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Corazón Indómito por sue

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Notas del capitulo:

Konnichi wa!! Sue reportándose ^w^0 agradecida hasta el infinito por los comentarios dejados en el capi pasado y por que se hayan sumado de nuevo a la lectura ;) (inner: Ahora que el pasado de Riki ha sido revelado, se han explicado muchas cosas .____. no lo supero .___.) ja ja no fue nada fácil escribir ese capi, sobretodo por la cantidad de sentimientos tristes y negativos que tuve que imaginar n.nUu En fin, lo importante es que se logró, Riki se ha dado cuenta de que su pasado interfería con su presente! Leamos ahora que es lo que sucederá! :D

 

 

 

 

 

 

Cuando Riki oyó parte de la infancia de Iason pensó que había sido muy desdichada ¿Y qué había que decir sobre la suya? ¿Quién no tuvo que pasar por angustias cuando apenas se tiene edad para medio comprender… para medio soportar…? Fue una tontería de su parte sentir sólo pesar por otro cuando por dentro, él resguardaba igual o más dolor. Ahora era capaz de saberlo, de sentirlo, de entenderlo.

 

- “Es cierto… todo eso pasó… ¿Cómo se puede olvidar algo así?”

 

Al salir de su meditación, Riki estaba hecho un mar de lágrimas. Con el tiempo había encontrado la manera de bloquear aquellos recuerdos que le lastimaban, pero poco a poco fue enviciándose con aquel elixir curativo, hasta el punto de vivir constantemente en el olvido.

 

- Mamá…

 

Aquella palabra le dolió como nunca antes y extrañó a la mujer hasta los huesos.

 

Se levantó de la cama de dónde parecía haberse quedado reposando por años.

 

- “Ahora si voy a salir… me enfrentaré a todo monstruo que se me presente, por más horrible y aterrador que sea… estoy cansado de estarme ocultando. Seré valiente mamá, como tú siempre lo fuiste…”

 

Riki se sentía liberado por un lado y por el otro, como si aún tuviera dentro una espina clavada. El resto del día, se permitió el sentirse miserable con la vida que había llevado y todavía más infeliz con la que llevaba en un presente, creyendo que la mejor solución para aquella situación tan apremiante, era el beber hasta el desfallecimiento. Aquella noche para su desgracia, no había borrachos alegres ni deseosos de entablar una pelea – porque quizás pelearse le ayudaría a despejarse -, por el contrario, el sitio se encontraba medio vacío, habitado por sujetos que al igual que él, olían a pena. Ya fuera porque la mujer lo estuviera engañando con otro – el mejor amigo que quiere como un hermano y que teme perder más que a su propia mujer -, porque algún familiar anda enfermo y no encuentra como pagar el tratamiento, porque un hijo le estafó y le quitó todo lo que tenía o simplemente porque se había mirado aquella noche en el espejo y la cabeza casi calva, le dio indicios de que había pasado la mayor parte de su vida perdiendo el tiempo en cosas sin importancia. Riki bailaba en aquel desfile de desdichados, compartiendo sus cuentos entre suspiros y miradas vidriosas; inclusive la chica que los animaba a beber con sus encantos, parecía estar sumida en su esquina por el aire de melancolía.

 

Mientras que el moreno, veía la espuma del licor bailar tras el vidrio de la botella que ignoraba – no había bebido más que un par de tragos, sentía que ni eso podía pasar -, se consiguió de nuevo con aquellos sentimientos y pensamientos que hubo ignorado.

 

Se dio cuenta de que a pesar de todo, había terminado adquiriendo una que otra mala costumbre de sus progenitores. Recordó y con espanto como se sentía “mejor” luego de que Guy le golpeaba cuando le era infiel, llegando a sentirse angustiado cuando el hombre se aguantaba de darle su merecido ¿Y por qué? Porque en su interior sabía que estaba actuando mal al traicionarle y que de aquella manera le ayudaba a expiarse de sus pecados, recibiendo los golpes que siempre quiso recibir en lugar de su madre...

 

Su manía por jamás mostrarse débil, no llorar y su evidente negación a expresar sus sentimientos, era lo que lo vinculaban fuertemente a su padre; eso lo aborrecía, por eso en todo momento se mostraba presto a ayudar a quién lo necesitara, alarmado ante la idea de ver a otra persona sumida en lo que por dentro él tachaba y ocultaba: la debilidad, las lágrimas, el sentir…

 

Paulatinamente fue aceptando que el cubrir las cosas había sido un error. Por más que se quiera, no se puede huir de la vida, ya que ella siempre termina encontrando a los que le huyen. Riki fue desentrañando más de aquellos sentimientos y temores ocultos, sacándolos a la superficie uno por uno, como seleccionados al azar…

 

El temor porque Iason lo dejara…

 

El ya no poder satisfacerlo…

 

No volver a ver su sonrisa…

 

El haberle infundado un odio terrible…

 

El miedo irracional a que Iason se terminara convirtiendo en su padre – el atacante – y él en su madre – la victima… o incluso al revés…

 

El hecho de que a pesar de todo, Iason le confesó que lo amaba y se quería casar con él…

 

Riki sintió como si su garganta quedara temporalmente bloqueada. La confesión de amor de Iason la recordó con lujos de detalles y ésta vez se tomó el tiempo para analizarla, porque en el instante ni eso hubo hecho, salió corriendo despavorido como un cobarde hacía Ceres con la excusa de ver a Guy ¿Cuál sería su respuesta si hubiese sido más sincero consigo mismo? Al volver, en vez de contestar a sus sentimientos, Riki apostó por lo seguro, prefirió terminar con Iason y regresar al nido que ya conocía de cabo a rabo, como la palma de su mano – siendo mentira, nadie conoce por completo cada una de sus líneas – Pero… ¿Por qué había actuado así? El nido que Guy le había creado le recordaba a su antigua casa en la época en la que era feliz… el nido que le permitía estar cerca de ese pasado en dónde aún convivía con su madre y sufría, pero en silencio. …

 

La única verdad era que tenía miedo…

 

…Tenía miedo de salir del nido y enfrentarse con un “monstruo” al cual no pudiera vencer, sin tener ya a su madre que lo defendiera… Riki aún era ese niño, temeroso.

