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Plan de estudios por RedGlassesGirl

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Notas del capitulo:

Aclaraciones:

—diálogos.

"pensamientos".

(N/A: nota del autor)

[1], [2], etc. Notas al pie.

*para estar al tanto de mis actualizaciones pueden visitar mi Livejournal, busquen la dirección en mi perfil*

Autora: Penguin-sama

Traductora: Red Glasses Girl

Pareja: Yuuram.



Plan de estudios – Capítulo 3

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La puerta se abrió de golpe con un sonoro bang.

— ¡No tema, Su Majestad! — gritó Günter, colgado del marco de la puerta para sostenerse sobre sus piernas aun débiles. Las lágrimas en sus ojos brillaban con una combinación de miedo, triunfo y fiebre. — ¡Su querido profesor ha vuelto a su lado, dispuesto a luchar contra el infierno mismo con tal de continuar con su educación!

Gwendal ni siquiera se molesto en levantar la vista de la gran pila de papeles que tenía delante.

— Él no está aquí. — declaró. — La lección de hoy ya termino.

La mandíbula de Günter cayó. Ahora las lágrimas se derramaban de amarga decepción.

— Pero… ¡me tomo toda la mañana llegar aquí! — se lamentó incrédulo.

Gwendal seguía sin levantar la vista. — ¿Sabe tu hija que estas fuera de la cama?

— ¡OH! ¡Su Majestad! — lloriqueó apasionadamente mirando al techo. — ¡Usted, pobre y miserable! ¡Forzado a soportar el peso de sus lecciones sin la firme y amorosa guía de su profesor! ¡Cuánto he soñado con tomar su mano y, oh, tan gentilmente abrir sus-!

— Günter.

— Ojos… — se apagó vacilando un poco, encontrando al fin la mirada del otro hombre, clavada en él con sus ojos azul hielo.

— Que te hace pensar, — demandó el general. — ¿Que tengo tiempo para tu melodrama?

— Eh… — dudó un momento. Con su foco perdido, al fin empezó a notar la debilidad de su cuerpo, y se vio forzado a agarrarse firmemente del marco de la puerta para sostenerse. — ¿Qué fue eso? Estaba teniendo un momento.

Gwendal resopló y volvió la atención a su trabajo. — El chico no está aquí. — declaró. — Lo mande a estudiar con Wolfram.

— ¿C-Con Wolfram?

— Hhm. — buscando una hoja nueva de pergamino, no pudo notar la horrible expresión del otro hombre. — Lo ha estado haciendo bastante bien desde que trabajan juntos.

Y el joven rey también había dejado de protestar tanto. Sin esa molestia, y dejando a Wolfram y los libros de texto encargarse de la mayor parte de la enseñanza, Gwendal había sido capaz de recortar las lecciones a solo una hora durante la mañana. Eso seguía interrumpiendo su trabajo, pero al menos era más manejable.

— ¡P-pero ni siquiera están casados! — protestó al final.

Gwendal ni se molesto en responder a eso.

— ¿Qué pasa si eso les da… ideas?

El general seguía sin responder, aunque si levanto la vista, dándole una mirada que decía claramente "Con una madre como la mía, ¿por qué carajo crees que me importaría eso?"

Günter solo titubeo por un momento.

— ¿Sabes donde se han ido? Bueno, eso no importa. ¡Su Majestad! ¡Buscaré hasta el fin de la tierra con tal de encontrarlo y rescatarlo de la sucia influencia de ese niño egoísta!

Se dio la vuelta intentando hacer su gran salida, y paró en seco cuando casi corre encima de una pequeña mujer con el pelo verde oscuro y ojos profundamente enojados.

— Padre… — sonrió.

— ¡G-G-Gisela! — dio un alarido.


La habitación estaba en silencio, excepto por el rascar de una pluma o la ocasional vuelta de una página. Yuuri había descubierto que si dejaba su visión un poquito borrosa, podía distanciar su mente de su trabajo, haciéndolo menos horrible. Hasta estaba empezando a lograr progresos en sus estudios, aunque escribir con los ojos fuera de foco le estaba comenzando a dar dolor de cabeza.

— Nunca te voy a dejar ir, sabes.

El moreno miró, sorprendido por el repentino estallido que rompió el silencio.

