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Plan de estudios por RedGlassesGirl

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Notas del capitulo:

Aclaraciones:

—diálogos.

"pensamientos".

(N/A: nota del autor)

[1], [2], etc. Notas al pie.

*para estar al tanto de mis actualizaciones pueden visitar mi Livejournal, busquen la dirección en mi perfil*

Autora: Penguin-sama

Traductora: Red Glasses Girl

Pareja: Yuuram.



Plan de estudios – Capítulo 7

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La voz de Wolfram era cálida, un murmullo silencioso mientras leía a Greta su libro de cuentos favorito. Aunque ella fuera, a este momento, capaz de leer por ella misma, el chico que una vez fue (de acuerdo a lo que a Yuuri le contaron) conocido como El Gran Caprichoso de Pacto de Sangre ni siquiera había dudado en aceptar cuando su hija le pregunto si podía leer para ella. La dejo subir en su regazo, poniendo un brazo a su alrededor, e incluso estaba haciendo diferentes voces para cada uno de los personajes en la historia.

Se suponía que Yuuri estuviera estudiando.

No podía luchar contra la distracción. Era raro que pudiera observar a su prometido sin que el otro chico lo notara, y no quería darle falsas esperanzas a Wolfram siendo atrapado mirándolo, así que no podía desperdiciar esta oportunidad.

Entre los besos, los dibujos "alterados", y la obvia alegría de Wolfram ante el progreso que él creía estaban teniendo. Yuuri estaba más confundido que nunca, y necesitaba trabajar en esa confusión antes de hacer algo estúpido que hiriera a su amigo.

Wolfram realmente se interesaba en él. Tal vez incluso de verdad lo amaba. Esto ya no era acerca de su orgullo, o las apariencias, o estatus social. No era acerca de Yuuri siendo el Maou o haber derrotado a Wolfram en combate (cosa que él sospechaba que eso tenía algo que ver con porque Wolfram había comenzado a verse interesado en él en primer lugar). No era siquiera acerca de un príncipe consentido esperando obtener lo que quería. Wolfram se interesaba en él.

El rubio había cambiado mucho desde el día que se conocieron. Aun tenía sus días en que era caprichoso, arrogante y se enojaba, pero había mucho más que eso. Él era alguien en quien Yuuri confiaba, alguien de quien dependía. Era su amigo, que estaba siempre a su lado, protegiéndole, burlándose, cuidándolo. Su brillo y lealtad nunca vacilo, a menos no en lo que concierne a Yuuri.

Él no lo amaba menos de como amaba a cualquiera del resto de sus amigos. Se preocupaba profundamente por todos en el palacio. Todos ellos eran preciosos para él.

¿Pero podría amar a Wolfram como algo más que un amigo? Si ponía a un lado el género de Wolfram y pensaba en él no como un chico o una chica sino como un amante, la dulce y placentera hambre de besos, el cálido cuerpo a su lado en la cama, los ojos verdes siempre mirándole, listos para señalar defectos o errores, completamente indiferente de su condición de rey…

Wolfram siempre estaba con él, como amigo, como guardaespaldas. Era el otro padre de Greta, y ella lo amaba. Llegó al punto de que, cuando fue a su casa o a un viaje largo y el rubio no estaba con él, se sintió casi como si hubiera perdido una extremidad.

¿Podría llegar a amar a Wolfram?

Yuuri miró a las imágenes en su regazo. ¿Podría hacer esto con él?

Intento imaginar la cara de su prometido en el lugar de la figura rubia de nuevo, y eso causo un extraño sentimiento que no era desagradable en su estomago. Culpable, miro hacia otro lado.

Los ojos de Wolfram se movieron trémulamente por encima del libro de cuentos, y el rojo tiño sus mejillas al encontrar la mirada de Yuuri. El rey lo había atrapado durante una voz particularmente tonta, y le tomó un momento darse cuenta que esa no era la razón por la que su prometido lo estaba mirando.

— ¿Yuuri? — preguntó.

No tuvo la oportunidad de responder. Una fuerte explosión sacudió el castillo, haciendo vibrar las ventanas y caer algunas chucherías de los estantes al piso.

Yuuri ya estaba de pie sin titubeos.

— ¡Yuuri!

No esperó por Wolfram, abriendo la puerta y corriendo afuera por el pasillo hacia el lugar de donde provenía la explosión. No se le ocurrió que se había olvidado de Morgif, estaba solo, y no sabía a qué tipo de peligro estaba yendo. La única cosa que le importaba era que algo malo había pasado y tenía que hacer cualquier cosa para ayudar.

— ¡Yuuri! — Wolfram lo alcanzó, aun tirando de su espada alrededor de sus delgadas y angulosas caderas. — ¡No deberías salir corriendo sin mí! — le reclamó.

— ¿Dejaste a Greta?