 

El temor no es otra cosa que desconocimiento. El terrible monstruo que había encontrado en la hacienda Mink y que llevaba tiempo acosándolo tenía nombre, se llamaba amor… ¿Sería capaz de enfrentarlo? ¿O moriría a manos de él como le había pasado a su madre?

 

Tenía pavor a ese amor que le hacía sentir cosas que jamás había experimentado. Un amor que buscó en todo momento de mantener su autonomía y que a pesar de haberse distorsionado, fue lo suficientemente puro como para dejarle libre cuando ya no le quedaban fuerzas para soportarlo ¿Y qué había de lo que él sentía sobre ese amor?

 

- Yo… - Aparecieron las nauseas, pero no por el poco alcohol ingerido.

 

Ya no podía evitarlo, había derrumbado aquella muralla con la que solía defenderse y ahora todos los recuerdos buenos y bonitos compartidos con el rubio, querían visitarlo y lo hicieron; su cabeza se atiborró de todos ellos y los sentimientos que experimentó en cada ocasión también volvió a tenerlos ¿Cómo había sido tan ciego? Algo tan magnífico sólo podría considerarse en un sueño y él lo había vivido en carne propia ¿Qué acaso Iason no le soltó tras haberse arrepentido de los maltratos a los que lo mantuvo expuesto, prefiriendo verlo lejos pero feliz? ¿Cómo diferenciar… cómo saber si ese amor que decía sentir Iason por él, era verdadero y no una falacia, un engaño producto del muy conocido amor propio?

 

El corazón era el único que podía darle la respuesta a tal dilema y en aquel instante, Riki lo escuchó…

 

- ¿Qué pasa hombre? – Le preguntó el sujeto que servía las bebidas, quién ya llevaba rato examinando al muchacho divagar en sus pensamientos – Si ni has tocado tu bebida – Le arrojó una mirada profunda - ¿Qué haces aquí?

 

¿Qué haces aquí?

¿Qué haces aquí?

¿Qué haces aquí?

 

De pronto, todo tuvo sentido para Riki. La pregunta le atravesó los pensamientos y se empapó de ella de pies a cabeza. Era como si no existiera más nada en ese instante que aquella pregunta inconclusa. El “¿Qué haces aquí?” era un regaño, una bofetada, un llamado…

 

Se levantó de golpe de la mesa y miró a su alrededor, a pesar de conocer aquella taberna desde siempre, se sentía como un completo extraño. El olor, los ruidos y lo que veía le pareció tan ajeno, que llegó a darse cuenta de que no debía de estar ahí.

 

Era cierto… él ya no tenía nada que hacer en ese lugar. El Riki que habitaba y se sentía en Ceres ya no existía, había desaparecido desde el primer instante en que su mirada se cruzó con la de Iason, desde que tuvieron el primer contacto...

 

- Oye…

 

- Tengo que irme – Veía para todos lados, pero no se fijaba en su entorno.

 

Lo que buscaba estaba lejos.

 

- ¿Para dónde te vas a ir? – Comentó burlesco – Ya está bien tarde. Lo mejor es que te quedes aquí… ¿Hey? ¿A dónde se fue?– Vociferó para luego regresar a su trabajo: - ... Pss… muchacho loco.

 

Riki salió corriendo del bar y se encontró de frente con la noche oscura. No le puso mucho reparo y continuó su camino a toda prisa. Tenía muy poca visibilidad pero no le importaba, su cabeza estaba colmada de miles de pensamientos y su pecho le dolía por lo que le costaba un poco respirar, miraba de un lado a otro, pero a ninguno al mismo tiempo… ¿Y ahora? Estaba tan desesperado que no pensaba coherentemente. Su cabeza era un lío y su corazón parecía querer salírsele por la garganta.

 

- Iason… - Continuaba corriendo mientras pensaba – “Tengo que ir con él… tengo que ir y decírselo todo”

 

Corría como un loco en la oscurana donde ni siquiera el monte se distinguía, solo negro enfrente y de los lados. Tropezaba de tanto en tanto con las piedras y ramas del camino terroso y uno que otro animalejo nocturno le pasó por arriba de la cabeza y se escurrió por debajo de sus pies.

 

- No hay manera… no hay modo de que llegue hasta allá a pie… - Se detuvo totalmente agotado – Me llevará demasiado tiempo...

 

El camino era ya extenso en vehículo y a esas horas encontrar a uno que lo llevara era prácticamente imposible. La única opción viable era esperar a que amaneciera e irónicamente se sentía que ya no tenía tiempo para desperdiciarlo.

 

Mientras recuperaba el aliento, el moreno se percató por unas tenues luces, de que estaba cerca de una casa. No perdió tregua y atravesó los alambres que delimitaban el terreno. Como pudo se movió sigiloso y llegó hasta dónde tenían amarrado a un caballo pinto. Riki celebró internamente, se las arregló para que el equino no se asustara con su presencia.

 

- Lo siento amigo, sé que es tarde. Pero necesito que me lleves hasta que consiga otro medio de transporte.

 

Lo desató y se montó sobre él. Gracias a los cielos que el perro empezó a ladrar cuando saltaron la cerca. Pasado el peligro, el joven cabalgó a toda prisa sobre el caballo que hubo “tomado prestado”.

 

- “Allá voy Iason…” – Su corazón enloquecía al pensar que volvería a verlo – “Espérame… sólo un poco más”.

 

***

 

Iason se levantó apenas despuntó el alba, aquella mañana una determinación inesperada lo hubo despertado.

