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Corazón Indómito por sue

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Notas del capitulo:

 

Hola a todos por acá!!! He vuelto!! :D Cómo están? De nuevo nos hemos tardado con la actualización, gomenasai por eso ^.^U pero lo importante es que ya estamos aquí *-^ Ah! Claro, claro! Quiero agradecer a todo el que se animó a dejar su comentario en capis pasados, de verdad sus opiniones y comentarios son muy importantes para mí y para la historia :p … Ahora si!!! A lo que vinieron mis amores!!! ¿Qué sucederá??? ¿Las cosas mejorarán, empeorarán o nos intrigarán más??? … Nos leemos abajo! xD

 

 

 

 

 

***Flash Back***

 

 

La sirvienta de unos quince años transitaba por uno de los largos corredores de la hacienda. Se percató de la presencia de dos hombres hablando. Se trataba de Raoul y un joven que conocía muy poco.

 

 

- Le prometo que la cuidaré… por favor, deme la mano de Mimea en matrimonio.

 

 

- ¡! – La pelicastaña sintió una tremenda sacudida. Era cierto que el muchacho en incontables oportunidades había intentado hablarle, pero en todas esas ocasiones, la niña le hubo rechazado tajantemente, sinceramente el amor del joven no le interesaba. Mimea se quedó entonces oculta, esperando la respuesta de su señor.

 

 

- Usted sabe que poseo tierras y un apellido que llevarán a Mimea a codearse con las damas de la alta sociedad. Nunca le faltará nada. Su futuro estará más que asegurado conmigo.

 

 

- … - Mimea se llevó la mano al pecho, en donde cerró el puño simulando que apretujaba su corazón acelerado ¿Por qué Raoul se quedaba callado?

 

 

- ¿Qué dice señor Am? ¿Me concede usted a su protegida como esposa? 

 

 

El ojiverde cerró los ojos. Procedió a suspirar ligeramente.

 

 

- Mimea no está en edad casadera – Mintió – Pero lo tendré en cuenta, joven Jena.

 

 

- ¡Pero señor…! – Trató de insistir – Al menos permítame el cortejarla… - De esa manera, sabría que ningún otro hombre le “robaría” a su doncella. Porque estaría marcada.

 

 

- Le pido que se detenga. Para nada me gusta la idea de un nuero que no sabe controlarse. Todo a su debido tiempo – Dicho esto, el Am se marchó.

 

 

La pelicastaña sintió que el alma le regresaba al cuerpo, por un momento pensó que el futuro que anhelaba se hallaría en peligro. Sin preverlo, la muchacha se halló con una araña, que descendía poco a poco dejando a su paso, un hilillo delgado y sumamente delicado. Del susto, la niña lanzó un gritito ahogado, el ruido llamó la atención del mayor. Mimea se cubrió la boca con ambas manos, intentando inútilmente seguir oculta.

 

 

- Mimea. Ven… Sé que estás ahí.

 

 

La aludida se mostró ante el ojiverde, con la cara roja y la voz quebrada.

 

 

- ¡Por favor señor Raoul! ¡No me obligue a casarme con Jena! – Tenía las manos juntas cerca del pecho, a modo de petición – Yo… le prometo que seré la mejor sirvienta que…

 

 

Mimea se detuvo al sentir la mano del rubio en su hombro.

 

 

- Mi niña. No tienes porqué pensar en eso – Aquella mano la llevó hasta la mejilla de la chica en donde le acarició – Eres una apuesta jovencita… es normal que los hombres se fijen en ti e intenten tener algo contigo…

 

 

- Señor… - Las pupilas de la chica se dilataron.

 

 

- Mjum… - El ojiverde sonrió - Te has sonrojado – Susurró.

 

 

- ¡Eh! – Mimea se llevó las manos a la cara y buscó de ocultarla – Por favor ¡No… no me mires!

 

 

- No tienes porqué apenarte.

 

 

- Pero… - Se molestó consigo misma, por ser de piel tan clara, por ser tan indefensa.

