Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Corazón Indómito por sue

[Reviews - 310]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

 

 

Hola mis queridos y queridas!!!! :D no quería tardarme de nuevo con las actualizaciones, pero cuando no es que me quedo sin ideas, es que el capi queda como “que le falta algo” y entonces paso días echándole cabeza xD pro bien, he decidido dejarlo así como lo estoy publicando hoy n_n quiero agradecer los rr dejados en el capi anterior,  ya sabemos que les agrada más el Raoul uke ¡¡¡y estamos de acuerdo!!! Vamos a dejarlo de uke de Katze ;) para trabajar más adelante en esa parejita que tenemos abandonadita je je… ahora si! a lo que vinieron mis querubines n_n

 

 

 

 

***Flash Back***

 

- Riki.

 

Ante el llamado, el niño salió corriendo con dirección al mayor.

 

Se detuvo respirando todo agitado. Un Amado más joven se agachó y llevó su mano hasta el rostro del niño.

 

- Riki… estás todo sucio – Sonrió al tiempo que limpiaba la carita llena de tierra - ¿Qué estabas haciendo?

 

- Conejos… - Vociferó con dificultad, sus pequeños pulmones debían de estar trabajando el doble, o quizás el triple debido al trabajo que les daba el infante.

 

- Oh… así que te has metido en la conejera del señor y la señora conejo sin permiso otra vez ¿No es así? 

 

El pequeño asintió. Más luego de meditar sus palabras, negó con fuerza. Se suponía que un niño bueno debía decir “por favor”, “gracias” y pedir permiso para entrar a la casa de los demás.

 

Amado lo miró, inquisidor. Ablandó luego el mirar.

 

Se aproximó hasta Riki y lo alzó sobre sus hombros. El nene se rió y alzó los bracitos al tiempo que el hombre trotaba, yendo en zigzag, girando y de vez en cuando dando pequeños brincos. A Riki le gustaba ese juego, se sentía como si fuese un avión. Hacía entonces soniditos con su boca imitando el sonido de los motores.

 

- ¡Turbulencia!

 

Amado bajó al niño sobre la grama y empezó a hacerle cosquillas.

 

- Ja ja ja ja ja ja – El niño reía cerrando los ojos y mostrando sus pocos dientecitos.

 

Aquellos habían sido buenos tiempos o al menos pequeñas experiencias que se atesoraban con cariño para el que las recordara.

 

En esa época Amado veía a Riki  como lo que era… un niño.

 

***Fin del Flash Back***

 

 

- Iason... - Se sorprendió de verle llegar tan agitado al establo y más a esas horas de la noche - ¿Pasa algo?

 

 

No le dio chance a continuar, el rubio se devoró por completo sus labios. Riki correspondió al instante, el ojiazul le acariciaba el cuerpo con evidente deseo. El moreno movía su cuerpo buscando un mayor contacto con el rubio, más luego se separó lo suficiente para vociferar algo:

 

 

- ¿Lo hacemos aquí? - Riki deslizó la lengua por sus labios para degustar el sabor del ojiazul.

 

Iason le acarició la mejilla, se hallaban recostados sobre un poco de heno.

 

- Me gustaría que fuese en un lugar mas apropiado... pero dudo que pueda aguantarme por más tiempo.

 

- Lo mismo digo... necesito que me la metas ahora – Exclamó el moreno, sin pelos en la lengua.

 

- Así es como me gusta que te portes – Sonrió.

 

Volvieron a juntar sus labios, ésta vez en un beso mas húmedo y salvaje.

 

Iason desabrochó, bajó los pantalones y ropa interior del muchacho, hallándose con un pene duro. Se relamió, su boca se hizo agua al instante.

 

- Ah... Iason, si... - Abrió sus piernas para darle libertad - Chúpamela toda... - Llevó sus manos a la dorada cabeza y empezó a guiarle.

 

Iason hizo su trabajo con algo de rapidez, succionándole con fuerza.

 

- Iason... voy a correrme - Anunció.

 

El rubio abandonó el pene. Sentía los testículos estallar. 

 

- Espera - Se ubicó entre las piernas del muchacho. Con su miembro completamente hinchado comenzó a palparle la entrada – Ohm… - Se fue metiendo poco a poco.

 

- ¡Oh!... ¡Iason!

 

- ¡Santo cielo!

 

No tuvo tiempo de empezar las embestidas, su excitación fue tanta que cuando sintió la presión del esfínter de Riki en su pene, no pudo evitar eyacular.

 

Iason permaneció quieto, respirando con agitación mientras se vaciaba en el joven.

 

- Lo siento Riki...no he podido aguantarlo más – El semen chorreaba de la entrada del mestizo. El no haberle podido dar con todo lo que tenía, lo frustró un poco.