 

Desde el primer momento en que abrió sus ojos fue como si otro Iason se hubiese apoderado de su cuerpo marchito.

 

- Daryl.

 

- ¿Si… señor Iason?

 

- Prepárame ese traje rojo que tanto me gusta.

 

- ¿…Eh? Disculpe… – No podía creer lo que escuchaba - ¿Va a salir? – La alegría le salpicó el rostro ante la idea de que aquello fuese real.

 

- Tal vez lo haga.

 

- ¡Enseguida se lo preparo!

 

El mayordomo se apresuró realmente animado. Iason se bañó y perfumó, se afeitó la barba y el bigote. Al salir del baño se encontró con su traje favorito limpio y planchado. Arrastró su blanca mano y sintió lo suave de la tela. Se deshizo de la bata y a un amante ilusorio le mostró su cuerpo desnudo. Se colocó las prendas y a pesar de su grosor, el frío que sentía no lo abandonaba. Cepilló con sumo cuidado y dedicación su cabello mientras se admiraba en el espejo. Aún devastado lucía elegante. Pidió a Daryl que le preparase un desayuno apoteósico, donde los mejores platillos fueron servidos y el licor degustado como en los viejos tiempos.

 

- “Has escuchado mis oraciones… gracias Dios mío” ­- Oculto el mayordomo observaba comer a su patrón.La pasibilidad en el semblante de su señor le parecía una buena señal, una mejoría en su estado.

 

El Mink volvió a su oficina y el sol que entró por la ventana le lastimó un poco la vista acostumbrada ya a la penumbra. Daryl le había abierto las ventanas para que entrara algo de aire puro y había limpiado a fondo el lugar; el aroma fresco le llegó a la nariz y se la acarició dulcemente. El ojiazul se aproximó hasta la ventana y luego de dar un vistazo por ella, procedió a cerrarla. Se giró y tuvo la visión de la oficina entera. Todo el lugar infestado de recuerdos… más que nada en el sillón en dónde solía recostarse su amado. Llegó hasta el librero y tomó uno de los libros, lo abrió y luego de echarle una ojeada, lo cerró con cuidado.

 

- Riki... - Vociferó inaudiblemente. De un momento a otro, empezó a imaginárselo sentado despreocupado en el sillón.

 

- ¿Qué pasa? ¿Por qué dejaste de leer? – Le preguntó la proyección mental del joven. - Me preguntaba cuando ibas a leerme tú a mí…

 

- No me quedaron ganas. La otra vez no hiciste más que corregirme. Fue muy molesto – Se quejó e incluso se cruzó de brazos.

 

- Tienes razón… fue una descortesía de mi parte. Nunca lo volveré a hacer.

 

Estuvo así por un tiempo, hablando solo con un Riki que a pesar de ser imaginario, no decía las cosas que deseaba escuchar; vagando en sus recuerdos y saludando a la desdicha como ya era costumbre. Valerosamente se acercó hasta el escritorio y abrió la gaveta, mostrándose insolente un arma de fuego. Sabía porque estaba ahí; todo buen terrateniente, guardaba un arma para cuidarse las espaldas, eso y por si acaso el suicidio fuera la única salida para una situación apremiante.

 

Una situación angustiosa.

 

Una situación desesperante.

 

Una situación inaguantable.

 

La situación en la que se encontraba en aquel instante…

 

Iason tomó el arma, se aseguró de que tuviera balas, quitó el seguro y la llevó despacio hasta su sien.

 

- ¿Qué vas a hacer? – Preguntó “Riki”, tras transfigurarse de nuevo.

 

A pesar de todo tenía una expresión serena. Ya no tenía deseos de vivir ¿Para qué continuar? Sentía un dolor horrible en sus entrañas cada vez que pensaba en Riki en los brazos de aquel hombre. Estaba humillado, acabado, destrozado... no se sentía capaz de recuperarse de aquella batalla dónde hubo sido reducido a pedazos… staba más que claro, Riki había tenido la crueldad de arrancarle el corazón y dejarlo con vida.

 

- ¿De verdad te matarás por mí? ¿Eres tan cobarde?

 

Iason prefirió ignorar a la aparición que no dejaba de hostigarle. De esa manera y ante su determinación, la misma se desvaneció en el aire. La fría boquilla en su cabeza escuchaba sus lamentos.

 

- Si. Soy un cobarde… - Exclamó - Te abandonaré, vida mía. No tengo la suficiente fuerza como para volver a mirarte a la cara. Me rindo. Me entregaré a los brazos de tu hermana la muerte, ella comprende el dolor y estoy seguro que podrá librarme de él… aunque, mi alma puede estar ligada a ese sufrimiento ¡Oh Riki! ¡Oh mi vida! Me llevaré éste amor hasta la tumba y me angustiaré con él por toda la eternidad…

 

Sonrió satisfecho ante lo que había sido su último soliloquio. Sus declaraciones finales ante lo que había sido su vana existencia. El miedo para nada se presentaba, dando claros indicios del tamaño de su coraje. Mantuvo la cabeza en alto, y mientras cerraba los ojos, todos los recuerdos vividos con el joven se esparcieron de uno en uno y a una velocidad vertiginosa en su cabeza.

 

- “Adiós… Riki…”

 

El rubio apretó con fuerza los ojos cerrados, luego los suavizó y los fue abriendo poco a poco…

 

Retiró el revólver de su cabeza y lo devolvió a su encierro. El deseo de visitar por última vez aquellos rincones en dónde tuvo al dueño de su felicidad, lo hubo detenido de apretar el gatillo.

 

Un último adiós. Era lo que quería.

 

Salió de lo más tranquilo y sus empleados lo saludaron, admirando al hombre que sabían, se hallaba enfermo – aunque desconocían por completo los detalles de su “enfermedad” -; al llegar al establo abandonado admiró el lugar. Aún podía sentir en su piel esos encuentros. Se arrepentía enormemente de haber mantenido cautivo al moreno en aquel lugar sagrado ¿Como se había atrevido a mancillarlo de esa abominable manera? Volvió a culparse como buen mártir y a castigarse, aceptando por demás su situación.

