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Fan número uno por rina_jaganshi

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—¿No deberías estar durmiendo? —usando sus codos se irguió— Itachi, ¿qué hora es en Londres?  


—No necesitas preguntarle a él, es más, te dije que no le hablaras —el rubio frunció el ceño e infantilmente le sacó la lengua al celular.


—Y yo te dije que, a diferencia de ti, no soy un bastardo sin modales —como respuesta recibió un bufido.


El Uzumaki volvió a tumbarse sobre el sillón. Sin importar las veces que cambió el tema, al final tuvo que decirle al cantante que se encontraba en casa de su hermano y que, por causas que estaban fuera de su alcance, tendría que dormir ahí. Claro que una tormenta no era suficiente justificación para su novio, al cual, tuvo que gritarle, amenazarlo y demás para que no tomara el vuelo más próximo a Japón sólo para sacarlo de tan, citándolo, “desagradable” lugar. Luego de una discusión de más de una hora, por fin aceptó que el destino le había vencido, por lo que, nada podría hacer para evitar que pasara la noche ahí.  


Por consecuencia, Naruto cenó, se lavó los dientes y se fue a la cama sin cortar la comunicación con el artista, hasta que, irremediablemente, se quedó dormido. Lo primero que escuchó en la mañana fue el sonido del celular. Al reconocer que no se encontraba en su cuarto, así como, que no le pertenecía el aparato electrónico, corrió en busca del dueño, quien, después de contestar, le devolvió el objeto puesto que era Sasuke. A partir de ese momento, retomaron su conversación, llegando a este punto donde una nueva disputa comenzó al saber que aún seguía en la casa ajena.


—¿A qué hora te vas a ir de ahí? —inquirió por quinta vez con enojo. El de ojos azules suspiró con cansancio.


—Después de desayunar, Itachi va a llevarme a mi casa —contestó rodando por el sillón hasta subir las piernas al respaldo, dejando la espalda en el asiento, asimismo, su cabeza colgando. Ya tenía puesta su ropa, lavada y seca, del día anterior.


—Repíteme por qué demonios no puedo ir por ti.


—¡Porque no! —exclamó frustrado. Sabía que entre los hermanos había un problema pero Sasuke no podía prohibirle hablar con Itachi. Se quedó un momento en ese pensamiento al recordar su propio conflicto interno, el cual se desató por la presencia de la rubia. No podía ser lo mismo ¿o sí? Sonrió cuando la idea surcó su mente—. ¿Estás celoso? —interrogó divertido, pasaron unos segundos de silencio.


—Sí —contestó por fin resoplando.


—¿Uh? —instintivamente ladeó la cabeza confundido, esperaba alguna clase de insulto, no una respuesta sincera.


—Es molesto que él pueda estar ahí cuando yo no —se mordió el labio inferior al reconocer que el mismo sentimiento le abrumaba con respecto a la actriz, sin embargo, el rubio no podría declararlo tan abiertamente, mucho menos sin pruebas, después de todo, lo único que tenía eran rumores.  


 


—Juguemos algo —ignoró el desconcierto del otro lado de la línea al cambiar el tema tan bruscamente y continuó—: voy a decir una palabra y tú dirás lo primero que te venga a la mente, cualquier cosa, no pienses mucho en ello —hizo una pausa, al no escuchar al otro replicar, comenzó—: Comida.


—Arroz —sonrió, en realidad, podría jurar que sabría cada una de las respuestas.


—Hermano.


—Idiota —no pudo evitar la risa que escapó de su garganta, incluso le tomó unos segundos recobrar la compostura.  


—Auto.


—Motocicleta —recordó con emoción la hermosa Kawasaki. 


—Fiesta.


—Aburrido —un puchero se formó en su boca, sin embargo, agitó la cabeza para concentrarse, era ahora o nunca.  


—Ino Yamanaka —parpadeó confundido al no escuchar la inmediata respuesta. Estaba por cuestionarle pero el azabache se le adelantó.   