 

- Eso pasa… no importa – Alzó un poco los hombros. No siempre gozarían de sesiones de sexo fabuloso, percances de ese tipo eran comprensibles - …pero que no se te vuelva costumbre ¿Eh?

 

 

El pelinegro sonrió de manera tal que el ojiazul dejara de sentirse culpable por lo que acababa de pasar. El repertorio sexual de Riki era muy amplio, había tenido muchas buenas y malas revolcadas… pero ninguna como las que protagonizaba con Iason Mink. Aquel hombre lo hacía temblar de verdad en la cama, lo satisfacía de modo físico y –aunque no lo admitiera – de un modo sentimental, llegando a “olvidarse” por completo que tenía un hombre esperándole pacientemente en su pueblo natal. 

 

 

– Tócame… - Le pidió en un susurro. Como fuera, a Riki ya se le estaba volviendo costumbre la piel del rubio.

 

 

El Mink empezó a desplazar sus grandes manos por debajo de la camisa del pelinegro. Debido a la sensibilidad que tenía, el moreno no podía evitar soltar gemiditos de placer cada vez más y con los espasmos previos al orgasmo.

 

Esto hacía que el ojiazul se excitara. Trasladó sus manos hasta la ingle y empezó a juguetear con los vellos humedecidos con semen. 

 

- Tienes que tratar de no hacer tanto ruido, Riki. Sabes que los caballos podrían asustarse - Continuaba acariciando armoniosamente al menor, al tiempo que observaba a los equinos soñolientos a un lado.

 

- Ellos ya nos conocen...- Suspiró, ahora el hombre le pellizcaba las tetillas.

 

- ¿Quieres decir que ellos ya saben cuando vengo a montarte?

 

- Puede ser... - Con sus manos rodeó las del mayor. Le miró a los ojos - Vamos a mi cabaña. Mi cama es pequeña, pero más cómoda que esto – Sacó de su espalda un poco de paja que le había estado picando.

 

El corazón de Iason se agitó. Nada era más prodigioso que estar empierrnado en una cama con Riki.

 

- Jódeme toda la noche... – Gimió.

 

Iason llevó un dedo hasta los labios del moreno, para detenerlo.

 

- Riki, eres todo un encanto... no sabes lo que me provocas cuando hablas de ese modo...

 

- Yo sé lo que te provoco - Mencionó al tiempo que se mordía el labio inferior – Vamos. Te puedo poner al señorito animado otra vez – Trató de llevar su mano hasta la hombría de Iason, más se detuvo -  Jum, no me digas que papito te tiene una hora para dormir - Se burló ante la mención de su idea.

 

- No es eso. Tampoco quiero hacerle un desplante. Vine aquí y le dejé a medio partido de ajedrez... es que no podía sacar tu cuerpo de mi cabeza - Le besó fugazmente - Me estaba muriendo por poseerte…

 

 - Que aburridos son - Hizo un puchero - Anda. Sólo será un ratico. Aunque sea dúchate conmigo - Le invitó, tentado por ver el agua correr a través del cuerpo blancuzco y  bien formado.

 

Iason sonrió.

 

- Sabes que no puedo resistirme cuando te pones así. Esta bien, vamos.

 

 

***

 

Iason llegó a la alcoba y procedió a sentarse en su asiento.

 

- Siento la demora padre…

 

- Hueles a sexo – Mencionó de un tajo.

 

El rubio menor le miró inexpresivamente ¿Se habría dado cuenta de que se había ido a los brazos de su mestizo?

 

- Es una broma. Tu madre solía hacérmela cada noche cuando bajaba por un poco de agua y regresaba  con algún cambio... por más mínimo que éste fuera. Mi Evangeline siempre lo notaba - Sonrió ampliamente al tiempo que admiraba el humedecido cabello de su hijo –  ¿Hace calor, verdad?

 

Llegó el turno de Iason en el tablero.

 

- Y si te dijera que fui a satisfacerme con Riki, ¿Qué dirías? - Movió sus piezas.

 

- Diría que ese no es mi problema... - Menciono con suavidad.

 

El ojiazul asintió. La respuesta le satisfizo al principio.

 

- ...A menos que dejes de ser tan mezquino y me invites la próxima vez – Le observó, seductor.

 

Tuvo un respingo por el comentario. Conocía esa mirada, destiladora de complicidad. Recordó entonces la época en que solía participar en tríos amorosos con su padre. Siempre lo habían visto como un modo de compartir entre ellos, por lo qué, cuando algún criado les atraía a ambos, solían enamorarlo y luego se turnaban para estar con él incluso en una misma noche y alcoba ¿Pasaría lo mismo con Riki? Una molestia se instaló en Iason al imaginar a su padre tocando y penetrando al joven.

