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Corazón Indómito por sue

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Notas del capitulo:

 

Hola a todos mis amores!!! Como están? ^o^ Aquí estamos de nuevo con ésta historia que me encanta :D Agradezco los rr dejados en el capi pasado y espero que lo que están por leer, sea de su agrado n_n sin más preámbulos! A leer el 36! ;3  

 

 

Iason se acomodaba pacientemente la camisa. Riki observaba como lo hacía, a través de sus poros podía sentir el frío de la noche.

 

 

 

 

- ¿No se preguntarán donde estuviste?

 

 

 

 

- Tranquilo. Normalmente cuando mi padre está en la escena, todos los demás orbitan en torno a él – Se ponía las botas – Estoy seguro de que nadie notará que me fui.

 

 

 

El muchacho estaba seguro de que cierta persona de ojos verdes, si que se debía de haber dado cuenta.

 

 

 

- ¿No vienes? – Le rozó con la mano.

 

 

 

La mirada del pelinegro cayó en el techo luego de soltar un largo suspiro.

 

 

 

 

- La verdad que prefiero quedarme.

 

 

 

- De acuerdo.

 

 

 

Luego de terminar de arreglarse, Iason se aproximó hasta su amante y le dio un beso apasionado.

 

 

 

Cuando el ojiazul volvió a la fiesta su padre lo interceptó con disimulo. Ambos se hallaban uno al lado del otro.

 

 

 

 

- ¿Y bien? – Degustaba del vino.

 

 

 

- Disculpa pero ¿Bien qué padre?

 

 

 

- ¿Cómo ha estado tu velada con el joven Riki? No creas qué no me he dado cuenta de tu fuga con él.

 

 

 

- … - Ciertamente su padre era difícil de engañar – Preferiría guardarme mis comentarios.

 

 

 

La sonrisa esbozada por el mayor, fue sustituida por una ligera mueca de inconformidad.

 

 

  

 

- Oh, vamos Iason. Tampoco te estoy pidiendo detalles… por mucho que estos me encanten.

 

 

 

- Lo sé. Pero prefiero no echarle leña a tu fuego.

 

 

 

Amado sonrió. Era cierto, él era un hombre muy fácil de encantar… y su hijo lo sabía.

 

 

 

 

***

 

 

 

A la mañana siguiente, Iason y Riki salieron muy tempranos de las caballerizas. El menor no imaginó que la supuesta sorpresa se hallase a una distancia apartada. No le importó mucho, el clima estaba bueno para cabalgar.

 

 

 

 

 

- ¿Aún con la resaca? – Preguntaba al notar que el joven se sobaba la frente por tercera vez en lo que llevaban de viaje.

 

 

 

 

Iason decidió que era el momento de llevarlo al lugar que más amaba de sus dominios. Aunque Riki no se mostró muy animado, al llegar su semblante cambió; las rocas estaban dispuestas de manera que pareciera que unas manos gigantes hubieran cavado una pequeña gruta, las enredaderas, las plantas y los musgos se adherían a cualquier superficie que le brindara nutrientes. Los ojos negros se tambalearon, el lugar era encantador, una especie de aura positiva y agradable moraba en la zona.

 

 

 

 

- Vaya... así que es esto lo que querías mostrarme ¿Enamoraste a muchos aquí?

 

 

 

 

- Que va. Eres la primera persona a la que traigo.

 

 

 

 

Saberlo lo llenó de un extraño sentimiento de satisfacción.

 

 

 

 

- Bueno ¿Y a qué me has traído? ¿Quieres que lo hagamos aquí?

 

 

 

 

- No exactamente. Quería que lo conocieras, ya que es mi lugar especial.

 

 

 

 

- Jo… así que un lugar especial – Exclamó - Es muy agradable. Un buen sitio.

 

 

 

 

El rubio se iluminó.

 

 

 

 

- Si... tengo muchos recuerdos – Más luego su semblante se mostró nostálgico - Solía venir aquí con mi hermana.

 

 

 

 

- ¿Hermana? - La noticia lo tomó por sorpresa, no sabía que Iason tuviera una hermana; aunque no era para alarmarse, era cierto que Riki no le preguntaba al mayor cosas de esa índole - …Debe ser un mujerón.

 

 

 

Iason le dirigió una mirada llena de expectativa. Aquella era una palabra coloquial que por lo general denotaba que una mujer era poseedora de “grandes atributos”, o un buen cuerpo como quién dice.  

 

 

 

- Quiero decir... debe de ser extremadamente guapa. Ya que si su hermano... - Se tragó las palabras, decir "Ya que si su hermano lo es" lo hubiera dejado en evidencia - ¿Y dónde está ella? ¿Estudiando lejos? – Sonrió socarronamente - ¿O acaso tu madre logró pescarle un buen marido?

