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CRAIG & CO. por devil may cry

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Notas del capitulo:

Bueno, allá va el siguiente capítulo :DD

Espero que os guste. La verdad, lo he hecho de prisa y corriendo. No me gusta mucho cómo me ha quedado, pero es más o menos lo que quería reflejar :/

 

Capítulo 4: el magnate Orochimaru y “yo no quiero hacer de cebo”

 

            – Espero que me lo cuentes todo esta noche –sonrió Naruto–, no me habías dicho que llegarías un mes antes –Pein sonrió.

            – Sorpresa –el rubio le miró a los ojos–. Tengo unas ganas de…

            – Vaya, vaya, hemos vuelto calentitos –rió deshaciéndose del abrazo.

            – Por lo que veo tú has mojado –se sentó en la mesa.

            – Algo así –rió sentándose en una silla.

            – Eso está bien, pero yo también quiero –hizo un pucherito.

            – Jaja, tonto –el rubio le miró–. Ya tenía ganas.

            – Eso está bien –sonrió el chico–. Pero antes, Naruto, ¿vas a contarme qué ha pasado con Sasori? –Pein se cruzó de brazos y se recostó en el escritorio, mirando al rubio. El menor se tensó y evitó su mirada.

            – Nada, sólo nos peleamos en su despacho –se cruzó de brazos molesto por la inquisitiva pregunta.

            – Los cojones –Pein se acercó al rubio–. Sasori va detrás de tu culo desde hace años, ¿qué intentó? –le cogió del brazo bruscamente.

            – Pein, no seas brusco, me haces daño –intentó librarse del mayor.

            – Siempre te ha gustado que sea brusco –sonrió cogiéndole de la barbilla con la otra mano y acercando los labios de Naruto a los suyos.

            – Sí, cuando estamos en la cama, capullo –le apartó de un empujón y se levantó de la silla.

            – Tsk –volvió a su sitio.

            – Te digo que no pasó nada –sonó autoritario.

            – Intentó violarte, ¿no? –sonrió. Naruto le miró con rabia, pero no dijo nada– Lo sabía. Tranquilo, no pienso hacer nada, es el jefe –levantó las manos como si estuvieran apuntándole con un arma y le miró inocentemente al ver que Naruto iba a abrir la boca.

            – Ahora no me apetece hablar de eso –Naruto se puso a dar vueltas por la habitación. Era muy grande, con un gran escritorio central y muchas sillas pegadas al mismo. Se puso al lado de una de las sillas y empezó a acariciarla–. Digamos que no volverá a pasar –cuando levantó la vista no vio a Pein delante suyo y se sorprendió. Se giró rápidamente y el mayor le cogió de la cintura sin darle tiempo a reaccionar y lo sentó en la mesa, entre dos sillas. El pelirrojo se puso entre sus piernas y puso sus manos a los lados de las mismas.

            – ¿Sabes? –acercó su rostro al de Naruto– No me gusta que te toquen. ¿Entonces con quién te has acostado? ¿Kiba? ¿Sakura? ¿Sai? Espero que no sea Sai –le miró fieramente.

            – Nuestro… –le apartó la cara de la suya–… contrato verbal especificaba sólo sexo, Pein, nada de implicaciones sentimentales –se cruzó de brazos–. ¿Vas a decirme que estás celoso? ¿Qué es eso de que no te gusta que nadie me toque? Me tocará quien yo quiera que me toque –le retó.

            – Oye rubito –le cogió por las muñecas y deshizo sus brazos cruzados bruscamente estirándolos y desestabilizando a Naruto encima de la mesa, medio recostándolo y posicionándose encima. El menor se iba a quejar pero Pein continuó hablando–, que seamos follamigos no te da derecho a ir follando con los demás.

            – Disculpa, pero yo creo que sí y si… –intentó soltarse, pero no pudo porque al escuchar eso Pein intensificó la fuerza con la que cogía las muñecas de Naruto–… Pein, otra vez, me estás haciendo daño, suéltame –intentó sonar autoritario, pero no pudo al ver los ojos de Pein. El pelirrojo estaba furioso–. Oye, cálmate, vamos Pein, te he dicho que no me gusta que seas bruto…

            – ¿Durante el sexo sí, no? –le besó antes de que pudiera responder. Naruto se cabreó e intentó apartarle pero Pein le atrajo agarrándole por las caderas. Deslizó una de sus manos por su vientre y le acarició suavemente la cintura. A Naruto le dio un escalofrío. Pein se sabía todos los puntos erógenos del cuerpo del rubio. Bajó a la zona de su vientre y le lamió la zona del ombligo mientras el rubio le miraba atentamente con cara de aburrido, cuando por dentro estaba que se moría de excitación– Vamos, rubito, sé que te gusta –sonrió socarronamente.

