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Fan número uno por rina_jaganshi

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Lo primero que notó cuando comenzó a despertar fue una respiración agitada. Somnoliento se sentó sobre el lecho buscando con la mirada el origen de aquellos ruidos. Ladeó la cabeza al encontrarse con el cantante haciendo lagartijas. ¿Qué tan obsesivo podía ser? Bostezó sonoramente, luego, se recostó sobre la parte donde, minutos atrás, estaban sus pies. Sus ojos no podían permanecer abiertos, era sábado y, por la poca luz que entraba desde la ventana, sabía que apenas amanecía.


A pesar de su cansancio, permaneció observando al artista, quien, ahora, hacía abdominales. Los orbes negros se cruzaron con los azules, sin detener su rutina le sonrió de medio lado. El rubio frunció el ceño, al mismo tiempo en que se acomodó sobre el cómodo colchón.


Baka presumido… —un nuevo bostezo escapó de su persona, enseguida, parpadeó varias veces hasta que sus ojos se cerraron. Quería dormir un poco más.


Se dio el gusto, permitiéndole al cansancio dominar sus sentidos hasta llevarle al reino de los sueños. Donde permaneció por el transcurso de dos horas. Con desgana volvió a revolverse por todo la cama. Se talló los ojos. Por fin se puso en pie, notando de inmediato que el egocéntrico ser no estaba. Recorrió con la mirada el cuarto, localizando el futón doblado y depositado en la silla de su escritorio.


Otro sonoro bostezo escapó de su garganta, enseguida, se alborotó los rubios cabellos. Caminó hasta la puerta de su baño, se detuvo para tocar varias veces, al no obtener respuesta alguna, se adentró en la zona para asearse. Tardó veinte minutos en bañarse, suficiente tiempo para despertar completamente. Al recapitular el día de ayer, una sonrisa se formó en sus labios. No podía evitar sentirse emocionado. Rápidamente se vistió, unos pantalones de mezclilla en color azul marino y una camisa sencilla naranja.


Salió de su cuarto para comenzar a bajar las escaleras, al ir en la mitad, un peculiar olor inundó sus fosas nasales. Corrió hacia la cocina. Su madre permanecía sentada en un banco, apoyando los codos sobre la barra que rodeaba la estufa, mientras platicaba amenamente con el artista, quien, cocinaba… ¡Abrió los ojos con sorpresa! No pudo evitar avanzar lo suficiente para mirar el sartén donde se calentaba dos rebanadas de pan. La pelirroja le miró sonriente.


—Buenos días Naru —saludó balanceando los pies. El susodicho regresó el saludo pero era incapaz de desviar la vista de la comida.


—¿Qué preparas? —inquirió por fin. El azabache, antes de responder, hizo volar por el aire las rebanadas para darles la vuelta y permitir que el otro lado se cocinara, dejando al de ojos azules maravillado— ¡Otra vez! —exclamaron los dueños de la casa al unísono.


—No tiene sentido hacerlo de nuevo, esperen a que ponga otros —los familiares afirmaron con la cabeza. El de aspecto zorruno se ubicó en el espacio vacío junto a su progenitora, quien le abrazó cariñosamente.


—Sasuke está preparando pan francés —la mujer se acercó lo suficiente para susurrar—: nos sacamos la lotería con este chico —El rubio infló las mejillas.


—No está aquí para que lo pongas a cocinar —murmuró, provocando que su madre riera.


—Ya lo sé —hizo una pausa encogiéndose de hombros— también lo puse a barrer la sala —su hijo no pudo evitar carcajearse, llamando la atención del azabache, quien, a pesar de escuchar la plática, se limitó a seguir preparando el desayuno.


Naruto estaba sumamente sorprendido, no sólo por aprender algo del artista que no venía escrito en las revistas para adolescentes, sino porque parecía una persona más. En vez del famoso cantante que todo el mundo consideraba inalcanzable. Recapacitó unos momentos en ese hecho. Tal vez, para los fanáticos así era pero él tenía la suerte de convivir con Sasuke. No podía ocultar su felicidad. Entre los tres comenzaron una amena charla sobre las distintas comidas que el Uchiha sabía preparar, asimismo, la nula capacidad que poseían los dos Uzumaki.


