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Corazón Indómito por sue

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Notas del capitulo:

 

 

No están viendo doble ni me he equivocado!! Simplemente como compensación por la tardanza me pareció conveniente el subir éste capi que también logré terminar ^O^0 (inner: no te la quieras dar de buena gente, que eso no compensa nada si actualizas una vez al mes… o sea, aún subiendo estos dos capis sigues atrasada ¬¬#) n.nUU Lo importante es que tenemos las ganas de seguir adelante :D Para crear éste capi durante un par de meses fui inspirada por la canción No te apartes de mí de Roberto Carlos, así que podría decirse que es el tema de fondo, muy conveniente a los estados emocionales de Iason y Riki que leerán a continuación xDespero que sea de su agrado ya que está escrito con mucho cariño n____n

 

 

 

 

El esclavo no ama al yugo ni al látigo; pero cuando lo es por su culpa, cuando ha consentido en perder su libertad por no haber tenido un día bastante valor o bastante prudencia, se habitúa a la servidumbre y a todos sus sufrimientos; justifica a aquella profunda sentencia de la antigüedad, que decía que “cuando Júpiter reduce a un hombre a tal estado (esclavo), le quita la mitad de su alma”



- Ella y él (Georges Sand)

_______________________







Yo pensé que podía quedarme sin ti y no puedo
Es difícil mi amor más difícil de lo que pensé
He dejado mi puerta entreabierta
Y entraste tú sin avisar
No te apartes de mí. Oh no.

Yo pensé que con tanta experiencia
Conocía todo
Y contigo aprendí que al amor no le importa
Quien sabe más
Y que el tiempo en nosotros no existe
Por todo lo que veo en ti
No te apartes de mí. Oh oh, oh no

Todo amor que yo esperé de la vida
Lo he encontrado sólo en ti
Y resulta que tú no estás aquí
Esos aires de quién no sabe nada
Me han sabido hacer feliz
No te apartes de mí. Oh oh, oh no

No pensé que ese aire inocente
Me enseñase un mundo
En las cosas bonitas tan simples
Que siempre me dices
Por la falta que me haces aquí
Y por todo lo que veo en ti
No te apartes de mí. Oh oh, oh no

Todo amor que yo esperé de la vida
Lo he encontrado sólo en ti
Y resulta que tú no estás aquí
Esos aires de quien no sabe nada
Me han sabido hacer feliz
No te apartes de mí. Oh oh, oh no

No te apartes de mí. Oh oh, oh no
No te apartes de mí. Oh no









Iason permanecía viendo a través de la ventana, aguardando, manteniendo la esperanza de que Riki apareciera en el horizonte...





Pero nunca lo hacía.





El tiempo vivido sin Riki lo amargaba más y más, siendo que cuando el amor no es entregado, éste suele generar mucho dolor a su portador. Los asuntos concernientes a la hacienda los realizaba por inercia y con evidente desgano, los que requerían mayor rigor eran enviados hasta Eos para fueran resueltos a manos del propio Amado. El hombre se había comunicado con su hijo y al darse cuenta de su estado, había tomado la decisión que creía era la más sensata en aquella circunstancia: Retirarle el peso de la responsabilidad absoluta de la hacienda y dejarle curarse de su dolor en solitario. Cualquiera diría que lo mejor era estar a su lado, procurándole mimos y cuidados… pero Amado sabía que un corazón roto no escucha palabras de aliento, no se sana porque otros intervengan. Por tanto, no tenía sentido alguno que se entrometiera en el sufrimiento que claramente le pertenecía a su hijo y a nadie más, únicamente podía ayudarle a hacerse cargo de la hacienda mientras se recuperaba. Respetar su proceso era una decisión sabia, aunque muy poco convencional.





Por mencionar a Daryl, quién no era capaz de ignorar que en alguna parte de la hacienda se encontraba su patrón “muriéndose” en el sillón de su oficina. Se sentía con el “deber” por no decir “necesidad” de ayudar al pobre hombre que su propio padre había dejado solo, aún después de haberle comunicado por teléfono y a través de numerosas cartas de que Iason no se encontraba en condiciones de hacerse cargo de la hacienda. Amado, ya harto de la correspondencia y de la llorantina del mayordomo, le envió una última carta en dónde exponía con trazos tan marcados que los mismos podían observarse en el reverso del papel:





Mi estimado y muy encantador Daryl. Te agradezco el que te preocupes tanto por mi hijo, pero comprende: Si el deseo de ese hombre es arrojarse a los brazos de la amargura y dejarse consumir por ella hasta los huesos, ni tú ni nadie se lo va a impedir, como estoy seguro, nadie te obliga a participar en un juego evidentemente mezquino y destructor.



PD: Cuando te canses de jugar al salvador, por favor siéntete en libertad de venir a visitarnos. No dudes que serás bien recibido aquí en Eos por mí y mi adorada Evangeline.





Daryl bajó la carta con sumo cuidado.





- Señor Amado… ¿Cómo pretende que lo entienda?... para mí es muy difícil verlo así – Hablaba para Amado, aunque estuvieran separados por la distancia - Lo siento… pero no puedo. En su situación lo menos que se puede hacer es dejarlo solo. Si estoy a su lado quizás entienda que no puede estar así para siempre… poco a poco las cosas mejorarán – Se dio ánimos – Si. Estoy seguro que el señor Iason saldrá de su depresión. Tarde o temprano…





Iason no se molestaba en buscar comida, no tenía deseos de comer ¿Para qué tener fuerzas? El mayordomo era insistente, el aspecto de su patrón lo alarmaba, resaltando el demacrado rostro cada vez que abría la puerta del lúgubre cuarto.





- Por favor señor Iason. Tiene que alimentarse o se enfermará.





- Daryl... ¿Por qué sigues aquí? – Ya estaba cansado de hacerle esa pregunta, más sin embargo siempre se la hacía - Ya Riki no está.





- Pero usted está aquí y me necesita.





- No te necesito. Te lo he dicho muchas veces…





- Aunque me lo diga mil más, no me iré. Usted no se encuentra bien – Tomó el cubierto con un poco de comida y se la acercó a los delgados labios - Está bastante depresivo y lo mejor que puede tener es compañía.





- No lo quiero.





Crash!!!





Iason empujó la comida al suelo, desperdiciándose toda y evidenciándole su nulo deseo a alimentarse. Su falta del deseo de vivir.





- ¡Lo menos que quiero es que sientas lástima por mí!





- Pero ¿Qué dice? Yo no siento lástima por usted - Daryl suspiró con suavidad y con paciencia llevó de nuevo la cucharilla que en su mano se había salvado de terminar en el piso – Hago mi trabajo y velo por su bienestar…





- Sólo vete de una vez de la hacienda y termina de dejarme solo…





- Por favor. Únicamente éste bocado – Ignoró sus palabras.





- … - Ni lo miraba. Sus ojos azules ya no formaban parte de la realidad. Veía tristeza y sufrimiento a su alrededor.





- Le prometo que me iré si lo come.





Cansado se giró a verle. En su rostro sumamente pálido, resaltaban por demás con aquellas manchas oscuras bajo los ojos. Ya no dormía. El sueño era su más terrible enemigo. Lo engañaba y en ocasiones lo torturaba. Lo llevaba a un lugar donde ya no se preocupaba por nada para luego desenmascararlo todo al regresar, como una bofetada injusta, y luego le hacía creer que estaba con Riki, que lo quería y que se quedaría a su lado… prefería la cruel realidad, ella se mostraba de frente y no le atacaba a traición.





- Está bien - Daryl reaccionó ante el hilo que ahora era su voz - Lo comeré. Lo haré para que me dejes en paz.





El mayordomo le vio llevarse la cuchara a la boca y como lentamente masticaba. Ese era cuento de todos los días. Jalarle hasta que por fin probaba el alimento. Daryl se dispuso a limpiar el desastre mientras se aseguraba que el hombre se tragara el bolo alimenticio. Se aproximó hasta la mesita que descansaba al lado de su sillón y colocó la botella de agua que había traído consigo.