—Esas son dos palabras dobe —Maldijo mentalmente, por un instante creyó que su plan funcionaría. Durante años había sido testigo de las veces que Sakura lo usaba con sus amigos y con él mismo. Para su desgracia, su novio era bastante inteligente. Todo indicaba que, si quería respuestas, tendría que dejarse de juegos y preguntar directamente. Tomó aire, luego, volvió a revolverse hasta recostarse sobre el mueble, esta vez, viendo hacia el respaldo.


—¿Todavía no sabes cuándo vas a volver? —inquirió.


—No. Kakashi está haciendo planes ridículos acerca de un nuevo video —justo el tema que quería abordar.  


—¿Ino Yamanaka va a salir en el video? —con la mano que no sostenía el celular, comenzó a picar el cuero negro del sillón.


—Probablemente —arrugó el entrecejo.  


—¿Crees que ella es bonita? —una vez más se reprochó ser tan impulsivo, por lo que se apresuró a agregar—: el otro día la vi en una entrevista y definitivamente es muy linda, es decir, todo el mundo la ama, se ve que es amable y… —no pudo continuar balbuceando frases sin sentido, puesto que le interrumpió.


—No me interesa, tengo novio —una sonrisa  se dibujó en sus labios, la cual se desvaneció tan rápido como llegó al reparar en la siguiente frase—. Un rubio cabeza hueca que gusta de lastimarse y meterse en problemas —comentó con burla, el susodicho infló las mejillas.


—¡Hey! —al escuchar la ligera risa decidió contraatacar— En realidad, ese chico suena genial, deberías estar agradecido. Yo estoy saliendo con un prepotente, posesivo, controlador de cabello negro —para no perder la costumbre, una vez más, le sacó la lengua al aparato igual que si tuviera a la persona enfrente.


—¿Cómo fue que terminaste con alguien así? —el Uzumaki se retorció de la risa.  


—No tengo idea —confesó divertido con el extraño juego—. Simplemente pasó —se encogió de hombros—. ¿Crees que debería dejarlo? —Hizo lo posible por no carcajearse al escuchar el quejido de indignación—. ¡Ya sé, puedo escaparme contigo! —exclamó.  


Usuratonkachi estás pensando en abandonarme para irte con otro… es decir… ¡Deja de decir tonterías! —sin más remedio comenzó a reír de manera ruidosa, pataleando y rodando por el sillón, eventualmente se le acabó la superficie, sin embargo, no se detuvo cuando golpeó el suelo alfombrado. Su bullicio llamó la atención del dueño de la casa, que le miraba confundido.


—¿Estás bien? —inquirió, ofreciéndole una mano para que se pusiera en pie. El rubio la tomó.


—Sasuke cree que lo estoy engañando con él mismo —logró articular entre risas, sin embargo, se paralizó al notar el enunciado que salió de su boca. Se supone que Itachi no tenía idea de que eran novios. El susodicho se limitó a revolverle el cabello.


—El desayuno está listo —se dio la vuelta para caminar al comedor. El rubio regresó su atención al celular.  


—Voy a desayunar —anunció recibiendo un bufido como respuesta—. Ya duérmete, cuando sea de noche aquí, yo te marco, esta vez desde mi celular —sonrió— Buenas noches prepotente controlador.


—No tengas más accidentes, rubio cabeza hueca —fue lo último que escuchó antes de que la llamada terminara. Infló las mejillas infantilmente. Aceptaba que en ocasiones era un tanto descuidado pero no tenía que recordárselo o restregárselo en la cara. Por última vez, le sacó la lengua al aparato electrónico.


Despacio anduvo hasta sentarse en una de las sillas que rodean la mesa, donde un plato humeante le esperaba. De inmediato tomó los palillos para comenzar a devorar los fideos recién preparados ante la mirada indiferente de su anfitrión. En su mente todavía se cuestionaba si debía o no explicarle a Itachi sobre su actual relación, después de todo, involucraba a su hermano. En un intento por mantenerse ocupado empezó a hacer una lista de ventajas y desventajas. No pasaron ni cinco minutos cuando se dio cuenta que en realidad no ganaba o perdía nada con confesarle sobre su noviazgo.


