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Corazón Indómito por sue

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Notas del capitulo:

 

Hola!!! Sue reportándose!!! :D Gomenasai por tardar más de lo acostumbrado, como siempre las ocupaciones los absorbe a uno n_nUU Sue está muy contenta porque ya se descargo el ova 1 “remakeado” de ank… quedé fascinada con el nuevo look de la Mimea! Se ve bellísima esa mujer *w* pero, en nuestra historia, ella tendrá la apariencia antigua o la de la novela, de cabellos y ojos castaños, ya después veremos como le damos el cambio ;) … en fin!!! Gracias a por venir a leer :B ¿Qué sucederá?  ¡Qué intriga! ¡Qué intriga! ¡Léanlo y descúbranlo a continuación! :O

 

 

 

***Flash Back***


- Snif… snif…


- Riki ¿Qué ocurre? – Se acercaba preocupado ante los sollozos del pequeño.


- Guy… Guy… snif… está muerto – Con su dedito señaló el sitio en donde se hallaba un pajarito sin vida - ¿Por qué Guy? … yo lo solté para que pudiera volar… y ha pasado esto… - Se limpiaba con rudeza las lágrimas.


- Ay Riki… - El mayor le instó a que levantara la mirada – Es por eso que es peligroso privar de su libertad a un ser vivo. Puede llegar a depender tanto que no sabrá vivir sin ti.



- Guy… - Riki no quería que le viera llorar, sus mejillas estaban tan coloreadas y sus ojos completamente aguados.


El mayor se aproximó y con suma delicadeza, le dio un beso en la frente.



- Ya, tranquilo…hay que limpiarte esas lágrimas cuanto antes. Los hombres no deben llorar.



***Fin del Flash Back***



- Qué patético… a pesar de todo, soy un cobarde – Mencionó al viento.



Riki se hallaba en extremo desilusionado de sí mismo. Se había marchado de la mansión Mink sin esperar a Iason, así hubo evitado el tener que hablar con él; y no sólo eso, escapando de la casa de Katze terminó ejerciendo otro acto de cobardía ¿Qué no lo había hecho por miedo a que el ojiazul nunca llegase a consolarlo? Riki se sintió peor aún. Él no era partidario de hacer esa clase de cosas. A él le gustaba dar la cara y mostrarse firme ante todo ¿Por qué…? ¿Por qué de tan sólo pensar en Iason sentía que le flaqueaban las piernas y le faltaba el valor? ¿Por qué deseaba tanto salir huyendo? ¡¿Qué le estaba pasando?! ¡Ya no era él mismo!



- ¿Qué hago aquí? – Sentado sobre una piedra, abrazó sus piernas –… Soy un completo idiota – Ocultó su rostro que denotaba angustia – Ni siquiera tengo el valor de mirarlo a la cara…


Dejándose llevar por la oscuridad de sus ojos cerrados, Riki imaginaba que se perdía más allá…


- ¡Tsk! – Desistió. Se levantó, pateó la tierra y escupió en ella a modo de berrinche.


Mientras el polvo volvía a su lugar bajó el rostro, los mechones negros le ocultaron ¿Qué debía hacer? ¿Hacía donde ir?


Pensó de inmediato en iniciar el recorrido hacía Ceres, su pueblo natal. Pero las excesivas ganas de regresar que hubo tenido por tanto tiempo, parecieron haberse esfumado ¿Era allí donde realmente debía ir? Después de todo, la sensación que le dejaba el haberle sido infiel a su pareja, lo hacía retroceder una y otra vez en cada uno de sus pasos ¿Qué significaba para Iason el ser amantes?


- ¡Riki!


Ante el llamado, el muchacho se giró. Una impresión fue la que recibió cuando ante sus ojos negros, se apareció la imagen del Mink montado sobre el caballo de Katze.


- Iason… - Sintió como si le hubiesen cortado todos los suministros de aire.



Lo último que pensó el rubio fue que el muchacho terminara yendo hasta aquel paraje tan solitario, y menos que continuara en territorio Mink. Pensó que lo había perdido, realmente lo hubo creído. Iason se bajó del equino con rapidez.



- ¿Qué haces aquí? – Quiso espetar el pelicorto - ¡!



Más Riki no pudo continuar, el mayor se había aproximado, había corrido hasta él para capturarlo en un fuerte abrazo. Ahora no quería soltarlo y el menor no sabía cómo reaccionar, era la primera vez que el Mink lo abrazaba de aquella forma. Que lo apretaba hasta casi quebrarle los huesos.



