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La mentira de una Mujer por Hali

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Notas del capitulo:

Bien pasito a pasito vamos llegando

Se aproximaba el momento de la visita, faltaban alrededor de 5 minutos para las 7 hrs. Todo estaba más arreglado de lo normal para no dar una mala impresión, a pesar de que los conocían bastante bien.

Horo-Horo le había dicho a Keiko que se quedara en su habitación, con el pretexto de que se iría a aburrir de gran manera, pues hablarían de gente que ella no conocía y anécdotas que a ella le irían a cansar. A pesar de que la pelirroja no quería, terminó por aceptar con un plan en mente, ella no se quedaría toda una noche en su dormitorio sólo porque a él se le ocurría, nunca le daría en el gusto, jamás, ni aunque a ella le conviniese, pues estaba en contra de sus principios acatar las ordenes de su "padrastro".

¡DING DONG!

Se escuchó el timbre de la puerta por todo el departamento avisando a los que residían allí que la visita ya había llegado. La joven, a la cual habían obligado a quedarse en su habitación, escuchó el sonido de la puerta al ser abierta. Alcanzó a escuchar como se saludaban y los dueños de casa invitarlos a pasar.

La muchacha se encontraba pegada a la puerta para poder escuchar mejor y así saber de lo que hablarían. Se había arrodillado, pues sus piernas se cansarían de estar de pie, así que buscó una posición más cómoda.

Lentamente fue cerrando los ojos, ya que el cansancio se apoderaba de ella, puesto que se había levantado muy temprano y todo por culpa del peli-azul, aunque debía aceptar que en parte era su falta, si ella no hubiese entrado a esa habitación, ella hubiese podido dormir durante más tiempo, pero no podía dejarlos solos, tenía que prevenir cualquier suceso que pudiese ocurrir.

Después de un rato con los ojos cerrados se quedó profundamente dormida, aunque no se iría a perder de nada, puesto que apenas se alcanzaba a escuchar algo.

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Keiko, al escuchar una carcajada que procedía del living, se sobresaltó, dándose un fuerte golpe en la cabeza con la puerta, con eso se despertó, y le había desaparecido el sueño. Se empezó a sobar la cabeza, pues le dolía la cabeza y todo giraba alrededor de ella.

Trató de levantarse, pero se le habían dormido ambas piernas, pues la circulación no le había llegado bien a las piernas por la mala posición en la cual se hallaba, y por esto se cayó al suelo con estrépito el cual se alcanzó a oír en el living, llamando la atención de los visitantes.

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En el living se encontraban cinco personas que charlaban amenamente entre sí, hasta que un sonido, que provenía de otra parte del departamento, llamó la atención de todos.

-¿Qué fue eso?- preguntó una mujer rubia, que respondía al nombre de Anna, que se notaba que estaba embarazada, pues se veía un poco gorda, claro que no tanto, pues no tenía muchos meses. Su mirada era fría y penetrante, la cual podía asustar a cualquiera. A pesar de tener esa apariencia, podía llegar a ser muy tierna, pero sólo con su marido y su primer hijo, que no había asistido a la velada, ya que se había quedado al cuidado de una niñera.

A su lado estaba Yoh, su esposo, con una sonrisa sincera y despreocupada que todo el tiempo mantenía en su rostro y lo caracterizaba. Era poco probable verlo preocupado por algo, trataba de llevarse bien con todos y apoyaba a quien lo necesitase.

Al otro lado de la impasible de Anna estaba Tamao, que se comportaba de distinta forma con otras personas al frente que con Horo, ella aparentaba ser tímida y se ponía roja por todo, hasta por una nimiedad.

-Pues... es la empleada- mintió el peli-azul, no quería que se hiciese público que Ren tenía una hija, más tarde vería como deshacerse de ella, por supuesto no hablaba de matarla, sólo cabía la posibilidad de llevarla en un internado o algo parecido, así se dejaría de entrometer en sus cosa y en interrumpirlo.

-¿Qué empleada?- preguntó Ren. –No recuerdo haber contratado a una.

-¿En serio? Eso es imposible, si tú la trajiste. ¿Cómo no la vas a recordar?- preguntó Usui, mientras fingía estar sorprendido.

