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Corazón Indómito por sue

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Notas del capitulo:

 

 

Hola a todos mis queridos y amados lectores!!! ^o^0 como han estado? :B Disculpen de nuevo la tardanza n_nUu ésta vez debido a que mi mente ha estado más perturbada que lo usual, en mi país las cosas no están muy bien y mi cabeza está abarrotada x___x  (inner: ejem… gomen ú_u en verdad Sue cree que todo el mundo debe llevarse bien, cree en el amor puro y las brillantinas de colores, así que todo esto está afectando su salud mental… más de lo usual xD  en fin, de antemano les pido disculpas, ya que el capi fue escrito más bien a la carrera, Sue no estaba muy concentrada pero realmente no quería tardar más tiempo en actualizar… así que bien, gracias por venir y esperamos que lo que están por leer sea de su agrado n_n Los leemos abajo!!!) Sue: *Arrinconada en una esquina* Venezuela-chan… mo T-T (inner: ¬.¬Uu)   

 

 

 

 

 

***Flash Back***

 

 

- Iason…

 

 

 

El niño se giró y se halló con una agradable sonrisa que no pudo evitar imitar, aunque más levemente.

 

 

 

- ¿Se llevará a Raoul tan pronto?

 

 

 

El hombre se agachó lo suficiente para estar a la estatura del menor.

 

 

 

- Si. Raoul tiene algunas clases pendientes.

 

 

 

El Mink hizo una mínima mueca con su boca que denotaba decepción, al tiempo que bajaba la mirada. Cuando estaba con Raoul no se sentía tan triste, sus juegos lo distraían así fuera por corto tiempo de su solitario pesar.

 

 

 

- No te preocupes – El hombre le acarició los lisos cabellos – Volverá a visitarte dentro de poco.

 

 

 

- ¿De verdad?

 

 

 

Fernando fue testigo de cómo sus ojos se perdieron en los azules del menor, aquella mirada, tan inocente, destiladora de inocencia… brillaban de una diamantina hermosura.

 

 

 

- …Eres tan idéntico a ella – Profesó como inmerso en un hechizo -  Tienes los ojos de Felicia…

 

 

 

Al darse cuenta de lo que había provocado con su desconsiderado comentario, Fernando se apresuró en contestar.

 

 

 

- Discúlpame, no debí…

 

 

 

Pero por más nuevos alegatos que dio, no pudo retirar del pequeño aquella mirada entristecida.

 

 

 

Culpable.

 

 

 

Había apagado ese brillo una vez más.

 

 

 

- Raoul…yo… - Al darse cuenta de que su pequeño lo observaba, trató de explicarse.

 

 

 

Un Raoul de unos ocho años, veía a su padre sacar de su bolsillo una pequeña botella y beber de ella. Ya era costumbre, era normal para él ver a su padre emborracharse y pensar que nadie se enteraría.

 

 

 

El menor aprovechó que el hombre se aproximó hasta él y trató de arrebatarle la botella. Fernando trató de defender su vicio y apartó a su hijo de un empujón.

 

 

 

 

- Raoul… lo siento - Trató de disculparse al darse cuenta de lo que había hecho.

 

 

 

 

El menor se alejó para que no le tocase.

 

 

 

 

- ¡Te odio! – Le gritó el niño para luego salir corriendo.

 

 

 

 

¿Desde cuando las cosas se habían puesto así? Todos sabían que el dueño de la hacienda Am tenía problemas con la bebida, pero Bernice y su hijo eran lo suficientemente fuertes como para aparentar que nada estaba pasando, que todo era perfecto en su familia. Para salvaguardar la reputación que Fernando no hacía más que manchar.

 

 

 

 

 

Raoul no tenía más recuerdos que esos. Desde que tenía memoria, aquel que era su padre siempre había estado distante, sumido en un mundo donde nadie podía apartarle… donde creía que todo desaparecería con el siguiente trago… pobre Raoul, desconocedor del terrible dolor que su padre guardaba en su corazón; de haber conocido las razones que lo conllevaron a hundirse así, tal vez y sólo tal vez, hubiese podido cuidar a aquella avecilla de alas rotas.

 

 

 

- Raoul. Aquí tienes. Sólo lo mejor para el rey de ésta casa.

 

 

 

Para apartar la atención propia y la de su hijo del problema del Am, la señora solía cubrir a Raoul de obsequios y satisfacerle todos y cada uno de los caprichos ¿Cómo decirle que no? El niño lo merecía, después de todo, tenía que cargar con la desgracia de tener a un padre alcohólico. Bernice sentía que tenía dos hijos y en efecto, trataba al hombre como si fuera su hijo, cuidándole de todos. Actuaba por su marido las veces que éste no podía y se dedicaba la mayor parte del tiempo a hacer cualquier cosa para apartar la atención que todo el mundo tenía hacía su esposo, así entonces, adquiría las ropas y joyas más suntuosas, hacía las mejores negociaciones y conseguía todo lo que se posaba en sus claras orbes. Aquel pensamiento narcisista estaba consumiéndolos por completo.

 

 

 

- Mamá…

 

 

 

Raoul entró cuando a su madre le cepillaban el voluminoso cabello. La criada pasaba el cepillo blanco con sumo cuidado.

 

 

 

- Bromelia. El niño…

 

 

 

La sirvienta se acercó hasta el pequeño.

 

 

 

- Vamos señorito Raoul que a la señora la están peinando y sabe lo mucho que le molesta cuando no le queda bien.

 

 

 

Fue de éste modo y no otro, como el pequeño Raoul Am se volvió un chico malcriado y orgulloso. Al crecer, se dispuso a proteger el apellido que su padre se había dedicado a mancillar con sus desmedidos actos. 

 

 

 

 

- ¡Quiero ir a la casa de los Mink!

 

 

 

 

Raoul exclamaba desmedidamente y los sirvientes trataban de calmar al niño con palabras y promesas de sabrosos postres, pero cuando una idea se metía en la cabeza del señorito, nada podía  desviarlo de ella.

 

 

 

 

Ante los ruidos que hacían eco por toda la mansión, la señora hizo acto de presencia. Su expresión no denotaba satisfacción y los criados se alejaron despavoridos ante semejante carácter.

 

 

 

 

- ¿Qué ocurre? – Con una mano mantenía su cabeza, la cual estaba al borde con la jaqueca.

 

 

 

El ojiverde se aproximó hasta su madre a grandes zancadas.

 

 

 

- Quiero ir a casa de Iason… ¡Ahora!

 

 

 

La mujer suspiró.

 

 

 

- Bien. Les avisaré que mañana…

 

 

 

- Estoy aburrido ahora. Quiero ir ¡ya! – Mencionó interrumpiendo a su madre.

 

 

 

- ¿Qué hay de Madeline? Puedes jugar con ella – Refiriéndose a la hija de su nana.

 

 

 

- No quiero jugar con esa niña estúpida – Vociferó – Quiero jugar con Iason. Él si es de mi nivel, no como Madeline. Ella ni siquiera sabe contar.

 

 

 

Bernice se sobó las sienes.

 

 

 

- Llévalo a la hacienda Mink un rato.

