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Tú Luz, Mi Esperanza. por zoe

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Notas del capitulo:

zoe- Waaaa eso fue rápido wizz =.=

zoe- Eso fue rápido O_O

Ed- ¿Por qué a mi? TTuTT ¿Qué demonios hice Intercambio Equivalente? ¿Qué hice para merecer esto? -señalando a la autora.

zoe- Jajajaja, agradescáncelo a mis aburridas clases de economía wizz, y a que junté rápido mis participaciones para no tener que hacer nada muajajajajajajajaja.

zoe- ¬w¬...por favor lean... -reverenciándose e indicando el camino al puro estilo Ouran.

2- Lo Que Se Esconde Tras La Ropa.


 


Apenas se había enterado que Hohenheim se había ido de viaje y emprendió el camino a la casa de Hughes, le molestaba que su padre no confiara en dejar a Edward con él, pero tampoco podía culparlo.


Cuando al fin llegó fue recibido por la castaña de lentes.


-¿Qué hay?


-Joven Envy, bienvenido.


-¿Y Ed?


-Está en el jardín con el señor Mustang.


-¿Con quién? –sus ojos se inyectaron de furia y celos pasando de largo a la pobre Schieska y avanzando a su destino sin siquiera saludar a los dueños de la casa.


 


___________________


 


Durante la comida no podía evitar sentirme nervioso porque sentía su mirada sobre mi, imaginaciones mías, pensé; pero en el fondo me sentía esperanzado de que fuese verdad.


-Roy, te lo estás comiendo con los ojos –soltó Maes al aire y yo me sonrojé-. Sigue así y te llenarás antes de probar el delicioso pastel de frutas que hace Glacia.


Más que una sugerencia pareció una amenaza, el tono de Maes cuando se enojaba era muy peculiar.


De reojo miré a Roy, quien tosió de forma disimulada y pude notar un sonrojo en sus mejillas, pero de seguro, yo estaba peor. Pasé mi mirada a Maes, el cual comía tranquilo pero serio.


 


-Estuvo todo muy rico, gracias Glacia-san, Schieska.


-¿Ed, no vas a querer pastel?


-Por el momento no gracias. Quisiera ir a tomar un poco el sol.


-Vaya que te gusta tomar el sol, Ed. No me sorprende que estés tan bronceado-


-Si prefieres puedo servirte el té y el pastel en el jardín.


-Yo…


-En ese caso, ¿por qué no le acompañas, Roy?


Simplemente me sobresalté y miré al moreno a mi lado, eso era demasiado, Glacia-san se había pasado y Maes también lo notó ya que su entrecejo se frunció de un momento para otro.


-Está bien por mí, ¿vamos Ed?


-S-sí. Con permiso –me alejo de la mesa dispuesto a avanzar cuando siento como el mayor me toma y me lleva-. No, no es necesario, yo…


-Permíteme hacerlo.


-¿Eh? ¡Yo también voy!


-Elysia, tú te quedas aquí. Tienes tarea ¿o me equivoco?


-¡Pero mamá…!


-Pero anda cariño, te quedas aquí. –Miré como Glacia besaba la frente de la pequeña, que envidia me daba, instintivamente me tomé las muñecas con fuerza, mientras recordaba un viejo dolor.


Y sin embargo, no podía evitar sonreír, Elysia era todo un caso, única e inigualable. Al sentir el viento en mi rostro suspiré animadamente; nos acercamos a la mesita del jardín, justo enfrente de la alberca.


Me asusté al sentir una de las manos de Roy en mi espalda y como la otra pasaba por mi pierna.


-¡NO!


-¿Qué sucede? Sólo te iba a sentar en el camastro para que estuvieras más cómodo.


-No, yo…bien, yo estoy bien aquí. N-no me toques por favor.


-E-entiendo, perdóname. Me tomé muchas confianzas muy pronto.


-No, no es eso, solo que… -no me atrevía a decirle, no quería que supiera que era alguien incompleto, no él. Me rechazaría.


-Está bien, te entiendo –me acercó a la mesa y tomó una silla, jalándola para quedar cerca de mí. Al poco rato Schieska llegó con una charola que contenía dos rebanadas de pastel y dos tazas de té. Agradecimos y permanecimos en silencio unos minutos.


 


-Y dime Edward, ¿qué estudias?


-¿Eh? Curso mi último año de secundaria.


-¡Ooh! Así que tienes 15 años, te ves más… joven –le miré de forma desafiante, estuvo a punto de burlarse de mi tamaño. Estoy seguro.


