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Corazón Indómito por sue

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Notas del capitulo:

 

 

Hola hola por acá!!! como se encuentran el día de hoy? Espero que con ganas de leer :D agradezco de todo corazón que nos acompañen una vez más, así como todo aquel que se animó a dejar su valioso comentario en el capi pasado n______n 

 

Bien, una de mis queridas lectora me hizo una pregunta muy interesante ¿Cuánto tiempo lleva de embarazo Mimea? (inner: si! cuanto??? Ni que fuera elefanta O_o) la verdad, ni pensaba en ello xD (inner: wtf?? O.o) Como dije una vez en otra historia: “el espacio y tiempo es una bazofia en éste fic” xD además hay que recordar que nos hemos alargado con esto del KatzexRaoul, que como comenté no se iba a desarrollar mucho, eso y agregado que de embarazos sé tanto como de física cuántica - o sea, ni jota ja ja ja - supongamos que le falta poco no más para dar a luz :p  en fin, vayamos a lo que han venido *_*

 

 

 

 

 

 

Raoul fue abriendo poco a poco los ojos, la visión pasó de ser borrones de colores sin sentido a ser más nítida; arrugó el entrecejo de inmediato, sentía la boca pastosa y una ligera molestia en la cabeza. Desplazó su atención de la resaca al recordar lo que había acontecido – porque lo recordaba todito -, había sido una noche estupenda llena del sexo más escandaloso que hubo tenido nunca, y es que, el licor le hubo ayudado a deshacerse de sus absurdas inhibiciones, arraigadas a lo largo de su tediosa y austera vida. Sonrió al darse cuenta de que Katze se aferraba a su cuerpo, pudiendo sentir en toda su espalda el abrigo de aquel semental; el decadente estado de la habitación no le importó en lo absoluto, mucho menos el hecho de poder rememorar todas y cada una de las acciones que hubo tenido durante el coito.

 

 

- “Ah… es como un sueño. Nunca pensé que algo así se pudiera sentir tan…” – Pensó y se ruborizó al usar el adjetivo: - “…lindo” – Suspiró bajito, como quién contiene una emoción muy grande.  

 

 

Pero, muy a pesar de la consciencia de haber sido en extremo “suplicante” mientras lo hacían, como si la libido se hubiese apoderado por completo de su juicio, el Am decidió que se haría el desentendido y le atribuiría semejante comportamiento a la ingesta de alcohol ¿Por qué? Porque era cierto, el ojiverde no se arrepentía, es más, admitía que le había fascinado el sexo ¡Y muchísimo! Más también se moría de la pena, se sentía avergonzado al especular lo que Katze pensaría de él si de repente se enteraba de que se acordaba de todo – peor, que lo había hecho a sabiendas y haciéndose el descontrolado -, por lo que prefería ocultar aquel detalle y guardárselo como un secretillo con el que suspiraría junto a una sonrisa embobada mientras el pelirrojo estuviera ausente.

 

 

Katze no tardó en despertar y el Am se comportó como si rememorara “de a poco” lo ocurrido, inclusive había hecho preguntas absurdas como ¿En dónde estamos? y ¿Qué pasó exactamente anoche? Absurdas porque él sabía las respuestas muy bien. Cuando se dio cuenta de que el pelirrojo compartía un poco su malestar por el licor y que no le bombardearía con comentarios mordaces sobre su comportamiento sexual, Raoul comenzó a sentirse más aliviado; A Katze no le importaba cuestionarlo, le importaba que le respondiera a sus caricias, a sus muestras de afecto… lo demás carecía de importancia. Fue en ese momento en que el rubio empezó a mirar al hombre con otros ojos, unos ojos llenos de una ternura inquisidora. De nuevo tuvo ese deseo, esa necesidad de conocerlo más allá de las sabanas…  

 

 

- Katze… ¿Me contestarías algo?

 

 

- ¿Mmm?

 

 

- ¿De dónde eres? ¿Dónde naciste? – Hablaba bajito y despacio.

 

 

El pelirrojo le acariciaba los cabellos mientras lo mantenía abrazado.

 

 

- Muy lejos de aquí – Contestó con suavidad.