-Insisto, no sé de quien me hablas.- por supuesto que sabía a quien se refería su pareja, pero no podía aceptar que le mintiera a sus amigos, así que tenía que hacerlo recapacitar y desmentir lo dicho anteriormente.

-Es la persona que nos trajo el desayuno hoy en la mañana, a la cual le pasaste el cuarto de huéspedes-agregó con seguridad Horo-Horo, sabiendo en el fondo de que debería decir la verdad.

-Entonces…..- interrumpió Anna, dándose cuenta de que algo andaba mal.- ¿No nos tendría que atender en este momento?

-Pues…. Nos dio lástima, la pobre, estaba muy cansada, así que le dimos libre esta noche para que se relaje.- excusó Horo a la supuesta empleada.

-¿Qué?- se escuchó una voz detrás de ellos, que se notaba que estaba furiosa la poseedora de ésta. -¿A quién le dices empleada, idiota?- preguntó la pelirroja llena de ira, casi se podían ver de sus ojos salir chispas, mira que compararla con una esclava…., bueno…, quizá exageraba, pero no iba a dejar que la hicieran ver como una persona externa de esa familia.

Al parecer ya habían terminado de cenar, pues todos estaban reunidos en el living y la miraban en ese momento preguntándose seguramente de quién se trataba.

-Pues…- dijo Horo alargando la ultima letra de la palabra, pensando en que decir, para que suene coherente.

Keiko, con paso lento, se acerco al grupo, sentándose después en un sofá cruzando las piernas y erguida, demostrando con ello su orgullo y su arrogancia que se le desbordaba de todo su ser, y su mirada detonaba confianza, quizá no tanto como la que demostraba Anna, pero podría estar cerca.

- Ren ¿por qué no le cuentas a tus amigos quien soy en realidad y aprovechas de desmentir lo dicho por….. tu pareja.- dijo despectivamente las últimas palabras, algo que no pasó desapercibido por los presentes.

-No deberías….- empezó diciendo Tamao con enojo, pero al darse cuenta de que debía comportarse como "siempre", cambió repentinamente su actitud a una tímida.-..atacar de ese modo al joven Horo-Horo.

-No te comportabas así cuando te conocí.- comentó Keiko con cierta burla en su voz, relajándose sobre el sofá.

-¿A qué te refieres?- preguntó con nerviosismo, tiñéndose sus mejillas de un color rojo, que la hizo ver aún más graciosa, complementando con el color de su cabello y su ropa rosada.

-Eso, que eres una farsante, aparentas ser algo que no eres.- dijo la pelirroja segura de sí misma, mientras se volvía a sentar con la espalda derecha.

-Debes estar confundida, yo no te recuerdo, debe ser otra persona.- habló Tamao aún más nerviosa que antes, pues no quería verse descubierta.

-Yo nunca olvidaría la cara de una persona a la que odio.- dijo de una forma muy fría.

-Insisto,je, je... – rió la peli-rosada.- Quizá sea una gemela, a la cual nunca conocí.- dijo lo primero que se le había venido a la cabeza, aunque no tuviese sentido. Evidentemente su cabeza no daba para más, si llegara a esforzarse más, se le saldría humo por la cabeza.

-¿Eso es lo único que se te ocurre decir?- preguntó sarcásticamente Keiko.- Mentir no es bueno¿sabes?, además... no te resulta.-aseguró.

-Bueno...- interrumpió Anna fastidiada a las dos mujeres, pues le estaba empezado a doler la cabeza por tanto ruido, y agregó para cambiar de tema con desinterés.-¿quién eres?, no nos lo has dicho.

-Pues... creo que no soy la persona indicada para contestar a esa pregunta, creo que eso le toca a Ren¿no es así?- comentó la pelirroja, dispuesta a guardar silencio hasta que a otra persona hablara, ella no tenía ninguna razón para decirlo, pues ni siquiera eran sus amigos, sino los de su padre.

-Sí... tienes razón... - asintió Ren en voz baja, preparándose para decirle a los visitantes la verdad, mientras Horo-Horo le lanzaba una mirada de súplica, cosa que el Tao decidió ignorar.-Ella es...- vaciló un poco, pero prosiguió.-... mi hija.

Hubo un prolongado silenció por parte de todos, pues no sabían como reaccionar ante una situación así, evidentemente esta hija sorpresa había llegado de un momento a otro, sin previo aviso.

