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Corazón Indómito por sue

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Notas del capitulo:

 

Yappo!!! :3 ¿Cómo se encuentran el día de hoy? n_n agradezco de corazón que vengan de nuevo a leer y a todos los que se animaron a comentar en el capi pasado :B quería publicar lo antes posible, pero últimamente he tenido muchas cosas en la cabeza para pensar y bueno… no los aburriré con los problemas de mi existencia n.nUuu eso, sumado a las deliberaciones de lo presentado por mi musa me llevaron a… (inner: ya basta!!!!  La intriga no me deja en paz!! D:) je je hai hai sumimasen n.nU vayamos a lo que vinieron! ^w^

 

 

 

 

- No puedes estar hablando en serio…

 

 - Esté no es tu lugar Riki – Aseguró – Tienes que volver. Anda - Le mostró la mano.

 

- ¿Cómo vienes a pedirme que me vaya contigo ahora? Si tú mismo me echaste de la casa…

 

- ¿Y cómo no hacerlo? ¡Estaba enojado Riki! Te pusiste a decir todo eso y estallé… pero no quería que te fueras con ese hombre realmente. No tenías que tomarte las cosas tan en serio… no tenías que irte así.

 

- Claro que tenía que irme… – Le pareció insólito que pensara de ese modo – No nos engañemos. Sabes porqué lo hice – Con la mano en el pecho - Sabes que quiero a Iason y que no podía estar más tiempo apartado de él. Quedarme contigo… me hubiera hecho más infeliz de lo que ya era… Entiende que tampoco hubiese sido lo mejor para ti.

 

El pelilargo se mordió el labio, sumido en rabia.

 

- No lo creo – Fue su respuesta – Para nada creo que lo quieras. Estás confundido ¿Cómo puedes a querer a alguien que tienes conociendo tan poco? A mí me tienes conociendo toda la vida… ¡A mí me deberías de querer!

 

- Guy… - Le dolía verlo de aquella forma – Si te quise… y aún te quiero, pero ya no es de la misma manera. Ya no puedo estar contigo…

 

- Ya no sigas… Vámonos – Insistía – He dicho.

 

- Lo siento… pero no me voy a ir contigo. Ahora estoy dónde quiero estar…  

 

- Pero…

 

- Me voy a casar con él, Guy – Le miró con seguridad, tratando de hacerlo entrar en razón con sus palabras – Nunca había pensado en tener una relación seria, mucho menos en dar un paso tan grande… pero ahora quiero hacerlo. Quiero casarme con Iason y hacer que esto funcione. Ser feliz a su lado. Formar un hogar…

 

- Riki… no me digas eso… - Su tono era más dolido – No me digas que te vas a casar con él… cuando nunca consideraste el casarte conmigo…  lo que teníamos, para mí era un hogar…

 

No podía evitar que le afectara ver a Guy en aquellas condiciones. Ahora que había abierto por completo su corazón al mundo, todos los sentimientos que tenía guardados pululaban a su alrededor y era incapaz de ignorarlos, tenía que hacerles frente… podía entonces sentir el dolor del pelicastaño atravesándolo; aquella empatía tortuosa le recriminaba años enteros de abuso.

 

- Regresa conmigo… a nuestra casa. Te prometo que me olvidaré del daño que me has causado con tu partida, me olvidaré que me has traicionado con otro hombre ¡Me olvidaré de todo! – Sonrió un poco– Como siempre… Por eso Riki… ven.

 

- ¡No!... ¡Ya no lo hagas! Ya no quiero vivir así… - Lo oía, se oía a sí mismo y no se lo callaba – ¡No eres la única victima aquí Guy! Yo no tengo la culpa… de verdad no la tengo – Se había llevado las manos a la cabeza – No podía hacer otra cosa… y tú no has hecho más que recriminarme por cosas que no puedo controlar de mí mismo… nunca dejaste de hacerlo… Ya no quiero sentirme culpable nunca más… por eso déjame… ¡¡¡DÉJAME YA!!! – Gritó a todo pulmón.   

 

De pronto, Iason apareció. Había oído los gritos y apresurado a meterse entre el ramaje.

 

- Riki ¿Qué ocurre? – Miró de soslayo al sujeto que le parecía familiar para luego fijarse en el pelinegro - ¿Por qué estás llorando?

 

- Snif… snif… - Riki lloraba y respiraba erráticamente ante el estallido de emociones. Trató de tranquilizarse y de limpiarse las lágrimas pero no podía dejar de soltarlas.

 

Las miradas de Iason y Guy chocaron.

 

- ¿Quién es él? – Preguntaron los hombres al unísono.

 

Pero no tuvieron que recibir respuesta, ambos lo sabían. Ambos se dieron cuenta.

 

- Así que tú eres Iason – Mencionó Guy con desdén.

 

- Y tú Guy – Con total indiferencia – Dime ¿Qué le has hecho a Riki que se ha puesto así? – De un momento a otro se mostró serio.

 

- No tengo que darte explicaciones de lo que hago con mi macho.

 

- ¿Tu… macho? – Estuvo tentado de soltar una sonrisa burlesca, pero se contuvo.

 

La atmosfera se puso más tensa y Riki lo percibió.

 

- Guy, vete… por favor – Pidió, más tranquilo luego de haberse desahogado – No hagas las cosas más difíciles…

 

- Bien… – Pero el pelicastaño hizo caso omiso a la petición del menor, se dirigió a Iason: - Comprenderás porqué estoy aquí, Iason…  Riki se viene conmigo.

 

El rubio miró a Guy y a Riki seguidamente.

 

- No veo porque lo haría.

 

- Ya te lo he dicho: Porque es mi hombre.

 

- Hace mucho que ha dejado de serlo.

 

Riki se tensó ante la pelea de miradas que se tenían Iason y Guy. Sentía que cada vez que tragaba, la saliva le lastimaba la garganta. Había visto muchos gallos atacarse a picotazos luego de acecharse como aquellos hombres lo estaban haciendo. Se aterraba ante la idea de que buscaran de arreglarse a los golpes. No quería… por nada del mundo quería que eso pasase.

 

- Oigan… lo mejor será que nos calmemos - Trató de intervenir el pelinegro.

 

- Riki – Guy le interrumpió - Termina de demostrarle a éste sujeto que estás confundido y que a quién quieres es a mí.

 

- Tienes que estar bromeando – Planteó el rubio.

 

- ¿Eso crees? - El pelicastaño sacó de su bolsillo una pistola, apuntando a Iason directamente - ¿Esto te parece una broma niño bonito?

 

- ¡! Guy… ¿Por qué has traído eso contigo?  – Riki se alarmó enseguida. Las cosas habían pasado de nivel demasiado rápido - ¿De dónde lo sacaste?

 

- ¿Te gusta? Es de Sid. Pensé en traerme la escopeta pero se me hacía más fácil y menos llamativo transportar ésta. He aprovechado que estaba distraído y la he tomado. 

 

- ¿Qué piensas hacer? ¿…Te has vuelto loco? – Empezaba a sudar frío.

 

- ¿Recién te das cuenta? – Sonrió –Todo el mundo decía que terminarías volviéndome loco... ya ves, tenían razón.

 

Ante la amenaza, Iason maldijo el no haberse traído el arma consigo. Era evidente quién tenía la ventaja en aquel momento.

 

- Ya veo. Así que de éste modo arreglan las cosas los tipejos como tú… - Iason trató de intimidarlo – Vamos, deja eso y arreglemos esto como los hombres ¿Qué pasa? ¿No te atreves?

 

- Tsk… - Guy se molestó aún más.

 

- ¡Iason! – Le parecía terrible la idea de hostigarlo - ¡Basta! ¡No digas más!   

 

- Si, hazle caso. Riki sabe muy bien que donde pongo el ojo pongo la bala… Vente acá, Riki – Exigió una vez más.

 

- Ésta no es la manera Guy…

 

- ¡Que vengas carajo!

 

- No lo permitiré. No dejaré que me lo arrebates – Anunció Iason sin inmutarse por el arma apuntándole.

 

- Iason, calma… – Riki trataba de mantener la serenidad, de nada valía que hicieran encolerizar a Guy. Lo conocía. Sabía que el hombre tenía buena puntería, a lo mejor sólo buscaba de asustarlos pero no quería averiguar si era capaz de disparar en serio -  Guy por favor, detente – Pidió el moreno sin moverse de su sitio – Podemos hablar ¿Si? Pero baja el arma…

 

- No quiero hablar. Estoy cansado de oírte. No necesito que me marees con palabras bonitas... Te vienes si no quieres que la cosa se ponga más fea de lo que ya está.

 

Riki tragó grueso, era más que evidente que el pelicastaño no estaba dispuesto a irse por las buenas. Tenía que pensar en algo, rápido.

 

- ¿Qué pasa? ¿Por qué te tardas? ¿Crees que estoy jugando Riki? ¿Es eso? – Mencionó el pelilargo alzando el tono de su voz. Ensombreció la mirada – Es cierto. Nunca me tomaste en serio… creo que voy a tener que demostrarte que ya se acabaron los juegos conmigo.

 

Guy llevó el revolver hasta la pierna de Iason y ahí la descargó.

 

PLAM!

 

- ¡AGH! – El rubio se contorsionó del dolor.

 

- ¡¡Iason!! – Riki estaba aterrado al ver al ojiazul herido ¡Eso no podía estar pasando!

 

- ¡No te le acerques! – Gritó Guy colérico al darse cuenta de la intención de Riki de ir a socorrer al Mink.

 

- ¡¿Cómo pudiste?! ¡No tenías porqué hacerlo Guy! – Le angustiaba ver al Mink en aquel estado por su culpa.  

 

- Me obligaste. Siempre me obligas a hacer cosas que no quiero Riki… golpearte, humillarme, mendigarte amor… - Lo último lo mencionó con rabia - Si no quieres que le de en la otra pierna, ya sabes que hacer.

 

- Ri… ki… - Llamaba el ojiazul en su sitio, aguantando el dolor.

 

- Está bien… está bien Guy, iré contigo… - Ante la seriedad del asunto, se mostraba completamente sumiso, sudaba a mares y la necesidad de mantener a salvo a Iason le estaba robando el aire, era su prioridad – Iré a dónde quieras… pero deja de apuntarle, por favor… haré todo lo que me pidas pero deja a Iason en paz…

 

- Riki… no sabes cuanto me encabrona que te pongas así por ese tipo, en serio – Hizo un gesto de repudio – De todas las alimañas con las que te has metido, ésta es la peor…

 

Riki sabía que el hombre hablaba a través del orgullo herido. No quería poner más en peligro a Iason con sus palabras… pero era difícil acallar a su corazón angustiado.

 

- Riki… no te vayas con él… - Pedía Iason, aguantándose – No me dejes…  

 

- “Iason…” – Le aterrorizaba verlo – “Debo hacerlo… de lo contrario quién sabe que pueda pasar… tengo que mantenerlo a salvo… sea como sea tengo que protegerlo… así tenga que irme con él” – Sabía que los celos eran peligrosos y muy malos consejeros.

