Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Algo contigo por chibiichigo

[Reviews - 68]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Capítulo 5. Verdades

 

 

— Sasuke, ¿podrías darme la sal, por favor?

La cena parecía sacada de una película costumbrista. Al centro, Mikoto dirigía la llegada de alimento mientras contaba un par de anécdotas ligeras para entretener a sus invitados. A cada lado, uno de sus hijos y, junto a ellos, sus parejas.

— Sí, claro. Ahora que lo desocupe también te puedes acostar con él.

El comentario hiriente de Sasuke lo hizo crispar los puños. Tenía ganas de romperle la nariz, aunque su madre estuviera presente.

— Sasu-chan—. La voz queda y admonitoria de su madre controló la tensión que amenazaba con crecer como la espuma. El aludido miró a Itachi y a Naruto con una sonrisa sardónica y regresó la mirada a su plato.

Toda la cena había estado plagada de comentarios ruines y mezquinos por parte de Sasuke. Naruto había optado por guardar silencio y concentrarse en su comida, pero se veía cada vez más afectado por la situación e Itachi difícilmente podría controlarse mucho más tiempo antes de estallar.

Mikoto apretaba los cubiertos y fruncía la nariz en señal de molestia, pero lucía decidida a mantener su papel como anfitriona. Su hijo mayor se sintió extrañamente reconfortado por esa reacción tan familiar, pero la incomodidad de la mesa ocupaba toda su energía.

— Así que, Gaara—habló la mujer, restándole importancia a la hostilidad entre sus hijos—, ¿cómo va el negocio de las telas? Quiero hacer una remodelación en la casa y me gustaría tu asesoría…

— Con todo gusto, señora. El negocio va muy bien; pronto abriré una sucursal en Japón.

— Pensé que a tu padre no le gustaba Japón.

— Mi padre murió hace unos meses—, contestó Gaara sin demasiado interés—. Nos repartimos las tiendas y con el resto de la herencia abrí un despacho de diseño de interiores en Shibuya y me alié con Sasuke para importar telas.

— Vaya, no tenía la menor idea. Supongo que llegué a la edad en que mi hijos me ocultan las cosas por vieja…

— Madre, ahórrate tus chantajes—. La paciencia de Sasuke estaba acabándose; odiaba esos ataques disimulados—. Yo solo puse el dinero, Gaara hará todo el trabajo.

Itachi bufó por lo bajo. La actitud de ‘dúo dinámico’ que tenían, sus cariños por debajo de la mesa y la complicidad que existía entre su hermano y su novio lo irritaban más que cualquier otra cosa.

— ¿Y tú, Naruto? ¿Qué ha pasado en tu vida?

El rubio sonrió con nerviosismo.

—Pues, no mucho. Todo sigue como siempre en el trabajo y… bueno, hace unas semanas vimos Memphis y fue sensacional.

—Adoro esa obra. En Nueva York la montan precioso, deberías ir alguna vez.

Itachi dejó escapar un suspiro. No era mala idea: Llevaría a Naruto a Estados Unidos como premio por haber aguantado la velada con su familia.

Percibió la mirada de Sasuke fija en él. Devolvió el gesto. Ambos parecían animales a punto de atacar.

Gaara pasó su mano sobre la de su pareja y la presionó suavemente, instándolo a relajarse. No lo logró.

“Sasuke se merece a alguien mejor”. Ese pensamiento sorprendió a Itachi, quien halló una justificación al instante: Si el pelirrojo hablaba de la muerte de su padre sin inmutarse, seguramente no iba a extrañar mucho a su hermano si le pasaba algo. Y menos si era él quien lo provocaba.

“No es mi problema”, pensó e intentó dar el asunto por zanjado. Pero no podía evitar que su aversión creciera, ni preocuparse por la integridad de su hermano. Gaara le parecía una mala persona en todos los sentidos.

Miró a Naruto, que lo veía de reojo de cuando en cuando. Posiblemente su hermano estuviera con Gaara porque estaban cortados por la misma tijera; estaban podridos por dentro y eso los atraía. Tenía que aceptar que Sasuke no era una blanca paloma tampoco.

