- Mimea… necesito que hagas algo.
- Diga señor.
- Consíguete al muchacho más ambicioso y soberbio…– Hablaba pausadamente – Que esté dispuesto a hacer cualquier cosa por dinero…
- Eso será muy fácil – Afirmó la mujer.
- Si se puede que sea seductor, engañoso e inculto… - Se atrevió a mencionar antes de que Mimea diera su punto de vista - ¡Ah! También procura que sea mestizo.
- Pero… señor Raoul, dudo mucho que en ésta hacienda haya alguien con esas características tan impuras…
- Tienes razón. La familia Am siempre ha sido reconocida por la majestuosidad de su personal. “Los sirvientes blancos”, sólo los mejores son seleccionados para formar parte de ésta élite. Cada mayordomo de ésta familia es conocido como “Príncipe blanco”, y para recibir ese nombre, el mayordomo debe ser completamente leal, puro de pensamiento y de carácter intachable. Se debe tener una capacitación y conducta perfecta para ser dignos de portar el uniforme blanco. Esto ha transcurrido de generación en generación y yo, Raoul Am no he sido la excepción, he procurado que ésta tradición se mantenga en pie.
El ojiverde hablaba utilizando un tono de voz enérgico, orgulloso de ser perteneciente a la prestigiosa familia Am.
- Lo sé, pero eso confirma más lo que le digo… una persona así como la quiere no la hallará aquí por más que busque, y menos si tiene tanto parecido a…
- ¿A Riki? Si Mimea, ese es el punto. Necesito a alguien que esté dispuesto a desbaratar la relación de Iason con ese animal, a alguien que esté a mi servicio.
- No hay necesidad. Usted sabe que yo…
- ¡Ni lo menciones Mimea! ¡Tú eres sagrada! – Bordeó a la mujer – Es inconcebible para mí el pedirte algo como eso…
- Señor… - Se perdió por unos instantes en su afirmación - … ¿Cuál es su plan?
- Veras… necesito que consigas a éste joven para que seduzca a Iason.
¿Estaba escuchando bien? La pelicastaña estaba sorprendida. Seducir al Mink era considerada una tarea que jamás esperó escuchar.
- Pero señor Raoul… ¿Qué seduzca al señor Iason? … ¿Eso en que ayudaría?
- Mi querida Mimea. La traición es una de las cosas que los seres humanos nunca perdonan, por mucho que Iason ame a Riki, si lo traiciona estando juntos… el muchacho no dudará en dejarlo, es una cuestión de orgullo, de honor. Y estando ese “tercero” de nuestra parte, se le ordenará alejarse de Iason cuando ese amor quede destruido… si es necesario, volverá a repetirse la misma operación, hasta que por fin se canse, se hastíe de poseer cuerpos impuros y se dé por fin cuenta de que soy el único que le conviene. Sé que lo que sucede con Iason es que está siendo victima de los deseos de la carne, basta con saciarle toda esa sed…
- ¿Y si ese alguien también se enamora del señor Iason?
La sola idea lo hizo querer vomitar.
- Por eso Mimea, necesito que sea una persona que ame el dinero más que a su propia vida. Si su corazón está lleno de avaricia, no tendrá cabida para más.
- Comprendo. Déjelo todo en mis manos.
El ojiverde mantuvo en sus labios una sonrisa llena de satisfacción. Estaba seguro de que éste plan estaba destinado al éxito.
***
El muchacho permanecía esperando en lo que parecía una pequeña oficina. Las paredes estaban tapizadas con tonos oscuros y en ellas colgando cuadros que mantenían aplastados diferentes diseños de flores; cuadros que llamarían la atención de la que se conocía como gente fina, el chico no debía de ser una de ellas, ya que aquellas plantas secas le parecían de muy mal gusto. Muy a pesar de su incomodidad y nerviosismo, el joven se mantenía silencioso. La mujer que se hallaba sentada frente a él, no dejaba de revisar sus papeles, lo único que los separaba era un escritorio de caoba, en el cual descansaba una inscripción, tal vez se trataba del nombre de la que lo había citado. En el instante en que iba a leerlo, fue roto el silencio.
- Así que Kirie…
- Si… ese es mi nombre.
Debía de ser lo más cuidadoso posible, de eso dependía su futuro.
- ¿Tienes dieciséis años? Estás demasiado polluelo.
- Yo complaceré a mi amo. Eso se lo puedo asegurar.
-Mmm…
Kirie notó que la mujer lo examinaba con la mirada.
- Jum… bonitos ojos – Mencionó Mimea con algo de burla.
- ¿De que te ríes? – No pudo evitar soltar con fiereza.
- No sé si me sirvas… - Pasaba las hojas de un lado a otro - Al parecer vienes defectuoso ¿Ese ojo te funciona?
A Kirie le dieron ganas de jalar a la mujer de los pelos.
