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Fan número uno por rina_jaganshi

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Notas del capitulo:

Dedicado a Zanzamaru por su frase: "Pónganse a escribir" XD.  

—Vete —ya había perdido la cuenta de las veces que pronunció la palabra. El artista volvió a ignorarlo para, una vez más, acallar sus protestas con un beso. El rubio se revolvió nervioso, logrando separarse. Miró a ambos lados, asegurándose de que la calle siguiera igual de desolada.


—Es muy temprano dobe —le tomó de la barbilla para enfrentar sus ojos—. No voy a dejarte aquí solo —desde atrás se escuchó un gruñido.


—No está solo —aclaró el guardaespaldas ofendido. Sasuke estaba por replicar pero el Uzumaki le cubrió la boca con una mano.


—Hicimos un trato —comentó e inevitablemente hizo un puchero en señal de enojo. El cantante rodó los ojos con fastidio, sin embargo, liberó al otro del agarre que mantenía en su cintura, luego se subió a la moto que, hasta hace unos momentos, le servía de apoyo. Jaló por la muñeca al de ojos azules para depositar un último beso en los adictivos labios.


—Te marco en la noche —El enunciado provocó que Naruto sonriera, asimismo, asintió con la cabeza. Sin dejar de mirarlo, volvió a hablar—: Cuídalo mientras no estoy —ordenó, el de cabello castaño bufó.


—Creí que estaba despedido —comentó con ironía. Ninguno dijo más. El azabache se colocó el casco e inmediatamente salió hacia el aeropuerto.


El rubio se quedó varios minutos observando el camino. Tratando de ordenar sus caóticos pensamientos. Sus sentimientos habían cambiado drásticamente en tres días. No podía evitar sentirse ansioso ante la partida de su novio. Esta vez la sonrisa en su rostro reflejaba tristeza. A lo largo de la noche anterior, había estado repitiéndose una y otra vez que no se sentiría mal, que no era la gran cosa. Aún podría hablar con él o mandarse mensajes, además, no es como si no fuera a volver. Por más que se repitieran los enunciados en su cabeza, no lograba alejar la inquietud. ¿Cómo es que podía doler tanto?


El guardaespaldas colocó su mano derecha en el hombro de su protegido, el cual, giró para verlo. Los hermosos ojos azules que, la mayor parte del tiempo desbordaban en felicidad, eran cubiertos con un velo de melancolía. Neji no pudo evitar recriminarse su descuido. Kakashi le mandó con una misión específica, sin embargo, todo indicaba que había fallado. Su único trabajo consistía en impedir que el cantante y el rubio continuaran enamorándose del otro. Al principio cuestionó dicho encargo pero ahora que veía la angustia en el menor, comprendía las intenciones del representante.  


La vida de Sasuke era demasiado complicada. Giras de conciertos, firmas de autógrafos, entrevistas, asistencias a programas, sesiones fotográficas y un sinfín de otras obligaciones que estaban lejos de permitirle empezar una relación amorosa. Las circunstancias de Naruto tampoco eran las mejores, al ser menor de edad, sus posibilidades se veían limitadas, además, todavía tenía que terminar sus estudios, decidir qué hacer para el futuro. Estar con el artista sólo iba a causarle problemas, sin mencionar el dolor emocional.


El rubio suspiró antes de dedicar su atención al de ojos blancos. Agradecía que estuviera a su lado pero seguía sin agradarle ser un “trabajo”. Sin embargo, por más que lo intentaba no podía hacerle cambiar de parecer. Esperaba que, sin la presencia del Uchiha, él se relajara más, al punto de permitirle establecer una amistad. Sonrió ante sus pensamientos, plantearse un objetivo lograba hacerle olvidar todo el asunto de no estar con el cantante.


—Neji, gracias por todo —se despidió con un gesto de mano, sin embargo, el otro no se movió.


—Esperaré aquí hasta que termine el horario escolar —le hizo saber con voz seria, provocando que el menor resoplara con cansancio.


—No tienes que… —le interrumpió.


—Es mi trabajo —declaró— estaré aquí para llevarte a tu casa —discutir no tenía sentido, así que se limitó a asentir con la cabeza.


—De acuerdo pero al menos, por favor, ve a desayunar algo —por primera vez notó en el inexpresivo rostro un gesto avergonzado.


—Kushina me preparó un almuerzo —informó desviando la mirada. El rubio no pudo evitar sonreír.            