 

 

- ¿Y tus padres? – Preguntó inmediatamente, su mirada paseó por el techo  - ¿Qué es de ellos?

 

 

- Murieron.

 

 

No se lo esperó, sintió inmediatamente que había sido imprudente con su pregunta. Se acomodó para poder verlo mejor.

 

 

- Lamento si he sido inoportuno al preguntar…

 

 

- Pasó hace mucho. Ya lo superé.

 

 

Raoul recuperó la confianza de seguir preguntando, como niño que aprovecha el formular interrogantes a diestra y siniestra.

 

 

- …Cuéntame ¿Tienes hermanos?

 

 

Katze alzó una ceja.

 

 

- ¿Por qué tantas preguntas? – Realmente aquello era de extrañarse.

 

 

- Simple curiosidad – Admitió un poco sonrojado. Había nacido en él una imperiosa necesidad de conocer hasta el más mínimo detalle de la vida de Katze, aunque, después de hacerle aquellas preguntas, se notaba que el pelirrojo no deseaba contarle mucho – Tú sabes que soy hijo único, que mi padre murió y mi madre tiene años que no pone un pie en la hacienda. En cambio…yo no sé nada de tu familia…

 

 

- Bueno cariño… - Katze se acomodó sobre el rubio – Podría crear esa familia contigo.

 

 

El corazón del ojiverde se aceleró; le cosquilleaban varias partes del cuerpo. El pelirrojo le aprisionó las muñecas. El Am tragó grueso, se sentía tan vulnerable… y eso le estaba gustando.

 

 

- Es una pena… - Mencionó Katze tras mirarle, con ansias de empezar a devorarlo – Si fueras mujer te preñaría ahora mismo – Acto seguido se apoderó salvajemente de los labios de Raoul.

 

 

Mientras se besaban, el rubio sentía su cuerpo incendiarse por dentro.

 

 

Lo que había mencionado de una extraña manera lo excitó y deseó, por un instante, que sus palabras tuvieran el poder de tornarse realidad.

  

 

***

 

 

No era extraño que al ojiverde llegara a gustarle el trato poco sutil que le brindaba Katze. Había pasado tantos años dando órdenes junto a un comportamiento tiránico, sintiéndose omnipotente ante otros…  y aparecía aquel hombre con cabello de fuego que le estremecía con cada toque, con cada beso… que lo hacía derrumbarse de un sólo soplo.

 

 

Y es que esa era su naturaleza. Desde pequeño el Am siempre había sido bastante sensible y sentimental, hubo momentos en que deseó que lo acurrucaran y lo llenaran de un meloso cariño… pero entre un padre alcohólico y una madre preocupada más por su relación con la sociedad, el niño tuvo que buscar la atención como sólo la logra obtener un infante: A través de los berrinches. A pesar de todo, las exigencias y malos comportamientos del ojiverde siempre buscaban un poco hacer enfadar a sus progenitores, nunca le golpearon o retaron, nunca le dieron reparo, nunca le dijeron “No debes hacer, o no puedes hacer eso”, para Raoul Am lo que quería lo tenía ¿Y si golpeaba a algún niño o rompía juguetes ajenos? No le decían nada.

 

 

Pero Raoul no había desarrollado alguna atracción por el masoquismo, así que no esperaba que el pelirrojo le golpeara como si fuera un carricito de tres años. Lo que si esperaba era que el hombre le ordenara – aunque se quejara luego – y le dijera que cosas tenía que hacer. Admitía que cuando aquello pasaba, el rubio se sentía en extremo excitado.

 

 

¿Era posible que en su subconsciente Katze representara aquel ser paternal que le ponía carácter? Era posible, si. Y el pelirrojo adoraba verlo tirano con otros y encontrarlo sumiso en su cama.

 

 

Para Katze era lo opuesto. Tantos años enredado en la cama de Iason, bajo sus órdenes, dejándose poseer sin nunca decir nada… ahora quería mandar. Deseaba que aquel hombre cumpliera sus caprichos uno por uno, anhelaba verlo desmayarse de placer entre sus brazos. 