Los ojos de Wolfram lo envolvieron, oscuros, serios y determinados. — Hagas lo que hagas… como sea que ruegues… No te voy a dejar ir. — insistió.

Sin contar la pelea que daba Yuuri, las cosas realmente habían estado yendo bien desde que Wolfram comenzó a ayudarle con sus lecciones. Habían logrado caer en una apacible, pero si embarazosa, rutina una y otra vez en los últimos días. Por el bien de la paz, se las habían arreglado para mantenerse alejados de las discusiones usuales acerca de su compromiso.

Aparentemente el rubio sintió que había mantenido su silencio demasiado tiempo.

— Wolfram… — comenzó con inquietud.

— Eventualmente vas a tener que casarte conmigo. — dijo obstinadamente. — No me importa si no quieres. Ya me he decidido… sin importar que… que nunca voy a dejarte ir.

Yuuri se dio cuenta de que haría cualquier cosa en el mundo, menos tener esta conversación. Prefería estudiar más diagramas sucios que hacer esto.

Pero ni siquiera él era lo suficientemente estúpido para admitirle eso a Wolfram.

— ¿Que te hizo salir con esto? — pregunto en su lugar.

Su prometido corrió la vista, y el moreno sintió un profundo sentimiento de temor.

— ¿Las clases? — se arriesgó.

— Quiero que dejes de luchar, — dijo Wolfram. — Como te diste cuenta que no puedes escapar de tus clases, quiero que te des cuenta que no puedes escapar de mi tampoco. Quiero que te des por vencido. — levantó una imagen. — Así que, podemos hacer esto.

El rey se revolvió incomodo. — ¡Pero no quiero hacer eso!

Su prometido frunció el ceño, y luego levanto otra imagen. — ¿Qué tal esta otra?

— No.

— ¿Esta?

— No.

— ¿Esta?

Yuuri frunció el ceño. — Wolfram…

Sus aristocráticas cejas se juntaron, y el ceño de Wolfram se profundizo. — ¿Por qué? — reclamó. — ¿Por qué no?

— ¡Porque los dos somos chicos!

— ¿Y qué tiene que ver eso con nada de esto? ¿No soy lo suficientemente lindo para ti?

La boca de Yuuri se movió audiblemente intentando buscar una respuesta. Wolfram era lindo, especialmente cuando estaba gritando, pero…

— ¡Ambos somos chicos!

— ¡A nadie le importa eso excepto a ti!

Algunas veces pensaba que el otro chico solo comenzaba peleas con él para obtener su atención. Wolfram, acostumbrado desde que nació a tener cualquier cosa que quisieran, algunas veces parecía desesperado por conseguir garantizar que su prometido tomara en cuenta su presencia.

Hoy, sin embargo, no parecía una de esas situaciones. Se veía serio, dolido, e impetuoso.

— ¿Me puedes dar una buena razón de porque eso importa? — exigió el rubio.

Se dio cuenta de que no tenía una buena respuesta para eso. No sabía porque era tan mal visto y le daban la espalda en su mundo. A su madre le gustaba Wolfram, y la familia de él de todos modos siempre pareció aprobar la pareja… más o menos. Él no pensaba acerca de su compromiso más de lo que fuera absolutamente necesario, solo sabía que ambos eran chicos, por eso no podían casarse.

Pero Wolfram era lindo.

Se salvo de sumergirse más en esos pensamientos perturbadores por un fuete grito proveniente de la sala.

— ¡Su Majestad!

Agradecido por la escusa de no responderle a su prometido, se puso de pie y se apuró en ir a la puerta. Gisela había atado a Günter a una camilla y dirigía a dos guardias para que cargaran al pálido hombre por el pasillo.

— ¡Oh! ¡Su Majestad! — las lágrimas brotaron de sus ojos apenas lo vio. — ¡Oh, paren! — rogó a los guardias. — ¡Por favor paren!

Ellos miraron temerosos a Gisela, que asintió ligeramente dando permiso. Pararon.

— ¡Oh, Su Majestad! — gimió. — ¡Como deseaba verle!

— Günter, ¿qué paso? — preguntó preocupado, saliendo de la habitación del todo.

— Él está bien. — le aseguro Gisela con una de sus sonrisas brillantes. — Solo se ha portado mal y escapó de su cama antes de que se recuperara del todo y estuviera saludable. No lo hará de nuevo.

El hombre dio un pequeño gemido.