 

Guy le hizo un gesto para que se acercara y Riki obedeció. Trataba de que la adrenalina producida por el momento no le delatara, tenía pensado aprovechar la primera oportunidad para dejar al pelilargo desarmado, así tuviera que alejarse y dejar al rubio malherido. Aunque tenía que ser precavido, Guy era bastante astuto. 

 

 - ¿Ves qué puedes ser un buen chico cuando quieres? – Le acarició con cuidado el mentón – De haber sabido hubiera utilizado la pistola en Ceres… ¿Qué? ¿Me tienes miedo?

 

- No… Claro que no… ¡! – El pelicastaño le hubo agarrado con fuerza del mentón.

 

- Entonces bésame.

 

Acto seguido le besó con voracidad. Iason le dolía la herida en su pierna y tener que ver aquella escena sin tener posibilidad de interferir, Guy no dejaba de mirarlo ni de apuntarlo… realmente estaba centrado en su despecho.

 

- Vámonos ya por favor… - Murmuró Riki, pendiente de las acciones del otro – Volvamos a casa para que todo vuelva a ser como antes, como querías ¿Si? – Buscaba de distraerlo, que se enfocara en él.

 

- Conque ahora estás apurado en lárgate de aquí y dejar al pobre hombre herido… Ah… me encanta cuando intentas verme la cara de idiota Riki – Sonrió mientras le palmeaba la mejilla - Pero tranquilo; si, nos vamos mi Riki y nunca más volverás a dejarme - Le acarició los cabellos, en eso sus ojos refulgieron y el pelinegro se alarmó – Porque no te quedarán ganas cuando veas lo que le haré a todo el que se atreva a apartarte de mí…

 

Todo fue como en cámara lenta.

 

Guy apuntó de nuevo, ésta vez dispuesto a acabar con la vida del rubio. Fue ahí cuando la determinación de Riki por hacerse con el arma cambió por la angustia de proteger a su amor sin pensar en su propia seguridad.

 

- ¡¡¡No!!!

 

PLAM!!

 

Hubo un breve silencio luego de aquel disparo, como si todos temieran el saber que había ocurrido. Riki fue soltándose del agarre que le había hecho a Guy y poco a poco, fue descendiendo hasta quedar de rodillas. Se llevó la mano al tórax y se desplomó.

 

- ¡Riki! – El primero en reaccionar fue Iason, se olvidó de su propio dolor y corrió hasta en donde se encontraba su amante herido - ¡¡RIKI!!

 

- “… ¿Por… qué…?...” - Guy arrojó el arma a la tierra, permanecía sumido en shock. No había esperado que Riki hubiera hecho de escudo, recibiendo así la descarga que era para Iason – “… ¿Por qué… Riki…?”

 

- Riki… - Se daba cuenta de su estado. La sangre no dejaba de emanar de la herida.

 

- … Iason… estás bien… - Se alegraba de que así fuera.

 

- Si, estoy bien… y tú también lo estarás… - Sin preverlo las lágrimas empezaron a salir a raudales de los azulados ojos – Ya verás, nos casaremos y encontraremos a tu hijo… y… por fin podrás tenerlo entre tus brazos… 

 

- No… …no llores… … - Sentía que le faltaban las fuerzas y las palabras le costaba formularlas – No… no odies… a Guy…

 

- No hables Riki…

 

- Ia… son… - Sentía los ojos pesados. Tenía que decirlo: - …Te… a… mo…

 

- No… - Le asustó oírlo.

 

Los ojos de Riki se cerraron y fue como si un manto helado cayera sobre Iason. La respiración se le acortó…

 

- ¡No quería que nada de esto pasara! ¡Ahora él está muerto! – Exclamaba Guy al salir del shock - ¡Lo maté! ¡¡¡LO MATÉ!!!

 

- ¡¡¡No está muerto!!! – Afirmaba Iason mientras cargaba al muchacho, perder la calma no lo llevaría a ningún lado, no si aún tenían esperanzas – Ha perdido mucha sangre y se ha desmayado – Esperaba que así fuera pues temía que el pulso leve que aún sentía, hubiese sido producto del desespero de hallarle con vida - Ahora ayúdame o no tardará en morirse…

 

- … ¡…!

 

- ¡¿Qué no has escuchado?! ¡¡¡QUE TE MUEVAS COÑO!!!

 

Guy despabiló por fin ante su regaño. Se apresuraron en llegar hasta dónde se encontraba estacionada la camioneta del rubio.

 

- Dios mío… está perdiendo mucha sangre.

 

- Conduce tú - Mink le hizo entrega de las llaves – Yo te guio.

 

- No creo que lleguemos a tiempo… - Estaba evidentemente desesperado. Manejaba maniático – ¡No lograremos llegar a tiempo!

 

- ¡Lo haremos! Y más te vale que así sea… de lo contrario se van a necesitar no uno sino dos ataúdes. Porque Riki no se irá solo – Amenazó: - ¡Me aseguraré de que vayas tras él! – Al darse cuenta de que el pelicastaño había guardado silencio para enfocarse en el camino, el rubio se dirigió a Riki, quién se hallaba a su lado – Aguanta mi amor… tú puedes hacerlo… - Se quebró - …No me dejes sin ti…

 

Cuando llegaron al hospital, la situación se mostró caótica. Se llevaron a Riki de emergencia y a los hombres se les pidió que esperaran.

 

- Señor, su pierna… debe atendérsele de inmediato - Se escandalizó ante el trozo de tela ensangrentado.

 

- Yo… - Lo había olvidado. Con todo lo que hubo pasado, el dolor parecía estar bloqueado por su cerebro. Se había hecho un torniquete rápido mientras estuvo en la camioneta – No importa… necesito estar junto a Riki…

 

- Por favor, venga conmigo. Hay que tratarle esa herida – Insistió la mujer – No puede permanecer así.

 

- Ve con ella… – Habló Guy, más centrado – Yo te mantendré informado cualquier cosa.

 

Iason se dejó guiar por la mujer.

 

Fueron los minutos más angustiantes de toda su existencia.

 

Guy tenía el alma en vilo, atrayendo a su mente a modo recriminatorio lo que hubo hecho con sus propias manos. Riki podía morir y sería su culpa. De nadie más.

 

Todos los recuerdos de lo ocurrido lo torturaron, no se creía capaz de creerlo, sentía que en ese momento no había sido él mismo, algo monstruoso se había hecho con su cuerpo y actuado en contra de sus deseos…

 

Se llevó las manos a la cabeza y estuvo a punto de arrancarse los cabellos ¿Por qué había disparado? Nunca planeó hacerlo, pensaba asustar al muchacho y si era necesario amenazarlo… debió haber quitado las balas ¡Si, eso debió de haber hecho! Pero no podía volver el tiempo y ahora la vida de su adorado moreno estaba pendiendo de un hilo por dejarse llevar por sus celos.

 

- Dios mío… - La angustia se acrecentaba con cada segundo que pasaba – Si Riki muere… no… no… - Fue incapaz de ganarle a las lágrimas.

 

***

 

Cuando abrió los ojos, sintió que volvía de un lugar lejano. Poco a poco se fue dando cuenta de dónde estaba. Se acomodó como pudo al ver a Guy dormitando en una silla.

 

- ¿Cómo está Riki…? – Fue lo primero que preguntó.

 

- Oh… despertaste - Se estrujó la cara con ambas manos – La enfermera dijo que la bala por suerte no te dañó ningún músculo. Ya te la sacaron, luego que sane la herida podrás  andar con normalidad.

 

Iason recordó que también había resultado herido. Observó al hombre de una manera escudriñadora. 

 

- ¿Te has quedado ahí todo el tiempo?

 

- Si. Es lo menos que puedo hacer. He pensado mucho mientras…  - Comentó buscando de cambiar de tema y tratando de sonar amigable, inclusive esbozó una ligera sonrisa: - Me han contado que no querías que te colocaran anestesia. Vaya, tremendo coraje el tuyo.

 

- ¡Ya basta! No quiero condescendencia – Se hartó - ¡Dime de una buena vez como está Riki!

 

- Es… - Las palabras se le atoraron – Él está…

 

- No importa. Yo mismo iré a verlo… - Se quitó la intravenosa e intentó levantarse de la cama. Estuvo a punto de caerse de la misma.

 

- Oye, espera. Acaban de operarte – Lo cogió y buscó de evitar que se moviera.

 

- ¡Quítame las manos de encima! ¡Lo menos que quiero es tu ayuda! ¡Todo esto es por tu maldita culpa!

 

- ¡Escucha! – Lo agarró con fuerza y lo zarandeó – Riki salió de peligro. Lograron detener la hemorragia y al parecer está estable.

 

- ¡Quiero verlo!

 

- Así no puedes – Y con fuerza lo regresó a su sitio – Tienes que esperar…

 

- ¿Esperar? – Preguntó con tono irónico - ¿Realmente crees que puedo esperar?... Nosotros íbamos a ser felices, luego de tanto…. – Su voz se apaciguó - …Luego de tanto… ¿Por qué tuvo que pasar todo esto? No lo entiendo…

 

Extrañamente Guy sintió que su corazón se estrujaba al ver a aquel hombre que tanto decía odiar, desplomarse ante sus ojos ¿Qué no debía alegrarle su desdicha? ¿Y cómo hacerlo si era una desgracia que ambos compartían? Era tan extraña aquella situación.  Ante el abatimiento del rubio, el pelicastaño estuvo tentado de colocar la mano en su hombro, pedirle perdón, darle ánimos… pero no pudo, ni él mismo se podía animar ante tal hecho y se creía incapaz de proveer las palabras adecuadas en aquel momento.   

 

- Dicen… que las cosas pasan por algo. Quiero creer en eso – Fue lo único que pudo decir Guy para luego abandonar la habitación.    

 

***

 

Iason no dejaba de exigir que le dejaran ver al mestizo, finalmente el doctor decidió acceder a su petición y haciendo uso de una silla de ruedas, logró transportarse hasta la habitación en dónde tenían a su amado. Verlo en cama nunca le pareció más espeluznante, conectado por todos lados.

 

- Dígame… ¿Cómo se encuentra? – Miró al hombre de la bata blanca con absoluta seriedad – Dígame la verdad y de modo que lo entienda – Porque era erudito en su rama, que nada tenía que ver con medicina.

 

- El muchacho perdió mucha sangre. La bala no le dio a ningún órgano importante, pero cuando hay fallas y alteraciones en el intercambio de oxigeno, eso trae consecuencias.

 

- ¿Qué consecuencias? – Le presionó – Sin rodeos.  

 

- Deterioro de la conciencia. Ha caído en un coma profundo.

 

- ¿…Cuándo va a salir de él…? – Parecía un autómata. Su respiración empezó a agitarse. Le empezó a doler la cabeza…

 

- Eso no puedo asegurárselo. Cada organismo actúa de manera distinta. Hay personas que tardan en despertar días, semanas, meses… o incluso años. Sobre ésta clase de estados clínicos nunca se está seguro de lo que pueda ocurrir…

 

Fue demasiado para el Mink…

 

Como pudo se levantó de la silla y llegó hasta dónde se encontraba “durmiendo” el pelinegro.

 

- ¡Riki! ¡Despierta! – Empezó a hamaquearlo, completamente fuera de sí - ¡Tienes que despertar!

 

- ¡Señor! – Gritó el médico.

