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Pillado por AthenaExclamation

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[Ikki & Hyoga>

By AthenaExclamation67

 

         Perezosamente, Ikki despertó.

Abrió los ojos y con solo inspirar con fuerza para tomar el primer aliento del día. Recordó.

Otra vez, como cada año, el bendito día de San Valentín había llegado. No podía soportar el ver a todos los descerebrados comprando regalos para sus enamorados o enamoradas y viceversa.

Mucho menos, lograba entender como Hyoga, el frío tempano de hielo que era a veces, se desvivía por hacerle siempre un regalo. Y lo que más le fastidiaba. Lo peor de todo, a pesar de que Hyoga le decía que no esperaba nada a cambio. Era que se sentía culpable y a su vez, sentía la necesidad de comprarle algo.

Le molestaba en sobremanera esa forma que tenia de decirle…

 

“En verdad Ikki… Es que no me importa que no me obsequies nada, estar contigo es suficiente para mi”

 

Y con escuchar esa frase, sus dientes ya rechinaban, y su cabeza, de no ser porque estaba unida al cuello, hubiera girado 360º del coraje que le daba al escucharla.

Desde días antes, se pasaba los días solo en la mansión, viendo como sus hermanos, su novio, e incluso Saori, salían a todas partes buscando el regalo perfecto para la persona amada.

Pero él no pensaba ir día tras día a buscar algo en el último momento a las tiendas. Sobre todo porque seguro que los empresarios aprovechaban para subir los precios en esos días señalados, así que él, en todo caso, y si compraba alguna cosa. Lo haría con antelación. Y eso si es que compraba algo.

Pero ese año, no sabía que Hyoga, después de tener un regalo preparado desde hacía ya un mes, le compró un regalo de último momento que le dejó sobre su almohada para cuando despertara.

Y así fue, que cuando se giró sobre la cama, cuando se permitía a si mismo demostrarle a Hyoga cuanto lo amaba, lo encontró.

Vio un paquete pequeño, muy bien envuelto, y con una pequeña nota a su lado y con los ojos aun medio cerrados la leyó.

 

“Buenos días…

Hoy tuve que irme temprano,

Regreso para comer.

Pero no pude evitar darte este primer regalo…

Te amo…”

 

Lo tomo entre sus manos, y con curiosidad, lo miro. Le dio vueltas por todo lado, lo apretó y lo notó blandito hasta que finalmente, y con una ceja enarcada, lo abrió rompiendo el papel. Dejando los girones esparcidos a sus pies.

Su ceño se frunció. No podía ver demasiado bien lo que tenía entre sus manos. Mas bien, no quería creer lo que estaba viendo, así que encendió la luz para comprobar que realmente, lo que tenía en sus manos eran unos calentadores.

Pegó un grito seco poniéndose de pie en la cama, más bien, dijo un improperio y se volvió a sentar, cerrando sus puños, casi rompiendo los calentadores que Hyoga le acababa de regalar.

- ¡¡Pero que se ha creído!! – Renegó – ¡¡cuando venga después lo mato!! – Seguía furioso – ¿porque me tengo que esperar? – Se dijo a sí mismo – ¡ahora lo iré a buscar! – espeto escuchando algo muy familiar salir de su cuarto de baño privado.

Una carcajada contenida salía de detrás de la puerta, y eso le enfureció aun más. Caminó hasta ella y cuando vio tras de ella al dueño del regalo, casi tuvo ganas de matarlo.

- Tenias que verte la cara Ikki – dijo medio riéndose.

- ¿Pero cómo se te ocurre regalarme esto? – alzó los calentadores de color azul eléctrico.

- Pues Ikki verás es que…

 

Como cada día, había salido temprano a trabajar. Su cargo en las empresas Kiddo le obligaba a madrugar aunque después tuviera toda la tarde libre.

Pero después de empezar el año, el trabajo había aumentado bastante y sin saber ya que horario debía hacer, la Mansión Kiddo quedaba vacía por largas horas hasta que poco a poco, iban llegando todos sus habitantes.

Así fue como Ikki, cansado de comer solo, decidió esperar al resto de sus hermanos, a su novio y demás habitantes de esa gran mansión, buscando un sinfín de entretenimientos.