-¿Cuál es su edad?


-¡Ed! Me ofendes, tutéame. Jajajaja, pues yo, yo tengo 25 años. ¿Y sabes? Ya soy toda una eminencia en el mundo de los negocios. Simplemente, soy un genio…


No comenté nada, ya que estoy seguro que mi rostro podía ser descifrado muy fácilmente. Lo dejé hablar y hablar acerca de él. Sin necesidad de saber más de él pude saber que era un ególatra de primera.


Pasamos un agradable rato platicando, poco a poco me empecé a sentir en confianza al lado del moreno y al mismo tiempo podía sentir algo en mi interior agitándose con mucha velocidad y mi corazón palpitaba más de lo que usualmente debía hacerlo; y sin embargo, me sentía bien.


 


-Ed, ¿por qué no te quitas tu chaqueta? Hace calor, ¿no crees?


-¿Eh? No, así estoy bien –disimuladamente escondí mis manos en las grandes mangas de mi chamarra roja. Pero la mirada afilada de Roy no me dejaba en paz, no supe en que momento tomó mis manos entre las suyas, lo iba a ver, las iba a ver, las vería. ¡No! ¡No quería!


Y sí, he de admitir que soy una persona que esconde muchas cosas, pero lo hago para protegerme a mí mismo de los demás, mantener mis distancias con ellos y no ser herido nuevamente, o para no herirlos a ellos, más de lo que ya lo he hecho.


-N-no, Roy…bas…


-¡Edward! –Ambos giramos a ver a aquel que me había llamado.


-¡¿Envy?! –mi rostro se iluminó y una sonrisa de posó en mis labios.


-Ed, ¿cómo estás? –el peliverde se acerca dónde estoy y puedo sentir como las manos del moreno me sueltan.


-Muy bien, ¿y tú?


-Ahora que te veo muy bien –su mirada pasa de mí y se posa en el moreno-. ¿Y tú eres?


-¡Ah! Roy, Roy Mustang, mucho gusto de…


-Sí claro…


-¡ENVY! No seas mal educado. Roy, él es mi medio hermano –por alguna razón que desconocía tenía la necesidad de aclarar aquello, no quería que Roy pensara algo que no era. Lo miré apenado y noté como su rostro se relajaba.


-Ed, vamos a tu cuarto; está enfriando y apuesto lo que quieras a que no has hecho la tarea.


-No, no la he hecho, pero no quiero subir aún, yo… -de forma disimulada miré a Roy y me sonrojé, otra vez.


-Tú hermano tiene razón, además, ya es tarde y yo dejé cosas pendientes.


No pude evitar decepcionarme cuando lo vi levantándose, y como si fuera obra del destino. Maes apareció.


 


-Roy, antes de que te vayas quiero hablar contigo.


-En un segundo. –se veía tan guapo, incluso en esa forma tan desinteresada de girarse a contestar-. Bueno Ed. Nos estamos viendo.


-S-sí –acaricia mi cabello despeinándolo y yo infló mis mejillas molesto; pero sin dejar de sentirme en las nubes mientras le veía partir.


-Es muy guapo, ¿no? –me asusté, había olvidado la presencia de Envy ahí, no respondí-. Vamos Ed.


-Sí –sin objetar nada me dejé llevar por mi hermano mayor hasta mi habitación, acaricié la blanca piel de su mano cuando ésta se posó en mi hombro.


 


-Envy…


-Sí Ed, me quedaré hasta que te duermas –sonreí, amaba a mi hermano, lo amaba demasiado. Él siempre estaba conmigo y también me amaba, lo podía sentir, por él, yo seguía viviendo.


Con cuidado sacó la manta que cubría mis piernas, o mejor dicho, mi única pierna. Hace años había perdido la izquierda en un accidente. Así que solo poseía un muñón hasta la rodilla. Era un fenómeno, debí haber muerto en todas y cada una de las circunstancias que se me presentaron.


Sentí los fuertes brazos de Envy rodearme y cargarme para depositarme suavemente sobre la cama. Me sacó la chaqueta y me arropó, quedándose a mi lado, acariciando mis cabellos rubios.


Le tomé el rostro y lo acaricié, acto que él correspondió, tomándola entre la suya, miró mi muñeca y besó las cicatrices que en ésta yacían dibujadas de forma permanente en mi bronceada piel.


-Te amo…Edward.


-Y yo a ti, Envy…te amo.


Poco a poco cerré los ojos, hasta caer víctima de Morfeo, sólo esperaba tener dulces sueños.


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