Con un puchero en los labios continuó comiendo, ahora ocupando su cerebro en otra tarea. Quería buscar la manera de agradecerle a Itachi lo que había hecho por él. No es como si todos los días alguien detuviera su carro antes de atropellarlo. Obviamente debía retribuirle de alguna forma. El problema era que desconocía por completo en qué podría ayudar al neurocirujano. Descartó cualquier tipo de regalo puesto que nada le faltaba y, siendo sincero, dudaba de que su mesada fuera suficiente para comprar algo de su gusto. Arrugó el entrecejo al sentir la sensación de déjà vu, sobre todo cuando remembró sus inexistentes habilidades.


Se tensó un momento desechando la idea de hacer una pulsera. “Eso es un símbolo de nuestro lazo” pensó para sí, reprochándose una vez más el deseo egoísta de ser el único para el cantante. Su semblante se relajó. Ino Yamanaka estaba lejos de ser capaz de arrebatarle a su novio. Aún sentía un extraño dolor al saber que ella conviviría con él pero nada de lo que tuviera que preocuparse. Regresó a la realidad cuando el mayor de los Uchiha le pasó una taza con té. Sonriendo tomó la bebida, satisfecho con la temperatura que le acarició la garganta, asimismo, encantado con el sabor.


Sin intercambiar palabra alguna, ambos terminaron de desayunar, después, se dirigieron al auto. El rubio aceptó una chamarra que el mayor le ofreció, debido a que el clima aún amenazaba con detonar en otra tormenta y, aunque iba bien protegido en el asiento de copiloto, agradeció el calor que le proporcionaba dicha prenda. Durante el trayecto, el rubio continuaba preguntándose qué hacer por el Uchiha. Hasta el momento lo único que le venía a la mente era intentar arreglar su relación con su hermano. Sin embargo, no quería forzar a su novio a hablarle sobre algo que no estuviera preparado. No necesitaba ser un genio para saber que ese era un tema sensible entre ellos.


Suspiró, limitándose a mirar el paisaje a su alrededor. Luego de diez minutos, por fin comenzó a reconocer los edificios. Con una vuelta a la derecha el carro avanzó lo suficiente para quedar frente a su casa. Naruto desabrochó el cinturón de seguridad. Se quedó en silencio unos segundos, enseguida, alzó el rostro para encontrarse con los orbes negros. Le dedicó una sonrisa sincera.


—Itachi, lamento si te causé problemas —comentó— gracias por dejarme dormir en tu casa, por alimentarme, por prestarme ropa, por lavar la mía, ¡Ah, cierto! por no atropellarme, también… —una mano se colocó sobre su boca para evitar que continuara. Confundido miró la ligera sonrisa de medio lado que el mayor le dirigía.


—No tienes nada que agradecer —el rubio frunció el ceño. Lentamente se liberó.


—Por supuesto que sí, hiciste mucho por mí en tan sólo un día —su interlocutor negó con la cabeza, causando que él formara un puchero con los labios—. De acuerdo sólo una cosa más —respiró profundamente—. Muchas gracias por permitirme usar tu celular para hablar con Sasuke —su semblante rebosaba con verdadero júbilo. Rápidamente abrió la puerta para saltar fuera del vehículo. Itachi bajó el vidrio.


—Espero que la próxima vez que nos veamos sea sin un accidente de por medio —le sonrió de medio lado, luego, le dio una tarjeta— si necesitas algo, llámame —el Uzumaki iba a agradecer pero se mordió los labios, limitándose a inclinar la cabeza. El motor volvió a encenderse, en cuestión de segundos, el carro desapareció en la lejanía.


Naruto giró en sus tobillos para caminar hacia su casa. Una vez dentro, notó el pequeño detalle de su cuerpo cubierto en la chamarra ajena. Suspiró. Estaba por anunciar su regreso cuando su madre apareció por las escaleras. En cuanto posó su vista en su hijo, llevó sus manos a su cadera y arrugó el entrecejo. Le miró molesta pero en un instante su mueca cambió.


—¿Dónde está Itachi? —inquirió sin ocultar su emoción. Su primogénito rio ligeramente.


—Ya se fue —se encogió de hombros.