Sólo una persona no se había sorprendido, en su mirada había aparecido un brillo extraño y malicioso, esta persona era Tamao. Era la oportunidad perfecta, de seguro a Horo no le agradaba la idea de esta intrusa y habrían muchas discusiones entre él y Ren, y ella se encargaría de eso, lo envenenaría contra Keiko y eso conllevaría a una separación. Pero en ese momento era mejor guardar silencio y esperar.

-Felicitaciones Ren, ji, ji, ji,...- rompió el silencio el Asakura para calmar la tensión que se había formado.

-No te burles, Yoh¿quieres?-dijo Horo molesto.

-Deberías tomártelo con más serenidad.- habló Yoh serio, algo que no pasaba frecuentemente, puesto que era una de las personas más alegres del mundo entero.- Cuéntanos sobre ti.- pidió, mientras giraba su cabeza hacia la más joven del departamento, colocando una sonrisa de nuevo en su rostro, como siempre.

-¿Sobre mi?- preguntó Keiko extrañada, mientras que Yoh asentía.

-¿Qué estas sorda?- interrumpió Horo.

-No, pero no me suelen preguntar sobre mi vida, en especial porque es aburrida, una vida común y corriente, como de cualquier ser humano.- comentó quitándole importancia.

-Veamos si eso es cierto...- propuso el Asakura, pues el quería integrarla al grupo de amigos, puesto que de ahí en adelante compartirían más tiempo juntos, ya que su padre era parte del grupo.

-Bueno... lo primero que recuerdo es...

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La visita se acababa de ir, y los dueños de casa habían empezado a ordenar las cosas utilizadas. Ren estaba lavando la loza, y Horo y Kieko estaban retirando las que aún faltaban de la mesa.

-¿Por qué tuviste que aparecer?- reprochó Horo con un tono frío.

-Tarde o temprano se iba a saber, y personalmente creo que es mejor temprano que tarde, puesto que me sentiría ofendida si me lo ocultasen por mucho tiempo y el que no confíen en mi me dolería.- expuso la pelirroja, pues eso sentiría ella en una situación así. El único inconveniente era que ella no tenía amigos y le era difícil saber específicamente lo que se sentiría, pero tenía que inventar algo para que la deje de molestar, aunque eso era muy poco probable.

-Te aseguro que en este caso no, era mucho mejor tarde.- reprendió el peli-azul a la joven, sin darse por vencido ante ella, en especial porque no podía dejarla impune, además era la excusa perfecta para molestarla, especialmente después de contradecirlo, pues el quería que ella se quedara en su habitación pero no le hizo caso.- Y ahora vete a acostar, mira que quiero por lo menos poder descansar de ti cuando vayas al colegio y quiero que partas temprano, y ya es muy tarde, y no me discutas, que no puedo soportarte más.- agregó antes de que esa niña pudiese objetar, pues así podría pasar más tiempo con Ren a solas. Ya estaba harto de que esa niña estuviese hasta en la sopa. No dejaba de aparecerse en cualquier lado para molestarlo, y lo peor era que lo lograba.

-No me importa, pues tus amigos ya saben de mi, y eso no te agrada en lo absoluto, con eso es más que suficiente para sentirme satisfecha, ya que estoy más que segura de que te sientes humillado y te molesta de que cualquier cosa que haga yo pueda afectar tu vida.- dicho esto, se fue a su habitación para luego dirigirse al baño para cepillarse los dientes y prepararse para dormir, después de eso sacó un pijama de un guardarropa que estaba en el dormitorio y se cambió lo más rápido posible, pues no podía perder tiempo. En seguida buscó un saco de dormir que había encontrado la noche anterior antes de ir al dormitorio de su padre, ya que esa noche había revuelto todo en ese cuarto para pasar el aburrimiento, pues no había podido dormir, hasta que se había cansado y había decidido ir a dormir en donde su padre. Salió de su habitación y se fue a la habitación en la que había pasado la noche anterior, mientras era seguida con la mirada por Horo-Horo, quien la miraba estupefacto.

-No te molesta¿verdad?- preguntó cínicamente Keiko al pasar por ahí, mientras una sonrisa de victoria asomaba en su rostro, pero se logró controlar, puesto que no podía demostrar sus emociones. Eso había aprendido de su vida, la cual le enseñó todo lo que sabía, y nada era mejor que la propia experiencia.

