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Fan número uno por rina_jaganshi

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A su mente llegó toda la información que, en su momento, la chica de ojos verdes le leyó. Itachi Uchiha, joven considerado un genio. No permanecía en el grado escolar que se le asignaba, los maestros no veían el caso a que un muchacho tan inteligente perdiera el tiempo con materias que entendía a la perfección. Sobresalía en cada asignatura, en cada deporte, tocaba cualquier instrumento, no había cosa que el mayor de los Uchiha no pudiera hacer. Era una de las pocas personas que, sin formar parte del mundo del espectáculo, contaba con una popularidad enorme, tenía clubs de fans por todos lados.

 

El rubio ahogó un gritito de puro éxtasis. Itachi Uchiha era, por el contrario del baka, alguien a quien admirar. Con veintiséis años se convirtió en uno de los mejores neurocirujanos en todo el mundo. Por si fuera poco, gracias a los conocimientos que tenía sobre el funcionamiento del cerebro, estudiosos de otras áreas recurrían a él, de hecho, últimamente se corrió el rumor de que un escritor lo buscó para que le ayudara con un personaje de su próximo libro y, daba la casualidad, que ese escritor era uno de los favoritos del chico zorruno. Por toda la red se decía que el neurocirujano dio ideas tan brillantes que revolucionarían la manera en que se desarrollaba la historia.

 

Ahora, por designios del destino, el ojiazul podría corroborar toda esa información. Él podría preguntarle de frente. Con decisión, avanzó un paso haciéndose notar. Provocando que los dos hermanos dejaran de discutir por el pago o no de los honorarios.

 

—Uchiha-san —llamó con la voz cargada de emociones y sus ojos repletos de admiración. No sabía cómo formular la pregunta, por primera vez en su vida quería mostrarse respetuoso—. Sé que no es de mi incumbencia pero… —hizo una pausa y estalló— ¿Conoce a Sabaku no Gaara? Es decir, al escritor, bueno es que yo leí que usted ayudó en su nuevo libro, es que me gusta mucho la historia y yo quería saber si es verdad que sus ideas van a cambiarlo todo, sé que aún no sale el último volumen pero ¿Uchiha-san sabe cuándo sale? —el rubio no se dio cuenta de los desordenados pensamientos que escaparon de su ser, mucho menos de que había avanzado de más, por lo que ahora se encontraba a escasos centímetros del mayor, quien, se limitó a sonreír de lado.

 

—No recuerdo que nos hayan presentado —comentó. El ojiazul brincó en su lugar.

 

—Lo siento, soy Naruto Uzumaki —extendió su mano esperando pacientemente a que el de cabello largo retirara el guante de látex e igualmente le ofreciera la extremidad, sin embargo, antes de que pudiera tomarla, el cantante lo jaló, regresándolo a su lado, una vez ahí le abrazó por la cintura.

 

Un silencio incómodo se apoderó del escrupuloso cuarto. El lindo chico de aspecto zorruno no entendía la situación. Entre los hermanos empezó una guerra de miradas y sonrisas prepotentes. Incluso, parecía que contaban con la habilidad de leer la mente del contrario puesto que a cada acción que uno hacía, el otro se anticipaba. Es decir, el mayor daba indicios de querer hablar por lo que el menor negaba con la cabeza. Después, el de cabello largo intentó alcanzar la mejilla del rubio, siendo detenido en el acto por la mano libre del azabache. Entonces, Itachi dio un paso adelante, Sasuke movió al ojiazul detrás de sí, para interponerse y quedar de frente a su hermano. Casi se podía apreciar el campo magnético de ambos luchando por ser el principal objeto de atracción.

 

Por otro lado, Naruto estaba completamente perdido. ¿Por qué se comportaban así? ¿Había dicho algo indebido? Recapituló los pocos enunciados que salieron de su boca en busca de lo que ocasionó la actitud de los otros dos, no obstante, no encontró algo ofensivo o extraño. Entonces, a su mente vino la revista “Fantasía adolescente”, la edición número quince, para ser precisos, aquella que fue especialmente dirigida a Sasuke Uchiha. Cada página hablaba de él. Su amiga había comprado tres ejemplares, uno para archivar, otro para ella y otro para él. No conforme con hacerle pasar el ridículo de ser visto con esa cosa, le obligó a que la leyera para poder discutir lo más interesante.

 

Concentrándose un poco. El rubio pasaba una a una las hojas de la susodicha revista, hasta que se topó con el encabezado. “Rivalidad, venganza y odio” Así empezaba el artículo que hablaba de la relación entre los hermanos. En realidad, no ahondaba mucho en el asunto pues, el azabache nunca hablaba de su vida personal, mucho menos mencionaba a su familia. Así que, el reportaje estaba repleto de suposiciones. Ahora cabía la posibilidad de que algunas de esas fueran un tanto ciertas. ¿Los hermanos se sentían amenazados por la presencia del otro? Frunció el ceño desconcertado, ambos eran talentosos en lo que hacían, bueno, el Uzumaki pensaba que el menor de los Uchiha era un mero producto de la mercadotecnia, al contrario del mayor que no había duda de que era uno de los mejores en su profesión.