Se le revolvió el estómago y sus músculos se tensaron involuntariamente luego de esa rápida aclaración mental. Estaba hecho un embrollo con sus pensamientos y sentimientos. Adoraba y despreciaba a su hermano con intensidad; le costaba trabajo lidiar con ello.

 

 

— Sasuke, Itachi, me gustaría tener unas palabras con ustedes—. Mikoto interrumpió su propio soliloquio sobre el delicado estado de salud del señor Yamanaka para hacer su petición tan pronto como la sirvienta retiró el último plato de la mesa.

Itachi tomó la mano de Naruto por debajo de la mesa y la estrechó con fuerza. Necesitaba sentir al rubio para poder afrontar una realidad que no podía evadir. Y de pronto, aferrado al tacto de su pareja, supo que no se arrepentía de nada.

— Volveré en unos minutos— le susurró al oído.

— ¿Todo estará bien?— preguntó Naruto, angustiado.

— Sí, no te preocupes— contestó el otro, intentando infundirse ánimos.

Se levantó de la silla y anduvo hasta el umbral del comedor, seguido de cerca por su hermano, que ni le decía nada ni parecía percatarse de su cercanía. Caminaron al estudio que había sido de su padre, donde todavía se podían ver las fotografías de Fugaku.

Itachi tragó grueso. ¿Qué pensaría su padre de todo lo que había ocurrido? Sin duda, estaría deshonrado y furioso, pero más que todo, decepcionado con él. Pero no había nada más qué decir...

— ¿Alguno de los dos tendría la gentileza de explicarme qué está ocurriendo?—. La voz de Mikoto resonó entre las paredes de la habitación — No los entiendo. Una noche viene uno con Naruto y al día siguiente es pareja del otro, ¿qué les pasa?

Itachi respingó, molesto por el comentario, pero no tenía intenciones de caer en las provocaciones de su madre. Respiró un par de veces e intentó ponerse en su lugar: ¿a qué madre le gustaría ver a sus hijos saliendo con el mismo hombre? Era, cuando menos, extraño e incómodo, por no mencionar un factor decisivo para Mikoto:

— ¿Tienen idea de cómo van a hablar sobre esta familia? Es un escándalo.

— Madre— Sasuke trató de intervenir, pero Mikoto lo disuadió con la mirada.

— “Madre”, nada. Quiero que me expliquen todo.

Itachi carraspeó. Todas las palabras que había ensayado mentalmente para este momento se le habían borrado.

— Sabes que siempre he querido a Gaara, madre— habló su hermano, como si pretendiera eximirse de su responsabilidad. — Puse punto final a mi relación con Naruto desde hace meses para poder estar junto a él. 

Ella movió la cabeza de arriba hacia abajo, en una señal de aceptación. Itachi sintió cómo se le encogía el estómago y se mordió la lengua para no señalar que "poner punto final a la relación" con Naruto era un eufemismo para decir "lo engañé y metí a Gaara a vivir conmigo el mismo día que nos descubrieron teniendo sexo".  

— Yo sé todo lo que lo quieres, mi vida. Quizás no entiendo muy bien qué ha ocurrido entre ustedes pero lo respeto, así como respeto las preferencias sexuales de ambos —, dijo con un tono conciliador. — Pero hay límites. ¿Qué es eso de alternarse al mismo? 

El mayor sintió una piedra en el estómago.

— Madre, puedo explicarte…

Mikoto lo miró con condescendencia, aunque seguía molesta.

— Anda, explícame. Si voy a tener situaciones así en mi casa, más vale que me informen. Así sirve que pienso en qué decirle a mis amigas del club si se enteran, porque son una víboras ponzoñosas.

Itachi inspiró fuertemente y comenzó a relatar toda su historia, desde cómo se enamoró de Naruto y decidió callar porque quería ver feliz a su hermano hasta la evolución de su noviazgo. Eran palabras que dolían como si se las estuviera arrancando del pecho, pero al mismo tiempo se sentía más tranquilo al externarlas. Después de todo, era momento de que ambos supieran su historia. Su sacrificio.