- Puede dejar de comer, pero no de beber agua. No se deshidrate por favor.





- Tráeme mejor una botella de licor.





- Se la traeré luego. Pero sólo si me dice que comerá – Anunció – No puede beber con el estómago vacío. No lo dejaré. Puede molestarse conmigo todo lo que quiera.





El Mink se cansó de mandar al chico al carrizo, Daryl, quién ante las circunstancias había desarrollado aún más su carácter, imponía su deseo de quedarse y el rubio no queriendo contestarle, ahí daba por terminada la conversación ¡Que más daba! Si el mayordomo era feliz viviendo de aquel modo, pues que se quedara viéndolo ser miserable.





Cuando en su interior, Iason agradecía la desobediencia de su mayordomo.





***





Mientras que Raoul y Katze arreglaban su relación rota y Iason se entregaba al sufrimiento en aras del amor, Riki continuaba en Ceres, sumido en la confusión que sólo puede generarse por la misma ignorancia de lo que se desea realmente.





Luego de contarle lo de Mimea, Riki estaba convencido de que Guy le había comprendido. Se lo demostraba la apacibilidad que proyectó el mayor. El pelinegro le explicó que tenía pensado ir hasta Eos en cuanto lograra acomodar el caos que aún se hallaba en su cabeza. También se convenció de que Guy comprendía el hecho de que tenía que marcharse solo. Fuera para no involucrar al pelicastaño en un asunto tan doloroso o fuera por lo que Guy pensaba en realidad – y que Riki no sabía –, que simple y llanamente no era asunto suyo.





La verdad era que Guy estaba molesto, realmente furioso con Riki por haber embarazado a la tal Mimea… ¿Cómo decirlo? Estuvo tentado de sacarlo a patadas de la casa ese mismo día, como en muchas ocasiones había hecho, pero no lo hizo porque en el pasado Riki no tenía a dónde ir – o más bien con quién irse –; si lo botaba ahora seguramente se iría para dónde fuera que estuviera aquella mujerzuela llamada Mimea y jamás volvería a verlo… No sería tan estúpido como para demostrar su rabia ¿Qué acaso no estaba ahí en Ceres, con él? Lo que tenía que hacer era tragarse su arrechera y hacer sentir seguro a su hombre, de esa forma no buscaría de irse de sus brazos, del tibio y protector nido que creó para él a lo largo de los años.





El tema no volvió a sacarse. Riki para no atraer a la melancolía de estar lejos de un hijo que aún no conocía, y Guy para evitar que la rabia por semejante acto de infidelidad regresara a la superficie.





Por lo demás, Guy quería despertar en Riki aquellos tiempos en los que solían fornicar en todos los lugares de la casa. Fue así como se metieron entonces en unos buenos revolcones que dejaban el pecho adolorido – por la agitación del corazón – y otras zonas dolidas y hasta enrojecidas. Irónicamente el pelinegro tuvo que obligarse varias veces a aceptar los encuentros sexuales que en el pasado le parecían tan necesarios como el respirar y que ahora le llevaban a experimentar una y otra vez lo vivido en el establo; aún así, seguía ingenuamente tratando de demostrar - no sólo a Guy, sino a su persona-, que era el mismo Riki de siempre, evitando negarse y tragándose sus sentimientos, claramente ansiosos de salir del nudo en que se había vuelto su interior.

 



Se desconocía. Aceptaba que el sexo con su pareja ya no era igual. Pero no podía comunicárselo a Guy, sabía que lo tomaría a mal, como si desvirtuara su hombría… y no era por eso, no se trataba de lo físico. Era algo más, pero ¿Qué y cómo decirlo sin llegar a ofender a un hombre que lo amaba con tanto fervor como Guy lo hacía? No encontrando otro camino, terminó haciendo lo que hizo cuando estaba en el establo: Aceptaba cuando viniera a buscar sus caricias. Sólo que inconscientemente con Iason siempre quería y quedaba más que satisfecho… mientras que con el pelicastaño no era así… llegando incluso a sentirse farsante, ruin y hasta un poco actor. Por más que intentaba, las cosas ya no eran como antes. Iason estaba en su cabeza y en su corazón; así quisiera creer que no era de aquel modo.





- Algo le pasa a Riki, pero no sé que es.





- ¿Por qué crees eso?





- No sé. Anda muy raro.





- Ha de ser por la costumbre que tenía allá en la hacienda. Tienes que darle tiempo Guy.





- No lo sé Sid. Ha cambiado completamente…





- ¿Y en la cama?





- No es lo mismo… antes parecía un animal en celo, siempre buscándome para que lo montara… ahora pareciera que me huye. Incluso el otro día se inventó un dolor de cabeza, no le hice caso y lo agarré hasta que cedió…





- Eso si es raro viniendo de él ¿Le has preguntado a ver?





- No sabrá contestarme. Riki no sabe decir con palabras cosas como éstas – Quería creerlo… más bien temía que al preguntarle, ésta vez Riki si le dijera con exactitud todo lo que sucedía.





- Deja que le diga a Norris, cuando lo sepa podrá ayudarte a saber que pasa. Ese hombre sabe llegarle a cualquiera por debajito.





Riki no tardó en encontrar un trabajo. Norris le había hecho el favor, se alegraba de tener al muchacho de compañero en la siembra. No le pagaban tanto como en la hacienda y era más cansado, pero por lo menos tendría con qué distraerse. Nada más aterrador que el ocio, incitador a los pensamientos.





- Ummm… sabroso – Riki sintió que aquel tomate era el mejor que había comido en años.





- Cuenta Riki ¿Qué pasó mientras andabas por allá? – El rubio también había tomado uno de los tomates.





- Nada interesante – La pregunta lo puso un poco melancólico.





- ¿En serio? Porque parece que algo te pasara.





- Bueno… la verdad es que estoy algo preocupado.





- ¿Y eso?





- Es que yo estaba a cargo de los caballos como te conté… y, antes de irme dejé a uno muy enfermo – Mintió – Estaba pensando en escribir para preguntar, tú sabes, para saber cómo está… - Miró a su amigo a los ojos grises - ¿Crees qué debería…?





No sabía cómo decirlo, una parte dentro de sí, una que consideraba débil y masoquista, quería saber de Iason, qué estaba haciendo, si estaba bien, si le guardaba rencor… pero la otra parte, la reacia y fuerte, lo juzgaba y le aseguraba que sólo estaba preocupado por Daryl, a quien había dejado en manos de aquel despiadado hacendado.





- Pienso que no deberías.





El corazón del pelinegro dio un fuerte pálpito. Doloroso.





- … ¿Por qué no debería Norris?...





- Porque ya no tienes nada que ver con esa hacienda – Se inspiró en comerse su rojo vegetal – No debería importarte para nada lo que esté pasando allá.





- “Ya no tengo nada que ver…”





Ya no tenía nada que ver con Blondy, Amoi, Noram, ni ninguno de los demás caballos. Ya no tenía nada que ver con Daryl. Ya no tenía nada que ver con Iason… ¡Lo sabía! Desde que hubo puesto un pie fuera se había prometido ni siquiera dedicarle un pensamiento a nada que tuviera que ver con la hacienda Mink. Aún sabiéndolo… deseaba poder ver por un huequito, así fuera por un segundito, a aquel hombre de cabellos dorados y ojos tan azules como el vasto cielo.





- Por cierto… ¿Qué hay del hombre pelirrojo que vino contigo la otra vez? – Comentó Norris sacando al moreno de sus pensamientos - ¿Se quedó allá?





- ¿Katze? No sé dónde andará. Ese se fue antes que yo lo hiciera… - Meditó un poco sobre el interés de su amigo por el pelirrojo – No deberías ilusionarte. Ese hombre ya está enlazado.





- Lo sé. Se le notaba clarito.