 

 

 

- Ella murió.

 

 

 

El corazón del moreno dio un vuelco. Saber eso fue como recibir un golpe seco.

 

 

 

- Yo... lo lamento – Sentía que había tenido poco tacto.

 

 

 

- No te preocupes, fue hace mucho tiempo. De hecho, mucho antes de que nacieras.

 

 

 

Aún así, el pelinegro se sintió pésimo. Estaba seguro de que de nuevo la imprudencia estuvo vertida en sus actos. Le sorprendía el modo tan impasible con que el Mink se lo hubo contado, más sabía que con el ojiazul muchas veces sus expresiones no se mostraban del todo.

 

 

 

- ¿Cómo era ella? - Preguntó algo cohibido.

 

 

 

Riki se sintió más aliviado cuando notó que la pregunta hizo sonreír un poco al Mink.

 

 

 

- Ven acá Riki - Le hizo una seña para que se acercara. El rubio sacó de uno de sus bolsillos un medallón dorado, lo abrió, mostrando así una pequeña foto algo deteriorada de la joven. Era hermosa, de contextura pequeña y extremadamente delgada, los cabellos largos y lisos caían por sus hombros y su mirada firme le recordaba a la de Iason.

 

 

 

- ¡Que bonita! - Exclamó Riki.

 

 

 

- Se llamaba Felicia.

 

 

 

 - Parece una muñeca... ¿Qué edad tenía?

 

 

 

- Veinte. La edad a la que murió.

 

 

 

Saberlo lo perturbó. Sólo dos años más de los que tenía él actualmente.

 

 

 

- Era muy joven... ehmm… ¿De qué murió?

 

 

 

No sabía si era adecuado preguntarlo, pero la curiosidad lo poseyó.

 

 

 

Iason se dirigió hasta una piedra y se sentó en ella. Dirigió su mano a otra más cercana y la palpó unas dos veces con su mano. Riki entendió el gesto y se sentó en la roca. Al subir la vista notó que Iason no lo miraba, de hecho no miraba nada en específico; sus ojos se hallaban como examinando el pasado.

 

 

 

 

***Flash Back ***

 

 

 

 

*(Pov de Iason)*

 

 

 

Felicia siempre fue muy alegre, a pesar de que estuviera constantemente enferma. Los doctores venían de vez en cuando a la casona para chequear su estado de salud o para practicarle algún tratamiento. Su sistema inmunológico era muy indeficiente. Mis padres la sobreprotegían debido a esto y yo me limitaba a comportarme, sabía que sería egoísta de mi parte producirles algún pesar.

 

 

 

Cuando se hallaba en cama, Felicia solía dormir bastante. Mi madre me prohibía ir a verla, pero yo me metía a escondidas en su habitación a acompañarla, así fuera para acariciarle el cabello o simplemente contemplar su marchitado ser.

 

 

 

Yo la amaba. Ella me cuidaba y me trataba con mucho cariño...

 

 

 

*(Fin del pov de Iason)*

 

 

 

- Iason.

 

 

 

El niño se giró con cuidado. Lo habían descubierto.

 

 

 

- Sólo quería una galleta - Bajó el rostro, avergonzado.

 

 

 

Felicia se aproximó hasta el estante y llevó su mano hasta la vasija, no tuvo necesidad de utilizar la silla que su hermano había colocado a un lado.

 

 

 

- Toma - Le hizo entrega de una galleta y otra se la llevó a la boca - La próxima vez le pides ayuda a tu hermanita ¿Si?

 

 

 

 

Iason asintió, cuando la chica le sonrió y alborotó los cabellos se sintió más cómodo.

 

 

 

Una tarde, los hermanos fueron a pasear.

 

 

 

- ¿Qué este lugar? - Se maravilló ante lo que veían sus ojos.

 

 

 

- Éste, es mi lugar especial. Cuándo te sientas triste o necesites pensar, ven acá. Será tu lugar especial también ¿Qué te parece Iason?

 

 

 

El niño se sintió feliz de que compartiera aquel tesoro con él.

 

 

 

- Felicia... ¿Qué haces? - Veía a la joven haciendo movimientos repetitivos con un par de agujas e hilo de lana.

 

 

 

- Voy a tejerle un suéter a mi hermanito - Sonrió.

 

 

 

- Ya quiero que esté listo - Se  sentó a su lado.

 

 

 

- Aún falta. Apenas lo estoy empezando - Le mostró una pieza de unos diez centímetros de largo.

 

 

 

***Fin del Flash Back***

 

 

 

-… Poco después de que cumpliera siete años, Felicia cayó terriblemente enferma. Los médicos no supieron que hacer y finalmente ocurrió lo que temíamos... murió.

 

 

 

 

- Iason… - Notaba los dejes de tristeza en su rostro - … ¿Por qué… me cuentas esto?