 

 

 - Je je… - Le pareció adorable la reacción de la joven – Tranquila… una princesita como tú, sólo puede estar al lado de su príncipe azul.

 

 

 

Aquella fue la única y última vez que Raoul permitió que algún joven tratara de cortejar a Mimea.

 

 

***Fin del Flash Back***

 

 

 

En la hacienda Am, Raoul esperaba noticias de Iason, pero el hombre ya no se molestaba en contactarlo con tanta frecuencia como antes, todo lo que sabía sobre el ojiazul eran chismes contados por sus sirvientes. No estaba para nada contento con lo que escuchaba. Los celos que tenía ya no tenían medida alguna por su raciocinio, sólo quería tener al Mink para él, pero tenía que arreglar el terreno primero, no podía aventurarse de un sólo golpe sin haber preparado antes una estrategia. Ya no volvería a actuar tan salvaje e inconsciente como la vez anterior. Así puso pues, su plan en marcha.

 

 

El rubio había mandado a llamar a Mimea hasta su oficina. Al parecer la mujer había decidido ayudarle en todo lo que pudiese.

 

 

- Mimea… – El ojiverde se encontraba recargado sobre su escritorio.

 

 

- “Señor Raoul”.

 

 

Verle así le entristecía.

 

 

La mujer se acercó hasta el hombre y buscó de abrazarlo. Entre sus pechos se hallaba recostada la cabeza de un destruido Raoul Am. Enterarse de todo lo que estaba sucediendo en la hacienda Mink, lo descomponía.

 

 

- Mi Raoul…

 

 

- Mimea… ¿Has pensado en lo que te pedí? ¿Estas dispuesta? – Preguntó.

 

 

- Enteramente señor Raoul – Respondió, asumiendo todo lo que conllevaría con su decisión.

 

 

- Excelente. No tengo que repetirte que no quiero fallos... eres mi última carta para deshacerme de ese campesino inmundo.

 

 

 

- Puede confiar en mí – Susurró con dulzura, como si estuviera dedicándole una canción de cuna – Ya le he mencionado que por usted, soy capaz de todo.

 

 

 

El odio que Mimea tenía hacía el Iason era enorme, no escatimaría en esfuerzos para verlo rabiar, para destruirlo. Haber conocido personalmente al tal Riki le facilitaba las cosas. Sus propios sentimientos hacía él, la instaban a participar en aquel plan tan mezquino.  

 

 

 

***

 

 

Por otro lado. Riki continuaba trabajando duro en la hacienda, recibía cartas de Guy que lo dejaban inquieto. Las cantidades de dinero que le pedía estaban fuera de su paga. Hacía lo posible por trabajar el doble, pero el cansancio lo dejaba sin poder mover ni un músculo.

 

 

Fue entonces cuando empezó a recibir dinero directamente de la mano de Iason. Aquello lo llenó de furia. Le había dado una buena suma luego de haber tenido relaciones sexuales con él.

 

 

- ¡No necesito que me pagues!

 

 

- Vamos Riki. Sé muy bien que lo necesitas.

 

 

- ¡Lo ganaré yo mismo con mi propio esfuerzo! ¡Con mi trabajo! ¡No estoy vendiendo mi cuerpo por dinero! ¡Esto que hago contigo,  lo hago porque me da la maldita gana! – Exclamaba totalmente ofendido.

 

 

 

El rubio suspiró, teniendo en mente que en la cama también se había esforzado. Se acercó hasta el muchacho que indignado, se ponía los pantalones. Había arrojado el dinero a un lado. Iason empezó a besarle la espalda descubierta.

 

 

 

- Eres muy necio. Tómalo como un adelanto. Me lo vas pagando luego… poco a poco – Restregó su mejilla contra la áspera piel, tostada y curtida en su mayoría por el bravío sol.