 

- ¡Regresa conmigo…! ¡¿Cuántas veces más voy a soportar el perderte…?!

 

- ¡Agárrenlo!

 

- ¡¡No!!... ¡¡¡¡RIIIIIIIIIIIIIIKIIIIIIIIIIIII!!!!

 

Llegaron varios hombres y agarraron al alterado rubio, le inyectaron un sedante para tranquilizarlo.

 

- Riki… Riki… mi amor… no me dejes… ya no… me dejes…

 

- Tiene que pensar en su propia recuperación señor Iason, no puede hacer otra cosa – El médico se dirigió a los enfermeros - Llévenlo de vuelta a su habitación. No quiero que se vuelva a alterar. Manténganlo sedado si es necesario – Ordenó mientras se arreglaba la bata.

 

Ante el alboroto, Guy se había acercado hasta la habitación y observado toda la escena. Miraba con tristeza en el corazón el modo en que Iason había tomado lo de Riki.

 

- “No me había atrevido a contarle la verdad por temor a su reacción. No me esperé esto… Sólo yo había sentido tanto sufrimiento por Riki. Éste hombre… realmente lo ama”

 

Lo comprendió. Lo sintió.  

 

***

 

El blanco… en las paredes, en el techo en las sabanas.

 

El blanco. Empezó a odiar ese color.

 

- Señor Iason… ¿Me oye?

 

- …

 

Quería tanto ver el verde de las hojas. El verde de la colina en donde Riki se había arrojado como si fuera un niño.

 

- Señor Iason. Sé que me oye – Mencionaba la mujer ante el hombre que no dejaba de mirar al techo y de imaginarse la copa de los árboles – Si se niega a comer me veré obligada a ordenar que lo alimenten vía intravenosa.

 

- …

 

- Sé que es difícil, pero tiene que darle fuerzas a ese muchacho que está batallando por su vida – Estando al tanto de la situación.

 

- No va a despertar ¿Verdad? – Mencionó en un murmullo.

 

- ¿Eh?

 

- ¿A cuantas personas ha visto salir de un coma? 

 

- Pues… no muchas, pero he visto, si – Mencionó – Pero eran pacientes que tenían a sus familiares y seres queridos a su lado, dándole apoyo… no echados a morir en una cama – Colocó su mano sobre la del hombre – Piénselo – Seguidamente dejó al  rubio solo en el cuarto.

 

Y la soledad de nuevo vino a hacerle compañía, vestida de blanco.

 

- “No puedo con esto… ya han pasado… no sé cuanto tiempo ha pasado… me aterra preguntar… no quiero saberlo… no quiero saber que Riki está en un sitio dónde no puedo alcanzarlo… otra vez…”

 

Estuvo un rato así, pensando.

 

- Iason.

 

Guy se atrevió a entrar en la habitación del rubio. Se acercó más el hombre no le miró.

 

- Ya que eres el único que puede oírme te lo digo:… perdóname. No sabes cuan arrepentido estoy… y por más extraño que te parezca te voy a pedir que por favor te levantes de esa cama. Riki te necesita de pie… también… me enteré que le dijiste a la policía que todo había sido un accidente de caza… gracias por eso.

 

- No es necesario que me lo digas… - Habló por fin usando un tono de voz reacio – Eso lo hice por Riki. Te advierto que decidí levantarme antes de que vinieras a pedírmelo… - Agregó: - Riki te necesita a ti también, estoy consiente de eso.

 

- Iason…

 

En cuanto Sid y los demás muchachos se enteraron de la situación de Riki, no dudaron en ponerse en marcha. Fue una odisea completa, siendo que los pensamientos negativos no los abandonaron hasta que pusieron los pies en el hospital y lograron ponerse al tanto con las noticias.

 

- ¡Guy! – Norris corrió hasta dónde estaba el pelilargo - ¿Cómo está Riki?

 

Guy desvió la mirada.

 

- Aún no despierta.

 

- ¿Eh?... ¿Se va a morir? – Preguntó Rourke de un tajo.

 

- ¡No digas eso insensato! – Norris estaba que se lo creía – Él no morirá… al menos no tan joven…

 

- ¿Qué fue lo que pasó? – De nuevo intervino Rourke.

 

- ¿Podemos verlo? – Preguntó Norris.

 

El pelilargo dejó que Rourke y Norris se aventuraran a ver a Riki, mientras que mantenía la mirada fija en el peliblanco que no había mencionado ni una sola palabra.

 

- Sid… - Le dolía que lo viera de aquella manera. Se acercó hasta el hombre – Dime algo… lo que sea…

 

PLASS!!

 

Permaneció con el rostro ladeado, algunas enfermeras que estaban alrededor se mantuvieron cohibidas.

 

- Eso es por desaparecerte – Exclamó el peliblanco con absoluta seriedad.

 

- …

 

- No sabes lo preocupado que estuve sin saber de ti por días, luego de darme cuenta de que te había llevado mi pistola. Tantas cosas pasaron por mi mente… y de pronto me entero de esto…

 

- Entenderé si no quieres volver a verme.

 

Ante sus palabras Sid se apresuró y lo acogió en un abrazo. Guy se sumió en la confusión.

 

- No es lo que quiero…  para nada quiero eso. Dime Guy ¿Por qué lo hiciste? Tú no eres una mala persona…

 

- Yo no planeé esto. Sólo quería que Riki volviera a Ceres…

 

- ¿Y luego de que volviera qué? ¿Ah? ¿Me ibas a dejar?    

 

- Sid… yo… - No lo hubo pensado, sus celos lo cegaron de tal manera que todo lo demás pasó a segundo plano – Lo lamento… nunca fue mi intención lastimarte.

 

- Te amo Guy – Confesó – Y no desistiré hasta que no sientas lo mismo.

 

Raoul solía comunicarse con su hermano a través del uso de cartas, le pareció un tanto extraño que tardara más de lo habitual en contestarle la última que le había mandado. Cuando recibió la respuesta, el Am tuvo que sentarse por el asombro. La llegada del ex amante de Riki y lo que provocó con un arranque de celos… Raoul recordó la época en que amaba a Iason, donde varias veces se imaginó aniquilando al mestizo a través del uso de algún arma de fuego, pero siempre su sentido común lo detenía antes de pensar en llevar a la realidad semejantes planes de ataque.

 

- Que desgracia… pobre de mi hermano.

 

Iason había pensado en no notificarle nada al ojiverde, lo menos que quería era empañar la felicidad que Raoul le describía en sus cartas, pero la necesidad de desahogo lo hizo querer hacer valer los pasados tiempos de confidencia.  

 

- Tengo que ir hasta allá, Iason me necesita.

 

- ¿Quieres que te acompañe?

 

- No. Quédate con Ema y encárgate de los asuntos de la escuelita. Si te quedas a supervisar la obra estaré más tranquilo.

 

- Nunca me esperé que llegase a ocurrir algo así – Comentó Katze ante el estado de Riki – Iason debe estar consciente de que en casos como estos…

 

- Razón más que suficiente para que su hermano esté con él.

 

No le avisó que llegaría, por lo que el Mink se sorprendió cuando a la semana de haber mandado la carta, el hombre se había aparecido en el hospital. Ambos se sorprendieron del aspecto del otro, más revitalizado y lleno de vida el del ojiverde y más apagado y consumido el del ojiazul; más fueron condescendientes y no mencionaron nada sobre ello.

 

- ¿Cómo estás Iason? – Preguntó una vez el Am en uno de los tantos silencios en los que solía meterse el Mink.

 

- Bien… mi pierna casi ha sanado por completo. Aunque usaré la muleta por un tiempo más…

 

- ¿Y cómo te sientes? – Tratando de enfocarlo en la parte sentimental.

 

- ¿Cómo quieres que me sienta? – Sonrió, irónico – La persona que amo está postrada, inerte en una cama. No hay día que no pida como un demente por él, ni noche que no despierte aterrado al recordar en sueños que lo he perdido una vez más…   

 

El Am sintió pena  por su hermano, deseó con todas sus fuerzas ser capaz de hacer algo para mitigar su dolor, pero era tan incapaz… sólo podía escucharlo, oír todo lo que tenía por dentro y lo estaba desgarrando, eso y abrazarlo.

 

Para evitar que la depresión continuara abarcándolo, el rubio de los ojos azules le pidió a Raoul que le relatara sobre su vida en Diedo. Estaba al tanto del cuento resumido por escrito, pero escuchar aquellas cosas que se pasan por alto lo tranquilizó y mitigó un poco su angustia.

 

- ¿No volverás a vivir en Tanagura?

 

- No lo sé… no lo creo. Me gusta vivir allá. Todo es más tranquilo y ya me he acostumbrado.

 

- Raoul – Cambió su tono - No tienes que quedarte a acompañarme en esto. Te lo agradezco pero puedes irte.

 

- Pero quiero hacerlo. Eres mi hermano ¿Cómo abandonarte en un momento como éste?

 

- No es necesario que te sientas con esa obligación.

 

- Pero…

 

- Como tu hermano te lo digo: Me sentiré mucho mejor si vuelves a tu vida en Diedo, que permaneciendo aquí. Tu felicidad no debe opacarse por mi dolor.

 

- ¿Y crees qué yo voy a poder ser feliz sabiendo que estás sufriendo aquí solo?

 

- No estoy solo. Guy está aquí también…

 

- No te veo tratando mucho con él.

 

- Mantenemos las distancias pertinentes.

 

- ¿Lo odias? Sería entendible luego de lo que ha hecho.

 

- Yo no sé… una parte de mí si lo odia, una parte que desea verlo ocupando el lugar de Riki en esa cama… pero la otra parte, entiende lo que pudo sentir en ese momento, entonces el odio ya no tiene sentido… No estoy muy seguro… No tengo cabeza para pensar en ello con claridad.

 

La visita de Raoul logró reconfortarlo, más era evidente que para el ojiverde era difícil estar separado de su amado, aunque lograra disimular muy bien aquella incomodidad. Iason agradecía de todo corazón semejante sacrificio. El Am le dejó prometiéndole que regresaría en cuanto le fuera posible, pidiéndole a su hermano que lo mantuviera informado de todas las eventualidades.

 

Lo mismo pasó con los muchachos de Bison, retornaron a sus vidas habituales, incluyendo al propio Sid, quién se fue más tranquilo al darse cuenta de que Guy se encontraba con bien.

 

En lo que respecta a Iason y a Guy, por largo rato no se volvieron a dirigir la palabra. Sentían que no había necesidad. No sabían qué decir ni cómo comportarse delante del otro, por lo que preferían hacer lo más cordial en aquellos momentos: Ignorarse. Aunque claro, no faltaban las ocasiones en que chocaban al salir o entrar en la habitación del muchacho durmiente, en esos breves instantes, se acordaban, sacaban a flote ese sentimiento que como un escozor se apoderaba de sus entrañas. Guy se sentía culpable, Iason resentido.

 

Y así les funcionó la convivencia en aquel hospital, entre las cuatro paredes blancuzcas que custodiaban a Riki.     

 

*** En algún lugar ***

 

El sitio en dónde se encontraba era sumamente oscuro, pero extrañamente era cálido y acogedor. Estuvo un tiempo así, sumido en ese espacio que no tenía ni principio ni fin.