 

- Ésta vez no habrá invitaciones. Tenlo presente.

 

Amado alzó una ceja, “¿Seguro?”, parecía indicar aquella expresión en su rostro.

 

El ojiazul trabajó en su jugada y el padre hizo lo mismo.

 

- Hablemos con sinceridad. De padre a hijo ¿Te parece?

 

- De acuerdo  – Iason asintió, estaba convencido de que el mayor de nuevo volvería a hacerle preguntas incómodas y molestas del “por qué” estaba enamorado de Riki, ya se estaba volviendo habitual, así que lo miró y esperó el golpe.

 

- Dime Iason ¿Riki tiene un pene grande?

 

El ojiazul alzó con levedad las finas cejas. De su boca no salió nada. Era una pregunta que definitivamente al último que se la contestaría sería a su padre. Aquellos eran sus juegos, al responderle, le daría material con qué ponerse a fabular… además, hablar de penes con su padre mientras jugaba ajedrez, rayaba entre la rareza y mal gusto.   

 

- Debe de tenerlo para que estés tan encaprichado con él – Insistió el ojigris al no recibir respuesta alguna – Aunque, admitamos que tiene un trasero de esos que te dejan enganchados al colchón. Que más suficiente razón ¿No lo crees así? Con eso poco importa que la tenga pequeña…

 

- Tiene un buen pene – Comentó por fin e ignorando lo dicho sobre la retaguardia del muchacho.  

 

A Iason no le interesaba un pene mastodónico ni mucho menos. Lo que le interesaba era que supieran usar lo que la naturaleza les había dado... Y definitivamente Riki sabia usar lo que tenía.

 

Fue entonces cuando Iason se perdió en sus pensamientos…

 

Le gustaba lamer el pene del menor, sentirlo y comérselo entero. Saborear todos los fluidos que despedía. Iason se preguntó que pensaría su padre si le comentara que había permitido que Riki le hiciera la “lluvia dorada” el otro día. Supuso que no era algo para comentar y mucho menos con su padre… o ningún otro ser en sus cabales. Era un tema muy íntimo.

 

 

Pero al ojiazul no sólo le gustaba mamar el sexo del menor. Tenerlo dentro se estaba volviendo una necesidad. El rubio sintió un leve cosquilleo en la zona baja al recordar las veces que tuvo al moreno entre las piernas. Daba en el blanco de todos sus puntos de placer. Riki realmente sabía complacer a un hombre… ah… ¿Habría suspirado en la vida real?

 

 

- Ejem…

 

Amado tuvo que carraspear para sacar a su hijo del trance.

 

- Por lo visto, te has puesto algo… imaginativo – Evocó al tiempo que miraba la entrepierna de su hijo, visible ante la mesita dispuesta entre ellos. 

 

- Me disculparás… - Iason buscó de levantarse para ocuparse de su nuevo problema.

 

- Antes de eso - Mencionó divertido. El mayor movió sus piezas. Sonrió ampliamente - Jaque mate.

 

***

 

Para Katze tener al señor Amado en la hacienda había pasado de ser una situación sin novedad a una muy estresante. Después de todo, él mismo había adoptado el papel de vigilante, acechando a Riki en cada paso que daba. El muchacho le parecía muy fácil de encantar tratándose de los placeres sexuales, por tanto, estaba seguro de que tarde o temprano terminaría cayendo en las redes del veterano.

 

- Katze.

 

Simplemente no se acostumbraba a su rostro. Era tan idéntico a Iason que incluso le aterraba. Sólo que aquella malicia en sus ojos delataba a Amado directamente…. y había algo más… algo que Iason  y Amado no compartían y no lograba descifrar con exactitud que era. De dónde lo había sacado…

 

- He estado revisando parte de lo que han hecho en mi hacienda y debo confesar que estoy muy impresionado. Tu padre no pudo haber hecho un mejor trabajo.

 

- Gracia señor – Agradeció, tomando una posición respetuosa – Le debo mucho a usted y a su familia.

 

- No me arrepiento de haberte acogido…

 

El pelirrojo asintió. En aquella época sus padres no tenían la manera de atenderle. Acabar en la cama de Iason había sido parte del plan del Mink mayor. No fue difícil para Katze darse cuenta de que el mismo Amado le hubo “obsequiado” su virginidad y todos sus favores a su hijo. Lo supo ya que el ojigris nunca le tocó, cuestión de por sí extraña ya que el pelirrojo era de los más hermosos a su servicio.

 

Claro, él había sido parte de un regalo para Iason. Un propio criado a quien tomar cada noche sin tener que compartirlo con su padre.

 

- ¿Puedo preguntarte algo mi buen Katze?