Riki recordó cuando una vez Daryl le comentó que se notaba que Iason estaba enamorado. También cuando el rubio le decía que no eran necesarias las palabras, ya que con sus actos, el moreno se evidenciaba…





- Iason… ¿Qué estarás haciendo? – Preguntó una vez al viento, como si la brisa fuera capaz de traerle una respuesta - ¿Me odiarás?... – Pensó - … ¿Te odio? – Pero por más que buscó en su interior, no halló respuesta a aquella pregunta.





Fue cuando entonces compartir cama con Guy pasó de soportable a inaguantable. Riki tenía tantas cosas metidas en la cabeza que lo mortificaban. Al principio recordaba que le había sido infiel a Guy y se sentía mal… temía que lo tocara porque “algo” en su mente le hacía pensar en cosas horribles cuando pensaba en contacto físico - debido al trauma de los maltratos del Mink -… pero ahora simple y llanamente el sexo entre ellos ya no funcionaba por más que se mintiera y tratara de convencerse de todo lo contrario. Sentía que el fuego se había extinguido. De éste modo, pensar en sexo… le empezó a parecer estresante.





- Hoy no Guy… - Trataba de quitárselo de encima.





- ¿Qué pasa Riki? – Le agarró con fuerza – Me muero por hacértelo, estoy que no me aguanto…





- Si quieres puedo mamártelo – Expuso, el sexo oral era preferible - ¿Si? Anda…





- No quiero eso. Quiero sentirte. Quiero acabar dentro de ti.





- Pero…





Riki decidió no seguir negándose al encontrar el brillo del deseo en los ojos de Guy ¿Cómo negarle su cuerpo? ¿Cómo se atrevía a decirle que no? ¿Qué acaso no había decidido hacer feliz al pelicastaño?





- Jum…de acuerdo…





Después de que Guy le hizo el amor y se tumbó a su lado. Riki permaneció meditativo, tratando de encontrar la razón del porqué no había disfrutado tanto como antes.





Nunca pensó que el sexo le llegaría a aburrir…





Tomó los cigarrillos y se fumó varios. Al menos el tabaco seguía siendo bueno.





- Acéptalo como un hombre. Esto… fue lo que escogiste Riki – Se aseguraba cada vez que los momentos compartidos con Iason venían a torturarle, incitándole a la melancolía – No puedes hacer nada para cambiarlo. Así quieras… no hay nada que puedas hacer… - Suspiró al borde del llanto - …Nada – Pero no lloró.





En una ocasión, cuando Guy buscaba de satisfacerse de nuevo con él, la coleta del cabello del pelilargo fue soltada… ¡Cuan engañosa puede ser la oscuridad y tan traicioneros los rayos de la luna! De nuevo lo había visto. Una visión divina. Por un momento… casi fugaz, Riki creyó que arriba suyo se encontraba un rubio de los ojos más azules que jamás vio nunca.





- Ia… Ia…… ¡IAS…! mmmm… detente Guy… – Pidió con desespero, sabiendo que si continuaba gemiría sin poder controlarse el nombre del hacendado que sabía como llenarlo de pasión.





- Pero Riki…





- Es urgente ¡Necesito ir al baño!





El hombre detuvo sus caricias.





- ¿No puedes esperar?





- No puedo - Hablaba con angustia – Tengo dolor de estómago.





- Puedes esperarte un momentico… - Le besó el cuello.





- No pue...





- ¡Si puedes! – Le arrojó una mirada recriminatoria. No era la primera vez que el muchacho le dejaba con el calentón encima.





Riki empezó a respirar con frenesí, frustrado y sin saber qué hacer. Guy al darse cuenta de que el joven no volvería a protestar, continuó sobándolo por debajo de la ropa. Pero el pelinegro no se movió ¿Por qué se sentía de aquel modo? Tan solo y deprimido. Sus ojos se aguaron un poco. No quería estar en una situación como esa.





En cuanto Guy se levantó evidentemente enojado – porque la frigidez por parte de Riki lo hizo reaccionar-, el pelicorto se apresuró en meterse al baño. Ahí se llevó las manos a la cara y trató de ahogar el profundo suspiro que soltó.





- “Ahí viene” – Se percató al verle por una abertura de la madera de la puerta. Juntó las manos y empezó a pedir como todo un beato – “Dios mío has que se vaya a dormir, te lo ruego… te juro que me tiro de cabeza en la iglesia, mando a hacer una misa a todos mis difuntos y a los que no son míos también… ¡Me confieso ante el padre! Hago lo que quieras, pero por favor, has que Guy se calme y se vaya a dormir…”





El hombre de cabellos largos se colocó tras la puerta.





- Riki ¿Te encuentras bien? – Preguntó tras dar un leve toque.





- Si… creo que me cayó mal la comida – Decía desde el interior del baño – Estaré aquí un rato. Vete a dormir si quieres.





- Bueno. Vuelvo a la cama entonces.





Riki se asomó de nuevo por la pequeña abertura, al darse cuenta de que Guy se había metido en el cuarto, se sintió aliviado.





- Gracias Dios. Me he salvado por los pelos.





¿Por qué había hecho eso? Evidentemente se había comportado de aquel modo para evitar tener que acostarse con Guy, y todo porque al pensar en Iason su corazón se había vuelto desquiciado, palpitándole acelerado aún estando ahí, encerrado en el baño.





Permaneció pensativo, tratando de acomodar la locura que se había vuelto su cabeza. Ya no quería seguir teniendo orgasmos pensando en Iason mientras lo hacía con Guy, eso le parecía una bajeza incluso viniendo de él. Subió la vista hasta la pequeña ventanita, las estrellas brillantes y la luna le trajeron recuerdos con el ojiazul.





De repente se dio cuenta: No todo lo compartido con él había sido malo, eso tenía que admitirlo. Había sido abusivo de su parte sólo recalcar lo malo.





- ¿Por qué lo hiciste Iason? Todo estaba bien entre nosotros y de repente tú… y yo… soy un estúpido. Lo eché todo a perder… ojalá todo fuera como antes… ojalá todo fuera diferente… ya no quiero pensar así. Es tan molesto… - Más que molesto, doloroso.





Empezó a desear con tanto fervor volver al pasado y quedarse a vivir allí. Le dolía el pecho de sólo pensarlo, darse cuenta de que lo había perdido para siempre… se aguantó las lágrimas ¡No debía llorar! Era su culpa que todo aquello hubiese pasado, era su culpa que Iason enloqueciera de amor ¿Significaba eso que debía perdonar al rubio por haberlo encerrado y maltratado?

 



Te amo Riki”



 

Sintió una calidez muy grata al recordar las palabras del rubio. Los besos en su piel. Cada uno de sus abrazos. Su exquisito aroma y su encantadora voz…





- ¿Por qué tuviste que decir que me amabas?– Se jalaba de los cabellos, para él era difícil creerse aquellas palabras dichas mientras era maltratado física y verbalmente ¿El amor podía ser así de cruento? - Pero… eso no puede ser amor… ¿O si? Puede ser un capricho, una obsesión que tuviste conmigo, si… no querías que me fuera y por eso me dijiste todo eso… para engañarme, para amarrarme… - Se ocultó el rostro tras las manos, afligido y con un dolor en el estómago procedente de la misma angustia. Tenía que ser cierto que lo quería ya que le había hablado de matrimonio y lo había dejado irse – Oh Iason… ¿Por qué todo tuvo que acabar así?... yo… no sé que hacer… dime… ¿Qué hago?... ¿Por qué… por qué te extraño tanto…? - Se auto abrazó al tiempo que las lágrimas fueron liberadas de su prisión – maldición… Quisiera verte desgraciado…





Realmente el mestizo no había tenido tiempo para asimilar los sentimientos del Mink. Siempre hubo pensado que lo que sentía hacía él era falso, un juego del cual terminaría aburriéndose… pero con lo ocurrido se daba cuenta de que era algo más profundo ¿Amor? Y es que sólo el amor es tan fuerte y desquiciado como para transformar una delicada flor en una planta carnívora, ansiosa y devoradora; de convertir un lobo rabioso en un animal manso… ¿Cómo culpar a un hombre que ha sido atrapado por las fauces de Eros?





