- ¡Bocchan, bocchan! – gritaba a aquella sirvienta con un sobre en la mano por el pasillo de aquella mansión, que dirigía hacia el estudio de su amo. Cuando entro a aquella habitación, se encontró frente a su rostro a aquel mayordomo que acompañaba e impartía la clase de historia a el amo, a aquel mayordomo, con tan solo mirarla, hizo que su rostro tomara el mismo color que el de una manzana madura, el quito el sobre de la mano de aquella sirvienta y se la entrego a aquel joven, mientras ella salía de la habitación con la mente por las nubes.
- ¿Que es esto sebastian? – pregunto a aquel joven con una mirada de “poco me importa lo que sea pero espero nos detenga la clase”.
- No lo se, recuerde que no tengo permitido leer su correo, hasta que usted me lo permita.
- Sebastian… te lo permito – dijo el ojiazul mirándolo con odio
El mayordomo tomo el sobre en sus manos, miro detenidamente el sello plasmado en cera antes de romperlo, con un poco de incertidumbre, saco la lujosa invitación grabada con letras color oro.
- ¡Bocchan!... esto proviene de la mansión Trancy .
- Y ¿ahora que demonios quiere? – exclamo el ojiazul con un poco de estrés en su voz.
- Es una carta y una invitación. – dijo el mayordomo, viendo como su amo se relajaba para escuchar el contenido de la carta.
Estimado conde Phantomhive:
Es un honor para mí invitarle a una cena privada en la que se celebrara, mi cumpleaños numero catorce, en la invitación que mande, se encuentran todos los datos. Un pequeño detalle que seme olvido agregar en la invitación, su estimado mayordomo “Sebastian Michaelis”, no podrá entrar al comedor donde se realizara la cena y para evitarle disgustos a usted y a su mayordomo, sucederá lo mismo con mi mayordomo “Claude Faustus”.
Espero contar con su presencia en ese día tan especial para mi, se despide de usted.
ALOIS TRANCY.
- ¡Espera!... ¿¡no podrás entrar al comedor!? – grito el ojiazul golpeando el escritorio.
- Según lo especificado… no. – dijo el pelinegro muy relajado con una leve sonrisa en los labios.
- ¡Quita esa expresión de felicidad de tu rostro y, dime que dice la invitación!. – grito el conde mientras se dejaba caer en su silla.
- Como ordene. –dijo el mayordomo mientras su expresión cambiaba.
Conde Phantomhive
Se le invita a una cena privada en la que se celebrara el cumpleaños numero catorce de su alteza Alois Trancy.
El día 5 de noviembre a las 9:00 de la noche en la mansión Trancy, esperamos contra con su asistencia.
- Sebastian… ¿Qué tengo que hacer ese día? – dijo el ojiazul recargando su mejilla sobre su mano, con una leve sonrisa en los labios.
El mayordomo se quedo atónito ante la reacción de su amo.
- Pues… tiene la cena de aniversario con lady Elizabeth. – dijo el mayordomo con la mirada en los ojos de su amo.
- ¡Cancélala!... es mas importante saber que trae entre manos ese desgraciado.- dijo el ojiazul sin emoción reflejada en su rostro.
- Bocchan… lady Elizabeth lleva planeando esa cena durante meses.
- ¡no me importa! Llama a casa de lizzy, explícale algo creíble, ¿entendiste?, ¡haaa!, por cierto… hoy no estoy de humor para clases de historia.- dijo el ojiazul levantándose de si silla.
- Como ordene. – dijo el pelinegro ante las ordenes de su amo.
Y así fue el pelinegro llamo a la mansión Middleford y a los tres tonos contesto la criada de la mansión.
- Familia Middleford ¿diga? – contesto aquella criada.
- Buenas días, me comunicaría con la señorita Elizabeth, habla el mayordomo de la mansión Phantomhive.
- Si permítame.
*COMVERSACION SIN SENTIDO*
El mayordomo entro al estudio de su amo sin la más mínima expresión.
- Bocchan… usted tendrá la visita de Marquesa Francés Middleford.
- ¿¡Que!?, sebastian dije habla con Lizzy no tráeme a madame Francés.- grito desesperado el ojiazul. - Bocchan… hable con ella, pero comenzó a llorar y a gritar, fue cuando madame Francés tomo el teléfono y comenzó a gritarme a mi… solo que ella no me dijo cuando vendría.- dijo nervioso el mayordomo.
- ¡Sebastian-san!... ¡sebastian-san! – gritaban los sirvientas al unisonó por el pasillo de la mansión.
- ¡Y ahora que!- grito desesperado el conde. - Bocchan madame francés esta aquí… - dijo con desesperación en la mirada el pelinegro.
- ¡QUEEEEEEEEEEEEEEEEE!.- dijo el ojiazul viendo por la ventana mientras perdía el equilibrio.
- ¡Bocchan!. –grito el mayordomo al ver que su amo perdía el equilibrio.
- Dejameeeeee!... hay que resolver esto. Para terminar rápido… Madame Francés, amenazo al Ciel:
- No eres un caballero…como te atreves a dejar a mi hija plantada mi hija y tu prometida a la vez…….
**REGAÑO**
**5 de noviembre**
2:30 pm
- Bocchan acudirá a la cena de cumpleaños de la mansión Trancy?
- ¡Claro! – contesto el efusivamente.
- ¿Que hará con la cita de lady Elizabeth? - Ignorare eso completamente!
- Bocchan… usted enserio ¿va a plantar a su prometida? - Sebastian… prefiero plantarla una vez y tener que vivir atemorizado por sus seguridad, no se que tenga planeado Trancy. Contesto el ojiazul mirando a su mayordomo a los ojos.
- Sebastian prepara mi ropa para el evento de la noche- dijo el ojiazul retirándose de la vista de a quela tonito mayordomo.
Sebastian en cumplimiento de lo que su amo le ordeno, preparo la ropa mas elegante y presentable para la ocasión.
- Sebastian a que hora es la cena de la mansión Trancy?
- A las 9:00 de la noche.- contesto el mayordomo acomodando los botones del saco color azul marino del joven amo. - ¿Qué horas son?. – pregunto el ojiazul mirándose al espejo.
- Usted tiene exactamente dos horas para llegar, usted decide si quiere irse de inmediato. –contesto el pelinegro pasando sus manos por la delicada silueta de su amo.
- ¡Sebastian, deja de mirarme así! – dijo el ojiazul mientras apretaba los puños evitando golpear a su mayordomo.
- ¿Por que?- contesto retador el pelinegro
- Me…incomoda.- dijo el ojiazul mientras un leve sonrojo pasaba por sus mejillas.
- Disculpe no era mi intención.- dijo el pelinegro tomándolo de la cintura mientas tocaba el relieve de los labios de su amo.
- Bocchan… no le da incomodad, el saber que tendrá que quedarse a solas con el joven Trancy?- pregunto un poco apenado aquel mayordomo, mientras corría las cortinas de la habitación de su amo.
- No.- contesto fríamente el ojiazul. La habitación del ojiazul se encontraba iluminada solo por la luz de las velas que sebastian había traído, el ojiazul se estremeció al ver que la habitación estaba casi a obscuras.
- ¿Que le sucede…bocchan? – pregunto el pelinegro sabiendo perfectamente, que su amo le temía a la obscuridad.
- ¡Cállate!- grito el ojiazul.