 

No pudo evitarlo y soltó una ligera carcajada ante sus pensamientos, llamando así la atención de los otros dos. De inmediato se ruborizó al verse observado por los ojos negros. Quería decir algo pero su voz se esfumó ante el nerviosismo. Así que, optó por agachar la mirada y retroceder lentamente, con esto, no se dio cuenta de que la puerta detrás de él fue abierta, por lo que terminó siendo aventado hacia el lugar del que huía, asimismo, para evitar que se fuera al suelo, los dos morenos le tomaron en brazos. Avergonzado iba a disculparse pero los otros dos estaban más interesados en lanzarse miradas de odio. El más chico sólo pudo ver por encima de su hombro al recién llegado y suplicarle por ayuda.

 

—Sasuke, he traído ropa para que te cambies —el manager por fin servía para algo, pensó zafándose del agarre. Por su parte, el azabache frunció el ceño antes de, sin inmutarse, retirar su camisa, dejando su pecho al descubierto.

 

El cantante tenía un cuerpo bien trabajado, desde los pectorales definidos, hasta los abdominales marcados. El rubio no podía dejar de admirarlo, sabía, por los comentarios de la pelirosa, que el ojinegro tenía un gusto por hacer ejercicio pero no imaginó que pudiera verse tan bien. Perdido en sus designios, llevó sus manos a su propio cuerpo, notando de inmediato la diferencia, un puchero se posó en sus labios.

 

—Hn, usuratonkachi —el insulto, ya familiar, le obligó a despabilarse. Lo primero que observó, fue que el artista se encontraba extremadamente cerca de su persona, con el torso desnudo y sonriendo de medio lado. El color rojo cubrió todo su rostro. ¡Ese tipo era un exhibicionista! Intentó dar un paso hacia atrás pero el peliplateado estaba ahí, ignorando la incomodidad del más pequeño, le entregó la prenda al moreno, quien, todavía, tardó unos segundos en ponérsela, casi podía jurar que disfrutaba verlo nervioso.

 

—Bueno, son las once de la noche, creo que no es hora para que el pequeño esté despierto —ese maldito espantapájaros le revolvió el cabello divertido, asimismo, agregó—: espero que tu sueño se haya hecho realidad —le guiño su ojo visible, haciendo al rubio enfurecer. ¡Todo era culpa de ese incompetente! Un momento ¿las once de la noche? Él llegó a las siete con treinta, cómo es posible que el tiempo haya pasado tan rápido. Lo peor es que, al final, no logró convencer al cantante de ir con su amiga. Ya nada tenía sentido.

 

—Me voy a mi casa —anunció e hizo el ademán de querer salir pero una mano se cerró entorno a su muñeca.

 

—Yo te llevo.

 

—No gracias —trató en vano de soltarse del agarre, por lo que ahora forcejeaba con el otro, quien no estaba dispuesto a soltarlo—. ¡Eres tan molesto! —le sacó la lengua, al contrario de la reacción que esperaba, el azabache sonrió altanero. ¡Ese baka era demasiado fuerte!

 

—No podemos dejar que te vean así, los reporteros ya se enteraron de que Sasuke Uchiha está aquí, podrían malinterpretar la situación —a pesar de que el sujeto trajeado hablaba seriamente, los dos chicos seguían peleando entre sí, el cantante se rehusaba a soltarlo. El manager al verse ignorado, suspiró—. Itachi puedes intervenir, por favor —el nombrado, que hasta ese momento permanecía al margen, colocó su mano derecha en el hombro de su hermano.

 

—Vas a lastimarlo —esa simple frase hizo que el artista lo liberara.

 

—Vamos —ordenó mientras, lo más gentilmente posible, tomó al rubio por la cintura y comenzó a guiarlo a la salida.

 

—¡Déjame! —exclamó, asimismo, se revolvió avergonzado. Otra vez el cantante de cuarta se portaba amable con él. ¿Por qué entonces no fue por la pelirosa? Ella se hubiera derretido por sus acciones, por el contrario, el ojiazul sólo quería golpearlo, estaba seguro de que lo hacía para fastidiarlo. ¿Qué otra razón podría existir?  