 

 

El Am gritaba y regañaba en su hacienda, le decía a sus sirvientes las palabras más hirientes cuando hacían algo que a él no le gustaba…

 

 

…El Am corría a brazos de Katze para que lo corrigiera, para que lo castigara por haberse comportado de una manera tan malvada. Para que lo hiciera sentir en carne propia lo que era ser violentado.      

 

 

Para ellos todo funcionaba bien de aquella manera… y eso era lo único que importaba.

 

 

***

 

 

Por otro lado, la vida en la hacienda Mink volvía a ser tranquila. Para el moreno era grato despertar cada mañana y percatarse de que no había motivos para no sonreír. Dentro de poco sería padre y aunque no tenía ni la más remota idea de cómo lidiar con un niño, estaba decidido a convertirse en un buen ejemplo para su hijo. “Tal vez estoy madurando”, se reía de sólo pensarlo, anteriormente nada ni nadie lo había hecho darse cuenta de la poca seriedad que le daba a aquel asunto de la responsabilidad.

 

 

Claro que de vez en cuando se imaginaba qué pasaría en el momento en que Guy se enterara. Ya había sido difícil con Iason ¿Cómo lo tomaría él? Decidía entonces no pensar mucho sobre eso, después de todo, la aceptación por parte del Mink lo hubo llenado de energía renovada.

 

 

Y es que, hasta las relaciones sexuales entre ellos habían vuelto a ser tan buenas como lo eran antes. No era por quejarse, pero cuando se tienen problemas en la mente y en el corazón, el placer se vuelve no tan placentero. 

 

 

Como la tensión había disminuido y el embarazo de Mimea ya estaba avanzado, el rubio vio pertinente darle permiso al mestizo para que fuera a la hacienda de los Am.

 

                                   

- ¿En serio Iason? ¿Puedo ir?

 

 

- Puedes – Mencionó con seguridad.

 

 

El muchacho no se guardó la alegría, eso significaba que el Mink confiaba de nuevo en él. Terminó sus asuntos, se aseó y volvió a encontrarse con el ojiazul, ésta vez en la entrada de la casona.

 

 

- Pórtate bien – Dijo en modo burlesco – No hagas exasperar a Raoul.

 

 

- Je je no te preocupes. Ni se dará cuenta de que estoy allí.

 

 

- Espera, Katze irá contigo…

 

 

- No es necesario que vaya conmigo. Me sé el camino, prometo cabalgar lo más rápido posible y no distraerme. 

 

 

- No es por eso – Sonrió - Katze tiene unos asuntos que atender allá.

 

 

- ¿De verdad? – Mencionó con extrañeza. Ya luego añadió: – Está bien, vamos juntos entonces.

 

 

Antes de subirse a su caballo, Katze se aproximó hasta Iason, atento a las órdenes que sabía, recibiría.

 

 

- Ve y que no se de cuenta de que lo vigilas – Le hablaba por lo bajo.

 

 

- “Así que definitivamente no le ha quitado la correa” – Dedujo.

 

 

- Tú sabrás que te pones a hacer mientras dure la visita, pero por nada del mundo te vengas sin él.

 

 

- “Oh… tendré en qué distraerme, téngalo por seguro” – Sonrió internamente al pensar en tener toda la tarde para estar con su querido Raoul – Como usted ordene, señor.

 

 

El pelirrojo se subió a su caballo y empezó a galopar junto a Riki.

 

 

- Vamos muchacho, hora de tu paseo – Dijo con burla.

 

 

- En cuanto pueda te dejo el polvo – Mencionó, esperando el momento perfecto para aumentar la velocidad del galope y dejar al pelirrojo atrás.

 

 

- Ni en un millón de años.

 

 

Ambos aumentaron la velocidad de la cabalgata y Riki se sintió feliz de volver a sentir el viento acariciarle el rostro.

 

 

Mientras tanto, Raoul se hallaba de lo más tranquilo, reunido con uno de los administradores que tenía a su servicio. Maory se llamaba, era amigo suyo desde hacía años, un hombre muy diestro con los números y los negocios, eso y portador de la belleza rubia que tenía la mayoría de sus conocidos. Como ya habían concretado los puntos importantes (y cómo hablar a cabalidad de esos puntos sería irnos del tema), Maory y Raoul se sentaron a tomar una pequeña merienda al aire libre, más por petición del rubio de los ojos color miel, se quejaba que estaban perdiendo la amistad por culpa de la falta de tiempos compartidos.