 

 

 

 

- No lo sé…

 

 

 

Una ráfaga de viento los hizo sumirse en un momentáneo silencio.

 

 

 

 

- Sólo tuve deseos de hacerlo. También eres al primero que se lo cuento.

 

 

 

 

- Ia…son…

 

 

 

 

¿Significaba eso que debía considerarse afortunado? De seguro otros sabían la historia superficialmente, pero Riki era el único al que el mismo Iason le había revelado lo acontecido ¿Qué debía hacer en un momento así? Cuando el joven chocó su mirada con la de Iason, lo supo, algo había cambiado, pero no sabía con exactitud de que se trataba. Ahora veía el rostro del rubio más límpido y hermoso que antes, como si le alumbrase una estela majestuosa que nunca hubo percatado. Se sonrojó al instante. El que el Mink le tuviera tanta confianza lo henchía soberanamente.    

 

 

 

 

Sintió deseos de ir y abrazarlo. Pero se contuvo.

 

 

 

 

- ¿Sabías qué cuando compartes un secreto con alguien, creas un vínculo que es difícil de romper?

 

 

 

 

Riki permaneció pensativo, sumido en sus palabras.

 

 

 

 

- Felicia amaba los versos. Solía venir aquí y recitaba algunos – Sonrió acordándose de hermosos momentos compartidos con su hermana. Sacó de su saco una pequeña libreta forrada con terciopelo de color verde olivo – Esto era de su pertenencia. Aquí solía anotar los versos que más le gustaba, luego me pedía que se los leyera… ¿Te molestaría si recitara alguno?

 

 

 

 

- ¡¿Eh?! – Riki dio un pequeño respingo, estaba tan sumido en el relato de Iason que la pregunta lo tomó desprevenido –…Adelante.

 

 

 

 

El Mink sonrió paulatinamente. Hojeó la libreta, escogiendo el más indicado para dedicárselo a Riki. Al dar con el mismo se dispuso a leerlo:

 

 

  

 

 

“Pensar en ti,

sería como estar pensando en el aire,

porque tienes la presencia

de las cosas que duran

una palabra nada más

y que perduran hasta el siglo

de las estrellas,

cuando la luz,,

de tanto estar madura,

se cae sobre los árboles

y se vuelve agua de tu río,

voz de tu campana,

tierra nueva de tus manos

y torre de música

en el crepúsculo de tu cintura.

Y estar contigo,

 Sería como estar lleno de símbolos.

A los sentidos les crecerán raíces

de alegría

y tendrás mis dedos

y mis ojos

y mi sangre

enterrados dulcemente

en los espacios de tu nombre.

Cuando te duela la vida,

será la fuerza de mi pensamiento

la que te estará doliendo” 

 

 

 

  

La expresión que Riki tenía, evidenciaba su nulo entendimiento con respecto al significado de aquel verso. Pero haberlo escuchado le había agradado por el modo “cantado” en que el ojiazul lo hubo pronunciado. Estaba seguro de qué, de haber nacido mujer, aquello le hubiese puesto en modo sensible.

 

 

 

 

- Se titula “Alrededor de ti”… ¿Qué te pareció?

 

 

 

 

- ¡! – De nuevo la pregunta lo dejó desubicado - …Bien – Se rascó la cabeza, de donde él venía, las chicas pasaban el tiempo coqueteándole a los muchachos, en cambio, la hermana de Iason pasaba horas leyendo aquellos párrafos tan extraños.

 

 

 

 

 

El rubio se burló internamente, le pareció encantador, en todo el rato que estuvo recitando el verso, pudo ver por el rabillo del ojo como el joven se perdía a medida que transcurría el relato. Volvió su vista a la libreta y dio unos toques en el papel.

 

 

 

 

- Creo que éste lo entenderás mejor.

 

 

 

 

- Pues dale – Se acomodó en su asiento. Ésta vez prestaría el doble de atención, estaba decidido a comprender así fuera un poco lo que le leyese… pensaba que era lo menos que podía hacer, después de todo, Iason le estaba mostrando algo muy importante para él.

 

 

 

 

El Mink procedió:

 

 

 

“Desmayarse, atreverse, estar furioso,

áspero, tierno, liberal, esquivo,

alentado, mortal, difunto, vivo,

leal, traidor, cobarde y animoso,

    no hallar, fuera del bien, centro y reposo,

mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,

enojado, valiente, fugitivo,

satisfecho, ofendido, receloso.

   Huir el rostro al claro desengaño,

beber veneno por licor suave,

olvidar el provecho, amar el daño;

   Creer que un cielo en un infierno cabe,

dar la vida y el alma a un desengaño:

esto es amor. Quien lo probó lo sabe…” 

 

 

 

 

El muchacho, quien había mantenido la mirada fija en el suelo, más no viendo a ningún lado y con la mano en puño estacionada en la barbilla, retomó su antigua posición. En  cierto modo lo había comprendido… aquellos eran síntomas, algunos que conocía, pues los había estado experimentando últimamente.