 

- Por supuesto.

 

- Ese Riki… ¿Qué es lo que pretende con mi hijo?

 

El capataz se permitió unos segundos, tratando de explicarse a sí mismo la pregunta que hasta la fecha no le encontraba respuesta.

 

- Le digo que no estoy muy seguro.

 

- Comprendo – Su expresión no pudo ser menos satisfecho - ¿Qué opinas de todo esto? ¿Qué harías tú si fueras Riki?

 

- Si yo fuera Riki… - Sabiendo todo lo que pasaba y lo que especulaba sucedería en un futuro si las cosas continuaban del modo en que iban - …me iría cuanto antes de aquí – Finalizó.

 

- Así que eso harías… - Katze no supo describir si aquella sonrisa le parecía siniestra o simplemente se estaba imaginando cosas.

  

***

 

Para Riki era algo normal meterse entre los ramajes, ya fuese para buscar algo de madera o para acabar con alguna serpiente o alimaña que fuese divisada rondando cerca. Con su machete en mano cortaba el monte, pisando con fuerza para ahuyentar a las criaturas y evitar malos encuentros.

 

 

Las ganas de satisfacer una de sus necesidades fisiológicas amainó y Riki, ni muy corto ni perezoso, buscó un lugar adecuado para marcar. Mientras orinaba, el mestizo escuchó unos ruidos que le parecieron extraños, al terminar con su labor, apoyó el machete a un tronco y fue en dirección de aquel sonido. Sigiloso. Provenían de muy cerca, a escasos pasos.

 

 

- “Caramba” – Se rascó un poco la cabeza. Al parecer dos de sus compañeros estaban teniendo intimidad. Trató de divisar de quienes específicamente se trataban, pero la distancia y la posición no ayudaban mucho.

 

 

Siendo comprensibles aquellos actos entre ellos. No todos tenían amante, y pagar por una cada vez que tuvieran ganas, no era muy rentable.

 

 

Riki permaneció como clavado en la tierra. Sus ojos no perdiendo detalle alguno y su propio cuerpo reaccionando ante lo que veía. Era excitante. Sonrió ante la idea de masturbarse, más algo lo detuvo antes de que su mano siquiera se acercara al ansiado sitio.

 

- No es muy respetuoso espiar a los demás.

 

El alma del moreno salió, al darse cuenta de que se trataba de Amado susurrándole al oído, la misma entró de nuevo a su cuerpo. Le había dado un susto de muerte.

 

- Si no quieres interrumpir y que nos descubran. Lo mejor es que no hagamos ruido.

 

Tragó grueso. Quedarse quieto frente a una escena sexual mientras tenía al padre de Iason detrás, lo llevó a sudar, ésta vez un sudor frío.

 

- ¿Qué hace usted aquí? – Murmuró. Tratando de distraerse. Su erección le demandaba atención.

 

- Espiaba. Al igual que tú.

 

Riki se sintió desconcertado.

 

- ¿A quien espiaba?

 

- A ti.

 

Giró con rapidez su rostro, hallándose con el del mayor, demasiado cerca. Se ruborizó un poco. Los ojos afilados de Amado eran realmente impresionantes.

 

- No sabía que un hombre como usted hiciera cosas así.

 

- De vez en cuando me permito el ser descortés – Llevó sus manos hasta los hombros de Riki en donde empezó a masajearlos. El menor ocultó como pudo lo que le provocaba, se mordía los labios y apretaba sus músculos – Te seguí porque quería hacerte una bromita, asustarte… pero al parecer no era el único que tenía en mente jugar en el bosque – Susurró luego de pegarse a su cuello – Estás muy tenso… - Masajeaba con mayor intensidad – Relájate un poco… el momento lo amerita.

 

 

Riki trató de relajarse, el Mink era muy bueno en lo que hacía, el moreno sentía que se le doblaban las rodillas.

 

- No pienses en nada más. Déjate llevar…

 

La sensual voz retumbó en sus oídos. Riki sintió como si hubiese estado metido en una botella por largo tiempo.

 

- Oh… pero mira… - Mencionó Amado.

 

Dirigió el pelinegro la vista hacía la escena y curvó los labios para emanar un suave suspiro, contenedor de ansiedad. Ciertamente los hombres la estaban pasando divino, o eso era lo que pensaba el joven.

 

Obviamente que Riki estaba tan distraído que ni se percató cuando Amado se pegó por completo a su espalda, de hecho se había inclinado y depositado su barbilla en el declive de hombro.

 

- Muy intenso ¿Verdad? – Susurró.

 

- Si… – Riki sonrió. No sabía si las cosquillas que sentía cubrirle la cara entera, se habían producido por los ruidos de la escandalosa escena sexual, lo encantador de la voz del hombre o por la barba que le puyaba cada vez que abría la mandíbula.