 

 

 

Fernando guardó silencio unos segundos.

 

 

 

- ¿No puedes ordenar a un criado que lo lleve y lo traiga? – Buscaba una excusa para no tener que acompañarlo.

 

 

 

La mujer continuó observándose en el espejo.

 

 

 

- Me parece una falta de respeto mandar a Raoul como si se tratase de una guardería – Aunque la idea de librarse del pequeño emperador por un rato, no le parecía mala – Además, estoy segura de que tu amigo aún está deprimido por la repentina muerte de su hija. Ya se ha cumplido un tiempo desde la última vez que ustedes dos hablaron, creo que sería bueno que fueras también a visitarle… ¿No lo crees así, esposo mío?

 

 

 

El hombre no mencionó palabra.

 

 

 

- Quita ya esa cara. Luces totalmente demacrado. Ya no comes, ni duermes, lo único que haces es beber… – Bernice se levantó de su asiento y se aproximó hasta su marido – Hasta parece que la que hubiese fallecido, hubiese sido tu hija.

 

 

 

Fernando dirigió su mirada hasta el hermoso rostro de la mujer. Sabía lo que pasaba por su cabeza, aunque nunca se lo hubiese confesado verbalmente.

 

 

 

- Amado es mi amigo ¿Cómo no acompañarlo en semejante dolor?

 

 

 

Y no era que Fernando no amase a su familia, era sólo que… tanto dolor, no podía habitar por tanto tiempo en un corazón. Siendo presa fácil ante la seducción del licor.

 

 

 

- Que bueno que vinieras a visitarme Fernando – Abrazaba al ojiverde – No sabes lo difícil que es mantenerse fuerte ante Evangeline y Iason. Pero tú comprenderás que me sienta así… abatido…  - Profundizó el abrazo – Necesito de ti más que nunca mi querido Fernando.

 

 

 

- …

 

 

 

Se sentía tan hipócrita. 

 

 

 

El rubio de los rizos quería tener el coraje suficiente para encarar a Amado… pero cada vez que veía a Raoul jugar con el pequeño Iason, era como si lo que le quedaba del mundo se le viniera a pedazos, buscando de aplastarlo sin piedad. 

 

 

 

- Amado…

 

 

- ¿Si?

 

 

-  ¿Tienes… algo de beber?

 

 

- Claro.

 

 

Se aproximó hasta su repisa y sacó una botella.

 

 

- Para mi más fiel y leal Fernando, sólo lo mejor.

 

 

 

Sonrió, seguramente por acto reflejo.

 

 

A nadie le importó las razones que deprimieron a Fernando Am, hasta consumirlo por completo.

 

 

 

***Fin del Flash Back***

 

 

 

 

Riki salió de las caballerizas cuando oyó sobre el arribo del pura sangre del señor Amado. El remolque muy bien decorado aclamaba la buena estirpe a la que debía pertenecer ese caballo, eso y que al rubio le gustaba exagerar. La palabra “Júpiter” resaltaba en  colores plateados por toda la coraza.   

 

 

 

 

- Jú… piter – Musitó Riki.

 

 

 

Cuando salió el equino, el mestizo no pudo estar más maravillado. Era un hermoso ejemplar, primera vez en la vida que veía algo tan bello.

 

 

 

- Es una yegua – Se percató luego con asombro.

 

 

 

- Así es ¿Te parece raro que el caballo favorito del señor Amado sea una hembra? – Comentó Katze, quien estaba a su lado mientras manipulaba al animal.

 

 

 

- Bueno… la verdad es que, siendo como él es, lo más normal es que tuviera a un semental como favorito – Acarició al caballo – Pero es preciosa y se ve que es una campeona.

 

 

 

- Y lo es. El señor Amado ha ganado toda competencia en la que ha inscrito a Júpiter. Tiene tantos trofeos que no los puedes ni imaginar – El pelirrojo le hizo entrega de las riendas. Riki le miró – El señor Amado te ha confiado a Júpiter.

 

 

 

Su corazón palpitó tan rápido que el capataz lo percibió.

 

 

 

- Considérate afortunado – Mencionó haciendo reaccionar al menor. Cuando las riendas dejaron de estar en su poder, el pelirrojo acotó: – No lo defraudes muchacho.

 

 

 

¡Tanta responsabilidad sólo denotaba extrema confianza! Riki se sintió lleno de gozo.

 

 

 

¿Y esa confianza se debía…a…?

 

 

 

Riki se sintió perturbado. Luego de aquel beso con Amado, su cabeza estaba abarrotada de pensamientos y un sentimiento cercano a la culpa lo picaba símil a un sarpullido. Estaba convencido de qué había seducido al Mink, tal vez sin darse cuenta - podía ser ¿Por qué no? -, pero por más que trataba no daba con ningún indicio de coqueteos por su parte.

 

 

 

 

Una posibilidad se mostró cual salvadora. Era probable que Amado no necesitara ninguna muestra de seducción para sentirse atraído por alguien. Después de todo, Riki había escuchado los rumores que giraban en torno al rubio. Muy a pesar de que unos años atrás se acostara con cuanto sirviente tuviera al frente, al moreno le costaba creer que aquel hombre que conocía tuviese esa maña. Y es que sinceramente no se lo parecía. Su aspecto de hombre de mundo lo hacia lucir muy culto y recatado.

 

 

 

- ¿Cómo amaneciste?

 

 

 

- Oh…

 

 

 

Riki se sorprendió. La aparición de Amado siempre le causaba ese tipo de reacción, pero ahora se le sumaba una deliciosa sensación que nacía en su bajo vientre.

 

 

 

 

- Bien. Gracias a los cielos.

 

 

 

 

- Me alegro, me alegro – Esbozó su galante sonrisa. De pronto, inició una caminada alrededor del joven, como una fiera que examina a su presa.

 

 

 

 

- ¿Y tú? ¿Cómo amaneciste? – Le parecía innecesario el uso de formalidades a esas alturas.

 

 

 

 

- Muy bien.

 

 

 

 

- Eso lo puedo ver – Mientras lo decía, el muchacho desplazó su oscura mirada por todo el cuerpo del rubio, provocándolo. 

 

 

 

¿Qué le pasaba? Riki sintió deseos de coquetear y así lo hizo, le encantaba tener a Amado tan interesado en él. No le pareció malo, después de todo, había compartido cama con madres e hijas en el pasado y ninguna se hubo molestado.

 

 

 

- Um…. eres bastante atrevido je je Y eso me gusta…

 

 

 

Con una sonrisa lasciva, acercó su mano hasta el cuello del moreno, retiró unos cuantos mechones de cabello y cuando iba a morderle la zona, Riki se retiró.

 

 

- Hey…

 

 

 

Desde una distancia prudente el pelinegro le sonrió. Amado entonces se deleitó con el juego del chico.

 

 

 

- Bien mi joven Riki. Vayamos a un sitio más privado.

 

 

 

Riki se lo pensó un par de segundos.  No muchos la verdad.

 

 

 

- Está bien – Aceptó y sonaba bastante decidido.

 

 

 

Se fueron hasta uno de los costados de la casona, desde allí nadie los vería ya que habían varias plantas atravesadas a modo decorativo.