 

 

 

 

- ¿Y ese cómo se llama?

 

 

 

 

- “Varios efectos del amor”.

 

 

 

 

El joven desvió la mirada, más luego la devolvió hacía el Mink cuando éste le extendió algo.

 

 

 

 

- Ten. Estoy seguro de que releyéndolos serás capaz de entenderlos – Le hacía entrega de la libreta – Puedes quedártelo todo el tiempo que quieras.

 

 

 

 

Riki la tomó, aunque dudoso. Al abrirla, pudo ver lo anticuado que era.

 

 

 

 

- No sé si logre entenderlos. Además, esto es algo muy importante para ti… ¿Estás seguro de que quieres que lo tenga?

 

 

 

 

- Confío en que lo cuidarás – Llevó una mano hasta el hombro del moreno. En un gesto de confianza.

 

 

 

 

Por alguna razón, el contacto con el ojiazul le pareció más placentero que de lo usual. Volvió la vista al cuaderno perteneciente a la difunta Felicia. Nunca nadie le había confiado algo de tan extenso valor sentimental.

 

 

 

 

***

 

 

 

 

La atención de Riki se hallaba muy apartada de la tierra que se amontonaba alrededor de sus botas, continuaba escarbando con el pico indeliberadamente. La sensación de angustia que había adquirido en el viaje que hizo con Iason no lograba abandonarlo, y es que aunque hubiese pasado ya una semana no podía olvidarlo.

 

 

 

 

Iason le había contado un secreto. Bueno, no era realmente un secreto como tal, era una información que el moreno desconocía y que lo había llevado a mirar al rubio de una manera distinta. Ahora no podía evitar que su corazón se encogiera cada vez que lo veía. En el pasado, su modo de pensar lo instaba a tratar al Mink como si fuera un ser sin sentimientos, pero ahora las cosas habían cambiado, “Es verdad… él también tiene sus problemas”, meditaba “A pesar de los lujos y comodidades, su infancia no fue para nada envidiable”. Riki estaba consiente de que se había comportado egoístamente con Iason, anteponiendo lo que él quería sin pensar en lo que el rubio pudiera opinar o sentir.

 

 

 

 

¿Por qué le había contado todo lo de su hermana? La angustia se acrecentaba, no sabía como debía comportarse de ahora en adelante con el Mink ¿Tenía que tratarle diferente? Creía que sí, ya que el rubio le había tenido la suficiente familiaridad como para contarle algo tan íntimo y, estaba seguro de que el hombre había hecho un esfuerzo por retener las lágrimas. 

 

 

 

…cuando compartes un secreto con alguien, creas un vínculo que es difícil de romper…

 

 

 

Cogió una hoja y la extendió sobre su regazo, se apoyaba sobre una de las revistas que solía leer cuando esperaba solo en su cuarto a que Iason se desocupara y llegara a atenderle. Llevó el lápiz al papel dispuesto a escribir, se detuvo unos segundos, pensando.

 

 

 

 

El grafito comenzó a dar su marca a medida que se formaban las palabras en su mente:

 

 

 

 

Guy,

 

 

 

 

Giró el lápiz y borró el nombre. Empezó de nuevo:

 

 

 

Querido Guy,

 

 

 

De nuevo se detuvo. Se llevó la mano a la boca y la pasó por ella en un gesto pensativo.

¿Qué podría decirle? Por primera vez, Riki no encontró las palabras adecuadas para dirigirse a su pareja. Él, que había decidido irle a visitar en cuanto tuviera la primera oportunidad, había preferido quedarse en aquel hotel desatando los más viles deseos sexuales con Iason, sin descanso. Nunca intentó mencionarle al mayor que aprovecharía el aventón para irse a su hogar unos días, no se lo insinuó, de hecho… lo ignoró por completo. Pero no se arrepentía, aquellas horas que pasó en su cama las disfrutó con deleite, el aroma varonil del hombre aún podía sentirlo impregnado en su propia piel.

 

 

 

 

- “Iason…”

 

 

 

 

Su agradable y seductora imagen se formó en su cabeza. Había gemido su nombre tantas veces, que pensó que su cerebro se había quedado trabado. Abrió la revista y para su sorpresa, la fotografía de los toros coleados se hallaba en ella, sonrió al detallarla. La colocó a un lado de la cama y sacó el anillo que resguardaba bajo su camisa, lo movió de un lado a otro, la fina cabuya que lo mantenía sujeto a su cuello ya se estaba pudriendo, era comprensible, no se la quitaba para nada, ni siquiera para bañarse ni dormir. Cuando tiró de ella con un poco de fuerza, ésta reventó sin problema alguno. Desató el nudo que tenía a su alrededor y tuvo en su mano un anillo liso que destellaba la belleza de su material.

