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Corazón Indómito por sue

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Notas del capitulo:

 

 

Hola!!!!! ¿Cómo la estais pasando en estas fiestas? :D nunca me había sentida tan descansada!!! xD (inner: si, pero igual tienes que sentarte a estudiar porque tienes evaluaciones pendientes en enero ¬¬) eres buena acabando con los ánimos sabes? u_u n_n pero si ya tenemos el capi listo!!! A leer, que está interesantísimo!! :B

 

 



La señora Mink en efecto era pomposa, vanidosa y con aires de superioridad tales, que casi podían sentirse los mismos densos en el ambiente. La casona estaba sumida en un estricto orden. Los sirvientes se levantaban más temprano que lo usual – ya que la señora tenía la mala maña de bañarse con agua caliente en cuanto saliera el sol, o se antojaba de pedir un tentempié en plena madrugada – cumpliéndose así cada uno de los caprichos de su patrona. A Daryl no le molestaba para nada servir a la mujer, estaba ya al tanto de su temperamento irascible, por lo que efectuaba cada uno de sus mandatos al pie de la letra para evitar que se volcase contra él. Aparecía con el desayuno a la hora convenida, ayudaba a la mujer en la escogencia de sus ropas – vestidos antiquísimos que parecían sacados de una película todavía más antigua – y hasta en ocasiones servía de masajista. La Mink estaba muy contenta con los tratos de Daryl, había felicitado a su hijo por ello y hasta le había propuesto el llevarse el muchacho en cuanto decidera marcharse. Obviamente el rubio se hacía el desentendido cada vez que su madre sacaba el bendito tema. No podía deshacerse del chico así como así. Un buen empleado jamás debe perderse.






Por otro lado a Riki ni le iba ni le venía la presencia de la peliplatino. Sabía que al provenir de una familia de buen linaje, estaba bañada de prepotencia y engreimiento. Así que sabía de antemano que bastaba con que no se acercara a la casa grande. La mujer era racista a más no poder, y eso se le notaba a leguas. Además qué, con el desplante del primer día tuvo más que suficiente.





- He venido más que nada, porque hay un negocio, un asunto que no me ha dejado dormir en los últimos días. Sabes que quiero nietos.




La peliplatino comía con delicadeza de una de las pequeñas tartas que habían traído para la merienda. Ese tema lo sacaba en el desayuno, en el almuerzo, durante la merienda y hasta cuando cenaban, a cada momento.




- Si. Lo sé madre.





- Entonces supongo que no me privarás de ese deseo – Su tono de voz era pausado, salpicado de un poco de autoridad en él.





- Para ello, primero necesito encontrar esposa… ¿Más té?





El ojiazul buscó de distraer la atención de su madre en cuanto al tema, pero la mujer era perspicaz, conocía a su hijo como la palma de su mano. No por nada era el único que tenía.





- Por ese pequeño detalle no te preocupes. Tu madre te tiene varias candidatas.





Iason tuvo un tic que logró disimular al instante. Siempre hubo obedecido las órdenes de su madre, y estaba seguro que cumpliría la que estaba por mandarle.





- ¿Ah si?... ¿Quiénes son?




- Antonietthe Allo, Priscilla Nuller y Brena Acusta – Nombró.





- Pero, si todas esas son ancianas – Mencionaba el Mink de modo burlesco, pero aún así guardando un tono respetuoso.





- No hables así. Son mayores pero ninguna te pasa la edad. Todas andan en disposición de encontrar marido. Lo que te hace falta para sentar cabeza es una mujer madura. Además… todas ellas son provenientes de las mejores y más influyentes familias – Contó jactándose - ¿Qué mejores candidatas para formar parte de la nuestra? Imagina tus hijos. Sabes que las tres que te he escogido son bastante hermosas.






Era cierto, las conocía desde pequeño, poseían pieles claras con preciosos cabellos y aún más preciosos ojos… princesas de ensueños y pintorescos cuentos de hadas. Algo totalmente apartado de la atención del hombre Mink.





- No creo que entiendas mis gustos, madre.





Iason se dirigió a la ventana, tal vez tratando de buscar a Riki en su faena.