 

 

 

Todo el camino Amado fue tratando de  tocar  el cuerpo que caminaba frente a él, y Riki se retiraba y reía de a poco, animado por las hormonas.

 

 

 

Cuando Amado le tomó de la cintura, Riki se sintió morir, aquellas manos tan grandes le acogían perfectamente… tal vez un beso no estaría mal, nadie se enteraría y ansiaba con total desespero volver a estar en brazos de aquel hombre. 

 

 

 

 

 El rubio se acercó a sus labios y el pelinegro sintió lo cálido de su respiración.

 

 

 

- ¿Todo está bien? – Emitió con suavidad.

 

 

 

- Si… - Riki llevó sus manos hasta el rostro de Amado y le acarició – Por qué… ¿Por qué eres tan sexy?

 

 

 

 

Amado rió por lo bajo.

 

 

 

- ¿En verdad te lo parezco? – Se embelesó con las caricias del muchacho. Llegó hasta los labios de Riki y los besó.

 

 

 

 

- Si, claro que si – Meneó varias veces la cabeza – Demasiado, me atrevo a mencionar. 

 

 

 

 

Ésta vez fue Riki quien se atrevió a iniciar el beso. Evidenciándose el deseo de ambos.  El Mink tuvo que resistirse las ganas de agarrar al muchacho y atacarlo con fiereza.

 

 

 

- ¿Damos un paseo? – Emitió en un hilillo de voz.

 

 

 

Cabalgaron por toda la hacienda, Riki montando a Amoi y Amado a Júpiter. Llevando un trote que les permitiera disfrutar del paisaje.

 

 

 

 

- ¿Qué piensas de mi padre?

 

 

 

 

La pregunta hizo estragos en él. Pero logró disimularlo ¿Por qué le preguntaba eso? ¿Acaso su sospecha de que estaba siendo vigilado era cierta? ¿Sabría entonces que se había estado besando con su padre? ¡Pero si él había sido precavido! Había evitado que el hombre le besara el cuello o que le dejara alguna marca que lo evidenciara. Riki se sintió acusado de pronto, imaginaba como si de repente el rubio tuviera telepatía y fuera capaz de leer cada uno de los pensamientos que rondaban por su cabeza ¡Que horror!

 

 

 

 

- Me parece un hombre muy agradable... – Mientras hablaba sentía que le picaba la lengua y un dolor agudo le nacía en el estómago - ¿Por qué lo mencionas? – “¿Sospechas algo?”, parecían decir sus ojos.

 

 

 

 

- Ah, porque ya superó la semana aquí y no he escuchado que te quejaras ni una sola vez de él - Respondió con un tono que denotaba satisfacción. En cierto modo le alegraba que su querido y su padre tuvieran una buena relación - ¿Qué te parece si le acompañas a la exhibición de pura sangre por mí?

 

 

 

- ¡¿Qué?! - Riki casi se atraganta con el trago de licor que se había tomado. Acompañar a Amado por un día entero… tarde o temprano tendrían sexo, estaba seguro de que no podría resistir la tentación.

 

 

 

- ¡Es una buena idea! Mi padre es un fanático acérrimo de los equinos, como habrás notado - Se mordió el labio reprimiendo una extensa sonrisa - Sería una buena oportunidad para que vea cuanto has cambiado desde la última vez que se vieron – Quería que su padre se diera cuenta de que el joven no era ningún interesado.

 

 

 

- Ve tú – Trató de  sonar fastidiado, pero su nerviosismo era tal, que sonó intimidado – Tengo cosas que hacer ¿Sabes? – Su cara se sonrojaba de sólo pensar en estar a solas con ese hombre de nuevo, se le levantaban hasta los vellos de las piernas.

 

 

 

- Me gustaría. Pero igual no puedo acompañarle…  tengo asuntos pendientes que atender con Raoul. Ya que ellos dos no se llevan bien, pensé que tú podrías acompañarle mientras él está aquí en la hacienda.

 

 

 

Obviamente el argumento no lo convenció en lo absoluto.

 

 

Pensar en la posibilidad de que Raoul estuviera paseándose por la hacienda y cortejando a Iason, mientras él no estaba… no le agradaba. Sinceramente le revolvía el estomago y le llenaba de celos.

 

 

 

 - ¿En serio vendrá ese sujeto? Pensé que lo habías echado para siempre de éste lugar – No pudo evitar quejarse.

 

 

 

- ¿Cómo crees? Raoul es mi amigo. Sólo que está más ocupado. Por eso ya no me visita como antes. Además está lo de mi padre… de lo contrario estoy seguro de que vendría más seguido  – Hasta a él le sorprendía el hecho de que el ojiverde ya no se mostrara tan interesado en irlo a ver.

 

 

 

- ¿Y tú le crees que esas son las razones? – Escupió.

 

 

 

- ¿Cuáles más si no? – Alzó ligeramente los hombros.

 

 

 

Riki lo miró ¿Qué no se daba cuenta de que tenía que estar fabricando algo? No comprendía porqué Iason era tan ciego cómo para no ver lo que estaba pasando con Raoul… no, el ojiazul sabía exactamente lo que sucedía. Lo negaba porque pensaba que de aquella manera lograría creérselo. Después de todo el Am había sido su mejor amigo, debía de ser doloroso para el Mink tener que alejarse de él y ya no poder tratarle con la misma intimidad que antes. El moreno se turbó ante su deducción, más no lo demostró.

 

 

 

- Jum - El pelinegro arrugó el entrecejo – No me convence. De seguro es una excusa para venir a sacarte fiesta.

 

 

 

- ¿Estás celoso? – Picó sin rodeos.

 

 

 

La simple mención de aquello lo hizo enfurecer ¿Cómo le preguntaba algo así? Dejar a Iason a solas con Raoul tarde o temprano terminaría llenándole la cabeza de especulaciones. Muy a pesar de que el Mink guardara las distancias, estaba seguro de que el Am no lo haría y eso lo molestaba.

 

 

 

 

- No digas babosadas – Se cruzó de brazos.

 

 

 

- No tienes porque sentirte celoso Riki - Se acercó lo suficiente para juguetear con su pecho - Sólo tu tienes cabida en mi cama ¿Recuerdas?

 

 

 

Riki hizo una pequeña mueca al acordarse de lo ocurrido con Kirie, su ex mayordomo y la promesa que le había hecho al rubio. Era cierto, el le había hecho una promesa a Iason. Le prometió que nada le haría daño siempre y cuando él fuera el único que tuviera el derecho de meterse bajo sus sabanas.

 

 

 

Realmente estaba dispuesto a obedecerle. Darse cuenta del grado de seriedad del Mink conforme al asunto y que por otro lado él estuviera jugueteando con el padre, fue como una patada en la espinilla.

 

 

 

Riki tomó la botella y se la empinó de golpe. Un poco del licor se escurrió por la comisura de sus labios, deslizándose a través de la barbilla hasta caer por el cuello. El rubio le lamía el húmedo camino que seguían las gotas amargas.

 

 

 

- Ah... - Cerró los ojos con fuerza y soltó un fuerte suspiro - De acuerdo. Me ganaré al suegrito si es lo que quieres - Le afirmó finalmente.