Aun sabiendo de sus deficiencias en el arte culinario, el rubio se ubicó de un salto al lado del ojinegro para que le enseñara a voltear el pan en el aire. Tras varios intentos por fin logró que el pan cayera dentro del sartén, por lo que festejó efusivamente. Luego, el artista preparó un omelete mientras la pelirroja puso los platos sobre la mesa. Los tres tomaron un lugar para compartir el desayuno. La sonrisa jamás desapareció del rostro del rubio. En verdad era agradable convivir con el presumido. Como nunca imaginó que sería. Todo parecía ir perfecto hasta que el sonido del teléfono los interrumpió.


El menor se ofreció a contestar. Rápidamente corrió a la sala para tomar el aparato. El cual, tuvo que alejar al recibir de lleno el tremendo grito del otro lado de la línea. Por el tono de voz era sencillo distinguir que se trataba de su amiga, sin embargo, le costaba mucho trabajo armar las oraciones coherentes para poder comprender de lo que hablaba, gritaba, chillaba o una extraña combinación de todo. No pudo evitar fruncir el ceño.


—Sakura, tranquilízate, no te entiendo —trató de calmar a la chica, por respuesta recibió un nuevo estruendo de lloriqueos. Suspiró con cansancio—. Dime de nuevo qué sucede —Escuchó a la de pelo rosa tomar aire varias veces antes de que comenzara a explicarle. El teléfono casi se le resbala de las manos— ¿Cómo que Sasuke desapareció? —parpadeó confundido mientras su amiga comenzó a relatar.


El rubio hacia lo posible por comprender lo que la desconsolada chica le contaba. Pronto los enunciados volvieron a hacerse caóticos intentos por informarle un mensaje indescifrable. Como podía agrupaba las palabras para hacerse con la idea principal. Que en realidad era muy sencilla. ¡El mundo del espectáculo no encontraba a Sasuke Uchiha! Se golpeó la frente con frustración, al caer en cuenta de todo el asunto. ¡Maldita sea! Pataleó como un infante al que le niegan un juguete. ¡Demonios, demonios, demonios! La ira inundaba su ser, haciendo aún más difícil entablar la comunicación con su amiga, no obstante, un comentario fue lo suficientemente claro para hacer al ojiazul recobrar el sentido.


—¡No puedes venir aquí! —exclamó presa del miedo. Segundos después se recriminó su estupidez. Lo único que faltaba era que Sakura encontrara al artista en su casa. Una idea cruzó sus pensamientos— ¡Eres la presidenta del club de fans, debes de hacer una junta urgente! —Hubo un momento de silencio, hasta que escuchó una afirmación del otro lado. Aliviado, agradeció a los dioses que la chica no insistiera—. Sí, yo iré en cuanto termine de ayudar a mi madre con algunos quehaceres —se mordió los labios—. No te preocupes, todo va a estar bien.


Terminó con la llamada. Todo su cuerpo temblaba de ira. Le tomó unos segundos ponerse en movimiento para regresar al comedor. Sus orbes azules se posaron sobre el causante de su enojo. ¡Ese maldito idiota, prepotente, bastardo egocéntrico! Envuelto con un aura de furia, se acercó hasta el otro que, permanecía atento a la conversación con la pelirroja. Para llamar la atención de los dos o por el simple hecho de sacar un poco de su enojo, estrelló las manos sobre la madera de la mesa. Los presentes le miraron dubitativos.   


—¡Estás loco! —el azabache frunció el ceño— ¡Y dices que yo soy el torpe! —Estresado comenzó a pasearse de un lado a otro— ¿Cómo pudiste irte sin decirle a tu manager? ¿Cómo es que te escabulliste sin que se dieran cuenta? ¿Cómo faltaste al concierto que tenías que dar en Londres? —una vez más pateó el aire asemejando a un niño pequeño. Los ojos violetas se centraron en el artista.


—¿Estabas en Londres? —inquirió, recibiendo un asentimiento de cabeza— ¡que increíble! Apuesto a que hay muchos lugares hermosos que ver —El azabache iba a abrir la boca pero el rubio se adelantó.