 

 

 

 

 

Riki sonrió, más su sonrisa se desvaneció para dar paso al desconsuelo.

 

 

 

 

La razón le mostró ante sus ojos y sin piedad, un símil a su relación. Eran ellos: Iason el costoso y precioso anillo, y Riki la común y roída cuerda que se aferraba torpemente a sus brazos. Así como la había reventado y desligado, sabía que algo los separaría algún día.

 

 

 

 

Se mordió el labio y agachó la cabeza. Tenía que sacar todos esos pensamientos y sentimientos que le estaban corroyendo  por dentro, tenía que dejar de pensar con la entrepierna y enfocarse, de lo contrario terminaría haciéndole mucho daño a Guy.

 

 

 

 

Con mala gana, arrojó el anillo, lo que quedaba de la cuerda y la foto al lado más apartado del colchón. Agarró la hoja y el lápiz. Suspiró con fuerza, manteniendo los ojos cerrados y el entrecejo fruncido. Se obligaba a concentrarse.

 

 

 

- Bien…

 

 

 

 

Se dispuso a escribir lo que sentía:

 

 

 

 

Querido Guy, estos últimos meses que no nos hemos visto me han servido para darme cuenta de muchas cosas. Una de ellas es que hasta ahora nunca había pensado en lo que tú sentías, siempre te la pasabas diciendo que querías hablar un poco y yo te decía que esas eran cosas de mujeres… te prometo que en cuanto vuelva te escucharé todo lo que quieras. También me gustaría conocer a tus padres, sé que no hablas mucho de ellos, pero estoy seguro de que deben ser buenas personas. También creo que es el momento, te llevaré a mi lugar favorito, ya sabes, aquel que te comenté cuando éramos apenas unos carricitos, donde me la pasaba la mayor parte del tiempo jugando…

 

 

 

…Me gustaría pedirte perdón, he cometido muchos errores y sé que no he sido el hombre que mereces, lo admito, a veces me comporto como un verdadero idiota, permíteme compensarte. Hagamos que esto funcione. Te prometo que las cosas cambiarán.

 

 

 

Siempre Tuyo, Riki

 

 

    

 

Leyó la carta, pero algo no le cuadraba. Borró la firma, la editó varias veces. Colocó:

 

 

 

 

Tu Riki

 

Quien te extraña, Riki

 

Quien te quiere, Riki

 

Hasta pronto, Riki

 

Nos vemos, Riki

 

Adiós, Riki

 

 

 

Finalmente,  decidió  y escribió sobre la zona casi desgastada del papel:

 

 

 

 

Riki

 

 

 

Nada más.

 

 

 

Tomó el sobre.

 

   

 

 

Toc Toc!

 

 

 

 

El llamado a la puerta lo hizo desenfocarse.

 

 

 

 

- ¡Voy! – Exclamó, era probable que Katze quisiera notificarle alguna cosa - ¡Iason! – Su impresión fue evidente al abrir la puerta y hallarlo tras ella - ¿Qué haces aquí? Podrían verte.

 

 

 

 

- Por eso no debo permanecer mucho tiempo parado afuera – Y diciendo esto se metió dentro de la cabaña.

 

 

 

 

Riki se apartó y observó la alta figura pasearse por su estancia. 

 

 

 

 

- ¿Te ofrezco algo de tomar? – Le dio la espalda - Oh, pero me temo que si me dices que sí, tendremos que compartir un poco de mi jarabe mágico – Sacó la botellita que solía guardarse en los pantalones, si Katze supiera que de vez en cuando daba un traguito en horas laborales, le daría el sermón de su vida - ¿Qué dices Iason?… ¿Iason?

 

 

 

 

Cuando se giró, se percató de que el mayor ya no estaba. Suspiró, lo más probable era que se hubiera metido en el baño, arrugó el seño ¿A qué? No creía que había llegado hasta su cabaña sólo para usar su baño teniendo tantos y mejores cuidados en la casona, aparte restaba el pequeño cuarto donde estaban su cama y sus cosas.

 

 

 

 

Sus ojos se abrieron de golpe “¡La carta!” ¡Había dejado la bendita carta sin introducir en el sobre arriba de la cama! Si la veía podría leer su contenido. No quería darse a explicar. Como alma que lleva el diablo, el moreno salió disparado hasta la habitación.

 

 

 

 

- Iason.

 

 

 

 

- Oh Riki – Le sonrió - ¿Qué pasa? Pareces asustado.

 

 

 

 

- No… es que, como te desapareciste de repente, pensé que me estaban espantando… - Dirigió su mirada a la cama y vio la carta, al parecer no la había notado ¿Cómo llegaría hasta ella sin que el Mink diera con su existencia?