- He escuchado que estás encaprichado. Te ordeno que te deshagas de esa idea. Debes cambiar esa actitud si quieres encontrar esposa – Notó que su hijo no mostraba signos de querer cambiar de opinión – Éstas mujeres están encantadas de tener una oportunidad contigo. Eres el hombre más codiciado de la región y lo sabes. He aceptado que las cortejes abiertamente porque todas cumplen con mis exigencias. Sobretodo porque no hay ninguna pelirroja… sabes que detesto a las pelirrojas – Soltó la mujer para luego apretar los labios.





Iason Sonrió un poco. Riki corría a auxiliar a uno de sus compañeros.





- ¿Y si es mestizo?




- ¿MESTIZA? – La señora se alarmó - ¡Eso nunca! ¡Te lo prohíbo Iason!





El rubio sólo pudo responder con una mirada. No había puesto empeño en disimular en que hablaba de un hombre, pero al parecer la mujer estaba dispuesta a sumirse en la entera negación.




- Si hago lo que quieres ¿Me dejarás en paz, madre?




- Sólo así.




Iason volvió la vista a la ventana, en donde la figura de su querido ya había abandonado su posible rango de visión.






- ¿Qué has dicho?



- Así como lo oyes. Al parecer el patrón ha decidido formar una familia. He escuchado que la joven es muy adinerada y muy preciosa… - El hombre hizo un gesto para que se acercara – Pero se ha divorciado dos veces, debe estar desesperada la pobre por cazar a un buen hombre.




Daryl no sólo se sorprendía de cuan rápido corrían los chismes en aquel lugar. También se había sorprendido por la noticia. No se esperaba aquel comportamiento por parte de su patrón, no teniendo a Riki.





- Señorita Antonietthe.




- Por favor. Ya no estoy en edad de ser llamada señorita.




- No importa cuanto tiempo pase, la rosa sigue siendo rosa y su perfume sólo mejora con los años.




La mujer se sintió halagada con las palabras del Mink. Sea abanicó un poco con la mano para disimular un poco la sonrisa que desmedidamente se mostraba en su rostro.





- Es usted todo un caballero señor Iason.




- Creo que las formalidades son innecesarias señorita Antonietthe.




- Ya veo… entonces permítame el llamarlo simplemente por su nombre.




- Sólo si usted me concede el mismo derecho.




Con una sonrisa dio el buen gusto a su petición.




A pesar de que aquella visita no fuera de su agrado, Iason había sido educado para comportarse como todo un hidalgo ante las damas. Se detestó a si mismo, si se tratara de Riki, él de seguro habría sacado a la mujer de aquel cuarto con unas cuantas palabras desagradables. Se sintió envidioso de la espontaneidad del muchacho.




- No dejes que Riki se acerque a la casa por nada del mundo.





Daryl mantenía aquella orden grabada en su cerebro. Hubo aceptado seguirla porque no tenía otra opción, pero a él mismo le molestaba la presencia de la supuesta Antonietthe. Si el Mink se casaba con ella sabía que era probable que todo iría de mal en peor para todos los sirvientes. Las patronas en ocasiones suelen tener más mano dura que los patrones.





Iason había creado un acuerdo consigo mismo: Si la mujer lograba despertar alguna clase de interés en él, sabría que lo existente entre Riki y su persona no constituiría más que un desorden temporal de su corazón – Si es que su corazón estaba formando parte del supuesto caos – Pero aparte de ello, el rubio conocía con exactitud la veracidad y rapidez con que llegaban los rumores a oídos de todos los que rondaban en sus dominios; estaba seguro de que Riki no tardaría en enterarse de todo ¿Qué clase de reacción tendría? La esperaba con sumas ansias, lo carcomía de a poco en poco.





- ¿Por qué no puedo entrar? ¿La señora ha impuesto una nueva ley? – Riki interrogaba a Daryl una vez más – He escuchado que ha llegado una señora muy guapa y con cara zorruna, que se arrojó a los brazos del tarado del patrón en cuanto lo vio ¡Anda! Cuéntame todo lo que sabes ¿Qué acaso no estás de mi parte?




- Riki… no me lo pongas más difícil, por favor…





El joven mayordomo desconocía como proceder. Por un lado tenía la lealtad de su patrón en juego y por otro, la valiosa amistad del moreno. Terminó hablando al fin.





