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Corazón Indómito por sue

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Notas del capitulo:

 

Konnichi wa mis lectores queridos!!!  Como están?? ^O^0 Gomenasai por la extensa espera, pero Sue-chan entró de vagaciones y se puso a vaguear como kami-sama manda je je xD quiero agradecer a todo el que leyó y al que se tomó la molestia de comentar sobre el capi pasado n_n ahora si!! no perdamos más time! Nos leemos abajo!!

 

 

- ¡Wow! ¡Es increíble! – Riki dio un giro rápido en el mismo sitio.

 

 

La habitación estaba ocupada por unos cuantos muebles y una cama amplia, todo con un decorado simple que hasta podría rayar en lo ordinario; también contaba con una pequeña cocina y su respectivo baño, pero lo que más había llamado la atención del Mink había sido la hermosa vista que destilaba de una enorme ventana.

 

 

- Así que esto es… – Mencionó el rubio al tiempo que colocaba las maletas en la entrada.

 

 

Un empleado iba a transportar las mismas hasta la habitación, pero Riki se negó, había tomado aquello como un insulto a su propia fuerza. Era cierto que en la zona existían mejores lugares que ese, pero había escogido aquel. Lo que Iason menos quería era hacer incomodar al moreno, sabía que si se hospedaban en un lujoso hotel el muchacho no tardaría en mostrarse adusto. Continuó alegando:

 

 

 - Para ser la mejor habitación… no es nada llamativa. 

 

 

- ¿Pero que dices? Es la primera vez que me quedo en un hotel así – Impresionado ante el sitio en donde se hospedarían - Nunca me ha importaba mucho el lugar, por lo que a veces rentábamos un cuartucho pequeño y maloliente. Hubo una ocasión en que la habitación no tenía cerradura… - Riki no pudo evitar soltar una risilla – Un sujeto entró y se puso de colores al darse cuenta de que se había equivocado de cuarto.

 

 

 

Cabe mencionar que Iason no se sintió muy a gusto con su anécdota. No le agradaba para nada que el muchacho contara lo que había hecho con otros hombres… y más rabia le hubiese dado si escuchaba “Guy” salir de su boca.

 

 

Riki sin embargo, no se percató en ningún momento lo que sus palabras producían en el ojiazul. Su despiste era demasiado grande.

 

 

- Veamos que tenemos aquí… – Hablaba desde el baño, no se pudo resistir a verlo - ¡Caramba! ¡Pero si esto es más grande que mi cabaña! – Se metió en la ducha y la examinó –…Pero tiene demasiado espacio… – Se rascó la barbilla - ¿Para qué alguien necesitaría tanto para tomar una ducha?

 

 

- Riki. No puedo creer que no te hayas dado cuenta. Ya no eres un niño  – El Mink llegó por detrás y colocó su barbilla en el declive de hombro del muchacho – Hay que ver que a veces pones a prueba tu intelecto. Deberías preocuparte por los resultados – Pasó de aquello y puso su cara en la parte de atrás de la cabeza de Riki, justo en la nuca para oler el aroma de su cabello.

 

 

El chico se sonrojó al instante, pero no por el contacto, no… cayó en cuenta finalmente a qué se refería y se avergonzó de haber hecho una pregunta tan tonta en voz alta y peor aún, por haber permitido que el mayor le escuchase formulándola.

 

 

Se echó un poco para adelante y con fuerza regresó a su antigua posición, asestándole así un golpe seco a Iason en todo el rostro.

 

 

El ojiazul se llevó las manos a la cara.

 

 

- ¡Mi nariz! – Se quejó. Le gustaba que Riki fuese agresivo… pero no de aquel modo.

 

 

- Debes tener cuidado en donde la metes… – Riki le ignoró y salió del baño.

 

 

¿Qué hacían en un lugar tan desolado? Iason había decidido tomarse un par de días libres y para sorpresa de todos – más bien sorpresa para la persona involucrada – se llevó a Riki con él.

 

 

No le dio muchas explicaciones. Así que el moreno tomó un par de mudas de ropa y las metió en una mochila. Le excitaba imaginarse para donde irían, sobretodo la posibilidad de que Iason le diera un pequeño aventón a Ceres ya que estaba cercano a la ruta que tomarían.

 

 

Estando consiente de que para que las cosas se dieran como él quería, debía ser amable con el Mink. No podía darse el lujo de molestarse con Iason, así que no puso objeción alguna a ninguna de sus decisiones y cuando tenía ganas de meterse con él, simplemente se reprimía o buscaba que pareciera un “accidente”.

 

 

- ¿Por qué has traído tantas maletas? – Se quejó el muchacho. No era cómo si hubiera tenido que cargarlas, pero le molestaba que el mayor hubiese arrastrado consigo dos maletas enormes y no se cansase ni un segundo en cargarlas. Tal vez esperó que le pidiese ayuda.

 

 

- Son cosas personales. Lo primordial – Respondió.

 

 

- ¿Lo primordial? ¡Ja! Ni que necesitaras tanta ropa – Decidió cambiar de tema. Sabía que el ojiazul usaría lo que acababa de mencionar en su contra - Hemos venido en las buenas. Todas las fiestas se dan éste mes – Mencionó completamente excitado. Sin importarle mucho, vació su triste mochila sobre una mesa.  