 

Las veces que intentó abrir los ojos fue inútil ¿O acaso ya los tenía abiertos? A su visión sólo llegaba el color negro y ni un ruido le atravesaba los oídos.

 

No se cuestionaba si había muerto pues no razonaba sobre su propia existencia.  

 

- ¿Dónde estoy…?  - Una vez se lo planteó - ¿Quién soy…?... ¿Cuándo…?

 

Pero de nuevo se entregaba al olvido del letargo. Más en una ocasión oyó algo, una voz tenue que lo llamaba a lo lejos…

 

Riki

 

Aquella voz lo estuvo llamando hasta que por fin la reconoció… El muchacho entonces pudo ver algo. Poco a poco fue recordando… Entonces se dio cuenta de quién era, se acordó de su propia existencia.

 

- ¡Mamá!

 

Todo se volvió de un blanco intenso. Pudo ver nítidamente a la mujer y su propio cuerpo. Al darse cuenta de que era su madre la que lo llamaba, el muchacho se volvió niño y corrió sobre un piso inexistente hasta los brazos de su madre.

 

- Mamá…

 

- Riki ¿Qué haces aquí? – Le sorprendía su estadía en aquel lugar.

 

- Te extrañé mucho, mamá…

 

- Yo también te extrañé.

 

El abrazo fue para el niño como una capa protectora. Estuvieron así, como si no importase nada, compartiendo de aquel lazo que únicamente en lo astral se mantenía. Riki volvió a olvidarse de todo lo demás, para él sólo importaba aquel momento con su madre, momento que dejó de ser momento y se extendió, como si hubiese sido detenido en el tiempo.

 

- Mi pequeño Riki… - La mujer le acariciaba los cabellos, sabiendo que era perjudicial que el muchacho insistiera en quedarse allí o decidiese seguirla – Ya tienes que irte.

 

- ¡No quiero! – Negó fuertemente con la cabeza – Me quiero quedar contigo para siempre – Teniendo miedo de volver a quedarse solo.

 

- No puedes hacer eso.

 

- Pero… - Las lágrimas empezaron a desprenderse de sus ojos - ¿Por qué mamá?... ¿Por qué no puedo quedarme contigo…? – Se aferraba con fuerza a la mujer.

 

- Porque no perteneces a éste lugar. Tienes a alguien que te espera. Un hombre que te ama y un hijo que aún no has conocido.

 

Como una ráfaga se acordó de todo lo olvidado.

 

¡Iason!

 

De pronto fue jalado de un tirón de los brazos de su madre y de nuevo cayó en la negrura.

 

- Tengo que ir hasta dónde está Iason… - Se movía de un lado a otro, inquieto -  Tengo que ir con él… Yo… ¿Qué es lo que tengo que hacer? – Se sentía como flotando en un mar infinito – Cuanta tranquilidad… cuanta paz… - Dejándose arrastrar de nuevo por el olvido.

 

Fue acunado de nuevo por aquella sensación de eternidad. Estuvo a punto de entregarse cuando algo lo jaló hacía lo profundo de aquel “agua” que se formó de la anda. Sentía que no podía respirar, ese algo lo tenía agarrado y no lo dejaba librarse, batalló contra lo que no veía y como pudo llegó a la superficie.

 

- Cof… cof… - Permanecía arrodillado, con las manos en el suelo, tratando de recuperar el aliento.

 

- Riki ¿Qué haces ahí?

 

La voz le encendió la razón y al levantar la vista se halló con él. Era su padre ante sus ojos, a pesar de la falta de luz, era capaz de distinguirlo.  

 

- Tú…

 

- ¿Qué haces ahí tirado? Levántate Riki – Demandó con autoridad.

 

- Déjame solo.

 

- Levántate Riki – Una vez más.

 

- Tsk… no necesito que me digas que hacer – Como pudo se puso en pie y se jactó de su tamaño ante su padre – Puedo hacerlo sin tu ayuda – Pero las piernas le fallaban.

 

- ¿Estás seguro?

 

De un soplo Riki volvió a convertirse en niño, perdió su tamaño y su coraje. Volvió a caer de rodillas.

 

- Levántate Riki – Volvió a proferir el mayor.

 

- …No me lastimes… - Pedía el niño.

 

- Sólo quiero ayudarte.

 

- Intentaste matarme…

 

- No. Mira tú mismo quien ha sido – Y señaló hacia el “suelo”.

 

Riki miró al lugar en donde había estado flotando, en dónde sólo había color negro de pronto empezó a formarse un reflejo. Era su rostro evidentemente el que se mostraba.

 

- Esto… - Cuando giró a ver a su padre, él ya no estaba, en su lugar… estaba un Riki más maduro, su yo adulto  - ¿Quién eres?

 

- Soy la parte de ti que pertenece a tu padre.   

 

- “Y yo soy la otra que pertenece a mi madre” – Aquella frase le vino a la mente mientras se miraba la palma de sus pequeñas manos, pues seguía siendo el pequeño Riki.

 

- Dime ¿Sabes qué haces ahí tirado?

 

- Yo… no lo sé…

 

- ¿Sabes siquiera porque estás aquí?

 

- … - De nuevo era tan difícil recordar.

 

- Ya posees la parte de tu madre que te corresponde, la aceptas, la asimilas… por tanto es parte de ti. Pero… ¿Qué hay de mí? ¿La parte de tu padre? Me posees, pero no me aceptas… no me quieres…

 

- …

 

- Dime ¿Crees qué puede existir alguien que insiste en dividirse a la mitad?

 

- Yo existo…

 

- ¿Estás seguro?

 

- ¡! – Lo hizo dudar.

 

- Si existes ¿En dónde estás ahora? ¿Cómo? ¿Cuándo? – Volvió a generarle aquellas incógnitas que no dejaban de mortificarle.

 

- ¡¿Cómo quieres que sepa eso?!

 

- Entonces ¿Cómo estás seguro de que existes?

 

- Yo… tengo que existir… porque tengo todos estos recuerdos…

 

Los recuerdos empezaron a mostrarse por doquier, el pequeño Riki se encontró consigo mismo siendo egoísta, tratando a los demás del modo equivocado, haciendo sufrir a los que esperaron quererlo… no sería exagerado decir que tuvo la oportunidad de revivir toda su vida como si la estuviera viendo en una película, aunque los acontecimientos se encontraban dispersos y era libre de salirse de un recuerdo si así lo deseaba.

 

Uno de los recuerdos le llamó mucho la atención y el pequeño Riki se aproximó para verlo, más de cerca…

 

Su padre se hallaba sentado mirando a lo lejos, en su rostro podía leerse la melancolía. Vio sus labios moverse silenciosos al principio.

 

- Yo lo recuerdo… - Mencionó Riki.

 

El recuerdo se repitió y está vez se acordó de sus palabras.

 

- …Perdónenme… - Y luego su padre derramaba una lágrima.

 

¿Cómo lo había olvidado? Era un recuerdo tan antiguo que lo había impresionado, ver a su padre el que jamás lloraba hacerlo cuando era un niño… aquella mirada la conocía en su propio rostro.

 

Tuvo una especie de conexión con su padre a través del recuerdo, pudo ser capaz de sentir por completo todo lo percibido por el hombre en aquel momento. Lo comprendió.

 

- Nunca me tomé el tiempo de preguntarme… qué era lo que te había pasado para que te volvieras así… algo que guardabas, algo que te hubo marcado, algo que viviste… ah… me hubiese gustado tenerte ahora, me molestaría contigo, nos pelearíamos, lloraríamos juntos y te perdonaría… porque también soy padre y entiendo que hay cosas que no se pueden evitar y otras que si… como el odio… odiarte no me ha generado más que eso, alejarme de la parte de ti que está en mí por derecho…

 

- Riki… - De nuevo el Riki adulto se estacionó en su espalda, sintiendo el deseo de abrazarlo.

 

- Ah… Como quisiera ser capaz de protegerte – El pequeño Riki metió las manos en el agua y entró en ella con suavidad – No permitir que aquel mal ennegreciera tu corazón… pobre de ti…

 

Flotaba, se sentía más ligero. Iba de un lado a otro con más facilidad que antes.

 

- ¿Qué es esa voz?...  alguien me habla…

 

“Dentro de mí, como una lucecita moribunda, aleteaba la esperanza vehemente, increíble e insensata, de que quizá pudiéramos volver atrás, de que el guía se dejase persuadir y que finalmente se nos ahorrara todo esto. Y en realidad, ¿por qué no? ¿No era acaso mil veces más hermoso el lugar de donde veníamos? ¿No fluía la vida allí más rica, más cálida y estimable? ¿Y acaso no era yo un hombre, un ser ingenuo y efímero con derecho a un poquito de dicha, a un rinconcito de sol, a una vista llena de azul y de flores?

 

 

«¡Quiero, quiero, quiero!», cantaba el guía sin cesar. ¡Oh, si hubiese podido regresar! Pero, con la ayuda asombrosa del guía, hacia tiempo que trepaba por los paredones y sobre los precipicios, para los que no existía ningún camino de vuelta. El llanto me ahogaba por dentro, pero no podía llorar, eso menos que nada. De manera que me uní con voz fuerte y porfiada al canto del guía, con su mismo compás y tono, pero yo no cantaba lo que él, sino esto: « ¡Debo, debo, debo!»

 

- Quiero ir hasta allá… hasta dónde está esa voz…

 

De un momento a otro, Riki sintió que emergía como a máxima velocidad. Subió lo más que pudo y cuando llegó al límite…

 

- Ah…

 

Se hallaba sentado en una cama.

 

- ¿En dónde estoy?  - No reconoció el lugar – Iason… - Sonrió al ver al hombre dormido en una silla – Ia…

 

Detuvo cualquier movimiento de levantarse, algo estaba mal, no se “sentía” como debía sentirse… giró la cabeza y halló a su cuerpo físico acostado en la cama.

 

- ¡! ¿Qué mierda…? – Se miró las manos. Buscó de levantarse y literalmente flotó en la habitación - ¿He muerto? Dios mío… pero… ¿Por qué sigo aquí?

 

- Riki… - Iason se despertó, cerró el libro que tenía abierto y miró hacía la cama – Tuve un sueño – Comentó – Soñé que despertabas… ¿A qué es un sueño maravilloso?      

 

- ¿De qué estás hablando Iason? Estoy despierto… - Volvió a mirar atrás y se dio cuenta en el Riki que reposaba sobre la cama - Iason… ahora entiendo,  él no puede verme ni escucharme… ¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué…?

 

Ante la inestabilidad del cuerpo astral de Riki, éste no tardó en ser “absorbido” de nuevo por el cuerpo físico. Aquella situación se repitió unas tantas veces, sólo que a pesar de que Riki trataba de mantener el control, el miedo de ser incapaz de retornar si permanecía mucho tiempo afuera, era lo que lo hacía volver a su sueño. Sin embargo, se alegraba con ser espectador de la tercera dimensión en aquellos pequeños “viajes”, donde así fuera por unos instantes, era capaz de ver a su amor.