—Excelente, entonces, nos vemos en unas horas —aún con la sonrisa en sus labios, giró en sus tobillos para adentrarse en la escuela.


Como ya había dicho el de ojos negros, faltaba una hora para que las clases dieran inicio, por lo que, despacio se dirigió a su salón. Lo primero que hizo fue sentarse en la última banca, aquella que daba hacia la ventana, por la cual se dedicó a mirar el cielo. Esto no duró mucho pues recordó lo primero que se supone que debería hacer. Sacó su celular, al poner la contraseña no pudo evitar sonreír más ampliamente. De inmediato abrió la galería para pasar una a una las imágenes. Esta vez se carcajeó al ver las fotos que su madre tomó la noche anterior. Incluso obligó al prepotente Uchiha a posar al lado del de ojos blancos.


Aun le parecía una mala idea tenerlas almacenadas en su celular pero, una vez más, sentía una extraña felicidad de saberse el único que podía tener dichas imágenes con el famoso artista. Después de cambiar la pantalla de bloqueo y el fondo, regresó a su faena de observar la inmensidad del cielo en un intento por dejar su mente en blanco. Necesitaba dejar de pensar en el artista. Tan sólo habían pasado unos minutos de su partida y él ya estaba recriminándose el no haber aceptado la oferta de ir a Londres.  


Sin darse cuenta uno a uno comenzaron a llegar sus compañeros. Su mejor amiga, en cuanto lo vio, le propinó un zape sacándolo de sus reflexiones, luego se sentó cruzada de brazos. No tenía que ser un genio para saber que exigía una explicación, sin embargo, debido a su demandante sesión de besos con su novio, lo que menos hizo fue pensar en la excusa que le diría a la chica. Tragó en seco al verle alzar una ceja, casi indicándole que seguía esperando. Por si fuera poco, Kiba y Sai aparecieron por la puerta e inmediatamente dirigieron sus pasos hacia ellos. Una idea surcó su mente.


—¿Qué sucedió con Sasuke? —por el brillo que distinguió en los ojos verdes se dio cuenta que había hecho una gran elección. Su amiga no resistía que se mencionara el nombre de su ídolo, asimismo, no toleraba que los otros la interrumpieran en un tema que ella consideraba sagrado, así que, los chicos resoplaron con fastidio limitándose a ocupar sus lugares.  


—Todo está bien —comentó con una sonrisa, por fin, relajando su rostro— Al parecer, cayó enfermo y su representante no quería que los medios se enteraran hasta que los médicos les dieran un diagnóstico —el rubio no pudo evitar recriminarse su estupidez al sentir preocupación, él sabía que eso no era cierto pero el simple hecho de imaginar al cantante enfermo le causaba malestar. Regresó su atención a la chica—. Al final sólo fue un resfriado que se salió de control —suspiró aliviada, por el contrario, el Uzumaki se tensó al notar la mirada de sus otros dos amigos.


—Oh, menos mal, entonces… ¿cuándo va retomar sus actividades? —se apresuró a preguntar para interrumpir lo que sea que Kiba quisiera decir. Para su suerte Sakura sonrió ampliamente.


—Esta semana, según como esté su salud —su sonrisa se desvaneció— Lamentablemente las fechas se recorrerán y no se sabe cuándo va a volver —el de ojos azules compartía la tristeza. Su pequeño descuido fue aprovechado por el de los colmillos, que estrelló la palma de su mano en el pupitre.


—Suficiente del apático cantante de cuarta. Lo importante aquí es… —hizo una pausa para mirarle pícaro— ¿Quién demonios era el de la Kawasaki? —el rubio se revolvió nervioso al tener los tres pares de ojos observándole curiosos. La única mujer fue la primera en romper el silencio.


—¿De qué están hablando? —inquirió con confusión. Naruto agradeció a los dioses que su amiga no tuviera el mínimo interés en la colección de autos y motocicletas que poseía el cantante.


—El sábado vimos a nuestro zorrito —recalcó la palabra con burla, logrando que el susodicho se ruborizara— irse con un extraño tipo en una hermosa Kawasaki Ninja H2 —la chica frunció el ceño, primero ante la información y segundo por la palabra usada para describir lo que sea que fuera esa cosa de los ninjas.


—Está claro que el sujeto debe ser mayor para tener permiso de conducir y, obviamente, extremadamente rico —reflexionó en voz alta el de cabello negro. Otra vez miraron expectantes al objeto de la plática.   