 

 

 

 

- ¿Qué ves? – Iba a dirigir su vista a la cama, más el joven le jaló con fuerza, alejándolo de ella y haciéndolo chocar contra su pecho – Riki… - Su mirada se enterneció.

 

 

 

 

- Esto… abrázame – Colocó su cabeza en el amplio abdomen.

 

 

 

 

- ¿Qué? – Su sonrisa se extendió, era extraño que Riki se comportase de ese modo.

 

 

 

 

- ¡Que me abraces te digo! ¿Qué estas sordo? – No pudo evitar espetar. 

 

 

 

 

- Está bien, está bien – Respondió junto a una risita. Ese si era el Riki que conocía. Le cubrió con sus brazos - ¿Contento? – Le acarició los cabellos.

 

 

 

 

- No preguntes esa clase de cosas – Sentía que sus mejillas ardían. Llevó sus propios brazos a la espalda del Mink y buscó de rodearlo. El delicioso y picante aroma de Iason lo volvía loco – Iason… - Subió el rostro y se encontró con las hermosas gemas azules, brillando – “Dios… es tan… hermoso” – Tragó saliva. Por muy tonto que sonara, el menor no se había percatado del grado de belleza del hombre, de hecho había decidido ignorar cualquier opinión que tuviera con respecto a su apariencia física, estaba convencido de que sólo las mujeres eran hermosas… ¿Entonces por qué Iason le parecía más hermoso que una mujer?

 

 

 

 

Aumentó la presión con que lo ceñía. Por lo general sólo se abrazaba con el mayor para buscar placer o después del coito. Ahora que lo había hecho sin pensarlo se encontraba con que era una situación bastante agradable. No quería que le soltase, quería permanecer así… ya ni se acordaba de la carta explayada en la cama, sólo quería seguir sintiendo el cuerpo de Iason contra el suyo.

 

 

 

 

- Háblame Riki. Hoy estás muy silencioso – Murmuró haciendo que todos los vellos del cuerpo de Riki se erizaran.   

 

 

 

 

- ¿Está bien que estés aquí? ¿Tú padre no se dará cuenta?

 

 

 

 

- Él no tiene porqué enterarse. Además, si lo hiciera, no tendría nada que decir – Le peinaba los mechones negros – Riki…

 

 

 

 

Ansió que se detuviera y a la vez que siguiera, escuchar su nombre de aquellos labios lo seducía de una manera tal, que Riki perdía el control sobre su conciencia.

 

 

 

 

- Fue agradable viajar contigo esos días.

 

 

 

 

Riki sentía la respiración del mayor chocar muy cerca de su cara.

 

 

 

 

- ¿Te la pasaste bien?

 

 

 

 

- Supongo, normal -  Deseó haberse mordido la lengua, había utilizado un tono de voz desganado, restándole importancia al asunto.

 

 

 

 

 

Fue testigo de cómo Iason se apartaba de sus brazos, dejándolo reducido a su propio y frío espacio personal ¿Cómo decirle que no había querido que sonara de ese modo tan despreciativo? Realmente lo había disfrutado, de hecho se había divertido mucho esos días que pasó con él. Se detestó, no era capaz de ser franco, el Mink hasta se había tomado la molestia de contarle lo de su hermana y él lo había regado todo como si hubiese sido una insignificancia. Definitivamente, todo lo que hacía con las manos lo desboronaba sin misericordia con los pies. 

 

 

 

 

- Tal vez… - Buscó de llamar su atención.

 

 

 

 

El rubio le miró.

 

 

 

 

- …Tal vez deberíamos repetirlo alguna vez – Comentó con timidez.

 

 

 

Iason le dirigió una tenue sonrisa.

 

 

 

- Si.

 

 

 

 

Riki sintió su corazón llenarse de una sensación de bienestar, la sonrisa que le hubo dirigido Iason era sincera, eso significaba que por lo menos su comentario insensible podría pasarse por alto.

 

 

 

 

- Bien Riki, me voy.  Sólo quería verte y ya me he complacido – Mencionó con galantería.

 

 

 

 

Buscó de pasarle por un lado, más el joven le detuvo, agarrándole del brazo.

 

 

 

 

- Inclínate – Le pidió, jalándole con fuerza.

 

 

 

 

Iason obedeció, sabía que el corazón del joven estaba latiendo frenéticamente.

 

 

 

 

Ya teniéndolo tan cerca, el pelinegro fue en busca de sus labios. El beso fue lento y dulce.

 

 

 

 

- Si lo que querías era un beso, me lo hubieses pedido – Le acarició el mentón.

 

 

 

 

- ¿Y que pretendías? ¿Venir a menearte aquí sin que te hiciera nada? – Trató de sonar tan altanero como siempre lo hacía, pero evidentemente eso era sólo una coraza.   