—¡Mamá, esto es serio! —Enojado, apuntó al de piel blanca con su dedo índice—. ¡Regáñalo! —La mujer no pudo evitar sonreír, provocando que su hijo frunciera el ceño—. ¡Es que no es posible! ¡Jamás creí que podrías hacer algo así de irresponsable! —reclamó recordando las revistan que describían al moreno como un sensato joven. Lo cual, distaba mucho de la realidad. El susodicho aprovechó la discusión mental para hablar.    


—Estoy de vacaciones —su tono de voz neutral provocó que el otro le mirara aún más enojado.  


—¡No puedes tomar vacaciones! —gritó. Kushina aplaudió para llamar la atención.


—Naruto lo que dices es insensible. Claro que puede tomarse un descanso, independientemente de la fama, es un ser humano y si quiere hacer una pausa para relajarse, no entiendo qué tiene de malo —Su hijo se revolvió iracundo.  


—¡No tiene algo de malo pero no debería meterse en problemas sólo por… —se quedó mudo.


Un instante de lucidez le dio la respuesta. Todo era su culpa. Si no hubiera ocasionado el conflicto de la foto, el cantante estaría cumpliendo con su trabajo. Sabía que su amistad no le aportaba nada especial pero nunca esperó que fuera perjudicial para él o para las demás personas. A su cerebro llegó la imagen de todos aquellos que habían comprado el boleto y que esperaban ansiosos poder verlo cantar. Siluetas con el rostro bañado en lágrimas. Él había hecho infeliz a miles de admiradores. Su descuido hizo que una infinidad de personas se preocuparan por Sasuke, incluso su amiga.


Frustrado retomó su faena de dar vueltas de un lado a otro. Durante el tiempo en que se cuestionaba sus sentimientos, nunca se detuvo a pensar en las consecuencias que tendría en la vida de los fanáticos que se desvivían por el cantante. Quien se encontraba en su casa huyendo de sus responsabilidades. Un escalofrió le recorrió el cuerpo entero, terminando como un intenso dolor en su pecho. Sakura estaba llorando desconsolada ante el pensamiento de perder a su ídolo. Su mejor amiga resultó herida mientras él disfrutaba de la compañía del artista.  


¿Qué demonios estaba pensando? ¿Por qué creyó que estaba bien? Él no tenía derecho de alejarlo de aquellos que lo amaban sin recibir algo a cambio. Un nuevo malestar nació en su interior. Ya no podía negar las emociones que le provocaba Sasuke, el problema ahora es que no podía soportar la idea de causar dolor a otros. A cientos y miles de personas, incluyendo a la chica de ojos verdes. No, él no iba a lastimarla, él no la haría sufrir, él le prometió que serían amigos por siempre y los amigos no se dañan. La desesperación y la culpa le carcomían por dentro. Debía solucionar las cosas.


Sus caóticas cavilaciones fueron interrumpidas por el mismo que las causaba. El azabache le tomó por los hombros para detenerlo, al ver el extraño, casi maniático, comportamiento. El de ojos azules desvió la mirada, logrando que el otro frunciera el ceño. Molesto le obligó a enfrentarlo.


—¿Qué sucede? —inquirió. El rubio negó con la cabeza.


—Tienes que regresar —demandó—, debes disculparte con todos tus admiradores, con los que iban a ir al concierto, es más, tienes que hacer otro —se revolvió nervioso, ocasionando que el de ojos negros ejerciera más presión sobre el agarre.


—Ya te lo dije, voy a tomar vacaciones para… —aterrado le interrumpió.


—¡No! —exclamó—, ¡Sal ahora mismo de mi casa! —Esta vez, fueron las manos de su madre las que se estrellaron en la mesa.


—¡Naruto! —le llamó la atención—. ¿Qué es lo que pasa contigo? —Su hijo volvió a intentar apartarse pero el cantante no se lo permitió, por el contrario, lo envolvió con sus brazos.


—Tranquilízate, sea lo que sea que estés pensando lo puedo solucionar —Con frustración el rubio se cubrió los oídos. No quería escucharlo, no quería tener esperanzas pero sobre todo no quería saberse correspondido. ¿Cómo iba entonces a alejarlo, si lo quería tanto como él? Maldecía el día de la cena, el momento en que le proporcionó su celular, la primera llamada, los chistes, las conversaciones, los postres, su canción favorita, la pulsera, el deseo de verlo, la felicidad de estar entre sus brazos… —¡Naruto! —El susodicho negó fervientemente con la cabeza, asimismo, se liberó del agarre y corrió hacia la puerta para abrirla. 