 

 

 

El ojiazul ahogó una risa. Sintió como si se generara un remolino en sus entrañas. Definitivamente Riki ilusionaba a sus amantes... así esa no fuese su intención.

 

 

 

- Hay cosas que no deberías decir Riki… - Murmulló para sí mismo. 

 

 

 

- Pero tendrás qué compensármelo – Mencionó, evidentemente sin haber escuchado al ojiazul. Colocó la botella en la mesita.

 

 

 

- Claro.

 

 

 

- Ahora.

 

 

 

- ¿Ahora?

 

 

 

- Ya mismo – Sonrió provocativo.

 

 

 

Iason se acercó en busca de sus labios. El sabor a alcohol también inundó su boca, la lengua de Riki lo provocaba y no se negó a sus juegos. Llevó sus manos hasta la cintura del joven. Los cuerpos se pegaban y se meneaban entre ellos.

 

 

 

- Umm...

 

 

 

Las manos se habían colado entre los pantalones y la ropa interior del pelinegro, masajeaban las nalgas...

 

 

 

Riki se apartó por un momento y se bajó los pantalones con rapidez. El Mink sonrió internamente, el pene grueso de su compañero lo apuntaba. Fue sacado de su trance sexual cuando Riki se aproximó a atacar su cremallera. Le ayudó y en unos minutos después, ambos estaban desnudos.

 

 

 

 

Ahora era Riki el que admiraba la enrojecida y palpitante hombría del otro.  Sus ojos se tambaleaban y sentía la boca hacérsele agua. Iason se llevó las manos al cabello y lo alisó un poco, sacudiéndolo de los lados y dejándolo caer de nuevo en sus hombros. Sabía que al moreno le gustaba verlo... y jalarlo de los cabellos una que otra vez durante el coito. El mestizo era bastante agresivo a la hora de la verdad.

 

 

 

 

Iason se sentó y el moreno se colocó de rodillas, tomó entonces la hombría del rubio entre sus manos. La contempló. Le dio un beso en la punta.

 

 

 

 

 El Mink sintió un pequeño cosquilleo.

 

 

 

 

- Riki... – Sonrió dulcemente  - ¿Qué haces? - Le acarició las negras hebras.

 

 

 

- ¿Qué no es obvio? Te trato bonito.

 

 

 

En vez de alegrarle, el comentario lo hizo sentirse angustiado... ¿Por qué lo hacía? ¿Realmente Riki quería tratarle "bonito" por cariño o simplemente estaba jugando con él? No podía evitar estar en estado de alarma. Estaba demasiado enamorado de Riki como para permitirse involucrarse en esa clase de juegos que tarde o temprano, terminaría por creerse.  Cuando menos se lo esperara, se ilusionaría... lo menos que quería era que aquello que pensaba era cierto, terminara volviéndose una sofisma.

 

 

 

- No quiero que me trates bonito.  

 

 

 

Sencillamente no sabía cuantas desilusiones más podría soportar su marchitado corazón.

 

 

 

La calidez de la boca de Riki abarcando su pene fue el aliciente que necesitaba. Su mente se enfrascó exclusivamente en el joven que le practicaba sexo oral.

 

 

 

El menor chupaba el miembro con fervor. Con sus manos acariciaba los testículos del hombre cuyas piernas comenzaron a moverse. Cuando Iason empezó a gemir más fuerte y a guiarlo con sus manos, el joven se sintió más excitado.

 

 

 

 

El ojiazul se recostó sobre la cama, dándole una mejor visión al  pelinegro. Riki no puso resistirse a semejante regalo y llevó uno de sus dedos hasta el trasero del Mink, donde poco a poco fue introduciéndoselo. El rubio tuvo un espasmo.

 

 

 

 

- ¡No!... ¿Qué haces? – Ladeó su rostro de un lado.

 

 

 

- Es divertido hacerte quejar – Su sonrisa denotaba perversidad.  

 

 

 

- Riki… eres… ah…

 

 

 

Riki se lo metía con furia al tiempo que continuaba chupándole el pene.

 

 

 

- ¡Riki!... – Se mordió el labio. Le tomó del flequillo de la frente y lo obligó a levantar la mirada - ...Basta o me correré...

 

 

 

Los ojos del moreno se iluminaron. Sacó el trozo de carne de su boca. Palpitaba y de la punta chorreaba un poco del pre semen. Se relamió.

 

 

 

- ...Eso no.  Lo harás adentro.

 

 

 

¡Quien lo hubiese imaginado! Riki ansiando sentir la leche de Iason llenando su interior.

 

 

 

Acto seguido, se puso de pie y se ubicó arriba de él, chocando sus sexos entre sí. Los cubrió a ambos con su palma. Los frotaba entre ellos.

 

 

 

- Me encanta cabalgar a pelo ¿Lo sabías?

 

 

 

- …Y se te da muy bien.

 

 

 

Iason sonrió. Así se le decía a dos cosas: A cabalgar sobre el caballo sin la montura y a cierta pose salvaje en la cama que también se asimilaba a cabalgar. Como fuera, Iason estaba seguro de que Riki se refería al significado pícaro de la frase. 

 

 

 

El pelinegro se levantó lo suficiente para comenzar a meterse el pene del Mink. Los gemidos que soltaba, hacía que el placer del rubio fuera en ascenso. Pronto fue testigo de como su sexo fue devorado por el agujero de Riki.

 

 

 

- Iason… hazme enloquecer – Pidió.

 

 

 

 

La estrechez del interior del joven lo enceguecía del placer. Cuando empezó a moverse, tuvo que hacer hasta lo imposible por resistirse a cambiar de posiciones para proceder a hacérselo de manera salvaje. La manera en que Riki se meneaba era exquisita, sabía que el joven había dado con su punto de placer, porque se movía con desespero, gemía con mayor fuerza.

 

 

 

 

El mayor llevó sus manos hasta la cintura del moreno y empezó a empujarlo, a atraerlo con mayor fuerza.

 

 

 

- Si, Iason... oh dios... - Sus mejillas salpicadas de ese hermoso tinte rojizo.

 

 

 

 

Saltaba y saltaba sobre las piernas del que era su hombre, su macho. Con una de sus manos se acariciaba la inhiesta y abombada virilidad. La llenura que sentía Riki le proporcionaba un mayor grado de placer, ya que el pene de Iason le daba en todos los puntos buenos.

 

 

 

 

…Definitivamente Iason sabía como complacerlo en el plano sexual. No tenía por tanto, necesidad de llegar a extremos con Amado.

 

 

 

 

***

 

 

 

- ¡Wow! - El muchacho se maravillaba ante el espectáculo de los caballos y sus jinetes – Esto es increíble.

 

 

 

- ¿Nunca habías estado en una carrera de caballos? – Se deleitaba con los ademanes infantiles del moreno. 

 

 

 

Lo que nunca había hecho era estar en un palco privado viendo una carrera de caballos. Por lo general, él y sus amigos se colaban cuando no los veían y hacían apuestas clandestinas. No olvidaría el día  que le ganó el par de zapatos a Norris y eso que eran nuevos, no habían durado ni dos días en sus pies y Riki no tuvo reparo en exhibirlos como si fueran su trofeo.

