La enorme ciudad de Tokio.
Un monstruo soberbio que se alza en lo alto con sus enormes rascacielos, las luces de neón de los anuncios se vuelven las nuevas brillantes y coloridas estrellas de los habitantes que no duermen, que viven ocupados, caminan hacia el frente sin mirar atrás, olvidando lo que dejaron atrás; pues no tienen tiempo ni para sí mismos.
-¡Pero bien que tienen tiempo para perseguirme!- Estoy agotado, pero sé que si dejo de correr ese enorme tipo me va a romper cada uno de los huesos que componen mi esqueleto. Siento que me pisa los talones, ¿De dónde sacó tanta energía ese desgraciado gordo? Maldita sea, la estación del subterráneo cada vez está más visible, ¡pero se me hace tan difícil llegar!
Bajo como puedo atropellando a todo humano que se interpusiera con mi camino, me importa poco que se acuerden de mi mamá, ahora lo que yo quiero es no dejarla sin hijo. Cada vez escuchó más cerca los pesados pasos de ese sujeto, ¡Sólo lo corté en nombre de su novia, no era para que creyera que yo la pretendía! ¡eso no es propio de MI negocio que es muy profesional y responsable con los clientes! Dejo mis cavilaciones para concentrarme en entrar en el último momento al tren, se cerraron las puertas dejando a aquel gordo respirando agitado
-espero que no te de un paro cardiaco – dije jadeando tratando de recuperar mi aliento… el corazón está acelerado; más reacciones como éstas y me encontraré preparado para ir a los juegos olímpicos… se los juro ¿cuándo han visto a un japonés de metro sesenta ganar en carreras de velocidad? Se que ahora están esperando que deje de decir incoherencias y me ponga a explicar todo el bendito teatro descrito previamente, dejen me siento en algún lugar y se los contaré
-Hola… - dijo este muchacho con sonrisa de imbécil y cabellos alborotados en cuanto se vio acomodado en un lugar alejado del vagón de pasajeros, para que no levantará sospechas en ponerse a hablar con la nada- soy Satoshi y les doy un servicio bastante peculiar a las personas… yo rompo sus relaciones
Sé que se oye muy raro y poco creíble, pero es cierto, las personas de Tokio son demasiado educadas y ocupadas como para estar terminando ellos mismos con las personas que alguna vez dijeron amar. Mis clientes vienen a mi con el fin de que yo confronte esas tan difíciles y dolorosas rupturas… así es como básicamente llevo pan a mi mesa.
-Si sólo supieran con cuantas reacciones me afronto cada vez que hago lo mío … - gritó debido a que ahora conducía su vieja motoneta hacía rumbo desconocido, aun no quitaba esa sonrisa que ya comenzaba a asustar – se darían cuenta de lo poco creativos que son los humanos, no saben hacer otra cosa que llorar, gritar o aventarme cosas…
Se detuvo en un bar de aspecto lúgubre en el que se veía como entraban chicos que se creían vampiros y unos cuantos otros entes, la verdad que él con sus ropas oscuras y capucha cubriéndole la cabeza se camuflajeaba perfectamente en la escena. Ahí comenzó a buscar al próximo objetivo de su cliente; y lo encontró cubierto de maquillaje de película de horror y enfundado con vestidos Lolita con crinolina que lo hacía ver como un panqué para nada apetecible
-¿Peggy-san?- preguntó al momento que tocó con algo de rudeza el hombro del travesti aquél, el último lo volteó a ver con expresión graciosa, sus ojos estaban entre cerrados, posiblemente porque ya estaba ebrio- esto es de parte su novio Jack Spooky
“Mi no tan Querido Peggy
Siento que ya no soy el mismo de antes,
Ya no puedo seguir estando contigo porque no me satisfaces…”
Con cada palabra que iba leyendo del telegrama que saqué de mi bolsillo, sus ojos comenzaron a abrirse, hasta puedo asegurarles que el alcohol desapareció de su sistema…
“Para cuando recibas esto yo ya no estaré en tu casa llena de flores y mariconerias...
Conocí a alguien, igual de homosexual que tú pero sin implantes
Espero que entiendas mis razones, ni te molestes en ir a chuparme la sangre.