—¡Vete! —exigió sin atreverse a mirar los ojos negros. Tenía la esperanza de ahogar sus sentimientos. De sacarlo de su vida y fingir que nada había pasado. Volvería a ser esa figura inanimada en su techo. Su anhelo se fragmentó al sentir el casto contacto con sus labios.


No pudo encontrar la voluntad para rechazarlo, por más que tratara, había llegado al punto sin retorno. Sasuke Uchiha le gustaba demasiado. Aun así estaba enojado con él y consigo mismo. Por lo que, cuando el azabache se separó, Naruto lo empujó por los hombros dirigiéndole una mirada molesta. Tenía unas enormes ganas de golpearlo, asimismo, ansiaba aferrarse a sus brazos, a ese sentimiento de bienestar que le inundaba por dentro cada vez que le sonreía de medio lado. Antes de que pudiera hablar, apareció el joven guardaespaldas. Miró la escena confundido. Impulsivamente se acercó hasta el rubio.


—¿Todo está bien? —inquirió al notar la ira en los ojos azules.


—Sí —contestó el azabache, ganándose la atención del de ojos blancos, por unos segundos se mantuvieron la mirada.  


—Cualquier cosa que necesites estaré afuera —el cantante torció la boca cuando Neji colocó su mano en el hombro del rubio— estoy aquí para cuidar de ti, Naruto —el Uchiha carraspeó.  


—Eso no es necesario —una vez más cruzaron miradas furiosas— te dije que tus servicios no son requeridos. No me importa lo que haya dicho el idiota de Kakashi —el menor saltó en su lugar.


—¡Es cierto! —sin pensar en lo que hacía, tomó la mano del guardaespaldas entre las suyas— Neji puede informarle a tu manager en dónde estás, así vendrá por ti —el artista avanzó, sin embargo, su travesía fue obstaculizada por el castaño, que colocó al dueño de la casa detrás de él.


—¿Qué crees que haces? —cuestionó irritado.


—Cumplo órdenes —se puso lo guantes negros— hablé esta mañana con Kakashi. Pase lo que pase, mi deber es mantenerte alejado de Naruto —los ojos negros destellaron con odio puro. Kushina dio un paso hacia el frente para interponerse entre los dos chicos.


—No sé qué es lo que sucede pero no voy a permitir que peleen aquí —dijo decidida. Por unos segundos hubo un silencio incómodo.


—Quiere que vuelvas hoy mismo a Londres —le hizo saber el guardaespaldas. El cantante metió las manos a los bolsillos de su pantalón.


—Dile que voy a tomarme un descanso pa… —una vez más, el rubio le interrumpió.


—Sasuke, tienes que regresar a tu trabajo —infló las mejillas infantilmente. Ocasionando que la expresión del azabache se relajara.


—Entonces ven conmigo —el más chico abrió los ojos con sorpresa. La mujer pelirroja brincó con entusiasmo.


—¡Sí, así podrías comprarme toda clase de ropa! —exclamó maravillada.


—Usted puede venir con nosotros —informó cortésmente el de ojos negros.


—¿En serio? Siempre he querido conocer Londres, París y Venecia —el chico sonrío de medio lado.


—Recorreremos toda Europa si eso es lo que quiere —un nuevo grito de éxtasis emanó de la garganta de la de ojos violetas.  


—¡Mamá! —la tomó por los hombros para evitar que siguiera saltando— No vamos a ir con él, tú tienes que ir a trabajar y yo a la escuela —se sorprendió de sí mismo. No estaba acostumbrado a ser la voz de la razón pero lo que menos que quería era ser una distracción para el cantante. Ya no podía deshacerse de los sentimientos que tenían el uno por el otro, no obstante, estaba decidido a no convertirse en algo perjudicial para su carrera.


Inconscientemente comenzó a repasar la información obtenida en las revistas de adolescentes. Un artículo en especial hablaba sobre la nula vida amorosa del artista. Al parecer, todos sus sentimientos iban a su música, por lo mismo, no se veía involucrado en escándalos como otros del medio del espectáculo. ¿Qué iban a decir los periodistas si de repente lo ven paseando con un menor de edad? Agitó la cabeza. No, él no iba a arruinar la imagen que todos tenían del prepotente. Ante sus pensamientos no pudo evitar sonrojarse. Lo único que podía hacer por el cantante era no ocasionarle problemas.