 

 

Naruto miraba fijamente el mantel, incómodo y sin saber qué hacer. Por momentos le parecía sentir la mirada de Gaara escrutándolo de pies a cabeza, en busca de las similitudes entre ambos, pero cuando levantaba la vista notaba que no era así. ¿Se estaría volviendo loco de nervios?

El pelirrojo estaba recargado en una columna, mirando hacia la ventana con aire distraído mientras bebía un whisky que le había traído una ayudante doméstica. El rubio lo miró un par de segundos, mientras se esforzaba por ordenar sus sentimientos: Sabía que tenía que estar furioso con Gaara, que ya le había causado mucho daño al meterse en la cama con su entonces novio, que le había robado la posibilidad de ser feliz con Sasuke, pero no conseguía reunir suficiente ira en su interior ni salir de su extraño limbo emocional.

— Hola—, saludó tímidamente. Se sentía como un niño tonto el primer  día de clases en un nuevo colegio. El estómago se le encogió, no tenía idea de lo que estaba haciendo.

El taheño hizo una mueca extraña, como si no se hubiese percatado de que Naruto estaba ahí. El rubio se desanimó un poco; secretamente esperaba que Gaara se sintiera tan incómodo con su presencia como él.

— ¿Whisky?

— No, gracias— No estaba de ánimos para beber. Con su suerte, perdería el control y terminaría tan ebrio como el día en que terminó con Sasuke. Intentó sonreír, pero no lo logró. Desvió la mirada.

Gaara lo evaluó en silencio. En su rostro había una expresión que oscilaba entre el asco y la conmoción.

— Cuando me hablaron de ti pensé que eras más… interesante visualmente, pero no tienes ninguna particularidad.

— Cuando me hablaron de ti pensé que solo tenías actitud de perra malparida, pero al parecer tu cara hace juego—contestó Naruto indignado antes de sentarse de nuevo en su puesto. Con solo una frase, su interlocutor había conseguido que brotara toda su ira.

El pelirrojo regresó la vista a la ventana, ajeno al enojo del rubio, y sacó una cigarrera de plata. Le ofreció un cigarrillo a Naruto, quien lo rechazó y contempló en silencio los delicados gestos del otro. Gaara le parecía grosero e insensible, pero era dueño de unos movimientos precisos y llenos de gracia que lo encantaron. Su ira se esfumó parcialmente.

— No lo tomes a mal—. La voz de Gaara lo sacó de su ensimismamiento—. Imaginaba que Itachi elegiría a alguien más acorde con la personalidad de Sasuke—. Se encogió de hombros, restándole importancia a sus propias palabras— Tal vez lo que pretendía era sacarle al diablo…

Naruto ya no sabía si Gaara estaba hablando con él o para sí mismo, pero su actitud comenzaba a alterarlo. Odiaba el lenguaje críptico que utilizaba para referirse a él, como si quisiera darle a entender que era superior en algún sentido. Pero, sobre todo, detestaba que sus palabras no tenían lógica alguna: ¿Itachi lo había elegido para Sasuke?

— Itachi jamás haría algo así— lo defendió rápidamente. ¿Qué podía saber él, si no había visto a los Uchiha en años? Seguro solo quería jugar con su mente. Crispó los puños y musitó algunas imprecaciones contra su interlocutor.

— No pongas las manos al fuego por nadie, y mucho menos si pertenece a esta familia. Terminarás quemado.

El rubio se estaba preparando para contestar algo ingenioso, pero otros ruidos de la casa captaron su atención: El golpe de una puerta, pasos apresurados, la voz de Mikoto alejándose.

— No entiendo lo que dices, es una locura. ¿Qué acaso Sasuke no pertenece a la familia Uchiha, no pondrías las manos al fuego por él?

La voz de Naruto salió ligeramente más aguda que siempre. Estaba sorprendido por las palabras del taheño y su actitud petulante lo desquiciaba.