- Riki… vuelve a mí… - Pedía Guy.





El pelicastaño sentía que Riki aún estaba en aquel lugar distante, ya que a pesar de tenerlo en cuerpo, en mente y en espíritu parecía no estar allí… ¡Cuanta ironía! Meses atrás Iason sufría en silencio porque el corazón de Riki cabalgaba en Ceres, ahora resultaba que aquel corazón había cambiado de rumbo ¿Estaría al lado de aquel hombre de azul mirar?





Cuando Guy lo abrazaba, Riki no podía evitar imaginar que eran los brazos fuertes del Mink que lo cubrían.





Un mes y luego dos… todo el tiempo sumido en una especie de letargo, porque en eso se había convertido su vida, una ilusión que esperaba que se desvaneciera. Un angustiante ir y venir entre recuerdos hermosos y lastimeros. Ya la vida en Ceres no le parecía tan maravillosa, se hastío de todo, se sentía aburrido, deprimido… esperaba entonces que la vida lo consumiera en lamentos y ¿Por qué no? entregado a la botella.





Hasta que un día, la melancolía atacó con mayor fuerza que antes. Extrañó a Iason en todos sus huesos, sintió tanto frío, añorando la tibieza que sólo a su lado conseguía. Su corazón se encogió con recordarlo y de su boca en un suspiro se formó su nombre.





- Iason… - Le dolió el corazón porque lo mencionaba en sueños – Iason… - Era lo único en qué pensaba. Lo único que soñaba.





Estaba enfermo. Tenía que estarlo porque se sentía muy mal. Le dolían todos sus órganos e inclusive hasta la misma piel, no aguantaba la cabeza, un cansancio mental producto del desasosiego lo estaba consumiendo poco a poco.





Bebía hasta caer borracho y ahí, sin saberlo, vociferaba el nombre del rubio y Guy le escuchaba. Guy quería hacerse el sordo, Guy empezaba a sufrir de nuevo… no quería que la rueda volviera a girar en su contra, quería que Riki sólo fuera suyo, pero la verdad por más que es ocultada siempre termina mostrándose. Burlona de aquellos que insisten en ignorarla.





Sus amigos le invitaban a salir, notaban al muchacho muy cambiado y lo concluían al cambio de ambiente. Riki siempre se negaba a sus invitaciones. Aquella depresión en la que estaba sumido no le dejaba ni caminar.





Tragarse todo esto que siento, es como estar muerto en vida





- ¿Quieres que te prepare algo de comer? – Preguntaba el pelicastaño.





- Guy.





El hombre se acomodó en su sitio cuando sintió el abrazo que el moreno inició. Podía sentir en su espalda la calidez de aquella criatura.





- Riki ¿Qué te ocurre? – Le acariciaba los brazos con que lo ceñía.





- Ven acá – Se apartó lo suficiente para girar al otro – Sólo quiero abrazarte.

 



- ¿Está todo bien…?





Guy se dejaba abrazar por el pelinegro. Le gustaba que tuviera aquel gesto, pero no podía dejar de pensar que era un comportamiento extraño de su parte. En el pasado nada de eso hubiese ocurrido.





- No tiene porqué saberlo – Se aseguraba a sí mismo el moreno de cabellos cortos – Guy no tiene porqué saber lo de Iason.





Y es que el muchacho pensaba que por mucho que doliera, con el pasar del tiempo hasta él mismo lo desconocería. Sin embargo, al corazón puede engañársele, si, puede hacerse el loco por un rato hacerse el que no sabe… pero tarde o temprano el corazón siente, recuerda, extraña…





Riki empezó a buscar una vez más y sin darse cuenta, entre la silueta de Guy con el cabello suelto, la estela de un rubio de ojos azulados.





- “Iason” – Solía pensar junto al orgasmo – “Oh… Iason…” – Y se ponía muy fogoso al imaginar que era el Mink quién le hacía el amor.





Guy le parecía confusa aquella entrega total de su amante, más que nada, cuando el joven pedía y clamaba de una manera que al pelicastaño sorprendía.





Hasta que no pudo mentirse más. Los pensamientos dejaron de culpar tan cruelmente al rubio, buscando de limpiar aquel nombre de sus recuerdos.





Riki comprendía también su modo de actuar. Al principio fue desesperación al verse atrapado, privado de su libertad, pero cuando el rubio le soltó entonces lo entendió, comprendió el valor de sus sentimientos.





No podía culpar al ojiazul por todo por lo que le hizo pasar, estaba seguro de que lo había hecho porque lo amaba. Pensó que de aquella manera errada podía tenerlo a su lado, pero sólo había logrado que se resistiera, de ésta manera su cariño hacía el Mink se había opacado.





Pero ahora que lo había soltado y alejado, sabía la verdad ¡Quería a Iason! Su orgullo se interpuso en todo momento, lo cegó, no le permitió nunca darse cuenta de que no tenía necesidad de ser más fuerte que el rubio, que la única razón por la que estaba en la hacienda era por él.





- “¡El anillo!”





Su corazón fue envuelto por una enorme desesperación, aquel anillo que había arrojado con desprecio ahora lo anhelaba obsesivamente.





- Tengo que encontrarlo… ¡Fui un imbécil por deshacerme de él!





Era el único vínculo que le quedaba con el rubio y lo quería de vuelta…





El muchacho salió corriendo como caballo a galope y no se detuvo hasta que llegó hasta el sitio en dónde lo había arrojado. Con la respiración exaltada y la mente nublada trataba de decidir donde buscar, era un campo abierto lleno de monte alto ¡Podía estar en cualquier lugar! Podía tardar meses, años, incluso la vida entera y nunca hallarlo. No se dio por vencido. Volvió a correr manteniendo la vista en el suelo. El monte le llegaba hasta las rodillas. Miró de un lado a otro tratando de encontrar el brillo pero nada, lo único que hallaba era tierra, piedras y extensiones de plantas, ramas secas que le arañaban e insectos queriendo picarle las zonas del cuerpo descubiertas. Se llevó las manos a la cabeza desesperado. Deseaba tener ese anillo ¡Por favor! ¡Permíteme encontrarlo! Era lo único en su cabeza.





Angustiado se arrojó a la tierra y empezó a arrastrar las manos por ella, atrayendo piedras, arrancando grama, destruyendo hormigueros. Con la vista de un lado a otro, cazando aquel tesoro perdido. Raspándose las palmas y rompiéndose la piel callosa…





- ¿Dónde estas? ¡¿Dónde estas?! – Cuando volvió a restregarse las manos en la cabeza su cabello se llenó de tierra - ¡¡Ahhhhhhhh!! ¡Maldición! – Gritó producto de la exaltación y del enojo mientras se jalaba uno que otro mechón negro.





Quedó de rodillas, completamente abatido. La vez pasada Iason lo había recuperado ¿Qué iba a hacer si no lo encontraba? Era lo único que le quedaba del Mink. Quería al menos recuperar eso… no iba a llorar como se estaba habituando a hacer, no, eso no solucionaría nada… se tomó unos segundos para recuperarse y luego continuar la búsqueda, pero no pudo deshacerse de aquel sentimiento incómodo anidado en su pecho.





Así pasaron los días.





Siguió buscando por horas, llegando incluso a faltar al trabajo o a escaparse cuando nadie lo veía y no aguantaba la espera de ir a por un nuevo intento. Si no hubiese sido por la torpeza, la baja temperatura y los peligros aumentados de una búsqueda nocturna, él y su lámpara acompañarían a las estrellas toda la noche.