Lo que sorprendió a Horo era que esa niñata fuera tan persistente, en especial después de que ya había ganado ese día por haberse presentado ante la visita. Era más que obvio que a él le molestaba y aún así seguía con entrometerse en sus asuntos.

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Habían pasado aproximadamente quince minutos desde que Horo-Horo mandó a Keiko a dormir, y ésta se había ido a la habitación de Horo y Ren sin previo aviso. Ren aún seguía lavando loza, puesto que habían utilizado mucha para la cena y llevaba su tiempo en lavarla toda. El peli-azul estaba sentado en un sillón, mientras que esperaba que el Tao terminase.

-De seguro se debe haber dormido.- se dijo Horo, mientras una mirada llena de lujuria aparecía en su cara. Lentamente se levantó del cómodo asiento y se dirigió a la cocina con paso lento y tratando de no hacer ruido. Se acercó a Ren por la espalda, rodeando su cintura con sus brazos, para atraerlo más hacia sí y tenerlo cerca.

-¿Qué haces?- preguntó el oji-dorado, sabiendo en el fondo lo que tenía en mente Horo, porque lo conocía bastante bien. -¿Y Keiko?- preguntó aún de espaldas.

-Debe estar durmiendo como un angelito.- susurró Horo en el oído de su pareja denotando sarcasmo en la última palabra.

Ren se giró para quedar frente a frente a Horo y cercó con los brazos el cuello de éste. Sus labios se empezaron a acercar hasta que...

¡Paff!

Se escuchó un sonido que provenía de alguna habitación del departamento, llamando la atención de los hombres que estaban en la cocina. El sonido era como si algo o alguien se hubiese caído al piso. Ambos fueron a ver a su dormitorio, puesto que no había otra persona más que Keiko. Al llegar se la encontraron tirada en el suelo.

-¿Qué te pasó?- preguntó el peli-azul irritado y furioso¿cómo se las podía arreglar para interrumpir hasta dormida?, claro que eso sólo si ella lo estaba, pero cabía la posibilidad de que no fuera así.

-Pues... tengo un complejo de empleada terrible y me dispuse a limpiar una mancha que había en el piso. Quizá por eso creíste que era una.- dijo, mientras se levantaba, con ironía en la voz, algo que molestó a Horo, porque era obvio que lo decía burlándose de él, pero súbitamente cambió su tono de voz a uno cortante y frío. – Me caí, idiota¿qué no ves?

-No estoy dispuesto a rebajarme a un nivel como el tuyo, así que no discutiré contigo, digas lo que digas.- manifestó, mientras salía de la habitación cerrando tras de sí la puerta para dejar a padre e hija solos, pues estaba cansado de discutir. Al día siguiente le contestaría todos los insultos, pero en ese momento no, ya que había sido una noche agotadora.

-Buenas noches.- dijo Ren con una sonrisa, una de las más sinceras que tenía, antes de salir de la habitación y cerrar la puerta.

La oscuridad reinó de nuevo la habitación, tanto como el silencio. Caminó hacia el lugar en donde iba a dormir, se acostó y se tapó, dejando sólo la cabeza afuera. Una sonrisa se asomó en su rostro, se sentía feliz, pues había detenido lo que fuese lo que hubiese estado ocurriendo, ella se había percatado de que ya no podía escuchar la loza chocar una contra otra, y tampoco escuchó pasos después, así que eso sólo podía significar una cosa, claro que al tratar de salir del lugar en donde estaba durmiendo se cayó…. por supuesto eso no había sido intencional. Luego cerró los ojos dispuesta a entregarse al placer de dormir y en un susurro dijo:

-Buenas noches, papá...

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Una vez en el living, Horo-Horo se sentó en el sillón al frente de una mesa de centro y esperó hasta que Ren saliera de la habitación. La espera no duró mucho tiempo y el Tao se sentó junto a Horo.