Veía cualquier programa de televisión. Escuchaba la radio, un disco, o simplemente, leía el periódico hasta que llegaba alguno de sus amigos y se ponían a hablar hasta que llegaba el resto y comían todos juntos.

Pero un día. Uno en el que demoraban demasiado y ya estaba cansado de todo, encendió el televisor y saltó el canal de la video consola de los pequeños (aunque ya no lo eran tanto), que había quedado encendida desde el día anterior.

Se levantó para apagarla, y también para recoger los mandos, y sin querer, apretó un botón, dando paso al juego favorito de Seiya, y empezó a sonar aquella bendita canción que en su día, supuso para Hyoga y para él un gran cambio.

Otra vez, Seiya, y dedujo que también su hermano, habían estado bailando con ese jueguecito con el que pasaron horas bailando la noche de fin de año y curiosamente, por aquello de las casualidades, la canción que sonaba de nuevo era “Wake Me Up” de Wham.

Mientras sonaba el estribillo, se quedó recordando lo bien que lo había pasado, lo que llegó a divertirse mientras bailaban, y sobre todo después. Y sin saber cómo, se encontró moviendo sus talones. Picando contra el suelo al ritmo de la música hasta que finalmente, y consciente de que no había nadie que pudiera encontrarlo, se sacó los zapatos, y se puso a bailar sin ningún tipo de preocupaciones.

Este acontecimiento del que nadie era participe, ocurría casi a diario hasta que Ikki escuchaba llegar los coches y rápidamente, apagaba aquel aparato (como él solía llamarle) y se sentaba sudando en su sofá preferido, disimulando mientras los demás, iban entrando y le saludaban.

De lo que no era consciente, era que con el paso de los días, se iba olvidando de todo, e iba subiendo el volumen del televisor para poder escuchar mejor el ritmo de cada canción. Y así sucedió, que un día que estaba bailando desinhibido con la música a todo volumen. Hyoga llegó antes para poder pasar un rato con él a solas y se encontró con esa escena inolvidable.

Desde ese entonces, y para comprobar el alcance del vicio que tenia con ese juego, Hyoga fue espiándole. También en parte porque no podía dejar de ver como Ikki movía el trasero bailando y moviéndose creyendo que nadie le veía, disfrutando así de un espectáculo muy placentero.

 

Ikki le miró y abrió la boca más no dijo nada. Se había quedado, por primera vez en su vida sin palabras. Y Hyoga no sabía tampoco que decir. No deseaba burlarse, más bien todo lo contrario, pero la cara que había puesto Ikki al ver los calentadores no tenía precio.

- Yo… - susurró mirando al suelo – llevo viéndote bailar desde hace un tiempo…

A Ikki se le fue toda la sangre a su cara y se sonrojó por primera vez en su vida. No sabía si huir, si matarle allí mismo para que no hubiera testigos de tales acontecimientos o si por el contrario secuestrarle y meterle en un zulo para su único disfrute sería un buen remedio.

- Y había pensado, que podrías enseñarme… - sonrió y dio un paso para acercarse.

- Eh… Hyoga… - balbuceo.

- También me compre calentadores… - sacó unos calentadores de color azul oscuro y se los enseño, sabiendo que Ikki se crisparía con ese gesto.

- ¡Ah claro! – Espetó – a mi me traes ese color chillón y tú te compras ese discreto – le reclamó.

- ¿Eso es un sí? – le miró con ojos de cordero degollado.

- Eso es un veremos… - sonrió viendo como Hyoga se le acercaba.

Avanzó despacio pero decidido, tomando la mano derecha de Ikki con su izquierda para después besarle lentamente, robándole todo el aliento, mientras con su brazo derecho le abrazaba al mismo tiempo que Ikki le correspondía con la misma intensidad que siempre, mientras sentía como su lengua caliente encontraba la suya y la atrapaba al tiempo que giraba y lo conducía hasta la cama como si bailaran pegados.

- Mmmnn… veo que no trabajas hoy… - susurró al separarse cuando fue más que necesario recuperar el aire robado en el suculento beso.

- Pedí el día libre… - contestó acomodándose, dejando que el peso de Ikki se repartiera encima de su cuerpo.

- Perfecto… - volvió a besarle, mordiéndole el labio cuando se separó de nuevo – porque pienso cobrarte todos esos bailes que viste en secreto…

 

Fin


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