— ¡Le dije que esperara en la habitación!

Una segunda explosión sonó. Los dos comenzaron a correr más rápido.

— ¿Y si algo alcanza la habitación?

— ¡Tendrá que pasar por nosotros primero! — el tono con el que lo dijo dejo absolutamente claro que estaba determinado a hacer cualquier cosa para que eso no pasara. — ¡Además ella sabe que tiene que correr si lo necesita, y seria mas difícil pelear teniendo que protegerlos a ambos a la vez!

Yuuri se pregunto si a Wolfram se le había ocurrido por un momento no seguirlo.

— ¿Que es ese olor? — pregunto el joven rey, decidiendo no discutir.

— Algo… ¿quemándose? — dudó el rubio. — Pero no siento ninguna de las llamas…

En todo caso, el aire parecía llenarse lentamente de humo. El moreno solo se preguntó por un momento si no deberían correr en la dirección opuesta, antes de que se le ocurriera que alguien podría estar herido. Comenzó a correr más rápido.

— ¡Yuuri, no solo te abalances en algo peligros! — le reprochó el ex príncipe, como si leyera su mente.

No tuvo la oportunidad de responder. Giraron en una esquina, y de repente no había más a donde ir. El humo salía del estudio en forma de oscuras y nocivas nubes. Hubo una tercer explosión, más pequeña pero no menos escalofriante, sacudió el castillo y las nubes se volvieron una oleada. Algo lo golpeo, duro, y Yuuri se encontró a si mismo siendo empujado al suelo.

— ¡Wolfram!

— ¡Quédate abajo! — ordenó, como si no lo hubiera clavado con tanta fuerza contra su propio cuerpo para no darle la opción de moverse. — El aire será más seguro aquí abajo.

A él no le importaba el aire. El mundo se había vuelto completamente negro. Hubo un sonido de pies corriendo, y entonces alguien tosió cuando choco contra la cortina de humo.

— ¿Pero qué-? ¡Alguien, que abran una ventana!

Yuuri conocía esa voz. — ¿Conrad?

— ¿Su Majestad? ¿Esta desarmado?

— Estamos bien. — respondió Wolfram por él.

Hubo un ruido de revolver algo, y un murmullo de maldiciones cuando alguien corrió dentro de algo, y entonces el estruendo del cristal de una ventana. Sobre él, el cuerpo de Wolfram comenzó a temblar por la tos.

El pasillo se aclaro lentamente. Finalmente, Yuuri fue capaz de distinguir sombras en el humo, y luego lentamente formas. Estaba Josak, junto a la ventana, escaneando el corredor con los ojos y una mano en el mango de su espada. Murata no estaba muy lejos, agazapado cerca del piso como Yuuri y Wolfram, intentando filtrar el aire a través de su manga. Incluso Günter, pálido y débil, había salido de la cama enfermo ante la primera señal de problemas y venido corriendo, arrastrando su espada detrás de él.

— ¿Qué fue eso? — pregunto Wolfram, aun tosiendo, cuando Conrad se las arreglo para abrir una segunda ventana. El rubio se sentó, pero no se paro, así que Yuuri quedo con su prometido sobre su trasero a horcajadas.

Como si fuera en el momento justo, dos figuras salieron tropezando del estudio, cubiertos de hollín y tosiendo.

— ¡Que desperdicio! — gruñó Anissina miserablemente, arrastrando los restos de lo que una vez fue un invento detrás de ella.

— ¿Anissina? ¿Gwendal? ¿Qué paso?

— ¡Yo le diré lo que paso! — gruñó Gwendal. — ¡Esta… esta demonio estaba esperando con ese vil artilugio -!

— ¿Cómo mas se supone que iba a atraparte si seguías escapando?

— ¡-forzándolo en mi cabeza-!

— ¡-probablemente no habría explotado si me hubieras dejado acomodarlo apropiadamente-!

— ¡-casi matándonos-!

— ¡-pero qué hombre estúpido y testarudo-!

Yuuri se había perdido totalmente en el transcurso de la explicación convertida en discusión, así que Murata fue el primero en hablar. — ¿Entonces nadie está herido?

— ¡Estamos bien, pero mi pobre invento-!

— ¿Tu invento? — reclamó Gwendal. — ¿Y qué hay de mis cejas?

— ¡Hey, ella hizo chamuscar tus cejas! — se dio cuenta Yuuri.

Ambos se lo quedaron mirando, su discusión se paró en seco, y él volteo. No estaba seguro si era el escrutinio de ellos, o el chico sentado encima de él, lo que lo hacía sentir más incomodo.

— Eso no importa. — dijo Anissina al final, agitando su mano con desdén. — Sucede que he inventado una fina línea de productos para el crecimiento del cabello. ¡No importa lo imposible que me parezca perdonar a este hombre por la destrucción sin sentido de mi precioso invento, el corazón de una mujer es fuerte! ¡Mostrare caridad y los ofreceré sin durarlo!