            – Para empezar no me llames rubito –le levantó la barbilla con el dedo índice de la mano derecha–, y, Pein –se acercó a su oreja y le lamió el lóbulo para luego morderlo. El pelirrojo se mordió el labio inferior y afianzó su mirada para luego sonreír–, no me gusta que seas tan rudo –masticó cada una de las palabras antes de pronunciarlas. Se acercó a los labios del mayor y los besó con fuerza. Pein le cogió del culo y lo levantó para acomodarlo mejor en la mesa mientras Naruto le rodeaba con sus piernas.

 

OoOoOoOoO

 

            Itachi estaba fuera de la sala esperando a que saliera Naruto y ya estaba más que impaciente. No sabía qué tipo de relación tenía con ese tal Pein, pero no le gustaba cómo se habían mirado antes. Escuchó un ruido de sillas moviéndose en la sala y salió de sus pensamientos. Iba a entrar cuando Sasuke apareció.

 

            – ¿Vas a quedarte todo el día ahí como si fueras un perro esperando a su dueño? –se cruzó de brazos.

            – Sasuke –le miró molesto–, no seas crío, estoy esperando a un amigo.

            – Ya, a un amigo –se recostó en la pared–. ¿Qué hicisteis anoche?

            – No creo que te incumba –sonrió amablemente.

            – Os acostasteis –Itachi no contestó–. Lo suponía, qué predecible.

            – ¿Y a ti qué te importa? –se molestó.

            – ¿Ya te has enchochado? –se mofó.

            – Por lo menos yo me he acostado con él, tú lo único que has conseguido es un café –Sasuke descruzó los brazos y le encaró molesto cuando la puerta del despacho se abrió y salió Naruto abrochándose el último botón de la camisa. Detrás estaba Pein con una gran sonrisa que se esfumó al ver a aquellos dos ahí en medio.

            – Sasuke, Itachi –Naruto se sonrojó al topárselos tan de golpe. Pein le puso una mano en el hombro y miró a ambos hombres inquisitivamente–, ¿qué hacéis aquí?

            – ¿Quiénes son, Naruto? –bajó su mano por el brazo del rubio suavemente, acto que no pasó desapercibido por ambos morenos.

            – Eh, sí, ellos son Itachi y Sasuke Uchiha –les presentó a su compañero–. Chicos, él es Pein –señaló al muchacho. Sólo se miraron durante un minuto. Naruto se sintió incómodo–. Estaba en una misión de larga duración y…

           – Te estaba esperando, ¿por qué has tardado tanto? Habíamos quedado para tomar un café –le cortó Itachi. El rubio le miró, miró hacia la puerta del despacho y se mordió el labio inferior para después mirar el suelo.

            – Perdona lo había olvidado –sonrió nerviosamente.

            – No jodas, ¿con éste? –señalo despectivamente Pein al Uchiha mayor. Naruto le miró mordazmente.

            – Ahora no, Pein –le miró con reproche.

            – ¿Conmigo qué? –Itachi dio un paso al frente y miró retadoramente al pelirrojo. Él le siguió el juego. Sasuke miró a Naruto y el rubio le devolvió la mirada. Estaba incómodo.

            – Itachi, vamos a por ese café –Naruto dio un paso hacia el pelinegro y le tocó el hombro sonriéndole amablemente y eso molestó a Pein.

            – De eso nada, tú te vienes conmigo –le agarró del brazo y le atrajo hacia él no muy amablemente. Naruto le miró sorprendido y luego miró a ambos hermanos, que iban a reprocharle al pelirrojo su actitud.

            – Pein, podemos hablar un momento, ¿por favor? –dijo Naruto apartándole de un pequeño empujón. Lo cogió del brazo y lo llevó a unos metros de los Uchiha– ¿Puedo saber qué coño pasa contigo? Mantén tus putos celos alejados de mí o rompo esta relación que tenemos ahora mismo –le enseñó los dientes como si fuera un perro–. No me gusta que me traten como si fuera una pertenencia, ¿me has entendido? –subió el tono y le advirtió fieramente. Pasó por su lado como una ventisca y pasó por el lado de los Uchiha también.

            – ¿Naruto? –preguntó Itachi.

            – Ahora no –ni siquiera se paró.

