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Wolfram in Wonderland por Ciel Phantom

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Notas del capitulo:

para quienes no han logrado dar con la imagen aqui les dejo el link que es lo mas que puedo hacer. los siento. jajaja en todo caso aquie el segundo cap. que creo que esta quedando mas pirado que el mismo libro. ni modo la verdad mi imaginacion esta todo loca. en fin espero que lo disfruten y que me dejen un comentario.

 

 

 

 

 

Por fin logro dar con esa tonta mesa, en ella solo había un pequeño bollo de canela; no lo pensó dos veces y lo comió. Su estatura de inmediato se vio afectada, aunque a honor de la verdad diremos que no fue lo único, su cabello rubio se hizo más largo y sus ojos verdes se agrandaron más.

 

 

 

—¡¡¡Esto no puede ser!!! —grito asustado.

 

 

 

No solo redujo de estatura sino también de edad. Ahora era casi imposible saber que era hombre, su imagen era la de toda una linda nena.

 

 

 

—Me lleva la gran…  —un gran calcetín sucio le cayó la boca antes de que dijera algo ofensivo para los odios de muchos.

 

 

—Las groserías están prohibidas. ASI LO MANDA EL REY. —una loca mujer vestida de rosa pasaba en esos momentos por la puertita, Wolfram salió a toda prisa tras ella. —nuestra majestad es están guapo que solo por eso es imperante obedecerlo, me gustaría verlo en ropa interior. —la nariz de esa mujer sangraba, aunque ahora viéndola de cerca

 

 

 

—¿Gunter? —debía estar volviéndose loco, el consejero estaba ataviado con un traje de sirvienta, con todo y cofia

 

 

 

—¿Como sabe mi nombre niña? —pregunto el pelilila poniéndose en cuclillas para estar a su altura.

 

 

 

—¿Cómo, que como lose? ¿Qué le pasa hoy a todo el mundo? Y quítate ese estúpido disfraz. —el otro parecía ofendido

 

 

 

—No es estúpido, es mi traje habitual, a la marquesa le disgusta que me muestre sin el uniforme correspondiente, además hoy hay fiesta en el castillo y su majestad nos ha pedido que lleguemos puntuales y presentables.

 

 

 

—¿Y eso para ti es presentable? Mejor aún. ¿Quién es la marquesa? —sin duda debía tratar de seguirle el juego por ahora

 

 

 

—Si la quieres conoces puedes venir conmigo siempre y cuando prometas comportarte

 

 

 

—Está bien lo prometo. —y por su espalda cruzo sus deditos blancos.

 

 

 

El camino fue largo, y la vegetación era en verdad exótica, desde cuando los arboles daban por frutos donas con chocolate de fresa, o los ríos trasportaban jugo de uva.

 

 

 

La casa de la marquesa no era impresionante, apenas si una mini casa, muy parecida a la de Yuuri en la tierra. Entro sin miramientos y lo primero que hizo fue estornudar fuerte. La nariz le picaba y sus ojos lloraban por la irritación.

 

 

 

—¿Eres tu Gunter? —pregunto una voz que dejo lívido al rubio

 

 

 

—Si soy yo marquesa Anissina. —contesto alegre el hombre de cabello largo. —¿otro invento? —pregunto al ver salir una nube de humo. —No, más bien estaba intentado cocinar algo…

 

 

 

—Anissina. ¿Cocinando? —eso sí que era imposible. Más bien peligroso.

 

 

 

—Voy a llevarle a su majestad un gran pastel. —grito eufórica saliendo a la vista. —un gran pastel de pimienta…

 

 

 

Su instinto le dictaba que corriera. Que corriera como alma que lleva el diablo. Sin embargo sus piernas reaccionaron demasiado tarde, porque esa mujer ya lo sujetaba con fuerza.

 

 

 

—Pero que cosa más adorable. —y casi lo dejan sordo.

 

 

 

Algo mareado y con los ojos llorosos logro a duras penas separarse de la mujer. Quien contenta volvió a la cocina. Era su oportunidad de escapar.

 

 

 

Casi contaba sus pasos directos a la salida, coloco su mano en el pomo de la puerta listo para girarla y salir de ahí. Los brazos fuertes de la sirvienta. Perdón. De Gunter lo retuvieron elevándolo por los aires, para inmediatamente después aterrizar en una silla bastante grande para él.

 

 

 

—Espere señorita ahora lo arreglo. —dijo el pelilila alejándose y dos segundos después alzándolo un poco para colocar debajo de él un montoncito de libros.

 

 

 

—Pero qué demonios. —grito el rubio. —Nunca en mi vida me ha tratado de esta manera, soy un noble,  incluso cuando era niño tenía una silla a medida, yo nunca. —y hubiera seguido protestando de no ser porque Anissina había salido de la cocina cual si fuese fantasma y lo miraba muy de cerca.

 

 

 

Sus ojos azules estaban bien clavados en los verdes, incluso asiendo temblar ligeramente a Wolfram. Ahora podía entender el terror de su hermano.

 

 

 

—¿Eres de sangre noble? —pregunto con cara seria.

 

 

 

—Sí. —contesto escuetamente sin saber a qué se debía su reacción

 

 

 

—Excelente ya tenemos nueva reina. —dijo feliz y comenzó a  dar vueltas por toda la casa.

 

 

 

—No. No puede ser. —lloro la sirvienta. —y yo que esperaba tener una oportunidad con su majestad esta noche.

 

 

 

Wolfram sintió que los bellos del todo el cuerpo se le erizaban. ¿Cómo que  nueva reina? Pensó. Él ya estaba comprometido. O al menos algo en su cabeza le decía eso. Ahora que lo pensaba como que no entendía muchas cosas. Es más se sentía algo extraño. Se miro las manos como si fuera la primera vez que notara que poseía un cuerpo. Y una  nueva pregunta se formo en su cabeza.

 

 

 

¿Quién soy?

 

 

 

Sabía que por nombre tenía el de Wolfram Von Bielefeld. Y por el “Von” deducía que era un noble, pero, ¿De qué reino? ¿Cómo había llegado ahí?

 

 

 

Así estaba siguiendo a una conejita. Tal vez si lo encontraba sabría como volver. Un que, ¿volver a donde?

 

 

 

Se tomo la cabeza con las manos. Miro sus acompañantes, la pelirroja danzaba sin sentido gritando algo como: “Ya no habrá más ejecuciones”. Eso le helo el cuerpo al rubio. Mientras el otro simplemente lloraba en un rincón. Cuando la marquesa volvió a clavar sus ojos azules en él, su corazón se detuvo.

 

 

 

—Esta noche el rey dará un gran banquete. Yo te presentare con él, los dos se enamoran y como agradecimiento el financiara todas mis investigaciones. —le pellizco las mejillas. —ahora se buena niña y espera a que termine el pastel y nos vamos.

 

 

 

Wolfram miro en todas direcciones. El camino estaba despejado. En un arranque de valor corrió a la salida.

 

 

 

—Gunter atrápala. —exclamo Annissina. —atrápala, mi financiamiento se escapa.

 

 

 

Para pesar suyo el hombre aun gimoteaba engullido por su propio pesar.

 

 

 

Con la respiración agitada, algo molesto y cansado suspiro. Ahora debía encontrar a esa conejita blanca.

 

 

 

Continuara…

 

 

 

 

 

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Notas finales:

gracias por leer y mas por sus comentarios.


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