-¿Por qué dejas que haga lo primero que se le ocurra en esa mente maligna?- preguntó el peli-azul, mientras se servía una copa de vino tinto de una botella que estaba abierta encima de la mesa de centro, pues cuando la visita estaba no se habían podido beber el contenido por completo, y como no solían beber alcohol, tenía que aprovechar. Degustó el licor, dejando que por unos momentos se le olvidaran todos sus problemas, en especial los con Keiko, pues eso sólo le traía en el fondo dificultades con Ren. Después volvió a dejar la copa en la mesa y se giró para ver a su novio, esperando por la respuesta a la pregunta que había formulado anteriormente.

-Porque necesito ganar su afecto.- fue la respuesta simple y clara del chino, sin hacerle caso al último comentario de su interlocutor, que lo miraba incrédulo¿cómo era posible que no se diera cuenta de que su hijita sentía por el afecto? Bueno, para él había sido muy difícil demostrarle su amor antes de comenzar con su relación, y le había costado más aún que se diera cuenta, realmente todo un caso...

-Estoy seguro de que ya te lo ganaste.-dijo seguro de sí mismo Horo-Horo para que abriera los ojos y no se deje manipular por su hija, y para que le ponga límites, pues se metía en todo.

El tao se levantó del agradable sillón, mientras era seguido por la mirada de su pareja, quien se levantó también, para no dejar la conversación a medias, ya que le era difícil retomarla al día siguiente, especialmente cuando se encontraba esa mosca merodeando por todo el departamento.

-Quizá tengas razón, pero quiero que tenga la confianza suficiente para demostrármelo.- comentó Ren dirigiéndose a la habitación, antes de ambos, en ese instante de los tres residentes del departamento. Horo exhaló un suspiro antes de hablar:

-Por lo menos podrías echarla de nuestra habitación.- dijo el peli-azul, haciendo énfasis en la palabra "nuestra", mientras seguía al chino, que no demostró reacción alguna ante sus palabras, a pesar de que le encontraba la razón, pero le era muy difícil echar a su hija y más encima era muy tarde, de seguro su hija ya estaría durmiendo.

El Tao abrió la puerta, y al entrar se encontró a su hija durmiendo en el lado en el que solía dormir Horo-Horo, cosa que le causó gracia, pero prefirió no demostrar ese sentimiento par no molestar más a su pareja.

-¿Quién mierda se cree esa niñata?- preguntó el dueño de ese lado iracundo, sentía como si le estuviera hirviendo la sangre, tanta rabia sentía en ese momento.

-Te recuerdo que sigo siendo su padre.- dijo en tono autoritario.-Además no te molestará dormir un par de noches en el saco de dormir... imagina que estas de camping.- sugirió Ren inocentemente.

-¿Un par de noches?- gritó sin poder contenerse de la rabia, eso ya era el colmo, además de ceder una parte de su departamento a una persona a la cual odiaba, tenía que ceder su lado de la cama.

-De seguro pronto se volverá al saco de dormir... y quizá a su habitación..., de eso estoy casi seguro.- trató de calmarlo el chino, pero al parecer sin resultados óptimos.

-¿Casi?- preguntó Horo.- Ni siquiera estas seguro.- lloriqueó con reproche. Después de eso hubo un silencio hasta que la voz de Ren lo rompió.

-Se está haciendo muy tarde... , así que seguimos esta... –dijo, mientras pensaba en una buena palabra que definiera ese intercambio de palabras, pero no encontró ninguna.-... conversación otro día.- impuso Ren sin esperar una respuesta o queja.- ¿Sabes? Hoy tuve un día agotador...- dicho esto se acostó en su lado de la cama, disponiéndose a dormir... Horo-Horo, al que no le quedaba otra opción, se fue a acostar en el saco, aguantándose toda la rabia contenida en ese momento... de seguro el día siguiente sería uno mejor.

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Todo en la habitación oscuro y sólo se podía escuchar el suave respirar acompasado de las personas que dormían en ella, sólo una luz, proveniente de un farol, traspasaba levemente las cortinas, pero aúna sí costaba diferenciar una cosa de otra.

Lentamente el peli-azul abrió los ojos para encontrarse con una oscuridad casi total, se sentó en el saco de dormir, en el cual estaba durmiendo, y aún no se le pasaba la ira que le causó la hija de su novio, la cual era terriblemente insoportable, por el simple hecho de siempre estar en donde no debe, especialmente al interrumpir algo.

