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Corazón Indómito por sue

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Notas del capitulo:

Hello!!!! Cómo están mis amores ^o^ Arigato por acompañarme una vez más!! Ahora si, a leer!! :B

 

- Blondy… eres tan hermoso.


El caballo blanco lo tenía enamorado, cepillaba su pelaje con cuidado al tiempo que lo acariciaba. “Esa iba a ser la última vez”, pensaba Riki, después de haber golpeado a su patrón no le quedaba más opción que irse; era semejante a un perro que había mordido la mano que le da de comer.



- ¿Me… puedo quedar? – El pelinegro pestañeaba incrédulo - ¿No estarás gastándome una broma?



Katze le miró con una expresión seria, dándole a entender que él no era hombre de bromas. Lo cierto era que la decisión del señor también le había impresionado.



- Señor Riki – Daryl llegaba al establo con una sonrisa – Me alegro que le dejaran quedarse.



- Ja, lo mismo digo – Rozó la punta de su nariz con el dedo pulgar – Le di su merecido al muy engreído y con eso se arrepintió.



- Ha tenido suerte… mínimo esperé que le ordenara que suplicase, para poder quedarse con su trabajo.



- Tsk – Chistó - ¿Y con que moral? ¿Con qué cara me vendría a exigir eso?



Daryl ocultó su risilla.



- Le he traído algo señor Riki…



- Deja de llamarme así… me siento como un anciano – Riki se escuchaba cansado - ¡Pastel… y vino!



- Si – Asintió – He tomado un poco de lo que serví al señor.



Riki tomó el presente y se sentó, dispuesto a comérselo. Daryl se sentó a su lado, observaba al pelinegro comer con las manos y empinarse la botella a pesar de que le había traído cubiertos y hasta una copa. Aunque no tuviera modales, Riki era más caballero que cualquier hombre que conociera.



- Aún no he tenido oportunidad de darle las gracias…



- Ah, no exageres…



- ¡! – Desordenó los cabellos del muchacho, haciendo que éste se sonrojara.





A Riki no le faltaban las ganas de largarse de la hacienda, a pesar de tener ya un par de meses trabajando, continuaba sintiéndose como un extraño, como un bicho raro que todos desean exterminar, pero el moreno no podía darse el lujo de dimitir sin tener algo asegurado primero; “el principal problema de los pobres es la falta de dinero”, eran los pensamientos del muchacho inculcados por el resto de la sociedad.

 


En la mansión Am, Raoul se hallaba indignado. Ya había arreglado todo con Mimea, pero de repente Iason se había presentado en su casa con las manos vacías, para notificarle que ya el cambio no iba. No le había dado detalles del porqué, muy a pesar de ello logró enterarse de que el culpable de todo, había sido el recién llegado que trabajaba en la casa de su amigo.



- Ese miserable ¿Cómo se atreve a meterse en mis planes? – El ojiverde apretó tanto la copa que traía entre sus manos que la hizo quebrar – Ah no… pero ésta me la pagas.
 


- ¿Has escuchado? – Susurraba una de las mucamas.



- Eso es verdad – Contestaba la otra.



- Al parecer al señor Iason no le agradó la idea de tener a Mimea… por eso inventó esa excusa para que no se la mandaran… pobrecita.



La muchacha de cabellos claros que respondía al nombre de Mimea, escuchaba claramente los chismes en los que estaba involucrada, sus compañeras no hacían ni el más mínimo esfuerzo en disimular. La noticia de que se iría a prestar sus servicios en la casa de los Mink, la había entusiasmado y no sólo eso; como el resto de las noticias, se extendió como la pólvora. Actualmente estaba cansada de ser acosada por sus compañeros. Deseaba cambiar de aires un rato, deshacerse del estereotipo de “sirvienta”  del montón, había escuchado que en la mansión sólo trabajaban hombres, por lo que verse en cierto modo “obligada” a esforzarse el doble, le excitaba de sobremanera. Pero ahora todo se le había hecho pedazos, el señor Mink la había rechazado. Se mordió el labio de la rabia.



- “Como lo odio”.



Iason por su parte, no podía apartar de su mente la escena de Riki retándole, como un lobo salvaje que muestra sus afilados dientes antes de lanzarse a morder. El hombre se llevó la mano a la frente, sonrió… aquella expresión de enojo… no sabiendo el porqué, ansiaba verla de nuevo.