 

 

El sirviente colocó las tazas con café y los platitos con dulces en la mesa que se hallaba ubicada bajo un frondoso árbol; el aire refrescante le llegaba y peinaba los cabellos de vez en cuando.

 

 

- Esto es agradable – Hablaba Maory.

 

 

El Am bebió de su café. Por un momento, su mente se perdió en pensamientos varios, más que nada amorosos con un fogoso amante de cabellos enrojecidos.

 

 

- ¿Sucede algo Raoul?

 

 

- ¿Por qué lo dices?

 

 

- Generalmente nunca estás tan callado. Siempre que terminamos de hablar de negocios empiezas a comentarme sobre algún chisme, viajes de placer o admites la belleza de alguna dama conocida.

 

 

- No tengo cabeza para eso. Tengo otras preocupaciones – Añadió.

 

 

- Comprendo… - Le miró - ¿Tiene que ver acaso con una mujer?

 

 

Raoul tuvo un ligero tic.

 

 

- Nada que ver.

 

 

- ¿En serio? – Le mantuvo la mirada - Estaría casi seguro de que algo o más bien “alguien”, te quita el sueño.

 

 

- ¿Podríamos hablar de otra cosa Maory? – Mencionó con algo de molestia – Tú no eres precisamente mi confidente. Además las mujeres para nada me quitan el sueño.

 

 

- Claro, estoy hablando con Raoul Am después de todo…

 

 

Raoul desvió la vista, distraído en sus pensamientos llenos de pasión. En ese momento, Maory se levantó de su asiento, lo suficiente para llegar hasta sus labios.

 

 

 - ¡!

 

 

El ojiverde estaba en shock, los labios del rubio apenas rozaron los suyos, para luego retirarse con cuidado.

 

 

- A… ¡¿A qué ha venido eso Maory?! – Exclamó, evidentemente alarmado.

 

 

- ¿No te ha gustado?

 

 

- ¡Para nada, no me gustan los hombres! – Acto seguido sacó su pañuelo y empezó a restregarlo contra su boca, con mucha fuerza. 

 

 

- Me sorprende. Sinceramente esperé que me empujaras – Sonrió – Aunque no te gustó, me alegro de haberme atrevido.

 

 

Raoul estaba entre sorprendido y confuso ¿Qué le pasaba? Lo que Maory decía era cierto, anteriormente por tal acto, lo hubiese arrojado al suelo – con mesa y todo – es más, le hubiese vaciado la jarra de café encima ¡Y si estaba caliente mejor! Sin embargo, el ojiverde se había quedado estático, como un idiotizado, sin saber cómo reaccionar ¿Acaso se había ablandado en serio?

 

 

- Si lo vuelves a hacer en verdad te arrepentirás – Le amenazó – Lo pasaré por alto ésta vez…  

 

 

Mientras se debatía, el ojimiel no dejaba de mirarlo, más provocativamente. Raoul no lo había echado a patadas y para él, era buena señal.

 

 

-  No tienes porqué angustiarte Raoul. Fue algo inocente.

 

 

- ¿No me dirás al menos por qué lo hiciste? – Pensaba que lo mejor era comportarse sensatamente - ¿O acaso sólo se te antojó fastidiarme?

 

 

- Te confieso que, se me ha antojado desde hace un tiempo. Tu modo de ser tiene… un “no sé qué” que verdaderamente lo vuelve loco a uno – Rió por lo bajo – La verdad, antes, temía por tu reacción, pero… ¿Cómo decirlo? De un tiempo para acá te he sentido más accesible. Más blando.

 

 

Raoul permaneció en silencio, admitía que su carácter ya no era tan fuerte como lo era en un pasado pero ¿Qué le pasaba a Maory y al resto del mundo? Desde que estaba con Katze parecía que todo se había vuelto tan complicado.

