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La mentira de una Mujer por Hali

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Notas del capitulo:

Creo que el título lo dice todo,

-¿QUÉ!-gritó al cabo de un gran silencio que hubo después de lo que le informó su hermana, debía aceptar que no estaba preparado para recibir una noticia así.

-Bueno, su madre murió y en su testamento escribió que quería que se quedara con su padre, que eres tú.-le explicó, hizo una pausa y agregó- Te están esperando un abogado y... tú... ya sabes...- estaba tratando de aparentar calma para que Ren se recuperara de la sorpresa que se había llevado.

El Tao se dejó caer encima de un sillón que estaba ahí y colocó su cabeza entre sus manos mientras que sus brazos estaban apoyados en sus piernas, su rostro mostraba un claro desconcierto. "¿Qué se supone que debo hacer?" se preguntaba Ren mentalmente una y otra vez, tratando de encontrar alguna respuesta a su pregunta.

Después de un rato, se levantó pesadamente, se sentía abatido y débil, pero no lo iba a expresar abiertamente, lo único que quería en ese momento era salir de esa prisión, que era la mansión, pero su cuerpo no obedecía las órdenes que le mandaba su cerebro, por el contrario, no se podía mover, estaba como paralizado.

-¿Hermano?- dijo Jun -¡despierta!- gritó al ver que su hermano no le respondía.

-¿Ah¿qué quieres?- preguntó Ren una vez que reaccionó.

-Tienes que ir a hablar con el abogado para asumir la custodia de tu hija.

-Si... tienes razón- dijo aún perturbado y agregó.-Será mejor que te quedes aquí, quiero hacer esto solo- Dicho esto se dirigió a la habitación en donde se suponía estaban el abogado y su hija. La puerta de ésta estaba cerrada, se detuvo frente la puerta y giró la manilla de la puerta lentamente. Al abrir la puerta vio que a un lado del escritorio que estaba en la habitación había una chica de aproximadamente unos quince años, tenía el pelo rojo, los ojos de color dorado medio verdoso, muy parecidos a los de Ren, y sus ojos denotaban confianza en sí misma, algo común en la familia Tao. Tenía la tez blanca y las uñas pintadas de rojo muy parecido al color de la sangre. Esa chica vestía una polera ajustada y una falda que le llegaba un poco más alto que la rodilla, todo de negro. Además usaba unas botas también negras, encima llevaba un abrigo largo azabache., todo eso le daba un aura de misterio.

En esa habitación habían estantes llenos de libros, era casi una biblioteca y era muy oscura, casi tétrica.

El abogado, que vestía de forma formal, se levantó de su asiento para saludar a Ren. Después se volvió a sentar y de su maletín sacó unos papeles, mientras tanto el Tao se sentó al otro lado del escritorio, al frente de estas personas. El abogado le susurró algo en el oído de la joven, al terminar, ésta se levantó de su asiento, mientras hacía esto le lanzó una mirada asesina a Ren, y después salió de la habitación. Dejando a los dos hombres solos.

Al salir de esa habitación entró a la sala de estar, en donde estaba Jun, ella estaba sentada en el mismo sitio en donde el chino había estado antes. La miró con desprecio y se sentó lo más lejos que pudo de la hermana de Ren.

-Disculpa- dijo tratando de llamar la atención de la joven. -¿Cómo te llamas?- le preguntó Jun.

-¿Qué te importa?- fue la única respuesta que recibió Jun.

-Pues... tu eres la hija de mi hermano, así que sí me importa- le dijo con un tono más severo, aún así la hija de Ren no se dejó intimidar y sólo volteó la cabeza, mirando al lado opuesto de donde se encontraba Jun. Un pequeño suspiro salió de los labios de la hija mayor de los Tao al percatarse de que cualquier intento por acercarse a su sobrina sería en vano.

-Keiko- dijo súbitamente la hija de Ren, sin dejar de lado el tono cortante, aún así Jun se sintió satisfecha por conseguir una respuesta de esa joven.

-Yo soy Jun- dijo ésta con una sincera sonrisa.

-Yo no te he preguntado quien eres.- le dijo con un tono de fastidio.

-Ah... si... bueno... era para que supieras.- dijo algo sorprendida y a la vez desanimada.

En silencio pasaron los siguientes minutos hasta que la puerta de la habitación en la que estaban Ren y el abogado se abrió.