            – Tsk –Pein se puso la mano tras la nuca y sonrió–. Es indomable –caminó en sentido contrario. Sasuke e Itachi se miraron sin decir nada.

 

OoOoOoOoO

 

            – Bueno chicos, hoy tengo una noticia especial que daros –Sasori había reunido a todos los agentes A y S en la sala de reuniones, además de a Sasuke y a Itachi–. En la siguiente misión trabajaréis todos juntos, ¿qué os parece? –empezaron a hablar todos de golpe.

            – Espera, espera, ¿cómo? –Ino estaba que no se lo creía. No había ocurrido nunca.

            – ¿De verdad? –a Sakura se le fueron los ojos detrás de Sasuke.

            – ¿De qué va todo esto, Sasori? –Naruto apoyó su cabeza en su mano, aburrido.

            – Verás, alguien nos ha pagado una gran suma de dinero por obtener una información del mercado negro de valores de Siria contenido en un disco duro que tiene el gran magnate Orochimaru Sennin –sacó unos documentos de una carpeta–. Según fuentes fiables todas sus transacciones las hace desde su casa de campo –les repartió a cada uno unas fotografías– y guarda allí toda información sobre sus negociaciones y tratos, por lo que debe estar allí –apoyó ambas manos sobre la mesa–. Mañana celebra una fiesta por haber cerrado un trato con el gobierno ruso y haber ganado millones, y todos estaréis allí –les repartió a cada uno unos informes– con otra identidad. Leérosla, en ella pone también vuestra función, y Naruto, por favor no…

            – ¿Cebo? ¿Qué coño es cebo? –dijo hojeando los informes.

            – Verás, es sabido que el disco duro lo guarda junto con su ordenador portátil, que lo guarda en su habitación. Mientras tú haces de cebo, alguien entrará en su habitación y grabará la información.

            – ¿Pero para qué se necesita un cebo? ¿No se puede noquear a los guardas de seguridad y ya está? –dijo Neji sin entender. Varios le dieron la razón.

            – No –Sasori negó con la cabeza–. La clave del éxito de esta misión es copiar los datos del enemigo sin que se dé cuenta.

            – Pero su habitación estará vigilada –dijo Naruto.

            – No si está Orochimaru dentro –dijo Sasori sin mirarle a los ojos y haciendo ver que miraba en la carpeta.

            – Pero yo tengo que distraerle, ¿no? –se cruzó de brazos.

            – Así es –siguió buscando en la carpeta nada en concreto.

            – En su habitación –dijo el rubio. Los demás empezaron a ojear de nuevo sus hojas.

            – Así es –siguió buscando.

            – ¿Cómo demonios quieres que le distraiga en la habitación mientras...? Ah –se calló– ¿¿¡¡Ah!!?? –se levantó de su sitio tirando la silla– ¿¡Estás fumado o qué!?

            – Verás Naruto, la habitación consta de dos alas, la parte del estudio, donde está su escritorio y los sillones y la parte donde duerme, que está la cama…

            – Todo eso me importa una mierda –se cruzó de brazos indignado. Miró al escritorio y cogió una fotografía de la mesa–. ¿¡Quieres que me enrolle con este tío!? –señaló la cara de Orochimaru– ¿Por qué no Sakura, o Ino, o Hinata? ¿Por qué un hombre? ¿¡Por qué yo!? –Sasori respiró, obviamente incómodo.

            – Se conoce que el magnate Orochimaru Sennin tiene preferencia por el género masculino –el rubio bufó–. Le gustan los chicos jóvenes, rebeldes y rubios, estadísticamente hablando.

            – Venga ya, ¿le habéis estudiado?

            – Sí –dijo molesto–. Naruto tú llevas pircings, ¿no? –el rubio le miró a los ojos unos segundos sin decir nada.

            – Diez –colocó la silla en su sitio y se sentó de nuevo. Sus compañeros le miraron sorprendidos–. ¿Qué? Me los tengo que quitar para venir al trabajo –puso las manos sobre la mesa y todos seguían mirándole. Rodó los ojos–. Seis en la oreja –se señaló la derecha–, uno en la ceja –se señaló la del mismo lado–, uno en la nariz –se señaló el mismo lado–, otro en el labio –se señaló la parte inferior– y en la lengua –la sacó y se la señaló–, ¿contentos?

            – Mañana llévalos, tendrás más pinta de rebelde, ¿de acuerdo? –el rubio le miró.