 

 

- Has dicho que no te gustan los hombres y me has amenazado; sé que hasta sería posible que de atreverme a más, mi vida correría peligro – Lo sabía, conocía muy bien al hombre con quién se estaba metiendo, Raoul sería capaz de mandarlo a golpear o golpearlo él mismo - …Pero… no puedo resistirme - Su mano llegó hasta el brazo del Am.

 

 

La mirada clara no tardó en dar con el paradero de quién buscaba, luego de fruncir el seño, el pelirrojo se acercó.

 

 

- ¿Este hombre te está molestando Raoul? – Mencionó junto a una expresión seria.

 

 

- ¡Katze! – El ojiverde sintió que le arrebataban el alma ¿Por qué nadie le hubo avisado de su llegada? ¡Lo había exigido! ¡Iban a rodar cabezas en la casa!… ¿Qué hacer?  – Emm… - Las palabras no salían de su boca, se sentía tan avergonzado que empezó a sudar frío.

 

 

Maory arrugó el entrecejo ante la intromisión.

 

 

- ¿Quién es? – Preguntó sorpresivamente el pelirrojo al notar la cercanía de ambos, y al darse cuenta de que el ojiverde tenía problemas con soltar las palabras.

 

 

- Es… Maory Castellar, mi administrador – Contestó con un deje de nerviosismo, pues el recuerdo del beso le había llegado a la cabeza y estaba seguro que sus mejillas lo estaban delatando.

 

 

- ¿Por qué le das tantas explicaciones a éste hombre Raoul? – Maory estaba desconcertado.

 

 

- Maory, no te metas – Pidió Raoul sin saber cómo actuar.

 

 

Ah… ¿Qué hacer? No sería exagerado decir que Raoul se dio cuenta de que aquellos hombres estaban teniendo una batalla de miradas ¿Desde cuándo le pasaban aquellas cosas tan extrañas? Había tenido mujeres peleándose por él, hablando mal una de la otra, inventando cuentos, vaciándose copas de vino encima y hasta dándose de tropezones cuando creían que no las veían… pero… ¿Hombres? ¿De verdad eso estaba pasando?

 

 

 - “Katze, cómo quisieras que me sacaras de aquí” – Quería transmitirle aquello a través del pensamiento. Se sentía tan fuera de lugar…

 

 

- Bueno, si nos disculpas Raoul y yo estamos ocupados – Mencionó de un tajo Maory para luego ignorar al pelirrojo y enfrascar su atención en el ojiverde.

 

 

- “Este hombre…” – Pensó Raoul.

 

 

- “…Es una molestia” – Pensó Katze.

 

 

Seguidamente el pelirrojo tomó al Am del brazo y lo jaló, con fuerza, obligándolo a pararse de su asiento.

 

 

- ¡¿Qué haces?! – Raoul estaba alarmado y lleno de vergüenza.

 

 

– Le ayudo a levantarse. Se ve algo sofocado, es evidente que necesita tomar el fresco – Le dijo a Raoul, luego miró a Maory - Con el respeto que merece señor Castellar – Hizo una reverencia y se llevó al Am con él.

 

 

- ¿Eh? Katze… ¿Adónde me llevas? – Trataba de preguntar, pues lo jalaba con rudeza.

 

 

- Lejos de ese sujeto.

 

 

Maory estaba de por sí extrañado.

 

 

- ¿Qué… acaba de suceder aquí? – El de ojos mieles no podía salir de su asombro - ¿Tomar el fresco? Pero si andamos al aire libre… bueno, lo mejor será que me marche.

 

 

Katze llevó a Raoul lo más lejano que pudo de aquel hombre y de cualquier otra persona que pudiera molestarlos. Ya solos, el ojiverde iba a empezar a quejarse por semejante comportamiento, más no pudo, Katze le tomó del rostro y le plantó un beso que le hizo fallar las piernas.

 

 

-  Katze… - Jadeaba tras el posesivo beso.

 

 

- ¿Qué hacías reunido con ese hombre?

 

 

- Es un conocido mío… sólo quería charlar un poco – Sus celos en realidad lo llenaban de deseo.

 

 

- ¿Sólo charlar? – Le agarraba con fuerza de la cintura – No fue eso lo que vi.