Aún cuando la luna llegara a tenerle condescendencia, el sol ponía empeño en su trabajo y no permitía que las nubes le tapasen, era cómo si estuviera castigando con sus fuertes rayos la altanería que Riki hubo tenido al deshacerse de una manera tan vil del anillo. La noche llegaba, los grillos salían a cantar y Riki con las estrellas brillando sobre su cabeza, continuaba buscando hasta que el cansancio por la poca visión, le arrebataban por completo las fuerzas.





Llegaba rojo como un camarón a casa y Guy pensaba que se debía a las horas extensas trabajando bajo el sol.





Más un día, cuando un destello llamó su atención se dio cuenta de que había estado equivocado, tenía suerte ya que la probabilidad de que hubiese llovido le hubiese arruinado la oportunidad de encontrarlo. Aquel destello provenía de un pequeño agujero del tamaño de su puño, podría tratarse de un nido. Riki trató de controlar su emoción, no estaba seguro de que ese brillo que despedía el agujero era del anillo o de alguna otra cosa, como trozos de una botella, una bala pérdida… Ojalá que fuera el anillo ¡Que fuera el anillo!





Sin pensarlo más el joven metió la mano y trató de atraer aquella cosa.





- ¡No! ¡Demonios!





Al tratar de tomarla se metió más adentro del nido. El muchacho reptó su mano más allá hasta que logró dar con lo que andaba buscando. Un fuerte pinchazo que rápidamente se volvió en dolor fue lo que hizo sacar su mano con rapidez.





Algo lo había mordido. Halló en su muñeca las marcas que emanaban un poco de sangre. La serpiente siseó desde la entrada del agujero y el pelinegro se alejó cautelosamente lo más que pudo. Volvió la vista a su mano en puño, pero no le importó la mordedura. Abrió la palma y halló en ella un anillo que aún cubierto en tierra se veía hermoso. La sonrisa en su rostro acompañó a un profundo deseo de sumirse en llanto. Se llevó la mano al pecho donde mantuvo acogido el anillo un par de segundos. Hubiese deseado mantenerlo un poco más así, pero su mente le recordó su encuentro con la serpiente.





Llevó rápidamente su boca hasta la zona herida y empezó a succionarla. No había tenido tiempo de reaccionar que clase de serpiente era. No estaba seguro de si se trataba de una venenosa o una totalmente inofensiva. Aún así sacó y escupió la sangre mala que pudo, tomó un pañuelo y se amarró con fuerza a modo de torniquete.





Ya más seguro, el anillo le alivió por completo el dolor. Había recuperado algo muy preciado. Jamás volvería a deshacerse de él.





Más debido a la mordedura, Riki cayó en cama con una fiebre muy alta.





- Riki… - Guy estaba su lado, le limpiaba la frente bañada en sudor – No te preocupes, te vas a reponer… - Le acariciaba.





- …Mmm… - Riki temblaba – “¿Será éste mi fin…?” – Pensaba en su delirio – “Al menos pude recuperarlo…”





- ¿Qué tienes ahí Riki? – Le abrió la mano que mantenía cerrada - ¿Un anillo? – Lo tomó y lo detalló.





- Ia… son… Iason…





- ¿?





- … Ia… son… Ia… Ia… son… - Murmuraba.

 



¿Quién era ese Iason que tanto aclamaba el muchacho desde su regreso? Guy volvió a vestirse de celos y no era para menos. El comportamiento de Riki le daba razones. Decidió quedarse con el anillo y si al recuperarse, el muchacho le preguntaba sobre su paradero, le diría que nunca lo había visto.





***





Riki mejoró y parecía que tenía algo en la punta de la lengua que en cualquier momento se lo escupiría al mayor en la cara.





- Guy. Tenemos que hablar.





- ¿Qué pasa Riki?





Ya no podía engañar de aquel modo al pelilargo. Lo quería demasiado como para obligarlo a seguir viviendo así.





- Es verdad… en el tiempo que estuve en la hacienda, yo estuve con otra persona.





- …Ya lo dijiste. Con esa mujer…





- No – Le interrumpió – No me refiero a ella. Me refiero… a que estuve con otro hombre.





La confesión enmudeció de pronto al mayor y Riki lo entendió. Sabía que tenía que dar las explicaciones pertinentes.





- Lo sé Riki… - Medio sonrió – Pero te dije que está bien, no tienes que contarme. Eso ya no impor…





- ¡Si que importa! – Interrumpió una vez más – Importa mucho… ya que la verdad es que yo… no puedo sacármelo de la cabeza.





Guy abrió desmesuradamente los ojos.





- ¿A qué te refieres con eso?





- A que por más que trate, no puedo dejar de pensar en él. Incluso cuando estoy contigo…





- Riki…





PLAM!!





No pudo aguantarlo. Guy le asestó un golpe que Riki recibió sin replicas ni quejas.





- ¿Cómo me dices algo así tan tranquilo…? ¿No me tienes la más mínima consideración?





- Lo siento Guy…





- Hay que ver como eres tú. Siempre causándome estos dolores…





- Lo sé… por eso creo que lo mejor será que nos separemos… no quiero seguir haciéndote mal.





- No.





- ¿?





- No me da la gana que esto se acabe.





- Pero Guy, la gente del pueblo…





- ¡Me importa un coño lo que diga la gente! – Estalló de pronto – Esto no se trata de los demás ¡Se trata de nosotros! ¿Crees qué puedes venir un día y decirme que quieres que todo se acabe? ¿Te has vuelto loco? ¡No te importaba un carajo hacerme sufrir en el pasado! ¿Por qué ahora si?





Riki enmudeció ante su tono, temiendo que de nuevo volviese a golpearlo. Era la primera vez que Guy tomaba aquel papel. Estaba cansado. Harto de aguantarse los desplantes del muchacho.





- ¿Sabes qué? Se acabó la guachafita conmigo… Te vas a quedar aquí, a mi lado ¿Oíste bien? Quieras o no así va a ser – Su tono de voz era en extremo autoritario – Las cosas van a tener que cambiar de ahora en adelante. Te he dado demasiadas libertades, es mi culpa que seas así… ya no quiero que salgas de la casa. No hasta que vuelva a confiar en ti.





- … - No daba crédito a lo que escuchaba. Todo era tan repentino – ¿Me encerrarás? No puedes hacerme esto.





- Si puedo. Soy tu hombre y me obedecerás. Te quedas en ésta vaina y punto. Sabes que cuando me pongo serio Riki, lo mejor es que no me lleves la contraria ¿Lo sabes no?





Riki bajó la cabeza. Era su culpa que Guy actuara de una manera completamente distinta a su personalidad. Se dio cuenta de lo ciego que fue cuando señaló a Iason por querer mantenerlo encerrado, pensando que había perdido la razón. El Mink se lo había dicho, que Guy también era capaz de actuar de aquel modo… Ahí estaba, de nuevo a punto de perder su libertad una vez más ante el miedo de un hombre de perderlo.





- Bien… enciérrame si es lo que quieres. Golpéame también – El coraje lo hizo alzar la mirada de nuevo – Si eso te hace sentir mejor, hazlo.





- ¿Por qué siempre tratas de ser la victima? Riki… sabes que no lo hago porque quiera sino porque tú te lo buscaste. Ahora, no quiero que vuelvas a mencionar a otro hombre en esta casa, porque te parto la boca Riki – Amenazó. Se suponía que con los otros se acostaba, pero que solamente a él lo quería. Eso era lo que creía Guy. No quería perder esa creencia - No me gusta pegarte. Sabes que lo detesto... pero si te sigues comportando así, no podré controlarme.





Riki permanecía quieto. La rabia a tal extremo en Guy era nueva para Riki. Guy también era humano, era normal que se enojara ¿Por qué creyó que siempre reaccionaría de buen grado a todo lo que hiciera? Si resultaba que el hombre lo mantuviera en casa bajo llave, amenazándolo con golpearlo, eso no lo convertiría ni mejor ni peor que Iason. Lo volvería lo que era: Un hombre enamorado de la manera equivocada.