— Serías una basura si no estuvieras dispuesto a meter las manos al fuego por él. Sasuke apostó por ti durante años, incluso luego de lo que hiciste.

Naruto se arrepintió al instante de sus palabras. Notó cómo las comisuras de los ojos de Gaara se estrechaban y adivinó que el comentario lo había molestado, pero imaginó que lo que le había contado Itachi alguna vez, aunque escueto, era cierto.

— Yo por Sasuke he puesto más que una mano en el fuego y no lo volvería a hacer por nadie. Y tú en verdad deberías alejarte de Itachi Uchiha mientras puedas, si quieres un consejo.

— Ni lo quiero ni lo necesito, gracias. No tomo consejos de nadie que abandona a las personas y luego regresa como si nada hubiera pasado.

Gaara bufó y volteó para encontrarse con los ojos azules de Naruto llenos de indignación. Su mirada había cambiado. Estaba furioso. Su nariz se había ensanchado y su voz se tornó más grave, amenazante.

— No digas estupideces. Yo nunca abandoné a Sasuke... ¿Por qué no le preguntas a tu noviecito qué fue lo que pasó? Seguramente él te va a poder dar más detalles.

Naruto se quedó pasmado. Quería golpear al pelirrojo por hablar mal de Itachi, e incluso por mentir sobre Sasuke. Mucho daño había causado, incluso a él mismo sin conocerlo, que lo indignaba que no asumiera su responsabilidad.  

— ¡Cállate, cobra del mal!

Itachi entró en la habitación bruscamente y tomó a Gaara por el brazo, haciéndolo perder el equilibrio.

— No voy a dejar que envenenes a Naruto con tus mentiras, ¿me escuchas? Ya bastante daño le has hecho a mi familia como para que quieras afectarnos más.

El taheño sonrió con suficiencia y su rostro se contrajo por el odio.

— Bravo, qué poético es usted, señor Shakespeare… pero aquí el único que ha causado daño eres tú. Así que suéltame en este instante si no quieres que nadie sepa la clase de porquería que eres en realidad.

— No me das miedo—. Itachi hablaba con los dientes apretados por la rabia, mientras apretaba más el brazo del pelirrojo, ocasionando que la ceniza de su cigarrillo cayera al piso—. Además, todos sabemos la verdad… Que eres un psicótico que desapareció de buenas a primeras.

Gaara lo miró con un odio tal que parecía que todo él se había vuelto fuego.

— Eres un hijo de puta, Itachi Uchiha. Más vale que me sueltes, que si no, ahora mismo hablo. Te voy a joder como tú me jodiste a mí.

— No tienes nada, imbécil… Si no, ¿por qué callarte? Estás loco, enfermo.

El pelirrojo golpeó a Itachi con su otra mano, pero no era lo suficientemente fuerte como para hacerlo retroceder.

— ¡Vete a la mierda, cabrón! Tú sabes perfectamente bien por qué me he guardado todo… pero ya se acabó. Ojalá aquí estuviera no solo tu novio, sino tu madre, para que ella también escuche lo que su angelito fue capaz de hacer.

— A mí no me chantajeas, estúpido—. El comentario de Itachi, lascivo y soberbio, estremeció a Naruto. No conocía esa faceta de su pareja y, si era sincero, no le gustaba. Tuvo el impulso de detener esa pelea, pero tenía los pies pegados al suelo y la boca tan seca que no era capaz de articular palabra.

Gaara consiguió zafarse del Uchiha mayor y, por primera vez en aquella noche tan desafortunada, perdió los estribos. Empujó un poco a Itachi y dijo por lo bajo:

— Deja de tocarme los huevos. Deberías estarme agradecido por haberte guardado el secretito.

— ¡¿Qué carajos pasa aquí?!

La voz de Sasuke resonó en la habitación, sacando a los tres hombres que estaban allí de su pequeña burbuja.

— Nada. Itachi tuvo la loca idea de que estaba seduciendo a su novio, así que tuve que explicarle que los rubios no me van…

El Uchiha menor rodó los ojos.