Un cosquilleo se instaló en todo su rostro, era como si estuviera a punto de entumecérsele, y aquella sensación en el estómago se estaba volviendo insoportable ¿Emoción? ¿Dicha? Riki correspondió al abrazo, lo hizo con todas sus fuerzas. Era como si hubiese pasado tanto tiempo y ahora que le veía de nuevo… ¡Era tan… fantástico lo que sentía! Tanto, que no le era fácil describirlo con su corto vocabulario.  



- Pensé que no volvería a verte – Se atrevió a mencionar el rubio con su fino tono de voz.



- Iason… - Riki estaba entre sorprendido y confuso. Nunca esperó que volver a ver al Mink lo haría sentir tantas cosas. Que lo hiciera deshacerse de su forma tan arrogante de comportarse, que le quitara aquella maña de buscar de hacerle sentir mal… ¿Qué era todo eso? ¿Acaso todo eso que era…?



Cuando le soltó, el moreno quedó maravillado ante la expresión que había en el rostro del Mink, era una expresión que contenía cierto brillo, cierto encanto… el pelinegro apartó la mirada, no pudo aguantar el verle así. Era cierto, le había extrañado todo ese tiempo que estuvieron separados, sino ¿Por qué su corazón había empezado a palpitar con tanta fuerza desde el primer instante en que sus ojos le hallaron?


- ¿Por qué te fuiste? – Preguntó el Mink.


- ¿Cómo que por qué? Porque me echaron de la hacienda – Soltó con algo de enojo – No le veía el caso a estar…  


- No me refería a eso… se suponía que no debías abandonar la quinta de Katze.  


- Pues…


- ¿Por qué no esperaste?  – Preguntó sin comprender el motivo de su actitud.


- ¡¿Para qué?! ¡¿Para luego enterarme de que realmente si tenía que poner mis pies fuera de la hacienda?!



- ¿Qué te hace pensar que yo quería que te fueras? Nada de esto fue mi idea, nada.



Cierto grado de tranquilidad se instaló en el Riki, estaba completamente satisfecho y hasta feliz de escucharle. Un extraño pero agradable cosquilleo, le inundó al darse cuenta de que la señora Mink había actuado por su cuenta, las decisiones de Iason no tenían nada que ver.



- ¿Lo dices en serio Iason? – Preguntó con suavidad - ¿Nada de esto fue tu idea?



El Mink se lo aseguró.



- Ya veo… - Se llevó la mano al pecho - Yo… creí que no querías dar la cara en esto… veo que me he equivocado. He hecho mal al juzgarte – Riki hacía lo posible por no mirarle. La culpa no lo dejaba, había dudado de él.



El Mink se maravilló ante las palabras emitidas por el muchacho ¿Era posible que su amor por él se multiplicara tanto?



- Pero, hay algo que no comprendo ¿Qué haces aquí en la pradera? El pueblo queda del lado contrario.



El moreno hizo silencio por un par de segundos. Luego se enfocó en responder a la incógnita.



- Pues… antes de irme quería visitar éste lugar. No sé, cosas sin sentido.



Claro que tenían sentido, en aquel lugar habían tenido su “primera cita”, en aquel sitio le había exigido que le besara.



El Mink amarró al caballo. Se aproximó hasta Riki y le abrazó, el moreno se dejó hacer. Se desconoció por completo, por algún motivo aquel abrazo le pareció en extremo agradable. Correspondió al mismo de manera dulce y cariñosa. Era como si aquella soledad que se había instalado en su corazón días atrás, se hubiese esfumado. Ya no batallaría con su orgullo, en ese instante sólo quería ser absorbido por el abrazo del hombre, que le hiciera sentir que no volvería a dejarle solo nunca más.



- Riki… me has hecho falta todos estos días… y el no encontrarte al llegar a casa ha sido…



- Shhh. Olvídate de eso – Riki no quería pensar en nada más – Iason…



El mayor fue en busca de sus labios. Aquel besó tan ansiado. Riki sintió como si miles de insectos hubieran hecho metamorfosis en su vientre. Su respiración se entrecortó al instante. La lengua del mayor le acariciaba la suya  tan compactamente, que el muchacho no se imaginaba como había podido sobrevivir tantos días sin besar al rubio. Ellos, que siempre optaban por besarse con desespero, como si tuvieran el tiempo en contra, ahora se esmeraban en besarse dulcemente, pausadamente…   



- Ah… Iason… ya no puedo más – Restregaba con fuerza su cadera contra la del ojiazul - Házmelo… - Pidió el moreno – Aquí mismo, sobre el monte si es preciso – Sus mejillas se hallaban completamente teñidas. Que lo hiciera suyo… Riki ansiaba por completo que domara aquella bestia salvaje que habitaba en su interior.