 

 

 

El supuesto viaje de trabajo se había vuelto otra cosa.

 

 

 

- ¿Quieres champagne?

 

 

 

Riki tomó la copa y se la llevó a los labios mientras se acomodaba en su asiento. Los grises ojos no lo abandonaban para nada y eso lo hacía sentirse extraño. Sonrió para sus adentros, él conocía esa mirada, aquellos ojos de lobo contenían deseo. 

 

 

 

El pelinegro sonrió un poco y Amado le correspondió.

 

 

 

Después de unos segundos de silencio, el mayor se atrevió a hablar.

 

 

 

-  ¿Qué opinas del matrimonio, Riki?

 

 

 

La pregunta lo tomó por sorpresa y ciertamente lo desilusionó un poco.

 

 

 

- Ya me dijiste que no eres casado, pero me intriga saber cual es tu opinión al respecto.

 

 

 

- Mmm… pues…

 

 

 

Ante el modo en que el muchacho le contestó, Amado intervino una vez más.

 

 

 

- Je je Disculpa que saque a palabra temas tan poco interesantes para un joven como tú. Comprenderás que a mi edad las prioridades y el modo de ver la vida son muy distintas a las de hace ya varios años…

 

 

 

- Eh… no es eso… verá, es que simplemente no me había detenido a pensar en eso.

 

 

 

- Ya veo – Miró de soslayo a su alrededor - ¿Piensas tener hijos?

 

 

 

La nueva  pregunta lo llenó de su propia expectación. Se permitió meditar, buscó en lo más profundo de su corazón su respuesta a aquella incógnita.

 

 

 

- No lo sé.

 

 

 

- ¿Entonces quien lo sabe? – Inquirió de manera divertida.

 

 

 

- Bueno… la verdad si. Cuando llegue el momento supongo que tendré a mi familia – Sacudió su mano - …pero aún falta para eso. Mientras. me dedicaré a divertirme.

 

 

 

- Una respuesta espléndida.

 

 

 

Amado sonrió. Dirigió su afilada mirada a los hermosos corceles que ignorantes, eran presas de un cíclico entretenimiento. Sin embargo, el mayor también se daba cuenta de que el muchacho no le quitaba los ojos de encima. Esto lo henchía someramente.  

 

 

 

- Iason se parece mucho a usted – Comentó finalmente el pelinegro.

 

 

 

- …Ciertamente.

 

 

 

 

Amado se giró y empezó a acercársele.

 

 

 

- …Es mi hijo después de todo.

 

 

 

- Amado… - Abrió las piernas cuando el hombre buscó de meterse entre ellas.

 

 

La luz del sol se reflejaba en los rubios cabellos, en donde inclusive las canas tenían su propia maravilla. Riki se sintió pequeño ante la figura del Mink sobre él.

 

 

 

En el momento en que Amado se acercó para besarle, el moreno entrecerró el mirar. Dejándose llevar Riki se vio inmerso en un apasionante beso con su patrón. Las lenguas más afianzadas se acariciaban entre ellas e incluso los mordiscos se hicieron participes.

 

 

 

Amado se separó y tomó lo que quedaba del Champagne y se lo llevó a la boca, Riki lo miraba con las mejillas incendiadas. El mayor se acercó y volvieron a juntar sus labios, el moreno se tragó todo el licor que el ojigris le pasó, sabía más delicioso proveniente de su boca.

 

 

Pasó a su cuello, en donde Riki empezó a sentir que perdía el control.

 

 

 

- ¡No! – Trató de detenerlo - …Me dejarás marca… y entonces…

 

 

 

- Je je – Rió con suavidad – Tranquilo. Puedo incluso hacerte el amor y borrar cualquier rastro.

 

 

 

Riki respiró un poco cuando el mayor se apartó, seguidamente llevó las manos a su cinturón y el corazón del moreno empezó a palpitarle con mayor desenfreno ¿Lo harían ahí? Su respiración se entrecortaba, no era la primera vez que tenía sexo en un lugar que podría considerarse “inadecuado”.

 

 

 

…pero… ¿Realmente quería hacerlo con Amado?

 

 

 

 

La carrera llegó a su fin cuando los caballos llegaron raudos a la meta.

 

 

 

- ¿Qué te parece? Aposté a ese caballo y ha ganado. A la final, si que me has traído suerte Riki muchacho – Le acarició el mentón.

 

 

 

 

Riki permaneció quieto, observándole. Estaba tan excitado que sus mejillas y el modo en que respiraba lo evidenciaba. Amado se perdió en su apariencia y su deseo sexual lo instó a hacerse de nuevo con el muchacho.

 

 

 

 

- Esto… - Riki se apresuró en retirarse, antes de que el hombre volviera a capturarle – Tengo hambre ¿Podríamos ir a comer algo?

 

 

 

Amado sonrió luego de tamborilear los dedos en el apoya brazos de la silla. Como quien hace uso de las reservas de su paciencia.

 

 

 

- Está bien. Vayamos a comer – Mencionó en un tono de resignación.

 

 

 

El siguiente lugar al que lo llevó fue mucho más satisfactorio para Riki. Servían la mejor carne de toda la región, tanto así que la nariz del pelinegro estuvo en movimiento desde que entraron por la puerta.

 

 

 

- Eso ha estado delicioso.

 

 

 

- Me alegro que te haya gustado.

 

 

 

Había comido tanta carne que pensar en ella le atraía el vómito, típico de Riki el no medir sus acciones.

 

 

 

Riki tuvo que permanecer un rato quieto mientras su organismo se acostumbraba a la llenura, se permitió relajarse y hasta cerrar por unos momentos los ojos.

 

 

 

- ¿Qué hace? – Sonrió al sentir una mano deslizarse por su pierna.

 

 

 

- Sólo hago esto un poco más interesante – Mencionó seductoramente.

 

 

 

El moreno abrió un poco las piernas a lo que el ojigris contestó con una sonrisa.

 

 

 

- ¿Se le ha antojado el postre?

 

 

 

- Riki… - Meneó la cabeza sin abandonar su sonrisa. Ciertamente su picardía era encantadora - ¿Qué harás cuando Iason empiece a darle sus cariños a una mujer?

 

 

 

Riki sintió una pequeña punzada que aniquiló su libido. No se daba cuenta, pero Amado estaba sacándole toda la información que quería sabe, quería dejarlo en evidencia, molestarlo.

 

 

 

Descartó las ideas de ser coqueto y el resto de la noche se comportó.

 

 

 

- No se preocupe. Creo ya haberme ido cuando eso ocurra. En cuanto reúna lo suficiente volveré a mi pueblo. Podría decirse que sólo estoy de paso…

 

 

 

La respuesta llenó al Mink de una desagradable sensación. Su hijo pensaba que Riki lo quería, decir así ¿Cómo era posible que estuviera pensando en marcharse de la hacienda? Amado estuvo tentado de sacar su billetera y hacerle entrega de un cheque en blanco, en donde podría el joven anotar la suma que quisiera… si lo que lo detenía de irse era el dinero ¡Entonces él le daría millones! Más el ojigris se contuvo, tomó la molestia, todo el enfado que las palabras de Riki le produjeron y se las tragó junto al vino que mandó a traer. 