 

Refunfuñando dejó que el prepotente le abriera la puerta para subirse a la lujosa limosina, una vez que se sentó y que le hizo saber la dirección de su casa, el azabache no tardó en estar a su lado. Descartó la idea de recargar su cabeza del lado derecho debido a su herida, herida curada por Itachi Uchiha, Itachi Uchiha que ayudó al escritor Sabaku no Gaara, escritor que el rubio seguía desde hace dos años…

 

—¡Uchiha-san no contestó a mi pregunta! —chilló cayendo en cuenta. De pronto, giró para enfrentarse al cantante que lo veía irritado— ¡Uchiha-san no contestó a mi pregunta! —volvió a repetir como si no hubiera sido escuchado.

 

—¡Deja de referirte a él así! —el rubio se sorprendió, nunca había visto al moreno tan enojado. Bueno, en los conciertos, entrevistas, firmas de autógrafos, incluso en las fotografías, tenía esa cara inexpresiva o esa sonrisa egocéntrica pero jamás había visto su rostro inundado en furia—. Maldición… —frustrado, pasó su mano por su oscuro cabello. El pequeño mordió sus labios.

 

¿Ahora qué demonios pasaba? Todo era tan confuso. El artista parecía discutir consigo mismo. Una vez más, el rubio se concentró en la información que tenía almacenada en su memoria, no porque quisiera, sobre el tarado que tenía enfrente. Venía de una familia bien acomodada, tanto su padre como su madre habían crecido en la pantalla, ambos eran actores. Por ello, en todos los programas de chismes del espectáculo, se mencionó cuando los padres del cantante murieron, según se notificó, en un accidente automovilístico, el suceso ocurrió en la infancia del chico, cuando tenía apenas seis años. Lo que no se mencionó y que no tenía idea de cómo su amiga conseguía saberlo, fue que ninguno de los Uchiha fueron acogidos por algún familiar, al contrario, es como si les hubieran dado la espalda.

 

El ojiazul se revolvió nervioso al recordar todo eso, sobre todo un dato en específico, aquel donde la pelirosa aseguraba que los hermanos, en lugar de apoyarse entre sí, se distanciaron. El mayor estaba más concentrado en sus estudios como para cuidar del menor, quien se refugió en la música. Siempre creyó que la historia detrás del artista era una leyenda urbana creada como publicidad, es decir, qué mejor que una trágica vida para ganarse el corazón de miles de jovencitas que se conmueven ante la adversidad que el cantante ha superado. Naruto ya no estaba seguro de eso. Quizá por eso no se llevaba bien con su hermano mayor. Quizá no le agradaba que uno de sus fans, que se suponen están para apoyarlo y adorarlo, se emocionara con la persona que lo abandonó en el momento donde más lo necesitaba. A pesar de la ardua investigación que Sakura hizo, existían lagunas que sólo el azabache podía aclarar.

 

Se maldijo mentalmente por no prestar atención a los detalles. ¿Ahora qué debía hacer? Ignorando el hecho de que se rehusó a ir por la chica, el cantante se portó más o menos decente. Lo quiera o no, le había dado de comer (aunque el premio era una cena), también le dio su plato. Además de prepararle la bebida de cereza, por si fuera poco, le había llevado al hospital para que le curaran. Genial, ahora el Uzumaki sentía remordimientos. Durante toda la noche no había hecho más que pelear con el otro. ¡No podían culparlo por eso! ¿O sí? Bueno, en cierta manera él no debería de estar ahí, si pensaba bien, era error de su amiga por obligarlo a asistir. Suspiró. ¿Qué podía hacer para disculparse? Las palabras como tal no saldrían de su boca. Estaba tan distraído que al sentir la mano sobre su hombro, saltó de tal forma que su cabeza chocó con el elegante techo del vehículo.

 

—¡Usuratonkachi! —el ojinegro no tardó en acercarse para revísalo— ¿No puedes estar diez minutos sin lastimarte? —la cuestión salió sin proponérselo, ese dobe le hacía comportarse de formas que nunca creyó. Ensimismado comprobaba que no tuviera otra apertura, aún sin lesiones cerebrales el chico ya era bastante torpe, no imaginaba que tanto podría empeorar. Aliviado terminó con su faena. Al bajar la mirada se encontró con los deslumbrantes ojos azules que le observaban atentamente.

 

Frunció el ceño. A lo largo de la noche, el chico de aspecto zorruno había estado huyendo de su contacto pero en estos momentos parecía indeciso entre alejarse o permanecer cerca. El azabache aprovechó la distracción para estirar su brazo y tomar una bolsa, enseguida, la depositó en el regazo ajeno, sorprendiendo al rubio que parpadeó. Sin embargo, comenzó a esculcarla sólo para sacar un recipiente de base negra y tapa transparente, gracias a la cual pudo apreciar el contenido. Miró dubitativo al cantante, quien sonrió de medio lado, enseguida, retiró la cubierta.

 

—Mini tartas rellenas de crema y cubiertas con fresas —terminó su explicación logrando que el rubio entendiera. Era el postre que se supone le encantaría. Tomó una y la llevó a su boca. Cuánta razón. ¡Estaba delicioso! Felizmente continuó comiendo y rápidamente se acabó tres, cuando iba por la última miró al azabache que le escudriñaba.   