- Pero Riki… - Le miró con ternura – De una manera tan vulgar…  


- ¿Ahora sacarás el recato? ¿Después de haber hecho tantas cochinadas a espaldas de los demás? – Riki le incitó – Anda… mira – Señaló el lugar en donde el monte crecía con abundancia -  Si nos recostamos sobre las amapolas, el viento se encargará de disimular el ajetreo de las flores…


Iason sintió cuando la mano cálida de Riki se posó sobre la suya. Fue un sentimiento indescriptible el que le produjo aquel gesto.


Se arrojaron sobre la hierba. Iason y Riki bajo suyo. El exceso de nubes en el cielo, le impedía a los rayos del sol interferir con aquel sagrado momento.


- Iason… enséñame cuanto me extrañaste… - Expresó en un dulce murmullo.


Los ojos del rubio se iluminaron, trató de besarle y de tocarle, más el Riki se lo impidió.



- No, no – Negó con la cabeza, juguetón. Tomó la mano del mayor y la dirigió hasta la habitación en donde moraba  “El señorito” – Muéstrame que hacías cuando pensabas en mí… ¿Te masturbabas? – Sonrió lascivo – Quiero verlo. Quiero ver como hacías para satisfacer ese deseo…


Ah…  el Mink simplemente amaba aquel modo de ser del mestizo.


- Mi Riki…a ti, te lo mostraré todo.


El hombre se deshizo de cualquier rastro de ropa que pudiera interferir con su cometido, quedando desnudo de la cintura para abajo. Riki se sonrojó aún más al notar el inhiesto pene del rubio frente a él, por más que deseara acercarse y tomarlo, se contuvo. Iason procedió a tocarse, a acariciar son sus manos aquel trozo de carne palpitante. No pudo evitar gemir, sonrojarse…


- Si… así me gusta – Riki le acarició con suavidad la mejilla.


El Mink aumentó la rapidez con que subía y bajaba su mano. Sus ojos entrecerrados y sus labios curveados, exhalando aquellos gemidos…


- Está todo húmedo aquí – Llevó sus dedos hasta la punta y tomó un poco del pre semen. El rubio continuaba en lo suyo, con dificultad podía mantener los ojos abiertos – Imagina que me haces tuyo… imagínalo todo…


- Ri…ki… ah… - Sentía que ya no podía seguir tragando su propia saliva.


El moreno llevó sus manos hasta las nalgas del hombre, allí, luego de recorrerlas un poco, introdujo sus dedos hasta que los mismos lograron entrar en la cueva del mayor.


Iason se contorsionó y se agachó aún más, aquella intromisión le había excitado de más. No podía mantenerse por mucho tiempo. Su piel había cambiado de blanca a rosada. A Riki le encantó, aquella piel lechosa era difícil de admirar en donde hubo crecido, a su cama habían transitado muchos tonos, pero nunca uno tan espléndido como aquel, y llevado por ese sentimiento de magnificencia, metió los dedos un poco más y empezó a moverlos, a girarlos.
 

- Riki… oh… - Abría y cerraba los ojos. Sus mejillas estaban tan escarchadas de rubor.


- ¿Quieres que te lo haga? – Le gimió al oído – Todo a su debido momento. Hoy me toca a mi ¿Sabes? Debes recompensarme por todo lo que ha pasado…


No podía contenerse. El muchacho se deshizo de sus propias ropas lo antes posible. Si seguían de ese modo, no tardaría en dominar al mayor. Riki le indicó al Mink que se sentara en cuclillas, acto seguido se fue sentando, se fue penetrando. Se detuvo cuando notó que el miembro se había atorado debido al grosor. Cogió un poco de aire y de un sólo golpe terminó de sentarse sobre la pelvis de Iason. El moreno cerró los ojos, dejándose llevar por la sensación de aquel pene dentro de él. Se recostó en el pecho del rubio y giró un poco la cabeza, de modo que pudieran besarse, aunque torpemente. El ojiazul subió un poco la cadera, de modo de que el muchacho buscara de moverse.