- ¡Claro que funciona! Puedo ver perfectamente – El muchacho se puso de pie – Si no lo sabías he sido campeón de tiro con arco, he participado en…
La mujer hizo un gesto para que se detuviera. Cuando Kirie calló, Mimea le indicó que volviera a sentarse, a lo que el muchacho respondió con obediencia.
- No nos interesan tus cualidades deportivas. Te he citado aquí porque hiciste la prueba para sirvientes el mes pasado. Has aprobado con honores el examen escrito y en las pruebas prácticas has destacado notoriamente…
Kirie se sentía victorioso, estaba seguro de sí mismo, sabía que sería aceptado sin dudarlo.
- Entonces ¿Eso significa que… he…? – Sus ojos bicolores se iluminaron.
- Tu solicitud de ingreso ha sido rechazada.
- ¡¿Qué?! – Kirie se notaba claramente indignado – No saben todo lo que tuve que hacer para llegar hasta aquí, estuve noches en vela estudiando, me destrocé las manos limpiando, todo porque quería ser un Príncipe Blanco. Hice todo lo que me ordenaron, estoy seguro que no cometí ningún error… dices que aprobé los exámenes, entonces ¿Por qué he sido rechazado? ¡¡¡¿Por qué?!!!
- No he dicho que no sepas hacer tu trabajo. Eres bueno como mayordomo, uno de los mejores. Pero no tienes lo que se necesita para formar parte de la liga blanca – Lo miró con seriedad – Se recibieron quejas, quejas de tu comportamiento egoísta y altanero. A pesar de que cumplías con cada una de las tareas, no perdías tregua en hacer ver mal a tus compañeros, hacías trampas y en ocasiones hasta lo imposible por querer resaltar, para ti era indiferente el trabajo en equipo… esa no es la actitud de un sirviente blanco ¿Para quién crees que vas a trabajar? Los Am son personas muy importantes, personajes prestigiosos que necesitan a su servicio sólo a aquellos que sean capaces de mantener la compostura ante todo, de mostrarse dignos y puros ante la sociedad. Definitivamente un muchacho de los suburbios no puede mostrar estas cualidades.
Kirie se mordía el labio rabioso, provenía de un pueblo bastante humilde, por eso odiaba su situación, sentía que todo mundo lo desprestigiaba por ello. Había trabajado como mucamo desde que tenía memoria, pero siempre había sido en casas pequeñas. El chico admitía que su vida no era la mejor, pero hacía todo lo posible por surgir de entre la nada. Había sido capaz hasta de seducir a sus patrones para obtener lo que quería, ya fuesen objetos, viajes, dinero o cualquier otro capricho. Ya no tenía nada que perder, de ahora en adelante sólo había cosas que ganar.
- Pero aún tienes una esperanza de volverte un Príncipe Blanco. Si cumples con lo que te voy a proponer…
- ¡¿Qué debo hacer?! – Interrumpió emocionado ante la posibilidad de ver su sueño cumplido.
Mimea le miró con seriedad, a lo que Kirie entendió. Trató de mantener la compostura.
- Eres demasiado descortés – Suspiró – Trabajarás como mayordomo, pero no en la hacienda Am…
- ¿Qué? – Hizo una mueca – No me importa nada más. Quiero ser un Príncipe Blanco. No me interesa trabajar en ningún otro lugar que no sea la mansión Am…
- ¿Ni siquiera si se trata de los Mink?
Cuando Kirie escuchó aquello no pudo creerlo, la familia Mink era la número uno de toda la región. En la hacienda no se hacían protocolo con las contrataciones por lo que no existía algo llamado como sirvientes o príncipes blancos. Estaba más que claro que si quería triunfar y conseguir un buen estatus, tenía que servir a los Am. Ser un sirviente blanco, le abriría muchas puertas.
- Si haces lo que se te va a ordenar, serás aceptado como Príncipe Blanco oficial del señor Raoul.
Kirie sintió que se desmayaba, aquello era más de lo que jamás hubiese imaginado. Lo que había mencionado en ningún momento había sido discutido, pero Mimea luego de conocer el perfil del chico, había llegado a la conclusión de que eso sería el aliciente perfecto para que decidiera a formar parte del plan. Mentir profesionalmente era una de las cualidades que debía poseer un Príncipe Blanco.
- También serás recompensado monetariamente.
Con ello Kirie sonrió, codicioso.
- ¿De cuanto estamos hablando? – Alzó sus cejas sin abandonar aquella ambiciosa sonrisa.
- Mucho dinero. Eso te lo puedo asegurar. El señor Am sabe recompensar muy bien al que le obedecen. Dime ¿Quieres escuchar lo que voy a proponerte?
- De acuerdo, aunque estoy seguro de que haré lo que sea… ¿Con quien tengo el gusto de tratar?
- Con Mimea. La única Sirvienta Blanca, al entero servicio de los Am – Le respondió - Ahora, escucha atentamente futuro príncipe…
Todo eso había sido planeado por Raoul, ya con el muchacho en territorio Mink, podría moverse a su antojo.
Continuará…