 

 

 

 

- Tienes razón. No sé que es lo que pretendo - Le escudriñó unos segundos con la mirada.

 

 

 

 

- Iason…

 

 

 

 

- Mmm – Negó con la cabeza - Ahora sí, te dejo solo. Si me quedo por más tiempo ya sabes donde terminaremos… por más que adore estar empiernado contigo, hay asuntos que debo atender. Pórtate bien mientras.

 

 

 

 

Le acompañó hasta la puerta, antes de que saliera por ella, Riki emitió suavemente:

 

 

 

 

- ¿Nos veremos ésta noche?

 

 

 

- Claro Riki.

 

 

 

El joven suspiró mientras se marchaba. Cerró la puerta y permaneció un par de segundos estacionado, cavilando. Volvió a la habitación y se sentó en la cama, tomó el anillo y le sacó brillo pasándolo por su camisa.

 

 

 

- Bueno…   

 

 

 

Tomó la carta. La dobló y la metió en un cajón.

 

 

 

Había decidido no mandarla.

 

 

 

 

***

 

 

 

 

Cuando tenían mucho calor los hombres solían quitarse la camisa. Por una parte era bueno que en la hacienda no hubiera mujeres, eso les daba algunas libertades que estando ellas no tendrían. El desfile de torsos desnudos llamó la atención de cierto rubio, quien se aproximó al distinguir a Riki entre ellos.

 

 

 

 

- Señor... ¿Podemos ayudarlo en algo? - La voz del hombre sonaba medrosa.

 

 

 

Las risas se habían apaciguado, era obvio que los Mink inspiraban esa clase de reacción en los demás y era comprensible.

 

 

 

 

- Sólo estoy inspeccionando un poco mis pertenencias... - Al decir esto, miró al pelinegro de arriba a abajo, como quien analiza el ganado - Riki. Ven acá. - Llamó.

 

 

 

 

El aludido se aproximó hasta su patrón.

 

 

 

 

- Continúen con su trabajo - Indicó a los demás.

 

 

 

Amado iba de vez en cuando a visitar a Riki, ya fuese para charlar o para indagar un poco sobre el muchacho.

 

 

 

 

- Mira lo que he traído para que nos pongamos cómodos.

 

 

 

 

- ¡Fiu! – Silbó Riki mientras mantenía entre sus manos una botella de un buen licor.

 

 

 

 

El mayor plantó sus grises orbes sobre el trasero apretado de Riki, inconscientemente deslizó con cuidado la lengua a través de su labio inferior; estaba seguro de que el muchacho debía tener buen aguante a la hora del sexo. Sacudió su cabeza. Aquel pensamiento no debió de haberse formulado en su cabeza… pero al fin y al cabo lo hizo.  

 

 

 

 

Riki le hizo entrega de la botella luego de haber bebido de ella. Ya lo de los “besos indirectos” había vuelto de nuevo en broma.

 

 

 

 

- Puedo comprender porque mi hijo está tan encaprichado – Se empinó la botella.

 

 

 

 

El moreno se giró y le mostró una expresión confundida, pestañó sin comprender.

 

 

 

 

- A cabalgar – Sonrió mientras le devolvía la botella - Después de ver todos los cuidados que le das a su caballo, no lo pongo en duda.

 

 

 

 

- Todos son especiales para mí.

 

 

 

 

Riki se sonrojó, sonrió con algo de timidez pensando que le estaba felicitando por su arduo trabajo. Lo que Riki no sabía, era que Amado ya no lo veía como aquel niño juguetón que le gustaba alzar en brazos, ahora lo veía como un apuesto joven que ansiaba tener en su lecho.

 

 

 

 

- Dime Riki ¿Eres casado?

 

 

 

- Eh... no señor.

 

 

 

- Muy buena decisión. Te aconsejo que no contraigas nupcias tan temprano. La juventud es para disfrutarla soltero... Que te lo digo yo – Tenía que alejar a su hijo de aquel matrimonio a cómo diera lugar. Una seductora sonrisa hizo que el menor sintiera hormigueos en la ingle.

 

 

 

- Tomaré en cuenta su consejo...

 

 

 

- Por favor Riki. No quiero que me hables más de usted... quiero tener mas intimidad contigo - El rubio se acercó peligrosamente al muchacho. Alzó las cejas -... Dime ¿Me la darás? - Murmuró.

 

 

 

Riki tragó sonoramente.

 

 

 

- ¿El qué?

 

 

 

Amado soltó una risita tan erótica, que puso al moreno a ver las estrellas.

 

 

 

- La intimidad.

 

 

 

Que le diera "La intimidad". Riki en ocasiones era bueno para las frases con doble sentido ¿Ésta era una de ellas? ¿Amado quería que lo interpretara así? El joven se estaba volviendo paranoico.