            – Oye, oye, no estoy de acuerdo con el plan –le frenó–. Voy a ser –ojeó de nuevo sus páginas– ¿el camarero rebelde al que ese viejo se trajine?

            – Naruto no hace falta que llegues tan lejos –intervino Kiba.

            – Kiba, en serio, mira la foto del tío –se la puso en los morros–. Tiene cara de pulpo –esta vez la miró él. Pasó un minuto sin que nadie dijera nada–. ¿Y qué tal si es al revés? ¿Y si no le gusto nada? ¿Y si pasa de mí? ¿Qué hago?

            – Naruto –Sasori se puso autoritario–, no hay discusión, tú serás el cebo. Sasuke y Sai son los que copiarán la información en un nuevo disco duro. Naruto será el cebo y hará de camarero junto con Neji, Shino, Shikamaru, Gaara, Lee, Ten Ten e Itachi. Kiba, Haku y Temari harán de jardineros, e Hinata, Sakura e Ino serán invitadas a la fiesta. No hay más que hablar. Mañana a las ocho tenéis que estar todos allí, ¿entendido?

 

            Todos asintieron. No había más que hablar. Cuando Sasori se ponía serio era la autoridad. El hombre salió de la sala primero seguido de sus subordinados. Sasuke miró a Naruto que estaba algo decaído y fue a picarle.

 

            – Así que ahora vas a acostarte con un viejo, tranquilo, me llevaré la cámara –sonrió de medio lado.

            – Oye capullo –le pegó en el hombro–, no voy a acostarme con él, sólo serán unas palmadas en la espalda, a ver si afloja algo de dinero de paso…

            – Más quisieras –el rubio le miró molesto, a lo que el moreno sólo le miró divertido–. Oye, ese Pein… –el menor se incomodó– ¿Tienes algo con él? Porque anoche te acostaste con Itachi –Naruto se sorprendió.

           – Oh, bueno, yo… él… ¿te lo ha dicho Itachi? Quiero decir… –empezó a tartamudear y Sasuke se impacientó.

            – Si no quieres decírmelo está bien –se giró hacia la puerta.

            – Espera –le cogió de la camisa y el azabache ladeó la cabeza–. Yo… es cierto que me acosté con Itachi anoche, pero estaba algo bebido –Sasuke se giró y Naruto se cogió el brazo derecho y evitó mirarle a los ojos–. Bueno, si algo bebido son cuatro cervezas –susurró–. Y Pein… es algo complicado –le miró a los ojos–. Digamos que es un amigo con derecho a roce.

            – No tenías por qué contármelo si no querías –se rascó la nuca y miró al suelo. El rubio también miró al suelo. No sabía por qué se lo había contado–. Lo de Pein… sinceramente, no me gusta cómo te trata –le miró algo molesto–. Y… por supuesto, lo de Itachi… haz lo que te dé la gana –se giró y sin más salió de la sala dejando al rubio confuso y con la palabra en la boca.

 

OoOoOoOoO

 

            Eran las ocho menos cuarto de la noche y Naruto, Neji, Shino, Shikamaru, Gaara, Lee, Ten Ten e Itachi estaban ya vestidos de camareros –con una camisa blanca, pajarita negra y chaleco negro y pantalones de igual color, y delantal inferior negro. Ten Ten llevaba una falda en lugar de pantalones– y estaban en la puerta trasera de la mansión que daba a la cocina, donde los cocineros les ordenaban lo que tenían que hacer. Kiba, Haku y Temari estaban en los alrededores de la mansión vigilando a los invitados, a los guardas de seguridad y las cámaras. Hinata, Sakura e Ino iban elegantemente vestidas con sus mejores galas, joyas y peinados.

            Por supuesto cada uno de ellos llevaba en la muela un retransmisor y en la oreja un pinganillo que les comunicaba con cada uno de ellos. Se activaba con el botón de la oreja. Todos en sus puestos tocaron las ocho en punto y empezó la fiesta. Los camareros salieron a servir las copas y los invitados empezaron a festejar el triunfal trato del magnate que aún no había hecho acto de presencia.

 

            – Vaya Naruto, nunca te había visto con los pircings puestos –Gaara salía de la cocina con una bandeja con ocho copas de champagne junto con el rubio con la misma bandeja.

            – Sasori me obliga a quitármelos en el trabajo –sonrió sacándole la lengua y enseñándole el que le faltaba por ver al pelirrojo. Éste sonrió. Todos eran de aro exceptuando el último, que era de bola.

            – Suerte –le dio una palmada en el hombro y se fue hacia la izquierda.