— No soy idiota, Gaara. ¿Fue él, verdad? Fue este pedazo de mierda quien hizo que te lastimaran… Lo voy a matar.

— Ya habíamos hablado de esto—. Gaara seguía agitado, pero estaba en control de sí. Era el único de los cuatro que tenía claridad.  

Naruto se alejó un poco. Tenía ganas de intervenir y romper la disputa tan rara que se había generado, pero no entendía absolutamente nada.

— No, no hablamos. Lo único que me dijiste fue que no le diera importancia.

— Entonces no se la des… Yo me hago cargo de mis asuntos.

— ¡Carajo! No, no funciona así—. Sasuke volteó a ver a su hermano—. Te voy a matar, estúpido, ¡te voy a matar!

— Sasuke…— La voz de Itachi se quebró.

— No pronuncies mi nombre, imbécil de mierda. Fuiste tú. Es obvio que fuiste tú. ¡Dímelo, carajo! ¡Dímelo! Explícame por qué.

— ¡Basta!—. Naruto se había acercado lo suficiente para detener a los hermanos. Sasuke tenía los puños crispados y la mirada propia de un animal. Itachi estaba descolocado, con un semblante que auguraba lo peor.

Gaara se acercó a Sasuke y lo jaló del hombro para calmarlo.

— ¿Qué está pasando?—, preguntó el rubio una vez que la tensión disminuyó.

El pelirrojo suspiró y, ante los presentes, comenzó a desabotonarse la camisa.

— Esto es lo que ocurre. Mira la obra maestra de tu novio…

El joven se descubrió el abdomen, donde relucía una cicatriz roja y arrugada producto de una quemadura que se extendía desde su cadera hasta las costillas, así como otras cicatrices de menor tamaño en su torso y costados.  

Naruto sintió náuseas.

— Como ves, yo ya puse algo más que las manos en el fuego por Sasuke.

El rubio estaba atónito. No podía creer las palabras de Gaara. ¿Qué significaba todo aquello? Itachi le había estado mintiendo desde siempre. Se le hizo un nudo en la garganta.

— ¿Cómo pudiste hacerle eso, Itachi? ¿Me odias tanto que tuviste que ensañarte con la persona que amo? ¡Contéstame, infeliz!

Los reclamos de Sasuke resonaban por toda la casa.

— ¿Qué? ¿De qué hablas? ¡Yo no sabía! ¡Yo no hice nada!—. El mayor se defendió rápidamente, con la voz temblorosa de rabia. — Tienes que creerme, no tenía idea de que…

— ¡Me importa un pito lo que hayas creído! Te juro que no voy a descansar hasta que te arrepientas de todo el daño, Itachi. Te lo juro por la vida de mi madre.

— Sasuke, tranquilízate—. La voz de Gaara resonó en la habitación—. Itachi no merece que te manches las manos…

El mayor de los hermanos tragó grueso. Nunca había creído llegar a ese punto, a ese nivel de absurdo en su vida. Miró a Naruto, quien tenía el semblante desencajado.

— Explícame por favor, Gaara—, habló de pronto el rubio—. Me dijiste que me alejara de Itachi mientras podía y necesito saber por qué.

Se hizo silencio en la habitación mientras el taheño se abotonaba de nuevo la camisa.

— Itachi Uchiha me amenazó durante meses para que me alejara de Sasuke. Se aprovechó de mi situación como extranjero recién nacionalizado para chantajearme; decía que si no me iba, me arrepentiría. Me investigó, me amedrentó de todas las maneras posibles y, al ver que no podía controlar ni mi vida ni la de su hermano, encontró a mi familia en India para decirles que tenía una relación con otro hombre.

Hizo una pausa antes de continuar.

— Gente de mi padre llegó una noche a mi casa para llevarme de vuelta a Cachemira. Querían que les dijera el nombre del hombre con el que me acostaba, decían que lo castrarían frente a mis ojos por haber deshonrado a la familia… Me negué y comenzaron a golpearme y quemarme. A ojos de mi padre, ese era el merecido castigo para un podrido homosexual que mató a su madre al momento de nacer… Y todo por la envidia enferma de Itachi, que no podía ver a su hermano feliz lejos de su yugo.