—Oh, debiste invitarlo a pasar… —suspiró. Después recobró la compostura—. ¡Naruto Uzumaki, que sea la última vez que me preocupas así! —cruzó los brazos sobre su pecho, sin embargo, en un nuevo cambió de actitud, corrió hasta envolver a su hijo con sus brazos. Lo apretujó hasta escuchar un quejido de su parte—. Y ahora, ve a disculparte con Neji —le alejó por los hombros—. Ayer estuvo a punto de ir por ti, incluso con la fuerte lluvia, por suerte lo convencí de no hacerlo —comentó orgullosa.


—Está bien —canturreó—. ¿Dónde está? —su madre sonrió.


—Limpiando el ático —el rubio negó con la cabeza.


—¡Mamá, te he dicho que no puedes usarlo de esa manera! —cambiando ahora los papeles, la mujer hizo un puchero con los labios mientras su hijo arrugó el entrecejo.


—¡Él se ofreció a ayudarme! —chilló infantilmente. El Uzumaki la ignoró y salió escaleras arriba. Primero pasó a su habitación para dejar cargando su celular. Luego continuó su camino hacia la parte más alta de la casa. Con cuidado abrió la puerta. Sigilosamente se adentró. En una de las esquinas del pequeño cuarto, distinguió la silueta del guardaespaldas. Sonriendo se acercó lo suficiente, reprimiendo una risa. Estaba por gritar el típico “Bu”, cuando su víctima se giró para verlo. El susto se lo llevó él, que, sorprendido se fue hacia atrás, cayendo de sentón en el suelo.


—¡Se suponía que yo iba a asustarte! —exclamó. El castaño caminó hasta el otro lado para acomodar un par de objetos en grandes cajas de cartón. Naruto se puso en pie para tomar asiento en el alféizar de la única ventana—. Sabes que no tienes que limpiar —a pesar de sus palabras, el otro seguía absorto en su faena—. ¿Estás muy enojado?    


Las últimas semanas la relación entre ellos había cambiado. Neji no supo cómo o por qué, simplemente sucedió. La actitud del rubio facilitaba en demasía la comunicación. Siempre iba con una sonrisa en los labios y sin proponérselo, poco a poco comenzó a traspasar la barrera que el guardaespaldas construyó en torno a su persona. Asimismo, el Uzumaki permanecía ajeno a los sentimientos que crecían en el interior del castaño. Las miradas que le dirigía ahora almacenaban una intención diferente a la de ser amigos.        


Neji había hecho lo posible por mantenerse al margen y cumplir con su trabajo, el cual, ahora consistía en mantener fuera de peligro al adolescente revoltoso. Al pertenecer a una familia que por generaciones se ha dedicado a proteger la vida de otros, no tenía problemas en trabajar en las sombras. Sabía de antemano que no debe involucrarse con sus protegidos, mucho menos interferir directamente en el día a día. Sin embargo, Naruto era completamente diferente. Él le hacía plática, le llamaba por su nombre, le sonreía, se preocupaba porque comiera, incluso le permitía caminar a su lado como un igual.


Sin poderlo evitar, el de ojos blancos se vio anhelando más. Por lo mismo se encontraba furioso ante el hecho de no poder estar al lado del chico en todo momento. Más con el accidente que, por suerte, no pasó a mayores. Dichas emociones descontrolaban al guardaespaldas, ya había roto la regla más importante pero, en este punto, era el menor de sus problemas. Por primera vez en su insulsa vida quería algo y ese algo era Naruto. Resopló con fastidio, cerrando la caja. Miró a su alrededor en busca de la cinta adhesiva, sólo para encontrarla en las manos de su protegido.


—Lamento haberte preocupado —habló al mismo tiempo en que escondió el objeto que el otro quería detrás de él—. No te lo voy a dar hasta que digas que me perdonas y que ya no estás molesto —observó con atención los hermosos ojos azules.


Con el conocimiento que tenía en las distintas artes marciales, para Neji era muy sencillo conseguir lo que quería. Bastaba que diera un paso hacia la derecha para ponerse entre las piernas del menor. Aprovechando la posición, apresaría ambas muñecas, manteniéndolas en la espalda, asimismo, aplicando un poco de fuerza le atraería hasta su pecho para evitar que se moviera, finalmente usaría su mano libre para levantar la barbilla y apoderarse de los apetecibles labios. En definitiva, sería muy fácil obtener dicho contacto. Se estremeció anticipando la sensación de la boca ajena, sin embargo, reprimió el impulso.  