 

Cuando el sol volvió a su rostro, llegó el recuerdo del amor por sus dominios. No podía irse sin despedirse de su querida tierra. Tomó a Blondy y recorrieron juntos el terreno. A su mente llegaron las imágenes, como si hubiese recuperado memorias perdidas. Fue niño de nuevo, sufrió en la adolescencia y comprendió en la adultez.

 

- Así que… esto era… así estaba destinada a ser mi existencia.

 

La sonrisa que esbozó fue tan ligera que nadie, ni Blondy, ni él mismo la percibió. Una sonrisa de comprensión. Se bajó del caballo y admiró el paisaje, la extensa cerca que parecía no tener fin y más allá, un mundo desconocido.

 

- Hasta aquí nos ha traído la corriente.

 

Los limites de sus terrenos.

 

La puerta por donde había visto volar a su amor…

 

La angustia regresó a su corazón. Sus ojos se hallaron con el sol deslumbrante, como burlándose de su agonía.

 

Ya no habría más esperas.

 

Por fin tendría paz.

 

Luego de suspirar con suavidad y entregar el respectivo adiós a la lejanía, el Mink decidió dar la marcha de regreso, listo para enfrentarse a su fatal destino.

 

¡Iason!

 

Detuvo su pie en el estribo ante el llamado, más no se atrevió a mirar atrás, ya había aceptado que Riki se había ido para jamás volver, aceptaba que estaba solo consumiéndose por un amor no correspondido ¿Por qué su mente le hacía tan crueles jugarretas? No se atrevía, no podía mirar atrás… Decidió apresurarse en subir al caballo para acabar de una vez con su tormento.

 

¡Iason!

 

Ésta vez no pudo ignorarlo ¡Se oyó más cerca! El Mink se angustió y sus ojos no pudieron reprimirse más. Fue entonces cuando se giró y tuvo ante sí, la silueta de un Riki que corría a toda máquina hacia él.

 

- Ri… ki – Estaba tan impresionado por la visión tan vívida que pensaba que había perdido el juicio.

 

- Iason…

 

Riki prácticamente se arrojó a los brazos del Mink y éste lo recibió como si hubiera ensayado con anterioridad tan anhelado encuentro. Fue un abrazo que inició con bastante torpeza, siendo que si el rubio no hubiese tenido semejante tamaño, Riki lo hubiese tumbado con el choque.

 

- Riki… ¿Realmente eres tú? – Sus ojos brillaban pero no se atrevía a ilusionarse, tal vez su repentino deseo de muerte lo había arrastrado a una última de sus angustias.

 

- ¿Pero qué dices?... Claro que soy yo – Le brindó una sonrisa por demás cansada.

 

- Mira como éstas – Le retiró algunos mechones sudorosos de la frente - ¿Cómo viniste hasta aquí?

 

- Eso es lo de menos - Había pedido aventones en varias ocasiones y corrido como un desgraciado en tantas otras, era comprensible el estado en que se hallaba – Aunque tú no luces mejor – Comentó ante el evidente cambio en el rostro del terrateniente.

 

- No logro entender… ¿Por qué volviste? – Su corazón quería saber la respuesta – Después de todo lo que pasó… después de todo lo que te hice… - Y le dolía ser consciente de ello. Riki se conmovió al instante, el rubio se notaba claramente arrepentido.

 

- Pues… no eres el único que me ha lastimado en la vida… y no es que yo te haya tratado de la mejor manera...

 

Iason parecía haberse vuelto de piedra, el shock era tan grande que no sabía si aquello era real o había perdido finalmente la razón. Temía que el joven se esfumara como producto de un sueño, como tantas veces le hubo pasado cuando estuvo encerrado en su habitación.

 

- …Creo que lo que debería decir es… te amo Iason – Confesó con un tono dulce – Siempre quisiste que te lo dijera… - Se sonrojó, más continuó siendo sincero – Por eso volví. Porque necesitaba decírtelo, porque no podía seguir engañándome… siempre te amé… y eso me daba miedo, porque nunca había sentido algo así en mi vida, algo… tan bonito ¿Sabes? Algo… que me hacía sentir tan fuerte y tan vulnerable a la vez… Perdóname, perdona por haber sido tan cobarde y dejarte… - Lo miró directo a los ojos, Iason escuchaba con atención la que era su confesión de amor. Se cortó de inmediato, sentía que le faltaba el aire – Iason, yo… estuve todo el camino pensando en qué te diría… rayos, ya no sé que más decirte… - Se rascó un poco la nuca - Realmente soy un burro para todo esto…

 

No necesitó continuar, Iason lo acogió de nuevo en un fuerte abrazo.

 

- Oh, Riki… ya has dicho más de lo que alguna vez esperé escuchar - Lo apretaba con fuerza, completamente embobado, quería llorar, gritar… - ¿Seguro que no te golpeaste la cabeza?

 

- Seguro – Sonreía, siendo comprensible la actitud del mayor. Se sentía pequeño entre sus brazos.

 

- Entonces dímelo de nuevo… - Pedía, maravillado - …Dime que me amas. ¡Dímelo hasta que me crea que no he enloquecido!

 

Riki tomó el rostro del rubio con ambas manos.

 

- Te amo Iason – Y siguió: - Te amo, te amo, te amo, te amo, te amo, te amo… - Repitió con seguridad, seguido cual loro junto a una sonrisa esplendorosa.

 

Había sinceridad en sus ojos…

 

Iason sintió que su corazón se desbordaba de alegría.

 

Fue tanta su dicha que alzó al muchacho y empezó a girar mientras reía, gozosamente.

 

- ¡Dilo!