 

 

 

 

- ¿Por qué no? – Por el modo en el lo dijo, Amado sonrió con satisfacción.

 

 

 

- Eres un joven muy divertido.

 

 

 

El aroma de Amado lo estaba enloqueciendo ¡Olía muy bien! Riki no podía describirlo con palabras, pero era cómo si su canal olfativo cada vez que tenía contacto con el Mink, lo llenaba de una sensación placentera y excitante. Pobre Riki, las hormonas del hombre eran en extremo potentes, incluso más fuertes que las de Iason; por eso había hecho desastres con cuanto sirviente se le puso enfrente en el pasado, no tenía que obligarlos, si eras muy sensible bastaba solamente con estar al lado de aquel hombre para llevarte al mismísimo orgasmo... Riki estaba en problemas y muy serios.

 

 

 

 

El pelirrojo se detuvo al ver salir a Amado de las caballerizas y más atrás a Riki. Espero a que el rubio estuviera a una distancia prudente, sólo entonces se dispuso a acercarse hasta donde estaba el pelinegro.

 

 

 

 

- Riki – Le llamó.

 

 

 

 

- ¿Si? ¿Qué pasa?

 

 

 

 

- Te daré un consejo muchacho: Mantén las piernas cerradas.

 

 

 

 

El comentario proveniente de la boca de Katze lo hizo enfadar.

 

 

 

- No me gusta tu tonito - Sentenció.

 

 

 

- Pues te lo calas, niñato. Una cosa es que te revuelques con el patrón y la otra es que me quieras ver la cara - Katze se acercó hasta Riki para hablarle sin tener que forzar la voz - ¿Qué hacías con el señor Amado?

 

 

 

- ¿De qué estás hablando?

 

 

 

- Contéstame únicamente lo que te estoy preguntando. Yo los vi. Estabas con él en el establo ¿Qué hacían?

 

 

 

Riki se sorprendió de que el pelirrojo estuviera insinuando un posible romance con Amado.

 

 

 

- Nada. Solo hablábamos.  

 

 

 

- Hueles a alcohol.

 

 

 

- Si, si. Está bien. Estábamos bebiendo. Hablando y bebiendo.

 

 

 

El hombre entrecerró el mirar.

 

 

 

- Más te vale Riki.

 

 

 

- ¿Me estás amenazando?

 

 

 

- Oh, claro que te amenazo - Frunció el seño - Por mí, le puedes dar el culo a quien quieras.

 

 

 

En ésta parte, Riki viró los ojos. Estaba cansado de esa cantaleta.

 

 

 

- ¿Te pongo acaso?

 

 

 

Se dio cuenta de lo que su comentario produjo en Katze y en sí mismo. Aquella noche en la casa del hombre pelirrojo había estado a punto de quedar caminando chueco por un buen rato. Riki se había prometido no volver hacerlo enfadar, pero el pelirrojo no ayudaba mucho en esa tarea.

 

 

 

- Escúchame. Si me estás mintiendo y me entero que te le insinuaste, a él o a otro hombre, ya no habrá Katze amable. No permitiré que lastimes a Iason por andar de calenturiento.

 

 

 

- Yo no...

 

 

 

No se esperaba con que aquella fuera la razón de su desdén, era evidente que Katze le guardaba cariño a Iason y eso le provocó celos. Ellos en el pasado tenían relaciones ¿Sería posible que el pelirrojo hubiese desarrollado sentimientos más profundos hacia el Mink?

 

 

 

- Iason… ¿Él te atrae? - No pudo aguantar formular la pregunta, de pronto, nació en el la necesidad imperiosa de saberlo.

 

 

 

- No digas estupideces. Si lo quisiera de esa forma, ya te lo hubiese quitado de encima. Tenlo en mente.

 

 

 

Katze le dejó. Riki se mantuvo pensativo por un rato.

 

 

 

 

 

Continuará...

 

 

(Please, seguir el siguiente link para ver el fanart que le hice al capi :·3):

 

http://i540.photobucket.com/albums/gg346/sue_zoe/ank_LosMink__zps68e65eb9.jpg

 

 

 

Notas finales:

 

 

Jo Jo!! Las cosas que pasan por acá! Con la creación de Amado vinieron jugosas ideas que no pude pasar por alto, lo de Felicia fue una de ellas n_nUU (inner: pobre Iason TwT) Y Katze ya está sospechando sobre las intenciones de Amado ¿Se dará cuenta Riki? Agradezco a todos por haber llegado hasta acá y a todo aquel que se anime a dejar su comentario n_n trataré de actualizar lo más pronto posible, así que paséense de vez en cuando por aquí je je les mando millones de abrazos y besos! Hasta la próxima vez!! Bye Bye!! 

 

 


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