 

 

 

- … ¿Hablas en serio? ¿Y aceptarás mi pago? – Aquello se escuchaba mejor que recibir el dinero a cambio de favores sexuales. Realmente necesitaba el dinero, pero era demasiado orgulloso como para aceptarlo de buena gana. Riki se volteó, quería ver en la mirada del hombre si le estaba siendo sincero.

 

 

 

- Si… - Sonrió. Iason agarró los billetes – Anda. Toma.

 

 

Dudó. Pero la necesidad, los aprietos en los que estuviera envuelto Guy, fueran cuales fueran, lo hicieron ceder finalmente.

 

 

 

- Si te portas bien, podrás tener todo lo que quieras… siempre y cuando me obedezcas, Riki – Le acarició los cabellos tiesos por la tierra acumulada, a lo que el moreno respondió alejándose del contacto sin ninguna clase de pena.  

 

 

 

- Sólo está vez… Sólo ésta vez te lo acepto, Iason – Afirmó, más para sí mismo que para el Mink.

 

 

 

Riki mandó el dinero. Al menos se sentía más seguro de que Guy estaría cómodo. Pero… el pensar en que le estaba siendo infiel con el patrón no era nada agradable. Era horrible, se sentía tan culpable que pensaba que mandándole todo el dinero que podía sería capaz de quitarse el peso de la culpa, quizás un poco. Luego se daba cuenta de que no era tan sencillo. Se sentaba y colocaba su cabeza entre las piernas. Él quería a Guy pero a Iason, aquel hombre lo hacía sentir demasiado bien en la cama… y fuera de ella también.

 

 

 

- Soy lo peor… al hacer esto – Se dijo a si mismo – ¿Qué pensarías de mi… Guy? ¿Serías capaz de perdonarme? – Mantuvo en su mano el anillo que le hubo obsequiado el Mink – Iason… - Sin meditarlo, exclamó el nombre de su patrón en un suspiro.

 

 

***

 

 

Pasaron un par de días.

 

 

La noche en que Fleea vino a visitarlo hasta su cabaña, no le pareció mala la idea de recibirla. Necesitaba en extremo distraerse. Además hacía ya un tiempo que no disfrutaba de la compañía femenina, ansiaba sentirse de nuevo atraído por los encantos que sólo ellas pueden proveer. 

 

 

- Fleea.

 

 

- ¡Hola! – Saludó muy infantilmente - ¿No me invitas a pasar?

 

 

- Claro. Adelante.

 

 

Cuando la mujer pasó, fue directamente hasta la cama, en donde se arrojó.

 

 

- ¡Uwa! – Exclamó la pelicastaña - ¡Si que es suave! – Se movió de un lado a otro, disfrutando de las sabanas.

 

 

- Pareces una niña…

 

 

Riki logró capturar la almohada que Mimea le hubo arrojado.

 

 

- ¡Ya no soy una niña! Y para demostrártelo, mira lo que he traído para que bebamos – Mencionó juguetona. Se levantó lo suficiente para sentarse y sacar de su bolso una botella, la cual meneó de un lado a otro, victoriosa.

 

 

Riki la detalló al tenerla entre sus manos.

 

 

- ¿Roz Liena Vultan?  - Leyó - Eso es como beber zumo de frutas, no me hace ni cosquillas… - Él lo sabía. Después de todo, se había tomado el atrevimiento de acabarse la mayoría de los licores que tenía el Mink expuestos en su alcoba.  

 

 

- ¡Oh, vamos Riki! Mira que la he traído especialmente para ti ¿Qué no quieres beber conmigo?

 

 

- No sé ¿Tienes edad para beber? No quiero meterme en problemas – Volvió a bromear.

 

 

 

- ¡Riki! Ya te dije que no soy una niña – Le quitó la botella y le miró seductoramente.

 

 

 

- Está bien, está bien… je je – La supuesta Fleea le hacía recordar a sus amigas del pueblo, directas y temerarias, siempre buscando de hacer cualquier cosa para llamar la atención de los hombres.