 

 

- Quería conocer ésta zona. Pero no había tenido la oportunidad, ni el tiempo – Observaba el hermoso paraje.

 

 

- Bien. Ya entiendo porqué me trajiste aquí – Asintió con la cabeza.

 

 

Iason guardó silencio un par de segundos, luego le miró.

 

 

- ¿A qué te refieres exactamente?

 

 

Riki se sintió de nuevo apenado, no le gustaba quedar como un idiota. Desvió la mirada.

 

 

- ¡A lo obvio! – Le gritó al tiempo que le señalaba con el cepillo de dientes – A que me trajiste para que te pudiera guiar. Después de todo conozco ésta región como la palma de mi mano – Se jactó con orgullo, aunque en sus mejillas aún podía notarse el ligero sonrojo – Pero tranquilo, yo sé exactamente donde y cómo llegar…Ya verás ¡Vamos a irnos de reventón! – Alzó su  puño - Vamos a pelearnos con desconocidos, a fumar, a emborracharnos, a buscar mujeres… – Mencionó con notable energía al darse cuenta de que vaguearía un par de días – Luego tendremos más peleas, más borracheras, ¡Más mujeres aún! – Continuó fantaseando.

 

 

Iason suspiró en señal de derrota. Ciertamente el no había arrastrado a Riki hasta aquel lugar para comportarse de una manera tan deplorable.

 

 

No importaba, con tal de estar a solas con Riki estaba dispuesto a ignorar su falta de discernimiento. Deseaba que el joven dejara de verlo como su patrón y empezara a despertar cariño hacía él y ¿Qué mejor manera que compartir tiempo juntos? 

     

 

 

- Riki…

 

 

Iason se aproximó hasta el joven, le tomó de la cintura y le atrajo hacia su cuerpo. El hombre sintió como sus mejillas se calentaron, trató de apartarse, pero el rubio empezó a restregar su cuerpo contra el de él, desatando así la lujuria.

 

 

- Ah… Iason.

 

 

- Quiero hacerte mío – Esbozó una leve sonrisa al tiempo que buscaba sus labios.

 

 

- ¿A…hora? – Recibió el beso, que fue dulce y pausado.

 

 

- Sabes que soy impaciente cuando se trata de ti… - Mencionó sensualmente en su oído: - … Quítate los pantalones y súbete a la cama.

 

Ante el pedido, el joven sonrió coqueto. Obedeció y se ubicó en la cama, completamente desnudo.

 

 

- Listo ¿Otra cosa más señor? – Sonrió divertido al tiempo que se meneaba. Cuando estaba caliente se permitía tales comportamientos dóciles.

 

 

- Buen chico. Ahora abre las piernas…

 

 

Alzó las cejas y asintió. Sabía para donde iba. Riki lo hizo y le dio vista entera de su miembro, completamente en alza. La mirada azulada se deslizó lentamente hasta el pene que se mostraba imponente… en ese instante, el pelinegro sintió una punzada, un extraño hormigueo producto del pudor.

 

 

- ¿No vendrás? – Preguntó con un deje de molestia. La idea de empezar el coito cuanto antes lo estaba consumiendo. Su entrada le aclamaba la atención debida.

 

 

- Dame un buen espectáculo y puede ser que me lo piense.

 

 

- ¿Qué? – Se rió.

 

 

- Sedúceme… Riki.

 

 

Suspiró y negó con la cabeza. Ya se esperaba algo así. Iason era un hombre que adoraba verle humillarse por algo como el placer carnal.

 

 

Llevó entonces su mano hasta su miembro, en donde comenzó a acariciarlo. Sus ojos se cerraron un poco y el rubio pudo ser testigo de cómo sus mejillas adquirían una tonalidad carmesí.

 

 

- Ah… - El joven cerró los ojos, continuó masajeando su sexo al tiempo que movía las caderas. Su corazón se agitaba y su sangre empezaba a calentarse.

 

 

Iason sonrió cuando Riki abrió al máximo las piernas, en el pasado, había tenido que pedírselo y a veces - luego de negarse y quejarse - el chico obedecía.

 

 

Riki se acostó en la cama y con su otra mano comenzó a masajearse la entrada.

 

 

- Ku… - Curveaba los labios, se había introducido uno de sus dedos.  Lo que más le excitaba era saber que el Mink le estaba observando, aquello hacía que el placer fuera en ascenso.

 

 

El rubio sigilosamente se acercó hasta la cama, en donde se detuvo a mirar al chico masturbándose.

 

 

- Ia… son… - Abrió los ojos cuando sintió las manos del mayor auxiliándole.

 

 

Hizo un gesto que el mayor comprendió. Juntaron sus labios e iniciaron una dulce danza dentro de sus bocas. Riki no se reprimía, se movía al compás impuesto por las manos que lo acariciaban. El pelinegro atrajo al ojiazul lo suficiente para susurrarle al oído.

 

 

- Rápido – Le pidió – Basta de jueguitos – Buscó de abrirle la bragueta del pantalón.