 

- Dime Riki ¿Te has empalmado? – Mencionó seductoramente.

 

- Bueno… - No supo que contestarle. Aunque era evidente la respuesta.

 

- A ver…

 

Lo próximo ni el propio Riki se lo esperó. Sin pena alguna, el rubio llevó su mano hasta la hombría del mestizo. Riki dio un brinquito en su sitio, la dureza de su miembro fue sentida por completo por aquella mano aventurera.

 

- Vaya. Si que te has puesto duro – Se lamió los labios.

 

- ¿Qué usted no? -  Escupió en un tono divertido.

 

- ¿Quieres averiguarlo? – Invitó ansioso y sorprendido por lo bien que estaba respondiendo el muchacho.

 

- No será necesario – Interrumpió – Puedo sentirlo en toda mi espalda.

 

Amado tuvo que hacer acopio de una carcajada. A pesar de aquello que estaba pasando, Riki no se retiraba de su sitio, permitiendo al ojigris abrazarlo de aquella manera tan incitante. De hecho no le parecía malo, el pelinegro estaba acostumbrado a tener aquella clase de juegos con sus amigos, juegos de poder en los que cada uno demostraba cuán audaz era… claro que el rubio no lo hacía en plan de broma ni de amistad.

 

- Por lo que siento, la tiene grande – Exclamó sin poder aguantarse el comentario.

 

- Riki, Riki. Me matas en serio – Amado resistió el deseo de tomarlo de la cintura e incrustarlo en toda su pelvis.

 

- Yo se lo dije, que debía de ser de familia. Y no me equivoqué – Mencionó para alguien más, ignorando de hecho al que estaba en su espalda.

 

- …

 

¿Qué venía de familia? Si… ahora que él mismo lo pensaba, tenía que ser así. Amado sintió… algo que no le agradó. Evidentemente Riki se estaba refiriendo a algún comentario que había tenido con su hijo. Era verdad… su hijo estaba convencido de que aquel moreno lo quería…

 

Le enseñaría a Iason que estaba equivocado.

 

- Ya terminó. Creo que lo mejor es que nos vayamos a desocupar... ¿Señor Amado?

 

Al tenerlo de aquel modo, frente a frente, lo hacía sentirse completamente dócil.

 

- Me gustaría hablar contigo Riki.

 

Ya no tenían que susurrar y se sintió agradecido. Sólo esperaba que su erección pudiera ser disimulada un poco más por sus pantalones holgados hasta que llegara a su habitación. 

 

 

- ¿Y cómo de qué o qué? - El rostro del muchacho denotaba curiosidad. Aquel hombre le llamaba mucho la atención, por lo que estaba  dispuesto a aceptar todas sus invitaciones, sólo para tenerlo cerca.

 

- No ahora. Búscame en éste mismo lugar mañana. Luego de que se oculte el sol, la luna salga y las estrellas comiencen a alumbrar.

 

La expresión de Riki se volvió algo confusa. El tono de voz utilizado por el mayor era bastante serio.

 

- Está bien señor Amado...

 

- Riki ¿Qué te he dicho? - Le interrumpió, aunque afablemente.

 

- Disculpe... - Hizo una pausa - Esta bien Amado. Aquí estaré.

 

El hombre sonrió para luego marcharse sin decir u hacer otra cosa. Ya solo, Riki sintió una especie de alivio. No era que no le gustara tener la confianza del padre de Iason, lo que sucedía era que al llamarlo por su nombre no podía evitar sentirse incómodo...

 

"Amado"

 

 

Sacudió su cabeza. El simplemente lo estaba llamando por su nombre de pila, no era como si estuviera llamándole de un modo cariñoso u algo así. 

 

 

Y aunque no era la primera vez que un hombre le llegaba para masajearle, decidió ignorar por completo lo que había pasado. 

 

 

Como era costumbre, Iason aprovechaba el tiempo de descanso de los trabajadores para meterse en la alcoba del mestizo…

 

 

El ojiazul le acariciaba el pecho y le besaba el cuello. Riki abrió las piernas y se dejó llevar por la sensación electrizante que le daba al ser tocado por el rubio. Los labios del mayor llegaron hasta una de sus orejas. Que le chupara y mordisqueara el glóbulo lo excitaba y más cuando la respiración agitada del hombre se deslizaba suavemente por su oído.

 

 

- Riki...

 

 

El moreno llevó sus manos hasta los hombros e inclinó un poco más la cabeza. Permitiéndole que le susurrara todo lo que quisiese. Recordó de la nada cuando Amado lo había sorprendido por la espalda y no pudo evitar sonreír ¿Se imaginaba acaso al hombre besándole en su lugar el cuello?