- ¡Claro! Su madre tiene que ver en esto… ¡¿Cuándo no?! – No pudo disimular cuán enojado estaba.





Iason estaba reunido con una mujer, Riki no podía apartar esa idea de su mente luego de enterarse de con quien se encontraba el hombre… y “a solas”. Estaba seguro de que no sólo se instalarían a hablar.




- Riki ¿Qué vas a hacer?




- ¿Qué voy a hacer de qué?




- El señor Iason está con una mujer ¿Eso no te molesta?




Riki se puso de colores.




- ¿Por qué habría de molestarme? – Desvió la mirada. Trató de hacerse el desentendido, pero era más que obvio que si le molestaba.





- Porque conozco al señor y estoy seguro de que lo hace en contra de su voluntad. Tú me defendiste la otra vez y me salvaste de ser llevado de aquí. Me pregunto ¿Quién salvará ahora al señor?





El pelinegro se perdió ante sus palabras.





Salió corriendo. Se encontró en el camino a su mayordomo. Sin miramientos, Riki llegó hasta donde estaba Kirie y vociferó de manera autoritaria:




- ¡Quítate la ropa!




- ¿Qué?




En un acto reflejo, el muchacho se llevó las manos al pecho, buscando de resguardarse.





- ¡Que te la quites te digo!




Sin preverlo, el muchacho se abalanzó sobre el otro buscando de desvestirlo. Kirie se había sonrojado, no sabía que estaba sucediendo, estaba seguro de que su patrón momentáneo estaba buscando el abusar sexualmente de él ¿Se dejaría ultrajar por el animal de Riki? A su juicio lo mejor era no resistirse, después de todo su plan en aquella hacienda no había echado sus raíces. Por más horrible, detestable y molesta que le pareciera la idea, Kirie terminó aceptando lo que viniera luego…




- ¿?




Kirie observaba como Riki se acomodaba el traje negro que instantes antes hubo estado en su cuerpo.




- Señor… Riki…




El pelinegro se medio peinó los cabellos, acto seguido se llevó el dedo a la boca.





- Ni una palabra.





En aquel cuarto, Iason y Antonietthe habían desistido de usar las palabras. Ahora sus labios cumplían otra labor. A esa edad no era necesario hacerse el difícil. Ambos sabían a lo que venían, lo que querían y hasta donde querían llegar. No viéndose muy apartados, de las condiciones de macho y hembra que sólo buscan reproducirse.





Tocaron a la puerta en el instante en que Iason se disponía a introducir su rostro en el cuello de la pálida mujer, la misma no disimulaba el grado de excitación que le había desatado los besos del hombre. Su hermosa cabellera se extendía por toda la extensión del mueble.





- Debe ser el té – Se detuvo.




- Déjalo… eso puede esperar – Junto a una sensual sonrisa, Antonietthe buscó de llamar una vez más la atención de sus labios.




- He mandado a traer unos dulces especialmente para ti.




El rostro de la mujer se iluminó.




- Sabes lo que le gusta a una mujer.




Los dos se acomodaron. El ojiazul mandó a entrar al que aguardaba tras la puerta.





El Mink nunca se hubo sorprendido tanto es su vida. Riki llegaba de traje con la supuesta bandeja llena de dulces y té entre sus manos.




- “¡Riki!”




- Con el permiso de los señores – Riki actuó.




- Adelante – E Iason le siguió la corriente. Quería saber hasta donde era capaz de llegar ese teatro.




Antonietthe le miró acercarse. Su mirada no era para nada agradable. Riki servía de la tetera.




- Té de flores ¿Es del gusto del señor?




- Enteramente – Tomó la taza entre sus manos.




En el instante mismo en que sus pieles rozaron, ambos se dirigieron sonrisas disimuladas.




- Ah… señor, creo que le escurre un poco la baba… aquí – Se señaló su labio, indicándole el sitio.





El ojiazul deslizó con rapidez sus dedos buscando de limpiarse. Se dio cuenta luego de que todo se trataba de una mentira. Riki sonrió con gusto, descubrió que le encantaba hacer caer a su patrón en esas pequeñas bajezas. Se dirigió a la mujer, que le incrustaba la mirada enojada, debido a su interrupción. Riki detonó por el desarreglo de sus vestidos y su rostro sonrojado, que las pláticas habían pasado ya a un segundo plano.