 

 

Iason sonrió. Le fascinaba tener a Riki de ese modo, ansioso por que lo poseyera… se devoró sus labios una vez más y se deshizo de sus pantalones. Ya libre de ellos, tomó su miembro inhiesto y lo sobó un poco, más que todo para que lo mirase hacerlo. El muchacho se agitó aún más, tragó saliva y trató de disimularlo, pero era difícil, ver aquel trozo de carne palpitante lo hacía sentir ansioso. Iba a girarse para dejar que le penetrara desde atrás, pero el rubio se lo impidió tomándole del brazo. Negó con la cabeza.

 

 

- No Riki. Quiero verte.

 

 

Se ruborizó al instante, a pesar de que ya había perdido la cuenta de las veces que lo habían hecho, y de que no fuera la primera vez que adoptaran esa posición tan común, Riki  no podía evitar sentirse de aquella manera. Frunció el seño y desvió la mirada ¡Era tan fácil hacerlo enojar!

 

 

- Vamos Riki – Se aproximó para besarle el cuello. Fue levantándole las piernas y metiéndose entre ellas – Me gusta verte cuando te lo hago… y sé que a ti también… - Poco a poco le penetraba. Escuchaba como el muchacho le gemía al oído – Un poco más y… ya está…

 

 

El chico sentía como sus paredes internas palpitaban ante el intruso que acababa de colarse.

 

 

Abrió un poco los ojos y se halló con Iason, viéndole.

 

 

- Muévete pues…  - Se cubrió el rostro con el brazo. El Mink se veía demasiado sensual. Con sólo haberlo visto unos segundos había tenido ganas de implorarle que lo embistiera con furia.

 

 

El ojiazul quería eso, amarlo con pasión y voracidad, pero anhelaba que el joven dejara de ver sus relaciones como simples revolcadas. Que con cada encuentro se sintiera deseado más allá del placer carnal.

 

 

Comenzaron las embestidas y Riki no tardó en gemir y empezar a moverse.

 

 

 

 

- Mira como entro y salgo… - Con suavidad Iason había descubierto el rostro del muchacho para que le viese.

 

 

El ritmo fue aumentando, Riki llevó sus brazos hasta el cuerpo del mayor y buscó de atraerlo aún más hacía él.

 

 

- Iason… ah… ah…

 

 

Iason metió sus manos alrededor de la cintura del joven y lo levantó de la cama, lo suficiente para sentarlo en sus piernas. El pelinegro se acomodó, el pene del rubio le tocaba el punto que le hacía enloquecer.

 

 

Las manos del rubio acariciaron el rostro enrojecido de Riki, respiraba entrecortado.

 

 

- Eres tan dulce cuando quieres… mi querido Riki – La expresión en el rostro del menor le pareció tierna. Con una de sus manos acarició el bien formado trasero y sintió cuando Riki tuvo un espasmo – ¿Ves que bien respondes? Has sido un buen chico y mereces ser recompensado.

 

 

Volvió a acostar al pelinegro y le tomó de las piernas, acto seguido, empezó a penetrarle con mayor rapidez y profundidad, provocando en Riki una sucesión de los mencionados espasmos.

 

 

- ¡Ah!ah ah ah... ¡Iason! ¡Iason! – Se agarró de los muslos y arqueó la espalda en un acto reflejo - ¡Ya no…! ¡Uah! – Eyaculó sobre su vientre.

 

 

El chico se sintió en la gloria, dejó que una amplia sonrisa se dibujara en su rostro cansado.

  

 

Trató de relajarse, pero el mayor de un movimiento lo giró de modo que quedara de lado.

 

 

- Oye…

 

 

Iba a quejarse pero el rubio empezó a embestirle de nuevo. Recostó el rostro sobre su brazo, el pene rozándole en aquella posición le gustaba.

 

 

- Umm… - Finalmente y después de unas estocadas más, el rubio llegó al orgasmo. Acarició las piernas del pelinegro mientras eyaculaba dentro de él.

 

 

Riki le dejó. Se había acostumbrado a permitir que se corriera dentro. Ya no le molestaba tener que limpiarse luego.

 

 

***

 

 

Se suponía que saldrían esos días a pasear, pero era más el tiempo que duraban haciéndolo en la habitación. A veces quedaban tan agotados que simplemente se quedaban y no salían. Pedían entonces servicio a la habitación y abrían las ventanas para que entrara aire puro.

 

 

 

Riki no quería admitirlo, hacerlo con Iason tantas veces seguidas a veces lo dejaba adolorido. Por una parte era bueno que el Mink la tuviera tan grande pero por otro lado… era tortuoso, por lo que a veces le huía.

 

 

- Riki ¿Quieres que te enjabone la espalda? – Se había colado en el baño.

 

 

- Eh… no, gracias – Trató de hacerse el desentendido – Ya voy a salir – Informó. Trató de cerrar la llave, más el mayor lo detuvo – Iason… - Le abrazaba por detrás.

 

 

- Lo sientes…

 

En efecto, la hombría del ojiazul le tocaba a la puerta. El pelinegro se mordió el labio. Aquellas insinuaciones… nunca fue bueno para negarlas.

 

 

Se giró y respondió al beso del mayor. Mientras sus lenguas se enrollaban entre sí, Iason lo empujó hasta una especie de muro que había en el baño. Ahí buscó de sentarlo. El agua caliente corría y se iba por el desagüe.