— Yo no hice nada malo… Tú herías a mi hermano, siempre tenía rasguños y marcas. Lo enloqueciste. No tenía idea de lo que pasaría; si no, nunca lo habría hecho.

La defensa de Itachi sonaba alterada, como una patada de ahogado. Sasuke lo miraba con odio y Naruto, por primera vez, con desengaño.

— Yo no sé lo que tú hubieras o no hecho, solo sé lo que hiciste—. Gaara se aclaró la garganta mientras sostenía el brazo de Sasuke con fuerza, previniéndolo de hacer algún movimiento—. No podías permitir que Sasuke tuviera una vida que saliera de lo que se consideraba correcto, pese a que tú fueras tan gay como nosotros. Te molestaba que tu padre te hubiera obligado a romper tu relación con el tipo con quien salías hasta poco antes de su muerte y te desquitaste conmigo. Tú mismo me lo dijiste el día que fuiste a mi departamento a intimidarme: No permitirías que Sasuke estuviera con una mala hierba como yo, que merecía algo mejor.

— ¡Y no me equivoqué, merecía algo mucho mejor que tú! No podía permitir que apareciera lastimado día sí y día también. Estabas arruinándole la vida, apareciste en el peor momento para él y lo trastornaste. Pero yo no sabía lo que tu padre pensaba hacerte… Eso no fue mi culpa.

Esa declaración de Itachi hizo que Naruto soltara un chillido anonadado. El hombre que amaba era un mentiroso, un desconocido total. Vio a Sasuke, que había tomado la palabra.

— ¡Sí fue tu culpa! Me destrozaste la vida. ¿Sabes cómo me sentí cuando vi que Gaara había desaparecido? La persona que más amaba… Y tú me hiciste creer que se marchó.

Naruto sintió el hombro de Sasuke, que se había escapado del agarre de su novio,  impactar contra él en su camino hacia Itachi. Lo detuvo sin pensar en lo que estaba haciendo.

— No hagas nada de lo que te puedas arrepentir.

— De lo único que me arrepentiría es de no asesinarlo— Sasuke se soltó del agarre del rubio y embistió a su hermano— ¡¿Por qué, Itachi, por qué?!

Los golpes de Sasuke caían uno tras otro, ante un Itachi indefenso. Naruto quiso separarlos, pero no lo consiguió. Cerca de él, Gaara había sacado otro cigarrillo y lo fumaba con una calma avasalladora. El rubio supuso que así mostraba su enojo, pero no le dio mucha importancia; su prioridad era evitar que se cometiera un crimen.

Cuando por fin logró apartar a los hermanos Uchiha, notó que las mejillas de Sasuke estaban mojadas con lágrimas. Nunca había pensado en su expareja  menor como alguien que tenía los lagrimales en funcionamiento.

Se sintió mal por él y por sí mismo. Tragó grueso.

—Sasuke, vámonos a casa, ¿quieres?— pidió el taheño desde su sitio—. Esto ya se terminó.

—No, no se ha terminado— reclamó el aludido. Estaba destrozado, vuelto loco de ira. Miró a su hermano de nuevo— Quiero, no, te exijo que me expliques por qué lo hiciste…  

El mayor se limpió un hilillo de sangre y guardó la compostura.

— Yo solo quería protegerte. No te dabas cuenta, pero cambiaste mucho con Gaara. Él te pervirtió, te alejó. Únicamente quería que fueras feliz.

Sasuke lo miró con los ojos llenos de odio y crispó los puños, pero sin avanzar. Estaba totalmente turbado por esas palabras y sabía que podía desmoronarse en cualquier momento.

— ¿Feliz? Yo era feliz, Itachi, y tú lo arruinaste. Creías que solo tú sabías lo que estaba bien para mí y no me diste la opción de elegir. Eres una mierda. Y además me mentiste, yo confiaba en ti y tú me mentiste.