 

 

- Riki... fóllame - Musitó con evidente exaltación.

 

- ¡! – El pelinegro desplazó por completo la imagen del ojigris de su cabeza, algo más interesante e importante lo llamaba.

 

Iason sabía que si se lo decía de aquel modo tan corriente, despertaría aún más el deseo sexual del moreno. A Riki la declaración lo tomó por sorpresa. Sencillamente no se lo esperó.

 

La decisión del Mink de dejarse tomar, había nacido luego de tener aquella conversación con su padre. Ciertamente, Iason quería dejar en claro que no sólo Riki le pertenecía, sino que él mismo le pertenecía a Riki ¿Y qué mejor manera de demostrarlo que dejándose poseer? Era una prueba de amor, una prueba que el rubio estaba dispuesto a dar las veces que fueran necesarias.

 

 

- ¿En serio? – Riki se mostró muy interesado. Normalmente Iason sólo se dejaba poseer después de unos tragos de su preparado especial  (un compuesto de varias bebidas alcohólicas que había inventado con sus amigos), como parte de una estratagema para calentar aún más al chico, dándole poder sobre él, o cuando el pelinegro se aprovechaba del extremo placer del otro, cuando sabía que no podía negarse.

 

 

- Si. Quiero tenerte dentro, Riki - Le besó con delicadeza - No sabes cuanto lo deseo…

 

 

- Vaya, vaya. Si nos ponemos así ¿Cómo decirte que no?

 

 

Riki le acarició los rubios cabellos. Ya se lo había hecho a Iason en varias ocasiones, pero normalmente, el rubio siempre tomaba el papel de activo.

 

 

Era la primera vez que el Mink le confesaba de frente que quería que se lo hiciera. Una sensación bastante extraña pero fascinante lo abarcó.

 

 

- Bien. Acuéstate sobre tu estómago. Jugaremos un poco. No seré para nada amable – Su sonrisa sádica emergió.

 

 

Iason obedeció. Pronto sintió las manos fornidas de Riki estacionándose y paseándose por sus nalgas. Su respiración se agitó aún más cuando salvajemente el moreno separó los dos pliegues, dejando al descubierto el ansiado orificio del mayor.

 

 

Riki comenzó a hurgarle con los dedos, lo que provocó que el rubio empezara a quejarse. Aunque los juegos del moreno eran algo rudos le gustaban. Se los metía con profundidad y los movía con destreza. En el momento en que los sacó, el rubio se dedicó a respirar. Sus mejillas le ardían, su pene se endurecía cada vez más y sus testículos estaban a su máximo. Las preparaciones eran innecesarias a esas alturas, pero a ellos les encantaban esos juegos salpicados con un poco de sadismo.

 

 

- Te voy a comer el culo – Exclamó el aguerrido muchacho.

 

 

Una nueva sensación, ésta vez más húmeda y escurridiza, lo hizo sumirse en una oleada de placer. El moreno le lamía el ano con empeño, introduciendo la lengua hasta donde le fuera posible.

 

 

- Riki... - Se aferraba a las sabanas. El placer era indescriptible - Oh Riki... más adentro… lame como si la vida…. se te fuera en ello… - Se contorsionaba del placer.

 

 

- Que bueno estás… - Se lamió los labios – ¿Te gusta? - Le amasó las nalgas.

 

 

- Si... no sabes cuanto - Quería volver a sentir todo su cuerpo estremecer.

 

 

- Pero que indecente je je Tranquilo, te voy a dar algo que te va a gustar mucho más.

 

 

Acto seguido se llevó la mano a la boca donde procedió a escupir. Lo que tenía en ella lo regó por la inhiesta hombría mientras la masajeaba un poco. Iason apartó de su mente las ideas racionales, en su alcoba tenía lociones y aceites que había olvidado traer consigo. Sabía que al pelinegro le gustaba así. Riki era de los hombres que se la arreglan con lo que se tiene a disposición.

 

 

Iason subió el trasero, acomodándose a cuatro patas cuando sintió la punta del pene palpándole la zona. La posición más favorable para ellos era las que involucraban al menor arriba, pero esa era la favorita de ellos, les daba una sensación de poder sobre el otro que no podían evitar desear experimentar.

 

 

El pelinegro se fue metiendo poco a poco en el aprisionado lugar, hasta que sólo quedaron a la vista sus testículos. La sensación de tener a Riki dentro de él le fascinó, quería cuanto antes que se moviera. Sólo a Riki le permitía ver ese lado suyo, ese lado ansioso y manso, sólo a Riki le dejaba escuchar aquellos gemidos que profesaban lo mucho que le gustaba que le hiciera aquello… en esos momentos, Iason se olvidaba que él tenía tanto poder sobre otros y se permitía el sentirse vulnerable.  