 

 

- Ah… - La boca de Iason hacía estragos en su sexo – Rayos… eres tan bueno en esto…

 

 

- Tú tampoco lo haces nada mal – Se había sacado un segundo el miembro de la boca.

 

 

- ¿Quién te dijo que te detuvieras? – Se quejó.

 

 

- Oh… al parecer cuando estás deseoso te pones muy mandón – El tono de voz que usaba era bastante provocativo y sensual.

 

 

- ¡Uwa! – El rubio le abrió las piernas con brusquedad.

 

 

- Pero te has olvidado de quien da las órdenes aquí…

 

 

- Ah… ¡¡Aahh!! – Trató de mantener una expresión apacible. Obviamente eso es imposible cuando te penetran de golpe.

 

 

Tragó grueso. Esperó los deliciosos roses del pene del Mink. Abrió los ojos lentamente.

 

 

- ¿Por qué no te… mueves? – Estaba molesto, ya se estaba volviendo costumbre.

 

 

Iason sonrió perverso.

 

 

- Pídemelo.

 

 

- ¡Tsk! – Desvió su sonrojado rostro.

 

 

Viendo el tamaño de su testarudez, Iason empezó a moverse en el mismo lugar pero lentamente. De un lado a otro, circularmente…

 

 

- Maldición… eres un… ah… - Cerró los puños con fuerza. Lo que hacía le aumentaba el placer - ¡Está bien! ¡Está bien!… - Mencionó en voz baja: - …por favor…

 

 

- ¿Mmm? ¿Por favor qué?

 

 

- ¡Házmelo ya! – Exclamó con las mejillas coloradas.

 

 

- Jum… mucho mejor… ¿Ves que fácil es?

 

 

Para ellos, humillar al otro era sinónimo de entretenimiento.

 

 

***

 

 

Ante la necesidad de sol y de intercambiar palabras con otros seres humanos, los hombres salieron por fin del hotel.

 

 

Todo lo que veía le traía recuerdos muy buenos. El moreno solía acudir a las fiestas de mitad de año a emborracharse y divertirse con los amigos. Los jóvenes gastaban entonces todo el dinero en sus bolsillos, cómo si hubiesen trabajado todos esos meses simplemente para gastarlo todo en ese momento, y es que cuando se trataba de la pandilla de Riki lo menos que pensaban era en la responsabilidad. Para ellos no existía mañana, el hoy era su prioridad.

 

 

Suspiraba entonces entre feliz y melancólico al pensar en ello. Su banda, su grupo alocado de amigos ¡Cuánto los extrañaba! Tenía tan sólo trece años cuando habían decidido nombrar a su grupo oficialmente. Se hicieron llamar “Bison” y debido a sus comportamientos y en algunas ocasiones destrozos, se habían ganado la fama de los más revoltosos y busca pleitos.

 

 

En cada granja los conocían, sobretodo las muchachas. Las hijas de los granjeros se acaloraban de golpe con tan sólo pensar que algún miembro de Bison rondaba por sus dominios. Los muchachos eran bastante traviesos cuando se trataba de las chicas, atacaban de noche, en los establos y hasta en los mismos sembradíos; muchas veces habían tenido que salir corriendo con los pantalones casi abajo, debido a los disparos de algún padre indignado.

 

 

Luego de formar la banda, Riki no tardó en emparejarse con Guy que también era miembro y a quien conocía desde muy pequeño. A pesar de que las cosas continuaban en lo mismo, el pelinegro al igual que los otros, se dio cuenta de que no podían seguir teniendo una actitud tan infantil por siempre. Empezaron entonces a asumir sus responsabilidades y a comportarse según sus edades, desatando sus locuras únicamente en las respectivas fiestas. Realmente había sido una buena época y Riki la atesoraba con cariño.

 

 

El pelinegro se sentía como niño chiquito. Necesitaba distraerse y olvidarse de todos los meses de trabajo al que se había sometido últimamente.

 

 

Las muchachas que le veían pasar no podían evitar soltar risillas y miradas coquetas, y no era para  menos. Riki era bastante guapo, obviamente que las jovencitas lo habían notado. Iason por su parte también recibía coqueteos y miradas llenas de asombro; llamaba más la atención que el menor, pero eso no le interesaba en lo absoluto, así que los ignoraba.

 

 

Mientras que el pelinegro si respondía a los ataques. Era bastante juguetón y le encantaba ser el centro de atención de las chicas, por lo que cada vez que alguna mujer lo miraba él solía sonreírle y si era muy bonita le guiñaba un ojo o le lanzaba un beso furtivo.

 

 

Esto provocaba dos cosas: Que la muchacha se sonrojara, yéndose entre risitas ahogadas y que Iason se sonrojara pero de los celos. Se cubría entonces el rostro con el sombrero que llevaba para protegerse de los rayos solares.

 

 

Pronto  los hombres empezaron a sentirse “atraídos” por los encantos del muchacho. Los varones en éste aspecto son mucho más atrevidos, ellos no lanzan miradas clandestinas, sino que atacan más directamente.