- Ah… - Riki gimió – Iason… hazme gemir tu nombre… lléname todo como la otra vez…



Sin pensarlo dos veces, el Mink empezó a moverse al tiempo que Riki empezó a subir y bajar sobre sus piernas. El pelinegro se apoyaba de las manos que le había extendido el mismo Iason.



Riki no aguantó más, se levantó de su “silla”, se arrojó sobre la hierva y levantó su trasero, de modo que quedara totalmente expuesta, su entrada rojiza, húmeda y ensanchada. La misma se abría y cerraba de tanto en tanto, en total parsimonia con el respirar del muchacho.


- Ia… son… - Vociferó como pudo – Rápido…


Iason se aproximó y buscó de meter su pene en aquel agujero. Riki sintió una ola de placer abarcarlo, aquella posición le permitía sentir el pene de su compañero en toda su extensión. Le atraía la idea de que el mayor le embistiera de manera ruda y sin rodeos, sin miedo a lastimarle o a romperle, que le hiciera sentir lo que era estar con un macho de verdad.  


- ¡Si!… ¡Así!… ¡No te detengas!… - El moreno arrastraba su rostro sobre sus manos – ¡Más!… ¡Dame más fuerte!… - Y no se reprimía en ningún momento.


El hombre respondía a cada una de sus peticiones. Se aferraba con fuerza de aquella cintura morena y con fuerza, incrustaba su hombría en aquellas paredes carnosas. Riki había visto a muchos sementales en celo… y a decir verdad, los animales quedaban en completo ridículo ante ellos.


En el momento en que Iason estalló dentro de él, Riki soltó un gemido tan placentero, que el ojiazul se le arrojó encima, tratando de sentir su agitado corazón latir desde su húmeda espalda. Lo enrolló en un abrazo.


- Creo que… es tu turno  – Sonrió un poco. Se hallaba completamente sudado, pero el viento se encargaba de refrescarlo.


El Mink le respondió peinándole los cabellos con los dedos.


- Para eso aún hay tiempo… Ven… regresemos juntos a la hacienda – Mencionó el mayor al tiempo que le extendía su mano.


Riki dudó, se aferró a las ropas con que el Mink le había cubierto la desnudez ¿Regresar decía? ¿Qué le esperaba si eso sucedía? Estaba más que convencido de que si regresaba, la señora acabaría molestándose con Iason. Él no quería que algo así sucediese. Sabía cuanto amaba el rubio a su madre.


- ¿A estas alturas, crees que puedo regresar? – Pero le era en extremo difícil contarle sobre sus preocupaciones.


-  Riki… no te preocupes. Yo voy a protegerte… pase lo que pase – Emitió en un suave suspiro.


De nuevo sentía la sensación “mariposeante” en el estómago.



- ¡Chia! – Se dio un golpe sonoro en la frente - ¡Basta de estas idioteces! – Se levantó obviando el gesto de cortesía del mayor – Está bien. Volvamos a casa, Iason.


Volvamos… “A casa”


El Mink no pudo evitar que aquella sonrisa se dibujara en su rostro. Sabía que el mestizo trataba por todos los medios de ocultarle el sonrojo de sus mejillas.     
 


- ¡Imposible! – A kirie casi le da un infarto cuando vio llegar al señor junto con Riki.


Riki le saludó agitando la mano junto a una sonrisa. Sabía con exactitud que su mayordomo había sido de los primeros en celebrar su partida.


Cuando estuvieron frente a la casa grande, el moreno se detuvo, incómodo. Iason se acercó hasta el menor.


- Espérame aquí, Riki – Estaba al tanto de lo que percibía.



- ¿Eh…? – No entendía para qué. Asintió con levedad, la forma en que Iason le miraba le hacía sentirse en extremo dominado.



- Madre ¡Madre! – Llamaba ya en el interior del recinto - ¿Dónde estás? Hay algo de lo que tengo que hablar contigo.



- ¿Ni hola ni cómo estás? ¿Qué sucede Iason? Te marchas por unos días y regresas totalmente exaltado – La mujer aparecía junto a Daryl. El mayordomo miraba de un lado a otro, buscando a Riki a la diestra del patrón.



- Madre… ¿Cómo te atreviste a despedir a uno de mis empleados? – Mencionó – No… ¿Cómo te atreviste a echar a Riki de mi casa?



La Mink suspiró.



- ¿Eso es todo? ¿Esa es la razón de tu berrinche?



- ¡Madre!


- Bien, si quieres puede quedarse de nuevo -  Agitó su mano, como dándole poca importancia al asunto. Se dio la vuelta, dispuesta a irse a su alcoba.