            – Igualmente Gaara –se fue hacia la derecha a servir copas a los invitados.

 

            Pasó una hora y media y ninguno había visto al rico Orochimaru Sennin. Naruto empezaba a pensar que se había ausentado en su propia fiesta. Dejó la bandeja de plata en una mesa con las bandejas de canapés vacías y se sentó en una de las sillas. Estaba molido.

 

            – Chicos, empiezo a pensar que no ha venido –dijo el rubio por el pinganillo.

            – Vamos Naruto, no seas pesimista, ¡¡hay que seguir buscando!! –se oía a Lee al otro lado.

            – Tengo entendido que el servicio no puede sentarse –le habló un hombre a Naruto.

            – Piérdete –dijo el rubio–. No tengo tiempo.

            – Naruto no seas maleducado, eres un camarero, ¡por favor! –Sakura le hablaba al otro lado del pinganillo.

            – Oh, pero qué maleducado –rió el mayor siseando. El rubio le miró y abrió los ojos.

            – Di-disculpe Orochimaru–sama, señor –se levantó e hizo una reverencia. Todos al otro lado del pinganillo se sobresaltaron–. E-estaba descansando, yo…

            – Tranquilo, joven –le miró a los ojos fijamente durante unos segundos, intimidando al rubio. Naruto apartó la mirada–. ¿Por qué no me traes una copa de champagne?

            – Claro Orochimaru–sama, le pediré a mi compañero que le traiga una copa de…

            – No, no, quiero que me la traigas tú –sonrió el mayor. Naruto le miró durante unos segundos y asintió. Se retiró a por la copa a la cocina y Orochimaru se sentó en la silla en la que estaba antes sentado el rubio.

            – Esto marcha bien, Naruto, ¡muy bien! –dijo Itachi.

 

            Naruto entró en la cocina y rellenó tanto una copa de champagne que le rebosó. Neji, que estaba al lado, le vio y fue a ayudarle.

 

            – Naruto, ¿estás bien? –le cogió la botella y le alejó la copa. El rubio se secó las manos con un trapo y cogió otra copa.

            – No –le temblaban las manos–. ¿Sabes… –miró a su compañero–… cuando conoces a una persona y tu instinto te dice que corras? –Neji le miró serio. Asintió– Pues es lo que acaba de pasarme –rellenó la copa, la puso en una bandeja y salió de la cocina. Neji se quedó preocupado.

 

            Fue directo hacia la mesa, en la que dejó a Orochimaru, con los nervios a flor de piel. Cuando llegó vio que el mayor estaba sonriendo, complacido. Se levantó y cogió la copa de la bandeja.

 

            – Gracias, has sido muy amable –sorbió.

            – No se merecen, señor. Si me disculpa, tengo que atender a sus invitados –le hizo una reverencia.

            – Oh, veo que llevas pircings –dijo el moreno tocando el de su labio.

            – Ah –se irguió–, sí señor, me gustan.

            – Deja de llamarme señor, me siento viejo –le sonrió–. Llámame Orochimaru, por favor –Naruto le miró unos momentos abrió la boca para decir algo pero volvió a cerrarla.

            – Claro, Orochimaru.

            – Éste me gusta –el mayor llevó su mano libre a la cara de Naruto y acariciando su mejilla llegó hasta su ceja tocando el pircing. El rubio le apartó la mano.

            – Gracias, y si me disculpa, Orochimaru, tengo que ir a servir –le sonrió cínicamente. Pensó que hacerse el duro no iría mal.

            – Oh, ¿te he molestado? –puso cara triste. El rubio le miró incómodo. Por supuesto, todo era una actuación, por parte de ambos, aunque el otro no lo supiera.

            – Yo, bueno… no me gusta que se tomen tantas confianzas conmigo –le miró desafiante.

            – Disculpa, quizá me haya precipitado al tocarte la cara –movió la mano en la que tenía la copa de champagne–. Mea culpa. ¿Me perdonas?

            – No… no es nada –ese hombre estaba intentando que se sintiera mal, qué rastrero.

            – Y dime joven, ¿cómo te llamas? –sonrió y sorbió de su copa.

            – Naruto –se golpeó mentalmente por darle su nombre real.

            – ¿Y estudias algo, Naruto?

            – Ehm… –se quedó en blanco. Mierda. ¿Y qué decía ahora? – ¿Está intentando ligar conmigo, Orochimaru?

            – Ja –se mofó– ¿Ahora te das cuenta? –el rubio se sintió insultado por la mofa.