 

***

 

Luego de los instantes que podría considerarse abarrotados de locura y de inminente perdición, Iason y Guy pasaron a tener una relación más cercana, siendo que no tenía caso continuar odiándose entre sí. Guy le pidió perdón a Iason tantas veces que la cuenta se perdió, el rubio le perdonó, llegando incluso a ponerse en los zapatos del pelicastaño ¿Y cómo señalarle por tener aquel instinto asesino cuando él mismo en aquel establo, estuvo a escasos segundos de acabar con la vida del que era su gran amor? No tenían pensado volverse los mejores amigos, pero eran conscientes de que la situación sería más llevadera si mejoraba la convivencia entre ellos.

 

Era inevitable que así ocurriese, siendo que el ser humano es meramente relacional; por más que se rechazaran, por dentro una parte de sí mismos rogaba por que se dirigieran la palabra.

 

- Toma – Le hacía entrega de una taza de café.

 

- Muchas gracias.

 

El tiempo era algo frío y los hombres se abrigaban como podían. De pronto, Guy empezó a reírse por lo bajo y el rubio con una curiosidad casi infantil, esbozó una sonrisa.  

 

- ¿Qué pasa? ¿Te acordaste de algo?

 

- Je je… si… - Jugaba la taza en su mano – En momentos así de fríos nada ni nadie podía sacarnos de la cama… - Guy detuvo su relato.

 

- Por favor, continua – Mencionó el ojiazul al darse cuenta de que el hombre no quería incomodarle con lo contado.

 

- Bueno… en Ceres el frío es mucho mayor que aquí. Había ocasiones en que nos quedábamos enrollados en las sabanas. Riki siempre ha sido muy friolento, a veces, con los pies completamente helados le tocaba alguna parte del cuerpo y el pobre se engrinchaba como un gato al que le han echado encima un balde con agua. Tanto así que a veces tenía que obligarlo a que se bañara ¡Y es que el agua se ponía muy fría!

 

- Ja ja me lo puedo imaginar.

 

La sonrisa de ambos era sincera, conocían a su moreno, sabían de qué estaban hablando.

 

- Aunque me sorprende que siendo así le gustara bañarse por las noches en la laguna – Mencionó Iason, pensativo.

 

- ¿Eh? ¿En serio? ¿Eso hacía?

 

- Si, lo hacía de vez en cuando. O al menos lo vi un par de veces en ese plan.

 

- Je… admite que lo espiabas – Lo miraba con los ojos entrecerrados.

 

- ¿Qué? ¿Tú no lo harías?

 

Luego de un silencio que duró apenas un par de segundos, no pudieron evitar estallar en risas. El amor hablaba a través de ellos y el amor no es egoísta, comparte con todos lo bello de sus vivencias.

 

Y ese amor que sentían por el muchacho fue lo que permitió que aquella situación tan apremiante, les sirviera a ambos de mucho. Teniendo un dolor compartido fueron capaces de ponerse varias veces en el lugar del otro, comprender sus razones, motivados por un deseo genuino de convivencia, más allá del goce mezquino del que se encierra a solas con su miseria. Lograron conectarse del modo en que es sabido que los corazones hacen, siendo esa necesidad de unión proveniente de la fuente creadora, ligada a ellos a través de lazos invisibles de amor universal, un amor genuino que abarca a todos, incluyendo a aquellos que alguna vez errónea e ignorantemente se señalaron como “enemigos”.

 

Nadie es enemigo de nadie. El excesivo amor propio es el que ciega y hace creer que hay amigos por un lado y enemigos por otros, amores y desamores… Iason y Guy estaban seguros que de haberse conocido en circunstancias distintas, habrían tenido una buena relación amistosa desde el principio, entablando largas charlas acogidos por anécdotas y licor.  

 

De pronto, la voz del Mink se llenó de seriedad.

 

- Guy… es necesario que yo también te pida perdón.

 

- ¿?

 

Antes de que el pelicastaño pudiera decir alguna cosa, el rubio se apresuró en continuar.

 

- Yo sabía que Riki tenía pareja, aún sabiéndolo me metí en la cabeza el hacerlo mío… Es cierto que no podemos controlar de quienes nos enamoramos, pero si somos responsables de lo que hacemos con ese amor. Debí alejarme al primer instante, pero no pude, lo que sentía era demasiado fuerte, tanto que no me importó pasar por encima de lo que consideraba moralmente correcto… Me comporté de la manera más baja y ruin, manchando lo más preciado que puede tener un hombre como lo es el amor, utilizando planes cada vez más mezquinos con intención de atraparlo… Fue muy imprudente y abusivo de mi parte entrometerme entre ustedes, me di cuenta de eso en el momento en que Riki iba a dejarme por ti, no tenía derecho a sentirme indignado por una supuesta traición...  Lo cierto es que, en ningún momento pensé ni en ti ni en Riki cuando quise imponer mi amor, luego ya era demasiado tarde… yo…

 

- No tienes que decir nada más Iason – Colocó su mano en el antebrazo del rubio – Así es esto del amor, se hace daño sin querer y se actúa lo mejor que se puede.   

 

- Guy…

 

- Además Riki jamás me correspondió. Es verdad que sintió algo por mí pero ahora me doy cuenta de que no era tan profundo como lo que yo sentía… él te ama es a ti, eso es lo único que importa – Sonrió – Ustedes deben estar juntos. Estoy seguro de que seré feliz si Riki lo es.

 

Iason se sintió conmovido por el grado en que hubo crecido el amor de Guy hacía Riki. Ahora era un amor puro que rebasaba la categoría de amor de amante. 

 

Los hombres acordaron en seguir teniendo su “tiempo a solas” con el mestizo, visita que sería considerada sumamente íntima y hasta sagrada. Guy le habló a Riki sobre  todo lo que hubo vivido tras su partida, esperando que el muchacho fuera capaz de oírle en sus sueños, a eso se le sumaban las vivencias del pasado y le prometía que cuando mejorase haría una fiesta tan enorme que no le importaría quedarle debiendo dinero hasta a los perros del camino. Iason seguía sentándose en la silla de la habitación, imaginándose que Riki dormitaba o como solía decir “descansaba los ojos”; sacaba entonces un libro y se dedicaba a leerle al muchacho como lo hubo hecho tantas veces en su hacienda, claro que el rubio extrañaba las elocuentes interrupciones de Riki o lo que era más insólito, cuando los mismos ronquidos del muchacho interrumpían la fluida lectura del Mink.

 

*** En algún lugar ***

 

Riki que ya se había habituado a flotar, también logró darle forma a las cosas, así como aparecer y desaparecer en cualquier sitio. En ocasiones aparecía en recuerdos de situaciones que ya había vivido – entonces las repetía las vivencias pero jugaba con la “realidad”, haciendo por ejemplo, que de pronto lloviera o que su cabello fuera de otro color -; también se había vuelto costumbre encontrar a personas que no conocía, no le prestaba atención a aquel detalle, se ponía con sus compañeros de sueño a inventar aventuras, saltando de precipicios, nadando en la tierra, caminando sobre el agua y pare usted de contar, hasta que los otros viajeros desaparecían y de nuevo Riki volvía a quedarse solo en lo que se había vuelto su universo. Para nada pensaba en su vida fuera de aquel lugar o al menos lo hacía en contadas ocasiones - cuando se acordaba de quién era -, cuando eso pasaba, era capaz de llegar hasta la habitación del hospital y observar a Iason o a Guy, leyéndole, hablándole de cualquier cosa o simplemente haciéndole compañía. 

 

En una de esas ocasiones extrañas dentro de sus sueños, se encontró de pronto con un ambiente algodonoso. Se aventuró más allá y caminó entre peluches de felpa hasta que algo llamó su atención. Se detuvo.

 

- Que muñeca tan linda – Exclamó examinando su rostro.

 

- No soy una muñeca – Contestó la niña pelinegra.

 

- Oh perdón. Creí que lo eras ¿Qué haces aquí?

 

- Esto jugando con el señor conejo.

 

La niña continuó sorbiendo de una pequeña tacita, llevaba puesto un vestido con muchos encajes y un conejo con rasgos humanizados hacía lo mismo.

 

- ¿Quieres jugar? – Emitió la criatura.

 

- Claro.

 

- Pero no puedes vestido así.

 

Riki se miró y de pronto se vio usando un traje, muy elegante.

 

- Siéntate y bebe tu té.

 

- Pero no quepo en tu pequeña sillita.

 

La pelinegra lo miró fijamente. Riki buscó de sentarse y la silla se acopló a su cuerpo. Fue distraído por una fila de galletas de animalitos que empezaron a bailar sobre sus cabezas. No pensó en comerlos, su danza era más interesante.

 

- ¿Y qué quieres comer? Tengo muchos – Le mostró la bandeja.

 

- Pero… esos son crayones.

 

- No seas bobo – La niña sonrió.

 

Riki tomó un crayón y al morderlo, sintió un sabor dulzón. Su cabello de pronto se pintó de un tono violeta.

 

- Hey… esto ya lo había hecho – Sonrió mientras se examinaba uno de los mechones de cabello. Se dio cuenta de que la niña tenía el cabello como el arcoíris – Eso no lo he hecho – Pero cuando buscó los crayones para imitarla, estos habían desaparecido.

 

- Oh… llego mamá.

 

Apareció una flor danzarina, se subió sobre la mesa y empezó a bailar.

 

- ¡Viva mamá! – La nena aplaudía.

 

- ¡Viva! ¡Bravo! - Riki se contagió con el entusiasmo de la niña y empezó a aplaudir.

 

La flor aumentó la velocidad de su baile. El conejo ya no estaba y en su lugar se hallaba un oso. El pelinegro abrió las palmas de las manos y la flor se subió sobre ellas para continuar bailando.

 

- Realmente es linda… mmm… Yo conozco ésta flor – La admiraba, enclaustrado en su baile. Los pétalos de la flor empezaron a caerse hasta quedar sin uno solo. La flor se detuvo - ¿Qué pasó? – Preguntó el moreno, extrañado ante la inmovilidad de la flor danzante.

 

La pelinegra se encogió de hombros.

 

Un sonido a lo lejos llamó la atención de ambos.

 

Chu chu!

 

- ¡Es el tren! – Exclamó la niña.

 

- ¿? ¿Cuál tren?

 

Cuando Riki se dio cuenta, ya la pelinegra se encontraba sobre el tren. Empezó a perseguirlo.

 

- ¡Apúrate! Te va a dejar – La niña se estiró lo más que pudo – Toma mi mano.

 

- No puedo... va muy rápido.

 

Y en efecto, el tren aumentó su velocidad hasta perderse con la niña. Al quedarse solo, Riki se percató de que había olvidado que podía hacer lo que quisiera en aquel lugar. Pero ya era tarde, el tren se había ido y por más que trató, no pudo hacerlo volver. 

 

***

 

Llegó el tiempo en que ni a Guy ni a Iason les importó compartir el tiempo para visitar al muchacho.

 

- Se ve tan pacifico - Comento Iason - Como si durmiera.

 

- Si... - Sonrió - ¿Sabes? Cuando despertaba por las mañanas lo que más me gustaba era contemplarlo mientras aún dormía.

 

- ¿En serio? Pensé que yo era el único.

 

- Je je... ¿Qué crees que pensaría Riki al respecto?

 

- Diría que somos unos maniáticos pervertidos.

 

- Tienes razón.