 

 

 

- ¿En donde tienes los vasos? – Con aquella excusa, Mimea se levantó y empezó a simular que buscaba. Mientras que estaba de espaldas al moreno, sacó de entre sus pechos un pequeño frasquito, poco a poco fue vertiendo el polvo que contenía en la botella.

 

 

- ¿Cuáles vasos? ¡Bebamos así! – Exclamó el Riki.

 

 

- ¿Eh?... Vaya, propio de Riki – Sonrió - Bueno… pero empieza tú – La mujer se giró y le volvió a entregar la botella.

 

 

- Muy bien… ¿Y por qué brindamos?

 

 

- Bebamos por el futuro. Anda Riki – Cuando el joven se llevó la botella a los labios, Mimea le ayudó a que se la empinara aún más – Vamos… ¡Bebe, bebe, bebe! – Alentaba.

 

 

- ¡Glup, glup, glup! – Ante esto, el joven se sintió excitado y buscó de beberse una buena cantidad - ¡Wow! – Sacudió su cabeza con fuerza.

 

 

- ¡Yeeeeey! ¡Viva Riki! – La mujer aplaudió.

 

 

- Tu turno – Se la pasó.

 

 

- Eh… pero un traguito no más – Hizo una seña con los dedos explicando lo pequeño que sería - Mira que no soy buena bebiendo – Alegó.

 

 

- ¡Oh, vamos Fleea! – Riki se acercó hasta la joven, lo suficiente para rodearle con uno de sus brazos – Jo… Ya sé que pasa aquí.

 

 

- ¿? – Mimea se alarmó ¿Qué era exactamente lo que sabía? El muchacho era inteligente, después de todo Riki había descubierto a Kirie - ¿En serio? ¿Sabes lo que sucede?

 

 

- Si… nunca has bebido en tu vida y viniste aquí a hacerte la interesante – Sonreía. Le tocó la nariz con uno de sus dedos.

 

 

-  Je… Me has descubierto Riki – Dijo, ya sintiéndose más tranquila y a salvo. Al parecer el moreno no se había dado cuenta de sus verdaderas intenciones – Nunca he bebido ni una gota. Pensé que si te lo confesaba, te reirías de mí, después de todo, de donde vienes las mujeres deben de ser más… ¿Cómo decirlo? ¿Atrevidas? – Mencionó con un tono inocente.

 

 

 

- Je je… si, son buenas. Hay algunas que les ganan a los hombres a la hora de beber…. Pero, me impresionas con lo que me confiesas.

 

 

- ¿Por qué? Sabes muy bien que soy una señorita mimada. Sólo he visto a los señores levantar el dedo mientras beben con finura de sus copas alargadas… entonces… ¿Me enseñarías como bebe un hombre? – Mencionó luego de entrecerrar los ojos con malicia.

 

 

 

Aquella fue una excelente táctica. Mimea sabía que, para la gente de pueblo como el mestizo, aquellos actos los definían como verdaderos machos. Había tocado “el sello masculino”, de ésta manera, Riki vería esto como una especie de desafio, en donde tenía que demostrarle a la mujer cuan capaz era.    

 

 

- ¡Dame acá! – Le arrebató la botella – Ahora te voy a enseñar – Volvió a beberse el licor.

 

 

- Oh… - Mimea se mostraba asombrada – Nunca había visto a nadie beber así – Continuaba alabándolo.

 

 

- Je je… y no has visto nada – Sus mejillas estaban totalmente pintadas.

 

 

De éste modo Riki se bajó la botella entre los ánimos y mimos que le brindaba la chica.

 

 

- ¿Quieres otro beso? – Riki se hallaba sentado en la cama y Mimea sentada en sus piernas. Al parecer la droga ya había empezado a quitarle las fuerzas.

 

 

La mujer le besó fugazmente.

 

 

Riki quedó con los labios curveados.

 

 

- Oye… no seas así… Ven acá - Trató de agarrarla de los hombros para atraerla, pero Mimea se inclinó rápidamente hacía atrás.

 

 

- Ji ji – Se burló.