 

 

- Hola ¿Qué haces? – Un hombre alto y de cabellos oscuros se había plantado frente a él.

 

 

- Camino ¿Qué no ves? – Le gustaba responder tan despectivamente.

 

 

- Ja ja Me refería a… ¿Qué haces aquí tan solo? – Se llevó las manos al cinturón.

 

 

Riki se dio cuenta del gesto, miró en dirección a Iason, quien se había detenido y volvió a ver al sujeto.

 

 

- Apártate.

 

 

Trató de pasar para retomar su lugar junto al rubio, pero el extraño volvió a posarse frente a él.

 

 

- Hey. No te asustes, que yo no muerdo.

 

 

- Pues yo si – Sonrió.

 

 

 - Je je – Se acercó más al muchacho.

 

 

- A ver… - Exclamó obstinado. No le costaría nada mandar a volar al susodicho, pero sin saber los motivos había tenido ganas de seguirle la corriente y más al saber que Iason le miraba - ¿Me dejarás pasar o tendré que ponerme rudo?

 

 

 

- Jo jo… Tengo una mejor idea ¿Por qué no me acompañas y me demuestras cuan rudo puedes ponerte?

 

 

El pelinegro alzó una ceja, anteriormente se lo hubiera pensado, porque el extraño no estaba nada mal. Miró de soslayo al rubio.

 

 

- Pues…

 

 

El Mink llegó a su límite.

 

 

- ¡Oye! ¿Qué haces?

 

 

Se sorprendió cuando Iason le tomó posesivamente de la mano.

 

 

- Sígueme el juego – Espetó.

 

 

- ¿Qué juego?

 

 

El hombre quedó con la mano levantada y la palabra en la boca. Todo había pasado demasiado rápido ¿Sería ese su pareja? Sintió un escalofrío, aquel hombre era tan hermoso como aterrador.

 

 

 

- Vaya… creo que iba a proponerme algo bueno – Comentó. Vio que el mayor no le contestó – Me pregunto que sería…

 

 

El deseo de haberse quedado a vivir esa semana en el hotel invadió al rubio, nunca se esperó con que los pueblerinos fueran tan directos con las proposiciones amorosas. Si no estaba tras el pelinegro, estaba seguro que terminarían encima de él como hormigas al azúcar.

 

 

El Mink ya sabía cómo deshacerse de las insinuaciones hacía su persona, simplemente miraba amenazadoramente a quien se atreviera a buscarle, eso bastaba para que le dejara en paz.

 

 

¿Y cómo hacía con Riki? No podía golpear o amenazar a todo el que se le acercase o mirase, definitivamente tenía que dejarle muy en claro al que los viera que Riki era de su propiedad. Pero el terco muchacho no se dejaba tomar de la mano como era.

 

 

- ¡Iason! ¡Me estás triturando los huesos! – Se quejaba y no era para exagerar. Cada vez que alguien los miraba, el ojiazul aumentaba la presión en el agarre cómo diciendo “Él es mío”.

 

 

Era algo difícil para Riki caminar tomado de la mano del rubio, el Mink no lo llevaba a su lado, no… lo arrastraba prácticamente, cómo si llevase a un perro tirado de una correa. Se acordó de su padre y hasta el mismo señor Mink (El padre de Iason) cuando lo tomaban de la mano cuando era más pequeño y solía columpiarse por la falta de tamaño.

 

 

 

Era algo brusco, extraño y si se detenía a pensarlo ¿Por qué Iason tenía que tomarle de la mano en público? El pelinegro se sintió incómodo cuando unas chicas comenzaron a murmurar por las acciones mecanizadas del más alto. Trató de soltarse del agarre.

 

 

Iason se detuvo al sentir los forcejeos y le miró fijo.

 

 

- ¿Qué pasa? ¿Se acabó el juego? – No se intimidó -  No hay necesidad que me tomes de la mano… no voy a perderme. No soy un niño.

 

 

Tuvieron una batalla de miradas.

 

 

- Bien. Has lo que quieras.

 

 

El Mink le soltó sin delicadeza se giró y empezó a caminar, ésta vez a mayor velocidad.

 

 

- Acaso… ¿Se molestó? – Se preguntó a si mismo mientras rozaba sus dedos entre ellos.

 

 

Riki se ruborizó ante el modo tan brusco en que lo hubo tratado. Cómo si esperase que luchase un poco más por tener ese derecho. Pensó que el mayor le daría batalla, que le diría alguna excusa del porqué tenía que ser así, Riki entonces se resistiría y quejaría pero al final había pensado en terminar aceptando “de mala gana” que le tomara de la mano. Fin del tema. Punto y aparte.

 

 

Pero ahora por su comportamiento infantil tenía de vuelta su mano libre. Extrañó el tibio contacto del mayor.

 

 

- “Además… es la primera vez que nos tomamos de la mano” – Pensó.

 

 

Chistó a modo de rabieta.

 

 

- Oye Iason… ¡Espérame!... maldición ¿Qué es lo que le pasa? – Detestaba que le hiciera aquello, sabía que no podía seguirle el paso.

 

 

Riki por fin logró alcanzarle.

 

 

- ¿Se te olvida que no vienes solo? – Trataba de recuperar el aire. Estaba enfadado por que le dejara atrás.