 

- ¡Te amo Iason! - La risa lo contagió de inmediato. Alzó los brazos y continuó azuzando al hombre para que girara aún más – Te amo… ¡¡TE AAAAMOOOO IAAASOOON!!

 

En el interior de Riki desapareció aquel nudo, se percibía más ligero, más libre… Iason lo bajó y tras acariciarle con cariño el rostro, procedió a besarle con dulzura.

 

- Riki… vamos a casa – Se atrevió a decirlo.

 

- Si. Llévame contigo Iason… ya no quiero estar en otro lugar sino a tu lado.

 

Blondy permaneció pastando mientras su dueño iba de nuevo por él. Riki se subió al caballo blanco junto con Iason y dieron rumbo a la casona. La cabalgata era lenta, en dónde ambos disfrutaban de la cercanía de los cuerpos y los corazones anteriormente agitados, ahora podían calmarse al cumplirse el tan anhelado encuentro.

 

- No puedo creer que estás aquí, conmigo… es como si todo se tratase de un maravilloso sueño. 

- Si es así, no quiero despertarme nunca – Riki se acurrucó más en el pecho de Iason.

 

Cuando Riki entró en la casona, se sintió como si se hallara en el lugar dónde siempre debió estar. Todo era como lo recordaba tan vívidamente en sus recuerdos, incluso el mismo aroma del recinto le parecía placentero.

 

- Daryl – Llamó Iason – Rápido, tengo una sorpresa para ti.

 

En el momento en que Daryl apareció, estuvo a punto de caerse ante el asombro.

 

- No… puede… ser…

 

- ¡Mira quién ha vuelto para quedarse! – Exclamó Riki al tiempo que abría los brazos.

 

- Por Dios… ¡Riki!

 

Daryl no lo pensó.  Corrió hasta donde estaba el muchacho para abrazarlo.

 

- Volviste… realmente lo hiciste.

 

- Ya no volveré a irme amigo mío – Le acariciaba los cabellos - Mi corazón está aquí, junto a Iason. Por fin lo entendí, cuanto lo quiero – Y mientras lo confiaba, en sus labios se mantenía esbozada una sonrisa.

 

- Que alegría oírte - Se alegraba tanto que sus ojos no habían tardado en aguarse – Ustedes se merecen estar juntos… de verdad… - Tuvo que cubrir su rostro con ambas manos.

 

- Oye… - Aunque fuera de felicidad, no le gustaba verlo llorar - Cielos…

 

- Es que… de verdad todo esto me hace muy feliz…

 

El ojiazul se atrevió a interrumpir el emotivo momento.

 

- Daryl por favor, prepara algo para que Riki coma. El pobre debe de tener hambre.

 

- Es verdad – Comentó el pelinegro al darse cuenta de qué tenía razón – No he comido nada desde ayer - ¿Y cómo hacerlo?

 

- De acuerdo – Daryl se alegraba de la situación de la que estaba siendo testigo.

 

- Bien… - El rubio se dirigió al moreno al tiempo que le extendía la mano – Mientras tanto ¿Vamos a nuestra alcoba querido mío?

 

- Eh… - Riki se ruborizó de inmediato. Colocó su mano junto a la de Iason y en el instante en que el mayor se la acarició, una sensación brotó por todo su ser - ¿Es normal que sienta esto…?

 

- ¿Qué cosa? – Continuaron subiendo las escaleras tomados de la mano.

 

- No sé como explicarlo… - Cada paso que daba lo percibía con cierta ligereza - …Es algo tonto… es como si fuéramos a estar juntos por primera vez…

 

El Mink sonrió al instante.

 

- Déjame que te bañe Riki – Fue su respuesta.

 

Iason bañó a Riki con suma dedicación, como si se tratase de un niño al que tratase; le enjabonó el cuerpo, le lavó los cabellos, le secó con delicadeza… el moreno se dejó hacer, cada una de las atenciones del mayor no hacían otra cosa que acrecentar su deseo. El placer se apoderó de sus cuerpos como si de pronto hubiesen entrado en ebullición. Iason llevó al pelinegro desnudo y lo acostó en su cama, seguidamente el ojiazul se fue quitando cada una de sus prendas bajo los ojos de un Riki evidentemente excitado.

 

- Riki… - En sus ojos podía leerse el deseo. Su belleza varonil lo seducía, su aroma lo llamaba. Se subió sobre el joven y procedió a besarlo por todas partes - Riki… mi querido Riki…

 

- Iason… - Emitió entre gemidos - …mi amor…

 

Volvieron a juntar sus labios, dejándose llevar por la pasión contenida tras estar alejados por meses, sus cuerpos se conocían a la perfección, guiándose por una especie de danza grabada en sus almas. Todo roce era placentero, cada beso desatador de suspiros y gemidos… Iason buscó de meterse en Riki y éste lo aceptó de inmediato, se acoplaban de una manera tan perfecta que era absurda la idea de que alguna vez buscaran de estar alejados; una unión como la que ellos tenían sólo podía ser obra del más puro de los amores. El rubor y el cosquilleo, el sudor y el estremecimiento… para ellos no importaba otra cosa que estar juntos, como buscando con sumo desespero ser uno sólo y jamás tener la desdicha de separarse.

 

- Soy tuyo… todo tuyo… - Era el cántico del de cabellos negros.

 

Era la primera vez. La primera vez en que ellos se amaban sin tener la duda de que el otro sentía lo mismo. Y ese amor los llevó a experimentar el encuentro sexual como nunca antes lo hubieron hecho.

 

Pero como todo tiene su fin, ambos llegaron al clímax con ímpetu. Riki recibió por completo la esencia y Iason se sintió bendecido por haber podido estar de nuevo con aquel que amaba.

 

- Riki… no sabes cuán feliz me has hecho… - Iason no cabía de tanta alegría. Tuvo deseos de llorar y sabe Dios que lo hizo.