 

—¿Quieres? —Interrogó pero de inmediato afirmó divertido—: No te gustan las cosas dulces —el artista alzó una ceja curioso.

 

—¿Qué más sabes sobre mí? —cuestionó cruzándose de brazos. Casi parecía retarle.

 

—Sé todo acerca de ti —el rubio no reparó en sus palabras, seguía degustando su exquisito manjar—. La escuela a la que fuiste, el perfume que usas, la estricta rutina que haces todas las mañanas de ejercicio, la comida que te gusta, la que no, la marca de ropa que usas, tu color favorito, el tipo de clima que te inspira, cada uno de los nombres de tus canciones… —no pudo seguir con su lista pues el otro le interrumpió.

 

—Para alguien que no es un admirador conoces bastante de mi persona —sonrió con altanería. El pequeño zorro iba a despotricar en su contra, no obstante, todavía se saboreaba los labios. Ese sujeto era un prepotente idiota pero un prepotente idiota que le dio comida exquisita. ¡Maldita sea la hora en que tenía debilidad por todo aquello que pudiera devorar gustoso! Con eso en mente, volvió a hablar.

 

—Ya te lo dije, mi amiga Sakura es quien conoce cada detalle de tu vida —terminó por fin el último bocado, ahora sí, le prestó toda su atención al cantante—. No hay día que no me cuente las últimas noticias relacionadas con tu carrera y con tu vida —se encogió de hombros. Hubo un lapso de silencio que le pareció incómodo.  

 

—Entonces —el Uchiha se inclinó un poco hacia su persona—: de no ser por ella tú no tendrías idea de quién soy —nuevamente, no era una pregunta. Los ojos azules se encontraron con las perlas negras. Aguantó un momento la respiración al notar lo cerca que estaban, sin embargo, permaneció ahí.   

 

—Una canción —el moreno frunció el ceño—. Hay una canción tuya que me gusta —sin proponérselo un ligero rubor cubrió sus mejillas.

 

—¿Cuál? —ninguno podía apartar la vista del otro y, en realidad, ninguno hizo el intento.

 

Yomichi ni ukanda, suigintou no Hikari —el ojiazul comenzó a cantar—: namida mo nai no ni nazeka nijimitatsu yo —el otro le observaba embelesado, de pronto, la situación cambió, el rubio se quedó mudo, mientras que la otra boca empezó a moverse.

 

Yomichi ni hisonda boku no kuroi kage, nasake mo nai no ni nazeka ashibaya ni —la conocida voz le hizo estremecer, aún más al demostrarle que su idea de que no cantaba estaba completamente errónea. Prácticamente era su única defensa contra el que tenía enfrente, ahora su mundo se derrumbaba. El tipo era apuesto, inteligente y talentoso. Un puchero se posó en sus labios. Aún así, recostó su cabeza sobre el respaldo del asiento sin dejar de observar el blanquecino rostro— senaka ni mou hitotsu, namida no nioi, tsuitekuru tsuitekuru —ambos parecían hipnotizados, al punto de no notar que sus rostros estaban cada vez más cerca, el ojinegro disminuyó el tono convirtiendo el sonido en un susurro sólo audible para el pequeño zorrito.

Notas finales:

Rina: ¡La encontré! —salta de alegría por todo el lugar— ¡La encontré, la encontré! —se detiene un momento— Estaba en una carpeta de música perdida en mi lap —sonríe.

 

Rini: Como ya habíamos explicado, este fic está dedicado a la chica que hace años, muchos años, nos mandó un mail con esa canción y nos pidió que hiciéramos un fic con ella, una vez más, este fic se escribió pensando en esa chica.

 

Rina: Aunque no nos acordemos del Nick de la chava —suspira— lo bueno fue que encontré la canción, estuve a punto de poner cualquier otra pero me rehusaba a no usar la que ella nos mandó —hace una reverencia— ¡Gracias, gracias! Sé que tardamos años pero ojalá que estés por ahí.

 

Rini: Busquen la canción en internet para que la escuchen, se llama Suigintou no Yoru  —sin previo aviso le propina un zape al Uchiha.

 

Sasuke: ¿Qué demonios quieres? —la mira furioso e intenta regresarle el golpe pero la chica lo esquiva y, ahora, le patea la espinilla, después sale corriendo siendo perseguida por el azabache.

 

Naruto: Eso fue más raro que de costumbre —mira a la otra hermana— ¿Sabes algo que yo no?

 

Rina: Le duele aceptar que le gusta la canción —sonríe abrazando al chico— Debo aceptar que tu novio canta bien —el chico se sonroja—. Bueno, escúchenla y nos dicen qué les parece, como siempre es un placer para mí.            


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