— Oh. — el moreno estaba aliviado de que no fuera nada serio. — Pero Günter, si te escapas de la cama tan pronto, solo lograras ponerte peor.

— Él sabe eso ahora. — dijo su hija oscuramente.

— ¡Oh, Su Majestad! — se aferró a su mano desesperadamente, sus ojos fervientes de pasión. — ¡Verdaderamente sus palabras contienen la mayor de las sabidurías!

— ¡Solo te está diciendo lo mismo que te dije yo antes!

— ¡Puedo sentir su gran amor y devoción!

— ¿Y que con mi amor y devoción?

Gisela, ya molesta con su padre por sus acciones, estaba llegando al límite de su paciencia, y ella era aterradora cuando estaba enojada. Sin embargo, Yuuri dudaba si dejar ir a Günter, podía sentir que Wolfram había entrado en la sala detrás de él, y sabía que no estaba listo para volver a darle la cara.

A regañadientes, dejo que su mano se apartada mientras Gisela indicó a los guardias levantar la camilla una vez más.

— ¡Oh, Su Majestad! — lloriqueo mientras lo cargaban lejos, su cara brillante por las lagrimas. — ¡Estoy seguro de que su amor me sanara pronto! ¡Su Majestad! ¡Su querido Günter estará a su lado pronto de nuevo! ¡Su Majestad!

Los observo irse hasta que ya no podía verlos, e incluso así, sabiendo que ya no tenía una excusa, dudó si darse la vuelta hacia su prometido.

Al final, Wolfram suspiró.

— No sé que mas esperaba de un enclenque como tú.

Yuuri lo miró, y Wolfram estaba sonriendo.

Sin embargo, sus bonitos ojos verdes estaban dolidos.

— Vamos, Yuuri. — dijo indicándole volver a la habitación.

— No… ahora no.

— Todavía tienes tres páginas que terminar. — dijo ceñudo.

— Las… hare después. Necesito un descanso.

— Yuuri…

El rubio ni siquiera pregunto dónde estaba yendo, no insistió, o fue con él como usualmente haría. Solo lo miro con ese esa expresión de 'dolido pero tratando de esconderlo'. Por una vez, el chico orgulloso parecía vulnerable, y Yuuri se dio cuenta de que dejarlo estaría mal.

Suspiro, su miedo impidiéndole volver a entrar en la habitación, su sentido de justicia impidiéndole irse.

— ¿No es suficiente solo ser amigos? — preguntó. — Me gustas. Me dolería perderte.

— Eso nunca será suficiente, — comenzó el rubio. — no sufriré esa vergüenza.

— ¿Cual vergüenza? Fue un malentendido, ¡todo el mundo sabe que fue un malentendido! ¿Por qué alguien debería tomarlo en serio?

— ¡Tal vez si te hubieras retractado inmediatamente cuando lo hubieras pedido! — Wolfram lo miró. — Al momento que las noticias dejaron la habitación, fue como si un anuncio público se hubiera hecho, ¡sabes lo rápido que los rumores se esparcen por aquí!

— Pero…

Wolfram miró hacia otro lado, cruzando sus brazos. — Entendí muy pronto que no habría una manera fácil o aceptable de terminar esto. Entendí, como tu deberías, que estamos atrapados en esta estúpida situación que tu creaste, ¡y no tengo la intención de pasarme el resto de mi vida infeliz!

— ¿Wolfram?

Vaciló, luego lo miro una vez más. Sus ojos estaban oscuros y serios. — Tomé la decisión de amarte. Lo menos que podrías hacer es intentar lo mismo.

— Solo tú puedes ser lo suficientemente obstinado para decidir amar a alguien. — murmuró.

— ¡Yuuri! — se acercó y lo tomó por sus hombros, apretando con la fuerza suficiente para dejar marcas. — ¡Estoy siendo serio! ¡Quiero que intentes! ¡Quiero que me des una mínima oportunidad! ¡Yo ya te amo!

— No, no lo haces, Wolfram. — intentó lo mejor que pudo para darle una sonrisa gentil. — Lo único que quieres es salirte con la tuya. Como de costumbre.

El rubio se lo quedo mirando, y por un momento se veía… la única palabra para describirlo era "destrozado". Esa apariencia cambio justo cuando Yuuri estaba por entrar en pánico, y fue reemplazada por una de cólera fría tan rápido, que lo otro bien podría haber parecido solo la imaginación del joven rey.