 

- Oh… - Riki se conmovía ante las lágrimas del mayor - ¿Pero por qué estás llorando? – Le tomaba del rostro con ambas manos – El gran Iason Mink no debería llorar así – Sonreía, aunque era cierto que él también derramaba una que otra lágrima de dicha.

 

- No te apartes de mí nunca más – Pidió mientras se aferraba a su cuerpo.

 

 

- Jamás – Le aseguró, contento – No podría estar alejado del hombre que amo.

 

 

***

 

Iason presentó ante sus empleados a Riki como su amante, les informó que cualquiera tenía la libertad de irse de la hacienda si no se sentían a gusto con la situación. Nadie se marchó.

 

Decidieron no hablar de lo ocurrido mientras estuvieron separados. No necesitaban saber o más bien, deseaban estar inmersos por siempre en esa estela mágica y dulzona del amor correspondido ¡Había que celebrar! ¡Ni un instante más dedicado al infortunio y al desamor!

 

Se hizo una fiesta en toda la hacienda, la comida se servía en cantidades exorbitantes y el licor parecía no acabarse. Más Daryl se sentó en la mesa junto a los otros dos hombres y fue capaz de ser servido por los demás sirvientes, aunque claro estuvo tentado de pararse a ayudar.

 

- Quiero hacer un brindis.

 

Iason se sorprendió ante la iniciativa del moreno.

 

- Quiero brindar primero que nada por Daryl, mi amigo aquí presente, quién se aguantó gritos, quejas, insultos y malas caras de éste par de locos y aún así, tuvo las bolas de permanecer a un costado nuestro, velando por el bienestar de ambos – Alzó la copa y afirmó con total seguridad: - Hombres como tú hay pocos por no decir ninguno. Eres grande amigo, en serio.

 

- Ah… Riki - El aludido se sonrojó, halagado ante sus palabras.

 

- El segundo brindis y no menos importante es por el amor de mi vida… - Sus mejillas se pintaron y la sonrisa no podía apartarla de sus labios - Es un alivio poder decirlo así al fin – Se rascó el tabique de la nariz – Nunca pensé… que podría querer a alguien de ésta manera… Me alegro de haberme dado cuenta a tiempo de que eras lo que necesitaba, lo que sin saber estaba buscando desde que vine a éste mundo… - Meditó lo recién dicho y rectificó: - Ah… Sé que tardé mucho en averiguar mis verdaderos sentimientos y por eso te cause mucho lío… pero bien dicen que “más vale tarde que nunca”… aunque también se dice que “para mañana es tarde” – Se confundió un poco – ¡Como sea! No me extiendo más… - Alzó aún más la copa y dirigió su mirada al rubio que lo escuchaba atentamente – Éste brindis va por ti Iason… mi vida… mi amor verdadero.

 

Iason se sentía sumamente dichoso. Aquel era el ser que más amaba en el mundo y le correspondía. Había sido bendecido por los cielos, no cabía duda. No sabían que era lo que les deparaba el destino, pero eran optimistas. Lo único que realmente les importaba era que estaban juntos y se amaban.

 

Más fue sorpresivo. Tan pronto como se formó la unión a los días se encontraron con una separación.

 

Daryl se presentaba ante la pareja con sus maletas.

 

- ¿En verdad tienes que irte? – Riki no se veía muy convencido.

 

- Así es Riki… Siento que mi trabajo aquí ha terminado. No hay nada que tenga que hacer en éste lugar.

 

- ¿Pero qué dices? – Realmente no quería dejarlo ir. Inmediatamente miró a al ojiazul -… Iason dile algo.

 

- ¿Es esto lo que deseas Daryl?

 

- Si… - Asintió.

 

- Entonces puedes marcharte en paz.

 

- ¡Iason!

 

- Es su decisión.

 

- Pero… ¿Tan pronto? Acabo de llegar… - Igual le parecía triste - ¿No podrías esperar un tiempo más? Tal vez un par de meses… – Le preguntó al mayordomo.

 

- Riki, comprendo cómo te sientes, pero no lo pongas en un lugar incómodo. Ya es momento de que Daryl retome su vida – Intervino el Mink ­– No es justo querer que permanezca más tiempo con nosotros.

 

- Además, me gustaría mucho ver a mis hermanas y a mis sobrinos – Comentó el chico – Hace tiempo que no los veo. Todo lo que sé de ellos ha sido por las cartas que me han enviado.

 

Riki se dio cuenta de que estaba siendo egoísta.

 

- Cierto, me contaste que tienes nueve hermanas, todas mayores… - Riki pensó - ¿Cuántos sobrinos tienes ya?

 

- Trece, sin contar que mi hermana Alondra hasta los momentos no tiene ninguno – Sonrió - Aunque dentro de poco serán más; me he enterado que Mireya está en estado.

 

- ¡Vaya! Si que son una gran familia – Exclamó el pelinegro – Y eso que el más pequeño aún no ha aportado – Riki se aventuró y le revoloteó los cabellos – Ahora es tu turno de vivir la vida. No te quedes atrás ¿Eh?

 

- Riki… - Desvió la vista, evidentemente sonrojado y a punto de llorar.

 

- Harás muchísima falta Daryl – Intervino Iason – Me tomaría la vida entera pagarte todo lo que hiciste por mí. Te estaré eternamente agradecido.

 

- Señor Iason… - Quiso aguantarse las lágrimas hasta encontrarse ya muy lejos, pero no pudo.

 

- Dime Iason solamente. Ya no soy más tu señor. Soy tu amigo.

 

- Si, Iason.

 

***

 

Mientras que esto ocurría en la hacienda, en Ceres, Guy ya se encontraba más tranquilo. Decidió que como ya tenía la cabeza fría, podía tener una conversación seria y calmada con el mestizo al que había querido moler a golpes unos días atrás.

 

- Me he enterado que Riki ha estado quedándose aquí desde que lo eché… - Se sentó.