Regresó a la realidad al notar que los otros tres discutían. Obviamente por estar cavilando no tenía idea del por qué. Iba a involucrarse pero el sonido de un potente motor llamó la atención de todos. La puerta continuaba abierta por lo que observaron curiosos el increíble BMW que se estacionó frente a su casa. El azabache gruñó por lo bajo. Una elegante figura bajó del vehículo. Con pasos firmes caminó hasta quedar a unos pasos de ellos. Los ojos azules recorrieron desde los costosos zapatos, el perfectamente planchado pantalón de vestir en color negro, la camisa tinta enmarcando el musculoso torso, hasta el cabello peinado en una coleta baja.


—¿Itachi-san? —ladeó la cabeza. El recién llegado retiró los anteojos negros.


—Buenos días, lamento si mi presencia es inesperada —tanto la mujer como su hijo reprimieron un gritito de fascinación, al ver el atractivo rostro.  


—¿Qué demonios quieres? —inquirió Sasuke molesto al recordar la extraña admiración que el rubio tenía por su estúpido hermano mayor, quien, lejos de mirarle, centró su atención en la dueña de la casa.


—Si no es una molestia ¿me permitiría entrar? —la de ojos violetas cabeceó de manera afirmativa. El apuesto joven se adentró en la estancia cerrando la puerta tras de sí. Luego caminó hasta estar frente a la pelirroja— Mi nombre es Itachi Uchiha, es un placer conocerla —tomó la delicada mano para besarla, casi ocasionándole un desmayo a la mujer, que se contuvo de suspirar.


—Mucho gusto, soy Kushina Uzumaki, por favor pasa a la sala, es un gusto tenerte aquí. Iré a preparar algo de té —de prisa corrió hasta perderse en la cocina. Los intensos ojos color negro se posaron ahora sobre el adolescente.


—Naruto —Se agachó, suavemente retiró unos cuantos mechones rubios para observar la frente— me alegro que no haya quedado cicatriz alguna —el chico aguantó la respiración al tener tan cerca al neurocirujano. Esto no duró mucho pues los otros dos presentes lo alejaron del tercero, sin embargo, volvieron a distraerse en discutir entre ellos. El mayor aprovechó esto para guiar a la manzana en discordia hasta el sillón, donde tomaron asiento.


—¿Es para mí? —preguntó cuando el otro depositó sobre sus manos una bolsa, que ni siquiera notó que traía. Dentro estaba el nuevo libro autografiado del escritor Sabaku no Gaara. Esta vez no lo pudo evitar. Gritó como un admirador enloquecido. Incluso, se lanzó a abrazar al que le proporcionó tanta alegría— ¡Es grandioso! ¡Muchas gracias! —su escándalo provocó que el azabache y el de ojos blancos se pusieran a su lado para observar la escena.


Naruto estaba demasiado feliz como para notar que, en su efusivo festejo, terminó sentado sobre el regazo del otro, quien le rodeó la cintura. El menor de los Uchiha retiró las manos ajenas, asimismo, cargó el cuerpo del rubio para llevarlo al otro sillón y sentarlo ahora entre sus piernas, asimismo, le abrazó posesivamente, ganándose una mirada furiosa del guardaespaldas y su hermano mayor. El de ojos azules se encontraba perdido en su mundo personal. El libro ya había sido anunciado pero saldría hasta la época navideña y él, él lo tenía en sus manos. ¡Con una dedicatoria del afamado escritor!


Una enorme sonrisa adornaba su rostro, retirando cualquier signo de la tristeza o angustia que minutos atrás tenía. Estaba concentrado en leer una y otra vez las letras. Hasta se tomó la molestia de escribir su nombre. Su mente ignoró el hecho del lugar que ocupaba. Emocionado se giró un poco para mostrarle al azabache la dedicatoria. El otro arrugó el entrecejo e impulsivamente retiró el libro de las manos del menor. Le molestaba no ser el centro de su atención.