—Uh, bueno, él, yo… —sus balbuceos despertaron aún más curiosidad. Tenía que pensar en algo antes de que…           


—¡Lo tengo! —exclamó el Inuzuka tronando sus dedos y llamando así la atención hacia él—. ¡Bebida de cereza! —El rubio brincó en su lugar—. Así que decidiste salir con tu novio secreto y resultó ser un hombre millonario —le sonrió pícaro— Naruto que suertudo. Invítanos a su mansión para festejar —le revolvió el cabello divertido con el rostro sonrojado.


—¿Otra vez con eso de bebida de cereza? —Sakura se cruzó de brazos— Naruto esta vez quiero una explicación —Antes de que pudiera abrir la boca para negar las acusaciones, el maestro hizo acto de presencia.


Los tres adolescentes se resignaron a ocupar correctamente sus lugares. El rubio aprovechó el momento para recostar su cabeza sobre su escritorio. ¿Cómo demonios iba a salir ileso? Era obvio que Kiba y Sai no dejarían pasar el tema tan fácilmente, es más, tal vez él actuaría de la misma manera si fuera uno de sus amigos quien se encontrara en dicha situación. Maldecía lo infantiles que podían ser en cuanto a relaciones amorosas. De manera involuntaria, comenzó a morder su labio inferior en un gesto de nerviosismo. Tenía que pensar una solución. Había prometido no causarle problemas al artista y confesarles a sus conocidos sobre su noviazgo era, a su parecer, un problema.


Suspiró con cansancio al verse, una vez más, recriminándose el no haberse ido. No, tenía que dejar de escapar de la realidad. Tarde o temprano iban a enterarse de su relación con el cantante, asimismo, tendría que enfrentarse al enojo y dolor de su mejor amiga. Sacudió la cabeza en un nuevo intento por alejar los miedos. Por primera vez agradeció que el maestro les pidiera su completa atención puesto que se disponía a explicarles otro método para resolución de problemas matemáticos.


El resto de la jornada escolar pasó horriblemente lenta. Sus amigos continuaron, literalmente, persiguiéndolo y acosándolo con preguntas. En las siguientes clases le lanzaron hojas de papel con un sinfín de cuestiones vergonzosas. ¿Cómo podían pensar que él haría tales cosas? Por si fuera poco, la de cabello rosa también quería saber quién era bebida de cereza, dónde lo conoció y cómo es que no le había contado de su existencia. Durante el receso tuvo que escuchar los típicos reclamos sobre la desconfianza, traición, además de lo injusto que era por guardarle secretos.


Mantenía la cabeza agachada para que nadie más pudiera ver el rojizo que cubría sus mejillas. Kiba y Sai insistían en avergonzarlo. Afortunadamente el timbre anunció el final de las clases, así que, velozmente, tomó su mochila para salir corriendo del salón. Ni siquiera se sorprendió de escuchar los pasos detrás de su persona. Los tres adolescentes le seguían de cerca y, eventualmente, lo alcanzaron.


—¿Es un mafioso? —inquirió el de los colmillos— Sabes que esos hombres no dan nada gratis Naru —canturreó su nombre, pasándole una mano por el muslo de manera lujuriosa.  


—¡No digas tonterías, yo jamás…! —se quedó mudo al recordar los labios del cantante sobre los suyos. Una vez más en este día se ruborizó.


—¿Te acostaste con el cuarentón? —preguntó incrédulo el Inuzuka, alzando la voz, logrando que la chica, también avergonzada al notar la mirada de los demás alumnos, le golpeara la cabeza. Sin previo aviso, tomó la mano del rubio para guiarlo al pequeño jardín que adornaba la entrada a la escuela. Los otros dos no tardaron en ubicarse a su lado.


—Naruto ¿tú no…? —el susodicho negó fervientemente con la cabeza.   


—¡Claro que no y no tiene cuarenta años! —se maldijo al ver la sonrisa de los dos hombres y la curiosidad brotar en los ojos verdes.


—¿Pero si es más grande que tú? —preguntó Sai. Irremediablemente asintió con la cabeza, ya nada podía hacer para negar la situación.  


—Sólo por cuatro años —desvió la mirada— y no es un mafioso, lo que hace es perfectamente legal —susurró.