 

- Si, pero no…

 

- ¿Dónde está? ¿Se ha ido a beber por ahí? – Preguntó despectivamente. Los días después de haber peleado con Riki se la pasó metido en la cama de Sid, desquitándose, “vengándose”.

 

- No lo sé.

 

- ¿Cómo que no lo sabes?

 

- Se quedó aquí una o dos noches… pero luego no vino más. No sé nada de él desde entonces. Nadie sabe… Es como si se lo hubiese tragado la tierra…

 

El pelilargo se levantó de golpe.

 

- ¿Qué es lo que has dicho?

 

- Lo raro es que dejó todas sus cosas… - El modo en que Guy lo miraba lo ponía nervioso - Guy ¿Ustedes dos terminaron, verdad? ¿Crees qué se haya ido con el otro…?

 

- ¿Quién te habló de eso? ¿Fue él? ¿Te dijo porque fue? ¿Te dijo que se iba a ir con el otro sujeto?

 

- ¡No me contó mucho! – Se apresuró en confesar – Tenía cosas que pensar, su cabeza estaba toda enmarañada… Guy, tal vez esto sea lo mejor – El pelilargo no le contestó – Después de todo, Riki y tú siempre se la han pasado metidos en una sola pelea… quizás tu puedas aprovechar de ser feliz por otro lado, ahora que Riki se ha enamorado de alguien más… ¡Guy!

 

El hombre se fue de la casa completamente furioso y dejando al muchacho con la palabra en la boca. Detestaba el hecho de que Riki pretendiera ser feliz luego de haberle pisoteado el corazón por años ¿Quién se creía que era para hacerle algo así? ¡Si tenía bríos el muy condenado! Pero lo que más odiaba era a aquel hombre que se hubo atrevido a meterse con su macho.

 

- ¿Qué ha pasado en casa de Norris? – Sid se percató de su semblante tras llegar - ¿Te has peleado con Riki de nuevo?

 

- No, ni lo encontré. El muy desgraciado se anda escondiendo.

 

- ¿Tendría que hacerlo? No le veo razones para hacer algo así.

 

- Razones hay. Me ha tomado por imbécil, se ha reído en mi cara… ¿Y luego qué? Muy tranquilo se lava las manos – Estaba que echaba humo por las orejas – Para colmo puede ser que se haya ido de vuelta para la hacienda…

 

- ¿Y eso qué? – Espetó el peliblanco, serio – Es mejor que se haya ido para allá y que te deje aquí en paz de una buena vez.

 

- ¡Pero Sid…!

 

- ¡Pero nada! – Se acercó hasta el hombre y lo agarró con rudeza – Ahora que te he tomado como mi hombre, no te permito que te sigas calentando la cabeza con ese carajito.

 

- No te he dado esos derechos…

 

- Pero igual me los agarro – Mencionó indignado - Estoy harto de oírte quejarte de Riki, de hablar sólo de él… - Le tomó del mentón - ¿Cuándo te vas a fijar en mí? ¿No te doy el suficiente placer?

 

- Sid… - Ablandó el mirar.

 

- Voy a borrar cada beso que te ha dado, arrancaré de tu cuerpo su olor… hasta que no quede nada, nada de ese que no ha sabido merecerte - Acto seguido selló los labios del otro con los suyos.

 

***

 

La calma parecía reinar en la hacienda Mink. O al menos así lo parecía. Una calma sospechosa como la llaman los entendidos en la materia.

 

- ¿Qué sucede Iason? – Preguntó al darse cuenta de que se preparaba para salir.

 

- Al parecer los hombres vieron una silueta moviéndose en la noche – Se arreglaba las ropas – Están convencidos de que se trataba de un fantasma.

 

- Cobardes – Mencionó burlesco al tiempo que se acercaba hasta Iason y le ayudaba a abotonarse la camisa. Rió un poco – Además puede que haya sido alguien que quería jugarles una broma, que te lo digo yo. Norris y yo solíamos hacerlo, nos ocultábamos en el monte por las noches y asustábamos a los cazadores.

 

- Que afición más morbosa.

 

- Puede ser – Mantenía la sonrisa, divertido - Pero eso de andarle teniendo miedo a los muertos es una tontería. Los fantasmas no existen, a lo que hay que temerle es a los vivos.

 

- De cualquier manera iré a dar un vistazo. Si me encuentro con algún intruso le haré saber que no puede meterse en mis tierras sin permiso.

 

- ¿Estás preocupado porque te roben?

 

- Estoy velando por tu seguridad.

 

- ¿Te preocupas por mí? Que amable.

 

- Claro que si. Haré todo lo que esté a mi alcance para proteger a mi amor – Con delicadeza acarició el rostro de su moreno.

 

- Anda… No tienes porqué mortificarte tanto – Tomó la mano del hombre para sentir mejor su tibieza - Pero si te sientes mejor te acompaño a verificar.

 

- Está bien, porque no quiero estar mucho tiempo alejado de ti – Se separó del chico por un instante para agarrar su arma.

 

- ¿Tienes que llevar eso?

 

- Claro.

 

- Déjala – Se acercó – No me siento cómodo con que lleves eso por ahí. Ya verás como no es nada. Debe ser algún muchacho que se la quiere dar de pendenciero – Sonrió – Vayamos a dar un paseo.

 

- ¿Cómo decirte que no?

 

De aquella manera, Iason y Riki estuvieron por largo rato examinando los rincones haciendo uso de la camioneta.

 

- Al parecer no hay nada. Debió tratarse de una equivocación o de algún animal.

 

- ¿Crees qué te va a aparecer así no más? Es de día. A lo mejor al “fantasma” sólo le gusta aparecerse por las noches – Se burló.

 

- De cualquier manera le diré a los hombres que estén pendientes.

 

- Bajémonos ¿Si? – Estiró un poco los brazos – No siento el trasero.