 

 

- ¿A qué te refieres…? – Se puso blanco del susto ¿Acaso… había visto el beso?

 

 

- A sus intenciones. Se le veía en los ojos que quería algo más que charlar contigo.

 

 

- …Imaginas cosas – Hizo un gesto, restándole importancia al asunto.

 

 

- No quiero que tengas contacto con ningún hombre mientras yo no estoy – Interrumpió para aclararlo.

 

 

- Je… pero ¿Qué dices?  – Rió un poco – Eso que me pides es imposible. En mi hacienda hay muchos y todos los negocios que tengo son con hombres ¿Bromeas verdad?

 

 

Claro que su petición era irracional, sólo porque estaba enamorado de Raoul no podía borrar del mapa a todos los integrantes del sexo masculino ¡Y eso le daba rabia! Por más que se mostrara sereno, por dentro, Katze estaba hecho un volcán a punto de hacer erupción; comprendía ahora a Iason, se regañaba por haberlo juzgado en silencio, el amor lo llevaba ahora a tener temor… un temor espantoso de perder aquello que tanto amaba.

 

 

- Además en el hacienda de Iason no hay ni una mujer ¿No debería sentirme yo alarmado? – Comentó, complacido ante su celoso amante – Más que todo por ese cocinero que tiene cierta preferencia hacía ti – Le abrazó, ansioso por consentirlo – Al único que quiero hostigándome eres tú. Anda, no hay que perder el poco tiempo que tenemos en conversaciones sin sentido…

 

 

-  El señor me ha mandado a vigilar al muchacho – Le encantaba aspirar el delicioso aroma del Am, sabía que se perfumaba de más cuando sabía que vendría a visitarlo - Tengo órdenes de regresar cuando él lo haga. Ni antes ni después.  

 

 

- Oh… ¡Pero eso es perfecto! – Exclamó – Entra con cautela y espérame en el tercer cuarto a la derecha. Déjame que vaya a darle unas palabras al joven Riki y a mi Mimea… - Le besó. Iba a irse, cuando pensó en algo más para agregar: - ¿No sentirás celos si hablo con Riki verdad?

 

 

Al referirse a Riki no había utilizado ningún calificativo hostil ¿Acaso a Raoul ya no le interesaba seguir detestándolo? ¿Significaba  aquello que ya no lo consideraba como su rival de amor porque había cambiado el objeto de su querer? Katze le regaló una sonrisa.

 

 

- Ve Raoul, que yo te espero.

 

 

Riki le entregó a Mimea una pequeña cajita, cuando la mujer la abrió, encontró en ella lo que parecían dos brazaletes, uno grande y otro muy pequeño.

 

 

- Son para ti y para la nena – Habló.

 

 

- ¡Pero si son preciosas! Muchas gracias Riki – Le sonrió – Si que estás convencido de que será mujercita je je.

 

 

 - Je je Pues si.... Tengo pensado conseguir algo de dinero, pedir permiso a Ias… - Se sintió algo apenado de usar su primer nombre ¿Qué pensaría la mujer si lo oía? - …al patrón e irme luego a comprar cosas para la beba.

 

 

- Oh, no tienes porqué – Aclaró – Seguramente el señor Raoul conseguirá lo que necesite. No te preocupes.

 

 

- ¡Quien te oiga! Soy su padre. Debo hacerme cargo de todo eso – Meditó – Aunque no sepa mucho, me emociono de sólo pensarlo.

 

 

- Riki…- Se sintió tan conmovida.

 

 

- Por los momentos te doy esas pulseras. Las hice yo mismo… así sabrán cuanto las aprecio a ambas – Sus tostadas mejillas adquirieron un leve tono rojizo.

 

 

Ante su confesión, el corazón de Mimea se encogió mucho más. El muchacho había tejido aquellas piezas pensando con inocencia… “¡Debí enamorarme de él!” Se convenció, pero aquel amor que sentía no era tan fuerte como el que tenía hacía el Am.

 

 

- No sabía que te gustaba tejer – Fue lo único que pudo contestar.