—Por supuesto, porque acostarse con menores de edad es “perfectamente legal” —ironizó Kiba.


—¡Ya te dije que no me acosté con él! —sin importar lo que dijera, sus amigos continuarían molestándolo, así que, decidió ignorarlos y emprender su camino a casa, sin embargo, los dos chicos no tenían intenciones de dejarlo ir. Forcejeó al sentir el agarre sobre su muñeca pero nada podía hacer para liberarse.


Estaba por rendirse, sin embargo, una mano enguantada se cerró entorno al ante brazo del Inuzuka, quien adolorido soltó la extremidad ajena. El guardaespaldas colocó al rubio detrás de él, para clavar su mirada molesta sobre los adolescentes, los cuales estaban más que sorprendidos. Aun así, Kiba dio un paso al frente dispuesto a empezar una pelea. Sin miramientos lanzó el primer golpe, el cual fue esquivado fácilmente. Trató de atinar una patada pero también falló. Naruto salió de su estado estupefacto al ver el puño dirigirse a la cara del chico.


—¡Neji, son mis amigos! —el nombrado se detuvo en el acto, asimismo, retrocedió hasta quedar a su lado. Los jóvenes miraban al rubio esperando una explicación.


—¿Es él? —interrogó la de ojos verdes— ¿Bebida de cereza? —tragó en seco.


—Nos vemos mañana —fue lo único que pudo decir antes de tomar la mano del guardaespaldas para salir corriendo. No se detuvo cuando sus amigos le gritaron, por el contrario, aumentó la velocidad. Por su parte, el castaño tuvo que jalarlo hacia la dirección correcta, donde se encontraba el auto. Una vez ahí, abrió una de las puertas traseras para permitirle entrar.


En pocos minutos el vehículo se puso en movimiento, el Uzumaki por fin dejó escapar un suspiro de alivio que a lo largo del día había estado reteniendo. Luego, se tumbó sobre el asiento, se sentía exhausto, eso de huir de las preguntas incomodas le había agotado. Necesitaba pensar en una solución si quería quitarse a sus amigos de encima. El problema era que no se le ocurría nada. Por un rato sopesó la idea de pedirle a Neji que fingiera ser su novio pero la descartó al imaginar la mirada molesta del artista. Incluso se estremeció. Quién sabe lo que el posesivo cantante haría.


Esta vez una sonrisa se posó en sus labios por el simple hecho de acordarse de Sasuke. Jamás imaginó que una persona pudiera iniciar un cambio tan drástico en su vida o en sus emociones. No obstante, estaba feliz, feliz por haber pasado el fin de semana con el apático Uchiha, feliz de conocer los miedos que lo perturban, feliz de verle sonreír sinceramente pero sobre todo, feliz de saber que sus sentimientos eran correspondidos. Sacó el celular de su bolsa. Según lo que le había comentado, el vuelo tardaba doce horas, aproximadamente. Por lo que todavía faltaba mucho para poder hablar con él. Aun así, no pudo evitar la tentación. “Te extraño”. Escribió y mandó el mensaje antes de reír por lo ridículo de su comportamiento.  

Notas finales:

Rina: Uh… —suspira— pues se nos está haciendo costumbre pedir disculpas —ríe ligeramente hasta que su hermana le propina un zape.


Rini: En realidad, este capítulo nos fue muy difícil de escribir, lo borramos tres veces —rueda los ojos con fastidio.


Rina: Sip, fue raro, es como esos capítulos que sobran —se cubre la cabeza para no recibir un nuevo golpe de su hermana que ya se estaba preparando.


Sasuke: Hoy estás más violenta que de costumbre —la mira mal cuando la chica alza su mano en señal de amenaza— quiero ver que te atrevas —se sostienen la mirada.


Naruto: Dejen de pelear por una vez en su vida —se cruza de brazos para observar a los otros dos que, sorprendentemente, ponen fin a su riña.


Rina: En fin, agradezco todos y cada uno de los comentarios, de verdad no saben lo mucho que nos animan a seguir con esto —hace una reverencia— también, como ya dijimos arriba, Zanzamaru gracias por recordarnos que tenemos que ponernos a escribir en lugar de andar haciendo tonterías —saca la lengua— a veces es lo que necesitamos, que alguien nos llame la atención —vuelve a sonreír— Bueno, sin más, gracias otra vez a quienes leen y quienes se toman un momento para comentar. Nos vemos en alguna otra actualización. 


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