 

 

- Rayos… - Finalmente, cayó rendido  sobre la cama.

 

 

- Parece que ya es tiempo… - Notó que la droga ya había ocupado gran parte de su cuerpo.

 

 

Mimea se deshizo de la parte superior de su vestido, dejando al descubierto su pecho, continuó hasta quedar completamente desnuda.

 

 

- ¿Qué te parece Riki? Todo esto va a ser tuyo – Exclamó sin ninguna clase de emoción.

 

 

Riki se limitaba a mirar como embobecido el techo y a emitir palabras inaudibles.

 

 

- Necesito tener un bebé, Riki – Le acariciaba la mejilla - ¿Me lo darás?

 

 

- ¿Bebe…? – Sonrió – No… ya he bebido… demasiado…

 

 

- Ji ji… que gracioso eres – Aunque no fuera el momento, le pareció adorable - No… Me refiero a que quiero tener un hijo… contigo – Le emitió con dulzura.

 

 

El moreno movió su cabeza de un lado a otro.

 

 

- Iason quiere tener un hijo… un heredero – Se sintió algo mareado y se llevó la mano a la cabeza. Todo le daba vueltas.

 

 

Mimea tomó la mano del joven y la llevó hasta su pecho.

 

 

- Así es Riki, y ésta es la única manera en que puedes darle un hijo. Un hijo tuyo – Mantenía la mano del hombre aferrada.

 

 

- Yo… - Abría y cerraba los ojos. Finalmente cedió.

 

 

- Oye Riki… Riki – La chica tomó el rostro entre sus manos – No me dejes así.

 

 

- Umm… - Sentía como todo su cuerpo estaba caliente, empezó a moverse de un lado a otro.

 

 

Mimea empezó a desvestirlo. Algo la detuvo, los recuerdos de aquella conversación entablada con su señor.

 

 

***Flash Back***

 

 

- Yo…

 

 

 

 

No podía creerlo ¿Realmente le estaba pidiendo eso? Mimea sintió como si todo su ser se alborotase, más se las arregló para no mostrarse tan perturbada.

 

 

 

 

- Si es lo que usted quiere…lo haré – Hizo lo posible por no titubear.

 

 

 

- Mi Mimea. No tienes de qué preocuparte. En cuanto logre separar a Riki de Iason, ya no te pediré nada más. No tendrás de que preocuparte, yo mismo me encargaré de limpiar tu reputación poniendo al niño en adopción.

 

 

- Señor… ¿Es usted capaz de utilizar a un niño para lograr lo que quiere? – Mimea se horrorizó…

 

 

 

- Si es necesario, si. En el amor, gana aquel que utiliza las mejores tácticas. Aprende eso Mimea.

 

 

… y se decepcionó.

 

***Fin del Flash Back***

 

 

 

 

 

“Lo siento Riki… lo siento… lo siento”

 

       

Llegó la mañana. Riki sintió como si hubiera estado durmiendo por mucho tiempo. Veía las cosas algo borrosas.

 

 

- Umm… umm…

 

 

- Buenos días Riki.

 

 

Aquella voz le era familiar, se estrujó los ojos tratando de mejorar su vista. Dio con la imagen de una chica de cabellos claros… desnuda sobre su cama.

 

 

- ¿Fleea?

 

 

 

- Si ¿Quién más si no? je je – Deslizó uno de sus dedos por el pecho del hombre.

 

 

 

Aquello era demasiado extraño. Fue entonces cuando Riki se dio cuenta de lo que estaban pasando. Se encontraba desnudo al igual que Mimea… ¿Qué había hecho?

 

 

 

- ¿Qué… fue lo que pasó? – Se llevó una mano a la cabeza. Un dolor agudo se instaló de repente.

 

 

 

- Lo que tenía que pasar. Eso fue lo que pasó – Sonrió – …Y fue increíble.