 

 

- ¡No malinterpretes! – Hizo gestos exagerados con ambas manos, no quería que pensara que le atraían las actividades que pensaba, eran sólo de mujeres – Tuve una noviecita, allá hace tiempo, se la pasaba teje que teje, le decían “la tula” de tarántula, por eso, porque tejía y porque era bastante quisquillosa… no hacía nudos mis calzones porque los llevaba puestos.

 

 

- Ji ji ji ¡Ay Riki! – Se divertía tanto con él - ¡Tú y tus cuentos!

 

 

- ¡En serio! Una vez Guy se quedó rendido y le tejió toda la cabeza, ese hombre estaba como loco cuando despertó y nosotros casi nos meamos de la risa, diciéndole que parecía una mata de palma y es que lucía muy gracioso – Recordaba con alegría; cuando contaba aquellas anécdotas, el muchacho era otro – Claro que después me puso a mí a desbaratarle las clinejas “Sé un hombre y hazte responsable de los destrozos de tu chica” – Imitó la voz de Guy o más bien trató de hacerlo, realmente no recordaba mucho como sonaba su voz en aquella época, mucho menos la última vez que le hubo oído… y eso lo hizo detenerse en su relato.  

 

 

- ¿Extrañas a Guy? – Preguntó, ya Riki le había confiado parte de su pasado.

 

 

- Si… mucho – Admitió – Pero le sirvo más aquí, echándole ganas a mi trabajo – Dijo intentando convencerse a sí mismo de ello – Después… buscaré la manera de irle a ver…

 

 

La mujer se sostuvo la barriga.

 

 

- “Ay Riki… mi atadura ha resultado siendo la más ligera para ti… la de Iason te ha limitado por completo” – Concluyó con desgracia.

 

 

En el momento en el que Raoul hizo su aparición ante los jóvenes, Mimea hizo ademán de levantarse, junto con Riki.

 

 

- Señor…

 

 

- No te levantes Mimea – Mandó el rubio.

 

 

- Señor Raoul – Saludó Riki, quien si se había levantado en señal de respeto, fingido, pero a la final respeto. Si deseaba que las visitas continuaran, debía mostrarse educado, así le doliera el orgullo - ¿Cómo le va?

 

 

- Muy bien – No se mostró petulante, de hecho… el Am no le miró feo, se veía con una expresión bastante neutral.

 

 

- He venido a visitar a Mimea, como mi patrón y usted quedaron.

 

 

- Si… – Pero su atención parecía estar en otro lado – Iason y yo lo hablamos hace un par de días, quedamos en que era lo mejor.

 

 

- No le causaré problemas. Pero, si le molesta, me quedo un ratico nada más y me regreso para la hacienda…

 

 

- ¡No hombre! – Exclamó de pronto – Quédate toda la tarde si prefieres. Mimea necesita más que nunca tu compañía. Yo me la paso todo el tiempo ocupado y ella se aburre como una ostra. 

 

 

Riki tenía los ojos como dos naranjas, abiertos completamente; Raoul lo tenía tomado por los hombros, en un gesto que le daba más temor que confianza ¿Ese era el Raoul que conocía? Trató de convencerse de que el hombre también estaba tragándose las ganas de lanzar palabras venenosas… ¡Todo parecía estar patas arriba en aquella hacienda!

 

 

- Bueno, los dejo. Les mandaré a traer algo para merendar. Estaré ocupado con las cuentas de la hacienda, cuando te vayas a marchar Riki me avisas con un criado – Mencionó para luego retirarse.

 

 

- Uf, eso fue… tan cansón – Riki se sentó pesadamente al lado de la pelicastaña – Me puso los pelos de punta ¿Estará enfermo?

 

 

- ¿Enfermo? – Se rió para luego agregar, con melancolía: – Si, está muy enfermo. Y me temo que es fiebre – Hablaba, refiriéndose a la “fiebre de amor”.    

 

 

Se hubiese sido en otro tiempo, el ojiverde se hubiese divertido de lo lindo planeando maldades para hacerle al pobre mestizo mientras durase su estadía ¡Tantas humillaciones que pudo haber pasado! Ahora, al Am sólo le interesaba aprovechar esas visitas para entregarse entero a la pasión con su pelirrojo. No iba a perder aquel valioso tiempo en tonterías, por lo que, cuando se reunían, aquellos momentos eran bien apreciados. 