 

 

- Pues parece que a ti si.

 

 

Riki sintió una pequeña punzada.

 

 

¿Qué se suponía que estaban haciendo? Aquel no era el comportamiento de un patrón y su empleado. El chico bajó la mirada. Parecía que cuando estaban fuera de la cama lo único que lograba hacer era molestar al mayor. Y muchas de las veces habían sido sin querer.

 

 

Levantó la cabeza cuando sintió que le tomaban de los hombros. Se halló con unos hermosos ojos azules y se ruborizó. En su vientre empezaron a revolotear sentimientos…

 

 

Criuc!~

 (Sonido del estómago ji ji ^o^)

 

 

El muchacho se sonrojó, ésta vez de la pena.

 

 

- ¿Tienes hambre?

 

 

Asintió sin mirarle.

 

 

- Venga. Busquemos algo de comer.

 

 

***

 

 

Luego de darse un baño, el rubio se dirigió hasta la habitación en donde Riki le esperaba. Cuando el moreno se dio cuenta de que el hombre entraba a la habitación, ocultó rápidamente algo debajo de la almohada. Se puso de pie.

 

 

- Ya era hora. Me dieron ganas de mear – Seguidamente el menor se dirigió al baño.

 

 

Automáticamente la atención de Iason se dirigió a la almohada. Se sentó en la cama y metió la mano bajo la masa acolchada, descubriendo una fotografía.

 

 

Los ojos azules se abrieron paulatinamente. Entre sus manos blancas, descansaba la imagen mal enfocada de un Riki sonriente abrazado a un Guy con expresión de orgullo. Bajó la mirada y ocultó de nuevo la foto. Con un suspiro recibió al moreno en la habitación.

 

 

- ¿Te pasa algo? – Preguntó Riki al notarlo tan silencioso.

 

 

- No es nada… - Se giró a verlo – Mañana es el festival ¿Te gustaría ir?

 

 

- Esa es una pregunta obvia.

 

 

- Nuestra relación está llena de obviedades ¿No lo crees así?

 

 

No le permitió una respuesta. Iason tomó a Riki entre sus brazos y le besó. El pelinegro correspondió, sólo el Mink era capaz de derrumbar su orgullo con sólo besarlo.

 

 

***

 

 

El polvo se acumulaba sobre el lugar. El sol amenazaba con aumentar su intensidad con el pasar de la tarde.

 

 

La atención de Riki fue llamada por el algarabío de la gente, sabía de qué se trataba. Viendo que el rubio caminaba con suma calma, comenzó a apurarle.

 

 

 

- ¡Eh! ¡Vamos Iason que aún hay chance!

 

 

- ¿Para qué? – Se alegraba de verlo así - ¿Se puede saber por qué estas tan feliz Riki?

 

 

- Porque hoy voy a llevarme el premio – Exclamó con seguridad.

 

 

Los hombres robustos gritaban extasiados al tiempo que blandían sus sombreros y daban golpes a la tierra con sus botas. Eran los toros coleados, el evento favorito de Riki, en él cada participante tenía que lograr hacer caer al toro que le soltasen jalándole de la cola, lo que lo hacía bastante difícil si al mismo tiempo estaban galopando. El muchacho siempre había asistido a ver esos espectáculos y le encantaba participar, sobretodo en los eventos no oficiales, en donde las reglas no eran tan estrictas.

 

 

 

(N/Sue: Me parece que Riki con su forma de ser, sería un excelente participante para algo así. No soy muy experta en cuanto a éste tema. En donde vivo – Venezuela - los hombres adoran esto y se realizan los Toros Coleados cada cierto tiempo. Quiero aclarar que yo sólo he ido una vez…y puedo decir con toda seguridad que no me gustó n_nUU me dio mucha lastima con esos animales u_u así que describiré más o menos lo que vi –y entendí - ese día xD)

 

 

 

Iason bajó su sombrero de modo que se le ocultase parte del rostro, llamaba mucho la atención estando ahí. No le animó mucho lo que veía, aunque era evidente que todos los asistentes estaban contagiados con la euforia de la competencia.

 

 

- ¡Hoooooooooh! – Riki se unió al coro de hombres sudorosos. Se emocionó cuando el toro cayó de bruces al suelo. 

 

 

 

El pelinegro no le prestó mucha atención a la incomodidad del rubio, estaba inmerso en su propia concepción de la diversión.

 

 

 

- Lo han hecho muy bien nuestros participantes. Ahora, tenemos a un joven que quiere arriesgarse… ¡Un aplauso para Riki! – Anunció el hombre fortachón del micrófono.

 

 

 

Iason se levantó el sombrero de golpe. Sus ojos azules se abrieron como platos cuando vio a Riki saludando desde un caballo que le habían prestado, seguramente para burlarse cuando el muchacho se cayera, después de todo esa clase de espectáculos era común entre los novatos.

 

 

- Riki… ¿Qué es lo que voy a hacer contigo?

 

 

El rubio aguardó, cuando Riki estuvo a punto de tirar al animal y la gente se alborotó sonrió, estaba convencido de que daría una excelente pelea.