— ¡Olvídalo! — gruñó Gwendal, caminando impetuosamente por el pasillo.

— ¡Bestia malagradecida! — grito ella, siguiéndolo.


— ¡Pero qué desastre! — dijo Murata con tristeza mientras entraba en el derruido estudio con el intención de comenzar a limpiar. La alfombra era poco más que una cosa arruinada y quemada en el piso, las pilas enteras de libros fueron reducidas a torres negras carbonizadas. Una gran parte delantera del escritorio había volado en astillas. — Odio los desastres…

Yuuri abrió una de las ventanas tras el escritorio. — ¿Crees que se las arreglaron para destruir esos libros del "amor masculino"? — preguntó esperanzado.

— Si lo hicieron, de seguro que hay muchos más en la biblioteca. — le aseguró el sabio.

— Oh…

— No querrás que tus clases terminen ahora, igualmente. — dijo Wolfram, con un pequeño dejo de advertencia en su voz, mientras abría otra ventana. — Después de todo, solo apenas ahora has comenzado a hacer algunos progresos.

— ¿Que quieres decir con "solo apenas ahora"?

— Las clases son una vieja tradición, Shibuya. La enseñanza correcta de cosas como estas se remontan a Shinou mismo.

— ¿S-Shinou?

Murata le dio una sonrisa algo extraña. — El hombre era un buen rey y un brillante general, pero cuando se tratabas de otras cuestiones, él no tenía… esperanza alguna.

— Como tú, Yuuri.

— Erk…

— Excepto que Shinou estaba más que dispuesto a que le enseñaran. — agregó Murata divertido. — Al menos, en ese tema. Sus lecciones favoritas eran… ah… las que usaban las manos, creo. Recuerdo una vez cuando en esta misma habitación él y yo…

— ¡Estabienyatienesqueparar!

— ¡Shibuya, eres tan tonto! — rio. — Es algo natural que nosotros…

— ¡No puede haber nada natural acerca de algo tan vergonzoso!

— ¿Entonces se supone que debes cometer un error por tu cuenta, siendo torpe y yendo a ciegas, y arruinar toda la experiencia para ambos, tú y tu pareja?

— ¡Sí! Er… espera…

— ¡Greta! — se dio cuenta Wolfram repentinamente, interrumpiendo la conversación.

— ¿Greta? — ¿que tenia que ver ella con esta discusión? Ciertamente Yuuri no quería a su hija envuelta en nada que remotamente tenga que ver con las cosas de las que estaban hablando.

— ¡Apuesto a que nadie fue a decirle que todo estaba bien! — dijo. — ¡Probablemente todavía este nuestra habitación, pensando que el castillo esta bajo ataque!

— Oh…

Wolfram asintió con fuerza, con el asunto resuelto, comenzó a caminar hacia la puerta. — Iré yo. — decidió. — No hagas nada estúpido mientras no estoy.

— Que divertido ver como convenientemente se escapa de limpiar, Lord Bielefeld. — rio entre dientes Murata.

Ambos ignoraron el comentario.

— Gracias Wolfram. — dijo Yuuri. Estaba agradecido, no solo porque el rubio voluntariamente iba a ver a su hija, sino también porque había terminado efectivamente con la conversación embarazosa acerca de las clases "especiales". Hubo un silencio en el estudio por varios minutos después de que se fue.

— Apuesto a que él te ayuda más de lo que tu te das cuenta, ¿no es así? — preguntó Murata al fin. Estaba sacudiendo un libro, observando los daños.

— Uh… supongo.

— Él te tiró al piso para protegerte del humo, y te cubrió con su cuerpo para protegerte de cualquier potencial ataque, ¿verdad?

— See. — no pudo evitar sonreír tímidamente. Sus reacciones cuando se trataba del peligro aun eran un poco lentas, especialmente compradas con las de un soldado entrenado como su prometido. Si no fuera por Wolfram, probablemente se habría quedado exactamente donde se detuvo, congelado en el lugar, luego de chocar con el humo.

— Es bueno para ti que él se mantenga tan cerca. — continuó Murata con una vaga sonrisa, su atención seguía casual en el libro en sus manos. — De verdad, ¿Qué harías sin él?

— Bueno, primero probablemente tendría que comprar una cama nueva. — respondió honestamente, reflexionando sobre su incapacidad de dormir solo cuando estaba en el Castillo.

Murta lo miro, con una expresión confundida.

— Ah… no importa. — aunque no quisiera, Yuuri sintió el calor llenar su rostro.

Los ojos del sabio se agrandaron. — Ooooh, ya veo.

— ¡No! ¡No! ¡No es nada como eso!

— Es sospechoso que te quejes tanto, Shibuya.

