinato.
-Oh! Que coincidencia Potter, justo hablábamos con Pansy acerca de tu triste equipo de Quidditch, si es que si quiera puede ser llamado equipo.- Malfoy sostenía una sonrisa de autosuficiencia acompañada de esa expresión de estar oliendo mierda que había heredado de su madre. Harry por su parte, giró los ojos y apresuró el paso, ignorándolo de sobremanera, estaba feliz después de todo, y ese estúpido no se lo iba a arruinar. Esperaba que Malfoy como siempre lo siguiera y continuara con sus críticas e insultos, pero al contrario, se dirigió directamente a su mesa, en la otra punta del Gran Comedor.
Más tarde, en la sala común de Gryffindor, Harry, Ron y Hermione se encontraban sentados en los grandes y mullidos sillones rojos cerca del fuego. Hermione portaba una sonrisilla nerviosa y a Ron parecían temblarle las manos. Simplemente le dieron el ultimátum acerca de la evolución de su relación, y le prometieron que no iba a cambiar nada. Harry rió levemente, pero claro que no iba a cambiar nada, si desde 3er año ya se comportaban como una pareja absoluta y jodidamente celosa. No les preguntó cómo habían ocurrido las cosas, no le interesaba, pero si se alegraba mucho por ellos, y por él mismo, que ya no tendría que lidiar con el casi constante tira y afloja entre los dos.