Metamorfosi
Parecía un día completamente normal. La luz del sol entraba por los huecos de las persianas y daba de lleno en los párpados del pobre chico dormido. Sasuke siempre había odiado ese momento, cuando salía el astro rey y le despertaba de mala manera. Se revolvió en la cama y enterró la cabeza debajo de la almohada.
Era sábado y no tenía intención de despertar.
Pero… ¿Por qué ese día las sábanas se le hacían más pesadas y molestas? ¿Y por qué tenía tanto calor? Notaba como si llevase puesto un abrigo… Harto de esas extrañas situaciones, nuestro protagonista Sasuke se desperezó y se sentó en la cama. Algo raro pasaba. Algo muy raro.
¿Por qué no se veía los pies? No, sí que se los veía. La auténtica pregunta era… ¿Por qué sus piernas eran tan cortas y peludas?
Gritó asustado y saltó en la cama, comprobando que no podía aguantarse sobre dos piernas. Corrió a cuatro patas al espejo más cercano y se observó. No tenía nariz: tenía hocico. No tenía piernas: tenía patas. Estaba recubierto de pelo negro, sus ojos eran más grandes, sus orejas más grandes y puntiagudas, tenía bigotes blancos y… ¿¡Por qué se parecía tanto a un gato?!
Empezó a gritar asustado hasta tal punto que no pudo contener sus ganas de subir a todos los estantes y empezar a tirar cosas como loco. Cuando consiguió calmarse un poco, decidió que lo mejor que podía hacer en esos momentos sería pensar.
¿Qué hizo antes de dormir?
Tomar una pastilla.
¿Quién le había dado dicha pastilla?
Kakashi.
¡¡Entonces Kakashi sabría cómo arreglar el problema!!
Sin pensárselo dos veces, saltó por la ventana cayendo en el jardín en sus cuatro patas. Al principio, no acostumbrado a andar a cuatro patas, parecía un pato escocido, pero luego ya se acostumbró y ando correctamente como los gatos. Aún le faltaba mucho para llegar cuando notó un peso extra en el trasero. Se giró extrañado y vio que un gato enorme muy gordo estaba detrás de él con cara de pervertido.
-Qué gatita más mona… - ronroneó el gordo. – Me la voy a montar…
-¡¡Soy un hombre, pedazo de idiota!! – gritó asustado el moreno para empezar a correr como nunca lo había hecho. El gato gordo y pervertido le seguía a pocos pasos gritándole infinitas disculpas que no le valían de nada a Sasuke. Cuando consiguió despistar al gordo, se encontró con algo mucho peor.
Una Sakura gigante – desde su punto de vista de gato – lo miraba con una sonrisa. Sasuke intentó escapar, pero la chica le agarró de la cola y lo jaló hacia ella.
-Gatito… - alegó con un tono que asustó a nuestro gato. Lo cogió por los sobacos y se lo cargó encima, medio abrazándole. Le apretaba tanto que los pequeños pulmones de Sasuke no podían coger aire. Cuando su rostro se estaba volviendo violáceo a falta de ese gas vital, la chica dejó de apretarle tanto y le salvó la vida. - ¿Quieres vivir conmigo? – Sasuke no paró de arañarla en todo el camino. – Mírate, si se te ve feliz…. – aseguraba ella entre sonrisas.
Sakura llegó a su casa con el gato en brazos y cerró la puerta. Se dirigió al baño con el gato y lo tiró en la bañera, de manera que Sasuke no podía marcharse ni escalando.
-Te mereces una ducha. – aseguró ella con una sonrisa inocente mientras cogía la manguera de la ducha. Sasuke empezó a maullar como un loco, pero ella ya estaba midiendo la temperatura del agua. Lo cogió de la cola y lo arrastró hacia el chorro de agua que salía hirviendo. Después de unos cuantos gritos de agonía, ella comprendió que estaba un poco caliente y la puso fría. Sasuke no pudo ni maullar. Estaba helado.
-¡¡Sakura!! – interrumpió una voz.
Por la puerta del baño entró Ino, que se sacó la camiseta sin ver lo que hacía Sakura y se la lanzó encima. Su bien formado pecho estaba al descubierto y ella sonreía. Sasuke empezó a sonrojarse y prefirió dejar de mirar.
-Cuidado con lo que haces, Ino, que estoy ocupada. – alegó la chica de pelo rosa. Ino bufó.
-Yo que te vengo a visitar para que… ya sabes… - la rubia se acercó a la chica y empezó a besarle seductoramente la barbilla. Sakura se sonrojó al extremo y dejó en paz al gato, sacándose la camiseta ella también y arrastrando a la rubia a la cama. Sasuke se intentó liberar del trauma mental que le había causado la escena e intentó salir de la bañera completamente mojado como estaba.
Al tercer intento, sus uñas se pudieron clavar en una estantería cercana y logró salir de la bañera – más tarde descubriría que los gatos saltan muy alto. Buscó una ventana abierta y empezó a correr todo lo que daban sus pequeñas patitas. Ya estaba en la calle de nuevo.
Mientras paseaba por la ciudad, oyó unos gritos procedentes de un callejón. Al acercarse, creyó desmayarse. Naruto estaba arañando la pared, con los pantalones bajados, gimoteando y sudando mientras Sai le embestía por detrás. El gato pudo ver como el miembro del moreno atravesaba a Naruto y volvía a salir lleno de semen y un poco de sangre. Sai también estaba muy sudado pero le daba fuerte al rubio, que casi gritaba de dolor.