- Espero no haber interrumpido – Riki hizo un gesto dramático - ¿Y la señora, quiere té…? ¡Ups!





La taza junto a su contenido cayeron vertiginosamente sobre la mujer.





Rápidamente Antonietthe se puso de pie.




- ¡Eres un inútil!




- Discúlpeme – Sacó un pañuelo y lo llevó directamente a los pechos prominentes de la mujer - Vaya... ¡Enhorabuena señor Iason! ¡Se ha usted ganado el premio mayor! – Acto seguido tocó atrevidamente los mencionados pechos.





Cuando la mujer buscó de golpearle, el ojiazul la tomó rápidamente de la muñeca alzada.




- No se toca a mis sirvientes. Ya la farsa se acabó. No tengo pensado el contraer matrimonio por ahora. Lo mejor es que se marche… Señora Allo.





Esas palabras fueron más que suficientes. Llamar señora a una mujer que no se creía como tal era igualado a un insulto. Antonietthe salió furiosa de la habitación.






- Vieja perra – Masculló Riki. Se dirigió al rubio: – ¡Llegó la caballería! Agradéceme que te haya salvado de sus garras.





Iason observó a Riki de pies a cabeza.




- ¿Qué? - Escupió.




- ¿Y esas fachas? ¿A que ha venido todo eso Riki?




El muchacho se cortó. Su mente se puso en blanco por unos segundos.




- … ¿Cómo qué por qué? ¿Quieres realmente que tu madre se meta en tus decisiones?




- ¿Que sucede si digo que no me importa, que me es indiferente?




El silencio ésta vez los abarcó a ambos. Iason esperaba pacientemente su reacción.





- ¡Bah! Olvídalo. No entiendes nada.




Riki buscó de salir del cuarto, pero no pudo cumplir con su cometido. El rubio lo tomó posesivamente por detrás.





- ¿Me puedes decir que no entiendo? – Su tono de voz era en extremo sensual.




- No entiendes nada de la libertad… a pesar de que todo esto te pertenezca, al final no eres dueño de ti mismo… y eso es por tu culpa… por darle ese derecho a tu madre…




- ¿Y para ti qué consiste ser libre? – Se apretujaba contra su espalda.




- Es… poder hacer lo que quieras, cuando quieras y como quieras… sin que nadie se meta en ello. Pero, más que eso… es poder estar con quien nos de la gana… sin que nadie nos obligue.



Los ojos del Mink se iluminaron.




- ¿Así qué nada te obliga a estar conmigo?




- … Lo hago porque me da la gana.




Iason le lamió el lóbulo de la oreja.




- Veo que te molesta el que esté con otra persona...





- ¡Te equivocas! Yo no…




- No sabes cuanto me excitó verte entrar por esa puerta vistiendo así…




- Iason…




- Adoro que estés bajo mi disposición. Así sea fingiendo.





- … - Cerró los ojos y se dejó arrastrar por las palabras de Iason – No te creas cosas que no son… simplemente no me gusta que otras personas obliguen a otras a hacer cosas que no quieren… eso es todo… al igual que tú, dejo que me hagas todo esto porque quiero…




- Hay algo que yo también quiero…




El mayor empujó al muchacho hasta que éste logró quedarse recostado sobre el escritorio de caoba. Ahí, se dispuso a deshacerse de sus pantalones y ropa interior, dejándole únicamente los zapatos y los calcetines. Le abrió las piernas lo suficiente para deleitarse con el panorama. Riki se sentía en extremo excitado, la mirada lasciva de Iason se lo estaba comiendo entero. El mismo mantenía sus piernas extendidas con ayuda de sus manos.




- Rápido Iason… - Gimió. Estaba al tanto de que debía satisfacer no sólo su deseo, sino el del Mink.




- Voy a darte un trato especial…




- ¿Qué…? Ah… Iason… no uses tu lengua… no….




El rostro del pelinegro se contorsionó en una mueca de satisfacción. El rubio le lamía el ano, aquella sensación era magnifica, pero el placer que le daba era tanto, que sentía deseos de gemir y de revolcarse en aquella mesa. Cerraba los ojos y veía en su imaginación, todos los colores estallándole en la cabeza.