Lo primero que vio Horo-Horo al abrirse la puerta fue a Tamao, que lo saludó con el habitual sonrojo que se expandía sobre sus mejillas.

-Joven Horo-Horo, adelante.- le dijo Tamao después de saludarlo.-El joven Yho no se encuentra en este momento en la casa pero si gusta puede esperarlo.-agregó, mientras lo invitaba a pasar al living.

-Tengo tiempo, así que lo esperaré.- le comentó, mientras se sentaba en el sillón del living, poniéndose cómodo.

-¿Desea algo para beber?

- No, gracias.- rechazó el ofrecimiento de ésta.

-Bien, como desee.- dijo sentándose al lado de Horo, bastante cerca para el gusto de éste.-¿Cómo van las cosas con Ren?-preguntó de repente.

-¿Por qué lo preguntas?- cuestionó algo extrañado, pues ella no era tan directa para decir las cosas.

-No... por nada... simple curiosidad.- dijo restándole importancia.

Después se produjo un largo silencio, que le incomodaba un poco a Horo, tenía un mal presentimiento y no sabía la razón.

Tamao vivía con la familia Asakura desde que era muy pequeña, ella había quedado huérfana y la familia la acogió como una más de ella. A pesar de tener la edad suficiente como para irse de ahí, seguía viviendo con ellos. Siempre había sido tímida y trataba de pasar inadvertida, acataba las órdenes de Anna al pie de la letra y nunca se quejaba, por miedo a cualquier reprimenda.

-Disculpa, quiero decirte algo.-dijo sorpresivamente Tamao con un tono serio y seguro, poco común en ella, por lo menos en lo del tono seguro.

-Te escucho¿qué quieres decirme?- preguntó mirándola de frente.

-Yo... digo tu... a mi...- empezó a decir palabras sueltas, se le notaba el nerviosismo en su voz y un tono carmesí adornó sus mejillas, con cada palabra que decía ese color iba en aumento, volteó el rostro para que Horo no viera el fiero sonrojo que en ese momento se posó en él.-me gustas.- soltó después de vacilar durante unos cinco minutos.

-...-Horo no sabía como reaccionar ante una situación como ésta, realmente no quería hacer sufrir a Tamao pero él nunca le podría corresponder a lo que ella sentía por él, ya que él estaba profundamente enamorado de Ren.

-¿Horo? Yo sé que tu sientes algo por mi, yo lo siento aquí.- dijo, colocando su mano en donde se supone está el corazón.-Y yo te lo voy a demostrar.- comentó esto último acercándose peligrosamente a él, con una voz suave.

-Yo amo a Ren y eso tu lo sabes.- le explicó con tono cortante antes de que se acercara aún más.- Se me está haciendo tarde, me tengo que ir.- dijo esto mirando la hora y dándose media vuelta con la intención de irse, al percatarse de esto, Tamao quiso acompañarlo a la salida pero Usui agregó.-Sé donde queda la salida, no es necesario que me acompañes, dale mis saludos a Yho cuando llegue.

Ren ya había firmado los papeles para tener la custodia de su hija, realmente aún no se acostumbraba a su nuevo rol como padre, le parecía mentira todo esto, como si fuera una pesadilla de la cual no podía escapar. Hace aproximadamente una hora había salido de esa especie de biblioteca y se había sentado a un metro aproximadamente de esa joven, que era parte de él pero a la vez tan ajena a él.

Su hermana había ido a despedir al abogado y no había vuelto, quizás creyó que su relación con su hija mejoraría si estaban solos, pero nada, ni siquiera se habían hablado. Ren sólo sabía su nombre por haberlo leído en los papeles que había tenido que firmar, así también supo quien había sido su madre, ella en el fondo nunca fue una persona muy relevante en su vida, además había sido algo obsesiva, mentira..., bastante. Él había terminado con ella al aburrirse, eso había sido unos meses antes de haber comenzado con la relación con Horo. Aún recordaba el día en que acabó con su relación.

- Flash Back -

El cielo estaba nublado, ya habían comenzado a caer pequeñas gotas de agua del cielo. Un parque está casi vacío, exceptuando a dos persona que al parecer estaban discutiendo.

-¿Qué dijiste¿Me vas a dejar?- preguntó histérica una chica con el pelo rojo, los ojos celestes y con pálida piel, que hacía un buen contraste con el color de pelo, de sus ojos habían comenzado a descender lágrimas y su respiración se había empezado a agitar.