 

 

- Espera acá – Raoul abrió el armario y buscó entre el desfile de camisas que tenía guindadas; las pasaba de un lado a otro hasta que logró dar con la indicada – Ésta – Se acercó con una sonrisa y la colocó al lado de Katze – Pruébatela.

 

 

- ¿Hay necesidad? – Le imitó la sonrisa.

 

 

- No seas majadero. Sólo póntela.

 

 

El pelirrojo obedeció y Raoul se deleitó mientras el abdomen era desnudado. Ayudó a  Katze a abotonarse la camisa y éste no pudo evitar reírse un poco, él había ayudado a Iason a vestirse tantas veces… y ahora se encontraba en una situación que nunca imaginó. La expresión del ojiverde era de embeleso absoluto, la camisa le quedaba perfectamente.

 

 

- Te ves muy guapo – Añadió con una sensual sonrisa.

 

 

- Huele a ti – Y eso le gustó.

 

 

- Quédatela – No dejaba de acomodarle la ropa, como si hubiese vestido a un muñeco de vidriera – Así podrás deshacerte de esa que tiene puros remiendos. No creo que alguien recuerde que la usé, así que no hay problema si alguien te la ve…  ¡!

 

 

Raoul se sorprendió cuando Katze le tomó intrépidamente de la muñeca, le apretaba al tiempo que le miraba con absoluta seriedad.

 

 

- No la quiero.

 

 

-  Katze…

 

 

- Aprendí a usar la aguja y el hilo desde muy chico; si mi ropa tiene remiendos en lugar de comprar nuevas, es porque uso mi dinero para cosas más importantes – Le aclaró con frialdad mientras le soltaba – No quiero caridad. Mucho menos de ti.

 

 

El ojiverde permaneció callado, no lo había hecho con mala intención, pero por lo visto había lastimado el orgullo de aquel hombre.  

 

 

- Yo… no quise ofenderte… disculpa si así ha sido. Sólo quería tener un detalle contigo.

 

 

Katze halló en sus ojos verdes el rastro del arrepentimiento, lo cuál, lo hizo reaccionar y dejar de estar a la defensiva ¿Qué estaba haciendo al tratar así a su amado? Se rascó la cabeza y resopló.

 

 

- No, discúlpame tú a mí… es que no estoy acostumbrado a ésta clase de atenciones.

 

 

Cuando chico le hubieron hecho muchos “regalos”; regalos que siempre tenían una contraparte, regalos que nunca se le daban desinteresadamente, teniendo que pagar con atenciones sexuales luego…  ya de adulto, le gustaba costearse sus cosas y odiaba en extremo que le tuviesen lastima, detestaba que le regalaran las cosas que podía ganarse con sus propios medios.

 

 

Raoul se acercó, el pelirrojo se hallaba con la cabeza un tanto gacha, recriminándose por haber actuado tan brutamente; con cuidado le tomó del rostro y le hizo encarar.    

 

 

- Bien… - Le besó con cuidado – Por mí podría gastar una pequeña fortuna en ti ¿La aceptarás entonces?

 

 

El pelirrojo asintió.

 

 

- Si, me la quedo. Sólo porque tiene tu aroma.

 

 

- Ahora ven. Ven y bésame mucho - La sonrisa adornó aquel rostro blanquecino tras demandarlo. 

 

 

 

Continuará…

 

 

 

 

 

(Ahora un dibujillo que hice en mis arranques de locura, en el fondo se escucha una canción llanera je je xD espero que sea de su agrado ^/w/^ Seguir el enlace onegai:)

 

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Notas finales:

 

 

¡Que hermoso es el amor! ^O^ Estos hombres que están cambiando y ni cuenta se dan ~<3 Como ya he anunciado, estaré informando sobre las actualizaciones a través de mi rinconcito en face:

 

www.facebook.com/ainokusabiobsesion

 

Gracias por llegar hasta aquí y aquel que se anime a dejar su comentario (inner: los adoramos!) y no saben cuánto ;3 besos y abrazos de aquí, hasta el infinito!! Bye Bye!!

 

 

 

 


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