Sus ojos se dirigieron a la almohada que estaba ocupando anteriormente y después a donde estaba la muchacha, una sonrisa maliciosa se formó en su rostro, pero al darse cuenta de sus pensamientos asesinos, los desechó sacudiendo la cabeza de un lado a otro violentamente. No era posible que alguien le hiciera pensar en matar...

Para calmarse, se levantó y se fue a la cocina por un vaso de agua para refrescarse, así quizás desaparecerían esos pensamientos. Caminó, después de beberse el vaso de agua, hacia su habitación con paso lento, mientras más se acercaba al dormitorio, los recuerdos con esa niña se apoderaban de su mente, le hacían recordar lo insoportable que era, lo entrometida; una y otra vez llegaban a él imágenes, sonidos; que le hacían perder la cabeza, era algo desesperante. Se detuvo y llevó sus manos a la cabeza para quitarse todas las evocaciones, que lo hacían sentir odio y rabia, algo que le perder el control...

Cuando creyó estar más tranquilo prosiguió con su camino, al encontrarse con la puerta del dormitorio, la abrió, entró y se introdujo en la habitación, se acercó a su saco de dormir algo agitado por lo que estaba a punto de hacer, se inclinó y tomó la almohada y se paró lo suficientemente cerca de Keiko como para extender la mano y alcanzar a tocarla.

Estiró los brazos con almohada en mano y la puso contra la cara de la pelirroja para que no pudiese respirar, pero como estaba dormida no reaccionó en seguida, miró el lugar en donde Ren solía dormir, pero el lugar estaba vacío, pero no le tomó importancia, además así era mejor, pues así no lo vería hacer una maldad de ese tamaño.

Al parecer La persona que estaba bajo la almohada ya había despertado, pues se había empezado a defender arañando y tratando golpear a la persona que le estaba impidiendo respirar, pero lo único que hacía era darle golpes al aire, a pesar de que se estaba defendiendo Horo-Horo no se dio por vencido y presionó con más fuerza contra el rostro, hasta que dejó de moverse... estaba muerta o por lo menos inconsciente, así que siguió apretando durante unos minutos más...

Una gota de sudor apareció en su frente y se resbaló por su rostro hasta llegar al mentón y cayó encima de la almohada que había utilizado para matar a ser tan despreciable, siendo absorbida por ésta. Su respiración se había irregularizado y acelerado, la cual trató de normalizar, su mirada parecía la de un psicópata y continuaba con la almohada en las manos pegada contra la cara de la joven, pero ya había dejado de ejercer presión, pues se había cerciorado de que estuviese muerta, pues carecía de pulso.

Se había convertido en un asesino, un asesino vil y cruel, pero el fin justifica los medios, y el fin, que era librar al mundo de esa niña, era más que suficiente para perdonar un asesinato.

Lentamente despegó la almohada del rostro, una vez quitada, intentó identificar a la persona yacía inmóvil sobre la cama, y al darse cuenta de quien se trataba su sorpresa fue grande, sus ojos se abrieron desmesuradamente y lágrimas amenazaban en salir de ellos, su cuerpo entero comenzó a temblar y la voz no le salía...era... Ren..., a quien le había arrebatado la vida era su pareja, la persona a la que más amaba...

...de un salto se sentó en el saco de dormir, su respirar era agitado y su cuerpo temblaba, trató de levantarse, pero sus piernas no le respondían, lo intentó de nuevo y esta vez sí pudo pararse, dirigió su mirada a la cama para cerciorarse de que Ren y Keiko estuviesen ahí, y para su alivio ambos estaban dormidos, y no muertos, pues podía diferenciar la respiración del Tao de la de Keiko, y alcanzó a escuchar ambas, así que todo era sólo una pesadilla,... una cruel pesadilla...

A pesar de que fuera una pesadilla, no se podía quitar de la cabeza haber soñado una cosa así¿quién sueña que mata a alguien?, eso sólo debería ocurrir cuando alguien estuviese muy hastiado de la victima... o estuviese loco.

Jamás se había imaginado sentir tanto alivio al ver a la pelirroja con vida, aunque, por supuesto, sintió mucho más al ver a Ren dormir plácidamente...

No se pudo dormir en unas cuantas horas por miedo de soñar otra vez lo mismo y no poder despertar nunca, sería un calvario estar metido en una pesadilla así y no poder salir de ahí jamás...

To be continued...


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