Al día siguiente Riki notó que Guy seguía molesto.





- Regreso más tarde… te quedas aquí ¿Bien? Que no me entere que estuviste por ahí porque de lo contrario, te haré correr.





- No tienes que ir. Ese trabajo es mío… además tu brazo…





- ¡Deja de buscar excusas!





- …





- Nos vemos más tarde.





Tras salir el hombre. El Riki apretó con fuerza los puños, se sentía rabioso, impotente… inyectado por ese sentimiento salió corriendo fuera de la casa hasta detenerse bajo un árbol. Subió la vista y los rayos del sol le dieron en la cara. Las aves volaban muy alto en el cielo, lejos, inconscientes de su propia libertad… podía irse, no tenía porque obedecer a Guy, sólo tenía que agarrar sus cosas e irse de la casa antes de que el pelicastaño volviese. Estuvo a punto de hacerlo, de no ser por el sentimiento de culpabilidad que decidió mortificarlo en mala hora. Sentía que le debía tanto a Guy que ni con su vida podía pagarle, que era su culpa todo lo que le estaba pasando, todo su sufrimiento, todo su dolor. Quería actuar de la manera correcta. Pensando que el quedarse a su lado era la solución correcta.





Claro, Riki estaba equivocado. Pero cosas como esas sólo se saben luego de darse unos buenos tropezones.





- Aquí también… estoy preso – Mencionó con amargura.







Decidió dejar de pensar en ello, se sentía decaído. Entró a la casa y se asomaba de vez en cuando para exhalar el aire deprimente y para asegurarse a sí mismo que podía salir cuando quisiese; en una de esas vio llegar a Norris, intentó ocultarse pero éste ya se había dado cuenta de su presencia.





- ¡Riki! – Llamó.





El aludido trató de hacer silencio.





- Riki. Sal, sé que estás ahí… ¡Traigo licor!





- Sabes que decir ¿No? – Decidió salir. En la casa no había ni una gota de alcohol.

 



- Riki… ¿Qué te pasó ahí? – Norris fue abrasivo y le tocó una zona morada.





- ¡Coño Norris! No hagas eso… duele – Se retiró como pudo – Fue… me pegué con algo.





- Ajá…- Entrecerró los ojos para luego vociferar: - Te pegaron – Comentó junto a una sonrisa - ¿Te portaste mal otra vez, eh?





- Tsk… ¿Cómo vas a creer eso?





- Vamos Riki. No sería la primera vez que Guy te da tu piñazo por andar de alegrón.





No mentía. Recibía los golpes como castigo cuando era infiel. Sin embargo no se quejaba, sabía que estaba mal y que debía pagar por ello. De esa manera Guy se deshacía de su furia y luego olvidaba todo. Ahora las cosas eran diferentes ¿Cómo dejarse amedrentar si pensaba que lo que estaba sintiendo estaba bien? Ya no quería seguir siendo aquel Riki tan infantil, le daba vergüenza aceptar todo su pasado…





- Pero ésta vez no esperaste mucho para cabrear al pobre de Guy. En tu ausencia, todos se esforzaron por mostrarse caritativos con Guy, no sólo por lo del accidente, sino por todo lo que ha pasado entre ustedes dos. Su historia es muy conocida, no hay nadie en el pueblo que no conozca a Guy y a su revoltoso compañero Riki – A pesar de sus palabras, Norris mantenía una sonrisa, como si aquello le pareciera divertido.





- …La gente es muy metida, eso es lo que pasa.





- A todas estas ¿Sabes cómo le dicen a Guy los del pueblo Riki? –Le miró por el rabillo del ojo.





No quería contestar. Tenía un presentimiento, pero no quería darse cuenta de la verdad.





- El cornudo manso, así le dicen.





- Norris ¿Viniste aquí sólo para molestar? ¿O quieres qué te patee el trasero por seguir diciendo idioteces? – Le había molestado enterarse; sabía que ciertamente, era por su culpa que Guy fuera visto como un payaso, un pseudo hombre que era incapaz de poner en cintura a su descarriada pareja.





- Sólo lo digo para que lo tengas en mente – Se encogió de hombros - ¿Vienes entonces?





- No. Mejor me quedo. Tú sabes como es Guy cuando se pone así – Se rascó la nuca – Se pondrá peor si me pierdo contigo por ahí… y no quiero tener que responderle los golpes – Porque tenía un límite para soportarlos.





- Admite que no quieres que te vean todo morado – Se burló.





- Fuera Norris. Anda a buscar oficio – Se metió dentro de la casa.





Para tratar de arreglar un poco las cosas. Riki pensó en limpiar la casa y prepararle la cena a Guy. La botella que le había dado Norris se le había acabado y como faltaba para que el pelilargo regresara, estaba aburrido. Claro que no todo resultó tan sencillo. A pesar de que no sabía realizar la limpieza no se desanimó, fue como un aliciente para esforzarse en la faena; no pudo evitar pensar en Daryl, aquellas veces en que se metía en la cocina de la hacienda, molestándolo en los pasillos y mirándolo perderse entre los bultos de sabanas que llevaba al lavandero. Con el mayordomo en mente sonrió un poco, la melancolía lo hizo anhelar el pasado. Decidió enfocarse en lo que estaba haciendo, los recuerdos en vez de darle fuerza, se la estaban quitando.





Cuando Guy llegó, el muchacho trató de comportarse lo más acorde posible. Quería que las cosas se arreglasen entre ellos; después de todo, si uno de los dos no cedía, no irían para ningún lado y la convivencia no tardaría en volverse un infierno.





- Regresaste temprano.





- No había mucho que hacer. Además tenía que venir a ver que estabas haciendo… - Se dio cuenta de que había ordenado y limpiado todo. Eso no le gustó - … ¿Qué estuviste haciendo mientras no estaba?





- Ah… pues, hace un rato vino Norris y hablé con él – Le miró tras una breve pausa - No te molesta si hablo con él ¿Verdad?





- Está bien…





No le impresionó el modo seco en que Guy le contestaba. Ya lo conocía, cuando estaba molesto el pelicastaño adoptaba aquel comportamiento.





- Pero ven. Debes de estar cansado – Le tomó del brazo y lo invitó a sentarse, tratándolo muy amablemente – Te hice algo para comer – Puso el plato frente al hombre y le sirvió. Cuando chocaron miradas, el pelinegro hizo lo posible por sonreír. Guy no respondió la sonrisa, detalló la marca del golpe que le había dado en el rostro.





- ¿Te duele?





- No… - Se acomodó el cabello - … para nada.





- Ya veo… Dime ¿Cuándo aprendiste a hacer todo esto?





- Un amigo en la hacienda me enseñó algunas cosas – Sonrió un poco al recordar a Daryl y sus recetas.





- Un amigo – Mencionó sin ganas.





- Si, un amigo – Le afirmó, a la defensiva.





No pudo aguantarlo. Así empezaron a discutir y a sacarse los trapitos al sol.





- ¿Qué? ¿Me confesarás que te acostaste con él también? – Espetó recriminatorio.





- ¡NO GUY! ¡NO LO HICE CON ÉL! – Exclamó con evidente enojo – No tienes porqué pensar que me revolqué con cualquiera en la hacienda…





- ¿Ah no? ¿Y se puede saber con qué moral me pides que no piense eso? – Lo miraba fijo, desafiante, amenazándolo – No sería la primera vez que te acuestas con uno de tus supuestos amigos. No sé ni como dejo que sigas hablando con Norris, sería fácil poner en tela de juicio lo que hacen a mis espaldas.





- ¿Cómo puedes siquiera pensar algo así? Lo conoces, sabes que Norris es sólo mi amigo y tuyo también.





- Rourke también es amigo de nosotros y no conforme con eso, también le coqueteabas.





- ¡Ja! ¡Eso pasó hace mucho tiempo! – Estaba indignado - ¡Él era el que me buscaba y eres consciente de que jamás le hice caso y si lo hacía era para burlarme!