 

 

 

El moreno se pasó las manos por los cabellos, no recordaba nada de lo ocurrido la noche anterior. Sin embargo recordaba que la chica siempre le hubo atraído… recordó también, que hubo bebido un poco – la botella entera con droga para ser exactos - Se llevó la mano a la boca. Exhaló aire a través de los dientes, emitiendo un sonido de exasperación.

 

 

- Entonces ¿Lo hicimos? – Preguntó de frente y sin rodeos.

 

 

 

- Me ofendes Riki – Respondió Mimea como grado de obviedad.

 

 

Riki se levantó y buscó que la mujer hiciese lo mismo, Mimea entonces le paseó su cuerpo desnudo. Riki se ruborizó.

 

 

- Fleea…

 

 

- No seas tan tímido… anoche no lo fuiste – Comentó sin ninguna clase de emoción, como si estuviera diciendo cualquier cosa.

 

 

 

Riki salió con Mimea, le fue imposible evitar que los viesen juntos. Sin embargo, trató de no mostrarse tan afectado.

 

 

 

- Gracias por lo de anoche. Nos vemos pronto… Riki… - Emitió, dándole entender que realmente pronto tendría noticias de ella.

 

 

 

El moreno sólo se despidió de ella con un gesto. No tuvo deseos de hablarle ni de conocer los detalles de lo ocurrido. Siempre le hubo chocado quedar ebrio hasta llegar a ese punto. Había tenido muchas noches “locas” como esa, así que prefería olvidarlo.

 

 

- Riki.

 

 

- ¿Mmm?

 

 

- Pues… - Daryl trataba de no sonar tan evidente – Deberías tener más cuidado con lo que haces.

 

 

- ¿Es por lo de esa mujer?

 

 

El muchacho pelicastaño desvió el rostro.

 

 

- Está prohibido traer mujeres a la mansión sin el permiso de los señores… sólo quiero que no te metas en problemas – No había podido ver el rostro de la joven, porque de haberlo hecho hubiera dado con la identidad de la misma.

 

 

Riki estaba consiente de que los chismes se correrían como pólvora por toda la casona. No le dio mucha importancia, ya que, con que no se enterara Guy le bastaba.

 

 

- Sé que tus intenciones son buenas mi amigo Daryl, pero no tienes de qué preocuparte. Eso fue una sola noche. Nada más – Continuó – De seguro algún malintencionado anda diciendo que mi habitación es una casa de citas… ¡A la mierda los demás!

 

 

- Pero Riki… ¿Qué hay de Iason?

 

 

Se ruborizó un poco.

 

 

- ¿Qué hay con él? Esto… no tiene porqué saberlo – Abrió demás los ojos en un gesto que le daba a entender al mayordomo algo como “Ya sabes, ni una palabra”.  

 

 

A pesar de lo seguro que estaba, Riki no pudo comprender porqué en su pecho se anidó una sensación de preocupación, después de todo ¿No le estaba siendo infiel… a Iason?

 

 

- “Iason… ¿Tú también me perdonarías?”

 

 

Pero luego se convenció de que lo que había hecho no era tan grave como para mencionarlo, mucho menos para pensar en ello.

 

 

 

Continuará…

 

 

 

 

Notas finales:

 

Ayayay Riki!!… ¿Qué has hecho? Has caído directico en la trampa (inner: jolines!!! Es que Riki no pega una!!! O.o) pobre Iason u.u (inner: pobrecito nada, se lo merecía después de haberle traicionado con el tal Kirie <_<) no hay que pagar con la misma moneda inner o.o y Riki que piensa que todo fue una noche de copas no más, Santo cielo!!! Que pasará ahora? Oh! antes de que se me olvide!!! Una lectora opinó acerca de la posibilidad de que el padre de Iason venga a meter las narices en éste amor, necesito que por favor, me digan si desean o no que el Mink mayor aparezca a meter la cuchara xD y unas cuantas ideas de qué puede llegar a suceder n_n no me queda más que agradecer a todos por leer y por los rr que deseen dejar… muchísimos abrazos y besos enormes de mi parte

 

 


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