 

Guardaron silencio por un par de segundos, donde el sube y baja del pecho del joven acostado se volvió casi hipnótico.

 

Iason sintió los brazos del pelicastaño cubriéndolo.

 

- Iason... Lo siento. Si no fuera por mi culpa, Riki no estuviera en esas condiciones.

 

- Guy, ya hablamos de esto. Una vez me dijiste que las cosas pasaban por alguna razón. No tiene caso.

 

Y es que a pesar de que el rubio le hubiese perdonado, y por más que le insistiera que no debía sentirse culpable, Guy no podía evitar tener aquellos sentimientos. Iason salió de sus pensamientos cuando el pelicastaño le hizo entrega de una pequeña cajita.

 

- ¿Esto qué es?

 

- Ábrelo y lo sabrás.

 

Iason le hizo caso y no pudo creer lo que veían sus ojos. Era el anillo que le había obsequiado a Riki.

 

- No me equivoqué, si es tuyo. O al menos algo que tú le diste a Riki – Mencionó ante su reacción.

 

- Si… yo se lo di. Hace algún tiempo… ¿Cómo es que tú lo tienes? Me dijo que lo había perdido.

 

- Lo siento, eso también fue mi culpa. Se lo quité un día que cayó enfermo. No dejaba de sostenerlo entre sus manos, como si fuera un tesoro… lo conservé por enojo. Ahora te lo doy para que se lo devuelvas. Nunca debí quitárselo.

 

- Gracias… - Iason cerró la cajita.

 

- Voy a marcharme Iason. Sid quiere que formemos un hogar real y estar atado al amor que una vez tuve con Riki, no me lo permitiría. No puedo seguir engañándome, su corazón ya no me pertenece, por eso es mejor que me vaya... Estoy tranquilo porque sé que lo dejo en las mejores manos.

 

- Guy... – Sus palabras le dolieron, no esperó con que lo dejaría. Se había acostumbrado a su compañía… a tenerlo de soporte ¿Qué haría si Guy se iba y lo dejaba solo ante la realidad?

 

- Soy una persona detestable por dejarlo ¿No?

 

Iason negó con suavidad.

 

- No... El que te vayas y el que yo me quede. Ambas son nuestras decisiones. No debemos echarle la culpa a nadie ni recriminarnos por ello.

 

- Jum... Hablas igual que Riki.

 

- He pensado en trasladarlo a Eos. Los médicos no me aseguran mejor avance dónde sea que esté, pero es mejor intentarlo. No iba a comentártelo hasta estar seguro e incluso te iba a decir para que me acompañaras… pero, ahora que te vas… creo que lo mejor que puedo hacer es ir hasta allá…

 

- Entiendo. También pienso que sería lo mejor… lamento tener que dejarlos ahora ¿Me mantendrás informado?

 

- Lo haré.

 

El abrazo que se dieron fue sincero, un abrazo en dónde ambos se dieron fuerza para afrontar lo que estaba por venir.

 

De ésta manera luego de la partida definitiva de Guy a Ceres, Iason hizo todo el proceso para trasladar a Riki hasta la mejor clínica de Eos. Allí al menos podía irse a casa de sus padres de tanto en tanto para buscar refugio – de sus pensamientos inestables más que todo -; Evangeline estaba encantada de tener de vuelta a su hijo, pero se lamentaba de que fuera en aquellas circunstancias.

 

- ¿Cómo está Riki?

 

- Estable… pero al parecer no hay avances.

 

- Ya veo… - Amado contemplaba el apacible ser que se había vuelto su hijo – Iason… ¿Y si el muchacho nunca despierta?

 

- … - Se puso blanco como el papel, sintió que con aquella pregunta su padre le robó el aire de los pulmones.

 

- ¿Cómo mencionas algo así? – Intervino Evangeline – No te preocupes querido, tu padre no quiso decir algo tan terrible.

 

- Si lo quise decir. Iason tiene que ser consciente y realista de los caminos que se le pueden presentar – Miró al ojiazul - ¿Entonces? Aún sabiendo que existe la posibilidad de que no se levante de esa cama ¿Qué camino escogerás? ¿Te quedarás ahí tirado con él?

 

La rubia iba a intervenir, pero ante la mirada de su marido prefirió abstenerse.

 

- Quiero saber que tienes pensado hacer con tu vida Iason.

 

- Pase lo que pase, no abandonaré Riki…

 

Amado sonrió.

 

- Bien… aunque en ningún momento insinué que lo abandonaras a su suerte – Aclaró - Me sobra decirte que puedes quedarte aquí el tiempo que desees, aunque desapruebo por completo que me hayas cedido el control total de la hacienda en Tanagura, después de todo lo que hiciste para ganármela en esa carrera. Además estoy seguro de que Riki preferiría verte trabajando que “muriéndote de amor”.

 

- ¡Amado! – La mujer lo interrumpió estrepitosamente, no pudiendo aguantar más el modo en que el hombre se expresaba – No entiendo como puedes decir cosas como esas. Nuestro Iason está sufriendo por el hombre que ama.

 

- Me alegra mucho tu posición esposa mía, pero él sabe que lo que digo puede sonar cruel, pero es cierto. Los que se mueren de amor, para nada hacen honra al amor por el que dicen morir.    

 

 El mayor de los Mink abandonó la estancia. Evangeline se sentó al lado de Iason.

 

- Discúlpalo Iason, no ha querido expresarse de una manera tan ruda. Entiende a tu padre, todo éste tiempo sabiendo que su hijo ha estado sufriendo y es incapaz de hacer algo, a él también lo lastima tu sufrimiento – Lo que decía era cierto, ya que su marido le confiaba todo.

 

- Gracias madre… no me había dado cuenta. Aunque padre tiene razón. Riki no esperaría verme así.

 

La mujer tomó el rostro del rubio con ambas manos, reflejándose en sus entristecidas iris azules.

 

- Hijo mío… hay momentos en los que parece que el mundo se cae a nuestro alrededor, pero tanto en esos momentos tan difíciles como en los días apacibles, el amor aguarda para darle fuerzas al que lo necesite…

 

El abrazo de su madre y sus palabras le sirvieron de aliento.  

 

- Padre. Necesito que me ayudes con algo.

 

- Dime hijo. Lo que quieras.

 

- Necesito que me ayudes a encontrar una mujer.

 

- ¿Eh? – Amado tomó a Iason por los hombros - ¿Una mujer dices? – No estando seguro de haberle entendido – Iason… sé que te dije que debías seguir adelante pero… ¿Conseguir una mujer?... No, estoy en desacuerdo con esto. No puedes hacerle eso a Riki – Lo regañó.

 

- Estás malinterpretando las cosas padre. Se trata de la que fue protegida de Raoul. Se llama Mimea. Ella quedó embarazada de Riki y se fue de la mansión Am antes de dar a luz, no sabemos de su paradero ni del niño desde entonces. Le prometí a Riki que lo ayudaría a encontrarla pero… nunca pensé que sería tan difícil.

 

- Entiendo… todo esto que me dices es inesperado ¿Ella se vino para Eos?

 

- No lo sé.

 

- ¿Tienes idea al menos de donde pudo haber ido?

 

- No…

 

- Eso complica todo ciertamente. Veré en que puedo ayudarte.

 

- Gracias padre. 

 

*** En algún lugar ***

 

Para Riki era más habitual encontrarse en sus sueños vagando con adultos y jóvenes, pero de vez en cuando se encontraba con los infantes. Formaba entonces parte de sus fantasías y en ocasiones él se volvía niño y tomaba el control de los juegos.

 

En aquella ocasión Riki se acercó a la niña pelinegra que había conocido en el otro sueño. Era con quién tenía más encuentros recurrentes, por lo general cada persona que veía era “nueva”, pero la pelinegra siempre volvía y lo metía en sus maquinaciones. 

 

Ésta vez, la pequeña sostenía algo entre sus pequeñas manos.

 

- Oh… un pez dorado. Yo quiero uno – Espetó Riki.

 

- Pero ya tienes uno.

 

El moreno se dio cuenta de que también tenía un pez, pero a diferencia del de la niña, que daba saltos entre sus palmas, el suyo estaba inerte.

 

- Mmm está muerto.

 

- No esta muerto – La pelinegra sonrió – Shhh  - Chitó - ¿Qué no oyes? Está dormido.   

 

Riki sus manos hasta su oreja y oyó el ronquido del pez.

 

- Tienes razón. Está dormido.

 

- El pez es tu conciencia.

 

- ¿De verdad?

 

- No sé – Se encogió de hombros – Mi pececito me lo dijo.

 

Continuó encontrándose a la niña varias veces más, siguiendo jugando, charlando, cantando y hasta metiéndose en los recuerdos alterados del otro.

 

- Yo… conozco esa flor… estoy seguro de que he visto esa flor en algún lado – Mencionaba una y otra vez.

 

- No le gusta quedarse quieta… Siempre baila de aquí para allá - Bufó la niña – Encontramos una bonita maceta pero no nos quedamos con ella… otra vez bailó y bailó… estoy cansada de bailar…

 

- Si… ya veo – Agregó Riki hipnotizado por el baile de la flor – Al parecer agarró por mala costumbre el irse… al igual que aquella vez…

 

Y continuó flotando entre sueños infantiles.

 

***

 

Iason empezó a dar clases en la universidad central de Eos, uno de los amigos de su padre luego de enterarse de su estadía en la ciudad corrió hasta su casa y le ofreció el puesto que había dejado vacante un profesor a medio semestre por problemas de salud.   

 

No pensó que volvería a un salón de clases y mucho menos para hacer de profesor. Aunque ciertamente fue una experiencia muy grata para él, sentía que podía despejarse de sus problemas mientras enseñaba.

 

- Profesor Mink, buenas tardes – Saludaron unas estudiantes suyas.

 

- Buenas tardes.

 

No tardó en volverse popular, tanto con las chicas como con los muchachos. Le invitaban a fiestas, cocteles y eventos especiales, asistía por pura formalidad, pues en el momento en que intentaban conocer sobre su vida, más que nada sobre su situación sentimental, se marchaba sin decir una palabra.

 

Cuando no estaba dando clases o ayudando en alguna investigación, se la pasaba metido en el hospital, relatándole a Riki lo acontecido. Muchas veces pensó en casarse con él aunque estuviese en ese estado… traería al párroco, los testigos y los anillos. Soñando que con un beso de amor verdadero, el joven despertaría y se levantaría de la cama, como en las historias de amor…

 

Pero siempre la esperanza lo hacía aguardar.

 

Hasta que estuvieron a punto de cumplirse siete meses desde que Riki hubo caído en aquel estado.

 

- Riki... ¿Sabes que día es hoy? - Le tomó de la mano como muchas tantas veces hizo - Es mi cumpleaños. Una vez dijiste que me regalarías algo especial cuando llegara ese día... ¿Lo recuerdas? - Su voz se quebró - Sólo quiero que despiertes... que vuelvas conmigo…  Eso es lo que más quiero en éste mundo - Escondió su rostro lloroso sobre el colchón – Nada más…

 

Lo oía. Siempre lo hacía.

 

Sacó fuerzas y no supo como lo logró…

 

- “Siénteme… siénteme… Iason”

 

De pronto, un roce. Iason detuvo el sollozo al sentir lo que parecía un acto reflejo del cuerpo del joven. El primero que tenía desde que entró en aquel coma.