—Debí esperar hasta que salieras de la casa de tu amiga —el rubio negó con la cabeza.


—Ni siquiera pienses en que fue tu culpa —de un salto se puso en pie para ubicarse a un lado del otro y empezar a llenar de cinta la caja. El guardaespaldas, al ver el mal trabajo, suspiró, quitándole el objeto para realizar correctamente el sellado de la tapa. Todo ante la atenta mirada azulina—. Además, no me pasó nada, estoy bien.


—Sí pero por cuánto tiempo —murmuró.


—¡Hey! —ofendido se cruzó de brazos— puedo permanecer sin daño alguno por meses —declaró.


—Te doy cuatro horas para volver a accidentarte —el rubio infló las mejillas infantilmente.


—De acuerdo, si no me pasa nada dentro de cuatro horas, usarás ropa normal los próximos días —le apuntó con el dedo, en un intento por resaltar el traje negro que siempre cubría la anatomía del otro, quien alzó una ceja incrédulo.


—Muy bien, entonces, si te lastimas de cualquier forma, no saldrás de la casa sin que yo vaya a tu lado —el adolescente pensó unos segundos, luego, le ofreció su mano.


—Trato hecho —sellaron el pacto. A continuación, el menor se dispuso a caminar en dirección de la puerta— voy a estudiar para mi examen de matemáticas —anunció y, como siempre, por ir distraído se tropezó con una de las cajas que se encontraban por el suelo, provocándole una caída. Se quedó en silencio, avergonzado y maldiciendo su nula capacidad para mantenerse a salvo. Con decisión se puso en pie— ¡Esto no cuenta, la apuesta empieza una vez que salga de aquí! —exclamó. Neji suspiró, evitando voltear para que no viera la sonrisa burlesca que adornaba sus inexpresivas facciones.


—Por supuesto —se aclaró la garganta— en cuanto termine iré a tu cuarto para ayudarte a estudiar —el menor le agradeció antes de salir del lugar.


Una vez que se encontró solo, emanó de su garganta una ligera risa. Estaba completamente perdido, dentro de sí, nació una obsesión, por lo que, en vez de buscar la manera de alejarse del chico, hacía lo contrario al pasar el mayor tiempo posible con él. Sabía que se metería en problemas, sobre todo con Sasuke Uchiha. Arrugó el entrecejo, asimismo, volvió a recriminarse su descuido. Si hubiera hecho correctamente su primera misión, el rubio permanecería soltero. Libre para ser cortejado por él. Resopló con fastidio acomodando otra caja en su respectivo espacio. Luego, se sacudió un poco la ropa. Se quedó unos segundos observándose, no recordaba la última vez que se vistió casualmente.


Por un instante sopesó la idea de darle el gusto a su protegido, al darse cuenta de sus cavilaciones sacudió la cabeza. En otras circunstancias, no dudaría en tomar su paga y renunciar al trabajo. Su familia no tardaría en asignarle otro. Apretó los puños con fuerza. No se iba a ir sin pelear, después de todo, el destino estaba a su favor. El cantante no regresaría en mucho tiempo puesto que el manager aún tenía la esperanza de ponerle un alto a la absurda relación. Mientras tanto, él tenía el camino libre para adueñarse del corazón y del cuerpo de Naruto.    

Notas finales:

Rini: Ven lo que sucede cuando decidimos ponernos una fecha límite para actualizar —suspira— es como si nuestro cerebro entendiera lo contrario.


Rina: ¡Lo sé! —se revuelve el cabello— está demás decir que lo sentimos —agacha la mirada apenada.


Sasuke: Lo que deberían hacer es no volver —las mira mal— sobre todo si van a escribir tales tonterías.


Rini: Estás pidiendo a gritos que este fanfic se vuelva ItaNaru —masculla.


Sasuke: Estás pidiendo a gritos ser golpeada hasta la muerte —el momento de tensión aumenta hasta que el rubio le da un zape al Uchiha.