Se levantó. Se asomó por la ventana, quizás buscándolo. Pudo hallarlo. Katze le mandaba, Katze le gritaba… ¡Y él no se callaba! A pesar de que no pudiese escuchar lo que estuvieran diciendo, el rubio podía notar cuando Riki alzaba la voz, abriendo de más esa boca y haciendo uso exagerado de las muecas. A Iason le pareció divertido, pero al recordar el golpe, al palpar con su blancuzca mano la enrojecida piel, su sonrisa se desvaneció. Era demasiado descarado, altanero  y zafio, le recordaba a su preciado equino Blondy, al principio no se comportaba, era violento y obstinado, no fue hasta que lo entrenó con constancia y brío que logró formarlo como lo que ahora era, un manso y elegante pura sangre; había recibido elogios y premios por ello. Una idea le vino a la cabeza, pensó al principio que se trataba de algo descabellado, sin embargo, luego de meditarlo un poco no sonaba tan absurdo, y esa idea era: Disciplinar al muchacho; él era Iason Mink después de todo, no había nada que no pudiese hacer.



Pensó entonces en volverlo una especie de aprendiz, podría enseñarle a leer y escribir – Si es que no lo sabía -; le mostraría las artes y el álgebra, lo haría un economista al pelo. Iason podía ver su cara en las noticias, como el hombre que convirtió a un chico mal hablado en todo un hombre útil e inteligente. También tendría que asegurarse de que Raoul no se enterase a la primera, de lo contrario, haría todo lo que estuviera a su alcance para hacerle desistir.



Pero tan pronto como llegó el apasionante deseo por instruirlo, llegó la necesidad de humillarlo. Iason no podía olvidar la manera tan altanera con que se había dirigido hacía él.



“Si es esa clase de persona… me da asco”



- ¿Esa clase de persona? – Suspiró – Preocuparme por la muchedumbre… ¿Eso me haría dejar de ser esa clase de persona que tanto dices?... jum.



Recordaba la época en que era más joven, más pequeño… en donde se le cubrían con todos los mimos y cariños…


***Flash Back***


Iason se encontraba recostado de uno de los enormes árboles de la hacienda. Miraba el cielo, las abundantes nubes que lo llenaban, su blanca composición le hacía querer tocarlas. Levantó sus pequeñas manos, como si con aquel acto fuera capaz de hacer realidad su deseo. En eso, la figura de alguien le hizo desenfocarse.



- ¿Qué haces Iason? – Raoul de unos nueve años, era de estatura mucho menor. Sus ojos verdes eran esplendorosamente llamativos, su abundante cabello y su contextura frágil y hasta femenina, le hacían asemejar un pequeño ángel.



- Estoy viendo las nubes Raoul. Míralas también… están tan alto, pueden moverse e ir a donde quieran… no hay nadie que las pueda tocar ni dañar… son tan…



-  Iason. No las mires más – El rubio le tomó de la mano, angustiado.



- ¿Por qué? – Se hallaba consternado.



- Porque cada vez que las ves, te pones triste… como ahora. Yo no quiero que estés triste, nunca…



La brisa acariciaba sus rubios cabellos. La mirada azulada recayó en la pequeña figura de su amigo, que se acomplejaba con su situación. Le tomó de los brazos y lo atrajo hasta su pecho. Sintió deseos de abrazarlo y así lo hizo.



- Ia… Iason…  ¿Por… qué? – Raoul se había sonrojado, lo que le daba cierto encanto femíneo.



- Mírame Raoul.



El niño alzó la mirada hasta encontrarse con los azules iris. Halló en ellos el mismo azul del cielo.



-  “Yo quiero… ser las nubes de esos ojos” – El ojiverde se dejó llevar…



***Fin del Flash Back***


- Iason… - Raoul se sobó las sienes.



Siempre había gustado de su amigo. Aún así e increíblemente, éste nunca se había enterado de sus sentimientos. Muchas noches había pasado el Am en vela a causa de Iason, cuando tenía un problema serio, cuando algo le mortificaba… o simplemente pensando en hasta donde llegaría su relación. El ojiverde en todo momento intervino en la vida del Mink, y cuando alguna mujer intentaba acercársele, buscaba de alejarla, usando cualquier artimaña para lograrlo; el caso también aplicaba a hombres, sujetos de negocios que habían quedado impactados por la presencia del rubio, que ansiaban mucho más del “trato profesional”, Raoul como su representante, hacía desaparecer el deseo de cualquiera por poseerle, ya fuera con amenazas y en el peor de los casos con la intervención de terceras personas. Se había deshecho de su actitud suave y delicada, por una más recia y agresiva; todo por según él,  proteger su bien más preciado.


El caso era que el ojiverde estaba dispuesto a todo por Iason. Ya que estaba más que convencido de que al final de todo, terminaría escogiéndolo, quedándose así a su lado.

 

 

 

 

 

 

 Continuará…

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

 

 

Ya se sabe a que se debe la actitud de Raoul para con Riki n.n ¿Hasta donde será capaz de llegar el Am? ¿Riki puede sentirse tranquilo, saldrá bien librado de todo esto? Gracias por llegar hasta aquí, los comentarios son bien recibidos y agradecidos :D Hasta la próxima!! Kisus!! Bye Bye!!

 

 

 

 


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