- No es necesario… No hagas eso… - Sus mejillas estaban totalmente ruborizadas – Métemelo ahora… ah… quiero sentirlo ya… - Se quejaba, más sin embargo el Mink hacía caso omiso a sus peticiones. Tener a Riki así le fascinaba – Maldi… ción… - Empezó a mover la cintura y a masturbarse, para al menos poder llegar al orgasmo lo antes posible. En el instante en que Iason le introdujo la lengua en el interior, el muchacho tuvo un espasmo, se arrojó sobre la madera. Se llevó las manos a la cabeza – Iason… ah… ah… - Se había relajado tanto, que la lengua de su compañero podía entrar y salir a voluntad por el esfínter.




Cuando notó que el inhiesto falo de su compañero estaba a punto de estallar, el Mink llevó uno de sus dedos hasta la punta y lo selló. Con aquello logró enloquecer a un más al moreno. El rubio dirigió su propio pene erecto hasta la entrada del joven y con facilidad, logró deslizarse en su interior.




- Muévete… no te quedes así… - Exclamaba el Riki que empezaba a sudar más y más.




Obedeciendo al pelinegro, Iason empezó las embestidas, siempre procurando que el miembro del otro también recibiera la atención adecuada. Para ello amasaba aquella punta rojiza y húmeda, restregando aquel líquido pastoso en todo el contorno.





Riki no se contenía, le pedía que le diese más fuerte, abriendo de por sí más esas piernas y apretando de tanto en tanto su trasero. Sabía que de aquella manera no sólo el pene del hombre al rozar le daría mayor placer, sino que haría que le mayor viera todo el sistema solar junto a sus estrellas.




- Riki… - En el instante en que llegó al orgasmo, el rubio hizo mayor presión, procurando que al quedarse encajado, lograra llenar completamente al muchacho son su esencia.





- Te he dicho… un millón de veces… que… bah… no importa – Riki llevó uno de sus brazos hasta la cara completamente empapada en sudor, en donde la cubrió y se dejó llevar por la exquisita sensación que le otorgaba el semen inundándolo.





- ¿Qué te parece Riki? ¿No te sientes dichoso? De ésta manera tendrás a mis bebes.





Riki descubrió su rostro. No pudo evitar soltar una sonrisa, no sabía si eran porque le había parecido divertido el comentario o porque la sensación procedente al orgasmo le hacía sentir como en las nubes.




- Je… no digas tonterías – Dirigió la vista al techo – Muévete un poco más mientras te corres… aún se siente rico… - Suspiró.






Iason tenía muy en claro que si confesaba su evidente amor por Riki podía perderlo. El amor - al igual que las personas – es complicado e inentendible. Lo que en cierto modo lo alegraba, eran los celos que había logrado percibir en el muchacho. Él no había actuado así simplemente por sentirse una especie de salvador o defensor de los inocentes, no… El Mink estaba seguro de que todo eso ocultaba sus verdaderas intenciones, sus verdaderos sentimientos ¿Quién sabe? Tal vez Riki estaba despertando sus propias emociones hacía el rubio, y si todo esto apuntaba a lo correcto, el experimento en el que estuvo involucrado la supuesta señorita Allo había dado sus frutos.





Sólo esperaba que aquel lazo que tenían se lograra transmutar en amor. Lo esperaba ansiosamente.









Continuará…





Notas finales:

 

 

Me tomó parte de la noche, pero logré anexarle el lemon, que tal estuvo? Gomene si o les gustó xD (inner: o//////O) ya vemos que nuestro Riki se ha puesto celoso!!!! Porque por más que lo disfrace, esos son celos compadre!!! xD ajá… el plan de la Mink ha fallado ¿Cuál será su siguiente jugada? ¿Será capaz Riki de acabar con la tiranía de la señora??? (inner: sólo falta que el mestizo haga un golpe de estado o algo así :3) x3 gracias a todos por haberse tomado el tiempillo de leer el capi y por cualquier comentario que deseen dejarle a ésta autora, que escribe para ustedes con mucho cariño y love *3^ amen mucho y pórtense bien!! Bye Bye!!

 

 


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