Naruto: Estoy harto de tu actitud violenta, uno no puede trabajar así —se carcajea al ver la expresión furiosa del ojinegro.


Rini: Eso es todo Naru, ponle un alto al igualado este —se ríe—. Por otro lado, levante la mano quienes quieran un turno para golpear a Rina —mira mal a su hermana que se revuelve nerviosa. Rini está por atinarle un golpe cuando de pronto, una sandía pasa justo a su lado, ella se salva pero Neji la recibe directo en el rostro—. ¡Y eso! —mira a ambos lados.


Zanza: ¡Estuvo cerca! —chasquea los dedos— debo calibrar el radar o poner dos sandías la próxima vez —murmura, luego se da cuenta que los demás están observándola—. Hola —saluda como si nada hubiera sucedido.


Neji: Es la primera vez que vengo por aquí y esto es lo que recibo… —limpiándose.


Zanza: Si te sirve de consuelo iba hacia Rini pero supongo que me equivoqué en las coordenadas —se cruza de brazos—, tampoco es como si importara —El Uchiha camina hasta ponerse al lado de la nueva chica.


Sasuke: Hn, para futuros ataques, sugeriré armas punzantes que puedan causarles heridas de gravedad —sonrisa de medio lado.


Rini: Hey, ¿cómo te atreves a traicionarme? —el azabache alza una ceja incrédulo.


Sasuke: Tú y yo no somos amigos —la chica arruga el entrecejo.


Rini: Y por lo mismo Naru se va a quedar con el papasito, sexy, hermoso… —no puede seguir puesto que es golpeada con una sandía.


Zanza: Listo, ¿alguien más que esté en contra del SasuNaru? —mira a su alrededor.


Naruto: Eh… ¿Rina, no tienes algo que explicar?


Rina: Sí —salta hasta ponerse al lado de la chica— Ella es Zanza y nos ayudó mucho a salir de nuestro estado de caos. Siendo sincera, hemos tenido problemas con este fanfic, al principio se escribía solo pero en estos últimos capítulos sentíamos que la trama se estaba volviendo simplona y sin chiste —suspira. Su hermana, mareada, se acerca.


Rini: Debo reconocer que Zanzamaru nos dio grandes ideas, al punto de que nos regresó la inspiración para continuar con esto.  


Rina: Sip, de verdad que necesitaba otro punto de vista, después de todo Rini sólo dice: “Sasuke muere e Itachi se queda con Naruto” —ahora sí recibe un golpe en la cabeza.


Rini: Es la mejor idea que puede existir, voy a patentarla —se cruza de brazos indignada.


Rina: En fin, una vez más, mil gracias Zanzamaru —hace una reverencia— también como siempre les agradezco a todos por leer, por comentar y por tenernos paciencia, por favor siéntanse libres de darme sugerencias, consejos, reclamos o uno que otro golpe en el rostro —poco a poco todos comienzan a salir de las notas finales—. ¿No vienes Zanza? —la chica niega con la cabeza.


Zanza: Tengo que hacer algo primero, adelántate —una vez que se queda sola comienza a pasearse por el lugar hasta que encuentra al Uchiha mayor. Por un momento se quedan viendo, cara a cara, bueno, la chica tiene que alzar un poco la cabeza debido a la diferencia de estaturas.


Itachi: ¿Puedo ayudarte en algo? —inquiere confundido.


Zanza: Sí verás, tengo este problema en donde… —aprovechando que tiene la completa atención del mayor, la chica le propina una patada en la espinilla.


Itachi: ¿Pero qué…? ¿Por qué hiciste eso? —la mira incrédulo, hasta el momento, nadie se había atrevido a hacer tal cosa.


Zanza: ¡He contado tres agarradas a la cintura del kitsune! —exclama molesta— ¿Te parece eso bonito? —el Uchiha hace ademán de querer objetar pero la chica no se lo permite— ¡Es una pregunta retórica, no contestes y deja las cosas de tu otouto en paz! —sin perder la seriedad, apunta a su ojo y luego hacia Itachi—. Voy a estar vigilándote —y así como así, desparece entre las sombras. 


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