Elegance
La elegancia es la ciencia de no hacer nada como los demás, dando la impresión de que todo está hecho del mismo modo que el resto.
He's the man I love
Parado contra una pared estaba él. Con los brazos cruzados y las facciones suavizadas. El cabello azabache hasta los hombros perfectamente peinado. Las piernas infinitas y esbeltas. La tez de un tono blanco grisáceo, como el mármol. Los labios carnosos que ocultaban una fila de dientes blancos y brillantes.
La sonrisa de lado bailando entre sus labios, como invitándolo a acercársele y robarle un suspiro.
A pesar del rojo profundo de sus ojos, casi de un tono siniestro, su mirada emanaba calidez y hasta un tono de ternura. Claro, eso cuando lo miraba a él. Parecía que sus facciones se suavisaban, como queriendo protegerlo.
Cruzando el salón lo esperaba y lo llamaba con la mirada. El antifaz compuesto en su totalidad por plumas negras y pomposas destacaba el rojo en sus orbes.
Se acercó con paso decidido pero lento, como si bailara, camuflándose entre las personas que ocupaban el centro de la pista. Sus cabellos lacios perfectamente peinados hacia atrás dejaban a la vista sus ojos azules, enmarcados por un antifaz color plata. Sus aros azules habían sido reemplazados por unos del mismo color que la máscara para la ocasión.
Al llegar hasta donde su mayordomo estaba, este le ofreció su mano enguantada, invitándolo a bailar. La aceptó gustoso y se dejó arrastrar hasta la pista comenzando a sonar el bals. Posó sus manos detrás del cuello del mayor. En otro momento le hubiera parecido vergonzoso y se hubiera negado a bailar con el demonio en público, pero en ese momento estaba como inconcsiente. No podía parar de sonreír, con la mirada perdida en la rojiza de su compañero de baile.
Poco le importaba lo que podrían pensar el resto de los nobles de la velada. El no tenía padres que le dijeran que debía hacer, jamás obedecería a nadie que no fueran ellos, por lo que el pensamiento popular lo tenía sin cuidado.
El ojo del sello brillaba como nunca enmarcando perfectamente la estrella de cinco puntas y la guarda de espinas. El mayor pasó su dedo índice, acariciándo sus pestañas negras y espesas. Ese momento les pertenecía, era algo que nadie más que ellos dos en el mundo entero podría comprender. La relación amo-sirviente, victima-victimario que mantenían era ciertamente un tanto retorcida pero placentera para ambas partes. Ciel se había adaptado con el tiempo a soportar el carácter de su mayordomo. Era un demonio cínico y rebelde debajo de esa fachada de sumisión y devoción.
Por su parte Sebastian también había tenido que adaptarse a los caprichos de su amo. Era un jovencito tremendamente insoportable y con aires superiores, sin embargo se enorgullecía de ser la única criatura que podía soportarlo.
Acarició sus cabellos peinados hacia atrás y jaló levemente de ellos, solo lo suficiente como para dejar su cabeza en una posición conveniente. Sonrió de lado y acercó sus labios rozándolos con los de su amo. El menor buscó la caricia de una manera desesperada, no podía esperar un segundo más, pero para su desgracia Sebastian parecía tener todo el tiempo del mundo. Claro, era parte de otro de sus juegos. Idiota. ¿Es que acaso nunca dejaba de jugar con él?
Frunció levemente el ceño para mostrarle al de ojos rojos que el no se estaba divirtiendo para nada. El mayor ensanchó su sonrisa y profundizó el ansiado beso.
Su lengua demoníaca se movía insistentemente explorando por completo su cabidad bucal con una experiencia impresionante.
Siempre se había imaginado cómo sería un beso con Sebastian. Como esperaba, era algo completamente fuera de su comprensión.
He's the man I love, Whit wide smile, and tender gaze..
The man I love is not afraid of anything
He is ma raison d'être
He fix it all with knowledge
If he could look at me
He would brighten my life
He is my only idol among everybodyelse
The man I love...
Fragmento de Cello suite N1 "Prelude”