            – Lo siento, pero no me van los viejos –se puso serio, cogió la bandeja y se giró. Dio un paso pero Orochimaru le cogió del brazo fuertemente y le atrajo a su pecho dándole un golpe en la oreja y activando el pinganillo.

            – Un paso más y haré que te despidan, mocoso –le susurró al oído.

            – Pues despídame, pervertido, pero no pienso seguirle el juego –intentó zafarse de su agarre pero no pudo, le tenía bien sujeto. Al otro lado todos se pusieron alerta. Shino, que estaba cerca del rubio, vio la situación en la que se encontraba y habló por el pinganillo:

            – Naruto di ‘agua’ y voy a ayudarte ahora mismo –se tensó.

            – No sólo puedo despedirte, Naruto, haré que no te contraten en ninguna empresa, haré que te pudras en la miseria tú y tu familia –sonrió y le lamió la oreja.

            – Eres una rata repugnante –puso cara de asco–. ¿Hasta dónde estás dispuesto a llegar por un ligue de una noche?

            – He hecho más por menos –dejó la copa de champagne en la mesa y puso su mano en la cadera del rubio. Nadie parecía darse cuenta de lo que pasaba–. ¿Qué me dices? –pasó un largo minuto sin que ninguno de los dos dijera nada.

            – ¿Naruto? –Kiba se escuchaba al otro lado.

            – ¿Naruto, estás bien? –Sakura parecía preocupada. Pronto todos empezaron a preguntar.

            – Te digo que dónde está tu cuarto –respondió el rubio al fin.

            – Buena respuesta –sonrió maliciosamente el hombre. Le dio un beso en el cuello y le soltó el brazo. Naruto se mordió la lengua–. Deja la bandeja en la mesa y sígueme –empezó a caminar y el rubio le siguió con pasos pesados por un largo y oscuro pasillo.

 

             Orochimaru no abrió la boca hasta que no llegaron ante una gran puerta doble de robusta madera custodiada por dos guardas de seguridad. Les hizo una señal con la cabeza y se retiraron de las puertas perdiéndose por el pasillo. El mayor abrió las puertas con una llave que llevaba colgada del cuello y dejó pasar primero al rubio. Naruto al ver que iba a cerrar de nuevo con llave le estampó contra la puerta y le miró fijamente a los ojos. Orochimaru le miró curioso.

 

              – ¿Qué pasa, zorrito? –preguntó sonriente rodeando las caderas del rubio con sus brazos.

              – No me llames así –le miró fiero.

              – Me encanta esa mirada, me pone a cien –le agarró de los hombros e intercambió posiciones bruscamente dándole un golpe en la cabeza al rubio, cosa que no le importó mucho porque le besó fieramente después. Naruto intentó resistirse, pero Orochimaru le pellizcó un pezón lo que provocó un quejido suyo y el mayor aprovechó para meterle la lengua dentro de la boca.

              – Qué coño haces, capullo –le apartó de un empujón. Orochimaru rió y Naruto se acarició el pezón.

              – Qué gran imagen. No sabía lo de tu pircing en la lengua, imagino que sabrás usarlo –le miró ávidamente y el rubio se sintió violado. Quiso salir gritando de aquella habitación. Miró el escritorio que Orochimaru tenía detrás y vio el ordenador portátil con la pantalla levantada y un disco duro conectado. Cogió aire.

              – Ya, bueno, ¿vamos a la cama, o qué? –estaba impaciente porque todo eso acabara.

              – Vaya, vaya, ¿ahora estás impaciente? –sonrió– No sabía que eras tradicional, ¿no prefieres hacerlo sobre el escritorio? Me pone más cachondo –se acercó lujurioso.

              – Naruto dile que no, no podremos trabajar –dijo Sai serio al otro lado.

              – Joder, ¿estáis ahí? –dijo el rubio en voz alta, sorprendido.

              – ¿De qué hablas? –dijo Orochimaru agarrándole el trasero y besándole el cuello.

              – Eh, nada, nada –apagó el pinganillo, le daba vergüenza que escucharan eso–. Digo que… no me van los escritorios, son muy duros, prefiero la cama –le cogió los brazos.

              – Bueno como quieras –se apartó de él y le cogió de un brazo arrastrándolo hacia la otra ala de la habitación y tirándolo a la cama–. Ahora, empecemos –sonrió lascivamente.

 

CONTINUARÁ

 

 

 

Notas finales:

Bueno, espero que os haya gustado, un saludo desde aquí :3


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