- Quiero que te vayas madre.


- ¡!


La peliplatino se detuvo en seco.


- ¿Quieres que yo… me vaya?


- Si.


- Bien… si es lo que quieres.
 

De la manera más suave posible, el rubio le había pedido que dejase la hacienda. La mujer hubo accedido solamente porque pensaba que lo que tenía era miedo, pavor al matrimonio. Si usaba las palabras correctas, estaba segura que volvería a tener a su pajarito de ojos azules comiendo de su palma.



- No comprendo… tu repentino cambio de actitud, tu falta de interés por formar una familia, tu irrespeto hacía mí… ¿Qué te  ha hecho cambiar así? – Trató de interceptar.


- No insistas madre.


Ambos descendían por las largas escaleras que llevaban al salón principal. El rubio llevaba las enormes maletas de su madre a un lado. Habían hechos las maletas con una rapidez sorprendente.


- ¿Es que ya encontraste a esa mujer por tu cuenta? ¿Es eso? – Buscó más y más alegatos – Ese muchacho… ese muchacho te ha metido todas estas ideas en la cabeza ¿Por qué no comprendes que nada de esto te hará ningún bien? Terminarás solo y herido…


El rubio hacía lo posible por esquivar a la mujer, quien trataba de tomarle del brazo.


- ¡Iason!



Cuando el Mink abrió la puerta, se halló con Riki, quien lo miró de frente… ah… ¡Cuan caprichoso era el destino! Por más que trató, el moreno no pudo desviar su propia mirada, como si hubiese sido capturada por aquella región que iba desde los pies a la cabeza del rubio, no podía ver nada más que a Iason ¿Por qué se había quedado ahí?... ah… realmente se había quedado a esperarlo… verdaderamente encantador.


La peliplatino sin embargo, no estaba dispuesta a dejar las cosas de tal manera.


- Iason… vuelve en ti. Recapacita… aún tienes oportunidad de encontrar una buena mujer… a enmendar tus errores.



Riki, desconociendo el motivo se sintió vulnerable, aunque ya conocía los rumores de que el Mink estaba buscando esposa, igualmente era doloroso escucharlo.



Para Iason, vivir envuelto en un matriarcado no le había incomodado, ni siquiera le hubo prestado el más mínimo de los cuidados. Su madre siempre terminaba escogiendo las cosas que él quería hacer o tener, siempre cumplía con sus caprichos, así que nunca tuvo queja alguna en cuanto a eso, pero ahora, todo eso se estaba debatiendo en su interior con sus propios prejuicios.   



Los ojos azules por nada del mundo se apartaban de aquel hombre cohibido y de talle pequeño. Lo único que necesitaba el Mink era volver a obtener su independencia, que había ganado cuando la mujer decidió marcharse y dejarlo entre el polvo y el olvido.



Por mucho que Iason amara a su madre, estaba dispuesto a todo con tal de soltarse de sus riendas.



- ¡! – Y así, se apartó de sus alas, para iniciar su propio vuelo…



- ¿Quieres saber la verdad madre? – Iason dejó las maletas a un lado, se acercó con determinación hasta donde estaba Riki, y con la misma osadía lo tomó de la cintura y lo acercó hasta su cuerpo. El moreno estaba entre desconcertado y sorprendido – Amo a éste hombre.



- Ia… ¡Iason! – Murmuró con enfado el menor ¿Cómo le decía eso a la aterradora mujer? - ¿Qué estás diciendo? ¡No me metas en tus rollos! – Más rojo no podía estar. Era tan embarazoso.



- Soy libre de estar con quien me de la real gana, madre – Dijo con total orgullo. Ah… ¡Y fue tan exquisito usar esas palabras tan ordinarias!


- Estás equivocado… ¡Tú no amas a ese hombre! ¡Por favor Iason, reacciona!


- Madre…


- ¡Me niego a aceptarlo!


Como pudo Riki se apartó del ojiazul. Todo pasó muy rápido. La mujer se aproximó y de una bofetada marcó y desvió el rostro del que era su hijo. El moreno no pudo disimular cuando sus ojos se abrieron al máximo, debido a la impresión de la escena.



- ¡Decídete Iason! ¡Es ese sucio mestizo o yo! – Exclamó con autoridad la madre, totalmente desesperada por recuperarlo.



No se esperó con que le saliera con esas. Iason cerró los ojos y suspiró con fuerza, como si estuviera acallando el alboroto que se estaba produciendo en su corazón.