 

 

 

 

 

Aquel día compartido con Amado no pasó de aquel punto, y es que el Mink mayor había destinado aquella oportunidad para desentrañar más el encanto que tenía capturado a su hijo. Realmente había despejado una que otra duda, pero seguía pensando que las intenciones del menor para con su hijo no eran sinceras.

 

 

 

 

Esa sería entonces su motivación para seguir actuando. Ya que había algo que Amaba más que ganar… y eso era vengarse.

 

 

 

 

¿Cuál había sido la reacción de Iason ante aquella salida? Por supuesto que había estado celoso, pero su padre le hubo comentado que se trataba solamente de una invitación amistosa, que quería conocerlo más, llevarse mejor con su “posible futuro nuero”… fue muy astuto al usar esas palabras, Iason estaba muy enamorado de Riki y quería mucho a su padre. Pensaba que Amado estaba empezando a respetar estos sentimientos y se permitió el darle la confianza necesaria para salir con el muchacho… ¡Pobre criatura adormecida por los efectos del amor!   

 

 

 

Sin saberlo, Riki se sentía culpable y no era para menos. Se encontraba ahí besando a Iason con los mismos labios con que hubo besado a su padre.

 

 

 

En el momento en que Riki simplemente se quedó acariciándole quijada por más tiempo que el habitual, el ojiazul se quedó extrañado.

 

 

 

- ¿Qué pasa Riki? – Le sonrió.

 

 

 

- Te acabas de afeitar…. Como piel de bebé – Comentó, la piel se sentía sumamente suave y el agradable aroma que despedía le gustaba. No pudo evitar reírse por una idea que le llegó a la mente – Oye ¿Nunca te has dejado la barba?

 

 

 

- ¿Quieres que la deje crecer? – Le atrajo más hacía su cintura – Aunque eso sería un problema.

 

 

 

 

- ¿Por qué? ¿Temes volverte más seductor? – Bromeó.

 

 

 

 

- No. Temo parecerme más a mi padre.

 

 

 

- …

 

 

 

Era cierto ¿Qué caso no estaba pensando en Amado cuando le acariciaba el mentón recién afeitado a Iason? ¿No había estado recordando aquellos besos y su barba picándole en cada uno de ellos?

 

 

 

La culpa lo empezaba a atormentar de nuevo.

 

 

 

- No digas tonterías. Ustedes dos son muy diferentes – Dijo muy seguro de sus palabras.

 

 

 

- A ver… - Iason se acomodó a Riki sobre sus piernas (porque se hallaban sentados) – Dime en qué nos diferenciamos.

 

 

 

 

Riki abrió los ojos de par en par. Se sintió perdido.

 

 

 

 

- Mmm… pues… ambos son rubios.

 

 

 

- Eso es una semejanza Riki, no una diferencia.

 

 

 

 

- Sé lo que es una diferencia – Se ruborizó –… pero él tiene canas y tú no – Agregó creyendo haber dado con el punto indicado.

 

 

 

 

El Mink meneó la cabeza y suspiró.

 

 

 

- Tarde o temprano mi cabello terminará como el suyo, y aunque no lo creas, tengo canas también.

 

 

 

El moreno se llevó la mano a la barbilla, pensativo.

 

 

 

- Pero él es más…

 

 

 

- No salen sólo por la edad ¿Sabes? Puede ser hereditario o por cansancio excesivo. Y a eso ponle que ya estoy pisando los treinta.

 

 

 

Ciertamente en el tono de voz se encontraba la molestia, le molestaba un poco que Riki fuera tan poco detallista, cuando él se daba cuenta hasta de cuando al moreno se le hacía un hueco en la camisa… las polillas adoran de vez en cuando la tela.

 

 

 

- Bueno…

 

 

 

- ¿Qué más?

 

 

- ¿Eh?

 

 

 

- ¿Qué más nos ves de diferentes?

 

 

 

Oh oh… Riki estaba en un aprieto. Iason estaba celoso de su padre, por lo que pensar que el muchacho lo veía como una fotocopia del otro, lo desagradaba.

 

 

 

- Ammm…

 

 

 

- Por cada respuesta buena que des, te daré un premio – Alentó.

 

 

 

- ¡Glup! – Tragó grueso. Pensó en ellos físicamente – La mirada… - Lanzó como una flecha a ver si daba en el blanco - ¡Si! eso mismo. Tus ojos son azules y los de él grises ¡Y no olvidemos la nariz! La de Amado es tan grande que cuando lo bes… es muy grande. Si, y no olvidemos las arrugas.

 

 

 

¿Su nariz es tan grande que cuándo lo besas incomoda? ¡¿Cómo iba a decirle aquello?! Riki se calló a tiempo.

 

 

 

- Olvídate de los premios. Lo que estás haciendo es criticarnos. No es nada agradable – Se alargó lo suficiente hasta alcanzar la cajetilla de cigarros – Hablas sólo de nuestro exterior. Somos más que una cara bonita ¿Lo sabías? - Encendió uno y exhaló el humo arriba de sus cabezas.

 

 

 

Iason le pasó el cigarrillo y mientras lo chupaba pensó. Ok, ya no se fijaría en lo externo… ¿Los besos? ciertamente ambos besaban diferente, pero ¿Cómo decirle eso? El Mink se estaba sintiendo menospreciado.

 

 

- La diferencia entre ustedes es…

 

 

 

- ¿?

 

 

 

- Que a uno le doy el culo y al otro no – Mencionó algo agobiado – Vamos. Ya deja de comportarte como una hermana celosa de su gemela.

 

 

 

Logró al menos que el rubio le sonriera un poco. Le alegraba en cierto modo saber que en la cama del mestizo, sólo él tenía lugar.

 

 

 

- ¿Saliste alguna vez con dos hermanas, sin que la otra se enterara?

 

 

 

La pregunta lo hizo dudar.

 

 

 

- No.

 

 

 

Se sintió terrible. Había mentido con la respuesta. Riki se levantó y Iason le miró pasearse por su habitación.

 

 

 

- Basta ya. Pareces una mujer histérica con todo esto. Sabes que no me gusta que te pongas así. Ya luego me preguntarás cualquier otra cosa qué ¡Cuide Dios que no la responda yo mal! – Fue hasta donde estaba un saco colgado y se lo arrojó -  Lo que te hace falta es beber. Desde que tu padre llegó no has hecho más que trabajar para impresionarle, es obvio que estás  hasta la coronilla de los nervios – Le señaló con el dedo - Hoy te llevaré al pueblo y te volverás mierda de tanta caña.  

 

 

 

- Jum – Suspirar… ¿Qué alegatos podía darle al cabeza hueca de Riki y a sus poco pensadas conclusiones?

 

 

 

Fueron hasta el sitio en donde el pelinegro solía beber con sus compañeros de la hacienda. No era que se hubiese hastiado de los finos licores que almacenaba con recelo el rubio, ni muchos menos que la misma reserva hubiese disminuido al punto de dejarle recuperar. El deseo de mezclarse con la gente común y la necesidad de compartir con el Mink un instante lleno de camaradería lo contagió como un virus.