 

 

El menor le acarició la espalda, lo que provocó que se erizaran todos los vellos de su cuerpo. Adoraba ver esa preciosa melena rubia desperdigarse por toda la piel blancuzca.

 

 

No tardaron las embestidas, fuertes y profundas. Iason reprimió el deseo de llevar su mano hasta su propio pene. Ansiaba llegar al clímax sin tener que hacer eso y sabía que sería posible. El falo del pelinegro le rozaba de manera exquisita, desatando sus más viles deseos de exclamarle las cosas más perversas. Ese era más el estilo de Riki.

 

 

- Um… - Le daba con fiereza - Te lo voy a meter hasta el fondo, Iason - Con sus manos volvió a abrir las nalgas y comenzó a incrustarse con mayor rigor.

 

 

El Mink se reprimía, se mordía los labios y su rostro era un cambio constante de expresiones. Sus mejillas salpicadas hermosamente de ese tenue toque rosa, y su frente enchumbada por el sudor.

 

Riki se maravillaba ante el espectáculo de su compañero. La sangre transitaba como loca por todas sus venas. Tocaba la espalda, los costados, los muslos…

 

- Pídeme que te de – El muchacho sonrió con lujuria.

 

- Riki... dame más duro…

 

- ¿Es una orden? – Su sonrisa se amplió, los mechones de cabello de su frente estaban claramente húmedos.

 

- ¡Si, te lo ordeno!

 

- Jo... - Riki sonrió. Se acercó hasta su oreja y le susurró junto a una sonrisa lasciva: - Como ordene el patrón.   

 

 

***

 

 

Trabajó el resto de la tarde de manera habitual. Un mensaje de Iason que le transmitió Daryl lo dejo un poco desilusionado. Había pensado en pasarse por la casa grande en cuanto terminara de trabajar, pero el rubio tenía cosas pendientes por hacer. Sabía que cuando estaba atareado terminaba dejando los pendientes por atenderle. Lo mejor era que no se pasase por allí, de lo contrario no podrían resistirse a meterse mano.

 

 

Aunque el padre del ojiazul estuviera en la casa, Riki estaba seguro de que a Iason no le importaría hacerlo en su oficina o en algún rincón donde pudieran ser descubiertos, le encantaba. Le gustaba meterlo en situaciones comprometedoras.

 

 

El sol se puso y los hombres comenzaban a retirarse. Riki permaneció descansando mientras miraba el atardecer. Pronto un manto negro cubrió el cielo acompañado de una brisa helada. El muchacho se dirigió a la cuadra, sus ojos se iluminaron al hallar al rubio de pie, recostado contra una de las tablas. Su mirada era tan intensa que el menor no pudo mantenerla.

 

 

- Amado… ¿Qué hace aquí?

 

- No pude esperarme a verte – Sonrió.

 

- Bien, ahora que lo menciona...  había algo que quería decirme – Recordó - ¿Qué era?

 

 

Al levantar el rostro notó que el hombre se acercaba cada vez más. Inconscientemente Riki comenzó a recular hasta que su espalda chocó con una de las paredes de madera. Pero aunque no podía retroceder más, el rubio continuaba avanzando. Se detuvo cuando estuvo a escasos centímetros de que sus cuerpos se tocaran, la respiración del moreno se escuchaba con fuerza. A un lado se hallaba uno de los sitios en donde él y Iason habían tenido relaciones sexuales incontables veces.

 

 

- ¿Sucede algo? – Vociferó el joven con evidente exaltación.

 

 

- Si…. quiero besarte. Lo he deseado desde el primer día en que mis ojos se posaron en los tuyos.  Eso, mi estimado Riki, es lo que sucede - Mencionó sensualmente el rubio.

 

 

Riki tragó saliva sonoramente. Su cuerpo empezaba a reaccionar, era como si al escucharle hubiese activado en su mente alguna especie de mecanismo.

 

 

- Ya... conque es eso - No supo que contestar. Su mirada cayó en los labios del Mink. Eran bastante seductores. Riki deslizó la lengua por los suyos, los sentía completamente resecos de golpe - Eso es un problema ¿No? Digo, que usted quiera besarme yo siendo... ¡!

 

 

Riki detuvo su alegato. El hombre rápidamente posó sus brazos a los lados de la cabeza del menor, de modo que este quedara encajonado, sin posibilidades de huir.

 

 

- ¿Qué? ¿Lo dices por Iason? Él no tiene porque enterarse... sólo es un beso.

 

 

Al oírlo, el moreno sintió un hormigueo que nació en su vientre. Su voz susurrada era extremadamente estimulante.