 

Tan pronto sintió el sol en la piel, el muchacho aspiró con fuerza el aroma de su entorno y se entregó al silencio.

 

- ¿Qué pasa Riki? - Se acercó hasta la espalda del mestizo para abrazarlo – He notado que algo te angustia… ¿No eres feliz aquí conmigo?

 

- No es eso… - Se dejaba abrazar – Es sólo que… - Enmudeció de nuevo.

 

- Puedes decirme – Le animó ante su repentino silencio.

 

- Iason… ¿Podría pedirte un favor?

 

- Por supuesto.

 

- … ¿Me ayudarías a encontrar a Mimea? – Su corazón se estremeció dentro de su pecho al pensar en ella – Como sabrás, ya mi hijo tuvo que haber nacido… incluso ya… falta poco para que cumpla un año… No ha habido día que no piense en ello… cuando me enteré que iba a ser padre sentí mucha alegría, pero también mucho pavor… Quiero conocerlo… es… lo único que me hace falta para ser realmente feliz – Se giró, para encararlo - ¿Me entiendes verdad? – Se había llevado la mano al pecho y su expresión denotaba muchísima ansiedad.

 

- Claro que te entiendo – Le acarició – Y haré todo lo que esté a mi alcance para que ese encuentro se lleve a cabo cuanto antes, querido mío.

 

- Oh Iason – Se posó en el pecho del rubio y éste lo cubrió con sus brazos. Estuvieron unos instantes de aquel modo - ¿Puedo pedirte otra cosa? – Irrumpiendo ante el silencio.

 

- Todo lo que quieras.

 

- Pues… - Se ruborizó – Tú… ¿Todavía te quieres casar conmigo?

 

Iason apartó con cuidado al muchacho, buscando de encararlo. Enterneciéndose de inmediato.

 

- ¿Me estás pidiendo… que me case contigo Riki?

 

- Si… - Sonrió – Creo que eso hago…

 

- Entiendo. Pues… ya sabes mi respuesta - El mayor lo agarró y le plantó un beso en los labios.

 

Riki sentía que todo era nuevo en su vida y así era.

 

- Quiero que todos sepan que eres el hombre que amo – Confesó Riki e Iason se sintió más que a gusto con sus palabras.

 

- Ya lo verás. Tendrás la boda más lujosa y despampanante que se haya visto en éstas tierras. Las mujeres se sentirán envidiosas… no habrá otra cosa que comentar en sus reuniones por meses.

 

- Vamos Iason… no creo que sea necesario tanto barullo. Con una pequeña reunión creo que estaría bien.

 

- No, no. Yo quiero que sea el evento más comentado, con mucha comida y la mejor bebida… sin privaciones, que asistan los que conocemos y los que no, que también vengan ¿Por qué no? Estoy seguro de que aquí cabe toda la gente del pueblo.

 

- Je… - Se imaginó la cosa - Tu madre se pondrá como loca cuando se entere de lo que quieres hacer.

 

- Ja ja… Quizás.

 

Era obvio que el asunto del intruso ya no era tan importante. Iason se aproximó hasta su amante y buscó su boca. Riki tuvo que apartarse del beso apasionado al notar el tamaño del deseo del rubio, siendo que sus manos le acariciaban por todos lados.

 

- ¿Qué ocurre amor mío? – Susurró Iason.

 

- Sólo será un momento. Necesito ir a mear. De lo contrario me haré encima.

 

- Je je De acuerdo… - Le dejó marchar - Apresúrate. Mientras tanto revisaré la camioneta.

 

- Está bien - Anunció para luego ubicarse en el ramaje.

 

Mientras el moreno hacía lo suyo, su atención fue llamada por una sombra. Se acomodó y adentró en la maleza.

 

- ¿Hay alguien ahí?

 

Con sus manos retiraba las ramas secas que tenía enfrente, pisaba con cuidado de no dar un paso en falso. De pronto un sonido lo hizo ponerse en guardia.

 

- Sé que estás ahí ¡Sal o te saco! - Exclamó, esperando a que fuera una persona, porque de tratarse de algún animal salvaje el que tendría que salir corriendo era otro.

 

El hombre salió de su escondite y el pelinegro no pudo ocultar su asombro.

 

- ¿Guy?... ¿Qué haces aquí?... - Se dio cuenta - ¿Tú eras el que andaba merodeando? – Exclamó - ¡La que has armado! Iason piensa que se han metido a robar. Nunca me imaginé que podrías ser tú…

 

- Riki, he venido a buscarte - Le interrumpió, evidentemente ajetreado.

 

- ¿Eh…? ¿A buscarme? ¿De qué estás hablando Guy? – No podía estar más confundido.

 

- A que no me voy de aquí si no es contigo.

 

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

Sip, y helo aquí! El ansiado encuentro entre Iason y Riki tras una larga y angustiosa espera, y la reacción de Guy al darse cuenta de que ha perdido al que hubo sido el objeto de su querer por tantos lacerantes años :O (inner: ¡Yo sabía que ese Guy no se iba a quedar quieto! 0>o<0) y es que Guy se está dejando llevar por su orgullo de hombre herido ¿Qué sucederá ante ésta llegada? o_O Bien, bien… aprovecho y les comento que he hecho un “análisis” rápido y haciendo un estimado faltarían un par de capis - creo que a 5 capis no llegamos, 3 o 4 más o menos, dependiendo de cómo se porte mi musa xB – sólo eso falta para llegar al tan ansiado final de toda ésta locura *.* (inner: ohmyjupiter! O.O) se haría justicia! Merecen que los libre de éste yugo cuanto antes je je así que mis queridos lectores ya vayan buscando a que fic nuevo van a engancharse y a dedicarles su atención xD A todos muchísimas gracias por haber leído y si se animan a comentar n____n espero que el capi les haya gustado a pesar de que me apresuré más de lo habitual para tenerlo listo xB Les envío besos y abrazos para todos!! Bye Bye!!


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