- ¿Cómo creerte? ¡Dime Riki! ¿Cómo quieres que te crea? Has cambiado demasiado. Limpiar, cocinar… tú no haces ninguna vaina de esas. Tú no eres así.





- Ya basta Guy. La gente cambia. Eso no es malo…





- ¡Para mí si lo es! No quiero que dejes de ser el Riki del que me enamoré.





- ¿Pero tú qué dices si también has cambiado?





- ¡Si, pero no he dejado de quererte!





- …Yo no…





- Además si yo cambié fue por ti… por tu culpa.





- Está bien, ambos cambiamos. Por eso tienes que creerme cuando te digo que yo…





- ¿Qué no lo entiendes? No quiero que cambies, quiero que sigas siendo el mismo... El hombre que podía coquetear con los demás pero que sólo me quería a mí. No quiero que limpies, ni cocines ¡No hagas nada de eso! Quiero que vuelvas a ser el mismo hombre que detestaba las tareas hogareñas, que dejaba la ropa tirada en el suelo y que cuando se metía en la cocina quebraba hasta lo último que encontraba ¡Deja de actuar tan raro!





- Bien… ¡BIEN! No vuelvo a hacer nada… - Se oía iracundo, su rostro estaba completamente enrojecido – ¡Y no te comas una mierda! – De un manotazo tiró la comida al piso.





Crash!!





No se molestó en recoger el plato quebrado ni la comida desparramada. Pasó al lado de Guy y en el cuarto se sentó de brazos cruzados en la cama.





Guy se arrepintió de haberlo tratado de aquel modo. Fue hasta la habitación y se halló al pelinegro con las cejas fruncidas y los ojos fuertemente cerrados.





- Riki… perdóname – Se acercó y trató de abrazarlo, más el moreno no se dejaba – No quise actuar así… pero el que me quisieras dejar me ha hecho actuar de ese modo… ven Riki.





- Déjame Guy. Estoy muy cabreado – Lo empujaba con molestia.





- Tienes que comprender… - Intentó besarlo. Cada vez que se peleaban en el pasado, lograban contentarse con una buena sesión de sexo – Tienes que entender que yo soy el único que puede quererte…





- ¡Que no! – Le dio un fuerte empujón.





Riki trató de quitárselo de encima, pero Guy era más fuerte, le tomó con fuerza del mentón y le obligó a encararle. Sus ojos afilados le hicieron recordarlo… su mirada fiera era idéntica a la de Iason.





- Ya deja de comportarte como un mocoso. Sabes que te gusta esto – Le regañó seriamente para luego besarlo a la fuerza.





Esto… no es lo que quiero…”





Cuando le soltó fue para quitarse la camisa y subirse con él a la cama.





- Detente. No estoy de humor para esto – Le dijo al empezar a acariciarle los muslos.





- Pues yo si…





- ¡Que no Guy!





- Coopera. Si no lo haces me obligarás a lastimarte…





Por lo general cuando tenían sexo todo se arreglaba. Al menos Guy siempre lograba que Riki olvidara sus enojos con una buena revolcada. Pero en aquella ocasión no fue así. No fue placentero para Riki y Guy se dio cuenta de ello. Luego de tomarlo se giró y lo dejó quieto. El pelinegro hizo lo mismo y trató de dormirse. Pero la sensación amarga de su intento de amarse no lo dejaba tranquilo.



 

Guy solía reunirse con Sid a beber. Desde la ida de Riki y el accidente, el peliblanco se había vuelto solidario con el pelicastaño, siendo cierto el dicho que pone que “en la desgracia se conoce a los amigos”… ahora que Riki había vuelto, Guy aprovechaba aquellos encuentros para desahogar sus sentimientos con alguien que si le importaba escucharlos.



 

- La verdad es que no sé que hacer con él Sid. Es como si el que volvió no es mi Riki. Se comporta tan raro y ya no me busca como antes. Además me ha confesado que piensa en otro, un hombre con el que estuvo allá en la hacienda… el otro día habló de terminar lo nuestro… sentí que el mundo se me venía encima…





- Es tu culpa que ese muchacho sea así. Siempre te lo he dicho.

­



- Yo… lo sé, pero no quiero perderlo…





- Si te trae tantos problemas tal vez te estaría haciendo un favor.





- Por favor Sid, no bromees. Yo lo quiero…





- Ya está bueno pues - El hombre se tornó serio – Ya no hables de Riki.





- Pero…





- Escúchame Guy: Ese niño es un ingrato. Tú te le has entregado devotamente y él no ha hecho más que causarte desgracias…





- Tal vez tienes razón… - Se perdió en su bebida – Y siempre has estado ahí para apoyarme, escuchando cada una de mis quejas… sinceramente no sé porqué me soportas.





- ¿Realmente no te has dado cuenta verdad?





- ¿De qué?





- De lo importante que eres para mí Guy.





El silencio que hubo entre ambos fue suficiente para que el ruido externo se intensificara. Guy llegó a pensar que las botellas que se había bebido eran las culpables del comportamiento del peliblanco, más el recuerdo de toda su ayuda incondicional, su constante visita e invitaciones…





- No puedo evitarlo. Realmente me pones Guy. Por eso… cuando hablas de lo mal que te trata Riki, a veces quisiera molerlo a golpes cuando me habla muy tranquilo… yo, no puedo evitarlo. Sentirme celoso y aguantarme esas ganas de partirle la cara luego de haberte visto derramar tantas lágrimas por él.





- Sid…





- Creo que hablé demasiado. Me voy… no te molesto más.





Guy se apresuró y lo tomó del brazo.





- ¿A dónde vas?





- Iré a casa. Tanto ruido me ha obstinado… ¿Vienes? Tengo unas cuantas botellas… - Mencionó con un deje de molestia: - No me digas que Riki te está esperando.





- No… – Anunció con determinación: - Vamos





Los hombres llegaron a la casa. Tras entrar, Guy se dio cuenta de que llevaba tiempo sin poner un pie en aquel lugar, había estado la última vez con Riki, celebrando el cumpleaños del propio Sid; aquel día bebieron tanto…





Sid no se molestó en iluminar mucho la estancia. Se acercó hasta el pelilargo y éste permaneció firme en su sitio; Sid sonrió.





- Guy…





El aludido se dejó besar. Sabía a que se atenía, tal vez el enojo por el comportamiento de Riki lo hacía actuar…





Luego de la sesión de sexo, ambos permanecieron perdidos en sus propios pensamientos. Sid encendió un cigarrillo y luego le pasó otro a su compañero.





- Guy, deja a Riki... Déjalo y vuélvete mi hombre.





La proposición sorprendió bastante a Guy. Sid era un hombre que no comía cuento a la hora de expresar sus deseos.





- Yo no sé… todo esto es tan repentino.





- ¿Por qué? Llevo años pendiente de lo que te pasa.





- Aún así… es inesperado.





- Al menos dime que lo pensarás.





- Está bien… lo pensaré…





Cuando Guy volvió a casa era bastante tarde. Riki había permanecido despierto, esperando el retorno del pelicastaño.





- Guy ¿Dónde estabas? Es tarde.





- No tengo porqué darte explicaciones – Fue su respuesta, estaba molesto ante el modo en que Riki le hablaba.





- ¿No tienes que darme explicaciones? ¿Ahora las cosas van a ser así?





- Si Riki, las cosas van a ser así – Le contestó mirándole fijo.





Y así fueron. Guy empezó a llegar más tarde, siendo que acababa en la cama de Sid – quizás en venganza, buscando de intercambiar los papeles de traidor y traicionado – o en la taberna tratando de olvidarse que su vida se estaba cayendo a pedazos.





Riki ponía de su parte para no hacer enfadar a Guy. Era capaz de experimentar años de culpa que le mortificaban de poco a poco. Tenía que pagar y no sabía de qué manera.