Mareado por la escena, decidió irse rápidamente antes de que a Naruto alias “me-gustará-Sakura-forever-and-ever” se le ocurriese probar la zoofilia. Mientras se iba, Naruto se caía al suelo gimiendo de placer mientras Sai le observaba de pie, con el pene chorreante de semen y sonriendo.
Creía que lo había visto todo cuando oyó otros ruidos. Se dirigió extrañado al lugar aunque se dijo a sí mismo lo de “la curiosidad mató al gato”. Y efectivamente, eso también le podría haber matado. Delante de él, se encontraba la casa de Sasori. Y dentro, el pelirrojo le estaba haciendo sexo oral a Deidara mientras Tobi le embestía. Fue entonces cuando Sasuke decidió que no se dejaría llevar por más ruidos extraños.
Siguió caminando hasta que llegó por fin a casa de su maestro. Entró por una ventana abierta y buscó a Kakashi con la mirada. Lo encontró leyendo un libro mientras escuchaba música en sus auriculares. Sasuke saltó dentro de la casa y se puso al lado de su profesor.
-Miau.
-Qué mono, un gato. – Kakashi sonrió y acarició al animal. - ¿Qué te trae por aquí? – Sasuke le clavó las uñas en las piernas. - ¡Ay! ¡Eso dolió! Eres un antisocial y… ¿Sasuke? – el gato asintió frenéticamente. – Es cierto, no me acordaba de la pastilla que te había dado, qué gracia… - alegó con una sonrisa.
Sasuke tuvo ganas de responderle un “a mí no me hace ni puta gracia” pero lo encontró de mal gusto. Se limitó a esperar a su profesor, que se acababa de levantar. A los pocos segundos, el mayor volvió con una cadena.
-Voy a atarte aquí y vas a ser por siempre mío, Sasuke…
-¡¡Miau!! – el gato se asustó tanto que echó a correr sin darle tiempo a kakashi a añadir sus últimas palabras.
-Era broma… Además, el efecto pasará dentro de una hora…
Sasuke llegó rápidamente a su casa y se encerró en la primera habitación que vio. Ésta resultó ser la de su hermano Itachi. En esos momentos, Itachi no se encontraba allí, pero podía notar su olor gracias a su buen olfato. Itachi olía como a miel… tan dulce y… De repente se abrió la puerta y le dio un buen golpe, dejándole tirado en el suelo semiinconsciente.
-Lo siento. ¿Estás bien? – preguntó preocupado el mayor. Sasuke asintió y cuando vio que se trataba de un Itachi gigantesco, casi se desmaya.
Itachi lo agarró en brazos e intentó reanimarle, pero parecía que el gato se había desmayado con una sonrisa en el rostro. Itachi cuidó del gato hasta que despertó de nuevo. Fue entonces que Sasuke pensó que ser un gato no sería tan mala idea. Podría ser un gato para siempre, el gato de Itachi.
Sí, deseaba quedarse con él.
No podía descubrirse.
-Te pareces a Sasuke. – comentó el mayor. Sasuke se puso tieso. – Pero… ¿Cómo lo vas a ser? ¡Menuda tontería! – Itachi se estiró en la cama, con el gato encima del pecho. – Él me gusta mucho, ¿sabes? De pequeño me dijo que sólo quería estar conmigo, que me casara con él.
-Miau. – añadió Sasuke con una sonrisa.
-¿Cómo? ¡Por supuesto que le dije que sí! Es la persona más maravillosa que conozco y… - observó alrededor. – No se lo digas a nadie, pero yo le amo. – si hubiese sido un humano, Sasuke hubiese aplaudido emocionado.
Al cabo de unos segundos, se oyó un “clic” y una nube de humo lo envolvió todo. Sasuke apareció sentado en el pecho de Itachi. El menor se empezó a sonrojar lentamente. En cambio, el mayor, le observaba pálido con los ojos muy abiertos. Sasuke creyó que podría decirle algo bonito a su hermano…
-Esto… también me gustas… - alegó con una sonrisa.
Itachi seguía sn moverse.
-¿Itachi?
El mayor perdió la consciencia.
Al cabo de unas horas, Itachi despertó en la cama. A su lado de encontraba Sasuke, dormido cogiéndole la mano. El mayor sonrió y cogió con cuidado la mano de su hermano, besándola.
-Buenos días… -susurró cuando el otro se estaba incorporando.
-Itachi… estás bien…
-Por supuesto. – alegó. El mayor acercó su rostro al de su hermano y ambos labios se juntaron, creando un momento mágico entre los dos. – Sasuke… - interrumpió el beso. – ¿Sabes que si no hubiera sido porqué eras un gato nunca te hubiese dicho que te amaba? – el moreno asintió. - ¿A quién le agradezco?
-A Kakashi… - susurró no muy convencido Sasuke.
-Entonces gracias, Kakashi…
-Oye Itachi… ¿¡Dónde te crees que estás tocando!?
-Tranquilo, será rápido.
-¡¡Y un cuerno!! ¡Saca de ahí tu mano inmediatamente si no quieres que te la corte! ¡Y la mano también!
Sasuke practicó entonces con Itachi lo que siendo un gato le había visto hacer a Naruto.
Fin