-Tu sabías desde un principio que yo sólo salí contigo para que mi padre no me moleste más con ese asunto.- le dijo un joven en un tono frío y sin compasión.

-Ren, si me dejas te vas a arrepentir el resto de tu vida.- amenazó ésta.

-Que miedo- le dijo con sarcasmo e ironía ante la amenaza de ella. Luego se dio media vuelta con el propósito de irse de ese lugar, además estaba empezando a helar y eso era una de las cosas que menos soportaba.

-¿Ren? No me puedes dejar- sollozó dejándose caer al suelo y rompiendo a llorar a mares, a pesar de escuchar el teatro tan dramático que ésta hacía, no sintió ni la más leve clemencia y siguió con su camino.

- Fin Flash Back -

-¿Cuál va ser mi habitación?- interrumpió los recuerdos de Ren la nueva integrante de la familia Tao.

-¿Disculpa¡Ah! En la cuarto de huéspedes, hasta que nos vayamos a Japón- le informó el Tao.

-¿A Japón¿Vives allá?- preguntó sin mucho interés.

-Sí, vivo allá con mi pareja.- dijo en un murmullo casi inaudible.

-¿Dónde queda el cuarto de huéspedes?- preguntó Keiko. -Mientras menos te vea, mejor.- susurró para sí, pero lo suficientemente alto como para que el Tao lo escuchara.

-Antes que nada¿por qué me odias?- preguntó intrigado.

- Más encima lo pregunta- se dijo a si misma.-¿Por qué crees? Es obvio que es porque abandonaste a mi madre.

-¿Sólo por eso? Pero si la relación no iba bien.

-No es que la hayas abandonado- dijo algo irritada.- Es porque abandonaste a una mujer con una hija, ni siquiera aportaste en algo.- le dijo y se fue de la sala de estar dando un portazo.

-Yo no sabía que estaba embarazada- dijo para sí mismo pasmado.- ¿De dónde habrá sacado eso? "¿Habrá sido la venganza de esa mujer?" se preguntó mentalmente Ren.

Una semana después un avión estaba aterrizando en el aeropuerto, del cual hace una semana Ren había partido él solo.

La relación con su hija no podía estar peor, ella sólo se limitaba a verlo con una mueca llena de rencor y odio, además no le había dicho a Horo aún sobre la noticia de esta intrusa, no sabía como.

Una vez afuera de aeropuerto se subieron a un taxi y en poco tiempo llegaron al departamento de Ren y Horo, lo único que le había dicho de Horo era de que tenía una pareja, nada más, ni siquiera estaba seguro de que ella hubiese prestado atención, como cambió de tema tan rápido.

Era bastante tarde y Ren no estaba seguro de que si Horo estaría despierto, en el fondo esperaba que no lo estuviese, quería encontrar las palabras correctas para decirle sobre esta hija que había aparecido de la nada.

-Keiko, quédate aquí un rato ¿sí?- le pidió al frente de la puerta del departamento, ella asintió sin reclamar, ya que no tenía animo para discutir con este hombre, se sentó en el piso a descansar, ya que estaba cansada del viaje.

Ren entró al departamento y fue recibido con un fuerte abrazo de parte de Horo-Horo.

-Me falta la respiración- apenas pudo decir por la falta de aire.

- Perdón, es que estoy tan feliz de que estés de vuelta.- le dijo sin soltarlo y con una sonrisa muy sincera, ante esto, el Tao le devolvió el gesto a Horo.

-Te tengo que decir algo muy importante... – empezó a decir Ren con un tono serio, pero con nerviosismo- ...te amo.

-Eso ya lo sé, pero siempre es bueno que me lo recuerdes.

-Si... yo...- empezó a tartamudear palabras sin sentido pero fue interrumpido por:

¡DING DONG!

"Maldito timbre" pensó Ren, "justo cuando le iba a contar de Keiko. "

Horo soltó a Ren, abrió la puerta y vio a una joven de pelo rojo que estaba parada frente a él.

-¿Quién es usted?- preguntó sorprendido por lo tarde que era.

-Soy Keiko, su hija- dijo señalando a Ren.

To be continued...

Notas finales:

Vamos chicas se que algunas ya leyeron este fic en fanfiction pero por lo menos diganme si les gusto o que les parecio hasta donde va si?

Aunque seguire actualizando hasta darle el final que se merece a este fic. n_n


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