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Chucho. por Isil

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Si había algo que a Remus Lupin le hacía una tremenda gracia era cuando paseaba por Hogsmeade junto a un Sirius Black transformado en su forma perruna. Vale, Sirius siempre resultaba una compañía excelente, y más para Remus, el cual llevaba además bastantes años enamorado de él, y si, de cualquiera manera era alguien que irremediablemente resultaba gracioso y divertido, y la verdad es que a veces bastanba una simple sonrisa de éste para hacerse sonreír, era contagioso de alguna manera, y más cuando miraba a sus ojos grises, cosa que de algún modo hacía que se sintiera más fuerte. Tal vez eran delirios de un corazón enamorado.

Pero debía decir que en ocasiones verle actuar como un perro era demasiado cómico, y más en días como aquel en los que se sentía bastante triste y desdichado debido a la enfermedad de su pobre madre, ya que había recibido alguna noticias nuevas y bastante triste. Y a Sirius no se le ocurría otra cosa que convertirse en perro y caminar a su lado en todo el camino al pueblo, sabiendo que en momentos como ese a su amigo se le atascaban las palabras y le faltaban ánimos.

Pero Sirius Black no era de los que se rendían, y menos cuando un ser querido estaba mal. Por supuesto que no, eso hacía incrementar su empeño. Cabía decir que cuando Sirius se proponía algo no paraba hasta conseguirlo, y en ese momento se había decidido a hacer sonreir a su amigo. Y como por un castigo no podía ir a Hogsmeade se había transformado en perro para que nadie le reconociera y poder ir con Sirius. Los pobres de James y Peter habían accedido a quedarse cumpliendo un castigo y tratar de tapar la ausencia de Sirius, no sabían como, pero supuso que se las apañarían. Ambos sabían que la mejor persona para animarle era Sirius, y por eso fue el elegido para compañarle.

A veces se sentía un poco mimado, y la verdad es que no sabía porque, era como si le cuidaran más, tal vez le veían más frágil, aunque pensándolo bien el más frágil era Peter, o tal vez fuera su inteligencia... aunque Sirius y James eran tremendament einteligentes, solo que eran más dejados. ¿Por su licantropia? Tal vez... Bueno, el caso era que ahora caminaba con las manos en los bolsillos, cabizbajo y pensativo cuando sintió un tirón de la manga y vio como Sirius le mordía la manga para tirar de él.

-Hey chucho, ¿a donde me llevas?- preguntó con una leve sonrisa, una que no contentaba a Sirius Black, porque él quería una auténtica sonrisa de esas que solo Remus Lupin podía mostrar, así que siguió tirando de él hasta llevarlo a Honeydukes. -¿Sabes, Sir...?- se cortó porque pasó un estudiante de Ravenclaw de su mismo curso, mirándole curioso, espero a que se perdiera de vista y miró al animal. –Chucho, no tengo ganas de dulces.- le recibió un ladrido de su amigo como respuesta, uno fuerte, potente y amenazador, que hizo que varias personas alrededor dieran un salto del susto. –Bueno, voy a por algo...- murmuró negando con una leve sonrisa y entró en la tienda. Una vez dentro la verdad es que si cogió bastantes cosas, era lo que tenía ser un autentico adicto al chocolate. También cogió algunos bombones y caramelos para Sirius y salió de la tienda con una bolsa grande. Sirius parecía bastante complacido, pues se tumbó en el suelo y empezó a rodar graciosamente, arrancando unas risas a los paseantes y una sonrisa en Remus más auténtica. –Anda, vamos Hocicos.- dijo sin dejar esa sonrisa. El perro levantó la vista y pudo ver curiosidad en aquellos ojos grises de perro, y también satisfacción ante su sonrisa. –Si, ahora serás Hocicos, no puedo llamarte todo el rato chucho, no queda bien.- alargó una mano y le acarició detrás de las oreja. –Venga, sigamos el recorrido.- le palmeó el lomo y siguió andando.

Luego de eso simplemente caminaron comiendo las golosinas que Remus había comprado, ya que no quería entrar a ninguna tienda por no dejar solo a éste, así que caminaron, corrieron y jugaron con la nieve y por aquella tarde el prefecto olvidó sus preocupaciones por completo. Era increible que incluso en su forma animal ese chico le hiciera feliz de ese modo, pero bueno, seguramente eran las consecuencias de sentir tanto amor por alguien, aunque éste estuviera con aquella apariencia de perro.

-Mi chucho.- murmuró con una sonrisa mientras caminaban rumbo al castillo.

Notas finales:

Tomatazos listos xD.


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