— Si eso es lo que crees. — dijo, soltando el agarre de sus brazos.

— Wolfram…

Se marcho sin decir ni una palabra más. Con las manos apretadas en puños, la espalda rígida y sin mirar atrás.


A pesar de las advertencias de su hija, Günter se irguió en la cama cuando oyó el rumor.

¿Qué? — chilló. — Su Majestad… ¿embarazado?

Despreocupada, Gisela lo empujo de nuevo para abajo. — Sabes que no es posible.

— ¡Nunca perdonaré a ese niño mimado de Wolfram si se atrevió a mancillar la hermosa pureza de Su Majestad! — gimió, pasando un brazo sobre sus ojos.

— ¿Por qué arruinar su pureza es tu trabajo? — preguntó ella rotundamente.

Él ni siquiera la escucho, o fue lo suficientemente inteligente para pretender no oírla. Sollozó dramáticamente por un rato mientras la curandera preparaba la medicina.

— ¿Cómo pudo Su Majestad traicionarme? — se lamentó de repente.

— Sabes que no es posible para él estar embarazado. — contestó bruscamente, luchando por disipar su energía negativa haciendo medicina, y no infringiendo violencia sobre su ya desafortunado padre.

El embarazo masculino no era del todo desconocido entre los hombres mazokus, pero era extremadamente raro. Los mejores especialistas del mundo y doctores habían dado la causa a cierto alineamiento astrológico que solo ocurría una vez cada cinco años, y por tan solo por una hora. Para que una pareja pueda concebir se requería planearlo muy, muy cuidadosamente.

Incluso en el tiempo justo y con óptima posiciones, aun había solo un diez por ciento de chances de concepción.

Ese día ya paso hace un año. —murmuró Gisela, moliendo la medicina furiosamente. Günter había estado dibujando complicados planes para encontrar a su rey solo durante esa noche desde casi el día en que llego por primera vez a este mundo.

— ¡Ah! — exclamó el hombre de cabellos plateados, dándose cuenta que ella tenia razón. — ¡Su Majestad y ese caprichoso no se conocían el uno al otro hace suficiente tiempo como para que haya un bebe!

— ¡Exacto!

— ¡Todavía tengo tiempo!

— Uh… padre…

— ¡Oh! ¡Para llevar el bebé de Su Majestad! — se sentó en la cama con los ojos centellantes, y una sonrisa de felicidad plena en toda su cara. Parecía, por un momento, totalmente recuperado.

— ¿No crees que estas un poco viejo para criar un niño?

— ¡Un hermoso niño con el heroico color de Su Majestad… oh, para tener una parte de él para mí para siempre!

Gisela suspiró. Puso la medicina a un lado y coloco sus manos pacientemente en su regazo, esperando. Günter estaba perdido en uno de sus "momentos" otra vez, y no había nada que ella o nadie pudiera hacer hasta que este pasara.

— ¡Y esa noche… la gloriosa noche de concepción! ¡El joven y fuerte cuerpo de su majestad floreciendo bajo mi firme guía-! — se cortó de golpe, su cabeza voló hacia atrás y la sangre fluyó de su nariz.

Gisela suspiro de nuevo. — ¡Nunca te vas a recuperar si sigues haciendo esto! — le recriminó, buscando algunas toallas.


— Sabia que sería demasiado para él manejar esto. — rio Josak entre dientes, espiando a través de la puerta entreabierta. — Es un milagro que aun este vivo, le ha sido imposible concentrarse o hace nada desde que consiguió permiso de enseñarle al chico.

Conrad sonrió con un poco de humor. — Gwendal fue el que insistió en dejarle intentar. — le recordó.

— ¿Esta realmente tan ocupado que no puede sacrificar una hora al día por su rey?

— No… creo que intentar enseñarle a Wolfram fue simplemente demasiado traumático. Luchó por las lecciones casi tan duro como Su Majestad.

— ¡Es verdad! — rio Josak. — ¿No fue ese el año en que el ala sur se quemo toda?

Conrad se echo a reír mientras comenzaban a caminar de nuevo.

— ¡Hombre! — rio Josak otra vez. — ¡Esos gritos de "¡asco, asco, asqueroso, asco!" me persiguieron durante años!

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-Fin del capítulo 3-


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