 

- Riki… te has movido – No cabía en su asombro. Se acercó a su mano - ¿Puedes oírme? – En el instante en que el dedo del pelinegro volvió a moverse, Iason abrió los ojos al máximo.   

 

Fue raudo a buscar a un doctor. El hombre luego de examinar a Riki le mencionó al Mink que no debía esperanzarse tanto, que aquellos actos reflejos no significaban que hubiera gran avance.

 

Pero el Mink se volvió sordo ante sus palabras. Permaneció el tiempo que se le permitía al lado del mestizo, aguardando… hablándole y dándole ánimos.

 

Otro día se repitió el acto y luego aparecieron otros ¡Incluso había abierto los ojos! Aunque luego los cerrara o mantuviera la mirada perdida. Iason no sabía como tomar sus reacciones, como comportarse ante ellos… se suponía que ante algo de esa magnitud debía comunicarse con Guy o con Raoul ¡O con quien fuera! Pero se mantuvo callado, como sumido en un estado de shock que lo hubo atrapado y no lo dejaba actuar coherentemente.

 

El doctor  empezó a hacerle más exámenes y seguimientos que antes, cuando consideraba que todo estaba perdido. Fue en una de esas ocasiones en las que terminaba de dar el chequeo, ante la buena respuesta del paciente, se sintió capaz de dar la buena nueva. Contra todo pronóstico Riki logró salir del coma profundo en el que se había encontrado inmerso, pero Iason fue advertido que la recuperación  sería algo lenta y que no estaban seguros de que volviera a su vida normal.

 

Al principio no podía hablar, hacía uno que otro sonido y en ocasiones, Iason se daba cuenta de que el muchacho se sentía frustrado de no poder expresarse verbalmente y de la poca movilidad de su cuerpo.

 

- Ia…a….

 

- No te esfuerces Riki. Ya verás como pronto volverás a hablar – Se sentía dichoso de sólo verlo despierto.

 

Como era incapaz de escribir – podía mover las manos pero muy torpemente – Adoptaron un método practico para comunicarse. Iason le anotó el abecedario completo en una hoja, cuando Riki quería decirle algo le iba señalando las letras hasta formar la palabra y finalmente la oración. La vez en que el rubio le comentó que se sentía como si estuvieran jugando a la ouija, ambos se rieron.

 

El Mink se la pasaba siguiendo la punta de su dedo, encantado con cada conversación que tenían.

 

- Tengo que irme Riki. Tengo que dar clases, faltaría pero mandé a los muchachos a hacer varias investigaciones. Sería un abuso de mi parte no presentarme.

 

Tras un sonido el pelinegro asintió.

 

- Volveré lo más rápido posible – Le acarició para luego besarle. Antes de apartarse se dio cuenta de que Riki quería decirle algo, fue juntando cada letra hasta obtener: - T…e…a…m…o… - Iason sonrió, era lo que más le decía – También te amo Riki.

 

Al quedarse a solas, Riki solía intentar retomar el control de sus extremidades y sobretodo, intentaba hasta el cansancio hacer uso de sus cuerdas vocales. Le parecía increíble que algo tan sencillo como decir un nombre le costara tanto trabajo.

 

- “Tengo que hacerlo… tengo que decirlo…”…Ia… ia… i… uf… ia… ia… son…

 

El doctor le hubo pillado en una ocasión, notificándole que no se sobre esforzara, la mejoría vendría poco a poco. Pero Riki era muy impaciente. Una noche se la pasó horas enteras intentando decir el nombre hasta que se quedó dormido.

 

Para evitar regaños prefirió guardarse sus avances para sí mismo. Hasta el día en que se sintió más seguro.

 

- Ia…son…

 

Al escucharlo, el Mink sintió una cálida sensación en su pecho.

 

- Riki… has dicho mi nombre – No cabía de la alegría.

 

- Ia… son… “Ya casi… ya casi…”

 

- No te esfuerces mi amor – Trató de detenerlo.

 

- Te… a…mo… Ia…son… - ¡Se sintió victorioso al poder decirlo!

 

Las lágrimas empezaron a brotar de los ojos azules sin previo aviso, las primeras palabras del joven eran para expresarle su querer… se sentía el hombre más feliz del mundo.

 

- No… no… llo… res – Pidió como pudo. No había querido provocar el llanto en el rubio.

 

- ¡¿Cómo no quieres que llore?! – Lo abrazaba con fuerza – Oh Riki… esto es un hermoso regalo…

 

Y de esa manera, Riki empezó a mejorar de manera milagrosa. Sus amigos no dejaban de visitarlo. Volver a ver a Guy fue muy sentimental, ambos lloraron y Guy le pidió perdón aferrándose al joven. Riki no le guardó rencor en ningún momento, el cariño que sentía por él seguía en su corazón y se alegró de que el hombre fuera feliz al lado de su amigo Sid.

 

Sentía que la vida le había regalado una segunda oportunidad. Ponía todo de su parte en su recuperación.

 

Incluso como terapia le recomendaron que le escribiera cartas a su hijo.

 

Hijo mío… ¿Dónde estarás? Ya debes de saber muchas palabras, papá ya está pudiendo decir todas las que se sabe sin que se le enrede la lengua.  Me pregunto si alguna vez te oiré decir “papá”.  Yo ya puedo decir “hijo” y quisiera muchísimo que lo oyeras… papá también está aprendiendo a caminar otra vez, tú ya debes de ser todo un experto.  Me gustaría caminar hacia ti y poder tomarte de la mano y pasear  juntos, hasta podríamos correr. Sentir la grama en nuestros pies…el aire en nuestros rostros… ver la lluvia caer… chapotear en los charcos y subir a los árboles…  Lo próximo que quiero hacer es volver a cabalgar, porque eso si quiero enseñártelo hijo mío, por eso tengo que volver a hacerlo… por ti…

 

La mejoría de Riki fue tal que le permitieron a Iason sacarlo del hospital para llevarlo a su casa en Eos, claro que tenía que continuar visitando el hospital para sus tratamientos. El Mink le contrató incluso una enfermera particular, en contra de la voluntad del chico.      

 

Raoul y Katze fueron de visita y llevaron consigo una enorme sorpresa. Un bebé de unos cuantos meses, el cual había nacido producto de la inseminación artificial ¿La madre? La mismísima Ema se hubo ofrecido a llevar en su vientre la criatura portadora de los genes del Am, de ésta manera, el niño tendría rasgos de ambos amantes. Como resultado tuvieron un niño pelirrojo de hermosos ojos verdes.

 

- Se llama Leonardo Fernando Am – Mencionó muy orgulloso Raoul.

 

- Es tan… - Riki prácticamente se derritió al verlo - ¿Puedo cargarlo?

 

- Por supuesto.

 

El rubio se lo entregó y Riki se sintió dichoso.

 

- Me sorprende que no nos hallan contado nada las veces que vinieron – Mencionó Iason – Eso fue muy cruel.

 

- Lo siento, me moría de las ganas de decirte, pero estaba seguro que lo mejor era aguardar el momento indicado. 

 

 - Ja… Tú y tus melodramas Raoul… - Exclamó - Es tan idéntico a ustedes dos – Sintió un deje de envidia.

 

- Todo gracias a mi hermana Ema. Nos dio la bendición más grande que se le puede dar a un ser humano, la de ser padres – Katze se dio cuenta de que con sus palabras había hecho entristecer a Riki.

 

- Katze – Raoul se percató y le regañó – No seas tan imprudente.

 

- Tranquilo Raoul… estoy bien.

 

- Riki…

 

- Me alegro por ustedes… se ven como una familia feliz… - Sonrió, no quería para nada el ambiente melancólico que se hubo formado.   

 

Iason y Raoul aprovecharon que Riki y Katze se quedaron con el bebé para hablar un poco.

 

- ¿Has logrado averiguar algo sobre el paradero de Mimea?

 

- Nada.

 

- Santo cielo, parece que se la hubiera tragado la tierra – Raoul suspiró – Siempre fue muy astuta.

 

- Aprendió del mejor maestro – Sonrió.

 

- No sólo aprendió las malas mañas de mí – Le devolvió la sonrisa.

 

- Es increíble… todo esto que nos ha pasado. Mi padre dice que hemos heredado la vena trágica de Fernando.

 

- Je je ese Amado, tal vez tenga razón. Mi padre… digo, nuestro padre siempre fue… muy dado al drama.

 

- Sólo espero que el pequeño Fernandito no sea iluminado por tan mala estrella.

 

- Oh, no quiera Dios… - Emitió el Am, no deseando que su hijo pasara por ninguna de las angustias que sus padres habían tenido que pasar.

 

- No me esperé verte como padre. Al menos no uno tan cariñoso – Le impresionó verlo tan apegado al pequeño.

 

- Sabes Iason, cuando compartes con niños te das cuenta de que el que no ha deseado así sea una vez ser padre, es que no ha sido tocado por la verdadera inocencia.

 

- Poético. Ciertamente nuestro progenitor también te heredó eso.

 

- ¿Qué hay de ustedes? ¿Piensan tener hijos?

 

- Aún es muy pronto para cuestionarse algo así. Es verdad que Riki se ha recuperado de manera sorprendente por fuera, pero por dentro sé que sufre por no tener a su lado a su hijo… no quisiera generarle más heridas. Yo me conformo con tenerlo a él. Sería capaz de quedarme sin herederos.

 

- Entiendo…  nosotros iremos hasta la casa de mi madre a presentarle a Leonardo, desde que le comenté por carta todo lo de mi relación con Katze, no ha parado de decirme que quiere conocerlo… pero tú sabes, hemos estado muy ocupados y no es como que la soporte mucho.

 

- Más bien te has tardado. Le llevarás para que conozca al yerno y al nieto de un sólo golpe.

 

- Un solo viaje es mejor – Respondió junto a una sonrisa.

 

Riki por su parte, disfrutaba un poco de los encantos del bebé.

 

- Disculpa si te hice incomodar hace un momento – Mencionó el pelirrojo.

 

- Descuida – Sonrió – Quién hubiera imaginado que terminarías cambiando pañales.

 

- Si, cosas de la vida – Imitó su sonrisa - Riki… ¿Si Iason te pide que adopten un niño…?

 

- ¿?… ¿Te ha mencionado algo?

 

- No. Pero me di cuenta de que no sólo tus ojos brillaron cuando les mostramos a Leonardo. Sé que es difícil para ti, pero en algún momento el tema saldrá a flote. Una pareja con tanto amor como el que se tienen ustedes, estoy seguro de que serían unos padres maravillosos.

 

- Gracias por el consejo Katze. Pero aún… tengo esperanzas de encontrar a mi hijo.

 

- Nadie te dice que las pierdas.  Sólo piensa un poco más en Iason.

 

***

 

Raoul y Katze esperaban que Bernice bajara a recibirlos.

 

- Estoy un poco nervioso – Confesó Katze, quién llevaba cargado al pequeño Leonardo.

 

- ¿Por qué? Tú conoces a mi madre.

 

- Verla de lejos y conocerla son cosas distintas, querido. La vi un par de veces. Dudo que se acuerde de mí.