No tan atentamente. Jack Spooky”
Bien, aquí está la reacción número uno: la depresión seguida de llantos descontrolados. Ya comenzaba a darme miedo la forma en que lloraba este sujeto… ¿de verdad tiene implantes? En lo que yo descubría si tenía o no, el aprovechó para agarrarme del cuello y comenzar a forcejear… claro, ahora venía la hora de desquitarse con el mensajero.
Salí corriendo de ese lugar, no sin antes dejar mi tarjeta en la mesa… yo se que alguien me iba a llamar. Este es mi negocio, “No sad, BIG smile, Break-up Service”.
-Hay casi ochocientos millones de personas aquí en Tokio- comentó con la boca llena de fideos de sopa de aquel pequeño restaurante ambulante, seguía mirando hacia la nada mientras sonreía mucho más antes de tragar y continuar hablando- ¡hasta siento que podría hacer este trabajo toda mi vida!
Caminé hacia una tienda de auto servicio para dirigirse directamente hacia el cajero, antes de iniciar hice una respetuosa reverencia a modo de saludó y le dejé una de mis tarjetas en el mostrador.
-Wataru-san- captó su atención mientras sacaba el famoso telegrama de su bolsillo y lo abría rápidamente- de parte de su novia Omi
“Wataru… termino contigo”
Que directa, hasta se le cayó la mandíbula al hombre.
“No eres tú soy yo…
¡la verdad si SOY yo!”
Oh, por su aspecto y como comienza a estrujar ese burrito precalentado creo que debo comenzar con mi acción de huída. Retrocedo unos cuantos pasos mientras termino de leer.
“Soy lesbiana y me enamoré de mi mejor amiga”
-“¡COMPRENDEME POR FAVOR!”- y sin más volvió a salir corriendo lanzando el telegrama que fue ignorado pues Wataru-san estaba mucho más entretenido en lanzarle todo lo que había en la tienda; esa era la segunda reacción: IRA, además de perseguirlo les encantaba lanzarle cosas como si él fuera un juego de feria.
-¡50 puntos por darle a Satoshi en las piernas! ¡100 por darle en la cabeza!- balbuceaba mientras con una sonrisa en los labios jugaba Pachinko y perdía tres mil yenes- ¿eh? ¿Problemas?...
Si, tengo un pequeño problema… por mi trabajo me he vuelto un poco insensible… me temo que no puedo amar nunca más.
-¿Mi sonrisa?- dejó de ver la brillante pantalla del juego para volver a mirar hacia la nada… como si estuviera confesándose en un reallity show- ¡es parte de toda la publicidad! You know “no sad, BIG Smile”
Un último cliente más e iré a dormir. Eso era lo que pensaba antes de presenciar la PEOR muestra de negación –la tercera reacción– en una persona…
-“Querido Ryo… ya no aguanto tu actitud insensible e infantil, por favor vete a la mierda… con amor Reita – leyó el cortísimo telegrama frente a la puerta de donde vivía el objetivo. El muchacho sonriente esperó cualquier cosa, incluso se puso en posición para correr al ver como el chico intentaba dejar de ser japonés al abrir demasiado los ojos
-Soberano cabrón, ¡que raro regalo de aniversario! – gritó bastante contento y emocionado aquel chico de igual estatura que él… por primera vez, se sintió confundido
-¿Eh?- la sonrisa de Satoshi comenzó a desaparecer gradualmente mientras escuchaba al otro… eso no presagiaba nada bueno
-mi amada iguana, siempre tan él con sus ridículas bromas- rió dejando entrever sus chuecos dientes aquél que respondía por el nombre de Ryo- debo llamarlo para felicitarlo ¡casi me creo que realmente estaba terminando conmigo!
-pero, pero…- ahora él estaba entrando en pánico, ¿ese individuo era ingenuo o sólo el imbécil más grande que había conocido?
-¡ten una propina!-y le dio quinientos yenes antes de cerrarle la puerta en la cara.
No se lo creyó…no, más bien niega que ya no lo quieren. ¡Pero claro! ¡Este idiota no entiende pero es a mi a quien no le van a pagar!
Y así comienza mi calvario.