 

 

 

 

A pesar de todo, para Iason fue una experiencia bastante amena. Aquella faceta en Riki nunca la había visto tan de cerca… y  le gustaba.

 

 

 

Era como si un par de amigos se hubiesen dispuesto a beber, compartieron entonces charlas y risas. Riki a pesar de todo era muy elocuente, sólo que a diferencia del Mink, el moreno lograba capturar con anécdotas interesantes y divertidas que siempre iban de la mano de ese picante vocabulario.   

 

 

 

- …Guy fue mi primer novio – Mencionó Riki, convencido de que la confianza ahora existente entre él y Iason era suficiente para confesarle algo tan íntimo –…También fue el primer hombre que me montó – Sonrió al recordarlo. Tomó la botella y se la empinó, como si estuviera celebrando la llegada del recuerdo.

 

 

 

El rubio sintió un terrible dolor, enterarse de que aquel hombre había sido el primero… el Mink estaba devastado. El muchacho era tan despiadado.

 

 

 

- ¿En serio? – Más el ojiazul trató de aparentar normalidad.

 

 

 

- Si. Luego de él vinieron otros y otras… ya sabes, hasta que decidimos juntarnos.

 

 

 

***Flash Back***

 

 

 

 

En aquella época, Riki y sus amigos trabajaban para una cosa: Festejar.

 

 

 

 

Pasaban horas y horas bajo arduo trabajo, reuniendo para gastarlo luego en sus encuentros.

 

 

 

 

Pero para ellos el sexo era tan adictivo como el alcohol y los cigarrillos. Llegaron inclusive al punto de perder la cuenta de las veces en que habían sido participes de encuentros sexuales. Las orgías de vez en cuando les atraían y cuando una chica bonita les abría las puertas del establo, ellos nunca se negaban. No era para sentirse orgulloso, pero Riki hasta le había quitado la virginidad a uno de los monaguillos del pueblo, fue en una noche bastante fría en donde el joven le hubo confesado cierta atracción por él… y aquella oportunidad no la desaprovechó.

 

 

 

 

Los que más se la pasaban para arriba y para abajo eran Riki y Guy, después de todo se conocían desde varios años atrás. El pelicastaño inclusive le invitó a irse a vivir con él, para que se alejara del yugo de sus padres.  Compartían gastos y noches enteras de alocada diversión.  

 

 

 

Era de esperarse que terminaran de ese modo…

 

 

 

- Riki… vamos a empatarnos.

 

 

 

Riki se levantó de golpe de la cama. Habían tenido una sesión de sexo casual, aquella propuesta lo tomó desprevenido.

 

 

 

- Sé mi pareja, Riki – Volvió a mencionar Guy.

 

 

 

- Guy…  

 

 

 

 - Hagámoslo oficial ¿Qué dices Riki?

 

 

 

El joven sonrió y se aproximó hasta donde estaba. Lo rodeó con sus brazos al tiempo que sonreía.

 

 

 

- ¿Estás seguro? Sabes que soy una fiera difícil de domar. Por muy mal que te suene, no creo en el compromiso.

 

 

 

- Lo sé – El mayor le besó – Y estoy dispuesto a lidiar con eso. Mira lo que traje para celebrar.

 

 

 

La alegría en Riki se hizo mayor al recibir aquella botella.

 

 

 

Se la bebieron entera entre manoseos y risas.

 

 

 

- Estoy muy borracho – Riki se arrojó sobre la cama y Guy se ubicó arriba de él para besarle.

 

 

 

- Esto me hace feliz – El pelilargo ayudó al muchacho a quitarse los pantalones – Sumamente feliz.

 

 

 

El moreno no sabía si su sonrisa se debía a la dicha o al licor.

 

 

 

- Guy… - Balbuceaba –…rápido. Hazme tuyo.

 

 

 

 

 

***Fin del Flash Back***

 

 

 

Cierta melancolía le abarcó de pronto. Realmente extrañaba a Guy, sus besos, sus caricias… el modo en que le hacía el amor. Riki buscó de ahogar sus recuerdos con el licor. No era momento para añoranzas.

 

 

 

Por otro lado, la curiosidad poseyó al rubio, lo atormentó al igual que un sarpullido en pleno apogeo.

 

 

 

- ¿Qué edad tenías cuando eso pasó?

 

 

 

Riki retiró la vista del ambiente que por unos escasos segundos le hubo embriagado.

 

 

 

- Cuando… Guy… te poseyó por primera vez…

 

 

 

La manera en la que lo hubo expresado contenía mucho pesar,  y no era para menos, se acababa de enterar que su rival le llevaba la delantera desde mucho antes de haberle declarado como tal ¿Y por qué continuaba arraigando el tema si hablar sobre eso le causaba tanto daño, le angustiaba el espíritu, le traspasaba el alma y le agujereaba el corazón? ¿Por qué Iason insistía en mantener cautivo los labios y enclaustradas las palabras en momentos ya idos y caducos en el tiempo? Ah… el amor es tan incierto, tan fuerte e indefenso al mismo tiempo, tan ingenuo y fácil de desilusionar. Sin importar que cantidad de dolor se inflija, no se le puede negar al corazón el dulce néctar del conocimiento, que tarde o temprano generará en él una inmensa alegría o una profunda tristeza.   

 

 

 

- Mmm… - Lamió el borde de la botella mientras pensaba – Yo tenía como unos ocho años.

 

 

 

Vale comentar que Iason por casi escupe el licor.

 

 

- ¿Tan joven?

 

 

 

 

Riki se burló un poco de la reacción del Mink, y es que no era para sorprenderse, de donde venía los chicos solían “experimentar”, llevados por la curiosidad… no era la primera vez que algo así pasaba. En el mundo hay tantas búsquedas desconocidas que llevan al hombre a desviarse en tantos caminos; sin saber porqué, caminan como ciegos tanteando todo a su paso y de vez en cuando tropezando y haciendo quebrar muchas ilusiones, intentando hallar aquello que buscan dejándose llevar por el instinto que muy poco o nada saben usar.

 

 

 

- Al principio sólo nos besábamos y tocábamos, tú sabes, para saber que se sentía… luego las cosas fueron más y más allá…

 

 

 

Tíos, abuelos, padres, hermanos, amigos… todos pierden mérito y títulos en los amplios y temerosos terrenos del placer. Allí, nadie reconoce, ni recuerda, ni piensa… sólo busca, busca con fervor un sentimiento, una emoción, algo que le impacte con tanta fuerza que su turbulencia deje cimientos en cada uno de sus sentidos.

 

 

 

- ¿Y Guy…?

 

 

 

- ¿Su edad? Él tenía once.

 

 

 

Le inquietó un poco su respuesta, Riki era evidentemente más pequeño y por lo tanto con menos lucidez mental y emocional ¿Cómo se había atrevido aquel muchacho a meterse con un niño? El Mink deseó ser capaz de traspasar las barreras del tiempo y del espacio para poder estacionarse en aquel momento… ser capaz de resguardar la virginidad de su querido hasta su reencuentro.