—¡Teme, devuélvemelo! —comenzó a forcejear puesto que un brazo le apresaba por la cintura mientras el otro se mantenía estirado evitando que recuperara su regalo. El artista sonrío de medio lado, no obstante, su hermano mayor y el castaño se acercaron. El primero le quitó el libro, mientras el segundo liberó al adolescente, quien, se abrazó a su preciado objeto, una vez que se lo regresaron.


—No tienen nada que hacer aquí —se puso en pie enojado al no tener acceso al ojiazul, puesto que los otros dos formaron un escudo, impidiéndole el paso— Neji puedes volver con Kakashi. Itachi me importa poco a dónde vayas mientras sea lejos de aquí —se cruzó de brazos. El de la coleta miró al más joven.


—Porque no vas a mostrarle a tu madre el libro —los ojos azules brillaron con entusiasmo, enseguida, corrió en la dirección donde estaba la pelirroja. Ahora sí, observó seriamente a su hermano menor—. No puedes alejarte de esa manera de tus responsabilidades. Kakashi me explicó de tu preocupación por Naruto, sin embargo, yo lo veo perfectamente. Además, Neji se quedará aquí para cuidarlo y yo puedo visitarlo de… —el cantante bufó con fastidio.


—Eso no va a suceder —le interrumpió— no los quiero cerca de él —sentenció.


Los tres hombres se miraron atentamente. Sin poderlo evitar habían comenzado a involucrarse de diferente manera con el pequeño rubio. Los sentimientos siempre complican cualquier situación y, en este punto, ya no era Naruto el que tenía que luchar contra esas emociones. Ahora Sasuke Uchiha discutía consigo mismo porque no tenía intención alguna de separarse del torpe chico. Durante años la música fue su fiel compañera, nada le gustaba más que expresarse a través de ella, sin embargo, desde la primera vez que vio esos hermosos ojos azules algo dentro de sí despertó.


Aún recordaba la actitud aburrida con la que Naruto asistía a los conciertos. Al principio le intrigaba el saber qué demonios hacia ahí. Resultaba obvio que no era un admirador suyo, aun así, iba a todas sus presentaciones y firmas de autógrafos. Se decidió por no prestarle atención, lo ignoraría como a las demás personas pero era bastante difícil. A veces se encontraba a sí mismo buscándolo entre la multitud. No sabía el por qué le agradaba su actitud infantil, despreocupada e impulsiva, tan distinta a su propia personalidad.


Quería conocerlo, hablarle pero siempre estaba con esa chica de cabello rosa. No sería el primer novio que le cumple el capricho a la novia. Pasado un tiempo sucedió lo del hotel. Esa noche estaba tan cansado, los recuerdos de la muerte de su familia le asechaban, no podía dormir, por si fuera poco sus admiradoras habían ido a acosarlo a su cuarto. Como pudo salió de ahí. En la puerta trasera se encontró con el par de orbes azules. El chico le miró con auténtica preocupación y fue justo en ese instante, en dónde se encontraron frente a frente, que decidió que haría lo posible por acercarse al rubio, por llamar su atención. Lo siguiente que hizo fue ordenarle a su manager que alterara el concurso y, al contrario de lo que pareciera, no fue Sakura la que ganó, sino Naruto. 

Notas finales:

Rina: Yei, volvimos —brinca emocionada— Y por fin sabemos lo que siente Sasuke, aunque era bastante obvio, no es nada sutil, tú qué opinas Rini… ¿Rini?


Rini: Wa… —babeando por el Uchiha mayor.


Itachi: Esto es incómodo —se aleja un paso de la chica.


Sasuke: Entonces lárgate —le mira mal pero Rini reacciona para darle un zape.


Rini: No seas grosero con el hermoso, papasito, sexy, sensual, exitoso, elegante, oh sí te amamos de Itachi —corazones en los ojos.


Naruto: Tengo un regalo —abrazando su libro.


Rina: Todos deberían darte regalos —sonríe— pues bien, ahí está otro capítulo, por fin. Les pedimos disculpas por haber tardado tanto y les agradezco por la paciencia, la comprensión y los buenos deseos. También por leer y comentar, nada nos hace más felices que saber lo qué opinan del fic —hace una reverencia— espero ponerme al corriente con los demás fanfics que tenemos, una vez más, gracias a todos/as.         


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