 

 

- Yo... no estoy seguro…

 

 

- No te preocupes - Le acarició el rostro, lo que hizo estremecer al joven – Nadie tiene porqué enterarse - Sus manos eran bastante varoniles - ...Será nuestro pequeño secreto... 

 

 

Los labios de Amado se juntaron con los de Riki. Cuando logró capturarle con el beso, el rubio se acercó lo suficiente para que el contacto entre los cuerpos fuera posible. El pelinegro se sentía en la luna, como si hubiese sido sometido bajo los efectos de alguna droga.

 

 

Las lenguas no tardaron en participar en el beso, haciéndolo más profundo y mojado. Los dientes chocaban entre ellos y la barba rasposa del Mink picaba el rostro del más joven. Amado atraía con fuerza y salvajismo el que era un pequeño cuerpo comparado con  el suyo.

 

 

En el momento en que el rubio comenzó a restregar su pelvis con la del menor, Riki no pudo evitar gemir. Su hombría ya estaba despierta y reclamando atención. Lo hacía con evidente deseo y en un ritmo embriagador… el moreno estaba en peligro, si el mayor continuaba meneándose de esa forma lo tendría a su merced dentro de poco. La idea de subirse a las caderas del mayor lo poseyó por completo, tuvo que hacer un esfuerzo extremo para no hacerlo. Él, que era tan impulsivo y que muy pocas veces pensaba las cosas antes de hacerlas, estaba debatiéndose entre su deseo y el raciocinio.   

 

 

El rubio sonrió al darse cuenta de que el muchacho era bastante manipulable. Conociendo con exactitud cómo provocar cada una de las reacciones que estaba teniendo el pelinegro, llevó entonces su mano hasta la entrepierna del moreno. Riki la detuvo de golpe.

 

 

- Tengo que irme… – Mencionó entre jadeos. Si continuaba no podría parar. Debía ser astuto, el deseo le estaba ganando.

 

- ¿Irte?

 

El hombre permaneció sin mover un músculo por un par de segundos. Pensando...  analizando detenidamente la situación. Detenerse en aquel momento no era una idea que le agradara, para nada. Se percató de qué, ante las circunstancias no le sería nada difícil tomar a Riki por las muñecas para detener sus forcejeos, ya luego podría hacerlo suyo, así fuese a la fuerza...

 

 

- Buenas noches, Riki.

 

 

- Buenas noches... Amado.

 

 

Decidió dejarle marchar. Tomarlo a la fuerza no hubiese sido una decisión muy sensata, además  era bien sabido que la espera no sólo aumenta el deseo sino también el instinto animal en el hombre. Tener que estar al acecho del joven lo extasiaba aún más que la idea de llegar a poseerlo. Luego de la cacería lo capturaría y al tenerlo bajo su poder lo dominaría por completo… sin piedad…

 

 

Amado… él era un amador incuestionable, amaba tener el poder, amaba creer que podía ser dueño de otros. Una conjetura incrustada en su estrato mental.

 

 

Aquella noche Riki no pudo pegar un ojo. Se la pasó cavilando en el beso que había protagonizado con el padre de Iason. Suspiraba, le había fascinado, aquel hombre tenía una técnica para besar extraordinaria, dejándolo con ganas de más. El moreno sonrió al pensar en qué hubiese sucedido de haber continuado ¿Cómo sería? ¡¿Qué se sentiría?! Ser montado por el poderoso e influyente Amado Mink… más luego, su sonrisa desapareció entre sus cavilaciones, ya el hecho no le parecía tan inocente, después de todo ¿Qué pasaba con Iason? Riki tuvo una sensación nauseabunda, típica de la realización de actos incorrectos, se sintió mal de repente ¿Y si el ojiazul se enteraba? Tampoco era como que tenía que guardarle fidelidad, después de todos ellos sólo eran... Amantes. Si, eso eran. Viles amantes. Entonces ¿Por qué se sentía terrible al pensar en ello?

 

 

Por mucho que le hubiese gustado estar entre los brazos de Amado, Riki se sintió fatal, fueran lo que fueran sentía que tenía que guardarle respeto a Iason.

 

 

Ese beso... nunca debió ocurrir. Ya que Riki no lo sabía, pero pagaría con creces el haber echado leña a aquel fuego.   

 

 

Continuará…

 

 

 

 

Notas finales:

 

 

Uy… Riki se la ha liado bien grande o___o (inner: ahora si que amado no se va a quedar quieto!!! ‘O’) Ay Kami! Riki no sale de una para meterse en otra x) bien mis amores, muchas gracias por haber leído y por cualquier comentario que deseen dejar n_n les mando muchos besos y abrazos!! Bye Bye!! 

 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).