- “Iason…” – Riki se llevó la mano al pecho, aquella pelea… estaba seguro de que era su culpa, si no hubiese regresado, quizás… después de todo, el pelinegro sabía cual sería la decisión final del rubio… terminaría escogiendo a su madre, de seguro.



- Elijo a Riki, madre.


- ¡¡!!



¿O Riki estaba equivocado?



La mujer nunca hubo abierto tantos los ojos en su vida, estaba en completo shock. Su hijo, su amado Iason ¡La había sobrevalorado ante un impuro mestizo!



No dijo nada más, la Mink se marchó dejando a los hombres completamente solos.



Iason sabía que había herido el orgullo de su madre, estaba seguro que corría el riesgo de ser desheredado de su parte. La reputación de la familia era lo más importante para esa mujer. Ya todo estaba hecho. Nada se podía hacer.



- ¿Qué estás haciendo? ¡Ve a por ella, arregla éste malentendido! – Exclamaba Riki, aún sin poder creerse lo que acababa de pasar - ¡Oye! – Lo jalaba con fuerza del brazo una y otra vez, sin recibir respuesta en ningunas de las oportunidades - ¡Iason!


El Mink le dirigió una mirada fría ¿Qué había que malentender?



- Iason.



Riki llamó la atención del hombre nuevamente. Sintió una enorme perturbación. Riki había notado como los ojos del Mink adquirían cierto brillo…


- Oh no… Iason… ¿No me digas qué…? Lo que le dijiste a tu madre. Eso de que me amabas… - Estaba sorprendido. Completamente en shock -  Estabas mintiendo. Realmente no piensas que me amas, mucho menos que me he enamorado de ti ¿Cierto?... ¡¿Cierto?!


- …


Un poco de esperanza. El ojiazul sentía un hormigueo que se extendía desde su estómago hasta llegar a la punta de la lengua, quería expresarlo todo, todo su amor y su cariño… pero, aquella expresión en el rostro de Riki, no era la de una persona secretamente enamorada que espera escuchar que está siendo correspondida, al contrario, la cara del pelicorto denotaba susto, realmente esperaba estar equivocado en cuanto a lo mencionado por la boca del mayor. Entonces, el mayor recordó:



“Iason… ¿Sientes algo por mí?... porque de ser así… es mejor que ya no sigamos con esto…”



- Por supuesto que estaba mintiendo…– Expresó Iason con un poco de tristeza en su voz – Necesitaba cuanto antes que mi madre se marchara. Todo lo que dije fue… por impulso. Nada más.  



“Lo que nos mantiene juntos es la búsqueda de placer… sólo eso.  Si tenemos eso en claro, ya no hay nada de que hablar”



El Mink había mentido con respecto a la mentira, pero era la única forma de no perder lo único que en verdad deseaba.


- De acuerdo… porque así es como debe ser – Mencionó Riki con absoluta seriedad en su voz – Hombres como tú y yo, no pueden enamorarse. Pertenecemos a mundos diferentes y… tenemos corazones distintos – Pero aunque no quisiera admitirlo, estaba dolido por las palabras emitidas por el Mink. Bendito su orgullo. Había mandado al traste todo lo que tenían por culpa de él - ¿Qué es esto…? – Se estrujaba el ojo – Creo que se me ha metido una basura… - Y así pudo disimular las lágrimas furtivas. A pesar de ser hombre, quería llorar.




 

 

 



Continuará…

 

 

 

 

 

Notas finales:

 

(inner: naaaaaaw!!!! Por que Riki es tan tarado!!! O_O tiene a Iason comiendo de su mano y la riega así!! no vale!!!) jo jo nuestro Riki es muy testarudo, a pesar de que está enamorado del Mink no quiere admitirlo ¿Será porque aún habita en su corazón la estela de Guy? (inner: kuwaaaa!!! No puedo esperar para saber que pasa!!! T^T *Mordiendo el borde de un pañuelo*) je je ya la estirada de la Mink se ha marchado ¿Cuáles serán las siguientes eventualidades? ¿Riki aceptará algún día que lo que siente por Iason va más allá que simple pasión carnal? (inner: yo quielo sabel!!!!!! XoX) je je continuemos entonces para la próxima n_n muchas gracias a todos por haber leído el capi y por cualquier comentario que deseen dejar :3 Besos llenos de amor y buenos deseos!! Bye Bye!! 

 

 


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