 

- Tranquilo. Es sólo una mujer arrogante más…

 

Su conversación fue interrumpida por la llegada de la rubia.

 

- Disculpen la demora. Ya saben que una mujer cuando se mira al espejo no se despega de él tan fácilmente.

 

- “Definitivamente es la madre de Raoul” – Pensó un pelirrojo.

 

Cuando Raoul miró a su madre, se percató de que había ido de compras, aquel vestido portentoso la delataba.

 

- Hijo mío, tiempo sin verte la cara – Lo abrazó – Pudiste al menos venir a visitarme aunque sea un par de veces – Mencionó con tono de regaño.

 

- ¡Escúchala!  - Exclamó, indignado - ¿Qué hay de ti? ¿Qué no querías ver a tu hijo? Además la hacienda también te pertenece si se te ha olvidado.   

 

- Muy graciosito. Sabes que detesto ese lugar – Dirigió la vista en dirección de Katze – Oh… aquí están los dos hombrecitos que me moría por conocer. Katze ¿No? Creo… que te recuerdo lejanamente, te vi unas cuantas veces al lado de Iason, si… te la pasabas pegado a sus faldas, digo, a él.

 

Raoul tuvo que controlar el tic errático que le surgió en aquel momento.

 

- Je je… Así es ¿Cómo está señora? – Katze hizo una pequeña reverencia.

 

- Oh, nada de señora por favor – Hizo un gesto con su mano – Y ese hermoso querubín debe de ser Leonardo Fernando – Se acercó y procedió a cargarlo – Aw… pero que ternurita. Es bellísimo, se parece tanto a los dos… ¿Cómo es eso posible?

 

- Katze tiene una hermana melliza. Ella fue la que prestó el vientre para que naciera el niño.

 

- Ya… - Empezó a darle besos al bebé por todos lados, Leonardo sonrió ante los mimos – Es un encanto. Felicidades a los dos. Pensé que moriría sin que me dieras un nieto – Le entregó el niño al ojiverde – La verdad, ya me había resignado cuando me escribiste que te habías fijado en un hombre… ¡Ah! – Hizo un gesto dramático – Lloré como magdalena ese día…  

 

- Ah madre, no exageres – Bufó.

 

No perdió tregua y se acercó hasta el pelirrojo.

 

- A ver Katze. Da una vuelta.

 

- ¿Eh?

 

- Sólo síguele la corriente – Dijo Raoul.

 

Katze obedeció y dio una pequeña vuelta en dónde Bernice tuvo la oportunidad de detallarlo más detenidamente.

 

- Wow Raoul. Aparte de ser apuesto es un hombre con muy buenas proporciones – Sonrió – Entiendo porqué le pusiste el ojo encima.

 

- ¡Madre! – Exclamó el rubio completamente ruborizado. Al darse cuenta de que había alterado al pequeño, empezó a mecerlo.  

 

- No te alarmes. Katze sabe muy bien que es todo un bombón – Le guiñó un ojo. Acto seguido empezó a caminar – No se queden ahí. Acompáñenme a comer, luego les muestro sus habitaciones.

 

- Después de vieja ridícula – Masculló Raoul aún con las mejillas pintadas – Se le ve que se le han pegado todas las malas mañas de la ciudad.

 

- A mi me parece una mujer encantadora – Comentó el pelirrojo – Es increíble lo fácil que te hace rabiar – Sonrió, fascinado con los berrinches de su amado.

 

- Es que me saca de mis casillas.

 

Luego de la comida y de dejar durmiendo al pequeño Leonardo, Bernice mandó a traer el mejor licor de la despensa. Quería celebrar. El rubio se daba cuenta de lo mucho que hubo cambiado su madre desde la última vez que había tratado personalmente con ella.

 

- ¿Qué pasa Raoul?  ¿No beberás?

 

- Raoul es muy poco dado al trago. Un par de copas y termina en el suelo – Admitió Katze de lo más tranquilo.

 

- No tienes porqué decirlo así – Se avergonzó que lo confesara.

 

- ¿En serio? Eso está mal hijo. Un hombre debe resistir los tragos – De nuevo la sonrisa engalanó sus labios – Estoy segura de que mi yerno si es un buen bebedor.

 

Katze sonrió ante el visto bueno de su suegra.

 

Luego de un par de copas el ojiverde se veía molesto, su madre se había sentado muy cerca de Katze y no dejaba de “juguetear” con sus cabellos.

 

- Estoy fascinada de que mi nieto tenga tan hermoso cabello. Dime Katze ¿Quién de los dos dio el primer paso?

 

- Fui yo. Aunque me atreví después de pensarlo mucho. Temía que me volara los dientes.

 

- Je je Me imagino. Mi hijo puede ser bastante quisquilloso.

 

- ¿Y de dónde crees que lo saqué? – Espetó Raoul – Madre ¿Por qué no me contaste que Iason era mi hermano?

 

- Pues… eso…  - Se acomodó en su sitio – No creí que fuera tan importante.

 

- ¡¿¿Qué??! – Por casi se le desorbitan los ojos verdes - ¿Estás hablando en serio?

 

- Si, ustedes eran ya muy buenos amigos, criados casi como hermanos… No pensé que había necesidad de develar ese pequeño detalle.

 

- Madre… - La interrumpió - ¿Tienes idea de lo que fue mi vida por desconocer ese “pequeño detalle”? ¿Las cosas que hice? ¡¿Todo lo que sufrí?!

 

- Ah… - Bernice se llevó la mano a los labios – No tenía idea hijo – Y de verdad se notaba fuera del tema.

 

- ¡¡¡Claro que no tenías idea!!! ¡Te largaste de la hacienda y ni te molestaste en averiguar que rayos estaba haciendo!

 

Katze veía todo como si estuviera observando un partido de tenis.

 

- No seas melodramático Raoul – Hizo un gesto, quitándole importancia al asunto – Ya eras mayorcito cuando me fui y desde mucho antes andabas viajando de aquí para allá y salías con cada mujer que se te antojara – Entrecerró el mirar – Te quieres hacer la victima pero ¿Qué hay de todas las canas que me salieron luego de preocuparme tanto por ti y de regañarte sin que me hicieras el más mínimo caso? Te negaste a aceptar a todas las pretendientes que escogí y me pediste estrictamente que me metiera en mis asuntos. Agarré mis maletas y tomé tu consejo, ahora me preocupo por mí ¿Cuál es la llorantina ahora? Siempre fuiste caprichoso y tirano. Solo me alejé para que pudieras hacer las cosas a tu antojo sin que me afectara tanto.

 

- Es verdad, siempre fui así…

 

- Pero ya cambiaste y mucho. Al igual que tu madre – Intervino el pelirrojo – Es evidente que las cosas no son como eran antes, así que no tiene caso mortificarse por el pasado.

 

- Tienes toda la razón Katze querido – Bernice sonrió ante su elocución – Me doy cuenta de que tomé la mejor decisión, ahora mi hijo está al lado de un hombre maravilloso y me han dado un nieto preciosísimo que ha heredado las hermosas joyas de la familia Am – Encantada con los ojos de su nieto - No podría desear nada más.

 

- Madre – Raoul se alegró de oírla.

 

- Y bien… - Tomó de nuevo su copa  - ¿Y cuando es la boda?

 

- ¿Ah…la qué…?

 

La pregunta los tomó desprevenidos. Raoul como cosa nueva se sonrojó hasta las orejas, mientras que Katze agradeció a los cielos por la suegra que le había tocado.

 

- Porque a mí no me invitaron a ninguna y no pueden estar un día más viviendo en concubinato. Lo mínimo que se merece Fernandito es que sus padres estén casados – Alzó la copa junto a su sonrisa – Salud por la feliz pareja.

 

- Madre… “Veo que tú y la botella se han hecho muy amigas” – Concluyó Raoul luego de ver a la rubia bajarse sola una botella de vino.

 

Tras la visita de Raoul y Katze, Riki no pudo evitar caer en instantes llenos de silencio.

 

- Riki ¿Estás bien? – Preguntó Iason tras acercarse.

 

- Si… sólo estaba… pensando…

 

- ¿Quieres que te deje solo?

 

- No… - Negó con la cabeza – Quédate conmigo…

 

Iason le abrazó y así se quedaron, contemplando el paisaje que se veía a través de la ventana.

 

- Iason…

 

- ¿Mmm? Dime mi amor.

 

- Quiero irme… vámonos a la hacienda.

 

- Pero Riki, aquí estarás mejor si pasa cualquier cosa.

 

- Ya estoy bien, tú lo sabes. Los médicos dicen que fue un milagro, como sea… ya no tenemos que estar aquí.

 

- Aún así…

 

- Sé que tu trabajo en la universidad es muy importante y que te gusta dar clases y todo eso… pero… no puedo evitarlo. Extraño mucho mi campo – Se atrevió a confesar - Me siento triste aquí.

 

- … No sabía que te sentías de ese modo ¿Por qué no me lo dijiste?

 

- Te veías muy feliz.

 

- Riki… - Lo tomó del rostro y le habló con dulzura - Yo soy feliz porque estoy a tu lado, porque estás aquí, de pie, conmigo. No importa dónde esté ni lo que esté haciendo, si estoy contigo ten por seguro de que mi felicidad será completa.

 

- Iason… - Se sintió mal de haberle dicho que se sentía triste – He sido un egoísta. Y después de todo lo que has hecho por mí…

 

- Claro que no – Le abrazó – Eres tú el que ha hecho tanto por mí. Si es tu deseo lo haremos. Volveremos a casa. Pero primero hay algo que debemos hacer.

 

 

 

Continuará…

 

 

 

 

Notas finales:

 

Ok… sé que algún lector querrá lanzarme una bomba luego de leer éste capi, intenté hacerme a la idea de obviarlo y de escribir otra cosa pero mi musa siempre termina enamorándome con sus ocurrencias descabelladas xD (inner: hasta tenías un borrador!!!!!! No sé porqué rayos escribes borradores si luego llega tu musa y te hace escribir lo opuesto a lo que tenías planteado o_o) (musa: debo generar más problemas ñaca ñaca 8-D)(inner: ya me vale, esos pobres no salen de una O-o se sentenciaron al caer en tus garras ¬¬Uu) pero bueno, lo importante es que sobrevivieron y no ocurrirá ninguna explosión que acabe con sus existencias (inner: mmm ahora que lo pienso ¿Qué todo esto no es como una “explosión metafórica”, Sue-chan? ¬_¬) eh… me has pillado n.nUuu  (inner: naruhodo,esa fue tu intención desde el principio… tú y tus metáforas traumáticas ¬_____¬) nada que envidiarle a las telenovelas, verdad?  ^o^Uuuuu *cambiando de tema abruptamente* pero que les parece? Raoul y Katze con un hijo! (inner: eso si me gustó, estoy dando brincos aún de la emoción 0*_*0) ahora si que son una familia como debe ser! (inner: pelirrojo de ojos verdes… que bebé más precioso el peque Leonardo!! 0*w*0) je je n_n bien, aclarado los puntos, a todos muchísimas gracias por haber leído y también si se animan a dejar algún comentario! Hasta la siguiente oportunidad mis corazones! Bye Bye!!

 

 

 


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