 

 

 

Lo que empezó como una simple intromisión por diversión, se volvió algo más serio, los demás hombres de diferentes pueblos que estaban participando, se sentían amenazados ante las habilidades del moreno. La competencia se puso más seria y el público parecía haber escogido su favorito. Las mujeres sobretodo, quedaron encantadas con el joven que galopaba con evidente arrogancia.

 

 

 

- ¡¡Riki es el ganador!! – Anunciaron.

 

 

El aludido alzaba sus manos en señal de victoria.

 

 

- ¡¡¡¡Yeeeeeeeeeeeey!!!! – Sus nuevos seguidores lo acompañaron en su júbilo.

 

 

- Jum… realmente te gusta llamar la atención – Iason no pudo evitar sonreír.

 

 

 

- Oh… al parecer éste muchacho viene de la prestigiosa hacienda Mink ¡Que honor! También me dicen que el gran hacendado Mink está aquí con nosotros… – Comentaba el locutor – Oye… - No pudo continuar ya que Riki le arrebató el micrófono.

 

 

- ¡No seas haragán y ven acá, Iason! – Le llamó.

 

 

 

Se sintió presionado con aquello. Iason se aproximó entre las miradas embobadas de todo el que le rodeaba, “Es guapísimo” exclamaban las pueblerinas.

 

 

 

- Felicitaciones – Mencionó cuando estuvo a su lado – Realmente me impresionaste.

 

 

- Je je No fue nada. Me dieron una buena pasta - A pesar de que lo estuviera poniendo como algo insignificante el menor se sentía victorioso al demostrarle al rubio aquella faceta – Estoy seguro que Guy estará contento cuando lo reciba.

 

 

Riki se giró para ver al mayor, había “sentido” cuando éste reaccionó ante su comentario. Se dio cuenta de su metida de pata.

 

 

- Esto… Iason…

 

 

Se acomodó cuando le indicaron que le tomarían una fotografía.

 

 

 

- Me preguntó si en la cama serás capaz de mantener esa actitud tan férrea… – Iason se había inclinado un poco, lo suficiente para susurrarle sensualmente sus palabras.

 

 

 

- Iason… - Sintió un pinchazo en el bajo vientre. Mantuvo la mirada encajada a la dirección en donde se encontraba el fotógrafo  – ¿Ah si?... - La respiración se le acortaba - ¿Qué quieres hacerme?... Dime Iason… - Susurraba al tiempo que sentía su corazón y otra parte de su cuerpo palpitar con fuerza.

 

 

 

 - …Agarrarte por atrás y hacértelo con rudeza… ¿Cómo te pondrás? Espero con ansías llegar al hotel y averiguarlo.

 

 

El flash en sus ojos le dejó viendo motas de colores por un par de segundos. Así de borrosos se estaban volviendo los recuerdos que tenía con Guy. 

 

 

***

 

 

Tres jóvenes se hallaban caminando entre las calles infestadas de personas. De estatura más alta a la promedia, robustos y cada  uno con una apariencia singular, mostrando la típica escena de los muchachos entreteniéndose en su día libre.  

 

 

 

- ¡Esto es la caña! – Exclamó uno de cabellos claros y despeinados, su nombre era Norris  – Nada mejor que el festival para hacer lo que nos plazca.

 

 

- Oh vamos. Recuerda que no tenemos muchos motivos para andar celebrando – Comentó el más alto, de cabellos blanco platino, llamado Sid.

 

 

- Mmm… tienes razón. Después de todo nos perdimos los toros coleados. Riki no nos lo hubiera perdonado ¿Verdad? – Rourke, quien era pelicastaño y del largo casi hasta los hombros. Buscó aprobación en su otro compañero -  ¿Sucede algo Norris?

 

 

El aludido se había detenido y miraba a un punto fijo en el camino.

 

 

- Es… - Vociferó para luego salir corriendo.

 

 

- ¡Norris, espera! ¿A donde vas? – Gritó Rourke mientras veía a su amigo perderse entre la multitud – Ese idiota. Va a perderse y nos costará encontrarlo luego entre tanto gentío. Ahora resulta que le hará la suplencia a Riki trayéndonos problemas ¡Rayos! – Se golpeó sonoramente la frente.

 

 

- Deja de quejarte – Sid retomó el camino – De seguro encontró una muchacha bonita… o a algún hombre a quien guindársele del brazo. Ya sabes cómo es ese Norris.

 

 

Corría a toda prisa, tratando de llegar a su objetivo.

 

 

- ¡Riki! ¡Riki! – Llamaba - ¡Soy yo! ¡Norris! - Estaba seguro de que lo había visto. Había demasiadas personas, pero sabía que se trataba de él. No había duda, se trataba de su amigo.

 

 

 

Iason se dio cuenta del llamado. Con la suficiente cautela giró la vista, gracias a su tamaño pudo divisar al joven buscando de un lado a otro. No tuvo que pensar mucho, por el modo en que lo buscaba y su apariencia, el Mink dedujo que aquel muchacho era uno de sus amigos de Ceres, de seguro se hallaba en ese lugar para disfrutar de la temporada.

 

 

 

Si aquel hombre era de su pueblo natal, lo más probable era que conociera Guy o peor aún…que el mismo Guy estuviera con ellos.