 

 

 

- Tu turno de hablar – Se emocionó - ¿A que edad perdiste la virginidad?

 

 

 

Iason dudó. La pregunta lo sacó de su fantasía de un solo jalón.

 

 

 

- A los Doce.

 

 

 

El pelinegro soltó una risotada burlista.

 

 

 

- A esa edad yo ya era todo un experto en la cama ja ja ja ja Dime ¿Con quien fue?  ¿Con una de tus amiguitas de las casas?

 

 

- No. Con una meretriz.  

 

 

Él lo sabía, los hombres de hacienda le daban aquel regalo a sus hijos cuando tenían la edad suficiente. Era por tanto, parte del protocolo.

 

 

 

- ¿No me darás más detalles? – Preguntó el ahora curioso Riki.

 

 

 

- Se llamaba Lilly.

 

 

 

- El nombre es lo de menos – Escupió – ¿Qué es lo más vulgar que has hecho con una mujer?

 

 

 

- No doy esos detalles y mucho menos si involucra a las damas, Riki.

 

 

 

- ¡Tsk! Que anticuado eres – Lanzó despectivo – A ver, hablemos de machos entonces ¿Quien te le metió primero?

 

 

 

- Basta. No más comentarios por hoy – Le cortó, evidentemente avergonzado.  

 

 

 

Riki llamó a la camarera, estaba seguro de que lo que necesitaba para soltarle la lengua era más alcohol.

 

 

 

- ¿En que puedo servirte Riki? – Sonreía, evidentemente atraída por el moreno desde la primera vez que lo había visto en ese bar.

 

 

 

- Hola Nancy – Le guiñó un ojo – Tráenos otras.

 

 

 

Cuando la chica volvió, traía nuevas botellas consigo.

 

 

 

- Aquí tienen – Cuando la chica alzó la mirada, se halló con los ojos azules del Mink. Se ruborizó al instante.

 

 

 

- Ven. Siéntate muñeca – Invitó Riki.

 

 

 

Iason se mostraba inmutable desde la llegada de la que él denominaba como extraña.

 

 

 

- ¿Quién es tu amigo? – La chica ahora los acompañaba - Es muy guapo.

 

 

 

Era cierto… era inevitable que las mujeres se sintieran atraídas hacía él.

 

 

 

- ¿Lo ves Iason? Nancy piensa que eres guapo. Estás de suerte, nunca encontrarás a una mujer tan bella y tan bien proporcionada como Nancy  – Le alentó – Dile algo. Ahora estás muy callado.

 

 

- Me voy.

 

 

 

- ¿Eh?

 

 

 

Iason se levantó de la silla y dejó a Riki junto a la mujer.

 

 

 

- ¿Dije algo malo? ¿Se molestó tu amigo?  – Preguntó la mujer.

 

 

 

- No, no… tranquila – Se levantó a buscar al Mink

 

 

 

La mirada de Iason lo había traspasado ¿Por qué lo había mirado así, tan fríamente?

 

 

 

- Iason – Lo tomó del hombro antes de que lograra salir del bar - ¿Por qué te vas? Pensé que nos estábamos divirtiendo.

 

 

 

- Eso también pensé. Hasta que decidiste meter a un tercero.

 

 

 

Riki le miró. Realmente se veía muy serio, hasta podría asegurar que estaba molesto.

 

 

 

- Sólo pensé que la compañía de una mujer bonita te parecería agradable…

 

 

 

 

- ¿Por qué pensaste algo así? ¿Por qué creíste que querría a una mujer acompañándonos?

 

 

 

El moreno guardó silencio. Había recordado las palabras de Amado cuando Nancy le había coqueteado, había pensado en la posibilidad de que Iason empezara a buscar la atención femenina antes de que él se marchase, y llevado por el resentimiento, pensó en la oportunidad de arrojarlo él mismo a las fauces del lobo. De esa manera no habría quejas, porque todo habría sido por acciones premeditadas.  

 

 

 

 

- … Sólo… quería que te sintieras bien – Mencionó a modo de disculpa – No quería que te molestaras, ni nada.

 

 

 

 

- Estoy bien – Se apresuró a decir – Y eso es porque estoy contigo.

 

 

 

Riki no lo supo, pero sus mejillas se colorearon.

 

 

 

- Pero… ¿Qué cosas dices? Deja de fastidiar – Hizo lo posible por no mirarle - ¿Iason?

 

 

 

El hombre le tomó de la mano. Pensó en quejarse, pero el contacto le agradaba, además no había nadie mirando, la música estaba demasiado alta y todos parecían estar distraídas con sus cosas.

 

 

 

- ¿Adonde vamos?

 

 

 

- A un motel o si es preciso a la camioneta.

 

 

 

- ¿Tantas ganas tienes?

 

 

 

- No lo menciones como si sólo se tratara de sexo – El hecho de que viera sus encuentros amorosos de una manera tan fría, le dolía.

 

 

 

 

- ¡Es que de eso se trata! – Se soltó del agarre - ¿Qué más sino?

 

 

 

Escucharle le afectó y el mestizo se dio cuenta de ello.

 

 

 

- ¿No vas a decirme algo? – Preguntó Riki para incitarle, se había quedado callado de repente y eso le mortificaba. Se dio cuenta del cambio en su expresión - ¿Te sientes bien?

 

 

 

- Me estoy cansando… - Mencionó – Estoy cansado de todo esto. Eso es todo.

 

 

 

- Bien… tal vez  si deberíamos ir al motel, ahí podrías descansar un poco.

 

 

 

El Mink sonrió ante la falta de comprensión del menor, él no se estaba refiriendo a un cansancio físico. Iason estaba cansado de que Riki fuese tan poco entendedor, ya que eso lo llevaba siempre a situaciones desagradables y ciertamente muy dolorosas. 

 

 

 

- Nada de dormir ahora. Como tú mencionaste vamos a tener sexo. 

 

 

 

- De acuerdo – Nunca se negaba – Pero es una lastima, no pudimos embriagarnos.

 

 

 

- Yo quiero es embriagarme de ti.

 

 

 

Escuchar aquel comentario lo hizo sentirse en cierto modo contento. Si, con Iason si iría hasta la cama.

 

 

 

 

 

 

 

Continuará….

 

 

 

 

(Onegai, seguir el siguiente Link para ver el fanart que está adjunto al capi n_n es más o menos como se ve Amado en mi mentecita je je espero que les guste *-* quedó chenchual xD):

 

 

 

http://i540.photobucket.com/albums/gg346/sue_zoe/Amado_ank_zps0866500a.jpg

 

 

 

 

Notas finales:

 

Mo! Con Iason sip!! *-* (inner: wow! pero por poco lo hace con Amado ¬////¬) anda, ya sabes que Riki es muy libertino y Amado le mueve el piso n.nUu (inner: demo…no debe hacerlo, no puede besar a otro que no sea a Iason >/////>) tranqui, esto es otra prueba para su amor!! *w* bien mis queridos y amados lectores hasta aquí por hoy, espero que haya sido de su agrado n_n trataré de no tardar para la próxima ji ji xB Besos y abrazos!!  Bye Bye!!  

 

 

 


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