— ¡No, no me estoy-! ¡Es decir, nosotros no-!— Yuuri ya no se ruborizaba mas. Sintió la sangre drenarse de su rostro, a pesar de las burlas de su amigo.

— No te ves muy bien, Shibuya. — frunció el ceño, tomándolo por el codo y guiándolo hasta algo que recordaba una de las sillas. — ¿Deberías estar tanto tiempo parado, considerando tu condición?

— ¿Condic…? ¡No estoy embarazado!


Las sirvientas, ocupadas con su trabajo normal, no habían sido fáciles de encontrar. Habían estado en el lavadero haciendo la lavandería, y no habían oído las explosiones. Cuando Conrad por fin las encontró, ellas insistieron que esperara a que terminaran de lavar antes de ir con él para ayudar a limpiar el estudio.

— ¡Hay mucho que hacer! — se lamentó una.

— ¡Es tan desconsiderado darnos trabajo extra! — suspiró otra.

Conrad tenía todas las intenciones de prestar ayuda en la limpieza, pero cuando entró al estudio encontró a Yuuri viéndose enfermo y con problemas, todos los pensamientos de trabajar volaron por completo.

— Su Majestad, no se ve muy bien. — dijo inmediatamente, y sintió una puntada de preocupación cuando su ahijado no le corrigió inmediatamente por usar su titulo en vez de su nombre.

— Creo que el aire le está afectando. — opinó el Gran Sabio con una sonrisa divertida desconcertante, abriendo un libro carbonizado para poder ver mejor una imagen desplegable. — ¿Por qué no lo lleva afuera para que tome un descanso? Creo que tomare uno yo también dentro de un rato.

Yuuri no se quejó de la sugerencia. Más preocupado que nunca, Conrad lo guio fuera de la habitación y hacia los jardines. Decidió que debería llevarlo a que camine un poco al aire libre por un rato, y si el chico no se ponía mejor después de eso, estaba pensando en llevarlo directo con Gisela.

La caminata continuó en silencio, Yuuri se ponía más y más pálido a cada momento que pasaba. Conrad estaba a punto de llevar al chico manualmente adentro cuando el de repente habló.

— Um… Conrad… ¿puedo preguntarte algo?

Se detuvo, alarmado por el tono de la voz de su rey. — Sabe que no tiene que dudar en preguntarme nada, Yuuri.

— Murata me estaba molestando… pero estuve pensando… y ahora estoy pensando aun mas… Yo… No puedo parar de pensar, pero no estoy seguro de que pueda comprenderlo por mi cuenta… y estoy asustado de lo que eso significa.

— ¿Yuuri?

— ¿Es solo que porque él pensó que tenía que hacerlo, o piensas que Wolfram de verdad me ama?

El castaño estaba sorprendido, pero no necesito pensar su respuesta.

— Él de verdad lo ama.

Yuuri lo miró por un momento, entonces asintió como si esa era la respuesta que estaba esperando.

— El amor… es algo de lo que los Mazokus tienen que tener cuidado. — Conrad continuó cuando el rey se negó a decir nada más. — Con vidas tan largas, confundir el amor pasajero con amor… o dejarse comenzar a querer profundamente a alguien que nunca va a sentir lo mismo… son destinos crueles. El dolor de perder a alguien es algo que debe llevarse por centurias.

— ¿Conrad?

— Estoy seguro de que Wolfram está bien al tanto del ejemplo que nuestra propia madre nos dio. — continuó suavemente. — Antes que usted, él formo muy pocos lazos con otras personas. Habiendo crecido viendo como se apilaban las perdidas en el corazón de nuestra madre. El amor… incluso la amistad… no valía la pena el riesgo para él.

— ¿Pero él se permitió amarme?

— Si.

Yuuri bajó la mirada. Su palidez era penosamente pálida.

— Su Majestad, tal vez debería sentarse.

El chico sacudió la cabeza. — Estoy bien, solo… solo estoy dándome cuenta de algo que debería haberme dado cuenta hace mucho tiempo.

— ¿Puedo preguntar-?

— No puedo dejar que las cosas sigan así. Tengo que tomar una decisión, una decisión real. Nada más es justo para Wolfram.

— Ah. — protestas sobre su género ya no eran suficientes. Yuuri verdaderamente no había presionado con la fuerza suficiente, si realmente quería terminar el compromiso. Tan reacio como era con la idea de ver a su hermanito lastimado, igualmente Conrad prefería ver el compromiso terminado a dejarle continuar en el tortuoso limbo en que la relación se había convertido.

— Conrad… — dudó el chico. — ¿Te puedo hacer otra pregunta?

Seguro de saber que era lo que venía a continuación, el mayor invocó su mejor sonrisa.

— Por supuesto, Yuuri. Puedes preguntarme cualquier cosa.

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-Fin del capítulo 7-


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