 

 

Iason miró a Riki, quien caminaba a su diestra, al parecer el menor no se había dado cuenta de que le llamaban y era comprensible, había mucha bulla y ajetreo.

 

 

Definitivamente no iba a arriesgarse a que se encontraran. No después de todo lo que había logrado.

 

 

- Riki… - Le llamó, intentando camuflar la voz que se oía a lo lejos.

 

 

- ¿Mmm? ¿Sucede algo?

 

 

- Esto… - Se ubicó en su espalda y colocó sus manos en los hombros del joven, procedió a empujarle.

 

 

- ¿Qué haces? – Se sintió algo incómodo.

 

 

- Hay que moverse rápido. De lo contrario se nos acabará el día.

 

 

 

- Si, si… - Se dejó llevar.

 

 

Así, Riki desapareció de su rango de visión.

 

 

- Ohm. Los he perdido – Se lamentó.

 

 

- ¡¡Norris!!

 

 

Los muchachos se acercaban corriendo hasta él.

 

 

 - ¿Te has vuelto loco? – Se quejó un Rourke algo despeinado y con problemas para respirar - … ¿Por qué te fuiste así de repente?   

 

 

 

 - Es que me pareció ver a Riki – Se llevó la mano a la barbilla.

 

 

- ¿Riki? – Sid quedó algo impresionado - ¿Estás seguro de que era él?

 

 

 

- Si. Bueno, eso creo… estaba con un hombre rubio muy pero que muy alto – Alzó su brazo para mostrar lo que decía - Creo que estaban juntos.

 

 

 

- ¿Pero qué dices? ¿Riki con un hombre? ¡Te has vuelto loco! – El pelicastaño atacaba a Norris – ¡Eso es imposible! – Lo zarandeaba - ¿Estás seguro de lo que dices?

 

 

- Déjalo ya Rourke. De seguro se equivocó. Hay mucha gente.

 

 

- Pero Sid… - Norris trató de imponer que realmente se trataba de Riki.

 

 

- No insistas Norris – Mencionó con fuerza el peliblanco – No creo que Riki sea capaz de hacer algo así. Él no es así.

 

 

- Si. Tienes razón. Así no es Riki – Al escucharle, Norris se convenció de que se había equivocado. Negó con la cabeza – Él quiere a Guy.

 

 

 

***

 

 

El muchacho de cabellos negros se limpió la nariz luego de un gran estornudo. La creencia popular que insinuaba que alguna persona hablaba de él en ese momento, no lo apartó de lo que estaba haciendo. Entre sus manos se explayaba una de las fotografías que había logrado quitarle al camarógrafo. Sonrió, Iason se veía muy feliz a su lado, tanto que había esbozado una leve sonrisa y sus ojos permanecían estacionados en su imagen. Tomó una revista sobre el cuidado equino que tenía en su mochila y guardó la foto en una de sus páginas. Había sido un buen recuerdo y se aseguraría de mantenerlo en buenas condiciones.

 

 

- Prepárate… porque voy a montarte mi potro salvaje – Iason se apareció ante él, buscando contacto.

 

 

Riki le recibió.

 

 

- No te será tan fácil – Rió.

 

 

- Eso espero. Si no, no sería tan divertido.     

 

 

Pero ningún recuerdo como los grabados en sus pieles.

 

 

Continuará…

 

( Sue: Hoy tuvimos problemitas con la barra de herramientras de la pagina, asi que por favor, seguir estos links para ver las imagenes que van adjuntadas al capi n_n la primera es un anuncio de Riki, tan bello él je je y en la segunda podran ver a Norris, Sid y Rourke, para referencias :p <3)

 

http://i540.photobucket.com/albums/gg346/sue_zoe/Riki%20anuncia_zps03c67409.jpg

http://i540.photobucket.com/albums/gg346/sue_zoe/Norris,%20Sid%20y%20Rourke_zps20aa1a6f.jpg

 

 

Notas finales:

 

 

Jo jo genialoso! *3* Adoro a los chicos de Bison! Son un encanto *o* me encanta el Rourke de la novela, es muy lanzado ja ja xD el carácter de Sid lo hace sexy *w* y Norris es muy kawaiinoso, es como el típico personaje narutesco que no puede faltar je je y en el remake bendijeron a estos muchachos con unos cuerpos esculturales (inner: aún no supera la escena de Rourke duchándose -w-) coof cof cof!! … que cosas dices inner :D (inner: creo que tienes un poco de sangre escurriéndote de la nariz) o.o *se limpia* es por la anemia (inner: tu no sufres de anemia ¬¬) como sea! Es una lastima que a Ai no kusabi no se le dedicara una serie larga, como de veintitantos episodios… merecía la pena señores!! Estoy segura que las yaoistas nuevas quedaron en el limbo con los 4 capis del remake, no fue tan explicativo como pensé que sería (inner: deja de quejarte que estuvo bueno, que preferías que no sacaran nada? Al menos tienes esas ovas no? ¬¬) je je si, además nos apartamos del tema n_nUu Gracias mis amores por haber llegado hasta aquí y por cualquier comentario que deseen dejar. Muchísimos besos y abrazos!! Bye Bye!!  

 

 


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