Riki sin saberlo, se había metido de nuevo en una jaula, creyendo que al obedecer a Guy, lograría excusarse por todo el mal causado en el pasado. Trató de meterse en la cabeza aquella sumisión, más que nada en la cama, dejándose poseer así ya no se sintiera ni siquiera un poco a lo de antes.





Pero aquel día llegó. El día en que Guy llegó a su límite, Riki había osado vociferar aquel nombre mientras lo tomaba y eso lo encolerizó. Agarró al muchacho con fuerza de las caderas y empezó a embestirlo con mayor ímpetu.





- ¡Guy!... ¡Ah! ¡Despacio! ¡Me lastimas!





- Siempre te ha gustado así… Riki ¿Qué ocurre que te has amansado?





Al separarse los cuerpos, Guy no le dio chance a Riki siquiera de recuperar el aliento.





- ¿Quién es?





- ¿…A qué te refieres…?





- A ese hombre.





- ¿Cuál hombre…?





- ¡No me quieras ver la cara! Lo has llamado mientras cogíamos.





- Escuchaste mal… - Desvió el rostro enseguida.





- ¡Sabes que no es así! – Sus ojos destellaban la rabia – No es la primera vez que lo haces… cuando te quedas solo, cuando andas borracho, incluso cuando te quedas dormido lo llamas – Le dio un fuerte empujón – Dime ¡¿Quién demonios es ese Iason?!





Riki se sorprendió, nunca esperó que el pelilargo estuviera tan pendiente de sus acciones.

 



- ¡Contéstame o te lo saco a golpes!





Ya no tenía caso acallarlo.





- Él es… o más bien era mi patrón – Mencionó con docilidad.





- ¿Y por qué lo recuerdas tanto? ¿Ah? ¿Por qué te la pasas mencionando su nombre? - Guy le interrogaba y Riki no tenía valor para mirarle a la cara - ¿Fue con él que lo hiciste? ¿Es eso Riki? ¿Te acostaste con tu patrón?





- Si… lo hice.





Hubo un breve silencio en el cual, el pelilargo trató de hallar arrepentimiento en el rostro de Riki, pero eso no era lo que veía. Luego de haberlo admitido, el pelinegro sabía que había llegado la hora, el momento de ser sincero con lo que estaba pasándole.





- Al principio fue sólo un desliz… un juego entre nosotros. Algo… que tarde o temprano acabaría. Pero ninguno de los dos estábamos preparados para lo que vino después… él, empezó a encariñarse más y más conmigo, hasta el punto de querer tenerme a la fuerza en su hacienda… mientras que yo, que pensaba que sólo mi cuerpo se había encaprichado con Iason, luego no pude sacármelo de aquí – Se señaló la cabeza – Y ahora, por lo visto de aquí tampoco – Se llevó las manos a la zona del corazón y miró de frente al pelilargo.





Guy no podía creer lo que escuchaba, no quería, no quería creer que Riki le había sido infiel con una persona y que de paso, se había enamorado del objeto de su deseo. Tras el silencio del mayor, el pelicorto continuó expresándose lo que tenía guardado, germinándose desde hacía ya un tiempo considerable.





- No puedo olvidarlo Guy… sus manos, las siento recorriéndome todo. Y sus besos… aún siento sus labios y su respiración. Yo… quisiera verlo Guy – No pudo evitar que su voz se quebrara un poco – Así sea un momentico nada más…





El pelicastaño observaba con asombro como las lágrimas se deslizaban por las morenas mejillas. La rabia y el enojo le hervían por dentro, le acuciaban el alma y el corazón. Quería matarlo a golpes. Su Riki había cambiado; ya no era aquel que conocía, de quién se hubo enamorado. Éste Riki era otro y amaba a otro que no era él, eso lo reventaba por dentro.





- Riki ¿Tú amas a ese hombre? – Preguntó con inercia, aguantándose las ganas de caerle encima por haberse atrevido a entregarle su amor a otro hombre, después de todos los años en que le confió su cariño.





- ¡! – Su corazón palpitaba con tanta fuerza, que Riki pensó que en cualquier instante colapsaría –… Yo… - Se llevó las manos a la cabeza – Me duele mucho Guy, me duele… - La zozobra, la angustia de no poder verle, por no estar a su lado, lo estaba consumiendo poco a poco – Me duele si pienso en él…





- Cállate.





- Guy…





- ¡¡ QUE TE CALLES!! ¡Mira en que te has convertido! – Explotó y comenzó a maltratarlo físicamente - ¿Cómo te atreves a hablarme de otro hombre como lo has hecho? ¡¿Qué de verdad te importo un carajo?! ¡Yo que me partí el culo por ti! ¡NO ME LO MEREZCO RIKI! ¡NO MEREZCO QUE ME HAGAS ESTO!





Riki como pudo se protegió de los golpes sin tener que devolverlos. Sabía que no tenía derecho a culpar a Guy por su violenta reacción.





- ¡ÉL ÚNICO QUE TE HA QUERIDO A PESAR DE LO BASTARDO QUE ERES, HE SIDO YO!





- ¡Eso no es verdad! Tienes razón, soy un bastardo sin corazón que no he hecho otra cosa que hacerle daño a todos lo que me han querido… pero a pesar de eso, Iason me quiere... tanto que quería casarse conmigo…





- ¡JA! ¿Y tú le creíste ese cuento? ¿De verdad crees que un hombre con tanto poder se va a querer casar con un arrastrado que no tiene dónde caerse muerto como tú?





- ¡Si lo creo! - Le dolía en el alma verlo tan herido. No podía evitar pensar en Iason y en todas esas veces en que vio aquella expresión tan lastimera en su rostro luego de herirlo.





- ¡Pues entonces vete!





Exclamó para luego sacarlo a empujones de la cama y de la casa. Le arrojaba sus ropas y todas las pertenencias fuera.





- ¡Anda desgraciado! ¡Lárgate con ese cabrón y a mí déjame en paz de una jodida vez!





- ¡Guy…!





PLAM!!





Tras cerrarse la puerta, Riki permaneció quieto rodeado por sus cosas tiradas en el suelo. Su corazón palpitaba frenéticamente.





- Dios mío… y ahora… ¿Qué voy a hacer?





La culpa, que había hecho que Riki se mantuviera al lado de Guy ignorando lo que sentía su corazón, había sido molida a golpes por la rabia de Guy. Ya no quedaba nada de ella, la había vuelto añicos; no podía sentir sintiendo culpa si el pelilargo lo quería fuera de su vida. Aunque, también era cierto que existía la posibilidad de que le encontrara la solución a la querella, después de todo, no era la primera vez que peleaban porque Riki se metía en la cama de otro…





…Pero nunca había sido por enamorarse de otro.





- Yo… Guy… Iason.





Su cabeza se abarrotó de miles de pensamientos, llegando a la conclusión de que lo mejor era sentarse a pensar qué iba a hacer ciertamente… porque la idea de reconciliarse con Guy la veía como el alargamiento de algo que estaba destinado al fracaso y la de volver a la hacienda junto a Iason… esa idea era la que lo llenaba de mayor desconcierto, pero ¿Por qué?





Esa explosiva reacción de Guy había sido una bendición de los cielos, ya que permitió que Riki se hallara en la situación tan temida: Dispuesto a escuchar a sus sentimientos para tomar su decisión.





¿Qué le dirían ahora que no tenía más opción que oír?







Continuará…

 

 

 

 

Notas finales:

 

 

(Inner: …Y así por fin Guy puso a Riki de patitas en la calle… ya venían siendo horas ¬o¬) Mo! Admito que escribirlos peleando me causó un tanto de pesar T_T pero bueno, esa relación ya no daba para más x_x a todos muchas gracias por leer hasta aquí! Les agradezco de todo corazón si es de su agrado dejar sus opiniones n_n hasta la siguiente oportunidad! Besos y abrazos!! Bye Bye!!

 

 

 


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