— Era lo mejor para ti— contestó impávido.

— ¿Lo mejor para mí? No… solo era lo más conveniente para ti. Pero terminaste por llevarnos entre las patas a todos. Lo mejor para mí habría sido que me dejaras en paz con mi vida. Y también habría sido lo mejor para ti, porque pudiste haber estado con Naruto desde el principio. Si tan solo no hubieses sido tan arrogante como para arruinarnos la vida a tres personas pretendiendo que ibas a salvar a uno.

Naruto asintió con melancolía al reconocer la verdad en las palabras de Sasuke. La mentira de Itachi se había transformado en una bola de nieve que había terminado por comérselo a él también.

Se sentía asfixiado por todo. Quería salir de ahí, fundirse con la ciudad y olvidarse de esa cena infame que había tomado tintes de novela rusa. Necesitaba apartarse de Itachi, no podía convivir con alguien que había dañado y mentido tanto.

“¿Cómo puede ser tan cruel, si parece tan decente?”

— Me equivoqué, Sasuke, pero nunca habría hecho algo para perjudicarte… habría preferido dar la vida antes que eso. Tienes que creerme. Lo siento.

Sasuke lo miró con repulsión.

— Lo siento es la palabra más horrible del mundo. Si quisiste jodernos a todos, por lo menos lo hubieras hecho con convicción.

Dicho eso, tomó la mano de su pareja y lo guió hasta la puerta. Lo siguiente que se escuchó fue un fuerte golpe de madera contra madera y el motor de un auto.

Itachi se postró en una silla y puso su frente sobre la mesa.

Naruto lo miraba entre horrorizado e incapaz de digerir lo que había ocurrido. Pensó que tal vez el Uchiha mayor estuviese llorando, pero le resultaba una idea demasiado desconcertante. Se sirvió un poco de whisky para calmar sus nervios. ¡Ojalá le hubiese tomado la palabra a Gaara en su momento!

“Gaara”. Pensó en su cicatriz, en esa quemadura que su padre le había hecho en represalia por ser gay y en todas las cicatrices que tenía su torso. Era algo terrible. “Metió las manos al fuego por un Uchiha” y así terminó todo…

Sintió una extraña admiración y empatía hacia el taheño: Había preferido una cicatriz antes que poner en riesgo a su pareja, era una marca del amor que sentía por Sasuke. O tal vez, mejor dicho, del odio que sentía por Itachi.

“Itachi”. A Naruto se le hizo un vacío en el estómago. Él siempre había sido bueno con él. Le costaba creer que fuera el causante de tanta amargura y tanto dolor… ¿Se había enamorado realmente de Itachi Uchiha o solo de una  pantalla? ¿Lo había usado a él como parte de su plan maestro?

Apuró el alcohol, ansioso por que se metiera en su flujo sanguíneo rápidamente.

— Itachi…— lo llamó suavemente. Tardó unos segundos para que el otro reaccionara—. Me voy.

— Dame un segundo. Subiré para despedirme de mi madre y ahora nos vamos.

— No, me voy solo. Necesito pensar. Despídeme de tu madre.

El Uchiha se veía peor que nunca en la vida, pero parecía no percatarse de nada. No estaba llorando, pero su voz transmitía un dolor una melancolía que le rompieron el corazón a Naruto.  

Itachi agarró el vaso con whisky que estaba en la mesa y se lo tomó de un trago. El rubio solo pensó que Itachi lo necesitaba y en la ironía de que el dueño anterior de la bebida fuera Gaara.

— Deberías quedarte a dormir aquí. No estás en condiciones de manejar—, le recomendó mientras se ponía su abrigo.

— No me dejes… Te lo suplico.

Naruto no entendió la temporalidad de la frase, pero luego de todo lo que había ocurrido esa noche no quería pensar en nada. Salió en silencio, volteando de cuando en cuando para confirmar que Itachi no lo seguía y tomó un taxi a destino desconocido. Lo más lejos que se pudiera.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).